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TLP
y
delincuencia
1º Detective Privado
Curso 2010-2011
Índice:
1. ¿Qué es el TLP?
2. ¿Cuántos son? Y algún porcentaje más…
3. ¿Cómo son, cómo actúan, qué sienten?
4. ¿Por qué existen?
5. ¿Qué hacemos todos los demás para hacerles la existencia más llevadera?
6. ¿Qué suele ocurrirles a medio y largo plazo?
7. Su relación con la delincuencia.
8. Conclusiones.
9. Bibliografía.
ANEXO
1. ¿Qué es el Trastorno Límite de la Personalidad?
Definamos personalidad antes de ver uno de sus trastornos más comunes y
más complicados de tratar.
Se han dado muchas definiciones de este concepto, entre ellas: estructura
psíquica de cada individuo, tal y como se revela por su modo de pensar y expresarse, en
sus actitudes e intereses y en sus actos1. También la manera de percibir el mundo,
las actitudes, los pensamientos y los sentimientos constituyen elementos inte-
grantes de la personalidad.
En personas psíquicamente normales, que razonan bien y con un sentido
claro de la realidad, encontramos formas anómalas o extrañas de conducta. Tie-
nen en común la tendencia a percibir el ambiente y a responder a él de una
forma tan inadecuada que entorpece su adaptación, sin que exista enfermedad
mental. Si las consecuencias no son perturbadoras ni para él ni para los demás
se habla de rasgos de la personalidad, pero si el sufrimiento subjetivo o la
inadecuación social son serios y persistentes estamos ante trastornos de la per-
sonalidad (TP).
Un TP, y aquí hemos de referirnos a la clasificación de la Asociación de
Psiquiatría Americana (APA) en la 4ª versión del Manual Diagnóstico y Es-
tadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV
), es:
“un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se
aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón es
arraigado, inflexible y resistente al cambio. Tiene su inicio al principio de la
edad adulta y comporta malestar o perjuicios para el sujeto, sobre todo a nivel de
relaciones interpersonales y para su entorno cercano”.
Las personas con un TP tienen, por tanto, grandes dificultades para aceptar y
adaptarse a las tensiones normales que genera la vida cotidiana. Tienden a ser
inflexibles, rígidas e incapaces de responder a los cambios y demandas diarias.
1 J Vallejo-Nágera, J.A. et al (2002), Guía práctica de psicología, vigésimosexta edición

Considerada la “biblia de la psiquiatría” cuenta con 297 patologías (entre las que podemos encontrar el
Trastorno Oposicionista Desafiante y el Síndrome de piernas inquietas), que seguirán su incremento en
el DSMV V, cuyo borrador ya ha visto la luz en 2010, y que incluiría la Pedohebefilia, el Trastorno de
atracones (de comida) y el Trastorno disfuncional del carácter con disforia.
Se han clasificado hasta 10 TP, marginados (a la hora de facilitar terapia)
por la psiquiatría hasta no hace más de 30 años, por considerar que los rasgos
que presentaban estos pacientes eran inmodificables, y tratando sólo los sínto-
mas puntuales (incluso ha llegado a negarse que fueran patologías o trastornos
mentales).
T R A S T O R N O S D E L A P E R S O N A L I D A D
Grupo A
(extraños o excéntricos)
Grupo B
(dramáticos-emocionales)
Grupo C
(temerosos, ansiosos)
Paranoide Antisocial Evitación
Esquizoide Límite Dependencia
Esquizotípico Histriónico Obsesivo-compulsivo
Narcisista
Encontramos por primera vez el término TLP en el grupo B (trastornos
“dramático-emocionales”) del DSM-III en 1980. No obstante, ya a principios del
s. XX la entidad diagnóstica “límite” (borderline) había sido reconocida por
Adolph Stern (1934) para describir un grupo de pacientes que no encajaba en la
categoría estándar de normal, neurótico o psicótico y con el que el psicoanálisis
clásico era infructuoso. Hace no más de 40 años Kempe y otros describieron el
“síndrome del niño maltratado”2. Actualmente parece que la denominación
TLP tenderá a extinguirse y adoptará la forma de Trastorno de inestabilidad
emocional de la personalidad3.
TLP se suele manifestar por regla general en la infancia, adolescencia y/o
adultez temprana (siempre antes de los 25 años) con algunas de las siguientes
características: la desregulación emocional, la impulsividad caótica, el pensa-
miento extremadamente polarizado y las relaciones interpersonales caóticas.
También incluye inestabilidad del estado de ánimo, de la autoimagen y de la
conducta, así como del sentido de identidad, que puede incluso llevar a fases de
disociación [ver anexo I].
2 KEMPE, CH., SILVERMAN, FN., STEELE, BF., “The battered child syndrome”, JAMA, nº 181 (1962), 17-
24
3 11ª revisión de CIE; sesiones del grupo internacional asesor para CIE (Clasificación Internacional de
Enfermedades), 2008
2. ¿Cuántos son? Y algún porcentaje más…
Las estadísticas indican que entre el 2 y el 4% de la población general pa-
dece TLP. En España, según estimaciones del Hospital Clínico San Carlos (Ma-
drid), es el 3% de la población, y de éstos sólo el 20% están diagnosticados4.
Entre un 20 y un 25% provienen de familias estructuradas, y alrededor
del 75% de las personas diagnosticadas son mujeres5.
Son el 15% de los pacientes ingresados en psiquiatría, que podría ser 20%
y en aumento; suponen el 50% de los ingresados por TP6.
Alrededor del 50% de los diagnosticados muestran antecedentes de
TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad)7.
Entre un 50 y un 70% de los pacientes psiquiátricos con TLP cumplen el
criterio de un trastorno por abuso de sustancias8.
Alrededor del 80% de los pacientes con TLP pueden cursar con depresión
endógena, o bien con depresión mayor9.
Un 73% de las personas que sufren TLP tendrá al menos 1 intento de sui-
cidio a lo largo de su vida (Soloff 1994)10. En torno al 90% de los intentos de
suicidio en personas mayores de 18 años tiene de trasfondo un TLP11.
4 http://www.trastornolimite.com/index.php?start=8
5 Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders,. Washington D.C., APA, 4th Text Revision
6 Estadísticas de pacientes hospitalizados en DSM-IV
7 BOHUS, M. et al, “Attention-deficit hyperactivity disorder as a potentially aggravating factor in
borderline personality disorder”, The British Journal of Psychiatry, nº 192 (2008), 118-123
8 GREGORY, R., "Clinical challenges in co-occurring Borderline Personality and Substance Use Disorders".
Psychiatric Times (2006), XXIII
9 http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_l%C3%ADmite_de_la_personalidad
10 http://www.aapel.org/bdp/borderlineUS.html
11 http://www.eee.eldia.es/2010-05-08/sociedad/12-pacientes-acuden-Atencion-Primaria-sufren-
realidad-trastorno-limite-personalidad.htm
3. ¿Cómo son, cómo actúan, qué sienten?
Suelen ser personas con una inteligencia media-superior, incluso lle-
gando a la superdotación (no confundir nunca, por tanto, con el Trastorno
Límite de la Inteligencia). También suelen poseer gran sensibilidad y habilida-
des artísticas. Acostumbran a ser cultos y son muy capaces de despertar un
interés especial en quien les conoce, su personalidad es atrayente; igualmente
pueden ser muy seductores y encantadores.
Generalmente poseen un “sexto sentido” que les permite captar intencio-
nes, pensamientos y talones de Aquiles ajenos; es muy posible que tengan una
habilidad ampliamente desarrollada para captar emociones en los rostros de los
demás12; también tienen una gran sensibilidad humana para con las personas
desfavorecidas al igual que un extraordinario sentido de la justicia.
La característica central en los diagnosticados con TLP es una acusada y
continua inestabilidad emocional, interpersonal y de identidad, que puede
hacerse patente en diversos aspectos13:
o Tienden a mezclar diferentes síntomas y problemáticas que pueden variar
de un día para otro.
o Tienen reacciones fuertes y desproporcionadas y una alta sensibilidad a estí-
mulos mínimos. Su conducta es impulsiva y pueden ponerse en peligro
con conductas temerarias y de riesgo (toxicomanías, prácticas sexuales no
seguras (resultantes en contagio-transmisión de ETS), suicidio…)
o Suelen inhibir respuestas emocionales negativas - tristeza, ira, culpabilidad,
vergüenza, ansiedad o pánico-, especialmente aquellas asociadas al dolor y
a la pérdida; la consecuencia de esto es que a veces expresen furia inapro-
piada o les sea difícil expresarla.
o Cualquier emoción normal puede aumentarse y alargarse en el tiempo
provocando la aparición de otras más negativas.
12 http://www.lonad.com/2010/08/16/personality-disorder-sensitivity-to-emotional-term-trauma-
recovery
13
http://tlptratamientos.com/eltlp.htm
o Es capaz de actuar de forma competente y controlada en algunas ocasiones
pero fuera de control en otras. Sus comportamientos impulsivos pero no
premeditados (sino movidos por emociones vividas muy intensamente), a
posteriori son reconocidos como alocados o “tontos”.
o Hay una falta de claridad o cambios bruscos en sus objetivos, opiniones,
prioridades, sentimientos y orientación sexual.
o Se “quejan” generalmente de aburrimiento, insatisfacción, desazón…, nada
termina de llenarles.
o Habitualmente padecen sentimientos de destructividad y/o
autodestructividad (llegando en muchas ocasiones a la autolesión (síntoma
relacionado con el trauma, considerado aquél como un modo de obtener el
control) e incluso a tentativas de suicidio), sentimientos de fragmentación
o ausencia de identidad.
o Manifiestan una extrema sensibilidad hacia la forma de trato de los demás
hacia ellos, reaccionando enérgicamente cuando perciben críticas o co-
mentarios hirientes u ofensivos.
o Suelen pasar de ver sólo lo bueno de alguien o algo (idealizan) a ver sólo lo
negativo (devalúan) sintiendo por una misma persona admiración y otras
veces odio y decepción. Esto es consecuencia de un pensamiento en blanco
y negro (black & white thinking)14.
o Tienen relaciones interpersonales rápidas e intensas o explosivas pero
inestables. Adolecen de relaciones íntimas sólidas puesto que suelen con-
fundir intimidad con sexualidad. Comúnmente sus relaciones sexuales
suelen ser impulsivas y/o promiscuas.
o Pueden abusar del alcohol y/u otras sustancias, tanto si es debido a la
impulsividad o bien a un mecanismo para soportar otros síntomas.
14
LIEB, K., ZANARINI, MC., SCHMAHL, C., LINEHAN, MM., BOHUS, M., “Borderline personality
disorder”, Lancet, nº 364 (2004), 453-61
o Tienen dificultades para aprender de sus experiencias, así como problemas
de concentración y atención.
o Sufren por una falta de adaptabilidad y madurez en su forma de actuar. Esto
influye en la forma de relacionarse con los demás y consigo mismos, así
como en la manera de resolver problemas e interpretar los acontecimien-
tos.
o Han aprendido formas desadaptativas como la manipulación, la
autodestrucción y la evasión para reaccionar ante la frustración y las difi-
cultades o bien para resolver sus problemas.
Ya, en cuanto a su relación con la sanidad, suelen contar con un largo
historial clínico con diferentes profesionales, terapias y medicaciones; también
suelen responder bastante bien a medicamentos placebo, lo cual significa una
alta capacidad de sugestión.
Como ya hemos visto, las personas que han sido diagnosticadas con TLP
también suelen llevar asociados otros trastornos o enfermedades: trastorno por
estrés postraumático (TEPT), abuso de sustancias, depresión, ansiedad, tras-
torno afectivo, déficit de atención con hiperactividad, trastorno bipolar, tras-
torno narcisista, trastornos de la alimentación, afecciones psicosomáticas… De
ahí que en ocasiones se le haya señalado como “paradigma de la comorbilidad”.
Un estudio15 reciente sugiere que las mujeres que padecen ambos, TEPT + TLP, tie-
nen significativamente más dificultades para regular las emociones que las
mujeres con una sola de estas condiciones, y se observan rasgos únicos cuando
estos trastornos coexisten.
Dentro de toda la heterogeneidad que puede encontrarse en pacientes adictos a
opiáceos, algunos estudios16 documentan la firme relación entre abusos
sexuales en la infancia y adicción, señalándose dos puertas de entrada a la
misma:
- Haber sufrido abusos puede condicionar actitudes disfuncionales, rasgos
de personalidad que incluyen depresión, baja autoestima, rebeldía y po-
15 http://www.medscape.com/viewarticle/728265
16 ROUNSAVILLE, B., WEISSMAN, M., WILBER, C,. KLEBER, H., “Pathways to opiate addiction: an
evaluation of differing antecedents”, Br J Psychiatry, nº 141 (1982), 437-446
bres aspiraciones de futuro, lo que ha sido asociado con el uso temprano
de marihuana u otras drogas.
- Por otro lado, el abuso puede provocar la presentación posterior de sínto-
mas psiquiátricos en los que la adicción a opioides es el resultado de facto-
res como el efecto directo de intoxicación y abstinencia, en lo que puede
considerarse «un intento de tratamiento» (Khantzian et al)17.
Dependiendo de cuál sea la puerta de la adicción se condicionan las caracterís-
ticas de la misma y sus complicaciones. De esta manera, diferentes estudios18,19
refieren cómo la existencia de un trauma infantil en la población adicta significa
niveles más altos de psicopatología y menor número de apoyos sociales, así
como severas deficiencias en el funcionamiento del Yo, que les deja vulnerables
a la impulsividad, descontrol afectivo y conductual con sentimientos disfóricos
de culpa y ansiedad.
Algunos expertos han observado que la depresión se presenta de forma diferente
en pacientes con TLP, es decir, la calidad de la depresión parece ser diferente en
TLP. Por ejemplo, considerando que la depresión se asocia habitualmente con
sentimientos de tristeza o culpa, la depresión en TLP se ha descrito como aso-
ciada a sentimientos de ira, pena profunda, soledad y vacío.
Hay pruebas concluyentes20 de que los pacientes con ambos TLP + depresión
tienen respuestas más pobres al tratamiento que aquellos sin un trastorno de la
personalidad, a pesar de la modalidad de tratamiento (medicación o psicotera-
pia).
Alrededor del 83% de los pacientes con TLP reunían requisitos para trastorno
depresivo mayor; y alrededor del 39% de los pacientes reunían condiciones
para el trastorno distímico12.
Entre las afecciones psicosomáticas que encontramos en personas TLP distingui-
mos dolores de cabeza, estómago delicado, sobrecarga neural, enfermedades
“de moda” y otros numerosos síntomas orgánicos.
Asimismo son patentes algunas diferencias entre personas de diferente
género: mientras los varones con TLP suelen presentar con más frecuencia
problemas con el abuso de sustancias y comorbididad con los trastornos
narcisista, esquizotípico y antisocial, las mujeres tienen más posibilidad de
padecer TEPT, trastornos alimentarios y de la identidad, ansiedad y trastorno
histriónico; asimismo se observan21 mayores tasas de depresión, ansiedad,
17 KHANTZIAN, EJ., MACK, J., SCHATZBERG, AF., “Heroin use as an attempt to cope: clinical
observations“, Am J Psychiatry, nº 131 (1974), 160-164
18 TERR, L., “Childhood traumas: an outline and overview“, Am J Psychiatry, nº 148 (1991), 10-20
19 MONCRIEFF, J., “Association between sexual and substance abuse“, Br J Psychiatry, nº 164 (1994), 847-
854
20 http://bpd.about.com/od/understandingbpd/a/whatisbpd.htm
21 BLACK, DW. et al, “Relationship of sex to symptom severity, psychiatric comorbidity, and health care
utilization in 163 subjects with borderline personality disorder“, Compr Psychiatry, nº 48 (2007), 406-
12. Epub 2007 Jul
obsesión-compulsión, disfunciones en el desempeño de tareas y afectividad
negativa.
Cabe destacar el hecho de que más hombres TLP acaban en la cárcel y
más mujeres TLP acaben en el sistema de salud mental; el varón acude con
menor frecuencia a la ayuda psiquiátrica, pero sí para ser tratado de abuso de
sustancias o alcoholismo.
En cuanto a los adolescentes22 se han observado los mismos síntomas y
fenomenología que en los adultos. En especial, los chicos TLP son más
agresivos, disruptivos y antisociales, en tanto que las chicas muestran cuatro
subgrupos, las de alta internalización, con trastorno histriónico, depresivas in-
ternalizantes y atrabiliarias (genio destemplado y violento) externalizantes.
4. ¿Por qué existen?
Parece ser que autores entendidos en la materia coinciden al indicar que
una persona desarrolla TLP porque existen múltiples factores que interactúan;
aunque, como veremos, unos “pesan” más que otros:
 Ambientales:
La familia:
La mayoría de especialistas refiere que el ambiente recibido en la infan-
cia temprana es crucial para la evolución del trastorno, y en particular, si no se
establece un vínculo seguro entre los que proporcionan cuidados y el niño.
En esta particular línea muchos pacientes refieren abusos de tipo ver-
bal, emocional, físico y/o sexual o negligencias en esta etapa. De hecho, más del
70% de los que padecen TLP sufrieron abusos en su infancia. Esto podría expli-
car por qué el 75% de las personas que padecen TLP son mujeres.
22 BRADLEY, R., ZITTEL CONKLIN, C., WESTEN, D., “The borderline personality diagnosis in
adolescents: gender differences and subtypes“, J Child Psychol Psychiatry, nº 46(2005), 1006-19
Repetidos estudios y con amplias muestras afirman que el abuso sexual en la
infancia contribuye de modo directo a la psicopatología adulta23.
Tanto si es un suceso puntual (brusco, único e inesperado) como si es repetido y
de larga duración, el niño se queda temporalmente sin ayuda, con una ruptura
de las defensas con las que funcionaba habitualmente.
Otro factor podría ser la pérdida temprana de un progenitor y/o el
haber tenido unos cuidadores que fueran o bien contradictorios o bien emocio-
nalmente indiferentes y distantes.
La sociedad:
Se ha dicho que una sociedad competitiva, que exige que el individuo
espere años para cumplir sus deseos y expectativas y que genera situaciones
complejas y estresantes, pone en situaciones tóxicas a individuos con una
afectividad biológicamente diversa como es el caso de los TLPs. Algunas
características que propician un ambiente de desarrollo tóxico serían:
 Sociedades de rápida modernización con un ritmo acelerado y cambiante,
que no respetan la continuidad generacional y favorecen la inmediatez e
impulsividad sin garantizar vínculos seguros y estables.
 Sociedades en las que las mujeres reciben más mensajes inconsistentes e in-
validadores.
 Sociedades que no proporcionan a sus miembros normas claras y estables y
que dejan al individuo a merced de sus decisiones no admitiendo la
dependencia o el rechazo.
 Ambientes urbanos.
Es importante tener en cuenta que ninguno de estos factores puede
motivar por sí solo el desarrollo de un TLP ni actuar como causa. Sólo son fac-
tores que aumentan el riesgo y la posibilidad de que el TLP aflore.
23 MULLEN, P., MARTIN, J., ANDERSON J, ROMANS S, HERBISON P. “Childhood sexual abuse and
mental health in adult life”, British Journal Psychiatry, nº 163 (1993), 721-732
PSIQUIATRÍA PÚBLICA, Vol. 10, nº 6; noviembre-diciembre 1998
Caso clínico: Abusos sexuales en la infancia y toxicomanía (http://www.dinarte.es/salud-
mental/pdf106/106caso2.pdf)
JACOBSON, A., RICHARDSON, B., “Assault experiences of 100 Psychiatric inpatients: evidence of the
need for routine inquiry”, Am J Psychiatry, nº 144 (1987), 908-913
GEORGE, R., BROWN, MD., BRADLEY, A., “Psychiatric morbidity in adult inpatients with childhood
histories of sexual and phisical abuse”. Am J Psychiatry, nº 148 (1991), 55-61
WINFIELD, I., GEORGE, L., SWARTZ, M., BLAZER, D., “Sexual assault and psychiatric disorders
among a community sample of women”, Am J Psychiatry, nº 147 (1990), 335-341
 Biológicos:
Otros autores señalan que ciertas evidencias científicas muestran que la
biología podría ser un factor crucial24. En particular se indica que, en la infancia,
la biología tiene mucho mayor impacto en la conducta que el ambiente. Un niño
con biología “borderline” sería hipersensible y podría interpretar palabras
cariñosas como hirientes. Ante la impulsividad y los desajustes de conducta,
padres sanos podrían actuar con acciones disciplinarias que serían
interpretadas como abusos por este tipo de niños. Se han propuesto actuaciones
muy tempranas en niños con susceptibilidad genética para intentar corregir los
desajustes neuroquímicos que subyacen a la desregulación emocional y que
posteriormente se pueden fijar. Se plantea actuar antes de los 3 años, puesto que
posteriormente sería ineficaz, y sería preferible que los niños tuvieran tan sólo
unos meses. Una vez que la persona es lo suficientemente mayor, la
intervención no sería posible25.
Genética:
La literatura existente sugiere que los genes influyen en los rasgos rela-
cionados con el TLP y, puesto que la personalidad es bastante heredable,
también lo sería el TLP, pero los estudios que se han realizado cuentan con pro-
blemas metodológicos y aún no están claros. Se han realizado amplios estudios
entre gemelos comprobando que si uno cumplía los criterios, el otro también lo
hacía en aproximadamente un tercio (35%) de los casos; por tanto, parece que el
entorno juega un papel más fuerte en el desarrollo de este trastorno que la
genética.
Los estudios sobre gemelos, hermanos y otros estudios de familia indi-
can una base parcialmente heredable de la agresión impulsiva, pero estudios de
genes relacionados con la serotonina, hasta hoy, han sugerido solamente mo-
destas contribuciones a la conducta.
24 BOCKIAN, N., Borderline Biology, (2000). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders,
Washington D.C., APA, 4th Text Revision
25 GREENSPAN, SI. y WIEDER, S. (1998), The child with special needs, Da Capo Press , 496 p
Los neurotransmisores implicados en los rasgos del trastorno incluyen
serotonina, norepinefrina y acetilcolina (relacionados con varias emociones y
estados de ánimo); GABA, el mayor neurotransmisor inhibidor del cerebro o
ácido γ-aminobutírico (que puede estabilizar los cambios de humor); y el ácido
glutámico (un neurotransmisor responsable del placer).
La activación de una amígdala aumentada en TLP ha sido identificada
como evidencia de emociones intensas y lentamente amainadas comúnmente
observadas en TLP como respuesta a estresantes incluso de bajo nivel. La acti-
vación tanto de la amígdala como del córtex prefrontal puede reflejar intentos
de control de emociones profundas durante el recuerdo de eventos no resueltos.
La impulsividad o la agresión, como las observadas en TLP, ha sido relacionada
con alteraciones en la función serotonínica y con regiones específicas del
cerebro, en el cíngulo y en el córtex prefrontal medio y orbital.
Fisiología:
Se han realizado numerosas investigaciones; algunas indican que ha
podido haber un fallo en la maduración y desarrollo del sentido de la propia
identidad; otras sugieren una desregulación de los circuitos neuronales que
modulan las emociones, señalando la diferencias individuales en cómo se re-
gula la amígdala (estructura cerebral que desempeña un papel importante en la
regulación de las reacciones emocionales y en los procesos de aprendizaje); en
2003 un estudio sobre diagnosticados con TLP mostró que presentaban una ac-
tividad significativamente superior en la amígdala izquierda en comparación
con sujetos sin TLP. Un estudio reciente insinúa que sujetos con TLP podrían
mostrar un descenso numérico y de complejidad morfológica tanto en la amíg-
dala como en el núcleo cingulado anterior y el hipocampo; otros estudios han
encontrado disminución en el volumen de otras estructuras cerebrales, como las
áreas prefrontal, límbica y parietal.
5. ¿Qué hacemos todos los demás para hacerles la existencia más llevadera?
 Nivel médico:
Se han observado dificultades en las relaciones entre los cuidadores y
los individuos diagnosticados con TLP. La mayoría del equipo psiquiátrico re-
fiere encontrar personas con TLP con las que el trato es de moderado a extre-
madamente dificultoso y, en general, más difícil que otros grupos de pacientes.
Es casi evidente que para tratar a una persona TLP es necesario un te-
rapeuta especial, ya que el paciente puede en una sesión ser muy sumiso, inte-
resado en la terapia e idealista, y en la siguiente sesión estar enfadado, mani-
pulador, hostil e infravalorarse. Los terapeutas se deben distanciar emocional-
mente de los pacientes para su autoprotección.
Se deberá decidir si el paciente deberá ser tratado en régimen ambula-
torio, de hospitalización parcial o internación, dependiendo del riesgo de suici-
dio o autolesiones. También se tendrán en cuenta las comorbilidades con lo que
la flexibilidad en el tratamiento será importante.
La medicación aliviaría la sintomatología en períodos de descompensa-
ción aguda y los trastornos comórbidos. Se haría imprescindible ayudar al in-
dividuo a enfrentarse a situaciones ambientales concretas mediante psicotera-
pia: hay que tratar los conflictos internos, mejorar las defensas psicológicas, la
adaptabilidad, tratar de mejorar el establecimiento de vínculos afectivos segu-
ros y mejorar el manejo de las situaciones estresantes.
La medicación que se destina a tratar los síntomas comórbidos como la
ansiedad y la depresión, dependiendo del caso, va desde los antidepresivos,
pasando por los neurolépticos, las benzodiacepinas, anticonvulsionantes y/o
incluso terapia electroconvulsiva.
No obstante la tasa de abandono de la medicación está entre el 50 y el
80% debido a los efectos secundarios26.
26 AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (2001), “Practice Guideline for the Treatment of Patients
With Borderline Personality Disorder”, Am J Psychiatry
En la práctica, la psicoterapia y la medicación se combinan de forma
habitual, pero se dispone de datos limitados sobre lo que en realidad se hace en
la práctica clínica.
Las psicoterapias específicas pueden implicar sesiones de varios años.
La terapia de grupo ayudaría en el aprendizaje y la práctica de habilidades in-
terpersonales y autoconsciencia. Aunque las tasas de abandono pueden ser
problemáticas27.
Un estudio reciente indica que cualquiera de los tres tipos más habi-
tuales de psicoterapia (terapia dialéctico-conductual, la enfocada a la trasferen-
cia y la focal de esquemas) induce mejoras básicas en pacientes TLP. La terapia
enfocada a la transferencia, es la que más cambios provoca en los pacientes TLP.
Las principales dificultades son el pensamiento polarizado y el establecimiento
de límites.
Terapia cognitivo-conductual
La TCC es el tratamiento más utilizado en trastornos mentales, pero el
menos eficaz para tratar TLP, debido a las dificultades para desarrollar una re-
lación terapéutica y una adhesión al tratamiento.
Un trastorno que en muchos casos se ha visto estrechamente asociado al
TLP es el trastorno por estrés postraumático (TEPT). La desensibilización y
reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR)28 es un tratamiento rápido,
seguro y efectivo para la ansiedad y para recuperarse del abuso sexual y estrés
traumático. Es similar a la TCC e incluye técnicas encaminadas a facilitar un
procesamiento emocional completo y llegar a acuerdos con los recuerdos
traumáticos.
Terapia dialéctico-conductual
27 HUMMELEN, B., WILBERG, T., KARTERUD, S., “Interviews of female patients with borderline
personality disorder who dropped out of group psychotherapy”, Int J Group Psychother nº 57 (2007),
67-91
28 <http://www.lonad.com/2010/08/16/personality-disorder-sensitivity-to-emotional-term-trauma-
recovery/>
Esta terapia se deriva de las técnicas cognitivo-conductuales; se centra en
el intercambio y la negociación entre el terapeuta y el paciente, entre lo racional
y lo emocional, entre la aceptación y el cambio. Los objetivos de la terapia son
acordados, aunque prevalecen los temas de autolesiones. También se prioriza el
aprendizaje de nuevas competencias como la "conciencia plena" (meditación
atenta), la eficiencia interpersonal (p.ej. asertividad y habilidades sociales),
manejo adaptativo de la angustia y las crisis y la identificación y la regulación
de las reacciones emocionales.
Esta terapia parece reducir significativamente las autolesiones y la
conducta suicida en los TLP y es mejor aceptado por los pacientes. No obstante,
no está tan claro que tenga una eficacia adicional en el tratamiento global del
TLP.
Terapia cognitiva focal de esquemas
Se centra directamente en los aspectos más profundos de la emoción, la
personalidad y los esquemas (modos fundamentales de categorizar y reaccionar
frente al mundo). Asimismo se centra en la relación con el terapeuta (inclu-
yendo un proceso de "adopción limitada"), la vida diaria fuera de la terapia, y
las experiencias traumáticas de la infancia.
Psicoterapia enfocada a la transferencia
El terapeuta es muy activo en la terapia tratando de explorar y clarificar
aspectos de la relación paciente-terapeuta. Algunas investigaciones sugieren
que puede reducir algunos síntomas que afectan a ciertos procesos subyacentes
y que la capacidad de percibir de forma realista sobre cómo piensan los otros se
ve incrementada; asimismo se conseguiría un estilo de vínculos más seguro. Es
más, la PET se ha mostrado tan efectiva como la TDC mejorando la conducta
suicida y ha sido más eficaz que ésta para aliviar la ira y reducir conductas
agresivas verbales o directas.

Proyección por parte del paciente de una serie de afectos y emociones inconscientes en la figura del
médico
Psicoterapia basada en la mentalización*
El tratamiento basado en la mentalización trata de desarrollar la auto-
rregulación de los pacientes mediante terapia de grupo de tipo psicodinámico y
psicoterapia individual en un contexto de comunidad terapéutica, hospitaliza-
ción parcial o ambulatoria.
Se considera que las personas TLP sufren una distorsión del apego debido
a problemas en las relaciones paterno-filiales en la niñez; se ha planteado la
hipótesis de que una empatía y sintonía inadecuada por parte de los padres en
la temprana infancia conducen a un déficit de mentalización. Se piensa que el
fracaso en la adquisición de una adecuada mentalización es la base de los
problemas con el control de los impulsos en los pacientes con TLP, así como de
su inestabilidad emocional y sus dificultades para mantener relaciones íntimas.
Terapia de pareja, conyugal o de familia
La terapia de pareja puede ser útil para estabilizar las relaciones con-
yugales y en la reducción del conflicto y el estrés en este ámbito que puedan
empeorar los síntomas del TLP. La terapia familiar o la psicoeducación familiar
puede ayudar a educar a los miembros de la familia en relación al TLP, mejo-
rando la comunicación familiar y la resolución de problemas en su seno, pro-
porcionando apoyo a los miembros de la familia para abordar la enfermedad de
su ser querido.
Se podrían usar muchas otras estrategias, incluyendo medicina alter-
nativa, programas de ejercicio físico (con preferencia deportes de equipo), técni-
cas de terapia ocupacional, artes creativas y estructuración de la rutina diaria,
en particular a través del empleo, ayudando con los sentimientos de competen-
cia, teniendo un rol social y siendo valorados por los otros para aumentar la
autoestima.
* Capacidad de pensar en los estados mentales como entidad separada de ellos, aunque potencialmente
causativos de acciones
Los servicios psicológicos basados en grupos animan a los pacientes a
socializarse y participar en actividades, tanto en solitario como en grupo. Esto
puede ser en centros de día. Las comunidades terapéuticas son un ejemplo de
esto, particularmente en el resto de Europa. Aunque su uso ha descendido, mu-
chos de ellos están especializados en el tratamiento de trastornos graves de la
personalidad.
Los servicios de rehabilitación psiquiátrica que se especializan en ayu-
dar a personas con problemas de salud mental (para reducir su discapacidad
psicosocial, comprometerse en actividades significativas y evitar el estigma y la
exclusión social) pueden ser valiosos para las personas con TLP. También hay
muchos grupos de ayuda mutua o de consejeros dirigidos por y para indivi-
duos con TLP. El objetivo debe ser una completa recuperación psicosocial más
que la dependencia del servicio. Asimismo existen agrupaciones de familiares
de afectados.
 Nivel Administrativo:
Hoy por hoy en España la asistencia terapéutica adecuada y cobertura
(tanto pública como privada) a diversos niveles para afectados TLP (y otros
trastornos graves de personalidad) y para familiares o personas encargados de
ellos parece ser insuficiente. Habitualmente son discriminados de programas de
atención social o sanitaria por su dificultad y conflictividad. Tampoco existen
recursos humanos instruidos para abordar esta problemática. Estos pacientes
llevan trayectorias de años cancaneando por clínicas y hospitales donde suelen
ser la "patata caliente”29.
Es muy difícil encontrar plaza en residencias especializadas o en pisos
protegidos, principalmente porque todos los recursos están orientados a la
atención de otros trastornos mentales (esquizofrenia o bipolar).
29 http://tlptratamientos.com/eltlp.htm
También tendremos en cuenta que hasta un 20% de la población re-
clusa española sufriría un trastorno límite de personalidad
.
 Nivel social:
El rechazo constante es la tónica general. Son sistemáticamente expul-
sados de colegios, asociaciones, etc; los centros privados lo hacen sin mira-
mientos; los públicos los agrupan, equiparando enfermedad mental, margina-
ción y delincuencia. La misma enfermedad les dificulta en gran parte la capaci-
dad de estudio y asimilación, lo que no les permite seguir con los programas
educativos reglamentarios.
El desprecio, la repulsa y la crueldad de los compañeros de clase es el
pan suyo de cada día.
Las relaciones de amistad y de pareja, ya en la adultez, son complica-
das y dificultosas (cuando no rápidas e intensas) debido a los cambios bruscos
de ánimo y pasar rápidamente de ver a una persona como maravillosa y al rato
como lo peor.
No hay suficientes estudios sobre la comprension del trastorno por los
familiares de los afectados, pero las familias de afectados tienden a sobreimpli-
carse o desentenderse.
Los miembros de la familia a menudo se sienten confundidos y frustrados por
la enfermedad; no están preparadas para afrontar la vida diaria con un afectado
de TLP puesto que los métodos educativos clásicos tienen efectos nulos. Los
cambios de humor intensos y los estallidos de ira pueden ser tremendos y
desquiciantes. También la impulsividad en el despilfarro económico, en el
abuso de sustancias o en la promiscuidad sexual pueden ser las mayores
fuentes de conflicto familiar o marital.
A veces, los compañeros y miembros de la familia se sienten manipulados por
esos comportamientos autodestructivos, y vacilan entre ayudar al ser querido o

Ver punto 7
establecer límites y fronteras personales. Es habitual que parientes y parejas de
TLPs se sientan deprimidos y se encuentren con sentimientos de culpa,
vergüenza y/o impotencia; y cuando no, hay separaciones y familias rotas. Y no
sólo eso: las crisis periódicas, los ingresos hospitalarios, la lucha constante por
intentar encauzar al afectado en el camino de la “normalidad” terminan
minando la salud física, mental y económica de la familia, pues no olvidemos el
alto coste de los programas terapéuticos (€3000 anuales aproximadamente)30.
6. ¿Qué suele pasarles a medio y largo plazo?
Se considera al TLP como un trastorno no degenerativo (cosa que no
ocurre en otros TP), y en la mayor parte de los casos se da una estabilización a
partir de los 35-40 años; se suavizan muchos síntomas. Sin embargo esta “me-
joría” no se da repentinamente, ni en todos los casos y depende mucho del de-
terioro acumulado con el paso de los años31.
Habría un pronóstico positivo cuando el trastorno aparece al comienzo
de la adultez (20-25 años), hay ausencia de drogadiccion y conductas suicidas, y
el afectado se vincula a terapia.
Suele ser peor el pronóstico en quienes el trastorno aparece más pre-
cozmente, sobre todo si en la adolescencia se abusa de sustancias, hay conduc-
tas suicidas/parasuicidas y conductas autodestructivas. El período de mayor
virulencia del trastorno suele ser entre los 20 y los 35 años. Se ha visto que a la
vez que se van dando los primeros síntomas, se establecen alteraciones en la
maduración cerebral32.
30 http://www.sie.es/crl/archivo_pdf/TRASTORNO%20LIMITE%20DE%20LA%20PERSONALIDAD.pdf
31 ZWEIG-FRANK, H., “Predictors of outcome in a 27-year follow-up of patients with borderline
personality disorder”, Comprehensive Psychiatry, XLIII Volume, Issue 2, 103-107
32 HOUSTON, RJ., CEBALLOS, NA., HESSELBROCK, VM., BAUER, LO., “Borderline personality disorder
features in adolescent girls: P300 evidence of altered brain maturation”, Clin Neurophysiol, nº 116
(2005), 1424-32
Los datos indican que un porcentaje significativo de las personas diag-
nosticadas de TLP pueden conseguir la remisión incluso en un año o dos. Un
estudio longitudinal encontró que, seis años después de ser diagnosticado con
TLP, el 56% mostraban buen funcionamiento psicosocial. Los pacientes cuyos
síntomas habían remitido eran los que tenían una buena relación con su
cónyuge/pareja y con al menos uno de los padres, buenos resultados escolares,
un historial sostenido de buen alumno y buen funcionamiento global y psicoso-
cial33.
Un rasgo característico de este trastorno es el suicidio. Se estima que
aproximadamente un 70% de las personas TLP han tenido conductas de tipo
suicida o parasuicida34. Estos tipos de conducta suelen aparecer como llamadas
de atención o manipulaciones (mismamente han de ser abordados en terapia).
Las estadísticas35 indican que hasta un 20% acaba con su vida por una
sobredosis, un accidente o cualquier otra acción impulsiva derivada de su
enfermedad.
Los que llegan a suicidarse de forma "no accidental" han tenido antece-
dentes de intentos serios de suicidio y autolesiones graves. Factores que pueden
precipitar la consumación en pacientes con estos antecedentes son el abuso de
algún tipo de sustancia (alcohol y cocaína lo que más), el aislamiento social y la
falta de apoyo o cuidado familiar, el abandono de vínculos terapéuticos o el in-
cumplimiento de las prescripciones farmacológicas.
7. Su relación con la delincuencia.
33 ZANARINI, M.C., FRANKENBURG, F.R., HENNEN J. et al., "Psychosocial functioning of borderline
patients and Axis II comparison subjects followed prospectively for six years", J Personal Disord, nº19
(2005), 19-29
34 http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_l%C3%ADmite_de_la_personalidad
35 http://www.trastornolimite.com/index.php?start=8
Una conducta delincuencial es aquel comportamiento desadaptado que
vulnera unas leyes penales establecidas; el delincuente es el que infringe el
código penal.
Por un lado, y teniendo en cuenta los referentes de abusos sexuales en
la infancia y/o adolescencia de la mayoría de los diagnosticados, se podría
afirmar que hay un contacto prematuro con la delincuencia, puesto que los artí-
culos 182 y 183 del Código Penal español tipifican con penas de prisión de entre
2 y 15 años los abusos sexuales a menores de 16 años.
Por otro lado, debido a las conductas impulsivas incontroladas, con-
sumo de sustancias ilegales, ambientes malsanos, juicio pobre a la hora de elegir
compañeros y estilos de vida, agresiones a personas y/o aislamiento social, en-
tre otros, es más probable que los adultos con TLP sean la víctima de violencia,
incluida la violación y otros crímenes, o verse en prisión por sus propios actos
delictivos.
En los años 80, Jeremy Coid realizó un estudio36 sobre 260 personas en hospi-
tales y prisiones de máxima seguridad en Inglaterra, en el que concluyó que las
prisiones tienen un nivel de morbilidad psiquiátrica mayor que el de la pobla-
ción general. Ya en 2003 se realizó otro estudio37 en nuestro país demostrando
que las tasas de prevalencia de trastorno mental son muy superiores a las que
habitualmente encontramos en la población general.
Se estima38 que en España, alrededor de un 20% de los reclusos pade-
cería TLP, la mayoría de las veces sin diagnosticar. Sin embargo otras fuentes
dan esta misma cifra para TP en general, predominando el Trastorno Antisocial
de la Personalidad39.
Sea como fuere, lo que sí es indiscutible es que si fuera de la prisión es
Guatemala, dentro es Guatepeor:
36 COID, J., "How many psychiatric patients in prison", Br J Psychiatry, nº 145 (1984), 78-86
37 HERNÁNDEZ, M., HERRRERA, R., “La atención a la salud mental de la población reclusa”, Asociación
Española de Neuropsiquiatría, 2003, Madrid, 315-319
38 http://www.trastornolimite.com/index.php?start=8
39 http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1575-06202007000200003&script=sci_arttext
 Si han mostrado ya conductas desadaptativas en un contexto de “liber-
tad”, la estancia en prisión (vigilancia y control constantes, restriccion de
movimientos y de espacios en los que realizarlos, falta de intimidad, ais-
lamiento afectivo, convivencia forzada entre sujetos de diversa índole y
procedencia, ambiente de desconfianza y agresividad) favorecerá un au-
mento del deterioro del trastorno perceptible en desajustes de la conducta,
depresión, acentuación de la impulsividad, cuadros de ansiedad, autole-
siones, brotes psicóticos, etc… (se sabe que alrededor del 80% de los pre-
sos con al menos un diagnóstico de TP del grupo B tenía un antecedente
previo de enfermedad mental)
PRISONIZACIÓN
( proceso de adaptación al medio penitenciario)
Niveles de
afectación
S Í N T O M A S
1
Comportamiento regresivo, inmaduro, ansioso e inestable
desde el punto de vista afectivo.
2
Comportamientos agresivos (auto o heteroagresividad),
deterioro afectivo depresivo o presencia de episodios
relacionados con trastornos de ansiedad en diferentes
manifestaciones (somatizadoras o episodios agudos de
ansiedad)
3
Patología mental severa, brotes psicóticos, trastornos
afectivos severos, reacciones vivenciales anormales o graves
crisis de ansiedad e inadaptación a la prisión.
 No llevan una terapia farmacológica ni psicológica apropiadas, cuando no
se les cambia la medicación, y a esto hemos de añadir que el consumo de
sustancias (incluido el alcohol) en prisión es habitual; se ha descrito una
prevalencia de adicción a drogas tales como la cocaína o la heroína en el
40% de los reclusos40. En un estudio realizado en dos prisiones de
Aragón37, más del 50% de los que seguían empleando drogas dentro de la
prisión tenía asociado un diagnóstico de TLP.
40 Subdirección General de Sanidad Penitenciaria, Estudio Transversal sobre Sanidad Penitenciaria, 22
junio 1998. Informe Interno, Ministerio del Interior, 1999
 Hay estudios que desvelan entre reclusos, y con frecuencia, patologías
duales, es decir, que coexisten al menos dos trastornos mentales en el
mismo sujeto41, cuyo pronóstico no es precisamente favorable a un pro-
greso positivo del preso.
 Por otro lado, tanto el buen orden y la seguridad de la vida diaria en los
módulos de la prisión como el funcionamiento del equipo sanitario se
termina viendo afectado de diversas formas: comportamientos
incoherentes, impulsivos o agresivos continuos y demanda insistente e in-
cesante de psicofármacos.
41 RIESGO y PÉREZ URDANIZ, A., RUBIO, V., IZQUIERDO, J.A., SÁNCHEZ IGLESIAS, S., SANTOS, JM.
et al, “Evaluación de trastornos de la personalidad en una población penal con el IPDE y el MMPI”,
Actas Luso-Esp. Neurol. Psiquiatr., nº 26 (1998), 151-154
CERVERA MARTÍNEZ, G., RUBIO VALLADOLID, G., HARO CORTÉS, G., BOLINCHES
CLARAMONTES, F., DE VICENTE MANZANO, P., VALDERRAMA URIAN, JC., “La comorbilidad
entre los trastornos del control de los impulsos, los relacionados con el uso de sustancias y los de la
personalidad”, Trastornos Adictivos nº 3 (2001), 3-13
8. Conclusiones
Según lo investigado y analizado para este trabajo, y experiencia parti-
cular, parece que el esfuerzo en contabilizar, clasificar y analizar fenómenos y
conductas no es en absoluto en vano, aunque sólo es el primer paso de un largo
camino de plantear y probar posibles terapias eficaces que mitiguen el deterioro
ocasionado en personas con TLP.
Amén de que parece evidente la importancia de un abordaje del tras-
torno y sus posibles comorbilidades de manera personalizada y global, nunca
estandar; sin olvidar la participación de la familia y/o entorno más cercano del
diagnosticado en las sesiones terapéuticas. Este plan terapéutico, conjuntamente
con una dedicación apropiada y ajustada al tiempo necesario de consultas por
parte de personal médico (ni qué decir tiene que el paciente ha de colaborar)
conllevan a una mejoría sustancial del paciente.
Por otro lado, y como era de esperar, siempre todo es muy mejorable y
en este sentido y en este caso concreto de TLP, y aunque ya se han promovido
considerables mejoras a día de hoy desde ciertas asociaciones, queda bastante
camino por recorrer en cuanto a:
 educación sexual adaptada a la mentalidad y edad de los niños/as
 percibimiento de los primeros abusos en un niño/a y acción inmediata
enfocada a la protección del menor
 formación humana, teórica y práctica (multidisciplinar y continua) de
profesionales sanitarios, docentes y penitenciarios
 tratamiento en unidades TLP antes que ingreso en prisión
 preparación y sensibilización de jueces, abogados y fiscales; tanto como
revisión de leyes de protección a TLP e Incapacitación
 tiempo, infraestructuras, centros y medios apropiados de atención,
asistencia, acogida, educación y empleo
 información y apoyo a familias
 traducciones de material monográfico al castellano
ANEXO I
Criterios diagnósticos según el DSM-IV:
Síntomas afectivos:
1.- Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de
ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que
suelen durar unas horas y rara vez unos días).
2.- Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla (p. ej., muestras
frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).
3.- Sentimientos crónicos de vacío o inutilidad.
Síntomas impulsivos:
4.- Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes o comporta-
miento de automutilación.
5.- Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracteri-
zado por extremos de idealización y devaluación.
6.- Impulsividad en al menos dos áreas que es potencialmente dañina para sí
mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria,
atracones de comida). Nota: no incluir los comportamientos suicidas o de
automutilación que se recogen en el criterio 4.
Síntomas interpersonales:
7.- Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado. Nota: no
incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen
en el criterio 4.
8.- Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y
persistentemente inestable.
Síntomas cognitivos:
9.- Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas diso-
ciativos graves
BIBLIOGRAFÍA
VALLEJO-NÁGERA, J.A. et al (2002), Guía práctica de psicología, vigésimosexta edición
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SONALIDAD.pdf
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TLP y delincuencia: análisis del trastorno límite de la personalidad y su relación con la delincuencia

  • 2. Índice: 1. ¿Qué es el TLP? 2. ¿Cuántos son? Y algún porcentaje más… 3. ¿Cómo son, cómo actúan, qué sienten? 4. ¿Por qué existen? 5. ¿Qué hacemos todos los demás para hacerles la existencia más llevadera? 6. ¿Qué suele ocurrirles a medio y largo plazo? 7. Su relación con la delincuencia. 8. Conclusiones. 9. Bibliografía. ANEXO
  • 3. 1. ¿Qué es el Trastorno Límite de la Personalidad? Definamos personalidad antes de ver uno de sus trastornos más comunes y más complicados de tratar. Se han dado muchas definiciones de este concepto, entre ellas: estructura psíquica de cada individuo, tal y como se revela por su modo de pensar y expresarse, en sus actitudes e intereses y en sus actos1. También la manera de percibir el mundo, las actitudes, los pensamientos y los sentimientos constituyen elementos inte- grantes de la personalidad. En personas psíquicamente normales, que razonan bien y con un sentido claro de la realidad, encontramos formas anómalas o extrañas de conducta. Tie- nen en común la tendencia a percibir el ambiente y a responder a él de una forma tan inadecuada que entorpece su adaptación, sin que exista enfermedad mental. Si las consecuencias no son perturbadoras ni para él ni para los demás se habla de rasgos de la personalidad, pero si el sufrimiento subjetivo o la inadecuación social son serios y persistentes estamos ante trastornos de la per- sonalidad (TP). Un TP, y aquí hemos de referirnos a la clasificación de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA) en la 4ª versión del Manual Diagnóstico y Es- tadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV ), es: “un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón es arraigado, inflexible y resistente al cambio. Tiene su inicio al principio de la edad adulta y comporta malestar o perjuicios para el sujeto, sobre todo a nivel de relaciones interpersonales y para su entorno cercano”. Las personas con un TP tienen, por tanto, grandes dificultades para aceptar y adaptarse a las tensiones normales que genera la vida cotidiana. Tienden a ser inflexibles, rígidas e incapaces de responder a los cambios y demandas diarias. 1 J Vallejo-Nágera, J.A. et al (2002), Guía práctica de psicología, vigésimosexta edición  Considerada la “biblia de la psiquiatría” cuenta con 297 patologías (entre las que podemos encontrar el Trastorno Oposicionista Desafiante y el Síndrome de piernas inquietas), que seguirán su incremento en el DSMV V, cuyo borrador ya ha visto la luz en 2010, y que incluiría la Pedohebefilia, el Trastorno de atracones (de comida) y el Trastorno disfuncional del carácter con disforia.
  • 4. Se han clasificado hasta 10 TP, marginados (a la hora de facilitar terapia) por la psiquiatría hasta no hace más de 30 años, por considerar que los rasgos que presentaban estos pacientes eran inmodificables, y tratando sólo los sínto- mas puntuales (incluso ha llegado a negarse que fueran patologías o trastornos mentales). T R A S T O R N O S D E L A P E R S O N A L I D A D Grupo A (extraños o excéntricos) Grupo B (dramáticos-emocionales) Grupo C (temerosos, ansiosos) Paranoide Antisocial Evitación Esquizoide Límite Dependencia Esquizotípico Histriónico Obsesivo-compulsivo Narcisista Encontramos por primera vez el término TLP en el grupo B (trastornos “dramático-emocionales”) del DSM-III en 1980. No obstante, ya a principios del s. XX la entidad diagnóstica “límite” (borderline) había sido reconocida por Adolph Stern (1934) para describir un grupo de pacientes que no encajaba en la categoría estándar de normal, neurótico o psicótico y con el que el psicoanálisis clásico era infructuoso. Hace no más de 40 años Kempe y otros describieron el “síndrome del niño maltratado”2. Actualmente parece que la denominación TLP tenderá a extinguirse y adoptará la forma de Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad3. TLP se suele manifestar por regla general en la infancia, adolescencia y/o adultez temprana (siempre antes de los 25 años) con algunas de las siguientes características: la desregulación emocional, la impulsividad caótica, el pensa- miento extremadamente polarizado y las relaciones interpersonales caóticas. También incluye inestabilidad del estado de ánimo, de la autoimagen y de la conducta, así como del sentido de identidad, que puede incluso llevar a fases de disociación [ver anexo I]. 2 KEMPE, CH., SILVERMAN, FN., STEELE, BF., “The battered child syndrome”, JAMA, nº 181 (1962), 17- 24 3 11ª revisión de CIE; sesiones del grupo internacional asesor para CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades), 2008
  • 5. 2. ¿Cuántos son? Y algún porcentaje más… Las estadísticas indican que entre el 2 y el 4% de la población general pa- dece TLP. En España, según estimaciones del Hospital Clínico San Carlos (Ma- drid), es el 3% de la población, y de éstos sólo el 20% están diagnosticados4. Entre un 20 y un 25% provienen de familias estructuradas, y alrededor del 75% de las personas diagnosticadas son mujeres5. Son el 15% de los pacientes ingresados en psiquiatría, que podría ser 20% y en aumento; suponen el 50% de los ingresados por TP6. Alrededor del 50% de los diagnosticados muestran antecedentes de TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad)7. Entre un 50 y un 70% de los pacientes psiquiátricos con TLP cumplen el criterio de un trastorno por abuso de sustancias8. Alrededor del 80% de los pacientes con TLP pueden cursar con depresión endógena, o bien con depresión mayor9. Un 73% de las personas que sufren TLP tendrá al menos 1 intento de sui- cidio a lo largo de su vida (Soloff 1994)10. En torno al 90% de los intentos de suicidio en personas mayores de 18 años tiene de trasfondo un TLP11. 4 http://www.trastornolimite.com/index.php?start=8 5 Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders,. Washington D.C., APA, 4th Text Revision 6 Estadísticas de pacientes hospitalizados en DSM-IV 7 BOHUS, M. et al, “Attention-deficit hyperactivity disorder as a potentially aggravating factor in borderline personality disorder”, The British Journal of Psychiatry, nº 192 (2008), 118-123 8 GREGORY, R., "Clinical challenges in co-occurring Borderline Personality and Substance Use Disorders". Psychiatric Times (2006), XXIII 9 http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_l%C3%ADmite_de_la_personalidad 10 http://www.aapel.org/bdp/borderlineUS.html 11 http://www.eee.eldia.es/2010-05-08/sociedad/12-pacientes-acuden-Atencion-Primaria-sufren- realidad-trastorno-limite-personalidad.htm
  • 6. 3. ¿Cómo son, cómo actúan, qué sienten? Suelen ser personas con una inteligencia media-superior, incluso lle- gando a la superdotación (no confundir nunca, por tanto, con el Trastorno Límite de la Inteligencia). También suelen poseer gran sensibilidad y habilida- des artísticas. Acostumbran a ser cultos y son muy capaces de despertar un interés especial en quien les conoce, su personalidad es atrayente; igualmente pueden ser muy seductores y encantadores. Generalmente poseen un “sexto sentido” que les permite captar intencio- nes, pensamientos y talones de Aquiles ajenos; es muy posible que tengan una habilidad ampliamente desarrollada para captar emociones en los rostros de los demás12; también tienen una gran sensibilidad humana para con las personas desfavorecidas al igual que un extraordinario sentido de la justicia. La característica central en los diagnosticados con TLP es una acusada y continua inestabilidad emocional, interpersonal y de identidad, que puede hacerse patente en diversos aspectos13: o Tienden a mezclar diferentes síntomas y problemáticas que pueden variar de un día para otro. o Tienen reacciones fuertes y desproporcionadas y una alta sensibilidad a estí- mulos mínimos. Su conducta es impulsiva y pueden ponerse en peligro con conductas temerarias y de riesgo (toxicomanías, prácticas sexuales no seguras (resultantes en contagio-transmisión de ETS), suicidio…) o Suelen inhibir respuestas emocionales negativas - tristeza, ira, culpabilidad, vergüenza, ansiedad o pánico-, especialmente aquellas asociadas al dolor y a la pérdida; la consecuencia de esto es que a veces expresen furia inapro- piada o les sea difícil expresarla. o Cualquier emoción normal puede aumentarse y alargarse en el tiempo provocando la aparición de otras más negativas. 12 http://www.lonad.com/2010/08/16/personality-disorder-sensitivity-to-emotional-term-trauma- recovery 13 http://tlptratamientos.com/eltlp.htm
  • 7. o Es capaz de actuar de forma competente y controlada en algunas ocasiones pero fuera de control en otras. Sus comportamientos impulsivos pero no premeditados (sino movidos por emociones vividas muy intensamente), a posteriori son reconocidos como alocados o “tontos”. o Hay una falta de claridad o cambios bruscos en sus objetivos, opiniones, prioridades, sentimientos y orientación sexual. o Se “quejan” generalmente de aburrimiento, insatisfacción, desazón…, nada termina de llenarles. o Habitualmente padecen sentimientos de destructividad y/o autodestructividad (llegando en muchas ocasiones a la autolesión (síntoma relacionado con el trauma, considerado aquél como un modo de obtener el control) e incluso a tentativas de suicidio), sentimientos de fragmentación o ausencia de identidad. o Manifiestan una extrema sensibilidad hacia la forma de trato de los demás hacia ellos, reaccionando enérgicamente cuando perciben críticas o co- mentarios hirientes u ofensivos. o Suelen pasar de ver sólo lo bueno de alguien o algo (idealizan) a ver sólo lo negativo (devalúan) sintiendo por una misma persona admiración y otras veces odio y decepción. Esto es consecuencia de un pensamiento en blanco y negro (black & white thinking)14. o Tienen relaciones interpersonales rápidas e intensas o explosivas pero inestables. Adolecen de relaciones íntimas sólidas puesto que suelen con- fundir intimidad con sexualidad. Comúnmente sus relaciones sexuales suelen ser impulsivas y/o promiscuas. o Pueden abusar del alcohol y/u otras sustancias, tanto si es debido a la impulsividad o bien a un mecanismo para soportar otros síntomas. 14 LIEB, K., ZANARINI, MC., SCHMAHL, C., LINEHAN, MM., BOHUS, M., “Borderline personality disorder”, Lancet, nº 364 (2004), 453-61
  • 8. o Tienen dificultades para aprender de sus experiencias, así como problemas de concentración y atención. o Sufren por una falta de adaptabilidad y madurez en su forma de actuar. Esto influye en la forma de relacionarse con los demás y consigo mismos, así como en la manera de resolver problemas e interpretar los acontecimien- tos. o Han aprendido formas desadaptativas como la manipulación, la autodestrucción y la evasión para reaccionar ante la frustración y las difi- cultades o bien para resolver sus problemas. Ya, en cuanto a su relación con la sanidad, suelen contar con un largo historial clínico con diferentes profesionales, terapias y medicaciones; también suelen responder bastante bien a medicamentos placebo, lo cual significa una alta capacidad de sugestión. Como ya hemos visto, las personas que han sido diagnosticadas con TLP también suelen llevar asociados otros trastornos o enfermedades: trastorno por estrés postraumático (TEPT), abuso de sustancias, depresión, ansiedad, tras- torno afectivo, déficit de atención con hiperactividad, trastorno bipolar, tras- torno narcisista, trastornos de la alimentación, afecciones psicosomáticas… De ahí que en ocasiones se le haya señalado como “paradigma de la comorbilidad”. Un estudio15 reciente sugiere que las mujeres que padecen ambos, TEPT + TLP, tie- nen significativamente más dificultades para regular las emociones que las mujeres con una sola de estas condiciones, y se observan rasgos únicos cuando estos trastornos coexisten. Dentro de toda la heterogeneidad que puede encontrarse en pacientes adictos a opiáceos, algunos estudios16 documentan la firme relación entre abusos sexuales en la infancia y adicción, señalándose dos puertas de entrada a la misma: - Haber sufrido abusos puede condicionar actitudes disfuncionales, rasgos de personalidad que incluyen depresión, baja autoestima, rebeldía y po- 15 http://www.medscape.com/viewarticle/728265 16 ROUNSAVILLE, B., WEISSMAN, M., WILBER, C,. KLEBER, H., “Pathways to opiate addiction: an evaluation of differing antecedents”, Br J Psychiatry, nº 141 (1982), 437-446
  • 9. bres aspiraciones de futuro, lo que ha sido asociado con el uso temprano de marihuana u otras drogas. - Por otro lado, el abuso puede provocar la presentación posterior de sínto- mas psiquiátricos en los que la adicción a opioides es el resultado de facto- res como el efecto directo de intoxicación y abstinencia, en lo que puede considerarse «un intento de tratamiento» (Khantzian et al)17. Dependiendo de cuál sea la puerta de la adicción se condicionan las caracterís- ticas de la misma y sus complicaciones. De esta manera, diferentes estudios18,19 refieren cómo la existencia de un trauma infantil en la población adicta significa niveles más altos de psicopatología y menor número de apoyos sociales, así como severas deficiencias en el funcionamiento del Yo, que les deja vulnerables a la impulsividad, descontrol afectivo y conductual con sentimientos disfóricos de culpa y ansiedad. Algunos expertos han observado que la depresión se presenta de forma diferente en pacientes con TLP, es decir, la calidad de la depresión parece ser diferente en TLP. Por ejemplo, considerando que la depresión se asocia habitualmente con sentimientos de tristeza o culpa, la depresión en TLP se ha descrito como aso- ciada a sentimientos de ira, pena profunda, soledad y vacío. Hay pruebas concluyentes20 de que los pacientes con ambos TLP + depresión tienen respuestas más pobres al tratamiento que aquellos sin un trastorno de la personalidad, a pesar de la modalidad de tratamiento (medicación o psicotera- pia). Alrededor del 83% de los pacientes con TLP reunían requisitos para trastorno depresivo mayor; y alrededor del 39% de los pacientes reunían condiciones para el trastorno distímico12. Entre las afecciones psicosomáticas que encontramos en personas TLP distingui- mos dolores de cabeza, estómago delicado, sobrecarga neural, enfermedades “de moda” y otros numerosos síntomas orgánicos. Asimismo son patentes algunas diferencias entre personas de diferente género: mientras los varones con TLP suelen presentar con más frecuencia problemas con el abuso de sustancias y comorbididad con los trastornos narcisista, esquizotípico y antisocial, las mujeres tienen más posibilidad de padecer TEPT, trastornos alimentarios y de la identidad, ansiedad y trastorno histriónico; asimismo se observan21 mayores tasas de depresión, ansiedad, 17 KHANTZIAN, EJ., MACK, J., SCHATZBERG, AF., “Heroin use as an attempt to cope: clinical observations“, Am J Psychiatry, nº 131 (1974), 160-164 18 TERR, L., “Childhood traumas: an outline and overview“, Am J Psychiatry, nº 148 (1991), 10-20 19 MONCRIEFF, J., “Association between sexual and substance abuse“, Br J Psychiatry, nº 164 (1994), 847- 854 20 http://bpd.about.com/od/understandingbpd/a/whatisbpd.htm 21 BLACK, DW. et al, “Relationship of sex to symptom severity, psychiatric comorbidity, and health care utilization in 163 subjects with borderline personality disorder“, Compr Psychiatry, nº 48 (2007), 406- 12. Epub 2007 Jul
  • 10. obsesión-compulsión, disfunciones en el desempeño de tareas y afectividad negativa. Cabe destacar el hecho de que más hombres TLP acaban en la cárcel y más mujeres TLP acaben en el sistema de salud mental; el varón acude con menor frecuencia a la ayuda psiquiátrica, pero sí para ser tratado de abuso de sustancias o alcoholismo. En cuanto a los adolescentes22 se han observado los mismos síntomas y fenomenología que en los adultos. En especial, los chicos TLP son más agresivos, disruptivos y antisociales, en tanto que las chicas muestran cuatro subgrupos, las de alta internalización, con trastorno histriónico, depresivas in- ternalizantes y atrabiliarias (genio destemplado y violento) externalizantes. 4. ¿Por qué existen? Parece ser que autores entendidos en la materia coinciden al indicar que una persona desarrolla TLP porque existen múltiples factores que interactúan; aunque, como veremos, unos “pesan” más que otros:  Ambientales: La familia: La mayoría de especialistas refiere que el ambiente recibido en la infan- cia temprana es crucial para la evolución del trastorno, y en particular, si no se establece un vínculo seguro entre los que proporcionan cuidados y el niño. En esta particular línea muchos pacientes refieren abusos de tipo ver- bal, emocional, físico y/o sexual o negligencias en esta etapa. De hecho, más del 70% de los que padecen TLP sufrieron abusos en su infancia. Esto podría expli- car por qué el 75% de las personas que padecen TLP son mujeres. 22 BRADLEY, R., ZITTEL CONKLIN, C., WESTEN, D., “The borderline personality diagnosis in adolescents: gender differences and subtypes“, J Child Psychol Psychiatry, nº 46(2005), 1006-19
  • 11. Repetidos estudios y con amplias muestras afirman que el abuso sexual en la infancia contribuye de modo directo a la psicopatología adulta23. Tanto si es un suceso puntual (brusco, único e inesperado) como si es repetido y de larga duración, el niño se queda temporalmente sin ayuda, con una ruptura de las defensas con las que funcionaba habitualmente. Otro factor podría ser la pérdida temprana de un progenitor y/o el haber tenido unos cuidadores que fueran o bien contradictorios o bien emocio- nalmente indiferentes y distantes. La sociedad: Se ha dicho que una sociedad competitiva, que exige que el individuo espere años para cumplir sus deseos y expectativas y que genera situaciones complejas y estresantes, pone en situaciones tóxicas a individuos con una afectividad biológicamente diversa como es el caso de los TLPs. Algunas características que propician un ambiente de desarrollo tóxico serían:  Sociedades de rápida modernización con un ritmo acelerado y cambiante, que no respetan la continuidad generacional y favorecen la inmediatez e impulsividad sin garantizar vínculos seguros y estables.  Sociedades en las que las mujeres reciben más mensajes inconsistentes e in- validadores.  Sociedades que no proporcionan a sus miembros normas claras y estables y que dejan al individuo a merced de sus decisiones no admitiendo la dependencia o el rechazo.  Ambientes urbanos. Es importante tener en cuenta que ninguno de estos factores puede motivar por sí solo el desarrollo de un TLP ni actuar como causa. Sólo son fac- tores que aumentan el riesgo y la posibilidad de que el TLP aflore. 23 MULLEN, P., MARTIN, J., ANDERSON J, ROMANS S, HERBISON P. “Childhood sexual abuse and mental health in adult life”, British Journal Psychiatry, nº 163 (1993), 721-732 PSIQUIATRÍA PÚBLICA, Vol. 10, nº 6; noviembre-diciembre 1998 Caso clínico: Abusos sexuales en la infancia y toxicomanía (http://www.dinarte.es/salud- mental/pdf106/106caso2.pdf) JACOBSON, A., RICHARDSON, B., “Assault experiences of 100 Psychiatric inpatients: evidence of the need for routine inquiry”, Am J Psychiatry, nº 144 (1987), 908-913 GEORGE, R., BROWN, MD., BRADLEY, A., “Psychiatric morbidity in adult inpatients with childhood histories of sexual and phisical abuse”. Am J Psychiatry, nº 148 (1991), 55-61 WINFIELD, I., GEORGE, L., SWARTZ, M., BLAZER, D., “Sexual assault and psychiatric disorders among a community sample of women”, Am J Psychiatry, nº 147 (1990), 335-341
  • 12.  Biológicos: Otros autores señalan que ciertas evidencias científicas muestran que la biología podría ser un factor crucial24. En particular se indica que, en la infancia, la biología tiene mucho mayor impacto en la conducta que el ambiente. Un niño con biología “borderline” sería hipersensible y podría interpretar palabras cariñosas como hirientes. Ante la impulsividad y los desajustes de conducta, padres sanos podrían actuar con acciones disciplinarias que serían interpretadas como abusos por este tipo de niños. Se han propuesto actuaciones muy tempranas en niños con susceptibilidad genética para intentar corregir los desajustes neuroquímicos que subyacen a la desregulación emocional y que posteriormente se pueden fijar. Se plantea actuar antes de los 3 años, puesto que posteriormente sería ineficaz, y sería preferible que los niños tuvieran tan sólo unos meses. Una vez que la persona es lo suficientemente mayor, la intervención no sería posible25. Genética: La literatura existente sugiere que los genes influyen en los rasgos rela- cionados con el TLP y, puesto que la personalidad es bastante heredable, también lo sería el TLP, pero los estudios que se han realizado cuentan con pro- blemas metodológicos y aún no están claros. Se han realizado amplios estudios entre gemelos comprobando que si uno cumplía los criterios, el otro también lo hacía en aproximadamente un tercio (35%) de los casos; por tanto, parece que el entorno juega un papel más fuerte en el desarrollo de este trastorno que la genética. Los estudios sobre gemelos, hermanos y otros estudios de familia indi- can una base parcialmente heredable de la agresión impulsiva, pero estudios de genes relacionados con la serotonina, hasta hoy, han sugerido solamente mo- destas contribuciones a la conducta. 24 BOCKIAN, N., Borderline Biology, (2000). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Washington D.C., APA, 4th Text Revision 25 GREENSPAN, SI. y WIEDER, S. (1998), The child with special needs, Da Capo Press , 496 p
  • 13. Los neurotransmisores implicados en los rasgos del trastorno incluyen serotonina, norepinefrina y acetilcolina (relacionados con varias emociones y estados de ánimo); GABA, el mayor neurotransmisor inhibidor del cerebro o ácido γ-aminobutírico (que puede estabilizar los cambios de humor); y el ácido glutámico (un neurotransmisor responsable del placer). La activación de una amígdala aumentada en TLP ha sido identificada como evidencia de emociones intensas y lentamente amainadas comúnmente observadas en TLP como respuesta a estresantes incluso de bajo nivel. La acti- vación tanto de la amígdala como del córtex prefrontal puede reflejar intentos de control de emociones profundas durante el recuerdo de eventos no resueltos. La impulsividad o la agresión, como las observadas en TLP, ha sido relacionada con alteraciones en la función serotonínica y con regiones específicas del cerebro, en el cíngulo y en el córtex prefrontal medio y orbital. Fisiología: Se han realizado numerosas investigaciones; algunas indican que ha podido haber un fallo en la maduración y desarrollo del sentido de la propia identidad; otras sugieren una desregulación de los circuitos neuronales que modulan las emociones, señalando la diferencias individuales en cómo se re- gula la amígdala (estructura cerebral que desempeña un papel importante en la regulación de las reacciones emocionales y en los procesos de aprendizaje); en 2003 un estudio sobre diagnosticados con TLP mostró que presentaban una ac- tividad significativamente superior en la amígdala izquierda en comparación con sujetos sin TLP. Un estudio reciente insinúa que sujetos con TLP podrían mostrar un descenso numérico y de complejidad morfológica tanto en la amíg- dala como en el núcleo cingulado anterior y el hipocampo; otros estudios han encontrado disminución en el volumen de otras estructuras cerebrales, como las áreas prefrontal, límbica y parietal. 5. ¿Qué hacemos todos los demás para hacerles la existencia más llevadera?
  • 14.  Nivel médico: Se han observado dificultades en las relaciones entre los cuidadores y los individuos diagnosticados con TLP. La mayoría del equipo psiquiátrico re- fiere encontrar personas con TLP con las que el trato es de moderado a extre- madamente dificultoso y, en general, más difícil que otros grupos de pacientes. Es casi evidente que para tratar a una persona TLP es necesario un te- rapeuta especial, ya que el paciente puede en una sesión ser muy sumiso, inte- resado en la terapia e idealista, y en la siguiente sesión estar enfadado, mani- pulador, hostil e infravalorarse. Los terapeutas se deben distanciar emocional- mente de los pacientes para su autoprotección. Se deberá decidir si el paciente deberá ser tratado en régimen ambula- torio, de hospitalización parcial o internación, dependiendo del riesgo de suici- dio o autolesiones. También se tendrán en cuenta las comorbilidades con lo que la flexibilidad en el tratamiento será importante. La medicación aliviaría la sintomatología en períodos de descompensa- ción aguda y los trastornos comórbidos. Se haría imprescindible ayudar al in- dividuo a enfrentarse a situaciones ambientales concretas mediante psicotera- pia: hay que tratar los conflictos internos, mejorar las defensas psicológicas, la adaptabilidad, tratar de mejorar el establecimiento de vínculos afectivos segu- ros y mejorar el manejo de las situaciones estresantes. La medicación que se destina a tratar los síntomas comórbidos como la ansiedad y la depresión, dependiendo del caso, va desde los antidepresivos, pasando por los neurolépticos, las benzodiacepinas, anticonvulsionantes y/o incluso terapia electroconvulsiva. No obstante la tasa de abandono de la medicación está entre el 50 y el 80% debido a los efectos secundarios26. 26 AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (2001), “Practice Guideline for the Treatment of Patients With Borderline Personality Disorder”, Am J Psychiatry
  • 15. En la práctica, la psicoterapia y la medicación se combinan de forma habitual, pero se dispone de datos limitados sobre lo que en realidad se hace en la práctica clínica. Las psicoterapias específicas pueden implicar sesiones de varios años. La terapia de grupo ayudaría en el aprendizaje y la práctica de habilidades in- terpersonales y autoconsciencia. Aunque las tasas de abandono pueden ser problemáticas27. Un estudio reciente indica que cualquiera de los tres tipos más habi- tuales de psicoterapia (terapia dialéctico-conductual, la enfocada a la trasferen- cia y la focal de esquemas) induce mejoras básicas en pacientes TLP. La terapia enfocada a la transferencia, es la que más cambios provoca en los pacientes TLP. Las principales dificultades son el pensamiento polarizado y el establecimiento de límites. Terapia cognitivo-conductual La TCC es el tratamiento más utilizado en trastornos mentales, pero el menos eficaz para tratar TLP, debido a las dificultades para desarrollar una re- lación terapéutica y una adhesión al tratamiento. Un trastorno que en muchos casos se ha visto estrechamente asociado al TLP es el trastorno por estrés postraumático (TEPT). La desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR)28 es un tratamiento rápido, seguro y efectivo para la ansiedad y para recuperarse del abuso sexual y estrés traumático. Es similar a la TCC e incluye técnicas encaminadas a facilitar un procesamiento emocional completo y llegar a acuerdos con los recuerdos traumáticos. Terapia dialéctico-conductual 27 HUMMELEN, B., WILBERG, T., KARTERUD, S., “Interviews of female patients with borderline personality disorder who dropped out of group psychotherapy”, Int J Group Psychother nº 57 (2007), 67-91 28 <http://www.lonad.com/2010/08/16/personality-disorder-sensitivity-to-emotional-term-trauma- recovery/>
  • 16. Esta terapia se deriva de las técnicas cognitivo-conductuales; se centra en el intercambio y la negociación entre el terapeuta y el paciente, entre lo racional y lo emocional, entre la aceptación y el cambio. Los objetivos de la terapia son acordados, aunque prevalecen los temas de autolesiones. También se prioriza el aprendizaje de nuevas competencias como la "conciencia plena" (meditación atenta), la eficiencia interpersonal (p.ej. asertividad y habilidades sociales), manejo adaptativo de la angustia y las crisis y la identificación y la regulación de las reacciones emocionales. Esta terapia parece reducir significativamente las autolesiones y la conducta suicida en los TLP y es mejor aceptado por los pacientes. No obstante, no está tan claro que tenga una eficacia adicional en el tratamiento global del TLP. Terapia cognitiva focal de esquemas Se centra directamente en los aspectos más profundos de la emoción, la personalidad y los esquemas (modos fundamentales de categorizar y reaccionar frente al mundo). Asimismo se centra en la relación con el terapeuta (inclu- yendo un proceso de "adopción limitada"), la vida diaria fuera de la terapia, y las experiencias traumáticas de la infancia. Psicoterapia enfocada a la transferencia El terapeuta es muy activo en la terapia tratando de explorar y clarificar aspectos de la relación paciente-terapeuta. Algunas investigaciones sugieren que puede reducir algunos síntomas que afectan a ciertos procesos subyacentes y que la capacidad de percibir de forma realista sobre cómo piensan los otros se ve incrementada; asimismo se conseguiría un estilo de vínculos más seguro. Es más, la PET se ha mostrado tan efectiva como la TDC mejorando la conducta suicida y ha sido más eficaz que ésta para aliviar la ira y reducir conductas agresivas verbales o directas.  Proyección por parte del paciente de una serie de afectos y emociones inconscientes en la figura del médico
  • 17. Psicoterapia basada en la mentalización* El tratamiento basado en la mentalización trata de desarrollar la auto- rregulación de los pacientes mediante terapia de grupo de tipo psicodinámico y psicoterapia individual en un contexto de comunidad terapéutica, hospitaliza- ción parcial o ambulatoria. Se considera que las personas TLP sufren una distorsión del apego debido a problemas en las relaciones paterno-filiales en la niñez; se ha planteado la hipótesis de que una empatía y sintonía inadecuada por parte de los padres en la temprana infancia conducen a un déficit de mentalización. Se piensa que el fracaso en la adquisición de una adecuada mentalización es la base de los problemas con el control de los impulsos en los pacientes con TLP, así como de su inestabilidad emocional y sus dificultades para mantener relaciones íntimas. Terapia de pareja, conyugal o de familia La terapia de pareja puede ser útil para estabilizar las relaciones con- yugales y en la reducción del conflicto y el estrés en este ámbito que puedan empeorar los síntomas del TLP. La terapia familiar o la psicoeducación familiar puede ayudar a educar a los miembros de la familia en relación al TLP, mejo- rando la comunicación familiar y la resolución de problemas en su seno, pro- porcionando apoyo a los miembros de la familia para abordar la enfermedad de su ser querido. Se podrían usar muchas otras estrategias, incluyendo medicina alter- nativa, programas de ejercicio físico (con preferencia deportes de equipo), técni- cas de terapia ocupacional, artes creativas y estructuración de la rutina diaria, en particular a través del empleo, ayudando con los sentimientos de competen- cia, teniendo un rol social y siendo valorados por los otros para aumentar la autoestima. * Capacidad de pensar en los estados mentales como entidad separada de ellos, aunque potencialmente causativos de acciones
  • 18. Los servicios psicológicos basados en grupos animan a los pacientes a socializarse y participar en actividades, tanto en solitario como en grupo. Esto puede ser en centros de día. Las comunidades terapéuticas son un ejemplo de esto, particularmente en el resto de Europa. Aunque su uso ha descendido, mu- chos de ellos están especializados en el tratamiento de trastornos graves de la personalidad. Los servicios de rehabilitación psiquiátrica que se especializan en ayu- dar a personas con problemas de salud mental (para reducir su discapacidad psicosocial, comprometerse en actividades significativas y evitar el estigma y la exclusión social) pueden ser valiosos para las personas con TLP. También hay muchos grupos de ayuda mutua o de consejeros dirigidos por y para indivi- duos con TLP. El objetivo debe ser una completa recuperación psicosocial más que la dependencia del servicio. Asimismo existen agrupaciones de familiares de afectados.  Nivel Administrativo: Hoy por hoy en España la asistencia terapéutica adecuada y cobertura (tanto pública como privada) a diversos niveles para afectados TLP (y otros trastornos graves de personalidad) y para familiares o personas encargados de ellos parece ser insuficiente. Habitualmente son discriminados de programas de atención social o sanitaria por su dificultad y conflictividad. Tampoco existen recursos humanos instruidos para abordar esta problemática. Estos pacientes llevan trayectorias de años cancaneando por clínicas y hospitales donde suelen ser la "patata caliente”29. Es muy difícil encontrar plaza en residencias especializadas o en pisos protegidos, principalmente porque todos los recursos están orientados a la atención de otros trastornos mentales (esquizofrenia o bipolar). 29 http://tlptratamientos.com/eltlp.htm
  • 19. También tendremos en cuenta que hasta un 20% de la población re- clusa española sufriría un trastorno límite de personalidad .  Nivel social: El rechazo constante es la tónica general. Son sistemáticamente expul- sados de colegios, asociaciones, etc; los centros privados lo hacen sin mira- mientos; los públicos los agrupan, equiparando enfermedad mental, margina- ción y delincuencia. La misma enfermedad les dificulta en gran parte la capaci- dad de estudio y asimilación, lo que no les permite seguir con los programas educativos reglamentarios. El desprecio, la repulsa y la crueldad de los compañeros de clase es el pan suyo de cada día. Las relaciones de amistad y de pareja, ya en la adultez, son complica- das y dificultosas (cuando no rápidas e intensas) debido a los cambios bruscos de ánimo y pasar rápidamente de ver a una persona como maravillosa y al rato como lo peor. No hay suficientes estudios sobre la comprension del trastorno por los familiares de los afectados, pero las familias de afectados tienden a sobreimpli- carse o desentenderse. Los miembros de la familia a menudo se sienten confundidos y frustrados por la enfermedad; no están preparadas para afrontar la vida diaria con un afectado de TLP puesto que los métodos educativos clásicos tienen efectos nulos. Los cambios de humor intensos y los estallidos de ira pueden ser tremendos y desquiciantes. También la impulsividad en el despilfarro económico, en el abuso de sustancias o en la promiscuidad sexual pueden ser las mayores fuentes de conflicto familiar o marital. A veces, los compañeros y miembros de la familia se sienten manipulados por esos comportamientos autodestructivos, y vacilan entre ayudar al ser querido o  Ver punto 7
  • 20. establecer límites y fronteras personales. Es habitual que parientes y parejas de TLPs se sientan deprimidos y se encuentren con sentimientos de culpa, vergüenza y/o impotencia; y cuando no, hay separaciones y familias rotas. Y no sólo eso: las crisis periódicas, los ingresos hospitalarios, la lucha constante por intentar encauzar al afectado en el camino de la “normalidad” terminan minando la salud física, mental y económica de la familia, pues no olvidemos el alto coste de los programas terapéuticos (€3000 anuales aproximadamente)30. 6. ¿Qué suele pasarles a medio y largo plazo? Se considera al TLP como un trastorno no degenerativo (cosa que no ocurre en otros TP), y en la mayor parte de los casos se da una estabilización a partir de los 35-40 años; se suavizan muchos síntomas. Sin embargo esta “me- joría” no se da repentinamente, ni en todos los casos y depende mucho del de- terioro acumulado con el paso de los años31. Habría un pronóstico positivo cuando el trastorno aparece al comienzo de la adultez (20-25 años), hay ausencia de drogadiccion y conductas suicidas, y el afectado se vincula a terapia. Suele ser peor el pronóstico en quienes el trastorno aparece más pre- cozmente, sobre todo si en la adolescencia se abusa de sustancias, hay conduc- tas suicidas/parasuicidas y conductas autodestructivas. El período de mayor virulencia del trastorno suele ser entre los 20 y los 35 años. Se ha visto que a la vez que se van dando los primeros síntomas, se establecen alteraciones en la maduración cerebral32. 30 http://www.sie.es/crl/archivo_pdf/TRASTORNO%20LIMITE%20DE%20LA%20PERSONALIDAD.pdf 31 ZWEIG-FRANK, H., “Predictors of outcome in a 27-year follow-up of patients with borderline personality disorder”, Comprehensive Psychiatry, XLIII Volume, Issue 2, 103-107 32 HOUSTON, RJ., CEBALLOS, NA., HESSELBROCK, VM., BAUER, LO., “Borderline personality disorder features in adolescent girls: P300 evidence of altered brain maturation”, Clin Neurophysiol, nº 116 (2005), 1424-32
  • 21. Los datos indican que un porcentaje significativo de las personas diag- nosticadas de TLP pueden conseguir la remisión incluso en un año o dos. Un estudio longitudinal encontró que, seis años después de ser diagnosticado con TLP, el 56% mostraban buen funcionamiento psicosocial. Los pacientes cuyos síntomas habían remitido eran los que tenían una buena relación con su cónyuge/pareja y con al menos uno de los padres, buenos resultados escolares, un historial sostenido de buen alumno y buen funcionamiento global y psicoso- cial33. Un rasgo característico de este trastorno es el suicidio. Se estima que aproximadamente un 70% de las personas TLP han tenido conductas de tipo suicida o parasuicida34. Estos tipos de conducta suelen aparecer como llamadas de atención o manipulaciones (mismamente han de ser abordados en terapia). Las estadísticas35 indican que hasta un 20% acaba con su vida por una sobredosis, un accidente o cualquier otra acción impulsiva derivada de su enfermedad. Los que llegan a suicidarse de forma "no accidental" han tenido antece- dentes de intentos serios de suicidio y autolesiones graves. Factores que pueden precipitar la consumación en pacientes con estos antecedentes son el abuso de algún tipo de sustancia (alcohol y cocaína lo que más), el aislamiento social y la falta de apoyo o cuidado familiar, el abandono de vínculos terapéuticos o el in- cumplimiento de las prescripciones farmacológicas. 7. Su relación con la delincuencia. 33 ZANARINI, M.C., FRANKENBURG, F.R., HENNEN J. et al., "Psychosocial functioning of borderline patients and Axis II comparison subjects followed prospectively for six years", J Personal Disord, nº19 (2005), 19-29 34 http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_l%C3%ADmite_de_la_personalidad 35 http://www.trastornolimite.com/index.php?start=8
  • 22. Una conducta delincuencial es aquel comportamiento desadaptado que vulnera unas leyes penales establecidas; el delincuente es el que infringe el código penal. Por un lado, y teniendo en cuenta los referentes de abusos sexuales en la infancia y/o adolescencia de la mayoría de los diagnosticados, se podría afirmar que hay un contacto prematuro con la delincuencia, puesto que los artí- culos 182 y 183 del Código Penal español tipifican con penas de prisión de entre 2 y 15 años los abusos sexuales a menores de 16 años. Por otro lado, debido a las conductas impulsivas incontroladas, con- sumo de sustancias ilegales, ambientes malsanos, juicio pobre a la hora de elegir compañeros y estilos de vida, agresiones a personas y/o aislamiento social, en- tre otros, es más probable que los adultos con TLP sean la víctima de violencia, incluida la violación y otros crímenes, o verse en prisión por sus propios actos delictivos. En los años 80, Jeremy Coid realizó un estudio36 sobre 260 personas en hospi- tales y prisiones de máxima seguridad en Inglaterra, en el que concluyó que las prisiones tienen un nivel de morbilidad psiquiátrica mayor que el de la pobla- ción general. Ya en 2003 se realizó otro estudio37 en nuestro país demostrando que las tasas de prevalencia de trastorno mental son muy superiores a las que habitualmente encontramos en la población general. Se estima38 que en España, alrededor de un 20% de los reclusos pade- cería TLP, la mayoría de las veces sin diagnosticar. Sin embargo otras fuentes dan esta misma cifra para TP en general, predominando el Trastorno Antisocial de la Personalidad39. Sea como fuere, lo que sí es indiscutible es que si fuera de la prisión es Guatemala, dentro es Guatepeor: 36 COID, J., "How many psychiatric patients in prison", Br J Psychiatry, nº 145 (1984), 78-86 37 HERNÁNDEZ, M., HERRRERA, R., “La atención a la salud mental de la población reclusa”, Asociación Española de Neuropsiquiatría, 2003, Madrid, 315-319 38 http://www.trastornolimite.com/index.php?start=8 39 http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1575-06202007000200003&script=sci_arttext
  • 23.  Si han mostrado ya conductas desadaptativas en un contexto de “liber- tad”, la estancia en prisión (vigilancia y control constantes, restriccion de movimientos y de espacios en los que realizarlos, falta de intimidad, ais- lamiento afectivo, convivencia forzada entre sujetos de diversa índole y procedencia, ambiente de desconfianza y agresividad) favorecerá un au- mento del deterioro del trastorno perceptible en desajustes de la conducta, depresión, acentuación de la impulsividad, cuadros de ansiedad, autole- siones, brotes psicóticos, etc… (se sabe que alrededor del 80% de los pre- sos con al menos un diagnóstico de TP del grupo B tenía un antecedente previo de enfermedad mental) PRISONIZACIÓN ( proceso de adaptación al medio penitenciario) Niveles de afectación S Í N T O M A S 1 Comportamiento regresivo, inmaduro, ansioso e inestable desde el punto de vista afectivo. 2 Comportamientos agresivos (auto o heteroagresividad), deterioro afectivo depresivo o presencia de episodios relacionados con trastornos de ansiedad en diferentes manifestaciones (somatizadoras o episodios agudos de ansiedad) 3 Patología mental severa, brotes psicóticos, trastornos afectivos severos, reacciones vivenciales anormales o graves crisis de ansiedad e inadaptación a la prisión.  No llevan una terapia farmacológica ni psicológica apropiadas, cuando no se les cambia la medicación, y a esto hemos de añadir que el consumo de sustancias (incluido el alcohol) en prisión es habitual; se ha descrito una prevalencia de adicción a drogas tales como la cocaína o la heroína en el 40% de los reclusos40. En un estudio realizado en dos prisiones de Aragón37, más del 50% de los que seguían empleando drogas dentro de la prisión tenía asociado un diagnóstico de TLP. 40 Subdirección General de Sanidad Penitenciaria, Estudio Transversal sobre Sanidad Penitenciaria, 22 junio 1998. Informe Interno, Ministerio del Interior, 1999
  • 24.  Hay estudios que desvelan entre reclusos, y con frecuencia, patologías duales, es decir, que coexisten al menos dos trastornos mentales en el mismo sujeto41, cuyo pronóstico no es precisamente favorable a un pro- greso positivo del preso.  Por otro lado, tanto el buen orden y la seguridad de la vida diaria en los módulos de la prisión como el funcionamiento del equipo sanitario se termina viendo afectado de diversas formas: comportamientos incoherentes, impulsivos o agresivos continuos y demanda insistente e in- cesante de psicofármacos. 41 RIESGO y PÉREZ URDANIZ, A., RUBIO, V., IZQUIERDO, J.A., SÁNCHEZ IGLESIAS, S., SANTOS, JM. et al, “Evaluación de trastornos de la personalidad en una población penal con el IPDE y el MMPI”, Actas Luso-Esp. Neurol. Psiquiatr., nº 26 (1998), 151-154 CERVERA MARTÍNEZ, G., RUBIO VALLADOLID, G., HARO CORTÉS, G., BOLINCHES CLARAMONTES, F., DE VICENTE MANZANO, P., VALDERRAMA URIAN, JC., “La comorbilidad entre los trastornos del control de los impulsos, los relacionados con el uso de sustancias y los de la personalidad”, Trastornos Adictivos nº 3 (2001), 3-13
  • 25. 8. Conclusiones Según lo investigado y analizado para este trabajo, y experiencia parti- cular, parece que el esfuerzo en contabilizar, clasificar y analizar fenómenos y conductas no es en absoluto en vano, aunque sólo es el primer paso de un largo camino de plantear y probar posibles terapias eficaces que mitiguen el deterioro ocasionado en personas con TLP. Amén de que parece evidente la importancia de un abordaje del tras- torno y sus posibles comorbilidades de manera personalizada y global, nunca estandar; sin olvidar la participación de la familia y/o entorno más cercano del diagnosticado en las sesiones terapéuticas. Este plan terapéutico, conjuntamente con una dedicación apropiada y ajustada al tiempo necesario de consultas por parte de personal médico (ni qué decir tiene que el paciente ha de colaborar) conllevan a una mejoría sustancial del paciente. Por otro lado, y como era de esperar, siempre todo es muy mejorable y en este sentido y en este caso concreto de TLP, y aunque ya se han promovido considerables mejoras a día de hoy desde ciertas asociaciones, queda bastante camino por recorrer en cuanto a:  educación sexual adaptada a la mentalidad y edad de los niños/as  percibimiento de los primeros abusos en un niño/a y acción inmediata enfocada a la protección del menor  formación humana, teórica y práctica (multidisciplinar y continua) de profesionales sanitarios, docentes y penitenciarios  tratamiento en unidades TLP antes que ingreso en prisión  preparación y sensibilización de jueces, abogados y fiscales; tanto como revisión de leyes de protección a TLP e Incapacitación  tiempo, infraestructuras, centros y medios apropiados de atención, asistencia, acogida, educación y empleo  información y apoyo a familias  traducciones de material monográfico al castellano
  • 26. ANEXO I Criterios diagnósticos según el DSM-IV: Síntomas afectivos: 1.- Inestabilidad afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días). 2.- Ira inapropiada e intensa o dificultades para controlarla (p. ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes). 3.- Sentimientos crónicos de vacío o inutilidad. Síntomas impulsivos: 4.- Comportamientos, intentos o amenazas suicidas recurrentes o comporta- miento de automutilación. 5.- Un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracteri- zado por extremos de idealización y devaluación. 6.- Impulsividad en al menos dos áreas que es potencialmente dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de comida). Nota: no incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el criterio 4. Síntomas interpersonales: 7.- Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o imaginado. Nota: no incluir los comportamientos suicidas o de automutilación que se recogen en el criterio 4. 8.- Alteración de la identidad: autoimagen o sentido de sí mismo acusada y persistentemente inestable. Síntomas cognitivos: 9.- Ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas diso- ciativos graves
  • 27. BIBLIOGRAFÍA VALLEJO-NÁGERA, J.A. et al (2002), Guía práctica de psicología, vigésimosexta edición KEMPE, CH., SILVERMAN, FN., STEELE, BF., “The battered child syndrome”, JAMA, nº 181 (1962), 17-24 11ª revisión de CIE; sesiones del grupo internacional asesor para CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades), 2008 Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Washington D.C., APA, 4th Text Revision BOHUS, M. et al, “Attention-deficit hyperactivity disorder as a potentially aggravating factor in borderline personality disorder”, The British Journal of Psychiatry, nº 192 (2008), 118-123 GREGORY, R., "Clinical challenges in co-occurring Borderline Personality and Substance Use Disorders". Psychiatric Times (2006), XXIII LIEB, K., ZANARINI, MC., SCHMAHL, C., LINEHAN, MM., BOHUS, M., “Borderline personality disorder”, Lancet, nº 364 (2004), 453-61 ROUNSAVILLE, B., WEISSMAN, M., WILBER, C,. KLEBER, H., “Pathways to opiate addiction: an evaluation of differing antecedents”, Br J Psychiatry, nº 141 (1982), 437-446 KHANTZIAN, EJ., MACK, J., SCHATZBERG, AF., “Heroin use as an attempt to cope: clinical observations“, Am J Psychiatry, nº 131 (1974), 160-164 TERR, L., “Childhood traumas: an outline and overview“, Am J Psychiatry, nº 148 (1991), 10-20 MONCRIEFF, J., “Association between sexual and substance abuse“, Br J Psychiatry, nº 164 (1994), 847-854 BLACK, DW. et al, “Relationship of sex to symptom severity, psychiatric comorbidity, and health care utilization in 163 subjects with borderline personality disorder“, Compr Psychiatry, nº 48 (2007), 406-12. Epub 2007 Jul BRADLEY, R., ZITTEL CONKLIN, C., WESTEN, D., “The borderline personality diagnosis in adolescents: gender differences and subtypes“, J Child Psychol Psychiatry, nº 46(2005), 1006-19 MULLEN, P., MARTIN, J., ANDERSON J, ROMANS S, HERBISON P. “Childhood sexual abuse and mental health in adult life”, British Journal Psychiatry, nº 163 (1993), 721-732 PSIQUIATRÍA PÚBLICA, Vol. 10, nº 6; noviembre-diciembre 1998 Caso clínico: abusos sexuales en la infancia y toxicomanía (http://www.dinarte.es/salud-mental/pdf106/106caso2.pdf) JACOBSON, A., RICHARDSON, B., “Assault experiences of 100 Psychiatric inpatients: evidence of the need for routine inquiry”, Am J Psychiatry, nº 144 (1987), 908-913 GEORGE, R., BROWN, MD., BRADLEY, A., “Psychiatric morbidity in adult inpatients with childhood histories of sexual and phisical abuse”, Am J Psychiatry, nº 148 (1991), 55-61 WINFIELD, I., GEORGE, L., SWARTZ, M., BLAZER, D., “Sexual assault and psychiatric disorders among a community sample of women”, Am J Psychiatry, nº 147 (1990), 335-341 BOCKIAN, N., Borderline Biology, (2000) "Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders", Washington D.C., APA, 4th Text Revision GREENSPAN, SI. y WIEDER, S. (1998), The child with special needs, Da Capo Press , 496 p
  • 28. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (2001), “Practice Guideline for the Treatment of Patients With Borderline Personality Disorder”, Am J Psychiatry HUMMELEN, B., WILBERG, T., KARTERUD, S., “Interviews of female patients with borderline personality disorder who dropped out of group psychotherapy”, Int J Group Psychother nº 57 (2007), 67-91 ZWEIG-FRANK, H., “Predictors of outcome in a 27-year follow-up of patients with borderline personality disorder”, Comprehensive Psychiatry, XLIII Volume, Issue 2, 103-107 HOUSTON, RJ., CEBALLOS, NA., HESSELBROCK, VM., BAUER, LO., “Borderline personality disorder features in adolescent girls: P300 evidence of altered brain maturation”, Clin Neurophysiol, nº 116 (2005), 1424-32 ZANARINI, M.C., FRANKENBURG, F.R., HENNEN J. et al., "Psychosocial functioning of borderline patients and Axis II comparison subjects followed prospectively for six years", J Personal Disord, nº19 (2005), 19-29 COID, J., "How many psychiatric patients in prison", Br J Psychiatry, nº 145 (1984), 78- 86 HERNÁNDEZ, M., HERRRERA, R., “La atención a la salud mental de la población reclusa”, Asociación Española de Neuropsiquiatría, 2003, Madrid, 315-319 Subdirección General de Sanidad Penitenciaria, Estudio Transversal sobre Sanidad Penitenciaria, 22 junio 1998. Informe Interno, Ministerio del Interior, 1999. RIESGO y PÉREZ URDANIZ, A., RUBIO, V., IZQUIERDO, J.A., SÁNCHEZ IGLESIAS, S., SANTOS, JM. et al, “Evaluación de trastornos de la personalidad en una población penal con el IPDE y el MMPI”, Actas Luso-Esp. Neurol. Psiquiatr., nº 26 (1998), 151-154 CERVERA MARTÍNEZ, G., RUBIO VALLADOLID, G., HARO CORTÉS, G., BOLINCHES CLARAMONTES, F., DE VICENTE MANZANO, P., VALDERRAMA URIAN, JC., “La comorbilidad entre los trastornos del control de los impulsos, los relacionados con el uso de sustancias y los de la personalidad”, Trastornos Adictivos nº 3 (2001), 3-13 http://www.trastornolimite.com/index.php?start=8 http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_l%C3%ADmite_de_la_personalidad http://www.aapel.org/bdp/borderlineUS.html http://www.eee.eldia.es/2010-05-08/sociedad/12-pacientes-acuden-Atencion-Primaria-sufren-realidad-trastorno-limite- personalidad.htm http://www.lonad.com/2010/08/16/personality-disorder-sensitivity-to-emotional- term-trauma-recovery http://tlptratamientos.com/eltlp.htm http://bpd.about.com/od/understandingbpd/a/whatisbpd.htm http://www.sie.es/crl/archivo_pdf/TRASTORNO%20LIMITE%20DE%20LA%20PER SONALIDAD.pdf http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1575-06202007000200003&script=sci_arttext