1. RECORRIDOS URBANOS
Luego de la etapa de desarrollo industrial iniciada durante el siglo anterior, a partir
de la Primera Gran Guerra en 1914, las grandes potencias europeas (Alemania,
Inglaterra y Francia) entraron en una pujante competencia que se concretó en el
dominio territorial de países menos desarrollados como Rusia y Austria-Hungría.
En Rusia, en 1917, la clase obrera accedió al poder mediante la instauración del
comunismo. En Argentina, la oligarquía porteña festejaba el Centenario de la
Revolución de Mayo y le mostraba al mundo el proceso de transformación urbana.
A pesar de que el país mantenía en un principio una situación económica sólida,
más tarde se vio obligado a recurrir a las reservas fiscales. La crisis económica se
agudizó y también la desocupación. En 1912, con la ley electoral de Sáenz Peña,
comenzó un lento proceso de transición, que fue desde el gobierno de élite de la
Argentina oligárquica a uno de base más popular, que contó con el ingreso de los
sectores medios representados por Hipólito Yrigoyen.
Más adelante, el panorama político de la Argentina se va complicando: el golpe
nacionalista de Uriburu y el gobierno liberal del general Justo ubicaron a los
sectores de la oligarquía nuevamente en el centro de la escena, en una década signada por el fraude y la
corrupción política.
La Literatura de este período no está ajena a estas transformaciones e interpreta la realidad desde la ficción.
BUENOSAIRES, CIUDAD DE CAMBIOS
Durante las primeras décadas del siglo XX, el centro de la ciudad de Buenos aires inició un rápido proceso de
transformación: en 1913, se inauguraba el primer subterráneo y dos años después, el primer “rascacielos”. La
composición social de este nuevo escenario contaba, por un lado, con los primeros hijos de inmigrantes que
habían llegado a fines del siglo anterior y por el otro, con las clases tradicionales (de raigambre criolla), hijos
de argentinos nativos. Simultáneamente surgían grupos sociales nuevas: en los arrabales (barrios ubicados
fuera del centro de la ciudad) se constituían grupos marginales alrededor de los cuales comenzaron a surgir
los prostíbulos, salones de baile, cafés y los tipos humanos aparejados: el compadrito, el malevo y el cafishio.
Las prácticas sociales de la oligarquía, sin embargo, contrastaban notablemente con las anteriores:
abandonaron el centro porteño para trasladarse al Barrio Norte donde residían en viviendas suntuosas,
asistían al Teatro Colón y el modelo rector para su cultura eran las grandes ciudades europeas,
especialmente París.
YRIGOYEN Y LA CLASE OBRERA
El crecimiento del mundo consumidor posibilitó la expansión industrial e incrementó el movimiento comercial
exterior. Sin embargo, también aumentó la deuda pública, los gastos internos y la desocupación. Este proceso
intensificó el malestar en los sectores populares que no se beneficiaron con este crecimiento y se convirtieron
en protagonistas de los principales conflictos sociales. Se organizaron en gremios y en centrales obreras de
OBRASHECHOSAÑO
Roberto Mariani: Cuentos de la oficina (1925).
Roberto Arlt: El juguete rabioso (1926) y Aguafuertes
porteñas en el diario El Mundo (1928). César Tiempo:
Versos de una… (1926).
Roberto Arlt: Los siete locos.
Principales letras de tango de Enrique Santos Discépolo.
Raúl González Tuñón: La luna con gatillo (1957).
1912
1916
1919
1922
1929
1930
1936
Ley electoral Sáenz Peña.
Primera Guerra Mundial.
Yrigoyen presidente.
Huelga de la Semana Trágica.
Tratado de paz y formación de la Sociedad
de las Naciones.
Hitler funda el Partido Nazi.
Triunfo de Alvear (UCR).
Mussolini marcha sobre Roma.
Caída de la Bolsa de Nueva York.
Golpe de Uriburu.
Creación del Teatro del Pueblo.
Guerra Civil Española.
Comunismo. Doctrina
económica, política y so
cial que defiende una
organización social en la
que no existe la
propiedad privada ni la
diferencia de clases, y
en la que los medios de
producción estarían en
ma-nos del Estado, que
dis-tribuiría los bienes
de manera equitativa y
se-gún las necesidades.
2. distinta filiación ideológica: anarquista, socialista y comunista. De esta manera, los sectores populares urbanos
reclamaron mejores condiciones de trabajo, mejores salarios y la garantía de una vida digna. Durante el
gobierno de Yrigoyen hubo numerosas huelgas y enfrentamientos violentos. Para controlar la situación se
dispusieron medidas de fiscalización y de represión que se extendieron entre 1919 y 1921. Una de las
represiones más cruentas fue la de la llamada Semana Trágica. La crisis estuvo fuera del control del gobierno y
terminó con más de 1000 muertes.
LA CRISIS DEL ‘29
La condición de Estado dependiente de los mercados internacionales hizo que el impacto de la crisis de 1929
se sintiera en nuestro país con inflación, caída de los precios y desocupación. Las voces de disconformidad
se hicieron oír de inmediato, especialmente las provenientes del nacionalismo militar. La consecuencia fue el
golpe militar del 6 de setiembre de 1930, al mando del general Uriburu. Luego, con el gobierno de Justo, se
restauraron los grupos oligárquicos tradicionales, con un fuerte intervencionismo estatal y una marcada
dependencia de Gran Bretaña. Esto se refleja con el pacto Roca-Runciman (1933), por el cual Inglaterra se
aseguraba el control del 85% de las carnes y los grandes terratenientes ingleses eran beneficiados con
subsidios. La Coordinación de Transportes le otorgaba, además, el monopolio del transporte urbano de
Buenos Aires.
Este esquema dependiente y el retorno al fraude dieron como resultado un gran proceso de miseria y
escepticismo. El estallido de la Segunda Guerra benefició, sin embargo, a la economía argentina, porque,
gracias a la neutralidad, creció la venta a gran escala. En 1938, con nuevas elecciones fraudulentas, se impuso
la fórmula Ortiz-Castillo.
ROBERTO ARLT (1900-1942)
Nació el 2 de abril de 1900 en el barrio porteño de Flores. En los libros, Arlt encontró,
además de la posibilidad de imaginar mundos, la oportunidad de lograr una formación
de autodidacta porque su infancia pobre sólo le permitió alcanzar el tercer grado en la
escuela primaria. Entre 1913 y 1915, leyó a los principales autores del Anarquismo y del
Socialismo, y a los grandes escritores del siglo XIX europeo (Baudelaire, Dostoievski y
Tolstoi). Asimismo colaboró en periódicos barriales mientras desarrollaba otras
actividades: mecánico, trabajador en el puerto, empleado de librería, hojalatero y una
que lo obsesionará siempre, la de inventor. En 1919, empezó a escribir su primera
novela, El juguete rabioso. Hacia 1925 se desempeñó como colaborador de Ricardo
Güiraldes y en la revista que este dirigió anticipó algunos capítulos de su primera
novela. Colaboró en el diario Crítica y para 1928, comenzó a escribir sus Aguafuertes
porteñas en el diario El Mundo. En 1929 publicó Los siete locos. Escribió, además,
obras de teatro como Trescientos millones, Saverio el Cruel y La isla desierta y cuentos como El
jorobadito.
EL REALISMO EN EUROPA
Estéticamente la segunda mitad del siglo XIX europeo está signada por la hegemonía del Realismo. Por
Realismo se entiende una literatura centrada en la ilusión de reproducir la realidad de modo objetivo. Pero
esto no significa que la literatura sea la realidad sino que aquello que se construye en la ficción es pasible de
que ocurra en el mundo objetivo, no ficcional. Un héroe individual lleva a cabo una serie de acciones que
trazan un recorrido en el que no sólo se evalúa al individuo concreto que tiene como protagonista (sus
deseos, sus frustraciones, sus miserias) sino también a toda la clase social a la que este pertenece. Honorato
de Balzac (escritor realista francés), por ejemplo, en su novela Papá Goriot (1834) narra la vida de un típico
padre de la burguesía francesa que debe realizar obstinados sacrificios por sus ingratas hijas. Gustave
Flaubert, en Madame Bovary, enjuicia las promesas de felicidad del matrimonio burgués.
LA PROFESIONALIZACIÓN DEL ESCRITOR
América Latina, siempre en íntimas vinculaciones con las modas estéticas europeas, durante el período de la
Primera Guerra, sin embargo, había perdido ese tutelaje histórico. De todos modos, aquella idea de realismo
había comenzado a deteriorarse: en el Viejo Continente comenzaban a proponerse nuevas discusiones
Socialismo. Doctrina política y económica que propugna la propiedad y la administración de los medios de
producción por parte de las clases trabajadoras con el fin de lograr una organización de la sociedad en la cual exista
una igualdad política, social y económica de todas las personas.
Anarquismo. Doctrina política que pretende la desaparición del Estado y de sus organismos e instituciones
representativas y defiende la libertad del individuo por encima de cualquier autoridad.
3. acerca de lo real y de sus relaciones con lo social (no sólo por el conflicto bélico sino también por la
Revolución Rusa). En Buenos Aires, durante la presidencia de Alvear, se lograba un relativo equilibrio en las
tensiones sociales, y las prácticas culturales (entre ellas, la Literatura) evidenciaban un progresivo aumento
de público. La revista Martín Fierro, por ejemplo, llegó a tener una tirada de 20.000 ejemplares.
Esa función inédita de lo literario trajo aparejada una nueva conciencia para el escritor, sobre su profesión
misma y sobre su lugar en la sociedad, y también la certeza de que constituía un grupo diferenciado de los
otros: los artistas, los escritores, el ambiente literario.
ROBERTO ARLT ENTRE FLORIDA Y BOEDO
El creciente número de lectores estimuló la cohesión del grupo de los escritores reduciendo las diferencias
tanto estéticas como ideológicas y propiciando la camaradería en la posibilidad de colaborar en una u otra
revista, independientemente de que estas se opusieran por sus objetivos estéticos y políticos. Las revistas
Proa y Martín Fierro (que representaban al grupo Florida) se centraron en la búsqueda vanguardista del
lenguaje poético. En cambio, los colaborados de Los Pensadores y de Claridad (que representaban al grupo
de Boedo) se interesaban por reflejar en la literatura los problemas sociales.
Por estas diferencias, se habló de una especie de polémica generacional, manifestada por los representantes
de ambas revistas: los primeros ubicados en la calle Florida (céntrica, aristocrática, destellante); los segundos
en la calle Boedo (alejada, tanguera y sobre todo, más popular). Aunque más que una oposición real, fue una
polémica instrumentada por los participantes de ambos grupos para lograr con ello maneras vanguardistas,
es cierto que existían dos modos opuestos de concebir la literatura y de practicarla.
Cuando esta polémica se desarrollaba, el nombre de Roberto Arlt apenas si aparecía en el staff de esas
revistas. Como fue secretario de Ricardo Güiraldes (cuando este dirigía junto con Borges la revista Proa),
quien estaba por editar su novela Don Segundo Sombra, anticipó la publicación de algunos capítulos de El
juguete rabioso. También llevó sin éxito algunos capítulos de la misma novela a la casa editora del grupo
Boedo.
ARLT Y BOEDO
Si bien Arlt no se identificó plenamente con Florida ni con Boedo, es cierto que encontraba mayor afinidad con
las convicciones estéticas y políticas de algunos autores de Boedo como Elías Castelnuovo, Leónidas Barletta y
Roberto Mariani. Anhelaba, como ellos, que el lector de sus textos se reconociera en los personajes, en las
anécdotas, que oyera su misma lengua (Arlt es el primero que incorpora el lenguaje de los porteños en sus
novelas), su propia cotidianidad. Este particular realismo es el que entiende Roberto Mariani cuando señala: “A
nuestro arte no lo independizamos del hombre; es su producto, como la voz de la boca; y así como la voz dice
tristeza o alegría, exaltación lírica o pesadumbre derrotista, del mismo modo nuestro arte expresa nuestras
ideas y sentimientos”.
Roberto Arlt fue un ávido lector de folletines. Uno de los escritores que más admiró fue a Feodor Dostoievski
(1821-1881) por la manera de interpretar los problemas sociales urbanos y por incorporar a seres humillados,
delincuentes y marginales como personajes de sus novelas. Una de las novelas de Dostoievski que más
influyeron en Arlt fue Los poseídos, tanto por la complicación de las tramas como por las extensas
conversaciones de sus personajes.
ARLT Y LA LITERATURA
De la literatura del escritor, periodista e inventor Roberto Arlt se ha dicho que su obra denuncia la opresión del
capitalismo, que construye interesantes alternativas para ese orden social injusto o sencillamente que busca
destruirlo. Por otra parte, la obra de Arlt ha tenido resistencias para ser incluido dentro de lo que se llama el
Sistema Literario Argentino. Se le negaba ese derecho porque, para algunos críticos y escritores, por ejemplo,
Arlt escribía sin estilo, sin cuidado formal e incluso tenía faltas de ortografía. Pero si la literatura anticipa el
futuro, si registra (como ninguna otra práctica cultural) los procesos de cambio que una sociedad no puede
expresar conscientemente, entonces la literatura de Arlt puede considerarse el inicio de la novela moderna.
En sus textos se desarma una verdad: el fundamento de la sociedad es el dinero (y el de Silvio Astier y Remo
Erdosain, personajes de sus novelas, también), el papel que acredita el Estado es el signo del poder absoluto.
Hacer dinero para Arlt –como sostiene Ricardo Piglia- es literalmente falsificarlo. Hacer ficción, hacer literatura
es también falsificar la realidad.
LA OBRA DE ROBERTO ARLT
Su primera novela, El juguete rabioso,es de 1926. En ella establece una serie de constantes que aparecerán a
lo largo de su obra: sus héroes pertenecen a la clase media, suelen ser humillados de sus estatus social, de su
extracción de clase por la imitación de las clases más altas, por fingir lo que no son. Silvio Astier, el protagonista
de El juguete rabioso, forma un club con el objeto de efectuar robos en el barrio, pero los intentos son frustrados
y el club se disuelve. Luego trabaja como empleado de una librería, pero a partir de un intento fallido de incendio,
debe huir. Ingresa entonces en la Escuela de Aviación como aprendiz, pero es rechazado por esa institución. Hay
4. un intento de suicidio que fracasa.Hacia el final, Silvio, ya mayor, entabla amistad con un rengo que es cuidador
de carros, muy humilde,del barrio de Flores. El Rengo le cuenta que quiere cometer un robo y el protagonista lo
delata.
Su segunda novela, Los siete locos (1929), posee continuidad de temática y de personajes con Los
Lanzallamas. El amor brujo es una novela en la que su protagonista, el ingeniero Balder, quien está casado
y tiene un hijo, establece un noviazgo con Irene, una adolescente.
Con Aguafuertes porteñas, Arlt desarrolla su carrera periodística. En ella describe a los típicos habitantes
urbanos (el solterón, el mentiroso, el vividor, el nostálgico) en pintorescos barrios porteños y con sus progresivas
transformaciones. Los cuentos de Arlt se publicaron en los libros El jorobadito y El criador de gorilas.
EL DINERO EN LAS NOVELAS DE ARLT
En dos de sus novelas, El juguete rabioso y Los siete locos, Arlt construye una ficción en la que sus
respectivos personajes buscan desesperadamente huir de una situación que ha provocado el dinero (en el
caso de Silvio Astier la pobreza a la que están condenados él y su familia; en el de Remo Erdosain, escapar
de la cárcel que lo espera si no repone el dinero que ha robado de la compañía azucarera en la que trabaja).
Pero hay una huida previa, que es la de la ficción: Silvio sueña con los héroes de los folletines que lee, intenta
construir una ficción para su vida y quizá por eso también es un inventor.
ARLT Y LA SOCIEDAD
Las novelas de Arlt son espacios para ensayar distintos modos del cambio social porque la ficción puede
cambiar la realidad. Consciente de que la estética del Realismo, con su concepción aparejada de belleza, ya
no expresa la época en que vive, Arlt construye una belleza de la rapidez, de la reproducción masiva: su
escritura descuidada, alejada de las preocupaciones del estilo es ante todo la de un periodista que trabaja
para vivir. Pero, además, la ficción construye paradigmas con el crimen y con la invención técnica (la rosa de
cobre que había ideado Erdosain en Los siete locos, por ejemplo) con la ciencia al servicio de la industria
(todos los discursos del Astrólogo, personaje de la misma novela y que comanda la Sociedad Secreta, están
centrados en la certeza de que el cambio social sobrevendrá con los industriales) y con la revolución social.
TÉCNICA E INVENCIÓN EN LOS PERSONAJES
El interés que Arlt manifestaba por la técnica podría relacionarse con la inquietud masiva que estaba
despertaba en las primeras décadas del siglo XX. Los sectores populares, especialmente los inmigrantes,
consumían manuales de divulgación científica. De esta manera encontraban una forma de incorporarse en la
cultura en un circuito que los marginaba, el de la escuela y sus instituciones asociadas: primero el Estado,
luego la biblioteca y por último la universidad.
Frente a esas entidades, la ficción de Arlt establece más que una incomodidad, un cierto rechazo. Como
ejemplo podemos citar el robo que realizan Silvio Astier y los Caballeros del Club de la Media Noche a la
biblioteca escolar. Este robo es una transgresión deliberada, un juego, una aventura. Con el robo, se hace
evidente que el viejo lema de la democracia liberal (“La cultura es para todos”) es una falacia, una proposición
de principios que no hace anclaje con la realidad.
Con los inventos, Silvio Astier también opera sobre el mundo en que vive porque descubre y denuncia el
anquilosamiento de sus estructuras. Remo Erdosain también es inventor para los proyectos del grupo: inventa
gases asfixiantes, turbinas, laboratorios.
BOEDO: LA LITERATURA PUEDE CAMBIAR EL MUNDO
Entre los representantes de Boedo, podemos mencionar a César Tiempo, nacido en Ucrania en 1906. Se
inició en la literatura colaborando en la revista Claridad. En su libro Versos de una… (1926), toma el
seudónimo de una prostituta, Clara Beter, para exponer la triste realidad de su trabajo con una intensidad
poética desgarradora. Con el poeta Raúl González Tuñón (1905-1974), que con su Juancito Caminador
registra lugares recluidos de una Buenos Aires que se advierte cosmopolita, se hace claro el anhelo de Boedo
por establecer un orden social más justo. Su poema La luna con gatillo propone la consecución de ese
orden, logrado por la vía revolucionaria. Para González Tuñón la poesía y la actividad creadora en general
son instrumentos para lograr ese objetivo. El escritor Roberto Mariani (1892-1946) imprimió en sus textos el
grotesco, la ironía y cierto desencanto. Con sus Cuentos de la oficina (1925) denunció como Arlt con La isla
desierta (teatro, 1937) la alienación producida por la burocracia.
5. EL JUGUETE RABIOSO
Silvio Astier es un adolescente que fracasa en sus intentos sucesivos por lograr una vida mejor. Silvio conoce
a Enrique y a Lucio, y entre los tres deciden formar el Club de los Caballeros de la Media Noche. Se incluye
un fragmento de un robo a una biblioteca escolar.
CUANDO tenía catorce años me inició en los deleites y
afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero
andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una
ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una
casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y
Bolivia.
Dicha literatura, que yo devoraba en las «entregas»
numerosas, era la historia de José María, el Rayo de
Andalucía, o las aventuras de don Jaime el Barbudoy otros
perillanes…
Entonces yo soñaba con ser bandido y estrangular
corregidores libidinosos; enderezaría entuertos, protegería a
las viudas y meamarían singulares doncellas. Necesitaba
un camarada en las aventuras de la primera edad, y éste
fue Enrique Irzubeta. Era el tal un pelafustán a quien
siempre oí llamar por el edificante apodo de «el falsificador».
Enrique tenía catorce años cuando engañó al fabricante
de una fábrica de caramelos, lo que es una evidente prueba
de que los dioses habían trazado cuál sería en el futuro el
destino del amigo Enrique. Pero como los dioses son
arteros de corazón, no me sorprende al escribir mis
memorias enterarme de que Enrique se hospeda en uno de
esos hoteles que el Estado dispone para los audaces y
bribones.
De esta unión con Enrique, de las prolongadas
conversaciones acerca de bandidos y latrocinios, nos nació
una singular predisposición para ejecutar barrabasadas, y
un deseo infinito de inmortalizarnos con el nombre de
delincuentes.
No recuerdo por medio de qué sutilezas y sinrazones
llegamos a convencernos deque robarera acción meritoria
y bella; pero sí sé que de mutuo acuerdo, resolvimos
organizar un club de ladrones, del que por el momento,
nosotros solos éramos afiliados.
Pocas semanas después de hablado esto, por diligencia
de Enrique, se asoció a nosotros cierto Lucio, un majadero
pequeño de cuerpo y lívido (…), todo esto junto a una cara
tan de sinvergüenza que movía a risa cuando se le miraba.
Aproximadamente a las doce de la noche me reuní en un
café con Enrique y Lucio a ultimar los detalles de un robo
que pensábamos efectuar.
—¿Estás seguro, Lucio, de que los porteros no están?
—Segurísimo. Ahora hay vacaciones y cada uno tira por
su lado.
Tratábamos nadamenos que de despojar la biblioteca de
una escuela.
Cruzada la diagonal de la plazoleta, nos encontramos
frente a la muralla de la escuela, y allí notamos que
comenzaba a llover otra vez.
Al detenernos frente a la biblioteca, Enrique invitó:
—Mejor que entremos a buscar libros.
—¿Y con qué abrimos la puerta?
—Yo vi una barra de fierro en la piecita.
Enrique abrió cautelosamente la puerta de la biblioteca.
Se pobló la atmósfera deolor a papel viejo, y a la luz de la
linterna vimos huir una araña por el piso encerado. Altas
estanterías barnizadas de rojo tocaban el cielo raso, y la
cónica rueda de luz se movía en las oscuras librerías,
iluminando estantes cargados de libros. Majestuosas
vitrinas añadían un decorosevero a lo sombrío, y tras de los
cristales, en los lomos decuero, de tela y de pasta, relucían
las guardas arabescas y títulos dorados de los tejuelos.
—¿Dónde estarán las llaves?
—Seguramente en el cajón de la mesa.
Registramos el escritorio, y en una caja de plumas las
hallamos. Rechinó una cerradura y comenzamos a
investigar. Sacando los volúmenes los hojeábamos, y
Enrique que era algo sabedor de precios decía: «No vale
nada», o «vale».
—Las Montañas del Oro.
—Es un libroagotado. Diez pesos te lo dan en cualquier
parte.
—Evolución de la Materia, de Lebón. Tiene fotografías.
—Me la reservo para mí —dijo Enrique.
—Rouquete. Química Orgánica e Inorgánica.
—Ponélo acá con los otros.
—Cálculo Infinitesimal.
—Eso es matemática superior. Debe ser caro.
—¿Y esto?
—¿Cómo se llama?
—Charles Baudelaire. Su vida.
—A ver, alcanzá.
—Parece una biografía. No vale nada.
Al azar entreabría el volumen.
—Son versos.
—¿Qué dicen?
Leí en voz alta:
—Che, ¿sabés que esto es hermosísimo? Me lo llevo para
casa.
Enrique en el escritorio acomodaba los volúmenes y
echaba un vistazo a sus páginas. Yo con amaño había
terminado de envolver las lámparas, cuando en el pasillo
reconocimos los pasos de Lucio.
—Ahí viene un hombre… Entró recién… apaguen.
—¿Quién será? —suspiró Enrique.
Lucio respondióconel codo. Ahora le escuchábamos más
próximo, y sus pasos retumbaban en mis oídos,
comunicandola angustia del tímpano atentísimo al temblor
de la vena.
Erguido, con ambas manos sostenía lapalanca encima de
mi cabeza, presto para todo, dispuesto a descargar el
golpe… y en tantoescuchaba, mis sentidos discernían con
prontitud maravillosael cariz delos sonidos, persiguiéndolos
en su origen, definiendo por sus estructuras el estado
psicológico del que los provocaba.
De pronto, una enronquecida voz, cantóallí, abajo, con la
melancolía de los borrachos: Maldito aquel día que te
conocí, ay macarena, ay macarena… La soñolienta canción
se quebró bruscamente.
Al llegar al pasillo, el desconocido rezongó nuevamente:
ay macarena, ay macarena.
—Enrique —susurré—, Enrique.
Nadie respondió. Con una agria hediondez de vino, trajoel
viento el ruido de un eructo.
—Es un borracho —sopló en mi oreja Enrique—. Si viene
lo amordazamos.
El intruso se alejaba arrastrando los pies, y desapareció al
final del corredor. En un recodosedetuvo, y le escuchamos
forcejear en el picaporte de una puerta que cerró
estrepitosamente tras él.
6. LOS SIETE LOCOS
Remo Erdosain trabaja como cobradoren una compañía azucareray robadinero. El director, el subdirector y el
contador lo acusan porque alguien lo ha delatado a través de un anónimo. En los fragmentos que hemos
reproducido, Erdosain visita a distintos personajes con el objetode solicitarles un préstamo para evitar la cárcel.
Sabía que era un ladrón. Pero la categoría en que se colocaba no le interesaba. Quizá la palabra ladrón no
estuviera en consonancia con su estado interior. Existía otro sentimiento y ése era el silencio circular entrado como
un cilindro de acero en la masa de su cráneo, de tal modo que lo dejaba sordo para todo aquello que no se
relacionara con su desdicha.
Si continuó trabajando en la Compañía Azucarera no fue para robar más cantidades de dinero, sino porque
esperaba un acontecimiento extraordinario –inmensamente extraordinario– que diera un giro inesperado a su vida y
lo salvara de la catástrofe que veía acercarse a su puerta.
¿Qué es lo que hago con mi vida?, decíase entonces, queriendo quizás aclarar con esta pregunta los orígenes de la
ansiedad que le hacía apetecer una existencia en la cual el mañana no fuera la continuación de hoy con su medida
de tiempo, sino algo distinto y siempre inesperado como en los desenvolvimientos de las películas norteamericanas,
donde el pordiosero de ayer es el jefe de una sociedad secreta de hoy, y la dactilógrafa aventurera una
multimillonaria de incógnito.
A las diez de la mañana Erdosain llegó a Perú y Avenida de Mayo. (…) De pronto se sorprendió. En la mesa de un
café estaba el farmacéutico Ergueta.
–¿Y cómo te va?
–Muy bien... La farmacia da setenta pesos diarios. En Pico no hay otro que conozca la Biblia como yo. Lo desafié al
cura a una controversia y no quiso agarrar viaje.
Erdosain miró repentinamente esperanzado a su extraño amigo. Luego le preguntó:
–¿Jugás siempre?
–Sí, y Jesús, por mi mucha inocencia, me ha revelado el secreto de la ruleta.
Erdosain no había entendido. Contenía su deseo de reír a medida que su esperanza crecía, pues era indudable que
Ergueta estaba loco. Por eso replicó:
–Jesús sabe revelar esos secretos a los que tienen el alma llena de santidad.
–Y también a los idiotas –arguyó Ergueta clavando en él una mirada burlona, a medida que guiñaba el párpado
izquierdo–. Desde que yo me ocupo de esas cosas misteriosas, he hecho macanas grandes como casas, por
ejemplo, casarme con esa atorranta...
–¿Ves? Yo te entiendo a vos. Creo que tenés por delante un camino magnífico. ¿Sabes? Un camino raro...
–Seré el Rey del Mundo. ¿Te das cuenta? Ganaré en todas las ruletas el dinero que quiera. Iré a Palestina, a
Jerusalén y reedificaré el gran templo de Salomón...
–Y salvarás de la angustia a mucha gente buena. Cuántos hay que por necesidad defraudaron a sus patrones,
robaron dinero que les estaba confiado. ¿Sabes? La angustia... Un tipo angustiado no sabe lo que hace... ¿Te das
cuenta? Esa es la gente que hay que salvar... a los angustiados, a los fraudulentos.
El farmacéutico meditó un instante.
–¿Quiénes van a hacer la revolución social, sino los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos,
toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna? ¿O te crees que la revolución la van a hacer los cagatintas y
los tenderos?
–Pero, en tanto llega la revolución social, ¿qué hace ese desdichado? ¿Qué hago yo? Porque yo estoy a un paso de la
cárcel, ¿sabes? He robado seiscientos pesos con siete centavos. ¿Vos no podes prestarme esos seiscientos pesos?
–Rajá, turrito, rajá.
Caía la tarde y de pronto recordó que el único que podía salvarle de su horrible situación era el Astrólogo.
El edificio que ocupaba el Astrólogo estaba situado en el centro de una quinta boscosa. (…) Cuando se detuvo para
llamar frente a la escalinata apareció por la puerta la gigantesca figura del Astrólogo, cubierto con un guardapolvo
amarillo y la galera echada sobre la frente, sombreándole el anchuroso rostro romboidal.
–¡Ah! ¿Es usted?... Pase. Le voy a presentar al Rufián Melancólico.
Atravesando el vestíbulo oscuro y hediondo a humedad, entraron a un escritorio de muros rameados por un
descolorido papel verdoso.
(…) Luego el Rufián volvió nuevamente la cabeza hacia un mapa de los Estados Unidos de la América del Norte, al
cual se dirigió al Astrólogo recogiendo un puntero. Y ya detenido, con el brazo amarillo cortando el azul mar del
Caribe, exclamó:
–El Ku–Klux–Klan tenía sólo en Chicago 150 mil adherentes... En Missouri, 100.000 adherentes. Se dice que en
Arkansas hay más de 200 «cavernas». En Little Rock, el Imperio Invisible afirma que todos los pastores protestantes
están adheridos a la hermandad. En Texas domina absolutamente en las ciudades de Dallas, Fort, Houston,
Beaumont. En Binghamtom, residencia de Smith, que era Gran Dragón de la Orden, se contaban 75.000 adeptos, y
en Oklahoma éstos hicieron decretar por las Cámaras un «bill» suspendiéndolo a Walton, el gobernador, por
perseguirlos, de tal modo que prácticamente el estado se encontraba hasta hace poco tiempo bajo el control del Klan.
“¿Qué es lo que se opone aquí en la Argentina para que exista también una sociedad secreta que alcance tanto
poderío como aquélla allá? Y le hablo a usted con franqueza. No sé si nuestra sociedad será bolchevique o fascista.
7. (…) Mi plan es dirigirnos con preferencia a los jóvenes bolcheviques, estudiantes y proletarios inteligentes. Además,
acogeremos a los que tienen un plan para reformar el universo, a los empleados que aspiran a ser millonarios, a los
inventores fallados (no se dé por aludido, Erdosain), a los cesantes de cualquier cosa, a los que acaban de sufrir un
proceso y quedan en la calle sin saber para qué lado mirar...
Erdosain recordó la misión que lo llevó a la casa del Astrólogo, y dijo:
–Tendría que hablar con usted...
–Un momentito... estoy en seguida con usted –y siguió–: El poder de esta sociedad no derivará de lo que los socios
quieran dar, sino de lo que producirán los prostíbulos anexos a cada célula. Cuando yo hablo de una sociedad
secreta, no me refiero al tipo clásico de sociedad, sino a una supermoderna, donde cada miembro y adepto tenga
intereses, y recoja ganancias, porque sólo así es posible vincularlos más y más a los fines que sólo conocerán unos
pocos. Este es el aspecto comercial. Los prostíbulos producirán ingresos como para mantener las crecientes
ramificaciones de la sociedad. En la cordillera estableceremos una colonia revolucionaria. Allí, los novicios seguirán
cursos de táctica ácrata, propaganda revolucionaria, ingeniería militar, instalaciones industriales, de manera que
estos asociados el día que salgan de la colonia puedan establecer en cualquier parte una rama de la sociedad... ¿Me
entiende? La sociedad secreta tendrá su academia, la Academia para Revolucionarios.
–Perdone que lo interrumpa.
–¿Qué es lo que le pasa a usted?
–Si mañana no repongo seiscientos pesos en la Azucarera, me pondrán preso.
-Hace falta oro para atrapar la conciencia de los hombres. Así como hubo el misticismo religioso y el caballeresco,
hay que crear misticismo industrial. Hacerle ver a un hombre que es tan bello ser jefe de un alto horno como hermoso
antes descubrir un continente. Mi político, mi alumno político en la sociedad será un hombre que pretenderá
conquistar la felicidad mediante la industria. (…) Crear un hombre soberbio, hermoso, inexorable, que domina las
multitudes y les muestra un porvenir basado en la ciencia. ¿Cómo es posible de otro modo una revolución social? El
jefe de hoy ha de ser un hombre que lo sepa todo. (…) Un Ford o un Edison tienen mil probabilidades más de
provocar una revolución que un político. ¿Usted cree que las futuras dictaduras serán militares? No, señor. El militar
no vale nada junto al industrial. Puede ser instrumento de él, nada más. Eso es todo. Los futuros dictadores serán
reyes del petróleo, del acero, del trigo. Nosotros, con nuestra sociedad, prepararemos ese ambiente.
Familiarizaremos a la gente con nuestras teorías. Por eso hace falta un estudio detenido de propaganda. Aprovechar
los estudiantes y las estudiantas. Embellecer la ciencia, acercarla de tal modo a los hombres que de pronto...
PALABRAS DEL AUTOR DE LOS LANZALLAMAS
Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana. (…) Cuando se
tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el
Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.
Se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que
escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia. Orgullosamente afirmo que escribir, para
mí, constituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales.
Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. (…) Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida
holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O
la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad.
El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de
literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula.
La Luna con gatillo (Raúl González Tuñón)
Es preciso que nos entendamos.
Yo hablo de algo seguro y de algo posible.
Seguro es que todos coman
y vivan dignamente
y es posible saber algún día
muchas cosas que hoy ignoramos.
Entonces, es necesario que esto cambie. (…)
Un poema no es una mesa,
ni un pan,
ni un muro,
ni una silla,
ni una bota.
Un poema es un poema
y ya está todo dicho.
Con una mesa,
con un pan,
con un muro,
con una silla,
con una bota,
no se puede cambiar el mundo.
Con una carabina,
con un libro,
eso es posible.
¿Comprendéis por qué
el poeta y el soldado
pueden ser una misma cosa?
Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez.
Cesar Tiempo (Versos de una…)
Quicio
Me entrego a todos, mas no soy de nadie;
para ganarme el pan vendo mi cuerpo.
¿Qué he de vender para guardar intactos
mi corazón, mis penas y mis sueños?