Mensaje de paz a través del amor y la espiritualidad
1. Prólogo.
Un libro muy especial es ésta, “Rosa Azul”,
que escribió la joven autora Eulalia Solís Herrera,
con un ideario muy sencillo:
“un Mensaje simple para gente intensa”.
Quien lo lea se sorprenderá, porque su
mensaje no es simple, sino muy comprometedor.
Y no solamente para gente intensa, sino para
cualquier lector sensible, con capacidad de
entender la complejidad del mundo en que
vivimos.
Es un libro de difícil clasificación. En un
centenar de páginas se mezclan muchas
disciplinas. Desde luego, para su concreción
utiliza el verso y la prosa, ambas expresiones con
similares propósitos, donde ella mezcla elementos
antropológicos, sicológicos, políticos, filosóficos y
religiosos. El signo básico, sin embargo, es la
divinidad, que en nombre de Dios, respalda todas
sus apreciaciones, que en definitiva nos indilgan
por el camino del bien, entendiendo que esa es la
única posibilidad que el hombre tiene para salvar
a la humanidad de un desastre.
Compromete en su argumentación a la
Francmasonería universal, entidad que según la
autora, tiene mérito para dejar oír su voz, en el
sentido de influenciar para dar paz al mundo.
Diversos capítulos de este libro son
reveladores claros de los alientos de paz, que la
tierra necesita, como son los subtítulos
destacados de cada uno de sus capítulos, como
“El poder de la mujer”, “el manejo correcto del
amor sexual”, “la presencia afortunada de
héroes terrenales y espaciales”, tema este último
al que le dedica un gran espacio.
Incluso, partiendo de esta realidad, Eulalia nos
cuenta a través de algunos relatos, el
protagonismo de seres espaciales, que aparecen y
desaparecen, acercándose con su ocurrencia a la
leyenda, como género literario. Incursiona con la
aparición de Ovnis, con la presentación de
personajes, ponderando con ellos los excelsos
valores de la paz y el amor y calificando los
imponderables; que constituyen la esencia de la
vida y de la muerte.
2. En términos generales el libro es un
exordio de los grandes valores universales, que el
hombre debería impulsar desde todos los ámbitos
de su cotidianidad, especialmente aquellos que
manejan el poder en sus más diversas
dimensiones. El amor y la paz son las
aspiraciones supremas de sus textos en prosa.
En cuanto a sus textos poéticos, sus
mensajes tienen el mismo tono. La rosa es el
elemento simbólico inspirador que ella maneja a
lo largo de su trabajo y el amor es la instancia en
que desembocan todas sus aspiraciones y sus
sueños.
Estructurados en estrofas con tres y
ocho versos, le ha colocado títulos tan sugerentes,
como los siguientes: “Al Héroe de mi corazón”,
“Distancia mística”, “Amor eterno”, “Impaciente
espera”, “Desaliento”, “Soledad”, “Mi refugio”,
“Sueño mágico”, “Infancia de ensueños”, “Mi
regreso”, “Reencuentro con mi paz”, “Corazón”,
“Reverencia de amor”, “Hora mágica”,
“Desamor”, “Amada oscuridad”, etc.; son todos
textos poéticos iluminando los temas del amor.
Culminan estos poemas en otra serie,
destinado a quienes se alejan de la vida austera y
se sumergen en la vida fácil, que promueve el
vicio y la maldad.
Constituyen una llamada a quienes se ha
desviado de la buena senda. Para ellos estos
versos finales de un gran poema, titulado “Nuevo
Mundo”, cuyo texto es el siguiente:
“Siento como el anochecer de nuestras vidas
Entristece nuestro mar de emociones.
Como un volantín que se escapa,
Se va la ilusión
de poetas, santos, visionarios,
que soñaron un dichoso devenir.
En el ocaso de nuestros días,
El mundo pareciera adormecido
¿Qué le pasa a nuestros sentidos, a nuestro corazón?
¿Cuándo entenderemos
que la vida se encamina
hacia un profundo despertar?
Mi alma desesperada se pregunta:
¿Por qué la maldad, como una manzana podrida,
quiere corromper lo perfecto?
¿Por qué la desbordante alegría de los niños
3. no basta para detenerla?
¿Por qué persistimos su desolación
frustramos sus sueños
y mutilamos su espíritu?
Estos 20 versos, más otros 187, integran
este “Nuevo Mundo”, que ha escrito Eulalia,
dejando en su contenido infinidad de preguntas,
que las culmina con una gran aspiración,
expresada en sus últimos seis versos:
¡Vivamos en plenitud el Nuevo Mundo!
Será un canto de esperanza,
la vuelta a la ilusión
como el mágico esplendor,
que, después de la tormenta,
nos regala el arco iris.
Carlos René Ibacache.
Chillán, marzo de 2013.