2. Con esta expresión nos referimos a un aspecto concreto de la relación que se
produce en toda religión. Todo fenómeno religioso, en efecto, contiene la
puesta en relación de una persona o un grupo de personas con una realidad a
la que consideran superior.
EXPERIENCIA RELIGIOSA
3. Las tradiciones proféticas: son numerosos los textos en que narran intensas
experiencias de encuentros con un Dios representado personalmente, en las
que el sujeto que entabla con él relaciones de alianza y pide respuestas de
obediencia, elección del bien, fidelidad, confianza o sumisión, según los
diversos casos. Aun dentro de una misma tradición, las experiencias aparecen
en formas muy diferentes
VARIEDADES
4. Experiencias de lo sagrado:
Constituyen momentos en los que la experiencia ordinaria, el estado habitual
de la conciencia se ven desbordados por la irrupción de una realidad superior;
constituyen situaciones en las que la conciencia ordinaria sufre una súbita, o
lenta y progresiva, ampliación de su capacidad de captación. En esos
momentos y situaciones, el sujeto entra en contacto con numerosas
dimensiones de la realidad, que expresa en términos de profundidad o
totalidad
5. Experiencias religiosas como experiencias de la presencia de Dios:
Se trata de experiencias en las que la concepción fuertemente personalizada de
Dios desempeña un papel preponderante. Se manifiesta en expresiones bien
conocidas del estilo de «he sido visitado por Dios»; «ahora te han visto mis
ojos»; «me he encontrado con Dios», etc.
6. La experiencia mística:
Origina una forma de relación con Dios o lo divino, según los contextos
religiosos, sumamente simplificada, en la que más allá de las potencias y
facultades del hombre entra en acción su mismidad más profunda, la sustancia
del alma, a la que se llega tras largos procesos de interiorización y
concentración.
7. Experiencias religiosas en medio de la vida:
No hacen falta en la vida de los sujetos religiosos indicios de otras formas de
experiencias religiosas que, sin el acompañamiento de fenómenos
extraordinarios, les permite tomar conciencia, advertir y sentir, la religación
con el misterio y la adhesión a su presencia que comporta la actitud de fe.
Es accesible al común de los creyentes, abierta al común de los mortales,
incluso si, por razones complejas, no siempre es vivida expresamente ni
expresamente interpretada con categorías religiosas. No es difícil encontrar en
las tradiciones religiosas, y concretamente en el cristianismo, apoyo para la
justificación de este tipo de experiencia.