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¿Cómo nos aislamos de la
desinformación sobre el coronavirus?
Alberto Mariñas, socio de Estudio de
Comunicación, señalaba en la presentación
del estudio realizado por el equipo de la
Firma: Cómo gestionar una crisis de fake
news en la empresa “que las mentiras de
diseño están hechas con elementos
emocionales para conectar mejor con el
público”. En esta crisis del coronavirus la
empresa es cualquier país y los empleados somos todos los ciudadanos del mundo.
Por Ana Pereira, directora en Estudio de Comunicación. 06/04/2020
Pero no hace falta salir de nuestras fronteras para toparnos con los temidos bulos, ni tan
siquiera de nuestras casas, basta con echar una ojeada al teléfono móvil. ¿Si tomamos
precauciones para no infectarnos por el virus, no deberíamos hacer lo mismo para no
contaminarnos con las noticias falsas? ¿Cómo conseguimos aislarnos de los bulos?. La
respuesta no es tan simple cómo desconectar los datos del móvil.
Seguramente la idea de abandonar alguno de los grupos de Whatsapp o todos a la vez,
(el de los vecinos de la urbanización, la clase de los niños, el de los compañeros de
gimnasio o incluso el de los familiares) ante la avalancha de contenidos que arrastran
cual riada nos ronda a muchos por la cabeza en estos días inciertos de aislamiento.
Si no lo hacemos es porque el miedo a perdernos algo importante, por mínimo que sea,
supera con creces al hastío que nos produce el pitido de rigor, que indica que tenemos
un nuevo mensaje del grupo en cuestión.
Entre las toneladas de noticias (unas de verdad y otras falsas), comentarios, indicaciones
de las autoridades y chistes varios, que nos llegan en forma de retuits, reenvíos, los
“pásalo”, los emoticonos, más retuits, más reenvíos y más “pásalo” los asustados
ciudadanos a penas damos abasto estos días a filtrar aquello que verdaderamente
importa e interesa, la información pura y genuina, contrastada y que nos ofrece datos
rigurosos y útiles.
Al igual que ocurre con los más preciados minerales, en numerosas ocasiones la
información que recibimos a través de todos esos grupos de chats de los que somos
rehenes voluntarios, se encuentra enterrada entre capas y capas de basura digital y cual
ingeniero de minas debemos trazarnos un buen plan si queremos ser capaces de llegar
hasta la veta y no morir en el intento.
Si hasta hace escasas dos semanas, cuando nuestras vidas de ciudadanos occidentales
transcurrían razonablemente tranquilas, mantenernos conectados y creernos así
informados era vital, durante esta crisis sin precedentes en la que de repente todas
nuestras rutinas han cambiado, mantenernos informados se ha convertido en una
necesidad cuasi fisiológica cuya abstinencia nos genera desazón y malestar. ¿Alguien
puede imaginarse que nos despertásemos mañana y no funcionara la Wi-Fi; que Twitter
enmudeciera, o que el chat con nuestros vecinos, (por mucho que nos quejemos cada
vez que llega un mensaje), se hubiera desvanecido?
En esa búsqueda de la verdad, nuestro hiper-consumismo informativo se ha convertido
en una especie de bestia insaciable que alimentamos con gigas y gigas de datos y más
datos, que no siempre son información.
Como habitantes de esta república intangible que es internet, estamos acostumbrados a
procesar a la velocidad de la luz más información de la que nosotros mismos somos
capaces de asimilar y reenviamos sin querer, sin saber, con la mejor de las voluntades, y
en la mayoría de las ocasiones sin pensar, megas y megas de bulos y mentiras.
La regla de oro para aislarse de la desinformación es usar el sentido común y poner en
cuarentena todo lo que nos llega a través de las redes sociales y de esos chats de
Whatsapp, para no creernos a pies juntillas todo, solo porque nos lo reenvíe nuestro
vecino del quinto.
Si nos lavamos las manos para no contagiarnos y no infectar a los demás, como
ciudadanos responsables que somos, todos tenemos la obligación de pensar si el texto o
vídeo, que estamos a punto de reenviar es cierto, si es relevante para el grupo o personas
a las que se lo vamos a enviar y de dónde nos llega ese contenido. La sensatez es ante la
desinformación lo que el gel desinfectante ante el virus.
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coronavirus/