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Feminicidio y lenguaje; el ADN lingüístico del victimario.
Universidad del Norte.
La Universidad del Norte presenta su Maestría en Lenguaje y Sociedad.
La investigadora mexicana Marcela Lagarde acuñó el término ‘feminicidio’, al que definió como
el acto de matar a una mujer solo por el hecho de pertenecer al sexo femenino.
Así lo manifiesta María Victoria Pardo, profesora catedrática de la Universidad del Norte, quien
además señala que ese concepto recibió un significado político con el propósito de denunciar la
falta de respuesta del Estado en esos casos y el incumplimiento de sus obligaciones
internacionales de garantía de los derechos de la mujer, incluyendo el deber de investigar y de
sancionar. Por esta razón, según ella, Lagarde considera que el feminicidio es un crimen de
Estado y se trata de “una fractura del Estado de derecho que favorece la impunidad”.
Y añade que otros investigadores creen que el feminicidio no solo implica el hecho de la muerte
de la mujer, sino actos violentos como el maltrato emocional, psicológico, los golpes y los insultos,
entre otros.
En ese contexto, la docente de la Uninorte se refiere a la importancia que tiene para esa clase
de procesos el análisis del lenguaje utilizado por los acusados por feminicidio o violencia en
contra de la mujer.
Sobre lo que sucede en una audiencia con un imputado por esos delitos, para explicarlo de forma
sencilla, Pardo indica que lo primero que hay que hacer es que esas audiencias deben ser
transcritas para su posterior análisis, y que es ahí donde comienza el análisis lingüístico.
Para ello, se utilizan herramientas de software especializado, que son de gran utilidad para
efectuar las búsquedas de las tendencias y los patrones del lenguaje. Esta tecnología ayuda a
los investigadores a encontrar rasgos comunes o expresiones recurrentes usadas por los
acusados para así comprender el tipo de lenguaje que ellos emplean para justificar sus actos,
así como para minimizarlos.
Luego de recopilar estos datos, las expresiones son codificadas y se realiza un rastreo para
obtener cuáles son las estadísticas de dichas expresiones y del tipo de lenguaje para poder
establecer las tendencias y las correlaciones con otros aspectos del discurso.
“Todo esto puede llevar a un análisis de otros elementos que inicialmente pueden haber estado
ocultos para nosotros y que nos pueden conducir a deducciones cuando se estudian en detalle
los hallazgos”, indica Pardo.
Con esa información se puede llegar a crear un perfil más completo de los victimarios, puesto
que el lenguaje retrata como una huella digital parte de nuestro subconsciente y por eso resulta
fundamental estudiarlo en estos casos.
Una habilidad que pocos manejan.
Desde el punto de vista académico, la experta aclara que este tipo de análisis se puede enmarcar
dentro de la lingüística forense porque, aunque no se trata de un examen de textos como prueba
judicial, sí es de gran utilidad para la creación del perfil lingüístico del victimario.
“En general, estas investigaciones del lenguaje son escasas en América Latina. Por tanto, se
convierten en una oportunidad para hacer esta clase de identificación de lo que podríamos llamar
o definir como el ADN lingüístico del victimario, ya que cada hablante en su discurso hace una
selección de palabras específicas y de estructuras gramaticales que prefieren a otras, y esto nos
puede decir cuáles son sus características distintivas”, precisa la profesora.
Por eso, agrega, quien quiera seguir en este campo de acción debe tener una capacidad de ir al
detalle y de desarrollar esa sensibilidad para preguntarse lo que normalmente pasa por
desapercibido.
Con respecto a las personas que analizan el lenguaje de los acusados por feminicidios y violencia
contra la mujer en general, Pardo asegura que su mayor desafío es lograr enfocar el análisis en
las características más relevantes del lenguaje y que pueden ayudar a establecer ese perfil del
acusado.
Según ella, este tipo de estudios también se pueden orientar hacia otros actores e incluso a la
misma víctima para determinar sus perfiles. Su metodología es, por tanto, muy versátil y aplicable
al análisis de diferentes temáticas en el marco amplio de la lingüística computacional.
Una Maestría de gran utilidad.
Frente a ese panorama, el Instituto de Idiomas de la Universidad del Norte, con el aval del
Ministerio de Educación Nacional, está ofreciendo la Maestría en Lenguaje y Sociedad, con
énfasis investigativo y con una duración de cuatro semestres.
El objetivo de esta maestría es formar profesionales e investigadores con una comprensión crítica
de su carácter social y comprometidos con la construcción de una sociedad equitativa, justa y
participativa.
De acuerdo con la Universidad, esta maestría está dirigida a docentes de lengua materna o
extranjera, filósofos, lingüistas, comunicadores, sociólogos, psicólogos y otros profesionales
interesados en incrementar sus conocimientos sobre el lenguaje y en desarrollar habilidades para
investigar el lenguaje en contextos reales como la educación, la política, la cultura y la salud, por
solo citar algunos.
“Cursar la maestría en Lenguaje y Sociedad habilita a los participantes para diseñar y evaluar
proyectos de investigación; formular programas de formación para docentes, analistas del
discurso y comunicadores; para desempeñarse como profesores universitarios; redactar, corregir
y editar textos académicos, científicos y divulgativos en diferentes áreas del saber”, subraya
Jesús Guerra, coordinador de esta maestría.
Las personas interesadas pueden consultar detalles sobre el programa y solicitar asesoría
personalizada a través del siguiente enlace:
https://www.uninorte.edu.co/web/maestria-en-lenguaje-y-sociedad/inicio.