La nueva comunicación está más centrada en las personas y en un enfoque que prefiere escuchar y aprender en lugar de llevar a cabo un monólogo unívoco. Los cambios en la sociedad impulsados por las nuevas tecnologías, la mayor experiencia de los stakeholders en su relación con las empresas o incluso la globalización, han forzado un cambio en la mentalidad y en la forma en que las empresas se comunican. En este contexto, tanto la comunicación como la reputación se fundamentan en una promoción positiva, abierta y compartida de la realidad empresarial, de su cultura y de su proyecto. La meta ya no es vender, sino lograr apoyos auténticos fundamentados en causas que trasciendan lo puramente económico. La empresa ya no centra sus esfuerzos en los medios y los clientes, sino en varios grupos de interés que comparten con las organizaciones aspiraciones e intereses comunes. La clave en el nuevo mundo de la comunicación es disponer de un propósito claro y compartir unos contenidos que lo sustenten lo hagan realidad. Los atributos de una marca no pueden relacionarse ya con beneficios puramente funcionales o emocionales sino que tienen que tener un impacto social. Es importante entender cómo influye una marca en el valor total de la compañía que representa y su papel a la hora de convertirse en el elemento clave por el que los distintos grupos de interés se comprometen y vinculan en el largo plazo con una firma concreta. Existen diez dimensiones que determinan la fortaleza de una marca, su posición en el mercado y en la sociedad: relevancia, autenticidad, comprensión, diferenciación, consistencia, presencia, claridad, compromiso, respuesta y protección. Las empresas deben comprender que las marcas son herramientas para cambiar y mejorar la sociedad. Sin embargo, para responder a ese reto las empresas deben adaptarse, comportarse con rigor y de manera ética, buscando una coherencia que les permita mostrar un saldo reputacional equilibrado, frente a la sociedad y sus grupos de interés. La compañía Nestlé es un caso paradigmático en esa línea, ya que, tras perder puntos en los atributos de marca relacionados con la nutrición y cuidado nutricional de las personas, tuvo que reforzar su comunicación y hacerlo en la línea de una marca más responsable. Es necesario crear valor compartido para la sociedad –con sus stakeholders externos– y para la empresa –con sus stakeholders internos, los empleados, y los accionistas–. El reto para las empresas es conseguir el equilibrio entre los mensajes que transmiten y los contenidos que los grupos de interés están esperando y están dispuestos a compartir en sus círculos y que son los que crear un valor real. Así, el rol del Dircom está virando hacia un enfoque que implica más escucha y transparencia, más coordinación y reputación y más desarrollo y adaptación.