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DE JUAN JOSÉ NIETO AL PREMIO NOBEL
  (Parte 1 de 2)



 LA LITERATURA DEL CARIBE
COLOMBIANO EN LAS LETRAS
        NACIONALES

                   Por   ARIEL CASTILLO MIER
                         Universidad del Atlántico
DE JUAN JOSÉ NIETO AL PREMIO NOBEL
I.   CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y EL
         DESCUBRIMIENTO      DE UN CONTINENTE
         LITERARIO SUMERGIDO
Vargas Llosa, Mario (1971), García Márquez. Historia de un
deicidio, Barral, Barcelona.
Rufinelli, Jorge (1974), “Gabriel García Márquez y el grupo de
Barranquilla”, Crítica en Marcha, Premia, México, 1979: 46-54
Rama, Ángel (1975), Primeros cuentos de diez maestros
latinoamericanos, Planeta, Barcelona.
Menton, Seymour (1975) “Respirando el verano, fuente
colombiana de Cien años de soledad”, Revista Iberoamericana,
XLI, 1975: 203-217
Gilard, Jacques (1976), GM, le groupe de Barranquilla et
Faulkner, Caravelle, 27: 159-170
I. CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y EL
            DESCUBRIMIENTO DE UN CONTINENTE
            LITERARIO SUMERGIDO
 ------- (1981) “Historia de Crónica 1ª Parte”, Gaceta Colcultura
35: 24-32
------- (1981 a) “Historia de Crónica 2ª Parte”, Gaceta Colcultura
36: 21-32
------- (1983) "El grupo de Barranquilla y la renovación del
cuento colombiano", Lectura crítica de la literatura americana
Tomo IV, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1997: 36-53
------- (1985) “El grupo de Barranquilla”, Revista
Iberoamericana, 128-129 (1984): 905-935
Rama, Ángel (1991), Edificación de un arte nacional y popular.
La narrativa de Gabriel García Márquez. Instituto Colombiano
de Cultura, Bogotá
II. EL DESARROLLO DE UN PROGRAMA POETICO

ALOCUCIÓN A LA POESÍA EN QUE SE INTRODUCEN
LAS ALABANZAS DE LOS PUEBLOS E INDIVIDUOS
AMERICANOS QUE MÁS SE HAN DISTINGUIDO EN LA
GUERRA DE INDEPENDENCIA. FRAGMENTOS DE UN
POEMA INÉDITO TITULADO AMÉRICA.
                Divina Poesía
                Tiempo es que dejes ya la culta Europa
                Que tu nativa rustiquez desama,
                Y dirijas el vuelo adonde te abre
                El mundo de Colón su grande escena
                                Andrés Bello (1823)
II. EL DESARROLLO DE UN PROGRAMA POETICO
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
       EL ADELANTADO


La Hamaca (fragmentos)
Suspendida entre puertas,
    en medio de la sala,
   ¡qué cama tan suave,
   tan fresca y regalada!
Cuando el sol con sus rayos
    ardiente nos abrasa,
 ¿de qué sirven las plumas
  ni las mullidas camas?
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
        EL ADELANTADO

Meciéndome en el aire,
sobre mi cuerpo pasa
la brisa del oriente
que me refresca el alma.
De aquí descubro el campo,
la bóveda azulada,
y la ciudad inquieta,
y el mar que fiero brama.
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
      EL ADELANTADO


  Los primeros, sin duda,
que inventaron la hamaca
  fueron los indios, gente
 dulce, benigna y mansa:
   la hamaca agradecida
 consuela sus desgracias,
   los recibe en su seno,
 los duerme y los halaga.
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
           EL ADELANTADO


   Mi hamaca es un tesoro,
     es mi mejor alhaja;
    a la ciudad, al campo
 siempre ella me acompaña.
¿Oh, prodigio de la industria!
 cuando no encuentro casa,
  la cuelgo de dos troncos,
    y allí está mi posada.
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
  FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA




“La diferencia debe
establecerse entre la
ignorancia y el saber,
pero no de un hombre a
otro, cuando en todos la
naturaleza es la misma”
(Nieto, 1844:40)
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
  FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA




“La diferencia debe        “Si nacimos bárbaros,
establecerse entre la      déjanos sin una
ignorancia y el saber,     civilización que provee de
pero no de un hombre a     tantos medios poderosos
otro, cuando en todos la   para subyugar al débil”
naturaleza es la misma”    (Nieto, 1844:57)
(Nieto, 1844:40)
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA
                 Sab (Gertrudis Gómez de Avellaneda, 1841) Cuba
                 Amalia (José Mármol,1851 ) Argentina
                 O Guaraní (José de Alentar, 1857) Brasil
                 Martín Rivas (Alberto Blest Gana, 1863) Chile
                 Iracema (José de alentar, 1865) Brasil
                 María (Jorge Isaacs, 1867) Colombia
                 Enriquillo (Manuel de Jesús Galván, 1882)
                 República Dominicana
                 Cecilia Valdés (Cirilo Villaverde, 1882) Cuba
                 Cumandá (Juan León Mera, 1887) Ecuador
                 Tabaré (Juan Zorrilla de San Martín, 1888) Uruguay
                 El Zarco (Ignacio Altamirano, 1888) México
                 Aves sin nido (Clorinda Matto de Turner, 1889) Perú
                 La vorágine (José Eustasio Rivera,1924) Colombia
                 Doña Bárbara (Rómulo Gallegos, 1929) Venezuela
                 Las memorias de Mamá Blanca (Teresa de la Parra,
                 1929) Venezuela
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
     LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO
         “AL MAGDALENA”
 No en tus corrientes nada el albo cisne
 sólo armonioso en pobres alabanzas;
  pero atraviesan tu raudoso curso
 enormes tigres y robustas danzas;
 cadáveres de cedros centenarios
 tus varoniles olas arrebatan,
 como del techo del pastor humilde
 las tempestades la ligera paja.

 ¿Qué fuera aquí la fábula difunta
 de las ninfas de Grecia afeminada,
 al lado del tremendo cocodrilo
 que sonda los misterios de tus aguas?
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
     LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO

 ¡Oh! Qué serían sátiros y faunos
 bailando al son de femeniles flautas,
 sobre la arena que al caimán da vida
 en tus ardientes y desiertas playas!...
 ¡Ah! Qué sería cerca de los bogas
 que rebatiendo las calludas palmas,
 en el silencio de solemne noche,
 en derredor de las hogueras danzan,
 acompasados al rumor confuso
 de tus mugientes y espumosas aguas,
 que acaso llega a interrumpir no lejos
 del ronco tigre seca la garganta!...
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
     LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO

 Yo los he visto en una oscura noche
 dando a los aires la robusta espalda,
 sobre la arena que marcado habían
 de las tortugas la penosa marcha,
 y del caimán la formidable cola,
 y de los tigres la terrible garra.
 Yo los he visto en derredor del fuego
 danzar al eco de sonora gaita,
 mientras silbaba el huracán del Norte
 sobre tus olas con sañuda rabia.
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
     LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO

 Yo los he visto juntos a la hoguera
 cavar ansiosos tus arenas blandas,
 y en sus entrañas despreciar el lecho
 del más pomposo femenil monarca.
 Aún me figuro que sus rostros veo
 del trémulo relámpago a la llama,
 con los ojos cerrados, cual si fueran
 los despojos de un campo de batalla.

 No muy lejos de allí, menos salvaje,
 sobre tu arena inculta y abrasada,
 el caimán abandona tus corrientes
 y junto al boga, sin temor, descansa.
                             De Poesía
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
          LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO

er sarvaje que nosotros vimos, era más negro que una
olla vieja, con cada pelo en todo er cuerpo que parecía
un sajino, er pelo espeso y tan largo que le bajaba hasta
los pies, con los deos que los tenía para atrás, y los
talones pa adelante, así como las espuelas de un gallo:
tenía los dientes más blancos y largos que los del ñeque:
los ojos de candela, y hablaba una conversa horrible,
meneando un rabo lleno de unas cerdas ralas y más
tiesas que el alambre con que se pescan los sábalos (363)

De La maldición

DE MANUEL MARIA MADIEDO (1815-1888)
VI. CANDELARIO OBESO (1849 - 1884),
    O LA AUTONOMÍA EXPRESIVA POR LA VÍA POPULAR

“en la poesía popular hay y hubo siempre, sin las
ventajas filosóficas, una obra copiosa de delicado
sentimiento, y mucha inapreciable joya de
imágenes bellísimas. Así tengo para mí que es no
sólo cultivándola con el esmero requerido como
alcanzan las naciones a fundar su verdadera
positiva literatura”
“pronto se calmará el furor de imitación, tan
triste, que tanto ha retrasado el ensanche de las
letras hispanoamericanas”.
CANDELARIO OBESO (1849 – 1884)
VI. CANDELARIO OBESO (1849 - 1884),
    O LA AUTONOMÍA EXPRESIVA POR LA VÍA POPULAR
             CANTO DEL MONTARA
            Aquí nairen me aturruga
                             Er Prefeto
               Y la tropa comisaria
                             Viven lejo;
            Re mosquitos y culebras
                            Nara temo;
            Pa lo trigues ta mi troja
                          Cuendo ruecmo...
           Los animales tienen toros
                            Su remerio;
            Sí no hay contra conocía
                           Pa er Gobierno
ER BOGA CHARLATÁN
Maj de repente
         Vire ciecta picúa
Re arto copete.
Me enamoré ar momento
          Re su gacbeza,
Y junto no soplamos
           Entre la ruea,
A bailá un porro,
Y er truján reatrevío
     Me pisó er cobo...
Jesú! Voto a la virgen...
         Poc Santa Rita...!
Se me fueron los cacos:
          Temblé é la ira,
Y ar mismo punto
       Le jice besá er suelo
       Re un solo puño...!
Ar velo así tendío
            Se me botaron
Toitico lo der baile
          Con jierro y palos...
              Yo paré seco
Y jerí y maté un poco,
          Como rocientos...!
Er fullero er Arcarde
         Con una tucba
Vinieron a cojecme;
            Má poc foctuna
Yo ocurto taba,
Rezando, etrá una hojita
           Re lengua e vaca.
Allí duré ejcondío
             Cecca e ros año;
No comiendo otra cosa
              Que er güevo e gato.
                 Repué ete tiempo
Con una ciecta yecba
             Me gorví negro...
No etrañes ete cambio
            Ni re er te burles;
Si quisiera tendría
              Lo sojo azule!
Oye: yo he tao
Una vara rijtante
            Der Paire Santo...!
VII.   PRISCILA HERRERA
       EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
       LA FICCIÓN HISTÓRICA
VII.     PRISCILA HERRERA
        EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
        LA FICCIÓN HISTÓRICA
El vapor de guerra Colombia lanzaba desde la rada bombas incendiarias sobre la
población, y los soldados enemigos, con sus propias manos, arrojaban
combustibles inflamados sobre las casas pajizas del lugar.
Aquella escena digna de los soldados del bárbaro Atila o del feroz Francis Drake
llenó de espanto, de terror a todos los habitantes de la incendiada ciudad.
El viento del nordeste que sopla allí con fuerza era un agente poderoso para
ayudar al enemigo en su obra de destrucción, y con insólita saña lanzaba acá y
allá enrojecidas serpientes de fuego que todo lo abrasaban y calcinaban.
El negro y espeso humo del combate y del incendio, que hacía irrespirable la
atmósfera; el desorden, la confusión, el llanto de las mujeres y de tos niños; los
gritos de horror, los ayes y los lamentos de los heridos, de los valetudinarios, que
veían su casa, único bien que poseían, sola herencia de sus hijos, presa del
destructor incendio, unido todo al estampido del cañón, al aterrador estruendo de
incesantes descargas de fusilería y al toque de “a la carga”, de cornetas y
tambores; hacían de aquel espectáculo infernal, un cuadro digno del pincel del
célebre Breughel D'Enfer.
VII.     PRISCILA HERRERA
       EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
       LA FICCIÓN HISTÓRICA
En medio de tan horrible escena, de tan espantosa confusión, el general L. H.
se replegaba hacia las afueras de la población, batiéndose en retirada y tratando
de conservar en sus filas, muy claras ya, un orden imposible en aquellos
momentos de general desconcierto.
Los restos de aquel ejército tan frío e impasible en el combate, lloraban de
desesperación, al contemplar la destrucción de su querida ciudad. ¡Los justos
también lloraron la ruina de Jerusalén!
Después de diez días de tenaz persecución por parte de los vencedores, y de
una heroica resistencia, digna de los cantos del ciego de Chio, por parte de los
vencidos, el general L. H. fue capturado en el pueblo de San Ángel, solo,
cuando había quemado su último cartucho, y puesto en salvo el resto de sus
valientes compañeros (¡60 hombres!)
VII.     PRISCILA HERRERA
       EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
       LA FICCIÓN HISTÓRICA
Si nuestros gobiernos pensaran seriamente en la civilización del extenso y rico
territorio goajiro, Colombia ganaría mucho en todo sentido. Treinta o cuarenta mil
indios útiles y esforzados aumentarían su población, y la inmensa riqueza que
permanece estancada en aquella península, circularía por sus magníficos puertos,
aumentaría el comercio y colmaría las arcas de la nación; pero desgraciadamente, a
nosotros los colombianos, nos falta tiempo para pensar en las fratricidas guerras
civiles, que sólo sirven para desacreditarnos con las naciones extranjeras, para
empobrecer y barbarizar cada vez más a nuestro propio país y para engendrar odios
y rencores inextinguibles.
 (Herrera, 1937:125)
A la orilla de la laguna, debajo de un bosquecito de palmeras, colocaron las indias
chinchorros, extendieron juncos en el suelo, acercaron algunas piedras, y en grandes
totumas, ollas, cazuelas, unos pocos platos de loza y con poquísimos cubiertos de
estaño y una que otra copa de cristal, sirvieron la abundante comida, compuesta de
muchos trozos asados de ternero y del sabroso ovejo goajiro, pescados, tortuga,
muchos mariscos, ñames, ahuyamas, maíz tostado, panela, frutas, aguardiente, etc.
(Herrera, 1936: 133)
VIII   LUIS CAPELLA TOLEDO (1838 – 1896)
        LA LEYENDA HISTORICA
                        En fin, se dijo después de una larga pausa:
                        esa ley, aunque sea de Indias, debe de tener
                        alguna excepción: ya buscaré el artículo
                        cuando interponga recurso de nulidad. En
                        seguida se retorció el mostacho, se acarició
                        la hermosa barba y gritó con su linda voz:
                        —Esposa en ley, la comida ¡Diablos hace
                        veinticuatro horas que no paso bocado.
                        La india, que se hallaba en esa ocupación,
                        activó cuanto pudo, y a poco sirvió una olla
                        magnífica con plátano, yuca, legumbres y
                        carne de res y marrano.
                        —Sancocho, dijo el español, viendo humear
                        la olla y aspirando tan sabroso olor:
                        ¡lástima que este santo no esté en el
                        calendario! (Capella, 1948: 77)
IX   ABRAHAM ZACARÍAS LÓPEZ PENHA (1865-1927) )
     O LA ENTRADA DEL MODERNISMO EN COLOMBIA

¿Eres hada, eres reina, eres pájaro, eres estrella, eres flor,
eres princesa, señora de un cuento oriental?
Te vi pasar envuelta en ráfagas de imperial armiño,
derramando resplandores de rosa y blanca claridad de astro,
sobre tu nube de luminoso azul, y el príncipe de los dulces
ensueños no iba a tu lado. Y me dije: esta es la virgen reina, la
princesa única, la señora estrella, la señora hada. Ved como
va sola, en la alada carroza triunfal, hacia el rosado imperio
de la aurora.
A.Z.López-Penha, “Abigail” (López-Penha, 1895:41)
X   LUIS CARLOS LÓPEZ (1879 – 1950)
    O EL CUESTIONAMIENTO DEL MODERNISMO
    DESDE EL MODERNISMO

             HONGOS DE LA RIBA II
El alcalde de sucio jipijapa de copa,
ceñido de una banda de seda tricolor,
panzudo a lo Capeto, muy holgada la ropa,
luce por el poblado su perfil de bull-dog.

Hombre de pelo en pecho, rubio como la estopa,
rubrica con la punta de su machete. Y por
la noche cuando toma la lugareña sopa
de tallarines y ajos, se afloja el cinturón.
ÉGLOGA TROPICAL
                                            “¡Qué descansada vida!”
                                                 Fray Luis de León
        ¡Oh sí, qué vida sana
la tuya en este rústico retiro
         donde hay huevos de iguana,
         bollo, arepa y suspiro,
y en donde nadie se ha pegado un tiro!

         De la ciudad podrida
no llega un tufo a tu corral… ¡Qué gratas
        las horas de tu vida,
        pues andas en dos patas,
como un orangután con alpargatas!
No en vano cabeceas
después de un buen ajiaco, en olvido
     total de tus ideas,
     si estás desaborido
bajo un cielo que hoy tiene sarpullido.

       Feliz en tu cabaña,
madrugas con el gallo… ¡Oh, maravillas
     que oculta esta montaña
     de loros y de ardillas,
que tú a veces contemplas en cuclillas!

        Duermes en tosco lecho
de palitroques sin colchón de lana,
     y así tan satisfecho,
     despiertas sin gabana,
refocilado con tu barragana.
XI   MIGUEL RASCH ISLA (1887 – 1953)
     O EL ASOMO DEL CUERPO

INICIACIÓN
Sobre el busto de mármol se contornan los senos,
y apartando con nimias complacencias la bata,
succiono los erguidos pezones de escarlata:
pomos donde se acendran invisibles venenos.

Ella ciñe los muslos, vigorosos y plenos,
donde el sexo apremiado se defiende y recata,
mientras se contorsiona con lujurias de gata,
al roce de mis labios que la exploran obscenos.
A un desmayo de toda su belleza vibrante,
logra mi mano intrusa desligar un instante
de sus piernas esquivas el frenético nudo.

Y de todas mis ansias en el ímpetu ciego,
busco el cáliz virgíneo de su cuerpo desnudo,
y a una lenta tortura de puñales lo entrego.
LA MANZANA DEL EDÉN
En la grata penumbra de la alcoba,
todo indecisamente sumergido,
y ella, desmelenada, en el mullido
y perfumado lecho de caoba.

Tembló mi carne —¡enfebrecida loba!—
y arrobéme en el cuerpo repulido
como en un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba.
Besé con beso deleitoso y sabio,
su palpitante desnudez de luna…
y en insaciada exploración, mi labio

bajó al umbroso edén de los edenes,
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes
Con varios libros a cuestas y no pocas traducciones al y del portugués, con
largos, invernales años, Rash (sic) Isla continúa siendo el poeta de ignorancia
alarmante, insólita, agresiva. Exponente de una pléyade que cree saberlo todo,
descubrirlo todo, en su interior. Que conoció la fatiga del estudio, hace lustros,
en dos cursos de colegio elemental. Que huye de las librerías como el pecador
del confesionario.
Son los autores de nuestra célebre poesía sicológica. Tristeza, orfandad, parcas,
abandono, olvido, ingratitud… Cuidadosa, esmeradamente, ante el público
boquiabierto de estúpida sorpresa, se han construido un elevado monumento,
con la publicación del clisé una vez por semana, cuando más discretos. Con
atinadas reproducciones de las gacetillas, interrumpen a los periodistas para
mostrarles una carta zalamera, sin otro fin que el de obtener un suelto que
recuerde sus nombres gloriosos a la admiración pública.
Suprimidle la propaganda tan inteligentemente manejada. ¿Queda? Romped de
sus libros lo insignificante –habrá trabajo largo-, ¿qué resta?
Manuel García Herreros (1925:124
XIII VICTOR MANUEL GARCÍA HERREROS (1884 – 1950):
    FUNDADOR DEL CUENTO MODERNO
 No se debe escribir para el público, sino para uno mismo, para el solaz, para el
 esparcimiento del autor, que es el mejor crítico de su obra. Escribir para un
 público es conceder, es disminuir la personalidad. El público debe llegar hasta
 donde está el escritor; éste no debe nunca bajar hasta aquél. Se puede, sí,
 escribir para un público que vendrá mucho después de la época en que actuó el
 poeta.
 —No se acerque usted, le picarían las avispas —me advirtió Zora
 — ¿Por qué los santos están así?
 —Es que los toros les embisten y afilan los cuernos en ellos. Como el templo
 está abandonado... (p. 33)
 V.M.García H., “Lejos del mar” (García H., 1936: 46)
  La comida fue animada. El Señor X, cuya exquisita corrección contrastaba con
 la maldad inocultable de sus ojos fosforescentes, no ahorró su palabra; era
 lenta, tranquila, anillada y temible como una serpiente.
En frases salpicadas de sutiles paradojas e ironías desesperantes se burló del
amor, de la gratitud, de las religiones, del genio, de cuanto hay de noble y
bello en la vida.
“El Señor X”, García Herreros (1922: 10)
—¿Quiere usted decirnos su nombre? –le preguntó Norberto, que
principiaba a simpatizar con él.
—No tengo ninguno, porque nada grande he hecho todavía. Hace muchos
años me escapé de mi casa, por huir del abrumante sentido común de mi
padre. (p. 10)
¿Cartagena?... Sí, sí... Es una ciudad interesante —me dijo cogiendo de un
ágil salto la oportunidad de hablar—. Una india gallarda y cautiva que tiene
ansias de horizontes. Las murallas la estrangulan. Me dan la sensación de
una mujer que se asoma al balcón, con locos deseos de saltar, de evadirse,
de huir...
—A mí me gusta —agregó, alarmado ante mi intención de iniciar una nueva
parla—. Es una ciudad seria, recogida. Muchas ciudades le envidian alguno de
sus bienes. Tiene una biblioteca en que abundan los libros viejos, empolvados,
mohosos; allí se hunde uno en el pasado como un buzo en el mar. El pasado, es
cierto, pesa con demasiada fuerza sobre Cartagena. (p. 71
—Usted no puede imaginarse cómo es de apremiante la necesidad que tengo de
casarme. Necesito sosiego, cariño, ayuda. Me duelen ya los pies y me sangran
de tanto andar. Y, no sé qué hacer... Nunca he sabido qué hacer... (p.72).
Tengo una multitud de pequeños deseos que me tiranizan y que largos y
laboriosos años de estudio no han podido enfrenar. Voy tras de mis deseos como
los otros en persecución de la fortuna; me intranquilizan y me cercan de
angustias mientras no consigo satisfacerlos; me nacen inesperada y
violentamente, sobornan a la voluntad, tienen un espíritu primitivo. Inútil
resistirles; si no voy tras de ellos, corriendo, volando, me empujan entonces, y
todo magullado y débil me llevan a la obediencia. Y lo más doloroso es que
estos deseos son pequeños deseos. He enviado a esos hombres que, pobres,
tienen el valor y la constancia para reunir millones; en el colegio, casi sin
comprenderlos, admiraba a los condiscípulos pletóricos de ideales que los
fortalecían en el estudio y los libraban del divagar amable y de todas las
benditas perezas. algunos de ellos son médicos notables hoy, abogados o
políticos. (p. 82)
XIV. GREGORIO CASTAÑEDA ARAGÓN (1884-1960)
    POETA DEL MAR Y NARRADOR DEL REALISMO
    SOCIAL PUERTO DE CRISTÓBAL

           Casas de madera,
           de color.
           Negros.
           Inglés colonial.
           Una estatua
           con cadenas
           en el pedestal.
           Palmeras.
           Colón.
           Cristóbal…
           Aspinwall.
           Canal Zone:
           Panamá.
ENSENADA
Cielo azul
sin una nube.
Mar azul
sin una vela.
   Sólo
la espuma
sobre la arena.
¿Para qué buscaría compañera? No se sentía capaz
de querer bien a una mujer. Hasta experimentaba
cierto miedo de sus brazos, que consideraba
peligrosos. El mar era mejor. Más firme en sus
cariños. Más consolador. Y en cuanto a belleza,
¿qué encanto sería comparable al de las olas, que
tienen talle y andares femeninos, y caricias de una
sutileza inolvidable? ¿Qué tienen una palabra
buena y una canción para toda mala hora, y que le
arrullaban como a un niño y le besaban en la cara
con sus labios siempre jóvenes y frescos?
Julián apreciaba en su amor hasta los detalles de
coquetería, y sabía distinguir el tono de los trajes
con que gustaba de darle fiesta a sus ojos de
enamorado. Por las mañanas, por ejemplo, veía a
su amada aparecérsele bajo ligera y voluptuosa
túnica de gasas, como si acabara de abandonar la
alcoba de las nupcias; a mediodía la admiraba en
su armonioso traje azul con níveas bordaduras de
espuma, tan impalpables que sólo manos
encantadas habían podido tejerlas en un claustro
submarino de monjas divinidades; en la tarde
vestíase ella un ambiguo vestido entre gris perla y
negro pálido, con severas coloraciones de
crepúsculo; y por la noche se ataviaba con un
peplo oscuro de cambiantes matices, coronábase
de estrellas como una reina, y hasta solía
prenderse     en   el   cabello,   por    capricho
comprensible, el peinetón fastuoso y muy manolo
de la luna.

                       De “Náufragos de la tierra”
El Ministerio, oscuro, tenía sus oficinas en un
   antiguo edificio de religiosos del hábito de
   San Francisco. Era un caserón de antaño con
   prolongados porches sombríos en cuya
   penumbra anidaban las cornejas y las
   golondrinas. Sombrosos árboles viejos
   lloraban sus hojas en los patios de sosegada
   tristeza, y sobre los tejados negruzcos, en los
   aleros medio dormidos, crecían los hierbajos
   húmedos y se amparaba el verdín con sus
   manchas historiadas.
                                     De “Zamora”
XV. JOSÉ FÉLIX FUENMAYOR (1885 -1966)
      NOVELISTA

No me burlo. En mis palabras véanse, si se quiere,
  juegos de lenguaje, pero no indicios de ceguera de
  entendimiento.
Prohíbo como médico, las lamentaciones y las
  rabietas. Son perniciosas       para la salud”;
  ”Empuñemos el escobajo y demos un limpión a la
  cabeza sucia de telarañas románticas. No
  convirtamos el dolor en orgía negra. No nos
  restreguemos mucho a las penas morales, porque
  puede asaltar la locura.
           De Cosme (1927)
Una crítica a Cosme:

Y no se necesita ser obispo para prohibir la lectura
de “Cosme”; se necesita cierto sentimiento de arte
para que una vez leída la obra deje la sensación de
que no ha debido leerse por respeto al autor que
quizá haya sido el primer arrepentido de ella, puesto
que revela en algunos pasajes ser un espíritu
educado para más altos fines y poseedor de
condiciones que lo harían surgir, si acometiera obras
más acordes con la aspiración de quien busca en la
lectura el reflejo de la naturaleza, es verdad, pero no
en sus más bajas necesidades y en sus momentos
nauseabundos.
XVI. OSCAR DELGADO (1910 – 1937)
       LAS SUTILEZAS DEL SIMBOLISMO
AÑORANZAS DEL RETABLO ESTIVAL
III LA NOCHE

Convertida por afán eglógico de sus habitantes
en angostos bosques de arbustos
teñidos por una liviana floración de papeles alegres,
las calles gozosas entran al murmullo de la noche
pobladas de faroles rústicos
que tiemblan en el ramaje como brillantes frutas de colores.
La noche navideña
balancea en el chinchorro de candelas de la cumbia
su desnudez enjoyada de constelaciones rurales.
Unos tambores alimentan el vértigo del vestuario campesino,
que desarrolla su cromática exuberancia
sincronizada por el abanico melódico de los acordeones.
LA VIRGEN MORENA
Nocturnas trenzas
onduladas por la recia vocación de los bejucos
que fortalecen el rancho nativo;
pupilas tostadas
por el viento oloroso que agiliza la fecunda lejanía
de los maizales;
brazos disciplinados
en la gimnasia de los cántaros rítmicos
para el duro ritmo de la maternidad.
Voz vegetal
como la risa de las mazorcas,
piel profunda
como la tiniebla líquida de los estanques montañeros;
la virgen morena,
sembrada en el centro del retablo estival,
conforta la ambición paterna de aquellos hombres
nutridos por el ácido misticismo de la tierra.
XVII.     JORGE ARTEL (1909-1994)
          LA PARÁBOLA DEL RETORNO


BULLERENGUE
Si yo fuera tambó,
mi negra,
sonara na má pa ti,
pa ti, mi negra, pa ti.

Si maraca fuera yo,
sonara sólo pa ti,
pa ti maraca y tambó,
pa ti, mi negra, pa ti.

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  • 1. DE JUAN JOSÉ NIETO AL PREMIO NOBEL (Parte 1 de 2) LA LITERATURA DEL CARIBE COLOMBIANO EN LAS LETRAS NACIONALES Por ARIEL CASTILLO MIER Universidad del Atlántico
  • 2. DE JUAN JOSÉ NIETO AL PREMIO NOBEL
  • 3. I. CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y EL DESCUBRIMIENTO DE UN CONTINENTE LITERARIO SUMERGIDO Vargas Llosa, Mario (1971), García Márquez. Historia de un deicidio, Barral, Barcelona. Rufinelli, Jorge (1974), “Gabriel García Márquez y el grupo de Barranquilla”, Crítica en Marcha, Premia, México, 1979: 46-54 Rama, Ángel (1975), Primeros cuentos de diez maestros latinoamericanos, Planeta, Barcelona. Menton, Seymour (1975) “Respirando el verano, fuente colombiana de Cien años de soledad”, Revista Iberoamericana, XLI, 1975: 203-217 Gilard, Jacques (1976), GM, le groupe de Barranquilla et Faulkner, Caravelle, 27: 159-170
  • 4. I. CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y EL DESCUBRIMIENTO DE UN CONTINENTE LITERARIO SUMERGIDO ------- (1981) “Historia de Crónica 1ª Parte”, Gaceta Colcultura 35: 24-32 ------- (1981 a) “Historia de Crónica 2ª Parte”, Gaceta Colcultura 36: 21-32 ------- (1983) "El grupo de Barranquilla y la renovación del cuento colombiano", Lectura crítica de la literatura americana Tomo IV, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1997: 36-53 ------- (1985) “El grupo de Barranquilla”, Revista Iberoamericana, 128-129 (1984): 905-935 Rama, Ángel (1991), Edificación de un arte nacional y popular. La narrativa de Gabriel García Márquez. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá
  • 5. II. EL DESARROLLO DE UN PROGRAMA POETICO ALOCUCIÓN A LA POESÍA EN QUE SE INTRODUCEN LAS ALABANZAS DE LOS PUEBLOS E INDIVIDUOS AMERICANOS QUE MÁS SE HAN DISTINGUIDO EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA. FRAGMENTOS DE UN POEMA INÉDITO TITULADO AMÉRICA. Divina Poesía Tiempo es que dejes ya la culta Europa Que tu nativa rustiquez desama, Y dirijas el vuelo adonde te abre El mundo de Colón su grande escena Andrés Bello (1823)
  • 6. II. EL DESARROLLO DE UN PROGRAMA POETICO
  • 7. III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830), EL ADELANTADO La Hamaca (fragmentos) Suspendida entre puertas, en medio de la sala, ¡qué cama tan suave, tan fresca y regalada! Cuando el sol con sus rayos ardiente nos abrasa, ¿de qué sirven las plumas ni las mullidas camas?
  • 8. III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830), EL ADELANTADO Meciéndome en el aire, sobre mi cuerpo pasa la brisa del oriente que me refresca el alma. De aquí descubro el campo, la bóveda azulada, y la ciudad inquieta, y el mar que fiero brama.
  • 9. III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830), EL ADELANTADO Los primeros, sin duda, que inventaron la hamaca fueron los indios, gente dulce, benigna y mansa: la hamaca agradecida consuela sus desgracias, los recibe en su seno, los duerme y los halaga.
  • 10. III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830), EL ADELANTADO Mi hamaca es un tesoro, es mi mejor alhaja; a la ciudad, al campo siempre ella me acompaña. ¿Oh, prodigio de la industria! cuando no encuentro casa, la cuelgo de dos troncos, y allí está mi posada.
  • 11. IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866), FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA “La diferencia debe establecerse entre la ignorancia y el saber, pero no de un hombre a otro, cuando en todos la naturaleza es la misma” (Nieto, 1844:40)
  • 12. IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866), FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA “La diferencia debe “Si nacimos bárbaros, establecerse entre la déjanos sin una ignorancia y el saber, civilización que provee de pero no de un hombre a tantos medios poderosos otro, cuando en todos la para subyugar al débil” naturaleza es la misma” (Nieto, 1844:57) (Nieto, 1844:40)
  • 13. IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866), FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA Sab (Gertrudis Gómez de Avellaneda, 1841) Cuba Amalia (José Mármol,1851 ) Argentina O Guaraní (José de Alentar, 1857) Brasil Martín Rivas (Alberto Blest Gana, 1863) Chile Iracema (José de alentar, 1865) Brasil María (Jorge Isaacs, 1867) Colombia Enriquillo (Manuel de Jesús Galván, 1882) República Dominicana Cecilia Valdés (Cirilo Villaverde, 1882) Cuba Cumandá (Juan León Mera, 1887) Ecuador Tabaré (Juan Zorrilla de San Martín, 1888) Uruguay El Zarco (Ignacio Altamirano, 1888) México Aves sin nido (Clorinda Matto de Turner, 1889) Perú La vorágine (José Eustasio Rivera,1924) Colombia Doña Bárbara (Rómulo Gallegos, 1929) Venezuela Las memorias de Mamá Blanca (Teresa de la Parra, 1929) Venezuela
  • 14. IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866), FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA
  • 15.
  • 16. V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888), LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO “AL MAGDALENA” No en tus corrientes nada el albo cisne sólo armonioso en pobres alabanzas; pero atraviesan tu raudoso curso enormes tigres y robustas danzas; cadáveres de cedros centenarios tus varoniles olas arrebatan, como del techo del pastor humilde las tempestades la ligera paja. ¿Qué fuera aquí la fábula difunta de las ninfas de Grecia afeminada, al lado del tremendo cocodrilo que sonda los misterios de tus aguas?
  • 17. V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888), LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO ¡Oh! Qué serían sátiros y faunos bailando al son de femeniles flautas, sobre la arena que al caimán da vida en tus ardientes y desiertas playas!... ¡Ah! Qué sería cerca de los bogas que rebatiendo las calludas palmas, en el silencio de solemne noche, en derredor de las hogueras danzan, acompasados al rumor confuso de tus mugientes y espumosas aguas, que acaso llega a interrumpir no lejos del ronco tigre seca la garganta!...
  • 18. V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888), LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO Yo los he visto en una oscura noche dando a los aires la robusta espalda, sobre la arena que marcado habían de las tortugas la penosa marcha, y del caimán la formidable cola, y de los tigres la terrible garra. Yo los he visto en derredor del fuego danzar al eco de sonora gaita, mientras silbaba el huracán del Norte sobre tus olas con sañuda rabia.
  • 19. V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888), LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO Yo los he visto juntos a la hoguera cavar ansiosos tus arenas blandas, y en sus entrañas despreciar el lecho del más pomposo femenil monarca. Aún me figuro que sus rostros veo del trémulo relámpago a la llama, con los ojos cerrados, cual si fueran los despojos de un campo de batalla. No muy lejos de allí, menos salvaje, sobre tu arena inculta y abrasada, el caimán abandona tus corrientes y junto al boga, sin temor, descansa. De Poesía
  • 20. V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888), LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO er sarvaje que nosotros vimos, era más negro que una olla vieja, con cada pelo en todo er cuerpo que parecía un sajino, er pelo espeso y tan largo que le bajaba hasta los pies, con los deos que los tenía para atrás, y los talones pa adelante, así como las espuelas de un gallo: tenía los dientes más blancos y largos que los del ñeque: los ojos de candela, y hablaba una conversa horrible, meneando un rabo lleno de unas cerdas ralas y más tiesas que el alambre con que se pescan los sábalos (363) De La maldición DE MANUEL MARIA MADIEDO (1815-1888)
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  • 22. VI. CANDELARIO OBESO (1849 - 1884), O LA AUTONOMÍA EXPRESIVA POR LA VÍA POPULAR “en la poesía popular hay y hubo siempre, sin las ventajas filosóficas, una obra copiosa de delicado sentimiento, y mucha inapreciable joya de imágenes bellísimas. Así tengo para mí que es no sólo cultivándola con el esmero requerido como alcanzan las naciones a fundar su verdadera positiva literatura” “pronto se calmará el furor de imitación, tan triste, que tanto ha retrasado el ensanche de las letras hispanoamericanas”. CANDELARIO OBESO (1849 – 1884)
  • 23. VI. CANDELARIO OBESO (1849 - 1884), O LA AUTONOMÍA EXPRESIVA POR LA VÍA POPULAR CANTO DEL MONTARA Aquí nairen me aturruga Er Prefeto Y la tropa comisaria Viven lejo; Re mosquitos y culebras Nara temo; Pa lo trigues ta mi troja Cuendo ruecmo... Los animales tienen toros Su remerio; Sí no hay contra conocía Pa er Gobierno
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  • 25. ER BOGA CHARLATÁN Maj de repente Vire ciecta picúa Re arto copete. Me enamoré ar momento Re su gacbeza, Y junto no soplamos Entre la ruea, A bailá un porro, Y er truján reatrevío Me pisó er cobo... Jesú! Voto a la virgen... Poc Santa Rita...! Se me fueron los cacos: Temblé é la ira, Y ar mismo punto Le jice besá er suelo Re un solo puño...!
  • 26. Ar velo así tendío Se me botaron Toitico lo der baile Con jierro y palos... Yo paré seco Y jerí y maté un poco, Como rocientos...! Er fullero er Arcarde Con una tucba Vinieron a cojecme; Má poc foctuna Yo ocurto taba, Rezando, etrá una hojita Re lengua e vaca.
  • 27. Allí duré ejcondío Cecca e ros año; No comiendo otra cosa Que er güevo e gato. Repué ete tiempo Con una ciecta yecba Me gorví negro... No etrañes ete cambio Ni re er te burles; Si quisiera tendría Lo sojo azule! Oye: yo he tao Una vara rijtante Der Paire Santo...!
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  • 30. VII. PRISCILA HERRERA EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE LA FICCIÓN HISTÓRICA
  • 31. VII. PRISCILA HERRERA EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE LA FICCIÓN HISTÓRICA El vapor de guerra Colombia lanzaba desde la rada bombas incendiarias sobre la población, y los soldados enemigos, con sus propias manos, arrojaban combustibles inflamados sobre las casas pajizas del lugar. Aquella escena digna de los soldados del bárbaro Atila o del feroz Francis Drake llenó de espanto, de terror a todos los habitantes de la incendiada ciudad. El viento del nordeste que sopla allí con fuerza era un agente poderoso para ayudar al enemigo en su obra de destrucción, y con insólita saña lanzaba acá y allá enrojecidas serpientes de fuego que todo lo abrasaban y calcinaban. El negro y espeso humo del combate y del incendio, que hacía irrespirable la atmósfera; el desorden, la confusión, el llanto de las mujeres y de tos niños; los gritos de horror, los ayes y los lamentos de los heridos, de los valetudinarios, que veían su casa, único bien que poseían, sola herencia de sus hijos, presa del destructor incendio, unido todo al estampido del cañón, al aterrador estruendo de incesantes descargas de fusilería y al toque de “a la carga”, de cornetas y tambores; hacían de aquel espectáculo infernal, un cuadro digno del pincel del célebre Breughel D'Enfer.
  • 32. VII. PRISCILA HERRERA EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE LA FICCIÓN HISTÓRICA En medio de tan horrible escena, de tan espantosa confusión, el general L. H. se replegaba hacia las afueras de la población, batiéndose en retirada y tratando de conservar en sus filas, muy claras ya, un orden imposible en aquellos momentos de general desconcierto. Los restos de aquel ejército tan frío e impasible en el combate, lloraban de desesperación, al contemplar la destrucción de su querida ciudad. ¡Los justos también lloraron la ruina de Jerusalén! Después de diez días de tenaz persecución por parte de los vencedores, y de una heroica resistencia, digna de los cantos del ciego de Chio, por parte de los vencidos, el general L. H. fue capturado en el pueblo de San Ángel, solo, cuando había quemado su último cartucho, y puesto en salvo el resto de sus valientes compañeros (¡60 hombres!)
  • 33. VII. PRISCILA HERRERA EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE LA FICCIÓN HISTÓRICA Si nuestros gobiernos pensaran seriamente en la civilización del extenso y rico territorio goajiro, Colombia ganaría mucho en todo sentido. Treinta o cuarenta mil indios útiles y esforzados aumentarían su población, y la inmensa riqueza que permanece estancada en aquella península, circularía por sus magníficos puertos, aumentaría el comercio y colmaría las arcas de la nación; pero desgraciadamente, a nosotros los colombianos, nos falta tiempo para pensar en las fratricidas guerras civiles, que sólo sirven para desacreditarnos con las naciones extranjeras, para empobrecer y barbarizar cada vez más a nuestro propio país y para engendrar odios y rencores inextinguibles. (Herrera, 1937:125) A la orilla de la laguna, debajo de un bosquecito de palmeras, colocaron las indias chinchorros, extendieron juncos en el suelo, acercaron algunas piedras, y en grandes totumas, ollas, cazuelas, unos pocos platos de loza y con poquísimos cubiertos de estaño y una que otra copa de cristal, sirvieron la abundante comida, compuesta de muchos trozos asados de ternero y del sabroso ovejo goajiro, pescados, tortuga, muchos mariscos, ñames, ahuyamas, maíz tostado, panela, frutas, aguardiente, etc. (Herrera, 1936: 133)
  • 34. VIII LUIS CAPELLA TOLEDO (1838 – 1896) LA LEYENDA HISTORICA En fin, se dijo después de una larga pausa: esa ley, aunque sea de Indias, debe de tener alguna excepción: ya buscaré el artículo cuando interponga recurso de nulidad. En seguida se retorció el mostacho, se acarició la hermosa barba y gritó con su linda voz: —Esposa en ley, la comida ¡Diablos hace veinticuatro horas que no paso bocado. La india, que se hallaba en esa ocupación, activó cuanto pudo, y a poco sirvió una olla magnífica con plátano, yuca, legumbres y carne de res y marrano. —Sancocho, dijo el español, viendo humear la olla y aspirando tan sabroso olor: ¡lástima que este santo no esté en el calendario! (Capella, 1948: 77)
  • 35. IX ABRAHAM ZACARÍAS LÓPEZ PENHA (1865-1927) ) O LA ENTRADA DEL MODERNISMO EN COLOMBIA ¿Eres hada, eres reina, eres pájaro, eres estrella, eres flor, eres princesa, señora de un cuento oriental? Te vi pasar envuelta en ráfagas de imperial armiño, derramando resplandores de rosa y blanca claridad de astro, sobre tu nube de luminoso azul, y el príncipe de los dulces ensueños no iba a tu lado. Y me dije: esta es la virgen reina, la princesa única, la señora estrella, la señora hada. Ved como va sola, en la alada carroza triunfal, hacia el rosado imperio de la aurora. A.Z.López-Penha, “Abigail” (López-Penha, 1895:41)
  • 36. X LUIS CARLOS LÓPEZ (1879 – 1950) O EL CUESTIONAMIENTO DEL MODERNISMO DESDE EL MODERNISMO HONGOS DE LA RIBA II El alcalde de sucio jipijapa de copa, ceñido de una banda de seda tricolor, panzudo a lo Capeto, muy holgada la ropa, luce por el poblado su perfil de bull-dog. Hombre de pelo en pecho, rubio como la estopa, rubrica con la punta de su machete. Y por la noche cuando toma la lugareña sopa de tallarines y ajos, se afloja el cinturón.
  • 37. ÉGLOGA TROPICAL “¡Qué descansada vida!” Fray Luis de León ¡Oh sí, qué vida sana la tuya en este rústico retiro donde hay huevos de iguana, bollo, arepa y suspiro, y en donde nadie se ha pegado un tiro! De la ciudad podrida no llega un tufo a tu corral… ¡Qué gratas las horas de tu vida, pues andas en dos patas, como un orangután con alpargatas!
  • 38. No en vano cabeceas después de un buen ajiaco, en olvido total de tus ideas, si estás desaborido bajo un cielo que hoy tiene sarpullido. Feliz en tu cabaña, madrugas con el gallo… ¡Oh, maravillas que oculta esta montaña de loros y de ardillas, que tú a veces contemplas en cuclillas! Duermes en tosco lecho de palitroques sin colchón de lana, y así tan satisfecho, despiertas sin gabana, refocilado con tu barragana.
  • 39. XI MIGUEL RASCH ISLA (1887 – 1953) O EL ASOMO DEL CUERPO INICIACIÓN Sobre el busto de mármol se contornan los senos, y apartando con nimias complacencias la bata, succiono los erguidos pezones de escarlata: pomos donde se acendran invisibles venenos. Ella ciñe los muslos, vigorosos y plenos, donde el sexo apremiado se defiende y recata, mientras se contorsiona con lujurias de gata, al roce de mis labios que la exploran obscenos.
  • 40. A un desmayo de toda su belleza vibrante, logra mi mano intrusa desligar un instante de sus piernas esquivas el frenético nudo. Y de todas mis ansias en el ímpetu ciego, busco el cáliz virgíneo de su cuerpo desnudo, y a una lenta tortura de puñales lo entrego.
  • 41. LA MANZANA DEL EDÉN En la grata penumbra de la alcoba, todo indecisamente sumergido, y ella, desmelenada, en el mullido y perfumado lecho de caoba. Tembló mi carne —¡enfebrecida loba!— y arrobéme en el cuerpo repulido como en un jazminero florecido una alimaña pérfida se arroba.
  • 42. Besé con beso deleitoso y sabio, su palpitante desnudez de luna… y en insaciada exploración, mi labio bajó al umbroso edén de los edenes, mientras sus piernas me formaban una corona de impudor sobre las sienes
  • 43. Con varios libros a cuestas y no pocas traducciones al y del portugués, con largos, invernales años, Rash (sic) Isla continúa siendo el poeta de ignorancia alarmante, insólita, agresiva. Exponente de una pléyade que cree saberlo todo, descubrirlo todo, en su interior. Que conoció la fatiga del estudio, hace lustros, en dos cursos de colegio elemental. Que huye de las librerías como el pecador del confesionario. Son los autores de nuestra célebre poesía sicológica. Tristeza, orfandad, parcas, abandono, olvido, ingratitud… Cuidadosa, esmeradamente, ante el público boquiabierto de estúpida sorpresa, se han construido un elevado monumento, con la publicación del clisé una vez por semana, cuando más discretos. Con atinadas reproducciones de las gacetillas, interrumpen a los periodistas para mostrarles una carta zalamera, sin otro fin que el de obtener un suelto que recuerde sus nombres gloriosos a la admiración pública. Suprimidle la propaganda tan inteligentemente manejada. ¿Queda? Romped de sus libros lo insignificante –habrá trabajo largo-, ¿qué resta? Manuel García Herreros (1925:124
  • 44. XIII VICTOR MANUEL GARCÍA HERREROS (1884 – 1950): FUNDADOR DEL CUENTO MODERNO No se debe escribir para el público, sino para uno mismo, para el solaz, para el esparcimiento del autor, que es el mejor crítico de su obra. Escribir para un público es conceder, es disminuir la personalidad. El público debe llegar hasta donde está el escritor; éste no debe nunca bajar hasta aquél. Se puede, sí, escribir para un público que vendrá mucho después de la época en que actuó el poeta. —No se acerque usted, le picarían las avispas —me advirtió Zora — ¿Por qué los santos están así? —Es que los toros les embisten y afilan los cuernos en ellos. Como el templo está abandonado... (p. 33) V.M.García H., “Lejos del mar” (García H., 1936: 46) La comida fue animada. El Señor X, cuya exquisita corrección contrastaba con la maldad inocultable de sus ojos fosforescentes, no ahorró su palabra; era lenta, tranquila, anillada y temible como una serpiente.
  • 45. En frases salpicadas de sutiles paradojas e ironías desesperantes se burló del amor, de la gratitud, de las religiones, del genio, de cuanto hay de noble y bello en la vida. “El Señor X”, García Herreros (1922: 10) —¿Quiere usted decirnos su nombre? –le preguntó Norberto, que principiaba a simpatizar con él. —No tengo ninguno, porque nada grande he hecho todavía. Hace muchos años me escapé de mi casa, por huir del abrumante sentido común de mi padre. (p. 10) ¿Cartagena?... Sí, sí... Es una ciudad interesante —me dijo cogiendo de un ágil salto la oportunidad de hablar—. Una india gallarda y cautiva que tiene ansias de horizontes. Las murallas la estrangulan. Me dan la sensación de una mujer que se asoma al balcón, con locos deseos de saltar, de evadirse, de huir...
  • 46. —A mí me gusta —agregó, alarmado ante mi intención de iniciar una nueva parla—. Es una ciudad seria, recogida. Muchas ciudades le envidian alguno de sus bienes. Tiene una biblioteca en que abundan los libros viejos, empolvados, mohosos; allí se hunde uno en el pasado como un buzo en el mar. El pasado, es cierto, pesa con demasiada fuerza sobre Cartagena. (p. 71 —Usted no puede imaginarse cómo es de apremiante la necesidad que tengo de casarme. Necesito sosiego, cariño, ayuda. Me duelen ya los pies y me sangran de tanto andar. Y, no sé qué hacer... Nunca he sabido qué hacer... (p.72). Tengo una multitud de pequeños deseos que me tiranizan y que largos y laboriosos años de estudio no han podido enfrenar. Voy tras de mis deseos como los otros en persecución de la fortuna; me intranquilizan y me cercan de angustias mientras no consigo satisfacerlos; me nacen inesperada y violentamente, sobornan a la voluntad, tienen un espíritu primitivo. Inútil resistirles; si no voy tras de ellos, corriendo, volando, me empujan entonces, y todo magullado y débil me llevan a la obediencia. Y lo más doloroso es que estos deseos son pequeños deseos. He enviado a esos hombres que, pobres, tienen el valor y la constancia para reunir millones; en el colegio, casi sin comprenderlos, admiraba a los condiscípulos pletóricos de ideales que los fortalecían en el estudio y los libraban del divagar amable y de todas las benditas perezas. algunos de ellos son médicos notables hoy, abogados o políticos. (p. 82)
  • 47. XIV. GREGORIO CASTAÑEDA ARAGÓN (1884-1960) POETA DEL MAR Y NARRADOR DEL REALISMO SOCIAL PUERTO DE CRISTÓBAL Casas de madera, de color. Negros. Inglés colonial. Una estatua con cadenas en el pedestal. Palmeras. Colón. Cristóbal… Aspinwall. Canal Zone: Panamá.
  • 48. ENSENADA Cielo azul sin una nube. Mar azul sin una vela. Sólo la espuma sobre la arena.
  • 49. ¿Para qué buscaría compañera? No se sentía capaz de querer bien a una mujer. Hasta experimentaba cierto miedo de sus brazos, que consideraba peligrosos. El mar era mejor. Más firme en sus cariños. Más consolador. Y en cuanto a belleza, ¿qué encanto sería comparable al de las olas, que tienen talle y andares femeninos, y caricias de una sutileza inolvidable? ¿Qué tienen una palabra buena y una canción para toda mala hora, y que le arrullaban como a un niño y le besaban en la cara con sus labios siempre jóvenes y frescos? Julián apreciaba en su amor hasta los detalles de coquetería, y sabía distinguir el tono de los trajes con que gustaba de darle fiesta a sus ojos de enamorado. Por las mañanas, por ejemplo, veía a su amada aparecérsele bajo ligera y voluptuosa
  • 50. túnica de gasas, como si acabara de abandonar la alcoba de las nupcias; a mediodía la admiraba en su armonioso traje azul con níveas bordaduras de espuma, tan impalpables que sólo manos encantadas habían podido tejerlas en un claustro submarino de monjas divinidades; en la tarde vestíase ella un ambiguo vestido entre gris perla y negro pálido, con severas coloraciones de crepúsculo; y por la noche se ataviaba con un peplo oscuro de cambiantes matices, coronábase de estrellas como una reina, y hasta solía prenderse en el cabello, por capricho comprensible, el peinetón fastuoso y muy manolo de la luna. De “Náufragos de la tierra”
  • 51. El Ministerio, oscuro, tenía sus oficinas en un antiguo edificio de religiosos del hábito de San Francisco. Era un caserón de antaño con prolongados porches sombríos en cuya penumbra anidaban las cornejas y las golondrinas. Sombrosos árboles viejos lloraban sus hojas en los patios de sosegada tristeza, y sobre los tejados negruzcos, en los aleros medio dormidos, crecían los hierbajos húmedos y se amparaba el verdín con sus manchas historiadas. De “Zamora”
  • 52. XV. JOSÉ FÉLIX FUENMAYOR (1885 -1966) NOVELISTA No me burlo. En mis palabras véanse, si se quiere, juegos de lenguaje, pero no indicios de ceguera de entendimiento. Prohíbo como médico, las lamentaciones y las rabietas. Son perniciosas para la salud”; ”Empuñemos el escobajo y demos un limpión a la cabeza sucia de telarañas románticas. No convirtamos el dolor en orgía negra. No nos restreguemos mucho a las penas morales, porque puede asaltar la locura. De Cosme (1927)
  • 53. Una crítica a Cosme: Y no se necesita ser obispo para prohibir la lectura de “Cosme”; se necesita cierto sentimiento de arte para que una vez leída la obra deje la sensación de que no ha debido leerse por respeto al autor que quizá haya sido el primer arrepentido de ella, puesto que revela en algunos pasajes ser un espíritu educado para más altos fines y poseedor de condiciones que lo harían surgir, si acometiera obras más acordes con la aspiración de quien busca en la lectura el reflejo de la naturaleza, es verdad, pero no en sus más bajas necesidades y en sus momentos nauseabundos.
  • 54. XVI. OSCAR DELGADO (1910 – 1937) LAS SUTILEZAS DEL SIMBOLISMO AÑORANZAS DEL RETABLO ESTIVAL III LA NOCHE Convertida por afán eglógico de sus habitantes en angostos bosques de arbustos teñidos por una liviana floración de papeles alegres, las calles gozosas entran al murmullo de la noche pobladas de faroles rústicos que tiemblan en el ramaje como brillantes frutas de colores. La noche navideña balancea en el chinchorro de candelas de la cumbia su desnudez enjoyada de constelaciones rurales. Unos tambores alimentan el vértigo del vestuario campesino, que desarrolla su cromática exuberancia sincronizada por el abanico melódico de los acordeones.
  • 55. LA VIRGEN MORENA Nocturnas trenzas onduladas por la recia vocación de los bejucos que fortalecen el rancho nativo; pupilas tostadas por el viento oloroso que agiliza la fecunda lejanía de los maizales; brazos disciplinados en la gimnasia de los cántaros rítmicos para el duro ritmo de la maternidad. Voz vegetal como la risa de las mazorcas, piel profunda como la tiniebla líquida de los estanques montañeros; la virgen morena, sembrada en el centro del retablo estival, conforta la ambición paterna de aquellos hombres nutridos por el ácido misticismo de la tierra.
  • 56. XVII. JORGE ARTEL (1909-1994) LA PARÁBOLA DEL RETORNO BULLERENGUE Si yo fuera tambó, mi negra, sonara na má pa ti, pa ti, mi negra, pa ti. Si maraca fuera yo, sonara sólo pa ti, pa ti maraca y tambó, pa ti, mi negra, pa ti.