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Humanas en Contexto 2
Revista de Egresadas y Egresados
ISSN 2357-6200
Rector
Ignacio Mantilla Prada
Vicerrector de sede
Diego Fernando Hernández
Director de Bienestar Sede
Bogotá
Oscar Oliveros Garay
Decano Facultad de Ciencias
Humanas
Ricardo Sánchez Ángel
Directora de Bienestar Facultad
Ciencias Humanas
Myriam Susana Barrera Lobatón
Coordinador Programa de
Egresados Facultad de Ciencias
Humanas
Edier Gustavo Quijano Hernández
Coordinador Programa de
Egresados sede Bogotá
Hugo Pardo Acosta
Comité editorial
Myriam Susana Barrera Lobatón
Edier Gustavo Quijano Hernández
Andrea Montes Rodríguez
Luis Alfredo Sánchez Ruiz
Camilo Giraldo Cañas
Maryuri Alejandra Figueroa
Jenny Carolina Bachiller Zúñiga
Corrección de estilo
Daniel Arturo Jiménez Casas
Colaboradores
Myriam Esther Arévalo Pedraza
Adriana Milena Rivera Fonseca
Imagen de portada
Protestas Estudiantiles de los años
70’s. Foto del egresado. Carlos
Arango
Diagramación
Rubén Dario Ortiz Gonzalez
Contacto
egresados_fchbog@unal.edu.co
Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos
autores y la Universidad Nacional de Colombia no se compromete directamente con la
opinión que estos pueden suscitar.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
Sumario
Artículos
5	Presentación
Coordinación Programa de Egresados
Facultad de Ciencias Humanas.
6	 Un Análisis Sociológico, de la Experiencia como
Socióloga
Gabriela Sandoval Montoya
11	 “Civilización” y naturaleza: principales
impactos del crecimiento demográfico y
espacial de Bogotá sobre la sabana y los cerros
orientales (1850 – 1930).
Sergio Yesid Sandoval Díaz*
25	 El Sócrates de Hannah Arendt:
Sobre la actividad del pensamiento
Fernando Forero Pineda
38	 Percepciones de estudiantes del centro
histórico de Bogotá; de la inexistencia
territorial a la configuración de una identidad
con el territorio
Javier Enrique Aguilar Galindo
62	 Trayectorias e imaginarios sociales de estado
y ciudadanía de los excombatientes de la
localidad de san Cristóbal, en el marco del
proceso que adelanta la Agencia Colombiana
para la Reintegración social y económica de
personas y grupos alzados en armas.
Sandra Milena Céspedes Melo
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
Sumario
Ensayos
89	 Libertad, justicia y felicidad en “Divorcio en
buda” de Sandor Marai
Juan Carlos Hernandez Palencia“
101	 Especie en vía de extinción
Fanny Alicia Carrillo Franco
109	 La crisis educativa en Colombia: un análisis
desde las instituciones sociales
Andrés Tabla Rico
119	 Las Residencias: ensayo fotográfico sobre el
fin de una época
Juan Camilo Cuéllar Mantilla
129	 Pertinencia de las Pedagogías Críticas en la
Construcción de la Paz en Colombia.
Sergio Fabián Lizarazo-Vega
138	 Psicología y Conflicto Armado en Colombia
Oscar Gilberto Hernández.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
5
PRESENTACIÓN
Presentación
Coordinación Programa de Egresados
Facultad de Ciencias Humanas.
La Revista de Egresados “Humanas en Contexto” en su versión número 2
busca continuar el interés de los Egresados y Egresadas de la Facultad de
Ciencias Humanas por generar un material en el que se plasmen las ideas,
las inquietudes académicas , los eventos representativos y, en general, las
experiencias que acompañan el ejercicio profesional de los egresados de la
Facultad.
Creemos que este material contribuiría en el desarrollo de espacios de in-
tegración, que motivarían el potencial académico, cultural y literario de los
Egresados de la Facultad de Ciencias Humanas, al mismo tiempo en el que
se fortalecería el compromiso y la identificación con una revista que les
represente.
De esta manera desde la Dirección de Bienestar Universitario y el Programa
de Egresados de la Facultad de Ciencias Humanas, extendemos la invitación
a todos nuestros egresados, para que hagan parte y se comprometan en esta
su revista y nos ayuden a consolidar la “Revista de Egresados”
Coordinación Programa de Egresados. Facultad Ciencias Humanas
egresados_fchbog@unal.edu.co
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
6
Un Análisis Sociológico, de la Experiencia como
Socióloga
Gabriela Sandoval Montoya1
He tenido la oportunidad de trabajar en las cinco regiones de nuestro país,
(Orinoquía, Amazonía, Pacífico, Caribe y Andina) Cada una de ellas me ha
permitido ampliar el conocimiento de nuestro bello país, a pesar de ser tan
difícil de entender, cada región y su población tiene sus diferencias y simili-
tudes, que facilitan la acumulación de información que cuando se llega a un
punto o a cierta edad, se quiere compartir con los demás colegas (futuros y
contemporáneos) y hacer una publicación sobre el tema pero a veces no se
tienen las palabras o las herramientas adecuadas para publicarlas o se tiene
el imaginario que para lograrlo se necesita de muchos recursos, sin embargo
no quiero perder la oportunidad de hacerlo en esta emisión espero cumplir
los mínimos para que sea publicada, a través de este medio de comunicación:
La revista de sociología para egresados construida por nuestra alma mater
La Nacho para compartir con ustedes un poco de las experiencias vividas.
Intento con este pequeño artículo, el rimero que hago público, compartir
con los y las colegas sobre cómo se pueden usar las herramientas meto-
dológicas y las técnicas de investigación que aprendimos en el pregrado,
esbozar cómo los conceptos que en los clásicos de la sociología se encuen-
tran pueden ser usados para ser aplicados en la vida real, en los ámbitos del
ejercicio del oficio del sociólogo, y de esta manera incrustar en sus mentes
el gusanito de la curiosidad, para reflexionar sobre algunas inquietudes que
se nos presentan cuando elegimos una carrera como la nuestra y, a pesar
que al graduarnos no le encontramos mucho sentido poco a poco nos damos
cuenta que la sociología está en cada momento de la vida cotidiana, que po-
demos usarla en muchos espacios, y que sólo hay que aterrizar las teorías
1.	Gabriela Sandoval Montoya
Departamento de Sociología
Email: sandovalmontoya@gmail.com
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
7
y sus conceptos, desarrollar las competencias analíticas de cada individuo
muy importantes y casi imprescindibles para ejercer nuestra carrera, pues
bien sabemos que la Sociología es el análisis de la sociedad.
Desde que se obtiene el título universitario, se entra en un nuevo ciclo perso-
nal, sin embargo, la entrada al mundo laboral es el comienzo de un proceso
que en cada nuevo contrato puede tener un rumbo distinto, una trayectoria
determinada por las decisiones que cada uno toma por sus ideologías, pen-
samientos, sueños, condiciones o necesidades. Pero ya sea por algo planea-
do o por lo que resulta en el momento que se busca, la vida laboral ayuda a
obtener nuevos aprendizajes o experiencias que permiten tener satisfaccio-
nes personales, que de una u otra forma nos permiten permanecer activos
laboral y mentalmente.
Gracias al sistema laboral en el que vivimos la experiencia como socióloga
ha sido una mixtura de temas, no tengo un título de postgrado pero con-
sidero que soy especialista en trabajo comunitario, lo que limita y a la vez
facilita la obtención del siguiente contrato, mi línea base ha sido el traba-
jo comunitario o trabajo social, que permite la aplicación en campo de lo
aprehendido en la universidad.
Para este trabajo no se tiene una metodología específica, ni textos especia-
les, pero sí hay que tener ciertas características personales, a través de la
carrera se conocen las herramientas adecuadas, pertinentes y aplicables
para abordar la población desde el oficio del sociólogo, tanto en las clases
de Técnicas de Investigación, Etnografía, Estadística o los Énfasis, hasta las
misma Teorías Sociológicas, dan elementos para el trabajo con la comuni-
dad, con la claridad de sus conceptos; al igual que las materias básicas, como
la Geografía, la Historia, el Cálculo o las Matemáticas de Primer Semestre,
entre otras, que no recuerdo exactamente en este momento y no estoy se-
gura si aún son parte del currículo.
La aplicación de las herramientas metodológicas tales como: la observación
participante, los estudios de caso, las entrevistas abiertas y cerradas y las
encuestas, que son fortalecidas por los programas informáticos que existen
y son parte del plan de estudio obligatorio, no serían tan útiles para iden-
tificar las características y tendencias de los grupos sociales con los que
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
8
ejercemos nuestra carrera sin el uso de otros procedimientos y elementos
propios de la investigación como: el análisis estadístico, la revisión documen-
tal, acompañados con las herramientas etnográficas y su aplicación en la vida
diaria. Todo lo anterior ayuda a identificar cómo establecer contacto con la
población de estudio u objeto de investigación, primer paso para llevar a cabo
el desarrollo de cualquier proyecto de tipo comunitario o investigación.
Para poder avanzar hay que conocer los sucesos previos a la llegada de cada
quien, allí es donde la revisión bibliográfica hace su entrada, y la capacidad
de comprensión de lectura que en la educación media parecía tan aburrida
para muchos, se vuelve indispensable, ya que se necesita conocer lo hecho
por los otros, por el anterior responsable del trabajo que se va a asumir.
La presencia en campo del profesional social es un ejercicio casi obligatorio,
para todo aquel que decide trabajar en una comunidad. Si revisamos los ele-
mentos conceptuales base de la sociología sabemos que la comunidad es un
conjunto de personas que tienen una estructura social determinada, según
sus características culturales en un espacio común donde se comparten lu-
gares, normas, conflictos y tienen una organización2
, según la idiosincrasia
propia, conformada por unos líderes reconocidos y otros elegidos por inte-
reses políticos, sociales o económicos, quienes controlan, conocen y saben
utilizar sus capacidades de liderazgo en ocasiones para su bien individual y
en otras para el bien colectivo.
Con ellos hay que contactarse o reunirse para poder tener un mayor éxito
en el ejercicio comunitario, que según cada población, cada tema a tratar o
proyecto a desarrollar se debe analizar muy bien, en ocasiones las personas
que tienen liderazgo en X o Y zona es el compañero de trabajo de mayor
antigüedad, o quien respondía por el servicio que se acaba de asumir o la
persona que le ayudó a encontrar el trabajo y la calidad de interacción con
esa persona, es más que importante para cumplir con los objetivos.
2.	Es bueno saber a lo que nos enfrentamos antes de ingresar a cualquier comunidad, las rela-
ciones de poder, los intereses políticos, la relación con las instituciones que representamos, los
orígenes y características de sus habitantes según etnia, religión y cultura, siempre hay que
tener presente que vivimos en un país multiétnico y pluricultural, y cada comunidad por peque-
ña que sea es un pequeño país.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
9
Las habilidades de comunicación son muy útiles para lograr obtener la in-
formación que necesitamos. El planteamiento de los interrogantes a realizar
que se plasman en las entrevistas estructuradas y semi-estructuradas que
facilitan las repuestas que buscamos, o las acciones que vamos a realizar.
Las encuestas nos ayudan a llevar a cabo diagnósticos preliminares o a con-
textualizarnos en la zona que vamos a trabajar, al igual que los encuentros
formales e informales que se realicen, antes de comenzar a ejecutar lo que
se tiene pensado, cuando de programas institucionales se trata. Sin embar-
go, en el caso de que se quiera implementar algún proyecto se debe primero
conocer qué es lo que la comunidad realmente quiere, pues muchas veces
se tiende a llevar a cabo proyectos que la comunidad no necesita; cuando se
trabaja con minorías étnicas esto se llama Consulta Previa.
La identificación de las personas claves de la comunidad con las que se van
a desarrollar las actividades proyectadas, es un ejercicio de análisis social
e investigativo, imposible de evitar, sin olvidar que la información que se
recibe u obtiene, no genere prejuicios o imaginarios que excluyan a secto-
res de la sociedad, un factor importante para lograr salir victorioso de cada
reto que se presenta. En el trabajo comunitario se debe saber escuchar los
diferentes puntos de vista de las personas, sin demeritar la edad o sector
que representan, sin desconocer a los que han hecho algún trabajo con ellos
en otros momentos y desde otros sectores, quienes se cruzan por el camino,
cuando se llevan a cabo encuentros comunitarios, muy útiles para contex-
tualizar la zona de trabajo, definir y socializar lo que se va a hacer.
Lo mínimo que espera una comunidad cuando llega alguien nuevo a trabajar
con ellos, es estar al corriente de ¿Quién es? ¿Qué tiene planeado hacer? y
¿Cuál es la posición que se tiene frente a la comunidad? El nombradísimo
Diálogo de Saberes. Diálogo que hay que saber con quien realizar, por eso
es importante la presencia de los profesionales en terreno, donde como mí-
nimo se convive un par de días con la comunidad en espacios determina-
dos por ellos o programados después del contacto inicial según el tipo de
población.
Si es indígena tiene unas normas, si es afro-descendiente otras, si es rural o
urbano también existen diferencias y cuando se reúnen representantes de
diferentes etnias o de diferentes niveles culturales, también las hay; evitar
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
10
que los grupos sean heterogéneos en un primer momento es clave para en-
tender las relaciones inter-comunitarias, pero si no se puede evitar, es bue-
no hacer un ejercicio de diálogo individual en algún momento para llegar
a ser más asertivos en las decisiones que se tomen al realizar el estudio o
proyecto. Los mapas conceptuales y esquemas de relación ayudan a esta
identificación.
Es necesario tener en cuenta las características individuales de cada perso-
na o grupo de personas con quien se presenta la oportunidad de trabajar, te-
ner presente sus intereses individuales y colectivos, estos son los elementos
que permitirán la acción colectiva, el fin particular de los sociólogos y su ob-
jeto de estudio cuando de investigación se trata, la acción colectiva es la que
permite la obtención de resultados para el cambio social sin perder la visión
profesional y objetiva3
de nuestro trabajo que proporciona los elementos en
busca de la definición de un común denominador para la permanencia y el
desarrollo de nuestro oficio.
Sin embargo muchas veces lograr los resultados tangibles de nuestra mi-
sión, supera el control propio, puesto que se presentan barreras externas
que limitan el desarrollo de cualquier idea y más cuando en pocas ocasiones
podemos ver el final de los procesos que iniciamos, no obstante un proceso
de cambio desde adentro; desde la base comunitaria, para la ejecución de
los proyectos, actividades o acciones que se nos encomienda en el ejercicio
de nuestra labor, pueden generar resultados a corto plazo, aunque no poda-
mos llenar las expectativas y ambiciones individuales sirven para dejar un
granito de arena a los lideres comunitarios y su comunidad que permanecen
en la historia y donde se pueden lograr verdaderos cambios a largo plazo así
sea en su pequeño sistema local, para favorecer el cambio individual que es
el inicio del colectivo.
3.	Aunque con la experiencia y según algunos expertos la subjetividad es parte del oficio del
sociólogo, no podemos dejar de lado nuestro ser cuando se trabaja con la comunidad, pues se
generan unos lazos de confianza con ellos, que no deben interferir en nuestras obligaciones,
pero sí en la forma como se desarrolla el trabajo con la comunidad.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
11
“Civilización” y naturaleza: principales impactos
del crecimiento demográfico y espacial de
Bogotá sobre la sabana y los cerros orientales
(1850 – 1930).
Sergio Yesid Sandoval Díaz*1
Resumen
La presente investigación busca analizar el impacto del aumento poblacio-
nal y la expansión urbana de Bogotá desde mediados del siglo XIX hasta la
tercera década del siglo XX sobre su sabana y los cerros orientales, los cua-
les le han servido a lo largo de su historia como sustento y fronteras natu-
rales, exponiendo la dinámica de interacción que se presentó entre ciudad y
naturaleza cuyas consecuencias sobre el medio ambiente de la región aún se
pueden percibir en la actualidad. Mediante la observación del contexto his-
tórico en el que se desarrolló la relación entre Bogotá y su medio ambiente,
se establecerá el marco de referencia bajo el cual se vio condicionado el cre-
cimiento de la capital tanto a nivel demográfico como espacial, factores que
influyeron de forma decisiva en la geografía urbana y natural circundante,
alterando el paisaje en detrimento de la naturaleza y los recursos que ha-
bían permitido el establecimiento y subsistencia en la población bogotana
desde su fundación.
Palabras clave: Bogotá, cerros orientales, ríos, sabana, población, defores-
tación, contaminación, expansión urbana.
1.	Historiador. Universidad Nacional de Colombia. Estudiante Maestría en Historia. Universidad de
los Andes.
Correo electrónico: sysandovald@unal.edu.co
La presente investigación fue presentada como ponencia en el I Simposio Internacional de His-
toria: “Desafíos de la historia regional y local”, organizado por la Universidad de Cundinamarca.
3 – 6 de Junio del 2014.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
12
Introducción
Desde tiempos prehispánicos la sabana de Bogotá se encontraba habitada
por los muiscas, cuya organización espacial difería del modelo urbano mo-
derno. A pesar de ser una de las culturas con mayor nivel de desarrollo en
el actual territorio colombiano, estos vivían en pequeños conjuntos de ca-
seríos, agrupados alrededor de la residencia del gobernante o Zipa (Zam-
brano, 1988. p 11). Este tipo de poblamiento disperso contrastaba con el
concepto de ciudad traído por los españoles al llegar a esta región. Una vez
fundada Bogotá, estos últimos se encargaron de consolidar su dominio so-
bre el territorio mediante la concentración de los indígenas en los alrededo-
res de la ciudad; de esta forma se aseguró su efectivo proceso de conversión
religiosa, esclavización y recolección de tributos.
Los recursos naturales así como el ecosistema característico de la sabana,
determinaron la ubicación que los conquistadores le dieron a la nueva ciu-
dad en ella. En primer lugar, la zona del altiplano que se encuentra deli-
mitada por los cerros orientales poseía una gran riqueza hídrica, gracias a
los ríos y riachuelos que descendían de aquellos, garantizando una oferta
de agua pura permanente. Asimismo, este sistema orográfico constituía una
muralla defensiva natural contra posibles ataques de otros grupos indíge-
nas. No obstante, a pesar de la importancia que tenía el agua en la fundación
de una ciudad, los españoles fueron conscientes de los efectos negativos que
esta podría traer. En ese sentido, el punto específico donde se erigió Bogotá,
permitía mantenerla alejada de las constantes inundaciones que se daban
en el área pantanosa del occidente de la Sabana (Zambrano, 1988, p.32).
De esta forma, la capital del país cobró vida y adquirió su particular fiso-
nomía espacial, que permaneció casi intacta hasta inicios del siglo XX, lo-
grando mantenerse gracias a la oferta ecológica que le proporcionaban sus
alrededores: los cerros orientales y la extensa sabana, hacia el occidente.
Gracias a ella, los habitantes lograron subsistir y establecerse en la ciudad.
Sin embargo, el siglo XIX trajo consigo una serie de transformaciones que
alteraron el equilibrio mantenido dentro de esta interacción entre hombre
y naturaleza.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
13
Los cerros, los ríos y el espacio urbano
Los cerros orientales delimitaron geográficamente el espacio urbano y con-
dicionaron el próspero desarrollo de la Santafé colonial, ya que gracias a
ellos la población contaba con varias fuentes hídricas provenientes de ellos.
El delineamiento espacial de la capital respondió al cauce que llevaban los
principales ríos de la siguiente manera: el núcleo fundacional actualmente
conocido como centro histórico- se encontraba enmarcado entre el río San
Francisco ―o Vicachá, como le llamaban los indígenas― al norte, y el San
Agustín, en el sur. La ciudad también se desarrolló por fuera de estas fronte-
ras, y esto fue notable especialmente desde el siglo XIX:
hacia el norte, su crecimiento siguió los cursos las quebradas y ria-
chuelos, de los cuales el más importante era el río Arzobispo; hacia el
sur se extendió hasta las cercanías del río San Cristóbal. Estos últimos
enmarcaron los extremos espaciales de la ciudad (Osorio, 2008, pp.
172 – 173)
Durante la colonia los cerros, además de abastecer con agua a los santafere-
ños, les proveyeron con materiales de construcción. La arcilla de sus suelos
fue usada en la fabricación de ladrillos, tejas y vasijas; su tierra y sus piedras
fueron utilizadas para levantar las paredes de casas y templos religiosos; los
bosques presentes en ellos proporcionaron maderas, que fueron empleadas
en todas las construcciones; también sirvieron como leña para los hornos
en cocinas y herrerías, así como para la elaboración de cordones, cuerdas y
sogas (Martínez, 1976, p. 32).
Algo característico del concepto de ciudad colonial era la oposición presen-
te entre “civilización y naturaleza”, aspecto que Santafé vio reflejado en su
composición:
la creación de un espacio urbanizado que contrastaba con el en-
torno natural de la sabana y los cerros orientales, al no dar ca-
bida en ella a las zonas verdes: parques, jardines, antejardines,
prados, etc. Esto proyectaba la imagen de una Santafé que, a ni-
vel arquitectónico, buscaba separarse del medio ambiente que le
rodeaba (Palacio, 2008, p. 25)
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
14
A pesar de ello, la relación entre habitantes y naturaleza se mantuvo en una
relativa estabilidad.
El período decimonónico trajo consigo un fenómeno que no se había pre-
sentado anteriormente en forma pronunciada, alterando el equilibrio man-
tenido hasta entonces entre hombre y recursos naturales: “el crecimiento
poblacional. A inicios del siglo XIX, la capital tenía 21.394 habitantes; para
1843 contaba con 40.086, y en 1881 había alcanzado las 84.723 personas”
(Mejía,1997, p. 133). Esto quiere decir que en el lapso de ochenta años, la
población de Bogotá aumentó un 300%. La concentración de un mayor
número de pobladores inició una fuerte presión sobre los recursos natura-
les que ofrecían los cerros y la única opción energética disponible para el
funcionamiento de las cocinas bogotanas era la leña. Teniendo en cuenta el
aumento demográfico, se puede afirmar que en el transcurso de ocho déca-
das la demanda doméstica se cuadruplicó. Esto tuvo un creciente impacto
negativo sobre los cerros, ya que para mediados de siglo los bosques nativos
se habían extinguido (Osorio, 2008, pp. 175 – 177). A partir de entonces
tuvo lugar un progresivo empobrecimiento de la vegetación, que afectó no
solo los suelos sino también los ríos de la ciudad.
Explotación y deforestación en los cerros
Las alfarerías de Bogotá se ubicaban en las faldas de los cerros orientales,
ya que era en sus suelos de donde se obtenía la materia prima que permitía
su labor. Para acceder a esta realizaban taludes o cortes en las laderas de las
montañas, de esa forma se lograba extraer la arcilla o arena de peña, la cual
por medio de su cocción, permitía la fabricación de tejas y ladrillos. Igual-
mente, estas utilizaban los árboles nativos como combustible para alimen-
tar sus hornos. Estas zonas de explotación se denominaban chircales.
EnelsigloXIX,lasfactoríasalfarerasseubicabanalolargodeloscerrosorien-
tales en las siguientes áreas: al norte, entre Chapinero y Sucre ­-Universidad
Javeriana y el Parque Nacional Olaya Herrera-; sobre el Paseo Bolívar, entre
los barrios La Perseverancia y Egipto ‒venida Circunvalar entre calles 34
y 6‒; y en el sur, entre los barrios Santa Bárbara y San Cristóbal ‒desde la
calle 6 hasta la 11 sur‒. Estas abastecieron a Bogotá con materiales de cons-
trucción. Los chircales del sur afectaron de manera especialmente sensible
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
15
el ecosistema de los cerros, ya que allí se ubican las cuencas hidrográficas
de los ríos San Francisco, San Agustín y San Cristóbal, que para ese entonces
proporcionaban el 90 % del agua consumida en la ciudad (Osorio, 2008, pp.
178- 180). Por otra parte, un estudio de inicios del siglo XX comparó el nivel
de rendimiento del carbón vegetal con la leña dentro de las alfarerías, re-
saltando que esta última permitía realizar 18 operaciones de horneo al año,
frente a siete usando la hulla ―carbón vegetal― (Triana, 1914, pp. 20 - 21).
Esto en buena parte explica la preferencia por los árboles y, por consiguien-
te, la deforestación de los cerros para fines artesanales.
Tanto la remoción del suelo montañoso como la tala indiscriminada de ár-
boles nativos llevaron a una reducción ostensible de la vegetación, así como
a una progresiva erosión de los cerros, factores que originaron una altera-
ción del ciclo hídrico. Las plantas y la cobertura vegetal absorben el agua de
las lluvias y el vapor del agua presente en la atmósfera, lo cual les permite
sobrevivir almacenándola en sus raíces, tallos y follaje, para servirse de ella
en la temporada de verano, así como para mantener regulado el caudal de
ríos y riachuelos (Triana, 1914, pp. 16 - 18). De igual manera, otra grave
consecuencia de la deforestación fueron los constantes deslizamientos de
tierra. El informe elaborado por José Segundo Peña en 1897, quien estaba
encargado de la Comisión Permanente del Ramo de Aguas, da cuenta de los
constantes derrumbes de tierra que tuvieron lugar en las faldas de los ce-
rros orientales a lo largo de los siglos XVIII y XIX, por causa de los socavones,
chircales y canteras realizados en ellos, dañando los acueductos y puentes
de la zona oriental capitalina.
La crisis de los ríos: daños ambientales y contaminación
Desde la Colonia y hasta inicios del siglo XX, la principal fuente hídrica de
Bogotá fue el río San Francisco, en cuyas orillas se establecieron los molinos
de trigo, curtiembres, mataderos y las lavanderas de ropa; igualmente sirvió
como lugar de baño público. Para finales del período decimonónico, la capi-
tal contaba con cuatro acueductos: Aguaneva y Las Nieves, abastecidos por
el río San Francisco, que proveía a esta parroquia y el sector de La Catedral;
el del río Arzobispo, cuyas aguas eran distribuidas a la zona occidental de
Las Nieves y la parroquia de San Victorino; y el que suministraba a las zonas
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
16
urbanas localizadas al sur de La Catedral con las aguas provenientes del río
San Agustín (Mejía, (b) 2000, pp. 74 -75). El preciado líquido llegaba a la
ciudad por medio de los llamados chorros o fuentes ubicados en el centro de
las plazas públicas, que recibían las aguas de ríos y quebradas provenientes
de los cerros orientales, y que eran transportadas gracias a estos acueduc-
tos. A falta del servicio de suministro domiciliario, ésta debía ser adquirida
a través de unas mujeres llamadas aguateras, quienes la recolectaban en
las pilas públicas para venderla en vasijas de barro por las diferentes casas.
Si bien en algunas casas de familias distinguidas el agua se almacenaba en
aljibes ubicados en los patios y huertos, por lo general se contaminaban y su
consumo podía generar enfermedades como el bocio u otras aún más graves
(Gómez Restrepo, 1918, p. 42)
Los desagües eran unos canales superficiales localizados en el centro de las
calles, y su diseño, heredado de la Colonia, no sufrió variaciones a lo largo
del siglo XIX. Estas tenían forma de “V”, para recoger los desechos deposita-
dos por la población. Así, el agua de lluvia, auxiliada por la fuerza de grave-
dad, los arrastraba hasta las afueras de la ciudad. Sin embargo, este sistema
producía la contaminación de los ríos más importantes. Al respecto, Salva-
dor Camacho Roldán (1946) dejó consignado en sus Memorias el destino de
estas aguas:
[…] el agua de los caños, que corría por la mitad de ellas, encar-
gada de arrastrar a los ríos de San Francisco y San Agustín las
basuras de las casas, se regaba a uno y otro lado, formando pozos
pestilentes que embarazaban el paso […] (p.136)
El cronista bogotano de finales de siglo, José María Cordovez Moure (1997),
señaló el lamentable estado y las dos principales causas de contaminación
en los ríos capitalinos:
En el puesto que hoy ocupan todos los puentes de la ciudad exis-
tían muladares centenarios donde reposaban desperdicios de
cocina, animales muertos, basuras de todas clases y condiciones,
con la circunstancia especial de que estos sitios suplían para el
pueblo las funciones de los actuales inodoros […] La ciudad se
proveía de las aguas de los ríos San Francisco, San Agustín, del
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
17
Arzobispo, la quebrada de Manzanares y de algunas vertientes
que bajaban de los cerros y que ya agotó la salvaje tala de los
montes […] ( p.1351)
En efecto, la deforestación y contaminación fueron los dos principales facto-
res que afectaron los ríos de Bogotá, disminuyendo su caudal y ocasionando
crisis sanitarias recurrentes hasta la segunda década del siglo XX. Durante
este período, sus habitantes solían verse afectados por enfermedades rela-
cionadas al mal estado del agua. En 1870 se produjo una epidemia de fiebre
tifoidea, localizada en el barrio San Victorino. La razón fue que la tubería de
barro cocido que conducía el agua hasta la plaza central, pasaba exactamen-
te debajo de los albañales situados en el centro de las calles, por lo que las
basuras y desperdicios se filtraron en el suelo, mezclándose con el agua po-
table (Rodríguez, 1988, 1, p.153). Asimismo, el agua dejaba sentir sus efec-
tos negativos en otro aspecto.
A diferencia del período colonial, la Bogotá decimonónica se caracterizó por
construir numerosos puentes que permitían atravesar la ciudad hacia sus
extremos norte y sur. En la temporada invernal, las aguas de los ríos re-
presentaban un serio peligro para las personas que habitaban cerca a sus
orillas, ya que ocasionaban inundaciones y serios daños. La más catastrófi-
ca sucedió en 1872, cuando los caudales de los ríos se elevaron a tal punto
que destruyeron todos sus puentes, con excepción de dos principales: los
de San Francisco y San Agustín (Rodríguez, 1988, 1, p.160). No obstante, la
acción del hombre siguió siendo la principal causa del deterioro en los ce-
rros orientales y las aguas que estos ofrecían a la ciudad, afectando no sola-
mente a la vegetación y los ríos, sino a los mismos bogotanos, que vieron la
necesidad de recurrir a medidas que frenaran los efectos de sus actividades
desmedidas e irreflexivas.
Disposiciones de saneamiento y conservación: cerros y ríos
A finales del siglo XIX, los expertos reconocieron el alarmante estado sani-
tario de los ríos, incluyendo sus fuentes de nacimiento en los cerros, cuya
vegetación había ido desapareciendo progresivamente. Asimismo, la pobla-
ción de la ciudad seguía aumentando exponencialmente. Para 1912, Bogotá
tenía aproximadamente 117.000 habitantes; para 1938 esta cifra estaba
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cerca de triplicarse, alcanzando las 330.000 personas (Preciado, 2005, p.
64), sin embargo, el nivel de expansión espacial no llevaba esa misma ve-
locidad, por lo cual las personas se aglomeraban en un casco urbano redu-
cido, que había sufrido pocas transformaciones durante el siglo pasado. El
gobierno municipal tuvo que tomar cartas en el asunto, llevando a cabo una
serie de disposiciones que evitaran un desastre medioambiental mayor.
Si bien la construcción del primer acueducto con tubería de hierro tuvo
lugar en 1886 por los empresarios particulares Ramón Martínez de la Cua-
dra y Ramón B. Jimeno (Rodríguez, 1988, 1, p.187), este sistema no abar-
có la totalidad del espacio urbano; no estaba integrado; y según el estudio
realizado por la Oficina de Higiene y Salubridad, las aguas que conducía se
encontraban altamente contaminadas. El Acueducto Municipal de Bogotá,
creado en 1914, buscó el concepto técnico de la Sociedad Colombiana de
Medicina, la cual recomendó conservar las cuencas hidrográficas a través
de la arborización. El principal obstáculo para llevar a cabo esta medida
radicaba en los barrios suburbanos localizados en los alrededores de estas.
Por una parte, muchas personas pasaron a invadir los cerros orientales, es-
tableciéndose en viviendas improvisadas que no contaban con un servicio
de alcantarillado, por lo que todos sus desechos eran depositados directa-
mente en el lecho de los ríos, contaminando sus aguas antes de que llegaran
a la ciudad. Para poder intervenir en estas zonas, la municipalidad proce-
dió a comprar los predios ubicados en las hoyas hidrográficas de los ríos
San Francisco, San Agustín y San Cristóbal, así como a desalojar cerca de
4.000 personas que habitaban estos sectores (Zambrano, 1988, p.42 -45).
A dicho fenómeno contribuyó de forma indirecta el nacimiento y paulatino
desarrollo industrial en el país.
Con la llegada de los conservadores al poder en 1886, se implementaron una
serie de medidas proteccionistas, que buscaban estimular el desarrollo de la
industria nacional. Gracias a ellas, Colombia presenció el nacimiento de sus
primeras fábricas manufactureras. En Bogotá la cervecería Bavaria, además
de ser pionera, jugó un papel muy importante, no sólo a nivel económico,
sino urbanístico y poblacional. Su fundador, Leo Siegfried Kopp, auspició la
construcción de un barrio para los trabajadores que estuviera cerca de la
fábrica; este se llamó Unión Obrera, ubicado en los cerros orientales, y más
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ARTÍCULOS
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adelante fue denominado La Perseverancia. A inicios del siglo XX, el creci-
miento de la industria urbana produjo una concentración de trabajadores
alrededor de las fábricas, lo que produjo la aparición de barrios obreros, cu-
yas viviendas no contaban con acueducto ni alcantarillado (Preciado, 2005,
p.54). Estos también surgieron a las afueras de la ciudad, representando
nuevos focos de expansión urbana.
A partir de la década de 1920 se inició el proceso de arborización en los ce-
rros orientales, no obstante, la falta de recursos públicos impidió que esta
fuera guiada por conceptos científicos que determinaran el tipo de espe-
cies a cultivarse. Como consecuencia, la reforestación no sólo preservó la
vegetación nativa aún existente, sino que insertó especies foráneas como los
eucaliptos y pinos, las cuales no respondían a las condiciones del suelo, ca-
racterizado por su erodabilidad y poca capacidad portante, debido a las pro-
nunciadas pendientes (Preciado, 2005, p.69-70). Aun así, la reforestación
permitió producir y conservar los bosques que hoy en día existen, así como
prevenir la desaparición de los nacimientos hídricos más importantes.
Una importante medida que logró el saneamiento del agua se implemen-
tó desde la segunda década del siglo XX, mediante su clorización en los es-
tanques de los acueductos. Sus efectos benéficos fueron perceptibles en un
tiempo de veinte años, al reducir las muertes por enfermedades gastroin-
testinales de forma considerable. A pesar de las quejas ante esta medida,
el uso de cloro se siguió manteniendo, al ser la forma más efectiva de ga-
rantizar la salubridad del agua (Zambrano, 1988, p.46-47). Otra disposición
implementada paralelamente fue la canalización de los ríos, cuya iniciativa
data de 1884. En la década de 1900, los ingenieros sugirieron transformar
sus cursos en alcantarillas canalizadas dentro del área urbana, para dedicar
dichos espacios a la construcción de avenidas, edificaciones y plazas. Los
trabajos iniciaron en 1919 (Preciado, 2005, p.78-79), ocultando el cauce de
los ríos que atravesaban la ciudad y evitando una mayor contaminación, no
obstante, estos desaparecieron del paisaje bogotano.
Desde finales de 1800, los expertos notaron que las aguas de los ríos urba-
nos llegaban a contaminar el río Bogotá o Funza, ya que en él desemboca-
ban (Gómez, 1898, p.36). Dentro del plan de canalización y construcción
de alcantarillado llevado a cabo en los años 20, se contempló la necesidad
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de construir una planta purificadora de sus aguas para evitar daños a la sa-
lud humana (Consejo de Bogotá, 1927, p. 39). Ese proyecto no se llegó a
materializar.
Para la tercera década del siglo XX, el creciente número de habitantes sobre-
pasó la capacidad abastecedora de los ríos urbanos. Desde tiempo atrás se
había planteado la posibilidad de conducir aguas extramuros de la ciudad,
no sólo para compensar la escasez, sino también para mejorar la salud de
los bogotanos. Mediante el Decreto No
431 de 1906, la Nación autorizó a la
Alcaldía Municipal para hacer uso de los ríos que corrían por la sabana, en
cercanías de la ciudad. De esta forma, se compraron las cuencas altas de va-
rios localizados al norte y sur, incluyendo la de más importancia estratégica
para este período: el río Tunjuelo (Osorio, 2008, p.187 – 189). Con el paso
de los años, la ciudad se fue extendiendo cada vez más hacia el Norte, Sur y
Occidente, demandando una mayor oferta de servicios públicos, incluyen-
do el agua. Para suplir esta necesidad, Bogotá utilizó los ríos que antaño
se ubicaban en sus alrededores: la sabana rural, cuyo paisaje y ecosistema
terminaron sufriendo radicales transformaciones por la actividad humana.
La sabana y Bogotá: naturaleza urbanizada
La Sabana de Bogotá, ubicada al occidente, es un territorio plano, que duran-
te el período prehispánico y colonial desarrolló una economía rural. En ella
se encontraban los resguardos, que eran tierras comunales otorgadas a los
indígenas por las autoridades virreinales y sobre las cuales estos mantuvie-
ron posesión hasta las reformas liberales de medio siglo. Con la disolución
oficial de los resguardos en 1851, estas tierras se repartieron y se autorizó su
libre enajenación, siendo adquiridas por terratenientes que dieron paso a la
conformación de grandes unidades de explotación regional conocidas como
haciendas o latifundios. Entre estos resguardos se encontraban los de Faca-
tativá, Suba, Bosa, Soacha, Engativá, Fontibón y Zipaquirá (Guío y Palacio,
2008, p.200). La compra de estas tierras provocó un desplazamiento masivo
de indígenas y pequeños campesinos a la ciudad, quienes aumentaron tanto
la población urbana como la mendicidad y delincuencia. Entretanto, las tie-
rras de la sabana pasaron a concentrarse en unas pocas manos: los dueños
de las haciendas (Palacio, 200, p.28). Por otro lado, algunos campesinos e
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indígenas se asentaron en las laderas y páramos circundantes, así como en
las márgenes de las haciendas, convirtiéndose en pequeños propietarios de-
dicados a la agricultura de auto-subsistencia (Guío y Palacio, 2008, p.201)
La economía de las haciendas generó una escasez alimentaria urbana, ya que
gran parte de sus suelos fueron destinados a la ganadería. No obstante, los
poblados ubicados en la sabana se encargaron de suplirla, abasteciéndola
con productos agrícolas provenientes de tierra fría y templada. De esta ma-
nera, se constituyeron en la despensa más importante de Bogotá (Palacio,
2008, p.9 ‒ 32). Asimismo, los pequeños campesinos residentes en las már-
genes de los lagos naturales desarrollaron labores agropecuarias destina-
das al consumo doméstico y comercial en los mercados de la ciudad durante
todo el siglo XIX, hasta que el crecimiento urbano invadió estos espacios
(Preciado, 2005, p.39). En efecto, el ecosistema de la Sabana se componía
de lagunas y humedales. Entre sus funciones se encontraba amortiguar las
inundaciones que se daban en las áreas bajas, regulando el sistema hídrico
de la región, sin embargo, la acción del hombre empezó a modificarlo.
En las últimas décadas del siglo XIX se empezaron a desecar los lagos, pan-
tanos y lagunas, con el fin de aumentar la cantidad de tierras cultivables
y ganaderas. Como consecuencia la fauna y flora propias de la sabana em-
pezaron a desaparecer (Guío y Palacio, 2008, p.209 – 211). En las grandes
haciendas se generó la importación de pastos, árboles y ganado. Además, la
caza deportiva llevó a muchas especies de mamíferos y aves a la extinción
(Ruíz, 2008, p.56 ‒58). Por otra parte, la necesidad de construir nuevas vías
de comunicación que agilizaran el comercio y desarrollaran la economía ur-
bana, motivaron al gobierno nacional a favorecer el drenaje de los cuerpos
de agua en la sabana. Como consecuencia de esto, desapareció la vegetación
que ayudaba a controlar las inundaciones. Al perder dicha capacidad, la sa-
bana sufrió los estragos que traían consigo el constante desbordamiento del
río Bogotá, obligando al hombre a realizar obras de ingeniería que dismi-
nuyeran sus efectos. Por otra parte, a inicios del siglo XX se produjo la frag-
mentación de las grandes haciendas, debido a la partición de herencias y la
construcción de vías férreas, así como carreteras para los automóviles. Aun
así, la actividad agropecuaria -producción de trigo, papa, carne y cuero- se
continúa realizando hasta nuestros días (Ruíz, 2008, p.56-57)
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Cuerpos de agua y legislación estatal: una última esperanza
El presidente Rafael Reyes, uno de los principales impulsores de la moder-
nización nacional, promulgó el decreto 40 de 1905, el cual ordenaba que los
lagos, lagunas, ciénagas y pantanos eran desde entonces en adelante pro-
piedad de la nación. De esta forma, los cuerpos de agua en la sabana queda-
ron amparados por el Estado, que promovió su conservación y uso racional
(Rojas, 2000, p.64). Lamentablemente se le dio prioridad a la expansión de
urbana: la construcción de viviendas por parte del municipio o de particula-
res, y que respondía en forma lógica al aumento poblacional y a su demanda
habitacional, lo que permitió el nacimiento de barrios cada vez más alejados
del núcleo histórico urbano. Esto conllevó a la invasión y destrucción del
ecosistema, ocasionando daños irreparables al medio ambiente que había
permitido el establecimiento y la subsistencia de la ciudad y sus habitantes
por siglos. Todos estos factores han conducido a una crisis ambiental que
hoy en día se sigue profundizando, sin poderse aún vislumbrar soluciones
definitivas que puedan conjurarla.
Conclusiones
La fundación de Bogotá en el altiplano cundiboyacense fue posible gracias a
las ventajas militares que ofrecía el sistema orográfico de los cerros orienta-
les, así como a los abundantes recursos naturales que estos proporcionaron
al hombre desde el período muisca, al contar con una amplia oferta hídrica
que hizo posible el establecimiento de sus habitantes, así como el desenvol-
vimiento de la vida cotidiana y las diferentes actividades económicas urba-
nas. Durante el período colonial, la interacción entre ciudad y naturaleza se
mantuvo en un relativo equilibrio. El bajo nivel de población hizo posible
un aprovechamiento de recursos, cuya demanda no excedió la oferta que de
estos tenían los cerros y ríos.
Durante el siglo XIX, el crecimiento poblacional desproporcionado generó
un impacto negativo en el nivel y calidad de las aguas que llegaban al casco
urbano, ya que la tala indiscriminada, remoción de la cobertura vegetal, y
contaminación de los ríos con desechos de todo tipo se intensificaron. Esto
se expresó en una reducción de la oferta hídrica y la aparición de epide-
mias ocasionadas por su mal estado. Asimismo, los bosques y la vegetación
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desaparecieron de forma acelerada, contribuyendo a la erosión de los ce-
rros. En vista del inminente peligro que esto representaba para los bogota-
nos, el gobierno realizó estudios que confirmaron el estado de degradación
al que el hombre había llevado su entorno natural, aplicando disposiciones
que buscaban conservar las cuencas de los ríos, así como recuperar la ve-
getación montañosa. Esto se logró gracias a la protección municipal de los
nacimientos hídricos, así como a la activa reforestación, que reemplazó los
bosques ya desaparecidos, evitando una potencial catástrofe ecológica.
No se puede decir lo mismo de la sabana occidental. Durante la colonia sus
cuerpos de agua y especies arbóreas se habían encargado de controlar los
desbordamientos de los ríos. Asimismo, estos constituían el hogar de una
abundante y diversa fauna, así como una despensa que proveía de alimentos
a la urbe capitalina. Debido al acaparamiento de tierras llevado a cabo por
las grandes haciendas, Bogotá tuvo que recurrir a poblaciones más lejanas
para su abastecimiento en materia alimentaria. Para finales del siglo XIX, la
iniciativa estatal y particular se encargaron de drenar los lagos, pantanos,
lagunas y ciénagas, lo que contribuyó a la extinción de muchas especies ve-
getales y animales que mantenían el equilibrio ecológico en la región, dando
paso a nuevas vías de comunicación, la fragmentación de las haciendas, y
la posterior expansión urbana, que a la postre ha desaparecido el ecosiste-
ma circunvecino. A pesar de la legislación existente, destinada a proteger
los humedales, esta degradación no se ha detenido, a falta de un control e
intervención firmes por parte del gobierno, tanto capital como estatal. De
esta forma, la presión generada por la urbe sobre su entorno ha acentuado
el contraste preestablecido por el hombre entre Bogotá y sus alrededores,
entre “civilización” y naturaleza.
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Liberal.
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ARTÍCULOS
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El Sócrates de Hannah Arendt:
Sobre la actividad del pensamiento
Fernando Forero Pineda1
Deberíamos empezar por reconocer en Hannah Arendt a un tábano, a una
raya eléctrica, a un Sócrates contemporáneo, que nos detiene cuando nos
precipitamos hacia la biblioteca para resolver la cuestión de “¿qué significa
pensar?”, y nos formula unas pregunta preliminares, tal vez embarazosas:
“¿cómo es posible resolver esta pregunta?”, “¿se la puede resolver mediante
el trabajo del ‘pensador profesional’?” El pensamiento no es monopolio de
filósofos ni de intelectuales, sino que es constitutivo de la vida humana y, en
la medida en que la filosofía (por lo menos la pos-platónica) es indiferente
–e incluso hostil– al dominio de lo humano, el filósofo, el pensador profesio-
nal, es el menos capacitado para abordar este asunto: “sus respuestas… son
dudosas” (Arendt, 1981, p. 166).
La cuestión planteada por un “pensador profesional” y las respuestas a las
que conduce, son “exteriores” al dominio humano. Hannah Arendt tratará
de abordar este asunto buscando un ejemplo entre las almas que han habi-
tado el mundo, que exhiba los rasgos que caracterizan el pensamiento. No
elabora con ello una doctrina sobre el pensamiento que siguiera –o discu-
tiera con– alguna tradición filosófica, sino que, dentro del dominio humano,
busca un caso particular que se haya convertido en la manifestación más
nítida de la actividad del pensamiento. Sin embargo, esto también quiere
decir que busca un pensador ejemplar: un modelo, un paradigma que instru-
ya a los demás seres humanos acerca de qué deben hacer si lo que quieren
hacer es pensar. Busca un caso particular de actividad del pensamiento que
se haga válido para los demás seres humanos. En Sócrates encuentra el pen-
sador que parece tener esa significación representativa.
1. Maestría en Filosofía - Universidad Nacional de Colombia
Correo electrónico: jofforeropi@unal.edu.co
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Para resolver la cuestión de en qué sentido se puede decir de Sócrates que
es un modelo de la actividad del pensamiento haré, en primer lugar, unas
observaciones sobre lo que caracteriza el pensamiento (I). En segundo lu-
gar, abordaré la pregunta de qué significa pensar (II). Finalizaré haciendo
unas anotaciones sobre la pregunta que orientó nuestro seminario: “¿en
qué sentido la actividad del pensamiento podría ser una condición contra
la maldad?” (III).
I
De lo que motiva el pensamiento
Por oposición a los “profesionales del pensamiento” cuyas preguntas sur-
gen de sus intereses como pensadores, de su inclinación a descifrar enigmas
para luego demostrárselos a otros o, en todo caso, de una actividad que está
fuera del orden de la vida ordinaria, Sócrates fue un pensador cuyos cues-
tionamientos tuvieron su origen en sus propias experiencias. Sus preguntas
no eran las que surgían del trato de un filósofo con una tradición de pensa-
miento; sino las de un hombre cuya vida cotidiana a menudo lo interpelaba,
le incumbía, llamaba su atención, su interés, su cuidado. Sus diálogos ver-
san sobre asuntos cotidianos, muy simples, sobre aquellos problemas “que
surgen siempre que se abre la boca y se empieza a hablar” (Arendt, 1981, p.
170). Palabras como “felicidad”, “justicia”, “valor”, “libertad” son insepara-
bles de nuestro lenguaje cotidiano; no obstante, cuando tratamos de definir-
las, se vuelven inasibles, esquivas. “Cuando hablamos de su sentido, nada se
mantiene ya fijo, todo empieza a ponerse en movimiento” (Arendt, 1981, p.
170). Sócrates se ocupaba de aquellos asuntos que continuamente nos asal-
tan en la vida ordinaria: la virtud de una acción, la justicia de una decisión,
la libertad, la felicidad de un hombre, etc.; aquellos problemas propios del
dominio de los asuntos humanos.
Kantdistinguióenunaocasiónentreun“conceptoacadémico”depensamien-
to como sistema de los conceptos de la razón pura y un “concepto mundano”
de pensamiento; el concepto mundano de pensamiento lo había puesto en
relación con aquello que “necesariamente interesa” a todo el mundo. Sócra-
tes se situaría del lado de lo que Kant denominó “pensamiento mundano”:
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al margen del pensamiento académico establecido como especialidad, sus
preocupaciones son aquellas que surgen de un pensamiento atento al curso
del mundo y a los problemas que necesariamente afectan “a todo el mundo”.
De la oposición entre pensamiento y doctrina
Sócrates no entregó su vida a una doctrina o creencia concreta. No dejó una
teoría que pretendiera ser la clave, la explicación de todos los misterios de
los asuntos humanos, de la vida y del mundo. ¿Se puede decir, entonces, de
Sócrates que es un modelo de la actividad del pensamiento precisamente
porque no elaboró ninguna doctrina? En algunos pasajes del texto Hannah
Arendt quiere insistir, con Sócrates, en que aquí se plantea un problema, a
saber, el de la relación entre doctrina y actividad del pensamiento. ¿Por qué
Arendt habrá de sugerir la hipótesis de que a esa relación, a primera vista
armónica, entre doctrina y pensamiento, subyace un conflicto, una oposi-
ción? Arriesgaré algunas observaciones y preguntas que nos ayuden a elu-
cidar este asunto.
El inconveniente de la doctrina radica en que se entiende a sí misma como
un sistema estático, quieto, acabado, estable. Por lo mismo, ella deriva en
axiomas. El problema radica en que el axioma exige de quien lo sigue sumi-
sión, obediencia, suprimiendo la capacidad humana de pensar por sí mismo.
Sócrates, por su parte, quería que los demás pensaran “sin darles una doctri-
na” (Arendt, 1981, 175); sobre casi todos los aspectos, “nunca dejó respues-
tas claras y firmes” (Arendt, 1981, 173). Ahora bien, ¿acaso las doctrinas no
conducen a quienes las siguen a que se emancipen de la realidad percibida
por nuestros cinco sentidos invocando una “realidad más verdadera”, oculta,
a la que tendríamos acceso mediante el esquema ya elaborado?, ¿compartir
una doctrina, un esquema de pensamiento no implica a menudo ratificarlo
al margen del testimonio de los sentidos? Además, si el pensamiento consis-
te en un ser interpelado por la realidad y por los asuntos humanos y si las
doctrinas nos hacen ciegos ante tal realidad y ante los problemas propios
del dominio humano, entonces entre doctrina y pensamiento, lejos de exis-
tir una alianza, lo que existe es una oposición. Con sus fórmulas explicativas
las doctrinas nos protegen de la realidad, de los hechos del mundo, es decir,
de aquello en lo cual el pensamiento tiene su origen.
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Por lo demás, la orientación de los filósofos hacia la construcción de doctri-
nas, ¿no conduce a la supremacía del Uno (el poseedor de la doctrina) sobre
los demás ciudadanos cuya doxa se queda en el ámbito del sentido común?
En la medida en que aparece alguien que cree haber descubierto, y revelado
en su doctrina, la verdad y se considera en la obligación de revelar esa ver-
dad a los demás ciudadanos –como ocurre con el cavernario liberado en la
Alegoría de la caverna de Platón (Cf. Arendt, 1990, p. 94ss) – ¿no se instaura
a su vez la posibilidad de considerar los asuntos humanos desde el punto
de vista de la dominación del Uno (el filósofo) sobre los demás ciudadanos?
Sócrates: Tábano, partera y raya eléctrica
De lo que se trataba para Sócrates era de examinar y disolver todas las teo-
rías y reglas aceptadas sin desfallecer, con el propósito de que en el dominio
de los asuntos humanos no se siguiera ni aplicara por una rutina irreflexiva
ninguna creencia o doctrina o esquema. De ahí los símiles que se aplicó a sí
mismo: tábano, partera y raya eléctrica. Un tábano porque se aguijoneaba a
sí mismo y a los demás ciudadanos para fomentar el pensamiento antes de
caer presos de la rutina y de la irreflexión (Cf. Dolan, 2006, p. 266), para in-
troducir cuestionamientos en el ámbito del sentido común, hacerlo mover;
si él no lo hacía, los ciudadanos continuarían durmiendo durante el resto
de sus vidas a menos que alguien más viniera a despertarles de nuevo. Una
partera porque quería ayudarle a los demás a que le dieran nacimiento a
aquello que ellos mismos pensaban; mostraba la verdad de la doxa del ciu-
dadano, no la destruía como mera opinión opuesta a la verdad ni la veía
como una falsedad o distorsión de la realidad, sino que la evidenciaba en
toda su verdad o, más bien, la veía como una verdad potencial esperando a
ser desplegada. Según Dan Villa “Arendt sustituye la oposición platónica en-
tre verdad y opinión por la idea socrática de la verdad de la opinión” (Villa,
1999, p. 172).
Ahora bien, Arendt dice de Sócrates que, como las parteras, es “estéril” y que,
a juicio de Sócrates, buena parta de sus interlocutores no tenían algo dis-
tinto a embriones malformados. Como las opiniones de sus interlocutores
siempre se podían desplegar, desenvolver, Sócrates hacía que esas opiniones
se desarrollaran de tal manera que fueran valiosas como para darlas a luz;
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
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pero, ¿por qué se dice de Sócrates que, como las comadronas, es “estéril”?
A mí me parece que, en la medida en que Sócrates siempre vio sus opinio-
nes como “engendros inmaduros”, nunca los consideró valiosos como para
darlos a luz, y que, por tanto, su “esterilidad” no se refiere tanto al hecho de
que no pudiese traer una criatura al mundo, cuanto a que siempre conside-
ró que lo único que tenía eran criaturas mal formadas, no aptas para vivir.
Finalmente, una raya eléctrica porque se paraliza y paraliza a aquellos con
quienes tiene contacto. La raya eléctrica tiene un efecto paralizador en el
doble sentido de que, por una parte, consigue que Sócrates y sus interlocu-
tores detengan la rutina de su actividad para pensar (el “stop and think”),
y de que, por otra, pierdan la seguridad de lo que les había parecido indu-
dable mientras estaban irreflexivamente ocupados haciendo alguna cosa.
En este último sentido, la idea de “parálisis” se la entiende si se la asimila a
la de “perplejidad”, al “asombro” que soportamos o que nos acaece ante la
pérdida de confianza de lo que nos había parecido indudable o cuando nos
formulamos las denominadas “preguntas últimas”: ¿qué es la justicia?, ¿qué
es la felicidad?, ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿qué es la muerte?, etc. “Si lo
que se estaba haciendo consistía en aplicar reglas generales de conducta a
casos particulares como los que surgen en la vida cotidiana, entonces ahora
nos encontramos paralizados [perplejos] porque ninguna de estas reglas
puede hacer frente al viento del pensamiento” (Arendt, 1981, p. 175). Só-
crates buscaba que ni él ni los demás actuaran de modo automático o guia-
dos por las reglas de la comunidad (Cf. Villa, 1999, p. 160).
El pensamiento como un huracán. La metáfora del viento
El pensamiento, cuando echa a andar, tiene la peculiaridad de llevarse con-
sigo todas las manifestaciones previas. En su naturaleza se halla el deshacer,
descongelar, lo que el lenguaje, la vida diaria, la tradición, ha congelado (ex-
presiones, frases, conceptos, doctrinas). El pensamiento socava los criterios
establecidos, los valores y las pautas del bien y del mal; por lo mismo, tiene
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un efecto destructivo sobre los hábitos y las reglas de conducta que son ob-
jeto de la moral y de la ética.2
El viento del pensamiento es un huracán que sopla sobre las reglas que
guían a los hombres para que se orienten en el mundo. Ahora bien, los fenó-
menos de la realidad que nos interpelan no pueden ser resueltos de una vez
y para siempre: el pensamiento es siempre provisional, no sólo porque no
existe el problema de la realidad, por así decir, en virtud de que la realidad
es fundamentalmente contingente, sino también porque Sócrates al encon-
trar descanso cada vez que llegue, tras la perplejidad, a terreno firme, lejos
de permitir que se congele el pensamiento, “propondrá empezar de nuevo y
buscar qué son la justicia, la piedad, el conocimiento o la felicidad” (Arendt,
1981, p. 170). Él no quiere hallar resultados que hicieran innecesario seguir
pensando. El pensamiento es actividad en el sentido de que sigue, de que no
se detiene, de que está en movimiento, de que se destruye a sí mismo por-
que no admite la estabilidad, la quietud; es amor en el sentido griego de eros,
es decir, es una búsqueda, una necesidad de lo que uno no tiene (Cf. Arendt,
1981, p. 178). No habrá un punto de llegada definitivo. Además, nos damos
cuenta de que cualquier cosa que pensemos tiene alcances y limitaciones
sobre todo cuando exponemos nuestras ideas al escrutinio de los otros, es
decir, cuando la sometemos a la crítica de un otro, y de ello Sócrates era
consciente (Cf. Dolan, 1999, p. 265).
II
¿Qué significa pensar?: el dos-en-uno como el ser del pensamiento
Según Sócrates, el yo que piensa sólo existe como una dualidad –mientras
pensamos somos dos–, y esta dualidad hace del pensamiento una activi-
dad en la que yo soy tanto quien pregunta como quien responde. En el
pensamiento soy dos-en-uno, y esto quiere decir que no sólo vivo con los
otros, sino también conmigo mismo. Cuando hago parte del mundo de las
2.	“Estos pensamientos congelados, parece decir Sócrates, son tan cómodos que podemos va-
lernos de ellos mientras dormimos; ‘pero si el viento del pensamiento, que ahora soplaré en vo-
sotros, os saca del sueño y os deja por completo despiertos y vivos, entonces os daréis cuenta
de que nada os queda en las manos sino perplejidades, y que lo máximo que podéis hacer es
compartirlas unos con otros’” (Arendt, 1981, p. 175).
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
31
apariencias y aparezco ante los demás y se me llama por el nombre, soy
siempre uno; sin embargo, en el pensamiento ese uno se escinde para que
tenga lugar el diálogo entre los dos del dos-en-uno, y lo que el pensar actua-
liza en su interminable proceso es precisamente esa diferencia constitutiva
del hombre. En la medida en que cuando pienso soy ya dos-en-uno, puedo
experimentar dentro de mí, para utilizar la expresión de Aristóteles, al “otro
sí mismo [other self]” (Cf. Arendt, 1990, p. 85). “La solitud [del pensar] –dice
Arendt– es aquella situación humana en la que uno se hace compañía a sí
mismo [I keep myself company]” (Arendt, 1981, p. 185). Con ese “other self”
nos encontramos cada vez que nos retiramos de la compañía de los demás y
nos damos a la tarea de pensar. Con él nos las vemos cada vez que estamos
a solas; es el que espera a Sócrates en casa una vez ha terminado la rutina
de su vida diaria.
Dicho en términos kantianos: pensar es un comparecer y dar cuenta de lo
que hemos hecho y de lo que hemos dicho ante nuestro propio tribunal, es
decir, ante nuestro “otro sí mismo”. Para que la contradicción sea posible es
necesario que haya dos opuestos y como cada uno de nosotros, “siendo uno
sólo”, puede al mismo tiempo hablar consigo y (referirse a sí) como si fuese
dos y, por tanto, disentir de sí mismo, entonces es posible que nos contradi-
gamos. Puedo contradecirme a mí mismo porque en el pensamiento no soy
uno, sino dos-en-uno.
La no contradicción como criterio del diálogo del pensamiento
¿A qué apunta este diálogo mental del yo consigo mismo característico de
la actividad del pensamiento? De ninguna manera hacia la búsqueda de la
verdad. El único criterio del pensamiento socrático es el acuerdo, la armo-
nía, el ser coherente con uno mismo; lo opuesto a ello es la contradicción,
la desarmonía. El criterio básico del diálogo del pensamiento, “su ley su-
prema, por así decirlo, reza: ‘no te contradigas’” (Arendt, 1981, p. 189). En
un sentido similar Kant aseguró en su Antropología que una de las máxi-
mas “que debían tomarse como ‘mandamientos inmutables [unchangeable
commandments] para… los pensadores’” es el mandato de “[p]ensar en todo
tiempo de acuerdo contigo mismo” (Arendt, 1981 pp. 186-187). Dicho de
otra manera, en este diálogo del yo consigo mismo se aspira a que uno sea
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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una unidad consigo mismo, que esté de acuerdo consigo mismo. ¿Qué se
puede entender por contradicción, por desarmonía en este contexto? Que
cuando me encuentre conmigo mismo esté en desacuerdo con lo que dije o
con lo que hice en el curso de la vida diaria, es decir, que mi “other self” me
interpele señalándome su desaprobación por algo dicho o hecho. El miedo a
la contradicción es parte integrante del miedo a la división interna, a no po-
der identificarme conmigo mismo, a no poder vivir en paz conmigo mismo
y –según Arendt– “esta es la razón de que el principio de no contradicción
pudiese convertirse en la regla fundamental de occidente” (Arendt, 1990, p.
84).
¿Por qué se puede decir con Sócrates que “cometer injusticia es peor que
padecerla” y que “es mejor estar en desacuerdo con el mundo entero que
estar en desacuerdo con uno mismo”?
Existen dos afirmaciones de Sócrates de las que tenemos noticia gracias al
Gorgias de Platón. La primera dice como sigue: “es mejor padecer la injus-
ticia que cometerla”.3
La segunda es la siguiente: “Es mejor estar en des-
acuerdo con el mundo entero que, siendo uno sólo [being one], estar en
desacuerdo conmigo mismo” (Arendt, 1990, p. 84).4
Como lo que condujo
a Sócrates a hacer estas aseveraciones fue la experiencia del pensamiento,
la elucidación de sus relaciones y sentido nos puede conducir a desarrollar
con más precisión la cuestión de qué significa pensar. ¿Por qué dice Sócra-
tes que “es mejor padecer la injusticia que cometerla”? Ese “otro sí mismo”
es un testigo que nos acompaña en todo nuestro viaje por el mundo y ante
él nos presentamos siempre que llegamos a casa para encontramos con él.
Puede ocurrir, por otra parte, que siempre se le huya y que nunca se inicie
el diálogo silencioso y solitario que denominamos pensar: “A quien desco-
noce la relación silenciosa del yo consigo mismo (en la que examino lo que
digo y lo que hago) no le importará en absoluto contradecirse a sí mismo, y
3.	En otras palabras: “El que comete injusticia es más infeliz que el que la sufre” (Arendt, 1981, p.
182)
4.	En otra formulación de esta primera afirmación, Sócrates afirmó: “Es mejor que mi lira esté de-
safinada y que desentone de mí, e igualmente el coro que yo dirija, y que muchos hombres no
estén de acuerdo conmigo y me contradigan, antes que yo, que no soy más que uno, esté en
desacuerdo conmigo mismo [should be out of harmony with my self] y me contradiga” (Arendt,
1981, p. 181)
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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esto significa que nunca será capaz de dar cuenta de lo que dice o hace, o no
querrá hacerlo; ni le preocupará cometer cualquier delito, puesto que puede
estar seguro [since he can count on] de que será olvidado en el momento si-
guiente” (Arendt, 1981, p. 191). Es peor cometer injusticia que recibirla por-
que una vez llegue a casa y me encuentre a ese “otro sí mismo” para reflexio-
nar sobre mis hechos y mis palabras, querré saber que soy capaz de vivir en
paz con él, es decir, conmigo mismo. De ahí que la respuesta de Sócrates a la
pregunta de Platón de si un acto bueno o un acto justo es tal “incluso si per-
manece desconocido y oculto ante los demás hombres y los dioses” (Arendt,
1990, p. 87), sea más o menos como sigue: puesto que incluso cuando estás
solo no estás completamente solo, tú ante ti mismo puedes y debes testificar
acerca de tus acciones y tus palabras.
La razón por la cual no deberías matar, incluso en condiciones en las que
nadie te viera, es que tu “otro sí mismo”, al que no puedes engañar porque
siempre está contigo, en modo alguno querrá vivir junto a un asesino. Es
preferible sufrir el mal que hacerlo, porque al ser objeto del mal uno puede
seguir siendo amigo de uno mismo, puede estar en armonía con uno mismo.
Ahora bien, como del “otro sí mismo” no me puedo separar, no lo puedo
abandonar, como a él estoy unido sin remisión, entonces “es mucho me-
jor estar en desacuerdo con el mundo entero que, siendo uno sólo, estar en
desacuerdo conmigo mismo”; es decir, es mejor disentir de los demás y que
me contradigan y no de ese “otro sí mismo” con quien estoy obligado a vivir
cuando he dejado la compañía de los otros. La conciencia, el “otro sí mismo”,
no sólo habita con nosotros bajo el mismo techo, sino que nos acompaña en
todo nuestro paso por el mundo. Puesto que en el pensar mi interlocutor
soy yo mismo, y dado que de mi “otro mí mismo” nunca me separaré, yo no
puedo querer convertirme en mi propio enemigo, es mejor tener como ene-
migo al mundo entero.
De la relación entre actividad del pensamiento y natalidad
Examinemos el siguiente pasaje: “Pensar y estar vivo –dice Hannah Arendt–
es lo mismo, lo que significa que el pensamiento siempre empieza de cero.
Es una actividad que acompaña el vivir cuando se ocupa de conceptos ta-
les como justicia, felicidad, virtud” (Arendt, 1981, p. 178). La actividad del
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pensamiento es, entonces, comparable con la vida. ¿Qué puede resultar su-
gestivo de la idea de vida en este contexto? La idea de vida se hace compren-
sible si se la pone en relación con la noción de natalidad. El pensamiento se
relaciona con la natalidad en la medida en que pensar es, como hemos visto,
experiencia de pluralidad. El hecho mismo de nacer es ya una experiencia de
pluralidad. Al venir al mundo, nacemos de la unión de un hombre y una mu-
jer, y nacemos entre los hombres. Nuestro nacimiento nos inscribe en una
familia, en un pueblo, en una comunidad política, es decir, nos pone entre
los hombres que habitan la tierra; venimos al mundo a reunirnos con ellos.
En la medida en que el pensar es también experiencia de pluralidad, porque,
como hemos visto, “el hombre existe esencialmente en plural” (Arendt, 1981,
p.184) en ese diálogo de él consigo mismo que hemos denominado pensar y
que actualiza su pluralidad intrínseca, en esa medida, digo, se ve la relación
entre el pensar y la natalidad: pensar es saberme entre otros, y este “entre
otros” se debe tomar en el sentido fuerte de no sólo saberme reunido con los
demás miembros de la especie humana, sino también saberme acompañado
de mi “otro mí mismo”: “La intrínseca dualidad del dos-en-uno apunta hacia
la infinita pluralidad que es la ley de la tierra” (Arendt, 1981, p. 187)
Ahora bien, el pensamiento se relaciona con la natalidad porque, además,
cuando pensamos en la vida nos referimos a una nueva posibilidad: al nacer
aparecemos ante los demás hombres como recién llegados, capaces de crear
algo, de introducir novedades. La natalidad es una experiencia de principio.
Y lo mismo ocurre con el pensamiento: un hilo sutil vincula el pensamiento
con el principio, con el comienzo. Como ya lo hemos visto, el pensamiento
siempre nace de nuevo, es la capacidad de empezar de cero, de abrirse a la
novedad, a lo inédito, de fundar nuevas posibilidades.
La actividad del pensamiento es experiencia de nacimiento, de vida, expe-
riencia de principio. Sócrates, como Tábano, aguijonea a los ciudadanos para
que despierten ¿Despertar a qué? Despertar a pensar que es despertar al
comienzo. Como en la condición humana simultáneamente se encuentran la
posibilidad del pensamiento y el pensamiento como comienzo, lo que hace
Sócrates al incitar a pensar a los demás ciudadanos es avivar esa suprema
capacidad humana de empezar de nuevo.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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Que el que no piensa no está plenamente vivo, es un sonámbulo
Consideremos otro pasaje: “Una vida sin pensamiento es posible, pero no
logra desarrollar su esencia; no sólo carece de sentido, sino que además no
es plenamente viva. Los hombres que no piensan son como los sonámbulos
[sleepwalkers]” (Arendt, p. 214). En este pasaje Hannah Arendt sugiere una
hipótesis, por lo demás fecunda, que señala la existencia de una relación en-
tre no pensar y no vivir plenamente, entre no pensar y ser un “sonámbulo”.
¿Qué se puede entender por el término “sonámbulo” en este contexto? A mí
me parece que esta idea se hace comprensible si se la pone en relación con
la noción de mortalidad, es decir, quien no piense, aun cuando esté orgá-
nicamente vivo, entablará una relación con la muerte. ¿Qué ocurre cuando
morimos? Dijimos que al nacer veníamos al mundo a reunirnos con los otros.
Al morir ocurre exactamente lo contrario: partimos y los abandonamos (Cf.
Arendt, 1965), y cuando abandonamos este mundo, cuando abandonamos a
los hombres, partimos solos, entregados a nosotros mismos.
La experiencia de la muerte es una experiencia de soledad. Pues bien, como
Hannah Arendt lo anota, lo mismo ocurre con no pensar: la ausencia de pen-
samiento es una experiencia de soledad (loneliness), es decir, es aquella si-
tuación humana en la que en la que uno no se hace compañía de su “otro sí
mismo” (Arendt, 1981, p. 185). Además, el partir de la muerte significa un
abandono del dominio de los asuntos humanos, un romper los lazos que atan
a quien parte con lo humano. Ahora bien, en la medida en que la ausencia
de pensamiento está relacionada con un desprecio por el dominio humano,
por aquello que, como dijimos más arriba siguiendo a Kant, incumbe nece-
sariamente a “todo el mundo”, no pensar y acercarse a la muerte proceden
de una raíz común. Por lo demás, si el pensar está asociado a la pluralidad,
el no pensar se relaciona con la unidad. En la medida en que la ausencia de
pensamiento niega esa dualidad interna propia de la condición humana, y
en la medida incluso en que no pensar es estar encerrado en sí mismo como
si uno fuera todo el mundo –como ocurre con el caso de Eichmann–, no pen-
sar es una valoración de la unidad. Ahora bien, ¿no es la muerte también una
experiencia de unidad en la medida en que cuando morimos partimos solos,
alejándonos de la pluralidad humana y entregados a nosotros mismos?
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ARTÍCULOS
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III
¿De qué manera la actividad del pensamiento puede ser una manera de
evitar la maldad?
Según Hannah Arendt, sería un error entender la noción socrática de pensa-
miento como el resultado de alguna meditación sobre la moralidad (Arendt,
1981, p. 183). ¿Por qué no se puede decir de la idea de Sócrates de pensa-
miento que sea una reflexión moral? No lo es en tanto no crea valores, no
apunta a resolverse la cuestión de qué sea el bien, qué sea la virtud y cómo
es posible; ocurre más bien que, como vimos, “el viento del pensamiento” di-
suelve las reglas establecidas de conducta. Ahora bien, según Arendt, el sig-
nificado político del pensamiento aflora en aquellas situaciones en que se ha
alcanzado una situación límite: “en los raros momentos en que se ha alcan-
zado un punto crítico, puede prevenir catástrofes” (Arendt, 1981, p. 193).
Es decir, el hecho de que deba ser capaz de vivir conmigo mismo mientras
tenga vida es una consideración que posee una dimensión política en mo-
mentos de crisis. ¿Por qué el pensamiento podría evitar que hiciéramos el
mal? Porque, según Sócrates, el que obra mal está enfrentado con él mismo
y, como es mejor estar enfrentado con el mundo entero que no poder tener
trato con uno mismo, quiere decir, es mejor contradecir a todos los que me
rodean que desarmonizar conmigo mismo, en una situación de emergencia,
en tiempos de crisis en los que, por así decir, nos hallamos con la espada
contra la pared, mientras hayamos pensado evitaremos hacer el mal. Por lo
demás, la propuesta que Hannah Arendt desarrolla, siguiendo a Sócrates,
sobre el pensamiento está tan alejada de una meditación sobre la moralidad
que en varias ocasiones sugiere que entre las catástrofes políticas (como la
dominación totalitaria), es decir, entre aquellas situaciones que ella quiere
entender cómo es posible evitar y la moralidad, lejos de existir una oposi-
ción, lo que existe es una alianza.
Puesto que la moralidad enseña a los hombres a que se adhieran de manera
inmediata a cualquiera de las reglas de conducta vigentes en una sociedad y
en un tiempo dados, debido a que los habitúa no sólo al contenido de las re-
glas, sino fundamentalmente a la posesión de normas bajo las cuales orien-
tar su conducta; y en la medida en que, por tanto, sustrae a los hombres del
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ARTÍCULOS
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examen crítico e induce a no pensar, entonces la moral no sólo no evita sino
que incluso garantiza las situaciones de crisis como la dominación totalitaria.
Si alguien quisiera, por cualquier razón o propósito, abolir los
viejos ‘valores’ o virtudes, no encontraría impedimento alguno,
siempre y cuando ofreciese un código nuevo… Cuanto mayor sea
la firmeza con la que los hombres abracen el viejo código, tanto
más ansiosos estarán por asimilar el nuevo (Arendt, 1981, p. 177)
Referencias
Arendt, H. (1969) Curso hilosophy and politics: What is a political philosophy? New
School, Spring.
Arendt, H. (1981). The Life of the Mind. Harcourt Brace, Jovanovich.
Arendt, H. (1990). Philosophy and Politics. Social Research 57, (1), Spring, pp. 73-103.
Villa, D. (1999). Politics, Philosophy, Terror. Essays on the thought of Hannah Arendt.
New Jersey: Princenton Univiersity Press.
Dolan, F. (2000). “Arendt on philosophy and politics”. En Villa Dana (Ed.) The Cam-
bridge Companion to Hannah Arendt. London: Cambridge University Press, p-p.
261-276.
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ARTÍCULOS
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Percepciones de estudiantes del centro histórico
de Bogotá; de la inexistencia territorial a la
configuración de una identidad con el territorio1
Javier Enrique Aguilar Galindo2
Resumen
Los preadolescentes y adolescentes hacen parte de la sociedad de forma ac-
tiva, están inmersos dentro del territorio y es por esto que los procesos pe-
dagógicos de formación por medio de la cartografía social generan balances
y acciones que construyen la identidad territorial. De ahí la importancia de
poder construir a través de la experiencia del Centro Histórico, en este caso
el de Bogotá, hace que el proceso investigativo se enfoque en la praxis en el
aula y fuera de esta, o en otras palabras: identificar, analizar y fomentar por
medio del proceso pedagógico la identidad territorial en intercambio con
ellos y ellas, la institución educativa y sus tránsitos.
Palabras clave: Apropiación territorial, Centro Histórico, Estudiantes, Iden-
tidad territorial y Percepción.
“Abstract”
Preteens and teens are part of society actively, are embedded within the ter-
ritory and that is why training pedagogical processes through social map-
ping balances and generate actions that build territorial identity. Therefore,
the importance of being able to build through experience historic center,
for this case of Bogotá, makes the research process focuses on the practice
1.	Este artículo se desprende del proyecto de investigación “Identidad territorial de preadolescen-
tes: haciendo cartografía participativa en el Centro Histórico de Bogotá” desarrollado en la I.E.D.
Antonio José Uribe entre agosto y noviembre de 2012 el cual fue financiado por la DIB de la
Universidad Nacional de Colombia a través de semilleros de investigación quinto corte.
2.	Javier Enrique Aguilar Galindo
Universidad Nacional de Colombia Bogotá, Colombia
querberoz@gmail.com
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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in the classroom and outside it, or in other words: identify, analyze and en-
hance the educational process through the territorial identity with them
and exchange them, the school and its transits.
Keywords: Land Ownership, Historic Center, Student, Perception and
territorial identity.
Vivimos, convivimos y transitamos los espacios sin tener en cuenta la im-
portancia que estos pueden tener, a veces nos dejamos llevar y no definimos
las características más importantes de los lugares; nosotros. De esta forma
hablo desde una perspectiva diferente, pues me interesa mostrar aquellas
voces que no son tenidas en cuenta: los preadolescentes. Si los miramos
como estudiantes, corresponde al ciclo número 3 del proceso educativo, en
donde se ratifica la identidad de cada uno, (Jurado, 2011). Estas característi-
cas conceden a esta población las posibilidades de participar e identificarse
con la ciudad, aunque para los fines del presente artículo analizo un territo-
rio más pequeño: el Centro Histórico.
Estos elementos se unen al concepto de identidad territorial entendida como
la sumatoria de: la apropiación territorial, las prácticas sociales y culturales
que se desarrollan (Grubits y Vera, 2005), la cotidianidad, las representacio-
nes, las visiones, las costumbres y la participación de los individuos. Por me-
dio de percepciones ‒individuales y colectivas‒ que construyen y modifican
el territorio (Estébanez, 1979). Hablamos de esta manera de un proceso que
permita la construcción colectiva de sentimientos de apego por el territorio
–topofilias‒ (Tuan, 2007). Por lo tanto, el objetivo del proyecto es investigar
cómo los estudiantes del I.E.D Antonio José Uribe realizan construcciones
de identidades territoriales en el Centro Histórico de Bogotá por medio de
un análisis pedagógico, que tiene como fin comprender el centro histórico
desde la visión de los preadolescentes, analizar la apropiación territorial de
los preadolescentes y fomentar la participación ciudadana. Sin olvidar que
esta población estudiantil es descrita como: “los hijos de las prostitutas, los
consumidores de drogas y ladrones”3
, lo que afecta su acción dentro del te-
rritorio y causa que no se sientan identificados con el mismo.
3.	Esta referencia se realizó dos veces dentro de la institución; una por parte de la orientadora y
la segunda por la coordinadora de la institución pues tenían interés en conocer la escogencia
de esa institución dentro del proceso investigativo
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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Para poder entender el contexto, debemos tener en cuenta un proceso me-
todológico construido con base en las necesidades de la población, haciendo
énfasis en el desarrollo en aula. Estas características definen tres momentos
con herramientas diferentes: 1) una cartilla evaluativa, en la que se observa
la comprensión que hacen los y las estudiantes sobre el Centro Histórico, 2)
Un taller grupal en donde se confrontan las ideas de cada uno en dos pers-
pectivas ¿Qué me gusta y que me disgusta? ¿Qué quiero cambiar? Y, 3) Un
recorrido por el Centro Histórico que permita reconocer algunos sitios de
importancia, la historia de estos y el uso que se les da. Hablamos de ir cons-
truyendo poco a poco en ellos y ellas una conciencia de participación por
aquello que es propio.
La identidad territorial, desde este enfoque, no es fácil de analizar ni de
comprender, pues se expresa desde diferentes visiones que son necesarias
de establecer con las uniones que se tienen sobre este, por lo tanto, las ca-
racterísticas del Centro Histórico permiten definir ciertos elementos claves
que se desarrollarán a lo largo del artículo.
La identidad territorial en el Centro Histórico de Bogotá
La identidad territorial permite: participar, actuar, intervenir, sentir, visua-
lizar, percibir y trasmitir. De esta forma hablamos de un Centro Histórico
que es incluyente y accesible a su modificación, pues permite que el sujeto
se vea como actor político, social y económico ‒sin desligar su historia y
lo que esta contiene‒, en términos de Torres Fuentes sería; “las prácticas
sociales y culturales que dan sentido de pertenencia e identidad a quienes
habitan el territorio”. (Torres Fuentes, 2008, p.12-13)
Las interacciones de la identidad territorial que, al ser complejas, respon-
den a los procesos de integración o exclusión territorial de los estudiantes4
.
Este componente está unido intrínsecamente a la cotidianidad y las prácti-
cas culturales. Los estudiantes son personas que están en constante interac-
ción con el territorio, esta noción nace de una percepción creada por tres
actores que están involucrados en el territorio: la institución educativa, las
personas que conforman su grupo social y los otros grupos sociales con los
4.	Proceso que también se destacó en la conferencia “cartografías participativas en el Centro
Histórico de Bogotá” realizado el 19 de noviembre del 2012.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
41
cuales interactúan. Estos forman una imagen territorial del Centro Históri-
co con la cual se podrá ‒o no‒ sentir identificado, dependiendo el grado de
vivencia que se tenga sobre este medio; es así como la identidad territorial
está mediada por diferentes elementos que se asocian a la percepción indi-
vidual. En ese sentido
Las identidades territoriales son el reconocimiento colectivo (de
los actores de una sociedad local) - implícito y explícito - de una
trama de significados y sentidos propios de un tejido social es-
pecífico. […] Da cuenta de formas de valorar, pensar, organizar y
apropiarse del entorno, conformando una “ordenación cultural
del territorio”, cuyas tramas de referencia están limitadas geográ-
ficamente. (Benedetto 2006, p. 14)
Pero al hablar sobre la sociedad local esta es afectada por la vivencia ‒in-
teracción‒ y educación ‒conocimiento‒ sobre un entorno, lo que implica
mirar esa identidad territorial de una forma multiescolar.
Grubits y Vera hacen una extensión de la identidad, llevándolo hasta lo re-
gional, explicando cómo “llega a constituirse a través de los procesos sim-
bólicos desarrollados por el acontecer histórico y la apropiación de un pa-
trimonio cultural en lo que podemos definir como una identidad regional”
(Grubits & Vera 2005, p.3)
Este artículo se enfoca en la construcción de la identidad territorial local, co-
menzando por las percepciones individuales que llevaran a la identificación
de las nociones colectivas dentro del territorio (Estébanez 1979 y Millán
2004), por medio del concepto de territorios identitarios “que se caracte-
rizan, entonces, por el papel primordial de la vivencia y del marco natural
inmediato […], justamente con la posibilidad de desplazamiento frecuentes,
si no cotidianos” Giménez, 1999, 31y que conllevará a la participación activa
dentro del territorio.
Por lo tanto, definimos el Centro Histórico como el territorio donde se pue-
de establecer nociones claras de participación, siendo necesario establecer
puentes de comunicación entre los diferentes elementos que confluyen y
construyendo la identidad de este, pues claramente es un proceso recíproco
en donde el territorio define al sujeto y el sujeto define el territorio.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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Por ello, es necesario establecer las características desde la visión académi-
ca para así poder confrontarlas con las de los estudiantes, entre estas tene-
mos las siguientes. “Asentamientos humanos vivos, fuertemente condicio-
nados por una estructura física proveniente del pasado, reconocibles como
representativos de la evolución de un pueblo” (Gutman (1995) citándose
asimismo (Gutman, 1977)). “La comprensión temporal o la historicidad del
concepto de centro histórico, debe ser entendido como el lugar de encuen-
tro o eslabón que integra el pasado con el futuro deseado, a través de su
actual presencia” (Carrión, 1990, p. 26). “Son barrios céntricos de ciudades
grandes con funciones complejas y diversificadas (político-administrativas,
culturales, turísticas; etc.), con obras arquitectónicas y características de
particular importancia (nacional-internacional)” (Mertins 2006)
Evaluación, participación y recorrido
El proceso contó con la participación de 286 estudiantes ‒152 hombres y
134 mujeres‒ repartidos en 3 quintos, 4 sextos, 3 séptimos y 1 octavo, to-
dos de la jornada mañana, teniendo en cuenta que se trabaja con dos grupos
etarios; preadolescentes -con edades entre los nueve y doce años- y los ado-
lescentes -que tienen entre trece a dieciséis años-.
Partiendo de esta población se hace constar que la identidad territorial es
un elemento importante que se constituye en la apropiación de los indivi-
duos sobre el lugar que habitan. (Grubits & Vera, 2005) y (Sabatini, Arenas
& Núñez, 2011). Además, es un punto de partida para entender los procesos
sociales que se desarrollan, existiendo innumerables formas de pensarse un
territorio, todas estas desde percepciones que se construyen dese adentro y
desde fuera (Millán, 2004) y que responde a un mapa mental sustentado en
visiones influenciadas por el entorno, que no es exacta al medio real sino a
la aproximación que hace el individuo tiene de este (Estébanez, 1979).
De esta forma se enseña desde la ciudad ya que es “generar un ambiente
de aprendizaje en la ciudad que sea potencialmente motivante y que pro-
vea oportunidades para aumentar la identidad de lugar de los individuos”(
Páramo, 2002, p.66), o en las palabras de Pérez «“aprender de la ciudad” y
“aprender la ciudad”, es decir, aprender la urbe como fuente de informa-
ción, como medio instrumental, pero más allá de esto, como espacio para
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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aprendizajes; no sólo medio, si no también objeto fundamental de apren-
dizaje» (Pérez, 2005, p.131) con herramientas cartográficas participativas
siendo –al mismo tiempo‒ medio de interacción y de análisis; un puente de
comunicación entre el investigador y la comunidad (Corbert, 2009) y (Ac-
selrad, 2010) y un mecanismo de aprendizaje colectivo.
Proceso de evaluación: Construyendo desde la pregunta.
En ese proceso se elaboraron herramientas metodológicas que permitían
ir sumando a la conceptualización, de este modo el primero componente
parte desde el conocimiento individual, por esta razón se implementaron
preguntas, las cuales eran respondidas por medio de una cartilla (anexo 1)
que permitía;
1.	 Identificar si conocen o no el Centro Histórico y que conocen de este.
2.	 Identificar la cercanía del Centro Histórico con su cotidianidad.
3.	 Identificar la asociación entre el I.E.D. y el Centro Histórico.
Es así como la palabra y el dibujo se convierten en herramientas de comuni-
cación que permiten la investigación con poblaciones jóvenes (Ortiz, Prats
& Baylinas, 2011), con la integralidad de la pedagogía por proyecto que es-
tablece “centros de interés o de temas-eje” (Martínez & Varios 2011, 28);
para este caso en particular es el reconocimiento del Centro Histórico como
territorio de participación y acción.
Los estudiantes del I.E.D Antonio José Uribe mostraron su desconocimiento
sobre el Centro Histórico en la primera pregunta que se encuentran en la
cartilla, a pesar que el mismo era observado y transitado constantemente,
fue necesario cambiar la categoría de análisis por “El Centro” haciendo una
breve explicación de la zona como un lugar céntrico de las ciudades en don-
de hay componentes arquitectónicos de gran importancia histórica.
Del total de los estudiantes el 77,27% dijo conocerlo, mientras que el
22,73% admitió no hacerlo, sin embargo en preguntas posteriores se pudo
identificar que realmente el 7,34% del total no tenían ninguna noción
sobre este espacio. Este hecho demuestra –de entrada‒ el poco conoci-
miento sobre el término, a pesar de que la explicación se encuentra en las
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
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puertas de la institución, pues esta se encuentra ubicada en el borde como
lo muestra el mapa Imagen 1.
Imagen 1. Ubicación del I.E.D Antonio José Uribe con respecto a las Localidades del Centro
Histórico. Datos propios.
Los lugares que dijeron conocer los jóvenes se limitaron a: la Plaza de Bolívar
con el 64,3%, Museo del Oro con 22.38%, la Casa de Nariño –o Casa Presiden-
cial‒ representa el 21,33%, catedrales e iglesias el 17.13%, Museo del Flore-
ro5
19,23%, museos –sin especificar cuál‒ con el 13,99% al igual que el Mu-
seo de la Policía, Museo de la Moneda con el 13,98%, y aquellos que dicen
conocerlo todo –disponen de la palabra ‘todo’ como tal‒ corresponden al
3,15%, mientras que el 17,48% hace alusiones a lugares que no están dentro
5.	Este museo recibe varios nombres dentro de Bogotá y que son necesarios tener en cuenta
para evitar confusiones; museo 20 de Julio y museo de la Independencia, este queda ubicado
en la Calle 11 # 6-94.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
45
de este territorio como: el Parque Nacional, el Parque Metropolitano Simón
Bolívar, además del Museo Nacional y otras instituciones que se encuentran
ubicadas en otras zonas de la ciudad. El mapa Imagen 2 muestra los valores
(sin porcentaje) de este análisis, para tener un mayor panorama espacial de
los lugares y las centralidades que se establecen sobre el territorio estudia-
do, desestimando aquellos que no hacen parte de las zonas estudiadas.
Por otra parte, se consultó sobre los eventos que se realizan en el Centro
Histórico, esto con el fin de observar la participación en actividades realiza-
das por los entes gubernamentales, el Gráfico 1, muestra las respuestas de
los/las estudiantes. Se debe señalar que no se hace mención sobre activida-
des realizadas en recintos, los eventos son realizados en espacios públicos,
incluyendo las fiestas que hacen parte de celebraciones al aire libre.
Imagen 2. Asociaciones de los lugares del Centro Histórico. Imagen de Google Earth, datos
propios.
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ARTÍCULOS
46
Gráfico 1. Sobre la participación de los estudiantes en actividades en el centro histórico. Datos
propios.
En el siguiente punto del cuestionar se les pidió que realizaran un dibujo so-
bre este territorio, el 24,8% dibujo la Plaza de Bolívar, la Imagen 3 muestra
algunas representaciones que hicieron los/las estudiantes del espacio en
particular, mientras que la Imagen 4 muestra construcciones con más de un
lugar y que representan el 19,2% del total. Por otra parte, el 10,8% dibujó
algún museo de la zona y el 7,3% identificó las iglesias y catedrales de la
zona. El 8% representó eventos y actividades al aire libre y aquellos que no
participaron constituyen el 9.1%. El 19,2% del total retrataron el espacio
por medio de casas, vías, parques y otros elementos que son demasiado am-
biguos y no se pueden catalogar.
Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias
ARTÍCULOS
47
Imagen 3. Representaciones de la Plaza de Bolívar. El siguiente mosaico muestra dibujos de:
(A) niña de 14 años, curso 701 (B) niña de 14 años, curso 801 (C) niño de 12 años, curso 602
(D) niño de 13 años, curso 604.
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ARTÍCULOS
48
Imagen 4. Representaciones conjuntas del Centro Histórico. Las siguientes imágenes
corresponde a: (A) niña de 14 años, curso 703, (B) niña de 13 años, curso 702, (C) niña de 13
años, curso 702 y (D) niña de 12 años, curso 503.
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ARTÍCULOS
49
La segunda parte de la cartilla se comenzó preguntando por el lugar de resi-
dencia, las respuestas pueden ser observadas en la Imagen 5. Seguidamente
los y las jóvenes fueron cuestionados acerca de la ubicación del colegio, los
resultados fueron los siguientes: el 20,3% escribió el nombre del barrio co-
rrectamente ‒Santa Bárbara mientras‒ que el 43% uso como referencia el
barrio Las Cruces, esto sucede ya que la institución se encuentra en el límite
entre los dos barrios y por ende los estudiantes que viven en el barrio Las
Cruces lo asocian a su propio barrio. Otros estudiantes ubicaron la institu-
ción en el barrio San Bernardo (12,2%), Santa Fe con el 2,8% ‒ haciendo
referencia a la Localidad Santa Fe en donde efectivamente se encuentra ubi-
cado el colegio, sin embargo se toma como una respuesta errónea pues la
pregunta hace referencia al barrio‒, el Centro (asociación de la zona centro,
más no existe un barrio con ese nombre) y Los Comuneros; cada uno con
el 0,7% mientras los que no respondieron a esta pregunta constituyeron el
18,9%.
Dado que conocer los tránsitos que los jóvenes realizan en su diario vivir
fue de gran importancia para este estudio, se les preguntó por el medio de
transporte que cotidianamente emplean para trasladarse hasta su plantel
educativo, teniendo como resultados los siguientes: el 87,1% comentó que
se dirigen al colegio caminando, 4,54% en bus y 1.74% en taxi, al mismo
tiempo se estableció que el 81,82% de los/las estudiantes saben cuáles son
las calles y carreras que toman para llegar a la institución. Por otra parte
se determinó que el 93% se ubican por medio de lugares que consideran
importantes. Junto con lo anterior se les pidió que realizaran un mapa que
mostrara su recorrido de su lugar de residencia al colegio, el 94,4% de los/
las estudiantes realizó la actividad, en la Imagen 6 se muestran algunas de
estas representaciones.
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ARTÍCULOS
50
Imagen 5. Lugares de residencia. El mapa muestra la procedencia de las personas participantes
en la investigación. Datos propios.
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ARTÍCULOS
51
Imagen 6. Recorridos hacia el colegio. Los trabajos fueron hechos por: (A) niño de 13 años,
curso 703, (B) niña de 13 años, curso 501, (C) niño de 12 años, curso 604 y (D) niño de 13
años, curso 701.
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  • 2. Humanas en Contexto 2 Revista de Egresadas y Egresados ISSN 2357-6200 Rector Ignacio Mantilla Prada Vicerrector de sede Diego Fernando Hernández Director de Bienestar Sede Bogotá Oscar Oliveros Garay Decano Facultad de Ciencias Humanas Ricardo Sánchez Ángel Directora de Bienestar Facultad Ciencias Humanas Myriam Susana Barrera Lobatón Coordinador Programa de Egresados Facultad de Ciencias Humanas Edier Gustavo Quijano Hernández Coordinador Programa de Egresados sede Bogotá Hugo Pardo Acosta Comité editorial Myriam Susana Barrera Lobatón Edier Gustavo Quijano Hernández Andrea Montes Rodríguez Luis Alfredo Sánchez Ruiz Camilo Giraldo Cañas Maryuri Alejandra Figueroa Jenny Carolina Bachiller Zúñiga Corrección de estilo Daniel Arturo Jiménez Casas Colaboradores Myriam Esther Arévalo Pedraza Adriana Milena Rivera Fonseca Imagen de portada Protestas Estudiantiles de los años 70’s. Foto del egresado. Carlos Arango Diagramación Rubén Dario Ortiz Gonzalez Contacto egresados_fchbog@unal.edu.co Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional de Colombia no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar.
  • 3. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias Sumario Artículos 5 Presentación Coordinación Programa de Egresados Facultad de Ciencias Humanas. 6 Un Análisis Sociológico, de la Experiencia como Socióloga Gabriela Sandoval Montoya 11 “Civilización” y naturaleza: principales impactos del crecimiento demográfico y espacial de Bogotá sobre la sabana y los cerros orientales (1850 – 1930). Sergio Yesid Sandoval Díaz* 25 El Sócrates de Hannah Arendt: Sobre la actividad del pensamiento Fernando Forero Pineda 38 Percepciones de estudiantes del centro histórico de Bogotá; de la inexistencia territorial a la configuración de una identidad con el territorio Javier Enrique Aguilar Galindo 62 Trayectorias e imaginarios sociales de estado y ciudadanía de los excombatientes de la localidad de san Cristóbal, en el marco del proceso que adelanta la Agencia Colombiana para la Reintegración social y económica de personas y grupos alzados en armas. Sandra Milena Céspedes Melo
  • 4. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias Sumario Ensayos 89 Libertad, justicia y felicidad en “Divorcio en buda” de Sandor Marai Juan Carlos Hernandez Palencia“ 101 Especie en vía de extinción Fanny Alicia Carrillo Franco 109 La crisis educativa en Colombia: un análisis desde las instituciones sociales Andrés Tabla Rico 119 Las Residencias: ensayo fotográfico sobre el fin de una época Juan Camilo Cuéllar Mantilla 129 Pertinencia de las Pedagogías Críticas en la Construcción de la Paz en Colombia. Sergio Fabián Lizarazo-Vega 138 Psicología y Conflicto Armado en Colombia Oscar Gilberto Hernández.
  • 5. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias 5 PRESENTACIÓN Presentación Coordinación Programa de Egresados Facultad de Ciencias Humanas. La Revista de Egresados “Humanas en Contexto” en su versión número 2 busca continuar el interés de los Egresados y Egresadas de la Facultad de Ciencias Humanas por generar un material en el que se plasmen las ideas, las inquietudes académicas , los eventos representativos y, en general, las experiencias que acompañan el ejercicio profesional de los egresados de la Facultad. Creemos que este material contribuiría en el desarrollo de espacios de in- tegración, que motivarían el potencial académico, cultural y literario de los Egresados de la Facultad de Ciencias Humanas, al mismo tiempo en el que se fortalecería el compromiso y la identificación con una revista que les represente. De esta manera desde la Dirección de Bienestar Universitario y el Programa de Egresados de la Facultad de Ciencias Humanas, extendemos la invitación a todos nuestros egresados, para que hagan parte y se comprometan en esta su revista y nos ayuden a consolidar la “Revista de Egresados” Coordinación Programa de Egresados. Facultad Ciencias Humanas egresados_fchbog@unal.edu.co
  • 6. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 6 Un Análisis Sociológico, de la Experiencia como Socióloga Gabriela Sandoval Montoya1 He tenido la oportunidad de trabajar en las cinco regiones de nuestro país, (Orinoquía, Amazonía, Pacífico, Caribe y Andina) Cada una de ellas me ha permitido ampliar el conocimiento de nuestro bello país, a pesar de ser tan difícil de entender, cada región y su población tiene sus diferencias y simili- tudes, que facilitan la acumulación de información que cuando se llega a un punto o a cierta edad, se quiere compartir con los demás colegas (futuros y contemporáneos) y hacer una publicación sobre el tema pero a veces no se tienen las palabras o las herramientas adecuadas para publicarlas o se tiene el imaginario que para lograrlo se necesita de muchos recursos, sin embargo no quiero perder la oportunidad de hacerlo en esta emisión espero cumplir los mínimos para que sea publicada, a través de este medio de comunicación: La revista de sociología para egresados construida por nuestra alma mater La Nacho para compartir con ustedes un poco de las experiencias vividas. Intento con este pequeño artículo, el rimero que hago público, compartir con los y las colegas sobre cómo se pueden usar las herramientas meto- dológicas y las técnicas de investigación que aprendimos en el pregrado, esbozar cómo los conceptos que en los clásicos de la sociología se encuen- tran pueden ser usados para ser aplicados en la vida real, en los ámbitos del ejercicio del oficio del sociólogo, y de esta manera incrustar en sus mentes el gusanito de la curiosidad, para reflexionar sobre algunas inquietudes que se nos presentan cuando elegimos una carrera como la nuestra y, a pesar que al graduarnos no le encontramos mucho sentido poco a poco nos damos cuenta que la sociología está en cada momento de la vida cotidiana, que po- demos usarla en muchos espacios, y que sólo hay que aterrizar las teorías 1. Gabriela Sandoval Montoya Departamento de Sociología Email: sandovalmontoya@gmail.com
  • 7. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 7 y sus conceptos, desarrollar las competencias analíticas de cada individuo muy importantes y casi imprescindibles para ejercer nuestra carrera, pues bien sabemos que la Sociología es el análisis de la sociedad. Desde que se obtiene el título universitario, se entra en un nuevo ciclo perso- nal, sin embargo, la entrada al mundo laboral es el comienzo de un proceso que en cada nuevo contrato puede tener un rumbo distinto, una trayectoria determinada por las decisiones que cada uno toma por sus ideologías, pen- samientos, sueños, condiciones o necesidades. Pero ya sea por algo planea- do o por lo que resulta en el momento que se busca, la vida laboral ayuda a obtener nuevos aprendizajes o experiencias que permiten tener satisfaccio- nes personales, que de una u otra forma nos permiten permanecer activos laboral y mentalmente. Gracias al sistema laboral en el que vivimos la experiencia como socióloga ha sido una mixtura de temas, no tengo un título de postgrado pero con- sidero que soy especialista en trabajo comunitario, lo que limita y a la vez facilita la obtención del siguiente contrato, mi línea base ha sido el traba- jo comunitario o trabajo social, que permite la aplicación en campo de lo aprehendido en la universidad. Para este trabajo no se tiene una metodología específica, ni textos especia- les, pero sí hay que tener ciertas características personales, a través de la carrera se conocen las herramientas adecuadas, pertinentes y aplicables para abordar la población desde el oficio del sociólogo, tanto en las clases de Técnicas de Investigación, Etnografía, Estadística o los Énfasis, hasta las misma Teorías Sociológicas, dan elementos para el trabajo con la comuni- dad, con la claridad de sus conceptos; al igual que las materias básicas, como la Geografía, la Historia, el Cálculo o las Matemáticas de Primer Semestre, entre otras, que no recuerdo exactamente en este momento y no estoy se- gura si aún son parte del currículo. La aplicación de las herramientas metodológicas tales como: la observación participante, los estudios de caso, las entrevistas abiertas y cerradas y las encuestas, que son fortalecidas por los programas informáticos que existen y son parte del plan de estudio obligatorio, no serían tan útiles para iden- tificar las características y tendencias de los grupos sociales con los que
  • 8. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 8 ejercemos nuestra carrera sin el uso de otros procedimientos y elementos propios de la investigación como: el análisis estadístico, la revisión documen- tal, acompañados con las herramientas etnográficas y su aplicación en la vida diaria. Todo lo anterior ayuda a identificar cómo establecer contacto con la población de estudio u objeto de investigación, primer paso para llevar a cabo el desarrollo de cualquier proyecto de tipo comunitario o investigación. Para poder avanzar hay que conocer los sucesos previos a la llegada de cada quien, allí es donde la revisión bibliográfica hace su entrada, y la capacidad de comprensión de lectura que en la educación media parecía tan aburrida para muchos, se vuelve indispensable, ya que se necesita conocer lo hecho por los otros, por el anterior responsable del trabajo que se va a asumir. La presencia en campo del profesional social es un ejercicio casi obligatorio, para todo aquel que decide trabajar en una comunidad. Si revisamos los ele- mentos conceptuales base de la sociología sabemos que la comunidad es un conjunto de personas que tienen una estructura social determinada, según sus características culturales en un espacio común donde se comparten lu- gares, normas, conflictos y tienen una organización2 , según la idiosincrasia propia, conformada por unos líderes reconocidos y otros elegidos por inte- reses políticos, sociales o económicos, quienes controlan, conocen y saben utilizar sus capacidades de liderazgo en ocasiones para su bien individual y en otras para el bien colectivo. Con ellos hay que contactarse o reunirse para poder tener un mayor éxito en el ejercicio comunitario, que según cada población, cada tema a tratar o proyecto a desarrollar se debe analizar muy bien, en ocasiones las personas que tienen liderazgo en X o Y zona es el compañero de trabajo de mayor antigüedad, o quien respondía por el servicio que se acaba de asumir o la persona que le ayudó a encontrar el trabajo y la calidad de interacción con esa persona, es más que importante para cumplir con los objetivos. 2. Es bueno saber a lo que nos enfrentamos antes de ingresar a cualquier comunidad, las rela- ciones de poder, los intereses políticos, la relación con las instituciones que representamos, los orígenes y características de sus habitantes según etnia, religión y cultura, siempre hay que tener presente que vivimos en un país multiétnico y pluricultural, y cada comunidad por peque- ña que sea es un pequeño país.
  • 9. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 9 Las habilidades de comunicación son muy útiles para lograr obtener la in- formación que necesitamos. El planteamiento de los interrogantes a realizar que se plasman en las entrevistas estructuradas y semi-estructuradas que facilitan las repuestas que buscamos, o las acciones que vamos a realizar. Las encuestas nos ayudan a llevar a cabo diagnósticos preliminares o a con- textualizarnos en la zona que vamos a trabajar, al igual que los encuentros formales e informales que se realicen, antes de comenzar a ejecutar lo que se tiene pensado, cuando de programas institucionales se trata. Sin embar- go, en el caso de que se quiera implementar algún proyecto se debe primero conocer qué es lo que la comunidad realmente quiere, pues muchas veces se tiende a llevar a cabo proyectos que la comunidad no necesita; cuando se trabaja con minorías étnicas esto se llama Consulta Previa. La identificación de las personas claves de la comunidad con las que se van a desarrollar las actividades proyectadas, es un ejercicio de análisis social e investigativo, imposible de evitar, sin olvidar que la información que se recibe u obtiene, no genere prejuicios o imaginarios que excluyan a secto- res de la sociedad, un factor importante para lograr salir victorioso de cada reto que se presenta. En el trabajo comunitario se debe saber escuchar los diferentes puntos de vista de las personas, sin demeritar la edad o sector que representan, sin desconocer a los que han hecho algún trabajo con ellos en otros momentos y desde otros sectores, quienes se cruzan por el camino, cuando se llevan a cabo encuentros comunitarios, muy útiles para contex- tualizar la zona de trabajo, definir y socializar lo que se va a hacer. Lo mínimo que espera una comunidad cuando llega alguien nuevo a trabajar con ellos, es estar al corriente de ¿Quién es? ¿Qué tiene planeado hacer? y ¿Cuál es la posición que se tiene frente a la comunidad? El nombradísimo Diálogo de Saberes. Diálogo que hay que saber con quien realizar, por eso es importante la presencia de los profesionales en terreno, donde como mí- nimo se convive un par de días con la comunidad en espacios determina- dos por ellos o programados después del contacto inicial según el tipo de población. Si es indígena tiene unas normas, si es afro-descendiente otras, si es rural o urbano también existen diferencias y cuando se reúnen representantes de diferentes etnias o de diferentes niveles culturales, también las hay; evitar
  • 10. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 10 que los grupos sean heterogéneos en un primer momento es clave para en- tender las relaciones inter-comunitarias, pero si no se puede evitar, es bue- no hacer un ejercicio de diálogo individual en algún momento para llegar a ser más asertivos en las decisiones que se tomen al realizar el estudio o proyecto. Los mapas conceptuales y esquemas de relación ayudan a esta identificación. Es necesario tener en cuenta las características individuales de cada perso- na o grupo de personas con quien se presenta la oportunidad de trabajar, te- ner presente sus intereses individuales y colectivos, estos son los elementos que permitirán la acción colectiva, el fin particular de los sociólogos y su ob- jeto de estudio cuando de investigación se trata, la acción colectiva es la que permite la obtención de resultados para el cambio social sin perder la visión profesional y objetiva3 de nuestro trabajo que proporciona los elementos en busca de la definición de un común denominador para la permanencia y el desarrollo de nuestro oficio. Sin embargo muchas veces lograr los resultados tangibles de nuestra mi- sión, supera el control propio, puesto que se presentan barreras externas que limitan el desarrollo de cualquier idea y más cuando en pocas ocasiones podemos ver el final de los procesos que iniciamos, no obstante un proceso de cambio desde adentro; desde la base comunitaria, para la ejecución de los proyectos, actividades o acciones que se nos encomienda en el ejercicio de nuestra labor, pueden generar resultados a corto plazo, aunque no poda- mos llenar las expectativas y ambiciones individuales sirven para dejar un granito de arena a los lideres comunitarios y su comunidad que permanecen en la historia y donde se pueden lograr verdaderos cambios a largo plazo así sea en su pequeño sistema local, para favorecer el cambio individual que es el inicio del colectivo. 3. Aunque con la experiencia y según algunos expertos la subjetividad es parte del oficio del sociólogo, no podemos dejar de lado nuestro ser cuando se trabaja con la comunidad, pues se generan unos lazos de confianza con ellos, que no deben interferir en nuestras obligaciones, pero sí en la forma como se desarrolla el trabajo con la comunidad.
  • 11. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 11 “Civilización” y naturaleza: principales impactos del crecimiento demográfico y espacial de Bogotá sobre la sabana y los cerros orientales (1850 – 1930). Sergio Yesid Sandoval Díaz*1 Resumen La presente investigación busca analizar el impacto del aumento poblacio- nal y la expansión urbana de Bogotá desde mediados del siglo XIX hasta la tercera década del siglo XX sobre su sabana y los cerros orientales, los cua- les le han servido a lo largo de su historia como sustento y fronteras natu- rales, exponiendo la dinámica de interacción que se presentó entre ciudad y naturaleza cuyas consecuencias sobre el medio ambiente de la región aún se pueden percibir en la actualidad. Mediante la observación del contexto his- tórico en el que se desarrolló la relación entre Bogotá y su medio ambiente, se establecerá el marco de referencia bajo el cual se vio condicionado el cre- cimiento de la capital tanto a nivel demográfico como espacial, factores que influyeron de forma decisiva en la geografía urbana y natural circundante, alterando el paisaje en detrimento de la naturaleza y los recursos que ha- bían permitido el establecimiento y subsistencia en la población bogotana desde su fundación. Palabras clave: Bogotá, cerros orientales, ríos, sabana, población, defores- tación, contaminación, expansión urbana. 1. Historiador. Universidad Nacional de Colombia. Estudiante Maestría en Historia. Universidad de los Andes. Correo electrónico: sysandovald@unal.edu.co La presente investigación fue presentada como ponencia en el I Simposio Internacional de His- toria: “Desafíos de la historia regional y local”, organizado por la Universidad de Cundinamarca. 3 – 6 de Junio del 2014.
  • 12. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 12 Introducción Desde tiempos prehispánicos la sabana de Bogotá se encontraba habitada por los muiscas, cuya organización espacial difería del modelo urbano mo- derno. A pesar de ser una de las culturas con mayor nivel de desarrollo en el actual territorio colombiano, estos vivían en pequeños conjuntos de ca- seríos, agrupados alrededor de la residencia del gobernante o Zipa (Zam- brano, 1988. p 11). Este tipo de poblamiento disperso contrastaba con el concepto de ciudad traído por los españoles al llegar a esta región. Una vez fundada Bogotá, estos últimos se encargaron de consolidar su dominio so- bre el territorio mediante la concentración de los indígenas en los alrededo- res de la ciudad; de esta forma se aseguró su efectivo proceso de conversión religiosa, esclavización y recolección de tributos. Los recursos naturales así como el ecosistema característico de la sabana, determinaron la ubicación que los conquistadores le dieron a la nueva ciu- dad en ella. En primer lugar, la zona del altiplano que se encuentra deli- mitada por los cerros orientales poseía una gran riqueza hídrica, gracias a los ríos y riachuelos que descendían de aquellos, garantizando una oferta de agua pura permanente. Asimismo, este sistema orográfico constituía una muralla defensiva natural contra posibles ataques de otros grupos indíge- nas. No obstante, a pesar de la importancia que tenía el agua en la fundación de una ciudad, los españoles fueron conscientes de los efectos negativos que esta podría traer. En ese sentido, el punto específico donde se erigió Bogotá, permitía mantenerla alejada de las constantes inundaciones que se daban en el área pantanosa del occidente de la Sabana (Zambrano, 1988, p.32). De esta forma, la capital del país cobró vida y adquirió su particular fiso- nomía espacial, que permaneció casi intacta hasta inicios del siglo XX, lo- grando mantenerse gracias a la oferta ecológica que le proporcionaban sus alrededores: los cerros orientales y la extensa sabana, hacia el occidente. Gracias a ella, los habitantes lograron subsistir y establecerse en la ciudad. Sin embargo, el siglo XIX trajo consigo una serie de transformaciones que alteraron el equilibrio mantenido dentro de esta interacción entre hombre y naturaleza.
  • 13. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 13 Los cerros, los ríos y el espacio urbano Los cerros orientales delimitaron geográficamente el espacio urbano y con- dicionaron el próspero desarrollo de la Santafé colonial, ya que gracias a ellos la población contaba con varias fuentes hídricas provenientes de ellos. El delineamiento espacial de la capital respondió al cauce que llevaban los principales ríos de la siguiente manera: el núcleo fundacional actualmente conocido como centro histórico- se encontraba enmarcado entre el río San Francisco ―o Vicachá, como le llamaban los indígenas― al norte, y el San Agustín, en el sur. La ciudad también se desarrolló por fuera de estas fronte- ras, y esto fue notable especialmente desde el siglo XIX: hacia el norte, su crecimiento siguió los cursos las quebradas y ria- chuelos, de los cuales el más importante era el río Arzobispo; hacia el sur se extendió hasta las cercanías del río San Cristóbal. Estos últimos enmarcaron los extremos espaciales de la ciudad (Osorio, 2008, pp. 172 – 173) Durante la colonia los cerros, además de abastecer con agua a los santafere- ños, les proveyeron con materiales de construcción. La arcilla de sus suelos fue usada en la fabricación de ladrillos, tejas y vasijas; su tierra y sus piedras fueron utilizadas para levantar las paredes de casas y templos religiosos; los bosques presentes en ellos proporcionaron maderas, que fueron empleadas en todas las construcciones; también sirvieron como leña para los hornos en cocinas y herrerías, así como para la elaboración de cordones, cuerdas y sogas (Martínez, 1976, p. 32). Algo característico del concepto de ciudad colonial era la oposición presen- te entre “civilización y naturaleza”, aspecto que Santafé vio reflejado en su composición: la creación de un espacio urbanizado que contrastaba con el en- torno natural de la sabana y los cerros orientales, al no dar ca- bida en ella a las zonas verdes: parques, jardines, antejardines, prados, etc. Esto proyectaba la imagen de una Santafé que, a ni- vel arquitectónico, buscaba separarse del medio ambiente que le rodeaba (Palacio, 2008, p. 25)
  • 14. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 14 A pesar de ello, la relación entre habitantes y naturaleza se mantuvo en una relativa estabilidad. El período decimonónico trajo consigo un fenómeno que no se había pre- sentado anteriormente en forma pronunciada, alterando el equilibrio man- tenido hasta entonces entre hombre y recursos naturales: “el crecimiento poblacional. A inicios del siglo XIX, la capital tenía 21.394 habitantes; para 1843 contaba con 40.086, y en 1881 había alcanzado las 84.723 personas” (Mejía,1997, p. 133). Esto quiere decir que en el lapso de ochenta años, la población de Bogotá aumentó un 300%. La concentración de un mayor número de pobladores inició una fuerte presión sobre los recursos natura- les que ofrecían los cerros y la única opción energética disponible para el funcionamiento de las cocinas bogotanas era la leña. Teniendo en cuenta el aumento demográfico, se puede afirmar que en el transcurso de ocho déca- das la demanda doméstica se cuadruplicó. Esto tuvo un creciente impacto negativo sobre los cerros, ya que para mediados de siglo los bosques nativos se habían extinguido (Osorio, 2008, pp. 175 – 177). A partir de entonces tuvo lugar un progresivo empobrecimiento de la vegetación, que afectó no solo los suelos sino también los ríos de la ciudad. Explotación y deforestación en los cerros Las alfarerías de Bogotá se ubicaban en las faldas de los cerros orientales, ya que era en sus suelos de donde se obtenía la materia prima que permitía su labor. Para acceder a esta realizaban taludes o cortes en las laderas de las montañas, de esa forma se lograba extraer la arcilla o arena de peña, la cual por medio de su cocción, permitía la fabricación de tejas y ladrillos. Igual- mente, estas utilizaban los árboles nativos como combustible para alimen- tar sus hornos. Estas zonas de explotación se denominaban chircales. EnelsigloXIX,lasfactoríasalfarerasseubicabanalolargodeloscerrosorien- tales en las siguientes áreas: al norte, entre Chapinero y Sucre ­-Universidad Javeriana y el Parque Nacional Olaya Herrera-; sobre el Paseo Bolívar, entre los barrios La Perseverancia y Egipto ‒venida Circunvalar entre calles 34 y 6‒; y en el sur, entre los barrios Santa Bárbara y San Cristóbal ‒desde la calle 6 hasta la 11 sur‒. Estas abastecieron a Bogotá con materiales de cons- trucción. Los chircales del sur afectaron de manera especialmente sensible
  • 15. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 15 el ecosistema de los cerros, ya que allí se ubican las cuencas hidrográficas de los ríos San Francisco, San Agustín y San Cristóbal, que para ese entonces proporcionaban el 90 % del agua consumida en la ciudad (Osorio, 2008, pp. 178- 180). Por otra parte, un estudio de inicios del siglo XX comparó el nivel de rendimiento del carbón vegetal con la leña dentro de las alfarerías, re- saltando que esta última permitía realizar 18 operaciones de horneo al año, frente a siete usando la hulla ―carbón vegetal― (Triana, 1914, pp. 20 - 21). Esto en buena parte explica la preferencia por los árboles y, por consiguien- te, la deforestación de los cerros para fines artesanales. Tanto la remoción del suelo montañoso como la tala indiscriminada de ár- boles nativos llevaron a una reducción ostensible de la vegetación, así como a una progresiva erosión de los cerros, factores que originaron una altera- ción del ciclo hídrico. Las plantas y la cobertura vegetal absorben el agua de las lluvias y el vapor del agua presente en la atmósfera, lo cual les permite sobrevivir almacenándola en sus raíces, tallos y follaje, para servirse de ella en la temporada de verano, así como para mantener regulado el caudal de ríos y riachuelos (Triana, 1914, pp. 16 - 18). De igual manera, otra grave consecuencia de la deforestación fueron los constantes deslizamientos de tierra. El informe elaborado por José Segundo Peña en 1897, quien estaba encargado de la Comisión Permanente del Ramo de Aguas, da cuenta de los constantes derrumbes de tierra que tuvieron lugar en las faldas de los ce- rros orientales a lo largo de los siglos XVIII y XIX, por causa de los socavones, chircales y canteras realizados en ellos, dañando los acueductos y puentes de la zona oriental capitalina. La crisis de los ríos: daños ambientales y contaminación Desde la Colonia y hasta inicios del siglo XX, la principal fuente hídrica de Bogotá fue el río San Francisco, en cuyas orillas se establecieron los molinos de trigo, curtiembres, mataderos y las lavanderas de ropa; igualmente sirvió como lugar de baño público. Para finales del período decimonónico, la capi- tal contaba con cuatro acueductos: Aguaneva y Las Nieves, abastecidos por el río San Francisco, que proveía a esta parroquia y el sector de La Catedral; el del río Arzobispo, cuyas aguas eran distribuidas a la zona occidental de Las Nieves y la parroquia de San Victorino; y el que suministraba a las zonas
  • 16. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 16 urbanas localizadas al sur de La Catedral con las aguas provenientes del río San Agustín (Mejía, (b) 2000, pp. 74 -75). El preciado líquido llegaba a la ciudad por medio de los llamados chorros o fuentes ubicados en el centro de las plazas públicas, que recibían las aguas de ríos y quebradas provenientes de los cerros orientales, y que eran transportadas gracias a estos acueduc- tos. A falta del servicio de suministro domiciliario, ésta debía ser adquirida a través de unas mujeres llamadas aguateras, quienes la recolectaban en las pilas públicas para venderla en vasijas de barro por las diferentes casas. Si bien en algunas casas de familias distinguidas el agua se almacenaba en aljibes ubicados en los patios y huertos, por lo general se contaminaban y su consumo podía generar enfermedades como el bocio u otras aún más graves (Gómez Restrepo, 1918, p. 42) Los desagües eran unos canales superficiales localizados en el centro de las calles, y su diseño, heredado de la Colonia, no sufrió variaciones a lo largo del siglo XIX. Estas tenían forma de “V”, para recoger los desechos deposita- dos por la población. Así, el agua de lluvia, auxiliada por la fuerza de grave- dad, los arrastraba hasta las afueras de la ciudad. Sin embargo, este sistema producía la contaminación de los ríos más importantes. Al respecto, Salva- dor Camacho Roldán (1946) dejó consignado en sus Memorias el destino de estas aguas: […] el agua de los caños, que corría por la mitad de ellas, encar- gada de arrastrar a los ríos de San Francisco y San Agustín las basuras de las casas, se regaba a uno y otro lado, formando pozos pestilentes que embarazaban el paso […] (p.136) El cronista bogotano de finales de siglo, José María Cordovez Moure (1997), señaló el lamentable estado y las dos principales causas de contaminación en los ríos capitalinos: En el puesto que hoy ocupan todos los puentes de la ciudad exis- tían muladares centenarios donde reposaban desperdicios de cocina, animales muertos, basuras de todas clases y condiciones, con la circunstancia especial de que estos sitios suplían para el pueblo las funciones de los actuales inodoros […] La ciudad se proveía de las aguas de los ríos San Francisco, San Agustín, del
  • 17. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 17 Arzobispo, la quebrada de Manzanares y de algunas vertientes que bajaban de los cerros y que ya agotó la salvaje tala de los montes […] ( p.1351) En efecto, la deforestación y contaminación fueron los dos principales facto- res que afectaron los ríos de Bogotá, disminuyendo su caudal y ocasionando crisis sanitarias recurrentes hasta la segunda década del siglo XX. Durante este período, sus habitantes solían verse afectados por enfermedades rela- cionadas al mal estado del agua. En 1870 se produjo una epidemia de fiebre tifoidea, localizada en el barrio San Victorino. La razón fue que la tubería de barro cocido que conducía el agua hasta la plaza central, pasaba exactamen- te debajo de los albañales situados en el centro de las calles, por lo que las basuras y desperdicios se filtraron en el suelo, mezclándose con el agua po- table (Rodríguez, 1988, 1, p.153). Asimismo, el agua dejaba sentir sus efec- tos negativos en otro aspecto. A diferencia del período colonial, la Bogotá decimonónica se caracterizó por construir numerosos puentes que permitían atravesar la ciudad hacia sus extremos norte y sur. En la temporada invernal, las aguas de los ríos re- presentaban un serio peligro para las personas que habitaban cerca a sus orillas, ya que ocasionaban inundaciones y serios daños. La más catastrófi- ca sucedió en 1872, cuando los caudales de los ríos se elevaron a tal punto que destruyeron todos sus puentes, con excepción de dos principales: los de San Francisco y San Agustín (Rodríguez, 1988, 1, p.160). No obstante, la acción del hombre siguió siendo la principal causa del deterioro en los ce- rros orientales y las aguas que estos ofrecían a la ciudad, afectando no sola- mente a la vegetación y los ríos, sino a los mismos bogotanos, que vieron la necesidad de recurrir a medidas que frenaran los efectos de sus actividades desmedidas e irreflexivas. Disposiciones de saneamiento y conservación: cerros y ríos A finales del siglo XIX, los expertos reconocieron el alarmante estado sani- tario de los ríos, incluyendo sus fuentes de nacimiento en los cerros, cuya vegetación había ido desapareciendo progresivamente. Asimismo, la pobla- ción de la ciudad seguía aumentando exponencialmente. Para 1912, Bogotá tenía aproximadamente 117.000 habitantes; para 1938 esta cifra estaba
  • 18. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 18 cerca de triplicarse, alcanzando las 330.000 personas (Preciado, 2005, p. 64), sin embargo, el nivel de expansión espacial no llevaba esa misma ve- locidad, por lo cual las personas se aglomeraban en un casco urbano redu- cido, que había sufrido pocas transformaciones durante el siglo pasado. El gobierno municipal tuvo que tomar cartas en el asunto, llevando a cabo una serie de disposiciones que evitaran un desastre medioambiental mayor. Si bien la construcción del primer acueducto con tubería de hierro tuvo lugar en 1886 por los empresarios particulares Ramón Martínez de la Cua- dra y Ramón B. Jimeno (Rodríguez, 1988, 1, p.187), este sistema no abar- có la totalidad del espacio urbano; no estaba integrado; y según el estudio realizado por la Oficina de Higiene y Salubridad, las aguas que conducía se encontraban altamente contaminadas. El Acueducto Municipal de Bogotá, creado en 1914, buscó el concepto técnico de la Sociedad Colombiana de Medicina, la cual recomendó conservar las cuencas hidrográficas a través de la arborización. El principal obstáculo para llevar a cabo esta medida radicaba en los barrios suburbanos localizados en los alrededores de estas. Por una parte, muchas personas pasaron a invadir los cerros orientales, es- tableciéndose en viviendas improvisadas que no contaban con un servicio de alcantarillado, por lo que todos sus desechos eran depositados directa- mente en el lecho de los ríos, contaminando sus aguas antes de que llegaran a la ciudad. Para poder intervenir en estas zonas, la municipalidad proce- dió a comprar los predios ubicados en las hoyas hidrográficas de los ríos San Francisco, San Agustín y San Cristóbal, así como a desalojar cerca de 4.000 personas que habitaban estos sectores (Zambrano, 1988, p.42 -45). A dicho fenómeno contribuyó de forma indirecta el nacimiento y paulatino desarrollo industrial en el país. Con la llegada de los conservadores al poder en 1886, se implementaron una serie de medidas proteccionistas, que buscaban estimular el desarrollo de la industria nacional. Gracias a ellas, Colombia presenció el nacimiento de sus primeras fábricas manufactureras. En Bogotá la cervecería Bavaria, además de ser pionera, jugó un papel muy importante, no sólo a nivel económico, sino urbanístico y poblacional. Su fundador, Leo Siegfried Kopp, auspició la construcción de un barrio para los trabajadores que estuviera cerca de la fábrica; este se llamó Unión Obrera, ubicado en los cerros orientales, y más
  • 19. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 19 adelante fue denominado La Perseverancia. A inicios del siglo XX, el creci- miento de la industria urbana produjo una concentración de trabajadores alrededor de las fábricas, lo que produjo la aparición de barrios obreros, cu- yas viviendas no contaban con acueducto ni alcantarillado (Preciado, 2005, p.54). Estos también surgieron a las afueras de la ciudad, representando nuevos focos de expansión urbana. A partir de la década de 1920 se inició el proceso de arborización en los ce- rros orientales, no obstante, la falta de recursos públicos impidió que esta fuera guiada por conceptos científicos que determinaran el tipo de espe- cies a cultivarse. Como consecuencia, la reforestación no sólo preservó la vegetación nativa aún existente, sino que insertó especies foráneas como los eucaliptos y pinos, las cuales no respondían a las condiciones del suelo, ca- racterizado por su erodabilidad y poca capacidad portante, debido a las pro- nunciadas pendientes (Preciado, 2005, p.69-70). Aun así, la reforestación permitió producir y conservar los bosques que hoy en día existen, así como prevenir la desaparición de los nacimientos hídricos más importantes. Una importante medida que logró el saneamiento del agua se implemen- tó desde la segunda década del siglo XX, mediante su clorización en los es- tanques de los acueductos. Sus efectos benéficos fueron perceptibles en un tiempo de veinte años, al reducir las muertes por enfermedades gastroin- testinales de forma considerable. A pesar de las quejas ante esta medida, el uso de cloro se siguió manteniendo, al ser la forma más efectiva de ga- rantizar la salubridad del agua (Zambrano, 1988, p.46-47). Otra disposición implementada paralelamente fue la canalización de los ríos, cuya iniciativa data de 1884. En la década de 1900, los ingenieros sugirieron transformar sus cursos en alcantarillas canalizadas dentro del área urbana, para dedicar dichos espacios a la construcción de avenidas, edificaciones y plazas. Los trabajos iniciaron en 1919 (Preciado, 2005, p.78-79), ocultando el cauce de los ríos que atravesaban la ciudad y evitando una mayor contaminación, no obstante, estos desaparecieron del paisaje bogotano. Desde finales de 1800, los expertos notaron que las aguas de los ríos urba- nos llegaban a contaminar el río Bogotá o Funza, ya que en él desemboca- ban (Gómez, 1898, p.36). Dentro del plan de canalización y construcción de alcantarillado llevado a cabo en los años 20, se contempló la necesidad
  • 20. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 20 de construir una planta purificadora de sus aguas para evitar daños a la sa- lud humana (Consejo de Bogotá, 1927, p. 39). Ese proyecto no se llegó a materializar. Para la tercera década del siglo XX, el creciente número de habitantes sobre- pasó la capacidad abastecedora de los ríos urbanos. Desde tiempo atrás se había planteado la posibilidad de conducir aguas extramuros de la ciudad, no sólo para compensar la escasez, sino también para mejorar la salud de los bogotanos. Mediante el Decreto No 431 de 1906, la Nación autorizó a la Alcaldía Municipal para hacer uso de los ríos que corrían por la sabana, en cercanías de la ciudad. De esta forma, se compraron las cuencas altas de va- rios localizados al norte y sur, incluyendo la de más importancia estratégica para este período: el río Tunjuelo (Osorio, 2008, p.187 – 189). Con el paso de los años, la ciudad se fue extendiendo cada vez más hacia el Norte, Sur y Occidente, demandando una mayor oferta de servicios públicos, incluyen- do el agua. Para suplir esta necesidad, Bogotá utilizó los ríos que antaño se ubicaban en sus alrededores: la sabana rural, cuyo paisaje y ecosistema terminaron sufriendo radicales transformaciones por la actividad humana. La sabana y Bogotá: naturaleza urbanizada La Sabana de Bogotá, ubicada al occidente, es un territorio plano, que duran- te el período prehispánico y colonial desarrolló una economía rural. En ella se encontraban los resguardos, que eran tierras comunales otorgadas a los indígenas por las autoridades virreinales y sobre las cuales estos mantuvie- ron posesión hasta las reformas liberales de medio siglo. Con la disolución oficial de los resguardos en 1851, estas tierras se repartieron y se autorizó su libre enajenación, siendo adquiridas por terratenientes que dieron paso a la conformación de grandes unidades de explotación regional conocidas como haciendas o latifundios. Entre estos resguardos se encontraban los de Faca- tativá, Suba, Bosa, Soacha, Engativá, Fontibón y Zipaquirá (Guío y Palacio, 2008, p.200). La compra de estas tierras provocó un desplazamiento masivo de indígenas y pequeños campesinos a la ciudad, quienes aumentaron tanto la población urbana como la mendicidad y delincuencia. Entretanto, las tie- rras de la sabana pasaron a concentrarse en unas pocas manos: los dueños de las haciendas (Palacio, 200, p.28). Por otro lado, algunos campesinos e
  • 21. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 21 indígenas se asentaron en las laderas y páramos circundantes, así como en las márgenes de las haciendas, convirtiéndose en pequeños propietarios de- dicados a la agricultura de auto-subsistencia (Guío y Palacio, 2008, p.201) La economía de las haciendas generó una escasez alimentaria urbana, ya que gran parte de sus suelos fueron destinados a la ganadería. No obstante, los poblados ubicados en la sabana se encargaron de suplirla, abasteciéndola con productos agrícolas provenientes de tierra fría y templada. De esta ma- nera, se constituyeron en la despensa más importante de Bogotá (Palacio, 2008, p.9 ‒ 32). Asimismo, los pequeños campesinos residentes en las már- genes de los lagos naturales desarrollaron labores agropecuarias destina- das al consumo doméstico y comercial en los mercados de la ciudad durante todo el siglo XIX, hasta que el crecimiento urbano invadió estos espacios (Preciado, 2005, p.39). En efecto, el ecosistema de la Sabana se componía de lagunas y humedales. Entre sus funciones se encontraba amortiguar las inundaciones que se daban en las áreas bajas, regulando el sistema hídrico de la región, sin embargo, la acción del hombre empezó a modificarlo. En las últimas décadas del siglo XIX se empezaron a desecar los lagos, pan- tanos y lagunas, con el fin de aumentar la cantidad de tierras cultivables y ganaderas. Como consecuencia la fauna y flora propias de la sabana em- pezaron a desaparecer (Guío y Palacio, 2008, p.209 – 211). En las grandes haciendas se generó la importación de pastos, árboles y ganado. Además, la caza deportiva llevó a muchas especies de mamíferos y aves a la extinción (Ruíz, 2008, p.56 ‒58). Por otra parte, la necesidad de construir nuevas vías de comunicación que agilizaran el comercio y desarrollaran la economía ur- bana, motivaron al gobierno nacional a favorecer el drenaje de los cuerpos de agua en la sabana. Como consecuencia de esto, desapareció la vegetación que ayudaba a controlar las inundaciones. Al perder dicha capacidad, la sa- bana sufrió los estragos que traían consigo el constante desbordamiento del río Bogotá, obligando al hombre a realizar obras de ingeniería que dismi- nuyeran sus efectos. Por otra parte, a inicios del siglo XX se produjo la frag- mentación de las grandes haciendas, debido a la partición de herencias y la construcción de vías férreas, así como carreteras para los automóviles. Aun así, la actividad agropecuaria -producción de trigo, papa, carne y cuero- se continúa realizando hasta nuestros días (Ruíz, 2008, p.56-57)
  • 22. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 22 Cuerpos de agua y legislación estatal: una última esperanza El presidente Rafael Reyes, uno de los principales impulsores de la moder- nización nacional, promulgó el decreto 40 de 1905, el cual ordenaba que los lagos, lagunas, ciénagas y pantanos eran desde entonces en adelante pro- piedad de la nación. De esta forma, los cuerpos de agua en la sabana queda- ron amparados por el Estado, que promovió su conservación y uso racional (Rojas, 2000, p.64). Lamentablemente se le dio prioridad a la expansión de urbana: la construcción de viviendas por parte del municipio o de particula- res, y que respondía en forma lógica al aumento poblacional y a su demanda habitacional, lo que permitió el nacimiento de barrios cada vez más alejados del núcleo histórico urbano. Esto conllevó a la invasión y destrucción del ecosistema, ocasionando daños irreparables al medio ambiente que había permitido el establecimiento y la subsistencia de la ciudad y sus habitantes por siglos. Todos estos factores han conducido a una crisis ambiental que hoy en día se sigue profundizando, sin poderse aún vislumbrar soluciones definitivas que puedan conjurarla. Conclusiones La fundación de Bogotá en el altiplano cundiboyacense fue posible gracias a las ventajas militares que ofrecía el sistema orográfico de los cerros orienta- les, así como a los abundantes recursos naturales que estos proporcionaron al hombre desde el período muisca, al contar con una amplia oferta hídrica que hizo posible el establecimiento de sus habitantes, así como el desenvol- vimiento de la vida cotidiana y las diferentes actividades económicas urba- nas. Durante el período colonial, la interacción entre ciudad y naturaleza se mantuvo en un relativo equilibrio. El bajo nivel de población hizo posible un aprovechamiento de recursos, cuya demanda no excedió la oferta que de estos tenían los cerros y ríos. Durante el siglo XIX, el crecimiento poblacional desproporcionado generó un impacto negativo en el nivel y calidad de las aguas que llegaban al casco urbano, ya que la tala indiscriminada, remoción de la cobertura vegetal, y contaminación de los ríos con desechos de todo tipo se intensificaron. Esto se expresó en una reducción de la oferta hídrica y la aparición de epide- mias ocasionadas por su mal estado. Asimismo, los bosques y la vegetación
  • 23. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 23 desaparecieron de forma acelerada, contribuyendo a la erosión de los ce- rros. En vista del inminente peligro que esto representaba para los bogota- nos, el gobierno realizó estudios que confirmaron el estado de degradación al que el hombre había llevado su entorno natural, aplicando disposiciones que buscaban conservar las cuencas de los ríos, así como recuperar la ve- getación montañosa. Esto se logró gracias a la protección municipal de los nacimientos hídricos, así como a la activa reforestación, que reemplazó los bosques ya desaparecidos, evitando una potencial catástrofe ecológica. No se puede decir lo mismo de la sabana occidental. Durante la colonia sus cuerpos de agua y especies arbóreas se habían encargado de controlar los desbordamientos de los ríos. Asimismo, estos constituían el hogar de una abundante y diversa fauna, así como una despensa que proveía de alimentos a la urbe capitalina. Debido al acaparamiento de tierras llevado a cabo por las grandes haciendas, Bogotá tuvo que recurrir a poblaciones más lejanas para su abastecimiento en materia alimentaria. Para finales del siglo XIX, la iniciativa estatal y particular se encargaron de drenar los lagos, pantanos, lagunas y ciénagas, lo que contribuyó a la extinción de muchas especies ve- getales y animales que mantenían el equilibrio ecológico en la región, dando paso a nuevas vías de comunicación, la fragmentación de las haciendas, y la posterior expansión urbana, que a la postre ha desaparecido el ecosiste- ma circunvecino. A pesar de la legislación existente, destinada a proteger los humedales, esta degradación no se ha detenido, a falta de un control e intervención firmes por parte del gobierno, tanto capital como estatal. De esta forma, la presión generada por la urbe sobre su entorno ha acentuado el contraste preestablecido por el hombre entre Bogotá y sus alrededores, entre “civilización” y naturaleza. Referencias Concejo de Bogotá. (1927). Memoria municipal de Bogotá, correspondiente al bienio de 1925 a 1927. Bogotá: Imprenta Municipal. Cordovez Moure, J. M. (1997). Reminiscencias de Santafé y Bogotá. Santa Fe de Bogo- tá: Editorial Aguilar. Gómez, J. (1898). Las epidemias de Bogotá. Bogotá: Imprenta de La Luz.
  • 24. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 24 Gómez Restrepo, A. (1918). Bogotá: con una reseña histórica y descriptiva. Bogotá: Editorial Arboleda. Martínez, C. (1976). Bogotá: sinopsis sobre su evolución urbana. Bogotá: Editorial Escala. Mejía Pavony, G. (1997). Los itinerarios de la transformación urbana: Bogotá, 1820 – 1910. En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 24, 101 – 137. Mejía Pavony, G. (2000). Los años del cambio. Historia urbana de Bogotá, 1820 - 1910. Bogotá: Centro Editorial Javeriano (CEJA). Palacio Castañeda, G., Ruiz, M. F., & Osorio, J. A., Guío, C. (2008). Historia ambiental de Bogotá y la sabana, 1850 – 2005. Leticia: Universidad Nacional de Colombia. Ins- tituto Amazónico de Investigaciones (IMANI). Peña, J. S. (1897). Informe de la Comisión Permanente del Ramo de Aguas. Bogotá: Imprenta Nacional. Preciado Beltrán, J., Leal Pulido, R. O. & Almanza Castañeda, C. (2005). Historia am- biental de Bogotá, siglo XX: elementos históricos para la formulación del medio am- biente urbano. Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Rodríguez Gómez, J. C. (1988). El agua en la historia de una ciudad. 2 vols. Bogotá: Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. Rojas Orozco, R. (2000). Humedales en la Sabana de Bogotá: una mirada histórica durante los siglos XV a XIX. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá. Roldán Camacho, S. (1946). Mis memorias. Bogotá: Editorial A B C. Santana R, P. et al. (1988). Bogotá 450 años: retos y realidades. Bogotá: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). Triana, M. (1914). La arborización y las aguas: artículos escritos para Bogotá, pero que son también aplicables a otras poblaciones de la República. Bogotá: Editorial El Liberal.
  • 25. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 25 El Sócrates de Hannah Arendt: Sobre la actividad del pensamiento Fernando Forero Pineda1 Deberíamos empezar por reconocer en Hannah Arendt a un tábano, a una raya eléctrica, a un Sócrates contemporáneo, que nos detiene cuando nos precipitamos hacia la biblioteca para resolver la cuestión de “¿qué significa pensar?”, y nos formula unas pregunta preliminares, tal vez embarazosas: “¿cómo es posible resolver esta pregunta?”, “¿se la puede resolver mediante el trabajo del ‘pensador profesional’?” El pensamiento no es monopolio de filósofos ni de intelectuales, sino que es constitutivo de la vida humana y, en la medida en que la filosofía (por lo menos la pos-platónica) es indiferente –e incluso hostil– al dominio de lo humano, el filósofo, el pensador profesio- nal, es el menos capacitado para abordar este asunto: “sus respuestas… son dudosas” (Arendt, 1981, p. 166). La cuestión planteada por un “pensador profesional” y las respuestas a las que conduce, son “exteriores” al dominio humano. Hannah Arendt tratará de abordar este asunto buscando un ejemplo entre las almas que han habi- tado el mundo, que exhiba los rasgos que caracterizan el pensamiento. No elabora con ello una doctrina sobre el pensamiento que siguiera –o discu- tiera con– alguna tradición filosófica, sino que, dentro del dominio humano, busca un caso particular que se haya convertido en la manifestación más nítida de la actividad del pensamiento. Sin embargo, esto también quiere decir que busca un pensador ejemplar: un modelo, un paradigma que instru- ya a los demás seres humanos acerca de qué deben hacer si lo que quieren hacer es pensar. Busca un caso particular de actividad del pensamiento que se haga válido para los demás seres humanos. En Sócrates encuentra el pen- sador que parece tener esa significación representativa. 1. Maestría en Filosofía - Universidad Nacional de Colombia Correo electrónico: jofforeropi@unal.edu.co
  • 26. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 26 Para resolver la cuestión de en qué sentido se puede decir de Sócrates que es un modelo de la actividad del pensamiento haré, en primer lugar, unas observaciones sobre lo que caracteriza el pensamiento (I). En segundo lu- gar, abordaré la pregunta de qué significa pensar (II). Finalizaré haciendo unas anotaciones sobre la pregunta que orientó nuestro seminario: “¿en qué sentido la actividad del pensamiento podría ser una condición contra la maldad?” (III). I De lo que motiva el pensamiento Por oposición a los “profesionales del pensamiento” cuyas preguntas sur- gen de sus intereses como pensadores, de su inclinación a descifrar enigmas para luego demostrárselos a otros o, en todo caso, de una actividad que está fuera del orden de la vida ordinaria, Sócrates fue un pensador cuyos cues- tionamientos tuvieron su origen en sus propias experiencias. Sus preguntas no eran las que surgían del trato de un filósofo con una tradición de pensa- miento; sino las de un hombre cuya vida cotidiana a menudo lo interpelaba, le incumbía, llamaba su atención, su interés, su cuidado. Sus diálogos ver- san sobre asuntos cotidianos, muy simples, sobre aquellos problemas “que surgen siempre que se abre la boca y se empieza a hablar” (Arendt, 1981, p. 170). Palabras como “felicidad”, “justicia”, “valor”, “libertad” son insepara- bles de nuestro lenguaje cotidiano; no obstante, cuando tratamos de definir- las, se vuelven inasibles, esquivas. “Cuando hablamos de su sentido, nada se mantiene ya fijo, todo empieza a ponerse en movimiento” (Arendt, 1981, p. 170). Sócrates se ocupaba de aquellos asuntos que continuamente nos asal- tan en la vida ordinaria: la virtud de una acción, la justicia de una decisión, la libertad, la felicidad de un hombre, etc.; aquellos problemas propios del dominio de los asuntos humanos. Kantdistinguióenunaocasiónentreun“conceptoacadémico”depensamien- to como sistema de los conceptos de la razón pura y un “concepto mundano” de pensamiento; el concepto mundano de pensamiento lo había puesto en relación con aquello que “necesariamente interesa” a todo el mundo. Sócra- tes se situaría del lado de lo que Kant denominó “pensamiento mundano”:
  • 27. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 27 al margen del pensamiento académico establecido como especialidad, sus preocupaciones son aquellas que surgen de un pensamiento atento al curso del mundo y a los problemas que necesariamente afectan “a todo el mundo”. De la oposición entre pensamiento y doctrina Sócrates no entregó su vida a una doctrina o creencia concreta. No dejó una teoría que pretendiera ser la clave, la explicación de todos los misterios de los asuntos humanos, de la vida y del mundo. ¿Se puede decir, entonces, de Sócrates que es un modelo de la actividad del pensamiento precisamente porque no elaboró ninguna doctrina? En algunos pasajes del texto Hannah Arendt quiere insistir, con Sócrates, en que aquí se plantea un problema, a saber, el de la relación entre doctrina y actividad del pensamiento. ¿Por qué Arendt habrá de sugerir la hipótesis de que a esa relación, a primera vista armónica, entre doctrina y pensamiento, subyace un conflicto, una oposi- ción? Arriesgaré algunas observaciones y preguntas que nos ayuden a elu- cidar este asunto. El inconveniente de la doctrina radica en que se entiende a sí misma como un sistema estático, quieto, acabado, estable. Por lo mismo, ella deriva en axiomas. El problema radica en que el axioma exige de quien lo sigue sumi- sión, obediencia, suprimiendo la capacidad humana de pensar por sí mismo. Sócrates, por su parte, quería que los demás pensaran “sin darles una doctri- na” (Arendt, 1981, 175); sobre casi todos los aspectos, “nunca dejó respues- tas claras y firmes” (Arendt, 1981, 173). Ahora bien, ¿acaso las doctrinas no conducen a quienes las siguen a que se emancipen de la realidad percibida por nuestros cinco sentidos invocando una “realidad más verdadera”, oculta, a la que tendríamos acceso mediante el esquema ya elaborado?, ¿compartir una doctrina, un esquema de pensamiento no implica a menudo ratificarlo al margen del testimonio de los sentidos? Además, si el pensamiento consis- te en un ser interpelado por la realidad y por los asuntos humanos y si las doctrinas nos hacen ciegos ante tal realidad y ante los problemas propios del dominio humano, entonces entre doctrina y pensamiento, lejos de exis- tir una alianza, lo que existe es una oposición. Con sus fórmulas explicativas las doctrinas nos protegen de la realidad, de los hechos del mundo, es decir, de aquello en lo cual el pensamiento tiene su origen.
  • 28. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 28 Por lo demás, la orientación de los filósofos hacia la construcción de doctri- nas, ¿no conduce a la supremacía del Uno (el poseedor de la doctrina) sobre los demás ciudadanos cuya doxa se queda en el ámbito del sentido común? En la medida en que aparece alguien que cree haber descubierto, y revelado en su doctrina, la verdad y se considera en la obligación de revelar esa ver- dad a los demás ciudadanos –como ocurre con el cavernario liberado en la Alegoría de la caverna de Platón (Cf. Arendt, 1990, p. 94ss) – ¿no se instaura a su vez la posibilidad de considerar los asuntos humanos desde el punto de vista de la dominación del Uno (el filósofo) sobre los demás ciudadanos? Sócrates: Tábano, partera y raya eléctrica De lo que se trataba para Sócrates era de examinar y disolver todas las teo- rías y reglas aceptadas sin desfallecer, con el propósito de que en el dominio de los asuntos humanos no se siguiera ni aplicara por una rutina irreflexiva ninguna creencia o doctrina o esquema. De ahí los símiles que se aplicó a sí mismo: tábano, partera y raya eléctrica. Un tábano porque se aguijoneaba a sí mismo y a los demás ciudadanos para fomentar el pensamiento antes de caer presos de la rutina y de la irreflexión (Cf. Dolan, 2006, p. 266), para in- troducir cuestionamientos en el ámbito del sentido común, hacerlo mover; si él no lo hacía, los ciudadanos continuarían durmiendo durante el resto de sus vidas a menos que alguien más viniera a despertarles de nuevo. Una partera porque quería ayudarle a los demás a que le dieran nacimiento a aquello que ellos mismos pensaban; mostraba la verdad de la doxa del ciu- dadano, no la destruía como mera opinión opuesta a la verdad ni la veía como una falsedad o distorsión de la realidad, sino que la evidenciaba en toda su verdad o, más bien, la veía como una verdad potencial esperando a ser desplegada. Según Dan Villa “Arendt sustituye la oposición platónica en- tre verdad y opinión por la idea socrática de la verdad de la opinión” (Villa, 1999, p. 172). Ahora bien, Arendt dice de Sócrates que, como las parteras, es “estéril” y que, a juicio de Sócrates, buena parta de sus interlocutores no tenían algo dis- tinto a embriones malformados. Como las opiniones de sus interlocutores siempre se podían desplegar, desenvolver, Sócrates hacía que esas opiniones se desarrollaran de tal manera que fueran valiosas como para darlas a luz;
  • 29. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 29 pero, ¿por qué se dice de Sócrates que, como las comadronas, es “estéril”? A mí me parece que, en la medida en que Sócrates siempre vio sus opinio- nes como “engendros inmaduros”, nunca los consideró valiosos como para darlos a luz, y que, por tanto, su “esterilidad” no se refiere tanto al hecho de que no pudiese traer una criatura al mundo, cuanto a que siempre conside- ró que lo único que tenía eran criaturas mal formadas, no aptas para vivir. Finalmente, una raya eléctrica porque se paraliza y paraliza a aquellos con quienes tiene contacto. La raya eléctrica tiene un efecto paralizador en el doble sentido de que, por una parte, consigue que Sócrates y sus interlocu- tores detengan la rutina de su actividad para pensar (el “stop and think”), y de que, por otra, pierdan la seguridad de lo que les había parecido indu- dable mientras estaban irreflexivamente ocupados haciendo alguna cosa. En este último sentido, la idea de “parálisis” se la entiende si se la asimila a la de “perplejidad”, al “asombro” que soportamos o que nos acaece ante la pérdida de confianza de lo que nos había parecido indudable o cuando nos formulamos las denominadas “preguntas últimas”: ¿qué es la justicia?, ¿qué es la felicidad?, ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿qué es la muerte?, etc. “Si lo que se estaba haciendo consistía en aplicar reglas generales de conducta a casos particulares como los que surgen en la vida cotidiana, entonces ahora nos encontramos paralizados [perplejos] porque ninguna de estas reglas puede hacer frente al viento del pensamiento” (Arendt, 1981, p. 175). Só- crates buscaba que ni él ni los demás actuaran de modo automático o guia- dos por las reglas de la comunidad (Cf. Villa, 1999, p. 160). El pensamiento como un huracán. La metáfora del viento El pensamiento, cuando echa a andar, tiene la peculiaridad de llevarse con- sigo todas las manifestaciones previas. En su naturaleza se halla el deshacer, descongelar, lo que el lenguaje, la vida diaria, la tradición, ha congelado (ex- presiones, frases, conceptos, doctrinas). El pensamiento socava los criterios establecidos, los valores y las pautas del bien y del mal; por lo mismo, tiene
  • 30. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 30 un efecto destructivo sobre los hábitos y las reglas de conducta que son ob- jeto de la moral y de la ética.2 El viento del pensamiento es un huracán que sopla sobre las reglas que guían a los hombres para que se orienten en el mundo. Ahora bien, los fenó- menos de la realidad que nos interpelan no pueden ser resueltos de una vez y para siempre: el pensamiento es siempre provisional, no sólo porque no existe el problema de la realidad, por así decir, en virtud de que la realidad es fundamentalmente contingente, sino también porque Sócrates al encon- trar descanso cada vez que llegue, tras la perplejidad, a terreno firme, lejos de permitir que se congele el pensamiento, “propondrá empezar de nuevo y buscar qué son la justicia, la piedad, el conocimiento o la felicidad” (Arendt, 1981, p. 170). Él no quiere hallar resultados que hicieran innecesario seguir pensando. El pensamiento es actividad en el sentido de que sigue, de que no se detiene, de que está en movimiento, de que se destruye a sí mismo por- que no admite la estabilidad, la quietud; es amor en el sentido griego de eros, es decir, es una búsqueda, una necesidad de lo que uno no tiene (Cf. Arendt, 1981, p. 178). No habrá un punto de llegada definitivo. Además, nos damos cuenta de que cualquier cosa que pensemos tiene alcances y limitaciones sobre todo cuando exponemos nuestras ideas al escrutinio de los otros, es decir, cuando la sometemos a la crítica de un otro, y de ello Sócrates era consciente (Cf. Dolan, 1999, p. 265). II ¿Qué significa pensar?: el dos-en-uno como el ser del pensamiento Según Sócrates, el yo que piensa sólo existe como una dualidad –mientras pensamos somos dos–, y esta dualidad hace del pensamiento una activi- dad en la que yo soy tanto quien pregunta como quien responde. En el pensamiento soy dos-en-uno, y esto quiere decir que no sólo vivo con los otros, sino también conmigo mismo. Cuando hago parte del mundo de las 2. “Estos pensamientos congelados, parece decir Sócrates, son tan cómodos que podemos va- lernos de ellos mientras dormimos; ‘pero si el viento del pensamiento, que ahora soplaré en vo- sotros, os saca del sueño y os deja por completo despiertos y vivos, entonces os daréis cuenta de que nada os queda en las manos sino perplejidades, y que lo máximo que podéis hacer es compartirlas unos con otros’” (Arendt, 1981, p. 175).
  • 31. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 31 apariencias y aparezco ante los demás y se me llama por el nombre, soy siempre uno; sin embargo, en el pensamiento ese uno se escinde para que tenga lugar el diálogo entre los dos del dos-en-uno, y lo que el pensar actua- liza en su interminable proceso es precisamente esa diferencia constitutiva del hombre. En la medida en que cuando pienso soy ya dos-en-uno, puedo experimentar dentro de mí, para utilizar la expresión de Aristóteles, al “otro sí mismo [other self]” (Cf. Arendt, 1990, p. 85). “La solitud [del pensar] –dice Arendt– es aquella situación humana en la que uno se hace compañía a sí mismo [I keep myself company]” (Arendt, 1981, p. 185). Con ese “other self” nos encontramos cada vez que nos retiramos de la compañía de los demás y nos damos a la tarea de pensar. Con él nos las vemos cada vez que estamos a solas; es el que espera a Sócrates en casa una vez ha terminado la rutina de su vida diaria. Dicho en términos kantianos: pensar es un comparecer y dar cuenta de lo que hemos hecho y de lo que hemos dicho ante nuestro propio tribunal, es decir, ante nuestro “otro sí mismo”. Para que la contradicción sea posible es necesario que haya dos opuestos y como cada uno de nosotros, “siendo uno sólo”, puede al mismo tiempo hablar consigo y (referirse a sí) como si fuese dos y, por tanto, disentir de sí mismo, entonces es posible que nos contradi- gamos. Puedo contradecirme a mí mismo porque en el pensamiento no soy uno, sino dos-en-uno. La no contradicción como criterio del diálogo del pensamiento ¿A qué apunta este diálogo mental del yo consigo mismo característico de la actividad del pensamiento? De ninguna manera hacia la búsqueda de la verdad. El único criterio del pensamiento socrático es el acuerdo, la armo- nía, el ser coherente con uno mismo; lo opuesto a ello es la contradicción, la desarmonía. El criterio básico del diálogo del pensamiento, “su ley su- prema, por así decirlo, reza: ‘no te contradigas’” (Arendt, 1981, p. 189). En un sentido similar Kant aseguró en su Antropología que una de las máxi- mas “que debían tomarse como ‘mandamientos inmutables [unchangeable commandments] para… los pensadores’” es el mandato de “[p]ensar en todo tiempo de acuerdo contigo mismo” (Arendt, 1981 pp. 186-187). Dicho de otra manera, en este diálogo del yo consigo mismo se aspira a que uno sea
  • 32. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 32 una unidad consigo mismo, que esté de acuerdo consigo mismo. ¿Qué se puede entender por contradicción, por desarmonía en este contexto? Que cuando me encuentre conmigo mismo esté en desacuerdo con lo que dije o con lo que hice en el curso de la vida diaria, es decir, que mi “other self” me interpele señalándome su desaprobación por algo dicho o hecho. El miedo a la contradicción es parte integrante del miedo a la división interna, a no po- der identificarme conmigo mismo, a no poder vivir en paz conmigo mismo y –según Arendt– “esta es la razón de que el principio de no contradicción pudiese convertirse en la regla fundamental de occidente” (Arendt, 1990, p. 84). ¿Por qué se puede decir con Sócrates que “cometer injusticia es peor que padecerla” y que “es mejor estar en desacuerdo con el mundo entero que estar en desacuerdo con uno mismo”? Existen dos afirmaciones de Sócrates de las que tenemos noticia gracias al Gorgias de Platón. La primera dice como sigue: “es mejor padecer la injus- ticia que cometerla”.3 La segunda es la siguiente: “Es mejor estar en des- acuerdo con el mundo entero que, siendo uno sólo [being one], estar en desacuerdo conmigo mismo” (Arendt, 1990, p. 84).4 Como lo que condujo a Sócrates a hacer estas aseveraciones fue la experiencia del pensamiento, la elucidación de sus relaciones y sentido nos puede conducir a desarrollar con más precisión la cuestión de qué significa pensar. ¿Por qué dice Sócra- tes que “es mejor padecer la injusticia que cometerla”? Ese “otro sí mismo” es un testigo que nos acompaña en todo nuestro viaje por el mundo y ante él nos presentamos siempre que llegamos a casa para encontramos con él. Puede ocurrir, por otra parte, que siempre se le huya y que nunca se inicie el diálogo silencioso y solitario que denominamos pensar: “A quien desco- noce la relación silenciosa del yo consigo mismo (en la que examino lo que digo y lo que hago) no le importará en absoluto contradecirse a sí mismo, y 3. En otras palabras: “El que comete injusticia es más infeliz que el que la sufre” (Arendt, 1981, p. 182) 4. En otra formulación de esta primera afirmación, Sócrates afirmó: “Es mejor que mi lira esté de- safinada y que desentone de mí, e igualmente el coro que yo dirija, y que muchos hombres no estén de acuerdo conmigo y me contradigan, antes que yo, que no soy más que uno, esté en desacuerdo conmigo mismo [should be out of harmony with my self] y me contradiga” (Arendt, 1981, p. 181)
  • 33. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 33 esto significa que nunca será capaz de dar cuenta de lo que dice o hace, o no querrá hacerlo; ni le preocupará cometer cualquier delito, puesto que puede estar seguro [since he can count on] de que será olvidado en el momento si- guiente” (Arendt, 1981, p. 191). Es peor cometer injusticia que recibirla por- que una vez llegue a casa y me encuentre a ese “otro sí mismo” para reflexio- nar sobre mis hechos y mis palabras, querré saber que soy capaz de vivir en paz con él, es decir, conmigo mismo. De ahí que la respuesta de Sócrates a la pregunta de Platón de si un acto bueno o un acto justo es tal “incluso si per- manece desconocido y oculto ante los demás hombres y los dioses” (Arendt, 1990, p. 87), sea más o menos como sigue: puesto que incluso cuando estás solo no estás completamente solo, tú ante ti mismo puedes y debes testificar acerca de tus acciones y tus palabras. La razón por la cual no deberías matar, incluso en condiciones en las que nadie te viera, es que tu “otro sí mismo”, al que no puedes engañar porque siempre está contigo, en modo alguno querrá vivir junto a un asesino. Es preferible sufrir el mal que hacerlo, porque al ser objeto del mal uno puede seguir siendo amigo de uno mismo, puede estar en armonía con uno mismo. Ahora bien, como del “otro sí mismo” no me puedo separar, no lo puedo abandonar, como a él estoy unido sin remisión, entonces “es mucho me- jor estar en desacuerdo con el mundo entero que, siendo uno sólo, estar en desacuerdo conmigo mismo”; es decir, es mejor disentir de los demás y que me contradigan y no de ese “otro sí mismo” con quien estoy obligado a vivir cuando he dejado la compañía de los otros. La conciencia, el “otro sí mismo”, no sólo habita con nosotros bajo el mismo techo, sino que nos acompaña en todo nuestro paso por el mundo. Puesto que en el pensar mi interlocutor soy yo mismo, y dado que de mi “otro mí mismo” nunca me separaré, yo no puedo querer convertirme en mi propio enemigo, es mejor tener como ene- migo al mundo entero. De la relación entre actividad del pensamiento y natalidad Examinemos el siguiente pasaje: “Pensar y estar vivo –dice Hannah Arendt– es lo mismo, lo que significa que el pensamiento siempre empieza de cero. Es una actividad que acompaña el vivir cuando se ocupa de conceptos ta- les como justicia, felicidad, virtud” (Arendt, 1981, p. 178). La actividad del
  • 34. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 34 pensamiento es, entonces, comparable con la vida. ¿Qué puede resultar su- gestivo de la idea de vida en este contexto? La idea de vida se hace compren- sible si se la pone en relación con la noción de natalidad. El pensamiento se relaciona con la natalidad en la medida en que pensar es, como hemos visto, experiencia de pluralidad. El hecho mismo de nacer es ya una experiencia de pluralidad. Al venir al mundo, nacemos de la unión de un hombre y una mu- jer, y nacemos entre los hombres. Nuestro nacimiento nos inscribe en una familia, en un pueblo, en una comunidad política, es decir, nos pone entre los hombres que habitan la tierra; venimos al mundo a reunirnos con ellos. En la medida en que el pensar es también experiencia de pluralidad, porque, como hemos visto, “el hombre existe esencialmente en plural” (Arendt, 1981, p.184) en ese diálogo de él consigo mismo que hemos denominado pensar y que actualiza su pluralidad intrínseca, en esa medida, digo, se ve la relación entre el pensar y la natalidad: pensar es saberme entre otros, y este “entre otros” se debe tomar en el sentido fuerte de no sólo saberme reunido con los demás miembros de la especie humana, sino también saberme acompañado de mi “otro mí mismo”: “La intrínseca dualidad del dos-en-uno apunta hacia la infinita pluralidad que es la ley de la tierra” (Arendt, 1981, p. 187) Ahora bien, el pensamiento se relaciona con la natalidad porque, además, cuando pensamos en la vida nos referimos a una nueva posibilidad: al nacer aparecemos ante los demás hombres como recién llegados, capaces de crear algo, de introducir novedades. La natalidad es una experiencia de principio. Y lo mismo ocurre con el pensamiento: un hilo sutil vincula el pensamiento con el principio, con el comienzo. Como ya lo hemos visto, el pensamiento siempre nace de nuevo, es la capacidad de empezar de cero, de abrirse a la novedad, a lo inédito, de fundar nuevas posibilidades. La actividad del pensamiento es experiencia de nacimiento, de vida, expe- riencia de principio. Sócrates, como Tábano, aguijonea a los ciudadanos para que despierten ¿Despertar a qué? Despertar a pensar que es despertar al comienzo. Como en la condición humana simultáneamente se encuentran la posibilidad del pensamiento y el pensamiento como comienzo, lo que hace Sócrates al incitar a pensar a los demás ciudadanos es avivar esa suprema capacidad humana de empezar de nuevo.
  • 35. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 35 Que el que no piensa no está plenamente vivo, es un sonámbulo Consideremos otro pasaje: “Una vida sin pensamiento es posible, pero no logra desarrollar su esencia; no sólo carece de sentido, sino que además no es plenamente viva. Los hombres que no piensan son como los sonámbulos [sleepwalkers]” (Arendt, p. 214). En este pasaje Hannah Arendt sugiere una hipótesis, por lo demás fecunda, que señala la existencia de una relación en- tre no pensar y no vivir plenamente, entre no pensar y ser un “sonámbulo”. ¿Qué se puede entender por el término “sonámbulo” en este contexto? A mí me parece que esta idea se hace comprensible si se la pone en relación con la noción de mortalidad, es decir, quien no piense, aun cuando esté orgá- nicamente vivo, entablará una relación con la muerte. ¿Qué ocurre cuando morimos? Dijimos que al nacer veníamos al mundo a reunirnos con los otros. Al morir ocurre exactamente lo contrario: partimos y los abandonamos (Cf. Arendt, 1965), y cuando abandonamos este mundo, cuando abandonamos a los hombres, partimos solos, entregados a nosotros mismos. La experiencia de la muerte es una experiencia de soledad. Pues bien, como Hannah Arendt lo anota, lo mismo ocurre con no pensar: la ausencia de pen- samiento es una experiencia de soledad (loneliness), es decir, es aquella si- tuación humana en la que en la que uno no se hace compañía de su “otro sí mismo” (Arendt, 1981, p. 185). Además, el partir de la muerte significa un abandono del dominio de los asuntos humanos, un romper los lazos que atan a quien parte con lo humano. Ahora bien, en la medida en que la ausencia de pensamiento está relacionada con un desprecio por el dominio humano, por aquello que, como dijimos más arriba siguiendo a Kant, incumbe nece- sariamente a “todo el mundo”, no pensar y acercarse a la muerte proceden de una raíz común. Por lo demás, si el pensar está asociado a la pluralidad, el no pensar se relaciona con la unidad. En la medida en que la ausencia de pensamiento niega esa dualidad interna propia de la condición humana, y en la medida incluso en que no pensar es estar encerrado en sí mismo como si uno fuera todo el mundo –como ocurre con el caso de Eichmann–, no pen- sar es una valoración de la unidad. Ahora bien, ¿no es la muerte también una experiencia de unidad en la medida en que cuando morimos partimos solos, alejándonos de la pluralidad humana y entregados a nosotros mismos?
  • 36. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 36 III ¿De qué manera la actividad del pensamiento puede ser una manera de evitar la maldad? Según Hannah Arendt, sería un error entender la noción socrática de pensa- miento como el resultado de alguna meditación sobre la moralidad (Arendt, 1981, p. 183). ¿Por qué no se puede decir de la idea de Sócrates de pensa- miento que sea una reflexión moral? No lo es en tanto no crea valores, no apunta a resolverse la cuestión de qué sea el bien, qué sea la virtud y cómo es posible; ocurre más bien que, como vimos, “el viento del pensamiento” di- suelve las reglas establecidas de conducta. Ahora bien, según Arendt, el sig- nificado político del pensamiento aflora en aquellas situaciones en que se ha alcanzado una situación límite: “en los raros momentos en que se ha alcan- zado un punto crítico, puede prevenir catástrofes” (Arendt, 1981, p. 193). Es decir, el hecho de que deba ser capaz de vivir conmigo mismo mientras tenga vida es una consideración que posee una dimensión política en mo- mentos de crisis. ¿Por qué el pensamiento podría evitar que hiciéramos el mal? Porque, según Sócrates, el que obra mal está enfrentado con él mismo y, como es mejor estar enfrentado con el mundo entero que no poder tener trato con uno mismo, quiere decir, es mejor contradecir a todos los que me rodean que desarmonizar conmigo mismo, en una situación de emergencia, en tiempos de crisis en los que, por así decir, nos hallamos con la espada contra la pared, mientras hayamos pensado evitaremos hacer el mal. Por lo demás, la propuesta que Hannah Arendt desarrolla, siguiendo a Sócrates, sobre el pensamiento está tan alejada de una meditación sobre la moralidad que en varias ocasiones sugiere que entre las catástrofes políticas (como la dominación totalitaria), es decir, entre aquellas situaciones que ella quiere entender cómo es posible evitar y la moralidad, lejos de existir una oposi- ción, lo que existe es una alianza. Puesto que la moralidad enseña a los hombres a que se adhieran de manera inmediata a cualquiera de las reglas de conducta vigentes en una sociedad y en un tiempo dados, debido a que los habitúa no sólo al contenido de las re- glas, sino fundamentalmente a la posesión de normas bajo las cuales orien- tar su conducta; y en la medida en que, por tanto, sustrae a los hombres del
  • 37. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 37 examen crítico e induce a no pensar, entonces la moral no sólo no evita sino que incluso garantiza las situaciones de crisis como la dominación totalitaria. Si alguien quisiera, por cualquier razón o propósito, abolir los viejos ‘valores’ o virtudes, no encontraría impedimento alguno, siempre y cuando ofreciese un código nuevo… Cuanto mayor sea la firmeza con la que los hombres abracen el viejo código, tanto más ansiosos estarán por asimilar el nuevo (Arendt, 1981, p. 177) Referencias Arendt, H. (1969) Curso hilosophy and politics: What is a political philosophy? New School, Spring. Arendt, H. (1981). The Life of the Mind. Harcourt Brace, Jovanovich. Arendt, H. (1990). Philosophy and Politics. Social Research 57, (1), Spring, pp. 73-103. Villa, D. (1999). Politics, Philosophy, Terror. Essays on the thought of Hannah Arendt. New Jersey: Princenton Univiersity Press. Dolan, F. (2000). “Arendt on philosophy and politics”. En Villa Dana (Ed.) The Cam- bridge Companion to Hannah Arendt. London: Cambridge University Press, p-p. 261-276.
  • 38. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 38 Percepciones de estudiantes del centro histórico de Bogotá; de la inexistencia territorial a la configuración de una identidad con el territorio1 Javier Enrique Aguilar Galindo2 Resumen Los preadolescentes y adolescentes hacen parte de la sociedad de forma ac- tiva, están inmersos dentro del territorio y es por esto que los procesos pe- dagógicos de formación por medio de la cartografía social generan balances y acciones que construyen la identidad territorial. De ahí la importancia de poder construir a través de la experiencia del Centro Histórico, en este caso el de Bogotá, hace que el proceso investigativo se enfoque en la praxis en el aula y fuera de esta, o en otras palabras: identificar, analizar y fomentar por medio del proceso pedagógico la identidad territorial en intercambio con ellos y ellas, la institución educativa y sus tránsitos. Palabras clave: Apropiación territorial, Centro Histórico, Estudiantes, Iden- tidad territorial y Percepción. “Abstract” Preteens and teens are part of society actively, are embedded within the ter- ritory and that is why training pedagogical processes through social map- ping balances and generate actions that build territorial identity. Therefore, the importance of being able to build through experience historic center, for this case of Bogotá, makes the research process focuses on the practice 1. Este artículo se desprende del proyecto de investigación “Identidad territorial de preadolescen- tes: haciendo cartografía participativa en el Centro Histórico de Bogotá” desarrollado en la I.E.D. Antonio José Uribe entre agosto y noviembre de 2012 el cual fue financiado por la DIB de la Universidad Nacional de Colombia a través de semilleros de investigación quinto corte. 2. Javier Enrique Aguilar Galindo Universidad Nacional de Colombia Bogotá, Colombia querberoz@gmail.com
  • 39. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 39 in the classroom and outside it, or in other words: identify, analyze and en- hance the educational process through the territorial identity with them and exchange them, the school and its transits. Keywords: Land Ownership, Historic Center, Student, Perception and territorial identity. Vivimos, convivimos y transitamos los espacios sin tener en cuenta la im- portancia que estos pueden tener, a veces nos dejamos llevar y no definimos las características más importantes de los lugares; nosotros. De esta forma hablo desde una perspectiva diferente, pues me interesa mostrar aquellas voces que no son tenidas en cuenta: los preadolescentes. Si los miramos como estudiantes, corresponde al ciclo número 3 del proceso educativo, en donde se ratifica la identidad de cada uno, (Jurado, 2011). Estas característi- cas conceden a esta población las posibilidades de participar e identificarse con la ciudad, aunque para los fines del presente artículo analizo un territo- rio más pequeño: el Centro Histórico. Estos elementos se unen al concepto de identidad territorial entendida como la sumatoria de: la apropiación territorial, las prácticas sociales y culturales que se desarrollan (Grubits y Vera, 2005), la cotidianidad, las representacio- nes, las visiones, las costumbres y la participación de los individuos. Por me- dio de percepciones ‒individuales y colectivas‒ que construyen y modifican el territorio (Estébanez, 1979). Hablamos de esta manera de un proceso que permita la construcción colectiva de sentimientos de apego por el territorio –topofilias‒ (Tuan, 2007). Por lo tanto, el objetivo del proyecto es investigar cómo los estudiantes del I.E.D Antonio José Uribe realizan construcciones de identidades territoriales en el Centro Histórico de Bogotá por medio de un análisis pedagógico, que tiene como fin comprender el centro histórico desde la visión de los preadolescentes, analizar la apropiación territorial de los preadolescentes y fomentar la participación ciudadana. Sin olvidar que esta población estudiantil es descrita como: “los hijos de las prostitutas, los consumidores de drogas y ladrones”3 , lo que afecta su acción dentro del te- rritorio y causa que no se sientan identificados con el mismo. 3. Esta referencia se realizó dos veces dentro de la institución; una por parte de la orientadora y la segunda por la coordinadora de la institución pues tenían interés en conocer la escogencia de esa institución dentro del proceso investigativo
  • 40. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 40 Para poder entender el contexto, debemos tener en cuenta un proceso me- todológico construido con base en las necesidades de la población, haciendo énfasis en el desarrollo en aula. Estas características definen tres momentos con herramientas diferentes: 1) una cartilla evaluativa, en la que se observa la comprensión que hacen los y las estudiantes sobre el Centro Histórico, 2) Un taller grupal en donde se confrontan las ideas de cada uno en dos pers- pectivas ¿Qué me gusta y que me disgusta? ¿Qué quiero cambiar? Y, 3) Un recorrido por el Centro Histórico que permita reconocer algunos sitios de importancia, la historia de estos y el uso que se les da. Hablamos de ir cons- truyendo poco a poco en ellos y ellas una conciencia de participación por aquello que es propio. La identidad territorial, desde este enfoque, no es fácil de analizar ni de comprender, pues se expresa desde diferentes visiones que son necesarias de establecer con las uniones que se tienen sobre este, por lo tanto, las ca- racterísticas del Centro Histórico permiten definir ciertos elementos claves que se desarrollarán a lo largo del artículo. La identidad territorial en el Centro Histórico de Bogotá La identidad territorial permite: participar, actuar, intervenir, sentir, visua- lizar, percibir y trasmitir. De esta forma hablamos de un Centro Histórico que es incluyente y accesible a su modificación, pues permite que el sujeto se vea como actor político, social y económico ‒sin desligar su historia y lo que esta contiene‒, en términos de Torres Fuentes sería; “las prácticas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia e identidad a quienes habitan el territorio”. (Torres Fuentes, 2008, p.12-13) Las interacciones de la identidad territorial que, al ser complejas, respon- den a los procesos de integración o exclusión territorial de los estudiantes4 . Este componente está unido intrínsecamente a la cotidianidad y las prácti- cas culturales. Los estudiantes son personas que están en constante interac- ción con el territorio, esta noción nace de una percepción creada por tres actores que están involucrados en el territorio: la institución educativa, las personas que conforman su grupo social y los otros grupos sociales con los 4. Proceso que también se destacó en la conferencia “cartografías participativas en el Centro Histórico de Bogotá” realizado el 19 de noviembre del 2012.
  • 41. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 41 cuales interactúan. Estos forman una imagen territorial del Centro Históri- co con la cual se podrá ‒o no‒ sentir identificado, dependiendo el grado de vivencia que se tenga sobre este medio; es así como la identidad territorial está mediada por diferentes elementos que se asocian a la percepción indi- vidual. En ese sentido Las identidades territoriales son el reconocimiento colectivo (de los actores de una sociedad local) - implícito y explícito - de una trama de significados y sentidos propios de un tejido social es- pecífico. […] Da cuenta de formas de valorar, pensar, organizar y apropiarse del entorno, conformando una “ordenación cultural del territorio”, cuyas tramas de referencia están limitadas geográ- ficamente. (Benedetto 2006, p. 14) Pero al hablar sobre la sociedad local esta es afectada por la vivencia ‒in- teracción‒ y educación ‒conocimiento‒ sobre un entorno, lo que implica mirar esa identidad territorial de una forma multiescolar. Grubits y Vera hacen una extensión de la identidad, llevándolo hasta lo re- gional, explicando cómo “llega a constituirse a través de los procesos sim- bólicos desarrollados por el acontecer histórico y la apropiación de un pa- trimonio cultural en lo que podemos definir como una identidad regional” (Grubits & Vera 2005, p.3) Este artículo se enfoca en la construcción de la identidad territorial local, co- menzando por las percepciones individuales que llevaran a la identificación de las nociones colectivas dentro del territorio (Estébanez 1979 y Millán 2004), por medio del concepto de territorios identitarios “que se caracte- rizan, entonces, por el papel primordial de la vivencia y del marco natural inmediato […], justamente con la posibilidad de desplazamiento frecuentes, si no cotidianos” Giménez, 1999, 31y que conllevará a la participación activa dentro del territorio. Por lo tanto, definimos el Centro Histórico como el territorio donde se pue- de establecer nociones claras de participación, siendo necesario establecer puentes de comunicación entre los diferentes elementos que confluyen y construyendo la identidad de este, pues claramente es un proceso recíproco en donde el territorio define al sujeto y el sujeto define el territorio.
  • 42. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 42 Por ello, es necesario establecer las características desde la visión académi- ca para así poder confrontarlas con las de los estudiantes, entre estas tene- mos las siguientes. “Asentamientos humanos vivos, fuertemente condicio- nados por una estructura física proveniente del pasado, reconocibles como representativos de la evolución de un pueblo” (Gutman (1995) citándose asimismo (Gutman, 1977)). “La comprensión temporal o la historicidad del concepto de centro histórico, debe ser entendido como el lugar de encuen- tro o eslabón que integra el pasado con el futuro deseado, a través de su actual presencia” (Carrión, 1990, p. 26). “Son barrios céntricos de ciudades grandes con funciones complejas y diversificadas (político-administrativas, culturales, turísticas; etc.), con obras arquitectónicas y características de particular importancia (nacional-internacional)” (Mertins 2006) Evaluación, participación y recorrido El proceso contó con la participación de 286 estudiantes ‒152 hombres y 134 mujeres‒ repartidos en 3 quintos, 4 sextos, 3 séptimos y 1 octavo, to- dos de la jornada mañana, teniendo en cuenta que se trabaja con dos grupos etarios; preadolescentes -con edades entre los nueve y doce años- y los ado- lescentes -que tienen entre trece a dieciséis años-. Partiendo de esta población se hace constar que la identidad territorial es un elemento importante que se constituye en la apropiación de los indivi- duos sobre el lugar que habitan. (Grubits & Vera, 2005) y (Sabatini, Arenas & Núñez, 2011). Además, es un punto de partida para entender los procesos sociales que se desarrollan, existiendo innumerables formas de pensarse un territorio, todas estas desde percepciones que se construyen dese adentro y desde fuera (Millán, 2004) y que responde a un mapa mental sustentado en visiones influenciadas por el entorno, que no es exacta al medio real sino a la aproximación que hace el individuo tiene de este (Estébanez, 1979). De esta forma se enseña desde la ciudad ya que es “generar un ambiente de aprendizaje en la ciudad que sea potencialmente motivante y que pro- vea oportunidades para aumentar la identidad de lugar de los individuos”( Páramo, 2002, p.66), o en las palabras de Pérez «“aprender de la ciudad” y “aprender la ciudad”, es decir, aprender la urbe como fuente de informa- ción, como medio instrumental, pero más allá de esto, como espacio para
  • 43. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 43 aprendizajes; no sólo medio, si no también objeto fundamental de apren- dizaje» (Pérez, 2005, p.131) con herramientas cartográficas participativas siendo –al mismo tiempo‒ medio de interacción y de análisis; un puente de comunicación entre el investigador y la comunidad (Corbert, 2009) y (Ac- selrad, 2010) y un mecanismo de aprendizaje colectivo. Proceso de evaluación: Construyendo desde la pregunta. En ese proceso se elaboraron herramientas metodológicas que permitían ir sumando a la conceptualización, de este modo el primero componente parte desde el conocimiento individual, por esta razón se implementaron preguntas, las cuales eran respondidas por medio de una cartilla (anexo 1) que permitía; 1. Identificar si conocen o no el Centro Histórico y que conocen de este. 2. Identificar la cercanía del Centro Histórico con su cotidianidad. 3. Identificar la asociación entre el I.E.D. y el Centro Histórico. Es así como la palabra y el dibujo se convierten en herramientas de comuni- cación que permiten la investigación con poblaciones jóvenes (Ortiz, Prats & Baylinas, 2011), con la integralidad de la pedagogía por proyecto que es- tablece “centros de interés o de temas-eje” (Martínez & Varios 2011, 28); para este caso en particular es el reconocimiento del Centro Histórico como territorio de participación y acción. Los estudiantes del I.E.D Antonio José Uribe mostraron su desconocimiento sobre el Centro Histórico en la primera pregunta que se encuentran en la cartilla, a pesar que el mismo era observado y transitado constantemente, fue necesario cambiar la categoría de análisis por “El Centro” haciendo una breve explicación de la zona como un lugar céntrico de las ciudades en don- de hay componentes arquitectónicos de gran importancia histórica. Del total de los estudiantes el 77,27% dijo conocerlo, mientras que el 22,73% admitió no hacerlo, sin embargo en preguntas posteriores se pudo identificar que realmente el 7,34% del total no tenían ninguna noción sobre este espacio. Este hecho demuestra –de entrada‒ el poco conoci- miento sobre el término, a pesar de que la explicación se encuentra en las
  • 44. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 44 puertas de la institución, pues esta se encuentra ubicada en el borde como lo muestra el mapa Imagen 1. Imagen 1. Ubicación del I.E.D Antonio José Uribe con respecto a las Localidades del Centro Histórico. Datos propios. Los lugares que dijeron conocer los jóvenes se limitaron a: la Plaza de Bolívar con el 64,3%, Museo del Oro con 22.38%, la Casa de Nariño –o Casa Presiden- cial‒ representa el 21,33%, catedrales e iglesias el 17.13%, Museo del Flore- ro5 19,23%, museos –sin especificar cuál‒ con el 13,99% al igual que el Mu- seo de la Policía, Museo de la Moneda con el 13,98%, y aquellos que dicen conocerlo todo –disponen de la palabra ‘todo’ como tal‒ corresponden al 3,15%, mientras que el 17,48% hace alusiones a lugares que no están dentro 5. Este museo recibe varios nombres dentro de Bogotá y que son necesarios tener en cuenta para evitar confusiones; museo 20 de Julio y museo de la Independencia, este queda ubicado en la Calle 11 # 6-94.
  • 45. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 45 de este territorio como: el Parque Nacional, el Parque Metropolitano Simón Bolívar, además del Museo Nacional y otras instituciones que se encuentran ubicadas en otras zonas de la ciudad. El mapa Imagen 2 muestra los valores (sin porcentaje) de este análisis, para tener un mayor panorama espacial de los lugares y las centralidades que se establecen sobre el territorio estudia- do, desestimando aquellos que no hacen parte de las zonas estudiadas. Por otra parte, se consultó sobre los eventos que se realizan en el Centro Histórico, esto con el fin de observar la participación en actividades realiza- das por los entes gubernamentales, el Gráfico 1, muestra las respuestas de los/las estudiantes. Se debe señalar que no se hace mención sobre activida- des realizadas en recintos, los eventos son realizados en espacios públicos, incluyendo las fiestas que hacen parte de celebraciones al aire libre. Imagen 2. Asociaciones de los lugares del Centro Histórico. Imagen de Google Earth, datos propios.
  • 46. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 46 Gráfico 1. Sobre la participación de los estudiantes en actividades en el centro histórico. Datos propios. En el siguiente punto del cuestionar se les pidió que realizaran un dibujo so- bre este territorio, el 24,8% dibujo la Plaza de Bolívar, la Imagen 3 muestra algunas representaciones que hicieron los/las estudiantes del espacio en particular, mientras que la Imagen 4 muestra construcciones con más de un lugar y que representan el 19,2% del total. Por otra parte, el 10,8% dibujó algún museo de la zona y el 7,3% identificó las iglesias y catedrales de la zona. El 8% representó eventos y actividades al aire libre y aquellos que no participaron constituyen el 9.1%. El 19,2% del total retrataron el espacio por medio de casas, vías, parques y otros elementos que son demasiado am- biguos y no se pueden catalogar.
  • 47. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 47 Imagen 3. Representaciones de la Plaza de Bolívar. El siguiente mosaico muestra dibujos de: (A) niña de 14 años, curso 701 (B) niña de 14 años, curso 801 (C) niño de 12 años, curso 602 (D) niño de 13 años, curso 604.
  • 48. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 48 Imagen 4. Representaciones conjuntas del Centro Histórico. Las siguientes imágenes corresponde a: (A) niña de 14 años, curso 703, (B) niña de 13 años, curso 702, (C) niña de 13 años, curso 702 y (D) niña de 12 años, curso 503.
  • 49. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 49 La segunda parte de la cartilla se comenzó preguntando por el lugar de resi- dencia, las respuestas pueden ser observadas en la Imagen 5. Seguidamente los y las jóvenes fueron cuestionados acerca de la ubicación del colegio, los resultados fueron los siguientes: el 20,3% escribió el nombre del barrio co- rrectamente ‒Santa Bárbara mientras‒ que el 43% uso como referencia el barrio Las Cruces, esto sucede ya que la institución se encuentra en el límite entre los dos barrios y por ende los estudiantes que viven en el barrio Las Cruces lo asocian a su propio barrio. Otros estudiantes ubicaron la institu- ción en el barrio San Bernardo (12,2%), Santa Fe con el 2,8% ‒ haciendo referencia a la Localidad Santa Fe en donde efectivamente se encuentra ubi- cado el colegio, sin embargo se toma como una respuesta errónea pues la pregunta hace referencia al barrio‒, el Centro (asociación de la zona centro, más no existe un barrio con ese nombre) y Los Comuneros; cada uno con el 0,7% mientras los que no respondieron a esta pregunta constituyeron el 18,9%. Dado que conocer los tránsitos que los jóvenes realizan en su diario vivir fue de gran importancia para este estudio, se les preguntó por el medio de transporte que cotidianamente emplean para trasladarse hasta su plantel educativo, teniendo como resultados los siguientes: el 87,1% comentó que se dirigen al colegio caminando, 4,54% en bus y 1.74% en taxi, al mismo tiempo se estableció que el 81,82% de los/las estudiantes saben cuáles son las calles y carreras que toman para llegar a la institución. Por otra parte se determinó que el 93% se ubican por medio de lugares que consideran importantes. Junto con lo anterior se les pidió que realizaran un mapa que mostrara su recorrido de su lugar de residencia al colegio, el 94,4% de los/ las estudiantes realizó la actividad, en la Imagen 6 se muestran algunas de estas representaciones.
  • 50. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 50 Imagen 5. Lugares de residencia. El mapa muestra la procedencia de las personas participantes en la investigación. Datos propios.
  • 51. Humanas en Contexto 2 - aportes y experiencias interdisciplinarias ARTÍCULOS 51 Imagen 6. Recorridos hacia el colegio. Los trabajos fueron hechos por: (A) niño de 13 años, curso 703, (B) niña de 13 años, curso 501, (C) niño de 12 años, curso 604 y (D) niño de 13 años, curso 701.