3. Presentación de la Asignatura
Fuentes principales
Catecismo de la Iglesia Católica
Catecismo Mayor de San Pio X
La Biblia
4. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Los sacramentos son signos sensibles y
eficaces de la gracia, instituidos por
Cristo para santificar nuestras almas.
5. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
6. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
La Iglesia tiene siete sacramentos porque Cristo
instituyó siete sacramentos.
Esta doctrina fue definida en el Concilio de Trento
en 1547. La Iglesia no inventó los sacramentos,
sólo los definió y los defiende.
Todas las doctrinas importantes tomaron tiempo
en ser definidas: el canon de la Biblia, las dos
naturalezas de Cristo, la Trinidad...
7. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Un signo siempre significa algo. Un
Sacramento es un signo sagrado. Un propósito
esencial del Sacramento es instruir, edificar,
enseñar. Por eso se llaman sacramentos de la
fe.
8. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Los sacramentos nos santifican no meramente
por su enseñanza sino también porque
realmente confieren la gracia.
Por los sacramentos participamos en la vida y
obra mismas de Dios.
Los Sacramentos confieren gracia ex opere
operato “por la realización del acto mismo”.
9. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
10. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
11. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Los sacramentos son eficaces, no sólo porque
Cristo mismo los instituyó sino porque en ellos
actúa Cristo mismo.
Son un avance velado de nuestro destino
eterno.
12. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Como el sacramento es un don gratuito, debe
ser aceptado libremente para ser recibido.
El grado de gracia que recibamos depende de
nuestra disposición: del grado de nuestra fe,
esperanza y amor.
13. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Para que un sacramento sea válido se
requieren cuatro cosas:
1. Materia válida: “la cosa correcta” El
Bautismo debe ser administrado con agua,
para la Eucaristía se requiere pan de trigo y
vino de uvas.
14. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Para que un sacramento sea válido se
requieren cuatro cosas:
2. Forma válida: Las palabras esenciales no
pueden cambiarse. “Te bautizo en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” “Éste es
mi Cuerpo… Ésta es mi Sangre”
15. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Para que un sacramento sea válido se
requieren cuatro cosas:
3. Intención válida: El ministro ha de tener la
intención de hacer lo que hace la Iglesia.
16. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
Para que un sacramento sea válido se
requieren cuatro cosas:
4. Mente válida: El sujeto, la persona que recibe
el sacramento debe tener fe y comprensión. Debe
ser cristiano (tener fe en Cristo) y entender lo que
se está haciendo. En el caso del Bautismo de
infantes, la fe y la comprensión de los padres.
17. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
El poder y la gracia de los sacramentos es
infinito porque su fuente es Dios pero los
frutos de los sacramentos dependen también
de las disposiciones del que los recibe.
18. I. De los Sacramentos en General
1. Naturaleza de los Sacramentos
SACRAMENTA
OPERATUR EX
OPERE
OPERATO
19. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La gracia es la vida misma de Dios en nuestras
almas.
La gracia de Dios es el don de Dios de sí
mismo.
La gracia es esencialmente una relación de
intimidad entre Cristo y el cristiano, entre
Cristo y su Cuerpo.
20. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La gracia es doblemente inmerecida:
Dios es nuestro Creador, por justicia no nos
debe nada.
Nosotros hemos roto nuestra relación de
alianza con Él, somos pecadores.
La naturaleza de Dios no cambia: El pecado
nos priva de recibir la gracia, pero no priva a
Dios de conferirla.
21. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
Dios toma la iniciativa de ofrecernos la gracia
gratuitamente en los sacramentos pero
nosotros debemos aceptar a Dios libremente y
abrir nuestras almas a su gracia.
“Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti” San
Agustín.
22. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La gracia santificante (habitual)
La gracia santificante (habitual) es un don
permanente y sobrenatural, que eleva y
perfecciona nuestra alma haciendo que
seamos hijos de Dios y herederos del cielo.
Está siempre acompañada de las tres virtudes
teologales y de los dones del Espíritu santo.
23. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La gracia santificante (habitual)
La gracia santificante no es compatible con el
pecado mortal, porque, haciendo perder la
gracia santificante, destruye la vida
sobrenatural del alma.
En el caso de un pecador ya bautizado la
justificación viene mediante el sacramento de
la Penitencia o Confesión.
24. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La gracia santificante (habitual)
"Estar en gracia de Dios" significa poseer la
gracia santificante, es decir, tener el alma libre
del pecado mortal.
Vivir en gracia de Dios, y en particular morir
en gracia de Dios, es la única cosa
verdaderamente importante para el hombre.
25. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La gracia santificante (habitual)
Es la presencia de Dios en nuestra alma.
Es infundida (comunicada al alma) por Dios, es decir, dada por Él.
Se recibe en el sacramento del Bautismo: nos convierte en hijos de Dios.
Establece una relación amorosa entre Dios y nosotros, que continuará en
el Cielo para aquellos que le son fieles.
Nos hace capaces de creer en Dios, esperar en Él y amarlo, es decir, nos da
la capacidad de vivir las virtudes teologales (fe, esperanza, caridad).
26. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La gracia santificante (habitual)
Nos concede la posibilidad de vivir y actuar bajo las inspiraciones del
Espíritu Santo a través de Sus Dones.
Es un don habitual, permanente: estamos siempre en gracia mientras
no la perdamos.
Se pierde con cualquier pecado mortal. Se recupera con la Confesión
sacramental.
La gracia santificante es también aumentada "cuando un sacramento
se recibe en el estado de gracia".
27. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
Gracia actual
La ayuda temporal que nos da Dios, con el objeto de
llevarnos a actuar de forma correcta en determinada
situación, especialmente cuando estamos tentados a
no hacerlo.
Ilumina la inteligencia (nos ayuda a discernir entre el
bien y el mal) y fortalece la voluntad (nos da la fuerza
para actuar conforme a lo que nos dicta la
inteligencia).
28. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
Gracia actual
Está presente y desaparece con la acción
misma.
Quien está privado de la gracia santificante
puede conservar la fe y la esperanza, mediante
las cuales con la ayuda de la gracia actual
puede emprender el camino de retorno a Dios.
29. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
Gracia Sacramental
Es la gracia del Espíritu Santo dada por Cristo y propia de
cada sacramento. Es distinta en cada sacramento.
Es el derecho que el sacramento da al que lo recibe de tener
en tiempo oportuno las gracias actuales necesarias para
cumplir las obligaciones que impone.
30. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
Gracia Sacramental
Consiste en ayuda pertinente para que el hombre
alcance la finalidad a la que Ie conduce cada
sacramento.
Una persona recibe la gracia sacramental a través de
"la recepción válida y fructuosa de los sacramentos".
31. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
La Gracia
Santificante
(habitual)
Actual
Primera
(Sacramentos de
Muertos)
Segunda
(Sacramentos de
vivos)
Gracia Sacramental
(derecho a las gracias
actuales)
32. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
Sacramentos de muertos
Se llaman sacramentos de muertos el Bautismo y la
Penitencia porque han sido instituidos para sacar al alma
del pecado.
Sacramentos de vivos
La Confirmación, la Eucaristía, la Unción de los enfermos, el
Matrimonio, el Orden Sacerdotal, deben recibirse en estado
de gracia.
33. I. De los Sacramentos en General
2. El efecto principal de los Sacramentos: la Gracia
Sacramentos de vivos
Si se reciben estos sacramentos estando en pecado mortal,
se carga con un pecado gravísimo llamado sacrilegio.
La gracia es la vida sobrenatural del alma. Así como no se
alimenta a un cadáver, estos sacramentos no se le deben dar
a quienes espiritualmente están muertos.
34. I. De los Sacramentos en General
3. Carácter Sacramental
El Bautismo, la Confirmación y el Orden
Sacerdotal confieren, además de la gracia, un
carácter o sello indeleble por el cual el
cristiano forma parte de la Iglesia según
estados y funciones diversos.
35. I. De los Sacramentos en General
3. Carácter Sacramental
Esta configuración con Cristo y con la Iglesia,
realizada por el Espíritu, es indeleble (Concilio de
Trento: DS 1609); permanece para siempre en el
cristiano como disposición positiva para la gracia,
como promesa y garantía de la protección divina y
como vocación al culto divino y al servicio de la
Iglesia. Por tanto, estos sacramentos no pueden ser
reiterados.
36. I. De los Sacramentos en General
3. Carácter Sacramental
Los sacramentos se ordenan a dos fines: al remedio del
pecado y a perfeccionar el alma en lo que pertenece al culto
de Dios según la religión cristiana. Ahora bien, cuando una
persona es deputada para un cargo, se acostumbra a ponerle
un distintivo: los soldados alistados antiguamente en el
ejército eran marcados con unos caracteres corporales, puesto
que estaban destinados a un ejercicio corporal. Pues, de
forma semejante, los sacramentos, que destinan a los
hombres al servicio espiritual del culto de Dios, deben marcar
a los fieles con un cierto carácter espiritual.
37. I. De los Sacramentos en General
3. Carácter Sacramental
El carácter permanece impreso en el alma,
participación del sacerdocio de Cristo,
potencia instrumental espiritual.
El carácter es una añadidura de poder
operativo del cristiano, instrumento de
Jesucristo eterno Sacerdote.
38. I. De los Sacramentos en General
3. Carácter Sacramental
La mala voluntad no elimina el carácter porque su
estabilidad no depende de la mutabilidad del
instrumento sino de la inmutabilidad de Cristo.
En cambio la gracia, se enraíza más acabadamente en
el alma y necesita que ésta esté bien dispuesta para
acogerla. Si la voluntad en vez de adherir a Dios, se
aleja de Él por el pecado, la gracia desaparece, la
Trinidad no mora ya en el alma.
39. I. De los Sacramentos en General
3. Carácter Sacramental
La gracia reside en la esencia del alma.
El carácter está ordenado al culto divino, que
es una testimonianza de la fe manifestada a
través de signos externos. Por eso el carácter
reside en la potencia cognoscitiva del alma,
que es donde reside la fe.
40. I. De los Sacramentos en General
Referencias Bíblicas
1ª Corintios 4, 1; 3,5
Los sacramentos son como siete canales que
nos transmiten la Salvación de Cristo. Fueron
confiados por Cristo a los Apóstoles y por los
Apóstoles a la Iglesia Católica.
41. I. De los Sacramentos en General
Referencias Bíblicas
Mt. 28, 19
Cristo utilizó a los Apóstoles para bautizar y
utiliza hoy a los Sacerdotes como Ministros.
El sacerdote es instrumento de Dios. Cristo es
quien comunica al creyente su gracia y
salvación mediante los Sacramentos.
42. I. De los Sacramentos en General
Referencias Bíblicas
1Co 11, 23
Ningún rito sacramental puede ser modificado
o manipulado a voluntad del ministro o de la
comunidad o del fiel, porque la fe de la Iglesia
es anterior a la fe del fiel. Incluso nuestra fe,
privada e individual, depende de la Tradición
de la Iglesia.
43. I. De los Sacramentos en General
Referencias Bíblicas
2R 5, 1-14
Necesitamos los sacramentos para liberarnos del
pecado, acercarnos a nuestra inocencia perdida y
nuestra perfección futura.
El orgulloso se rehúsa a utilizar las humildes
herramientas que Dios nos da en los
sacramentos.
Nuestra meta no es liberarnos del cuerpo sino del
pecado, no es la “espiritualidad” sino la santidad.
44. I. De los Sacramentos en General
Referencias Bíblicas
Jn 14, 23 1Co 3,16
Por la gracia santificante somos templos vivos
de la Santísima Trinidad. Una es la gracia
santificante, regalo de Dios, y otra la Santísima
Trinidad que es Dios mismo.
El hombre por sí mismo no tiene mérito
alguno delante de Dios, lo adquiere por estar
asociado a la gracia divina.
45. I. De los Sacramentos en General
Corolario
En los sacramentos, es Cristo quien siempre actúa por medio de la
Iglesia.
Los sacramentos no son magia. Son el poder activo de Cristo y del
Espíritu Santo obrando en la Iglesia. Siendo Cristo el agente
principal de los sacramentos, un sacramento no puede dejar de
comunicar la gracia prometida por Cristo siempre que se
administre válidamente.
El sacramento no es solo una "señal" de que la gracia ha sido
conferida; mas bien, la misma administración del rito sacramental
confiere la gracia.
46. I. De los Sacramentos en General
Corolario
El sacramento no solo es un despertar de la gracia que ya
está en la persona, ni es una mera preparación para
recibir gracia; mas bien el sacramento confiere gracia, por
lo que se perciben frutos y beneficios.
La comunicación de la gracia no depende de la santidad
ni de los méritos del ministro. La gracia es conferida en el
sacramento que se celebra con validez, aunque el
ministro esté en pecado mortal.
47. I. De los Sacramentos en General
Corolario
Quien recibe el sacramento recibe las gracias
del mismo mientras no ponga obstáculos a
ellas . Cuanto más dispuesto, más frutos
producirán las gracias.
Los ritos de la Iglesia deben ser acatados
como ella exige.
48. I. De los Sacramentos en General
“Si comprendiéramos bien lo que representa un
sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino
de amor… Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de
Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote
continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De
qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera
nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la
llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la
puerta; es el administrador del buen Dios; el
administrador de sus bienes…” San Juan María Vianney
49. I. De los Sacramentos en General
Los siete sacramentos corresponden a todas las
etapas de la vida del cristiano.
Sacramentos de Iniciación cristiana: Bautismo,
Confirmación y Eucaristía.
De curación: Penitencia y Unción de los enfermos.
De servicio a la comunidad: Orden Sacerdotal y
Matrimonio
50. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del bautismo
Es el fundamento de toda la vida cristiana: “vitae
spiritualis ianua” pórtico de la vida en el espíritu y la
puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por él:
Somos liberados del pecado: del pecado original y
también de los actuales; remite toda la pena debida.
Regenerados como hijos de Dios. Imprime el carácter de
cristianos.
Miembros de Cristo, incorporados a la Iglesia, partícipes
de su misión.
51. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Recibe el nombre de Bautismo por el rito
central mediante el que se celebra: baptizein,
en griego, significa “sumergir”.
La inmersión en el agua simboliza el acto de
sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo,
de donde sale por la resurrección con Él como
nueva criatura. (2Co 5, 17; Ga 6, 15).
52. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
¿Bautismo por inmersión o por aspersión?
54. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Fue conveniente el bautismo de Juan:
1. Para que Cristo consagrara el bautismo.
2. Para que Cristo fuera manifestado.
3. Para que acostumbrara a los hombres para el
bautismo de Cristo.
4. Para mover a la penitencia a los hombres,
preparándose así para recibir dignamente el
bautismo de Cristo.
55. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Didaché 7,1-3:
En cuanto al bautismo, éste es el modo de bautizar: habiendo
previamente dicho todo esto, bautizad en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en agua viva. Si no
tienes agua viva, bautiza en otra agua. Si no puedes en (agua)
fría, (bautiza) en caliente. Si, empero, no tienes ni una ni otra,
derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
56. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
El Bautismo «es el más bello y magnífico de los dones de Dios [...] lo
llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de
incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso
que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia,
porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es
sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los
que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente;
vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello,
porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios» (San
Gregorio Nacianceno, Oratio 40,3-4).
57. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Es llamado también “baño de regeneración y
de renovación del Espíritu Santo (Tt 3, 5),
porque significa y realiza ese nacimiento del
agua y del Espíritu sin el cual nadie puede
entrar en el Reino de Dios (Jn, 3,5).
58. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Es llamado iluminación porque el bautizado
recibe al Verbo, la luz verdadera que ilumina a
todo hombre (Jn 1,9) y tras haber sido
iluminado, se convierte en hijo de la luz y en
luz él mismo (Ef 5, 8).
59. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Prefiguraciones del Bautismo en el Antiguo Testamento
1. El relato de la Creación (Gn 1,2): El agua, fuente de vida y de
fecundidad.
2. El arca de Noé (Gn 6-9): Noé y su familia se salvan. Se purifica la
tierra a causa del agua del diluvio.
3. El paso del Mar Rojo (Ex 14, 21-22): Dios libra al pueblo de la
esclavitud de Egipto, a través de las aguas del Mar Rojo.
4. El paso del Jordán (Jos 4): El pueblo de Israel entra a la tierra
prometida.
60. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Prefiguraciones del Bautismo en el Antiguo Testamento
61. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
El Bautismo de Cristo
Todas las prefiguraciones de la Antigua Alianza culminan
en Cristo: Comenzó su vida pública haciéndose bautizar
(Mt 3, 11-17); en su Pascua, abrió a todos los hombres las
fuentes del Bautismo (Jn 19, 34); y confirió esta misión a
sus Apóstoles (Mt 28, 19- 20; Mc 16, 15-16).
62. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
Los dos efectos principales del Bautismo son:
1. La purificación de los pecados
2. El nuevo nacimiento en el Espíritu Santo
El bautismo hace de la persona un hijo adoptivo
de Dios, partícipe de la naturaleza divina (2P 1,4),
miembro de Cristo (1Co 6,15; 12, 27), coheredero
con Él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (1Co
6,19).
63. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
El Bautismo confiere la gracia santificante por la que se
perdona el pecado original y si hay pecados
personales, también los perdona y remite toda pena por
ellos debida.
La gracia santificante, acompañada de las virtudes
infusas o teologales y de los dones del Espíritu Santo,
hace al bautizado capaz de creer en Dios, esperar en Él y
amarlo; vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo; y
le permite crecer en el bien mediante las virtudes
morales.
64. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
El bautismo imprime el carácter de cristianos y nos
habilita para recibir los demás Sacramentos.
El bautizado goza de derechos en el seno de la Iglesia:
recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de
Dios y ser sostenido con los demás auxilios espirituales
de la Iglesia.
65. II. El Bautismo
1. Naturaleza y efectos del Bautismo
La materia del Bautismo es el agua natural, que se
vierte sobre la cabeza del bautizado, en tal cantidad que
corra.
La forma del Bautismo es: Yo te bautizo en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
66. II. El Bautismo
2. Ministro del Bautismo
Son ministros ordinarios del bautismo el Obispo, el presbítero y
el diácono. (Por derecho: Obispo y párroco).
En peligro de muerte, cualquier persona puede bautizar teniendo
la intención de hacer lo que hace la Iglesia y siguiendo sus
normas.
67. II. El Bautismo
3. Rito del Bautismo
1. Rito de Acogida y Señal de la
Cruz
2. Liturgia de la Palabra
3. Exorcismo(s)
4. Unción prebautismal (con el
óleo de los catecúmenos)
5. Bendición del agua
6. Renuncia al demonio y
profesión de fe
7. Interrogación a papás y
padrinos
8. Rito esencial del Sacramento
9. Unción con el Santo Crisma
10. Imposición de la vestidura blanca
11. Entrega del Cirio encendido
12. Efetá
13. Padre Nuestro
14. Bendición a la madre, a los papás y
a los presentes.
68. II. El Bautismo
3. Rito del Bautismo
Sujeto: es capaz de recibir el Bautismo todo ser
humano aún no bautizado, y sólo él.
Si el que se bautiza es adulto, debe tener fe,
intención de bautizarse, dolor de los pecados
mortales que haya cometido y suficiente
instrucción religiosa (catecumenado).
69. II. El Bautismo
3. Rito del Bautismo
El bautismo se administra derramando tres veces agua
sobre la cabeza del bautizando y diciendo al mismo
tiempo: Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo.
Debe ser una sola persona la que vierta el agua y
pronuncie las palabras.
Si se duda de que una persona esté viva, hay que
bautizarla condicionalmente: Si estás vivo, yo te bautizo
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
70. II. El Bautismo
3. Rito del Bautismo
No se debe privar a los niños de la vida eterna, hay
que llevarlos a bautizar lo más pronto posible.
La Iglesia siempre ha bautizado a los niños (He
10,37-48; He 16,3) porque es necesario aún para que
ellos se salven (Jn 3,5; Mt 28,19).
Los padres responden por el bautismo de sus hijos.
Toda la comunidad eclesial participa de la
responsabilidad de desarrollar y cuidar la gracia
recibida.
71. II. El Bautismo
4. Necesidad del Bautismo y Compromisos bautismales
La Iglesia no conoce otro medio que el
Bautismo para asegurar la entrada en la
bienaventuranza eterna, por eso no debe
descuidar la misión de bautizar.
Dios ha vinculado la salvación al sacramento
del bautismo, por eso es el Sacramento más
necesario.
72. Se producen los frutos del Bautismo sin ser
Sacramento:
Bautismo de sangre: quienes padecen la muerte por
razón de la fe, sin haber recibido el bautismo, son
bautizados por su muerte con Cristo y por Cristo.
Bautismo de deseo: a los catecúmenos que mueren
antes de su Bautismo, el deseo explícito de recibirlo,
unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad,
les asegura la Salvación.
II. El Bautismo
4. Necesidad del Bautismo y Compromisos bautismales
73. Dios quiere que todos los hombres se salven,
por eso confiamos a la misericordia divina las
almas de quienes mueren sin haber conocido
la necesidad del Bautismo y por lo tanto, sin
haberlo pedido.
1Tm 2, 4; Mc 10, 14
II. El Bautismo
4. Necesidad del Bautismo y Compromisos bautismales
74. El bautizado renuncia para siempre al
demonio, a sus obras y a sus seducciones.
Renuncia al pecado y a las ideas del mundo
contrarias al Evangelio.
El bautizado está obligado a confesar delante
de los hombres su fe y a participar en la vida y
misión de la Iglesia.
II. El Bautismo
4. Necesidad del Bautismo y Compromisos bautismales
75. La triple misión del bautizado:
1. Sacerdote: Participar en la santa Liturgia de la Iglesia,
principalmente, la Santa Misa. Orar y ofrecer sacrificios por
los demás.
2. Profeta: evangelizarse para evangelizar. Estudiar la
y la Sagrada Escritura, enseñarla a los demás,
principalmente a la familia. Denunciar todo aquello que
quebranta la voluntad de Dios.
3. Rey: Hacerse servidor de todos, practicar las obras de
misericordia.
II. El Bautismo
4. Necesidad del Bautismo y Compromisos bautismales
76. II. El Bautismo
5. El nombre y los padrinos
No es casualidad que todo bautizado adquiera
el carácter de hijo a partir del nombre. Por eso
el nombre cristiano es signo inconfundible
de que el Espíritu Santo hace nacer “de nuevo”
al hombre del seno de la Iglesia.
Se elige para el bautizando el nombre de un
Santo para colocarlo bajo su protección y
enseñarle a imitarlo.
77. II. El Bautismo
5. El nombre y los padrinos
En todos los bautizados, la fe debe crecer
después del Bautismo. Por eso la Iglesia
dispone que tengan padrinos: católicos
sólidos, de buenas costumbres, que cumplan
las leyes de la Iglesia.
Los ahijados son verdaderos hijos espirituales.
Este parentesco espiritual produce
impedimento de matrimonio.
78. II. El Bautismo
Significados de algunos signos
En el lenguaje religioso, un signo es una realidad
perceptible que remite a otra realidad salvífica y
divina.
1. Nombre: un modelo de vida a quién imitar y un
protector a quien pueda encomendarse (Lc 10,
20).
2. La Cruz: significa la gracia de la redención y
debe llevarse con honor, sin cobardía (Ga 6, 14-
16)
79. II. El Bautismo
Significados de algunos signos
3. Óleo de los catecúmenos: en latín Oleum
Catechumenorum (OC); o también, Oleum Sanctum (OS);
la fuerza de Dios para vencer al demonio.
4. El Santo Crisma: en latín Sacrum Chrisma (SC), el don del
Espíritu Santo al nuevo bautizado, UNGIDO por Él,
incorporado a Cristo Sacerdote, Profeta y Rey.
5. La vestidura blanca simboliza que el bautizado se ha
revestido de Cristo (Gal 3, 27) y ha resucitado con Él.
80. II. El Bautismo
Significados de algunos signos
6. El cirio o vela: En Cristo, los bautizados son la
luz del mundo (Mt 5, 14-16).
81. III. La Confirmación
La Confirmación es necesaria para la plenitud de la
gracia bautismal.
Toda la misión del Mesías se realiza en comunión
plena con el Espíritu Santo (Is 11,2).
Esta plenitud del Espíritu debía ser comunicada a
todo el pueblo mesiánico (Ez 36, 25-27, Jl 3, 1-2).
82. III. La Confirmación
En distintas ocasiones Jesús prometió la efusión
del Espíritu Santo: Lc 12, 12; Jn 3, 5-8; 7, 37-39; 16,
7-15; Hch 1,8.
Esta promesa se realizó primero el día de la Pascua
(Jn 20,22) y luego, de manera más manifiesta el día
de Pentecostés (Hch 2, 1-4).
83. III. La Confirmación
En el tiempo de los Apóstoles a los recién bautizados les
imponían las manos inmediatamente para comunicar el don
del Espíritu Santo, para completar la gracia del Bautismo,
para perpetuar la gracia de Pentecostés. (Hch 8, 14-17)
En Occidente a este sacramento se le llama Confirmación:
Nos confirma en la fe y perfecciona las virtudes y dones
recibidos en el Bautismo, robustece la gracia bautismal.
84. III. La Confirmación
Tanto en Oriente como en Occidente, muy pronto, para
mejor significar el don del Espíritu Santo, se añadió a la
imposición de manos una unción con óleo perfumado
(crisma). Por eso en Oriente se llama a este sacramento
Santo Crisma o crismación.
Cristiano significa ungido, con la Confirmación se
imprime en nuestra alma el carácter de soldados de
Cristo y nos hacemos perfectos cristianos.
85. III. La Confirmación
En los primeros siglos el Bautismo y la Confirmación
constituían una única celebración (San Cipriano lo llama
“un sacramento doble”).
Cuando ya no fue posible la presencia del Obispo en
todas las celebraciones bautismales, en Occidente se
estableció la separación temporal de ambos
sacramentos y en Oriente se conservaron unidos.
86. III. La Confirmación
La práctica de las Iglesias de Oriente destaca más la
unidad de la iniciación cristiana.
La práctica de la Iglesia latina expresa más netamente la
comunión del nuevo cristiano con su obispo y por ello,
el vínculo con los orígenes apostólicos de la Iglesia de
Cristo.
87. III. La Confirmación
Efectos de la Confirmación
Jesucristo marca al cristiano con el sello de su Espíritu, la Confirmación
confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:
El cristiano es introducido más profundamente en la filiación
divina;
Se une más firmemente a Cristo;
Aumentan en él los dones del Espíritu Santo;
Se hace más perfecto su vínculo con la Iglesia;
Se le concede una fuerza especial para difundir y defender la fe y
para no sentir vergüenza de la Cruz.
88. III. La Confirmación
Efectos de la Confirmación
Los dones del Espíritu Santo son
como siete antenas que captan las
luces y fuerzas del Espíritu Santo.
Mediante estos dones, el Espíritu
Santo nos fortalece, nos ilumina, nos
aconseja, nos protege, nos da el gusto
por las cosas de Dios y nos aparta del
mal.
89. III. La Confirmación
Efectos de la Confirmación
Los no confirmados están fácilmente vencidos por el
demonio y el error.
Los confirmados que viven en pecado mortal tienen
los dones paralizados. Para activarlos hace falta
confesarse.
90. III. La Confirmación
Sujeto
Sin la Confirmación y la Eucaristía el Bautismo es válido
y eficaz, pero la iniciación cristiana queda incompleta.
Por eso todo bautizado debe recibir el sacramento de la
Confirmación luego de una catequesis que suscite su
sentido de pertenencia a la Iglesia.
En peligro de muerte, se debe confirmar a los niños aunque no
hayan alcanzado la edad de uso de razón.
91. III. La Confirmación
Sujeto
Es un sacramento de vivos: el sujeto debe hallarse
en estado de gracia.
El candidato debe prepararse no sólo con la
catequesis sino con una oración más intensa para
recibir con docilidad y disponibilidad la fuerza y las
gracias del Espíritu Santo.
Debe buscar la ayuda espiritual de un padrino o
madrina. Conviene que sea el del Bautismo.
92. III. La Confirmación
Ministro
El ministro originario de la Confirmación es el obispo.
En Oriente el presbítero que da la Confirmación, lo
hace con el santo crisma consagrado por el patriarca o
el obispo.
En la Iglesia latina, sucede lo mismo cuando es
admitido a la plena comunión con la Iglesia un
bautizado de otra comunidad cristiana.
93. III. La Confirmación
Ministro
En el rito latino, el Obispo puede, en caso de
necesidad, conceder a los presbíteros la facultad
de administrar el sacramento de la Confirmación.
Si un cristiano está en peligro de muerte,
cualquier presbítero puede darle la Confirmación.
94. III. La Confirmación
Ministro
Lo que pasa en las sectas protestantes (pentecostales, por
ejemplo) no tiene nada que ver con el Espíritu Santo.
Las sectas no tienen ninguna protección contra las trampas
de los demonios.
Ningún católico debe permitir jamás
que alguien le imponga las manos
en esas asambleas.
95. III. La Confirmación
Rito
Cuando la Confirmación se celebra separadamente
del Bautismo (Rito Romano), su conexión con el
Bautismo se expresa entre otras cosas por la
renovación de los compromisos bautismales.
La celebración de la Confirmación dentro de la
Eucaristía contribuye a subrayar la unidad de los
sacramentos de iniciación cristiana.
96. III. La Confirmación
Rito
Cuando es bautizado un adulto, recibe
inmediatamente la Confirmación y participa de la
Eucaristía.
En el caso de que los confirmandos sean niños que
aún no han recibido la Eucaristía y que en esta
acción litúrgica no van a hacer la primera Comunión,
la Confirmación se confiere fuera de la Misa pero
precedida por una celebración sagrada de la Palabra
de Dios.
97. III. La Confirmación
Rito
En el rito romano, antes del rito esencial, el
obispo extiende las manos sobre todos los
confirmandos e invoca la efusión del Espíritu:
98. III. La Confirmación
Rito
“Dios todopoderoso de nuestro Señor Jesucristo, que
regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo, a estos
siervos tuyos y los libraste del pecado; escucha nuestra
oración y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito;
llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia, de
espíritu de consejo y de fortaleza, de espíritu de ciencia y
de piedad, y cólmalos del espíritu de tu santo temor. Por
Jesucristo nuestro Señor.”
99. III. La Confirmación
Rito
La imposición de las manos, que se hace sobre los
confirmandos con la oración, aunque no pertenece a la validez
del sacramento, tiene, sin embargo, gran importancia para la
integridad del rito y para una más plena comprensión del
sacramento.
Cuando algunos presbíteros acompañan al ministro principal en
la administración del sacramento, hacen al mismo tiempo que
él la imposición de las manos sobre todos los candidatos, pero
en silencio.
100. III. La Confirmación
Rito
Todo el rito tiene una doble significación:
1. Por la imposición de las manos sobre los
confirmandos, se actualiza el gesto bíblico, con el
que se invoca el don del Espíritu Santo.
2. En la unción del crisma y en las palabras que la
acompañan se significa claramente el efecto del
don del Espíritu Santo.
101. III. La Confirmación
Rito
El rito esencial de la Confirmación es la unción
con el Santo Crisma en la frente del bautizado
(en Oriente, también los otros órganos de los
sentidos), y las palabras: “Recibe por esta señal
el don del Espíritu Santo”.
102. III. La Confirmación
Rito
La unción se hace en la frente para que el
confirmando entienda que no debe avergonzarse
de ser cristiano ni temer a los enemigos de la fe.
Al confirmando se le da una ligera bofetada para
que recuerde que debe estar preparado para
sufrir por la fe de Jesucristo.
103. III. La Confirmación
Maravillas interiores
Un joven, al que acababa de bautizar, me decía poco después:
«¿Sabe, padre, que no he notado ninguna de las maravillas
que decía me sucederían al bautizarme? Siento un alivio
especial al saber que mis pecados han sido perdonados, y me
alegra saber que soy hijo de Dios y miembro del Cuerpo
Místico de Cristo, pero lo de la inhabitación de Dios en el
alma, de la gracia santificante, las virtudes de fe, esperanza y
caridad y los dones del Espíritu Santo... bien, no los he sentido
en absoluto».
104. III. La Confirmación
Y así es. No sentimos ninguna de estas cosas, por lo menos,
no es lo corriente sentirlas.
La sobrecogedora transformación que tiene lugar en el
Bautismo no se localiza en el cuerpo -en el cerebro, el
sistema nervioso o las emociones-. Tiene lugar en lo más
íntimo de nuestro ser, en nuestra alma, fuera del alcance
del análisis intelectual o la reacción emocional.
105. III. La Confirmación
Pero, si por un milagro pudiéramos disponer de unas lentes que nos
permitieran ver el alma como es, cuando está en gracia santificante y
adornada con todos los dones sobrenaturales, tengo la seguridad
que nos moveríamos como en trance, deslumbrados y en estado
perpetuo de asombro, al ver la sobreabundancia con que Dios nos
equipa para lidiar con esta vida y prepararnos para la otra.
Tomado de Las virtudes y dones del Espíritu Santo. ¿Qué es la virtud?
Pbro. Juan María Gallardo | Fuente: encuentra.com
106. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
Hay muchas similitudes entre las virtudes y los
dones: son hábitos operativos que residen en las
facultades humanas, buscan practicar el bien
honesto y tienen el mismo fin remoto: la perfección
del hombre, la santidad.
107. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
Pero hay diferencias:
Por: El Hombre: En Orden a los Actos:
- la Virtud adquirida
- se dispone para ser movido por la simple razón
natural
- Naturalmente
buenos
- la Virtud infusa
- se dispone para ser movido por la razón
iluminada por la fe
- Sobrenaturales
al modo humano
- los Dones
del Espíritu Santo
- se connaturaliza con los actos a que es movido
por el Espíritu Santo
- Sobrenaturales
al modo divino
o sobrehumano
108. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
Podemos decidir usar el hábito de las virtudes
cuando queramos (presupuesta la gracia actual).
Los dones solo actúan cuando el Espíritu Santo
quiere moverlos. Los dones de Espíritu no
confieren al alma más que la facilidad para
dejarse mover, de manera consciente y libre, por
el Espíritu Santo, quien es la única causa motora
de ellos.
Nuestra parte es solo disponernos.
109. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
Cada uno de nosotros somos responsables de hacer
todo lo que esté en nuestra mano para quitar
obstáculos a la acción del Espíritu Santo.
No sólo quitar el pecado o el egoísmo, cuya acción
entorpecedora a la gracia es evidente.
Debemos quitar también la ignorancia, los
defectos de carácter y los malos hábitos
adquiridos.
110. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
El don de sabiduría nos da el adecuado sentido
de proporción para que sepamos estimar las
cosas de Dios.
Podemos ver los bienes del mundo como medios,
como peldaños para la santidad, no como fines
en sí.
Por ejemplo: una persona que elige perderse una
fiesta por ir a un retiro espiritual, ha sido movida
por el don de sabiduría.
111. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
El don de entendimiento nos da la percepción
espiritual que nos capacita para entender las
verdades de la fe en consonancia con nuestras
necesidades.
Por ejemplo: una persona en estado de gracia,
aunque tenga las mismas condiciones
intelectuales que otra en pecado mortal,
comprende con mayor facilidad una cuestión de
fe.
112. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
El don de consejo agudiza nuestro juicio. Con su
ayuda escogemos la decisión que será para
mayor gloria de Dios y bien espiritual nuestro. Sin
este don, el juicio humano es demasiado falible.
Importante: No tomar una decisión de
importancia en pecado mortal, es un paso
peligroso.
113. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
La virtud de la fortaleza nos hace fuertes para la lucha
por ser fieles a Dios, pero normalmente no evita la
angustia, la repugnancia ante el sufrimiento.
El Don de Fortaleza es incomparablemente superior,
Dios suple las limitaciones de la naturaleza humana,
convirtiéndose en sostén de sus hijos.
Reviste al hombre de la fuerza misma de Dios. Le
proporciona una energía y determinación
inquebrantables en la búsqueda de la santidad.
114. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
El don de ciencia está íntimamente unido al don de
consejo porque para elegir, debemos antes conocer. Nos
da «el saber hacer», la destreza espiritual. Nos dispone
para reconocer lo que nos es útil espiritualmente o
dañino.
Por ejemplo: por el don de ciencia me doy cuenta de
que ver tantas películas causa estragos en mi gusto por
las cosas espirituales, el don de consejo me induce a
dejar de pagar Netflix, y me inspira comenzar una lectura
espiritual regular.
115. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
El don de piedad nos impulsa a mantener la actitud
de infantil intimidad con Dios, la actitud de un niño
hacia sus padres: esa combinación de amor, confianza
y reverencia.
Si ésa es nuestra disposición habitual hacia nuestro
Padre Dios, estamos viviendo el don de piedad.
116. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
El don de temor de Dios, equilibra el don de piedad.
Es muy bueno que miremos a Dios con ojos de amor,
confianza y tierna reverencia, pero es también muy
bueno no olvidar nunca que es el Juez de justicia
infinita, ante el que un día tendremos que responder
de las gracias que nos ha dado. Recordarlo nos dará
un sano temor de ofenderle por el pecado.
117. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
El crecimiento en los Dones del Espíritu Santo forma
en el alma perfecciones llamadas Frutos del Espíritu
Santo:
-caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
longanimidad, mansedumbre, fe, modestia,
continencia y castidad-
Frutos exteriores de la vida interior, producto externo
de la inhabitación del Espíritu.
118. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Los doce frutos perfilan el retrato del cristiano
auténtico: cómo es la persona que vive
habitualmente en gracia santificante y trata
con perseverancia de subordinar su ser a la
acción de la gracia.
Ga 5, 22-23
119. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Caridad: La caridad es el primero entre los frutos del
Espíritu Santo, porque es el que más se parece al Él, que es
el Amor Personal, y por consiguiente el que más nos acerca
a la verdadera y eterna felicidad y el que nos da un goce
más sólido y una paz más profunda.
La persona ve a Cristo en su prójimo, e invariablemente lo
trata con consideración, está siempre dispuesta a ayudarle,
aunque sea a costa de inconveniencias y molestias.
120. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Gozo: Nace de la posesión de Dios, que no es otra cosa
que el reposo y el contento que se encuentra en el goce
del bien poseído; porque ninguno de los bienes terrenos
nos puede satisfacer ni contentar plenamente.
121. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Paz: hace que Dios reine en el alma y que solamente Él sea el
dueño. Mantiene al alma en la perfecta dependencia de Dios.
Por la gracia santificante, Dios se hace en el alma como una
fortaleza donde habita. Por la paz se apodera de todas las
facultades, fortificándolas tan poderosamente que las criaturas
ya no pueden llegar a turbarlas. Dios ocupa todo el interior. Por
eso los santos están tan unidos a Dios lo mismo en la oración
que en la acción y los acontecimientos más desagradables no
consiguen turbarlos.
122. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Paciencia: Modera la tristeza.
Mansedumbre: Modera la cólera.
El esfuerzo por ejercer la paciencia y la mansedumbre como virtudes
requiere un combate que requiere violentos esfuerzos y grandes
sacrificios. Pero cuando la paciencia y la mansedumbre son frutos del
Espíritu Santo, apartan a sus enemigos sin dificultad y con gusto. La
paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza. Así
los mártires se regocijaban con la noticia de las persecuciones y a la
vista de los suplicios. Con la mansedumbre no le cuesta reprimir los
movimientos de cólera; el alma sigue en la misma postura, sin perder
nunca su tranquilidad.
123. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Bondad: lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo
que uno tiene.
Benignidad: consiste en tratar a los demás con dulzura, con
gusto, cordialmente, con alegría, sin sentir la dificultad que
sienten los que tienen la benignidad sólo en calidad de virtud y
no como fruto del Espíritu Santo.
Estos dos frutos miran al bien del prójimo.
124. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Longanimidad: o perseverancia nos ayudan a
mantenernos fieles al Señor a largo plazo. Impide el
aburrimiento y la pena que provienen del deseo del
bien que se espera, o de la lentitud y duración del
bien que se hace, o del mal que se sufre.
125. III. La Confirmación
Los Frutos del Espíritu Santo
Fe: como fruto del Espíritu Santo, es cierta facilidad para aceptar
todo lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en ello,
seguridad de la verdad que creemos sin sentir repugnancias ni
dudas, ni oscuridades y terquedades.
Sin la fe como fruto, puede ser que creamos pero no como una
realidad viva a la que debemos responder. Hacemos una
dicotomía entre la "vida espiritual" (algo solo mental) y nuestra
"vida real" (lo que domina el corazón y la voluntad).
126. III. La Confirmación
Los frutos del Espíritu Santo
La modestia regula los movimientos del cuerpo, los
gestos y las palabras. Como fruto del Espíritu Santo, todo
esto lo hace sin trabajo y como naturalmente, y además
dispone todos los movimientos interiores del alma, como
en la presencia de Dios.
En su comportamiento, vestido y lenguaje hay una
decencia que le hacen fortalecer la virtud de los demás,
jamás debilitarla ni actuar de cómplice del diablo siendo
ocasión de pecado para otro.
127. III. La Confirmación
Los Dones del Espíritu Santo
Continencia: (Templanza) refrena la desordenada
afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que
pudieran cometerse.
Castidad: Regula los placeres de la carne, hace ver el
acto sexual como algo precioso y sagrado, un vínculo de
unión, sólo para ser usado dentro del ámbito matrimonial
y para los fines establecidos por Dios; nunca como
diversión o como fuente de placer egoísta.
128. IV. La Eucaristía
Presencia Real de Jesucristo
Los demás sacramentos, como también todos los
ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están
unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada
Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la
Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua.
La Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe:
"Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a
su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar"
(San Ireneo de Lyon, Adversus haereses).
129. IV. La Eucaristía
Presencia Real de Jesucristo
¿Cómo está Jesucristo presente en la Eucaristía?
¿El mismo Jesucristo que está en el cielo?
¿El mismo Jesucristo que nació de la Santísima Virgen?
¿Está la materia prima del pan y el vino en la Eucaristía?
130. IV. La Eucaristía
La Transubstanciación
Estamos acostumbrados a observar cambios accidentales:
Cambio local Cambio cuantitativo Cambio cualitativo
131. IV. La Eucaristía
La Transubstanciación
Pero también observamos cambios sustanciales en la naturaleza:
Cambio por generación Cambio por corrupción
132. IV. La Eucaristía
La Transubstanciación
Pero la Transubstanciación difiere de cualquier otra conversión
sustancial: toda la sustancia es convertida en otra, los accidentes
permanecen iguales.
Transubstanciación es la conversión de toda la sustancia del pan
en el Cuerpo de Jesucristo y de toda la sustancia del vino en su
Preciosa Sangre.
Sólo quedan las especies del vino y del pan (los accidentes: la
forma, el color, el olor, la cantidad, el sabor) pero sin su sustancia.
133. IV. La Eucaristía
La Transubstanciación
¡Cuidado con doctrinas contrarias!
Como la doctrina de Consubstanciación de Lutero: la
coexistencia de la sustancia del pan con el verdadero
Cuerpo de Cristo.
Como la doctrina de la Impanación de acuerdo a la cual
se supone que se realiza una unión hipostática entre la
sustancia del pan y la del Dios-hombre.
134. IV. La Eucaristía
La Transubstanciación
La conversión total de la sustancia del pan se expresa
claramente en las palabras de la Institución: “Esto es mi
cuerpo.” Aquél Quien es Todo Verdad y Todo Poder dijo al
pan: “Esto es mi cuerpo,” el pan se convirtió, por la acción
de estas palabras en el Cuerpo de Cristo.
Si Cristo hubiese querido la coexistencia de Su Cuerpo con
la sustancia del pan, hubiese usado una expresión más o
menos como: “Este pan contiene mi cuerpo,” o, “En este pan
está mi cuerpo.
135. IV. La Eucaristía
La Transubstanciación
"Porque Cristo, nuestro Redentor, dijo que lo que ofrecía bajo la especie
de pan era verdaderamente su Cuerpo, se ha mantenido siempre en la
Iglesia esta convicción, que declara de nuevo el Santo Concilio: por la
consagración del pan y del vino se opera el cambio de toda la
substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro
Señor y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre; la
Iglesia católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio
transubstanciación" (Concilio de Trento, DS 1642).
En la Eucaristía "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera
verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su
divinidad" (Cc. de Trento: DS 1640; 1651).
136. La materia de este sacramento es pan de trigo
y vino de vid.
La hostia antes de la consagración es pan.
En el cáliz antes de la consagración hay vino
con unas gotas de agua.
IV. La Eucaristía
Materia y Forma
137. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
Pan de trigo:
En la Instrucción general del Misal Romano n. 282 se confirma la norma
del uso del pan ácimo para la Iglesia latina como única materia válida
de la Eucaristía.
El canon 924 § 2 del Código de Derecho Canónico, precisa que el pan
que debe ser sólo de trigo y elaborado recientemente, de modo que
no haya peligro de corrupción. Y el canon 926 recuerda la obligación de
celebrar en la Iglesia latina con pan ácimo.
Los occidentales han permanecido fieles al uso del pan ácimo. Los
orientales, sin embargo, han usado el pan fermentado.
138. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
Vino de vid:
La única materia válida para la Eucaristía es el vino que debe
ser puro, del fruto de la vid, natural y genuino, sin sustancias
extrañas y no alterado, mezclado con un poco de agua.
En la tradición latina el vino era mezclado con agua para
temperar su fuerza y a este uso se añaden varias simbologías
que provenían de diversas tradiciones:
139. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
La sangre y agua que surgieron del costado de Cristo (Jn
19,34).
140. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
La participación de la Iglesia en el sacrificio de Cristo.
“Así pues cuando en el cáliz el agua se mezcla con el vino, es el pueblo
quien se mezcla con Cristo (...) Esta mezcla, esta unión del vino y del agua
en el cáliz del Señor es indisoluble. Así la Iglesia, es decir, el pueblo que está
en la Iglesia y que fielmente, firmemente, persevera en la fe, no podrá ya ser
separado de Cristo, sino que le será fiel de un amor que de dos hará uno
solo”. San Cipriano.
141. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
Una tercera interpretación señala en el agua mezclada
con el vino la doble naturaleza divina y humana en
Cristo.
142. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
La tentación de cambiar la materia de la Eucaristía ha
estado siempre presente en la Iglesia: en la antigüedad,
hubo algunos herejes que pretendían consagrar sólo con
agua en el cáliz (los acuarios) o con pan y queso (los
artotiritas).
Desde la segunda mitad del siglo XX, algunos bajo
pretexto de la inculturación quieren buscar una materia
que fuera más acorde con las diferentes culturas.
143. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
No son materia válida de la Eucaristía las hostias a
las cuales se les ha quitado el gluten. Los
sacerdotes y los fieles, afectados por la celiaquía,
pueden obtener la licencia del Obispo para
celebrar y comulgar con hostias confeccionadas
con una ínfima proporción de gluten, la necesaria
para la panificación.
144. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
En lugar del vino fermentado pueden usar el
mosto los sacerdotes que no pueden por
prescripción médica, tomar ni siquiera la mínima
cantidad de alcohol en el vino.
145. La forma de este sacramento son las palabras de la
consagración:
"Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo
que será entregado por vosotros."
"Tomad y bebed todos de él, porque ésta es mi Sangre.
Sangre de la alianza nueva y eterna que será
derramada por vosotros y por muchos, para el perdón
de los pecados."
IV. La Eucaristía
Materia y Forma
146. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
El sacerdote ha de pronunciar todas y cada una
de las palabras de la Consagración tal como
aparecen en el Misal Romano aprobado por las
respectivas conferencias episcopales.
Cambiar, omitir o añadir algunas palabras
voluntariamente hace que la consagración sea
ilícita y sacrílega, cuando no, inválida.
147. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
La Validez de los Sacramentos:
Un sacramento “válido” es aquél en que en su administración y/o en su
recepción, realmente “ha habido sacramento”.
Ejemplos de un sacramento inválido en su administración: Que se
bautice a alguien usando otro líquido que no sea agua natural, que se
cambien las palabras de la forma.
Ejemplos de un sacramento inválido en cuanto a su recepción: no se
recibiría cuando alguien que no creyera en los fines y propiedades del
matrimonio simulara casarse. Un no bautizado que acuda al
Sacramento de la Reconciliación.
¡IMPORTANTE
!
148. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
La Licitud de los Sacramentos:
Un sacramento válido es lícito cuando se ha administrado y se ha recibido
con todas sus condiciones y por ello, produce todos sus efectos.
Ejemplo de sacramento válido pero ilícito en su administración: un
sacerdote, que no tiene permiso de consagrar, pero lo hace de todos
modos.
Ejemplo de un sacramento válido pero ilícito en su recepción: cuando un
sujeto recibe algún sacramento de vivos, estando en pecado mortal, se
recibe el sacramento ilícitamente, porque no está cumpliendo con el
requisito de estar en gracia de Dios.
¡IMPORTANTE
!
149. IV. La Eucaristía
Materia y Forma
La Validez y Licitud de los Sacramentos:
A la autoridad eclesiástica competente le corresponde
establecer los requisitos para la validez y licitud,
normas éstas que deben ser obedecidas por todos los
fieles y en toda la Iglesia universal.
En concreto la legislación del Código de Derecho
Canónico rige exclusivamente para la Iglesia latina.
¡IMPORTANTE
!
150. IV. La Eucaristía
Institución y efectos
Cristo instituyó la Eucaristía en la Última Cena, la noche
antes de su Pasión. Jn 13, 1-17.
1. Para que fuese sacrificio de la nueva ley.
2. Para que fuese manjar de nuestra alma.
3. Para que fuese un perpetuo memorial de su pasión y
muerte y una prenda preciosa de su amor por nosotros,
para no alejarse nunca de los suyos.
151. IV. La Eucaristía
Institución y efectos
La Santísima Eucaristía produce en nosotros, cuando la
recibimos dignamente, tres efectos principales:
1. Conserva y aumenta la vida del alma: la gracia
santificante, como el alimento mantiene y aumenta la
vida del cuerpo.
2. Perdona los pecados veniales y preserva de los
mortales.
3. Nos trae consuelos espirituales.
152. IV. La Eucaristía
Institución y efectos
Además,
Debilita nuestras pasiones, especialmente la
concupiscencia.
Acrecienta el amor fervoroso a Dios y al prójimo, nos
ayuda a actuar como Jesús quiere.
Nos da una prenda de la Vida Eterna y de nuestra
propia resurrección.
153. IV. La Eucaristía
Institución y efectos
Nombres que recibe este Sacramento:
CCE 1328-1332
Eucaristía, Banquete del Señor, Fracción del Pan, Asamblea
Eucarística, Memorial, Santo Sacrificio, Santa y divina
liturgia, Celebración de los Santos misterios, Santísimo
Sacramento, Comunión, viático, Santa Misa, pan del cielo,
pan de los ángeles, medicina de inmortalidad.
154. IV. La Eucaristía
Institución y efectos
Leer Jn 6, 28-69
Leer y comentar algunos aspectos de La
Instrucción Redemptionis Sacramentum
155. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
Para hacer una buena Comunión es necesario:
1. Estar en gracia de Dios;
2. Guardar el ayuno eucarístico;
3. Saber lo que se va a recibir y acercarse con
devoción.
156. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
1. Estar en gracia de Dios: tener la conciencia pura y
limpia de todo pecado mortal.
El que sabe que está en pecado mortal o tiene
duda, no le basta hacer un acto de contrición.
Debe primero ir a confesarse.
El que comulga en pecado mortal, recibe a
Jesucristo, mas no su gracia. Comete un
sacrilegio.
157. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
2. Guardar el Ayuno antes de la Comunión:
Desde el 21 de noviembre de 1964 el ayuno se
redujo a una hora: No ingerir ni la menor
partícula de alimento o bebida una hora antes
de la Comunión.
Los enfermos pueden tomar sus medicinas y
bebidas no alcohólicas.
Sólo el agua natural no rompe el ayuno.
158. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
El Código de Derecho Canónico dice: 919 #1 Quien vaya a recibir la
santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y
bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a
excepción de agua y de medicinas.
No es sólo un consejo, es una disposición jurídica: no se debe comulgar
sin cumplir esta condición.
¿Me voy a perder de comulgar por cinco minutos? Sí, porque nadie te
obligó a comer. En realidad nadie te prohíbe comulgar. Sencillamente no
te has preparado lo suficiente: te faltan unos minutos de preparación y
por respeto a la Eucaristía, no querrás ser descortés con el Señor. Es
precisamente el amor a la Eucaristía lo que te lleva a no comulgar.
159. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
Es mejor no comulgar obedeciendo a la Iglesia que
comulgar desobedeciendo.
El sacerdote no puede autorizar a Comulgar sin el debido
tiempo de ayuno. No tiene potestad para dispensar de una ley
eclesiástica y, si lo hiciera, el permiso sería nulo (falso, inválido,
nulo).
Es respeto. Es delicadeza. Muestra cuanto valoras el
Sacramento. Comulgar no es cualquier cosa. Es lo más grande
que podemos hacer en esta vida.
160. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
3. Saber lo que se va a recibir y comulgar con
devoción:
Conocer y creer firmemente la Doctrina
cristiana sobre este sacramento.
Acercarse a comulgar con humildad y
modestia (interior y exterior).
Prepararse antes y dar gracias después.
161. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
Para prepararse antes de comulgar hay que
tomarnos el tiempo para considerar este
Misterio y nuestra indignidad, haciendo actos
de fe, esperanza y caridad; contrición,
adoración, humildad y deseo de recibir a
Jesucristo.
¿Hemos pensado alguna vez en cómo nos
conduciríamos, si sólo se pudiera comulgar
una vez en la vida?
162. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
Después de comulgar debemos recogernos
interiormente unos minutos para dar gracias a
Jesús por su presencia real en nuestras almas.
Es un detalle de respeto y amor.
Cada persona encontrará el modo de
agradecer personalmente a Dios la posibilidad
de recibirle.
163. IV. La Eucaristía
Disposiciones necesarias
El Espíritu Santo no guía a las almas en masa, sino
que, en cada una, infunde aquellos propósitos,
inspiraciones y afectos que le ayudarán a percibir
y a cumplir la voluntad del Padre.
Sin embargo, conviene pedirle a la Santísima
Virgen María y a nuestro ángel que nos
acompañen; y en nuestro diálogo con Cristo,
considerar que el Señor es, para nosotros, Rey,
Médico, Maestro, Amigo.
164. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
La Iglesia obliga a los bautizados a participar los
domingos y días de fiesta en la Santa Misa y a recibir
al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en
tiempo pascual, preparados por el sacramento de la
Reconciliación.
Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles
recibir la santa Eucaristía los domingos y los días de
fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos los
días.
165. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
La manera más reverente y cuidadosa de comulgar es de
rodillas:
Arrodillados, con la cabeza medianamente levantada, mirando
la Sagrada Hostia, abriendo bien la boca y con la lengua un
poco fuera sobre el labio.
¿Hay algo más sagrado, más divino en la Iglesia, en esta
tierra?
Ha sido constante la creencia y práctica de la Iglesia de que
Cristo, realmente presente bajo las especies del pan, tiene que
recibir Divina adoración, tanto interna como externamente.
166. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
Ha sido constante la creencia y práctica de la Iglesia de que
Cristo, realmente presente bajo las especies del pan, tiene que
recibir Divina adoración, tanto interna como externamente.
En la Biblia, el acto de adoración a Dios era realizado
exteriormente de la siguiente manera: de rodillas e inclinando
la cabeza hacia la tierra o con postración.
167. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
Tal acto de adoración lo llevó a cabo el mismo Jesús, su Santísima e Inmaculada
Madre, la Virgen María, y San José, cuando como cada año visitaron el Templo de
Jerusalén.
En este forma fue adorado Cristo, el Dios encarnado: en primer lugar por los tres
reyes magos (Mt 2,11); las numerosas personas que fueron sanadas por Jesús
realizaron también este acto exterior de adoración (cf. Mt 8,2; 9,18; 15,25), las
mujeres que vieron al Señor resucitado en la mañana de Pascua cayeron en
presencia de su cuerpo glorioso y lo adoraron (Mt 28,9), la Apóstoles lo adoraron
postrándose cuando vieron el cuerpo de Cristo ascendiendo al Cielo (Mt 28,17; Lc
24,52), los ángeles y todos los santos redimidos y glorificados en la Jerusalén
celestial se postran delante adorando la humanidad glorificada de Cristo,
simbolizado en el “Cordero” (Ap 4,10).
168. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
El rito de recibir el Cuerpo Divino de Cristo en la Santa
Comunión de rodillas y en la lengua fue elaborado durante
varios siglos en la Iglesia con la guía del Espíritu Santo, el
Espíritu de santidad y piedad.
Simboliza que es Cristo en la persona del sacerdote quien está
alimentando a los fieles.
Simboliza además la actitud de humildad y el espíritu de
infancia espiritual (Mt 18,03): arrodillarse y permitir ser
alimentado como un niño pequeño, abriendo la boca.
169. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
El rito de la Comunión debe expresar de la manera más
evidente posible su aspecto sagrado y sublime, debiendo
distinguirse claramente del gesto de tomar un alimento
común.
Debe garantizarse, con la mayor seguridad posible contra la
pérdida incluso de los más pequeños fragmentos de la hostia
consagrada, así como contra el robo de la misma. (Usar la
bandeja de la Comunión)
170. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
Aunque el aspecto interior es el más importante, el
hombre es esencialmente también visible y corporal.
Ambos aspectos son inseparables uno del otro y en
consecuencia, la adoración del Cuerpo eucarístico de
Cristo debe ser necesariamente también exterior y
corporal.
171. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
El rito de los primeros siglos era de la siguiente manera: el pan
consagrado se ponía en el palma de la mano derecha, luego los fieles se
inclinaban y tomaban la comunión directamente con la boca sin tocar el
pan consagrado con los dedos. Era de alguna manera una Comunión por
boca, porque los fieles no ponían ellos mismos la comunión en la boca
con sus dedos. Por otra parte, los fieles podían recoger con la lengua
desde la palma de su mano los fragmentos sueltos del pan consagrado
para que ninguno de los fragmentos pudiera perderse.
Las mujeres recibían el pan consagrado sobre una tela blanca, llamada
“dominicale”.
172. IV. La Eucaristía
La manera de Comulgar
En el siglo XVII los calvinistas inventaron el rito de auto-
Comunión que se asemeja a la forma de tomar alimentos
comunes: los fieles reciben la hostia no en la derecha sino en la
mano izquierda y luego se toma la hostia con los dedos y se
pone la Comunión en la boca.
Antes que pensar en el derecho de los fieles a comulgar como
ellos prefieran, recordemos el derecho que tiene Jesús
Eucarístico, a la mayor sacralidad y reverencia posibles.
173. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
Es Cristo quien celebra en todas las liturgias terrenas la liturgia
celestial, que abarca a ángeles y hombres, a vivos y difuntos,
pasado, presente y futuro, cielo y tierra. Los presbíteros y los fieles
participan en la celebración litúrgica de Cristo de diferente
manera.
En las celebraciones litúrgicas debemos prepararnos interiormente
para la grandeza de lo que allí sucede: Aquí y ahora está presente
Cristo, y con él todo el cielo. Allí están todos llenos de una alegría
indecible y al mismo tiempo de amorosa preocupación por
nosotros.
174. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
El Apocalipsis, nos describe en imágenes misteriosas
esta liturgia celestial, a la que unimos nuestra voz
aquí en la tierra.
A la Liturgia también le llamamos culto o servicio
divino porque es ante todo el servicio que Dios nos
hace a nosotros, y sólo en segundo lugar nuestro
servicio a Dios. Dios se nos da bajo signos sagrados
para que nosotros nos entreguemos a Él sin reservas.
175. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
La Celebración de la Eucaristía es el centro de la
comunidad cristiana. No somos Iglesia porque
colaboremos en su sostenimiento o porque
convivamos con los que casualmente hemos
coincidido en una comunidad, sino porque en la
Eucaristía recibimos el Cuerpo de Cristo y
continuamente somos transformados en el Cuerpo
de Cristo.
176. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
Cristo mismo es quien actúa en cada celebración
Eucarística, el Obispo y el presbítero lo representan.
El celebrante está ante el altar in persona Christi
capitis: el Sacerdote no sólo actúa en el lugar de
Cristo o por su encargo, sino que, a causa de su
consagración, es Cristo quien actúa a través de ellos
como cabeza de la Iglesia.
177. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
Cristo se entrega verdaderamente por nosotros y nosotros
tomamos realmente parte en Él.
El sacrificio único e irrepetible de Cristo en la cruz se hace
presente sobre el altar; se realiza la obra de nuestra redención.
El sacrificio de la Misa es sustancialmente el mismo de la Cruz,
con todo su valor infinito. El sacerdote, y la víctima son el
mismo Cristo, quien se inmola con el fin de darle gloria de
Dios. No es una representación, sino una renovación, del
sacrificio de la Cruz.
178. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
Jesús nos amó hasta el extremo y entregó su vida por
nosotros. La manifestación de ese amor va más allá
de su muerte en la cruz. Él ha querido quedarse con
nosotros en la Eucaristía, para seguir ofreciéndose al
Padre por nosotros.
179. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
¿Qué diferencias hay entre el sacrificio
de Cristo en la Cruz y el sacrificio de la
Misa?
180. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
El sacrificio de la Cruz es absoluto y único, el de la
Misa es relativo y múltiple.
El sacrificio de la Cruz es una ofrenda cruenta, el de
la Misa es ofrenda incruenta.
En el sacrificio de la Cruz se opera la obra de nuestra
redención de una vez para siempre, en el sacrificio de
la Misa se nos aplica para nosotros los méritos
redentores del sacrificio de la Cruz.
181. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
El hecho de que Cristo haya instituido la Eucaristía
bajo la forma de un banquete pascual, puede indicar
que el sacrificio de la Misa reviste la forma de un
banquete sacrificial, es decir, de un sacrificio en el
que se toma parte a través del banquete.
(Auer/ Ratzinger: Curso de Teología Dogmática, Vol.
VI. O. Cit., p, 279)
182. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
El concilio de Trento, en la Sesión XXII, de septiembre de 1562,
precisó la doctrina de la Tradición que considera a la misa como
verdadero sacrificio:
La misa es un sacrificio verdadero y propio, no puede ser reducido a
un banquete de Cristo; pero el sacrificio de la misa es un “sacrificio
relativo” en comparación con el único sacrificio de Cristo en la cruz
(“sacrificio absoluto”).
El único sacrificio de la nueva alianza, real e independiente, es el
sacrificio que Jesucristo ofreció en la cruz (sacrificio cruento), ese
mismo sacrifico se hacer presente, o actualiza incruentamente, en la
Misa para nuestra salvación.
183. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
“Y porque este divino sacrificio, que en la Misa se realiza, se contiene
e incruentamente se inmola aquél mismo Cristo que una sola vez se
ofreció Él mismo cruentamente en el altar de la cruz ; enseña el
santo Concilio que este sacrificio es verdaderamente propiciatorio...”
El sacrificio de la misa no es solamente un sacrificio de alabanza y
de acción de gracias, o mera conmemoración del sacrificio cumplido
en la cruz, sino verdadero sacrificio propiciatorio que puede ser
ofrecido por los vivos y los difuntos, por los pecados, penas,
satisfacciones y otras necesidades.
184. IV. La Eucaristía
El Santo Sacrificio de la Misa
La misa, pues, es un sacrificio de alabanza y acción de gracias,
sacrificio de impetración y sacrificio de expiación.
La esencia misma de la Misa como sacrificio es la doble consagración
del pan y del vino, no es la palabra, como tampoco lo es, la sola
comunión.
La Santa Misa tiene dos elementos: Cristo ofrece su vida para
rescatarnos del pecado y es Cristo mismo quién se ofrece al Padre y
une a su sacrificio el nuestro.
Por la Misa podemos ofrecer un sacrificio digno de Dios, además sí
ofrecemos nuestros propios sacrificios por pequeños que sean al
sacrificio de Cristo, estos adquieren el valor de Redención al ser
incorporados al propio sacrificio de Cristo.
185. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
El sacrificio de la
Santa Misa se ofrece
a Dios para cuatro
fines: latréutico,
eucarístico,
propiciatorio e
impetratorio.
Adorar – Agradecer - Reparar - Suplicar
186. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
1. Fin latréutico: “latría”, del griego, que significa
adoración.
El sacrificio de la Misa rinde a Dios una adoración
absolutamente digna de Él. Con una Misa le damos a
Dios todo el honor que se le debe.
Glorificación al Padre: con Cristo, en Cristo y por
Cristo.
187. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
2. Fin eucarístico: “Eucaristía”, del griego que significa
“agradecimiento”.
La Misa es agradecimiento, es acción de gracias a
Dios por todo lo que recibimos de él, precisamente
por el hecho de recibirlo a Él mismo.
Dios nos ha dado el don de agradecerle dignamente
haciendo que en la misa ofrezcamos nada menos que
al mismo Jesucristo en una acción de gracias.
188. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
3. Fin propiciatorio: Se trata de reparar el sufrimiento que le
provocamos a Dios cuando con nuestros pecados nos alejamos
voluntariamente de su amor.
Desagraviar a Dios por todos los pecados y por las penas
merecidas por los pecados, así propios como ajenos, de los vivos
y de los difuntos.
Sólo Jesucristo puede expiar dignamente, a través de su sacrificio,
las ofensas hechas a Dios.
La misa es el sacrificio expiatorio porque vuelve presente, en la
Eucaristía, al mismo Cristo en estado de víctima, con su Cuerpo
donado por nosotros y su Sangre vertida para lavarnos de
nuestros pecados.
189. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
4. Fin impetratorio: impetración es el acto de suplicar a Dios y
de presentarle nuestras oraciones.
Jesucristo vive e intercede por nosotros, presentando al Padre su
Pasión. Si tenemos ya la promesa de obtener todo lo que
pedimos a Dios en nombre de Jesús, mayor debe ser nuestra
confianza si ofrecemos a Dios al propio Jesús que nos ama.
Además de ser la oración del mismo Jesús, la misa es también la
oración de la Iglesia, que une sus súplicas a las de Cristo.
Pedir a Dios todos los bienes espirituales y temporales. Rogar por
vivos y difuntos.
190. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
Por eso la Misa llena todas las necesidades y satisface todas las aspiraciones
del alma y resume en sí toda la esencia de la Religión.
En ella es Jesucristo mismo el que actúa: Él es el que adora a su Padre por
nosotros. Él es el que le agradece sus beneficios. Él es el que le pide gracias.
Él es el que le aplaca.
De ahí que sea la Misa la mejor adoración, la mejor acción de gracias, la
mejor oración de súplica y el mejor acto de expiación.
Ninguna práctica de piedad puede igualar a la Misa, y ningún acto de
religión, público ni privado, puede ser más grato a Dios y útil al hombre; de
ahí que deba ser ella la devoción por excelencia del Cristiano.
191. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
San Juan Eudes: "Para ofrecer bien una Eucaristía se necesitarían tres
eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar
gracias".
El santo cura de Ars, San Juan María Vianney: “Si conociéramos el valor de
La Santa Misa nos moriríamos de alegría”. "Sí supiéramos el valor del Santo
Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella".
San Anselmo: “Una sola misa ofrecida y oída en vida con devoción, por el
bien propio, puede valer más que mil misas celebradas por la misma
intención, después de la muerte.”
Santo Tomás de Aquino: "La celebración de la Santa Misa tiene tanto valor
como la muerte de Jesús en la Cruz".
192. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
San Francisco de Asís: "El hombre debería temblar, el mundo debería
vibrar, el Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el
Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote".
Santa Teresa de Jesús: "Sin la Santa Misa, ¿que sería de nosotros?
Todos aquí abajo pereceríamos ya que únicamente eso puede detener el
brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la Iglesia no duraría y el mundo
estaría perdido sin remedio".
San Alfonso de Ligorio: "El mismo Dios no puede hacer una acción
más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa".
193. IV. La Eucaristía
Fines y efectos de la Eucaristía
San Felipe Neri: "Con oraciones pedimos gracias a Dios; en la
Santa Misa comprometemos a Dios a que nos las conceda ".
San Bernardo: "Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa
Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y
viajando por todo el mundo en peregrinación ".
San Buenaventura: "La Santa Misa es una obra de Dios en la que
presenta a nuestra vista todo el amor que nos tiene; en cierto modo
es la síntesis, la suma de todos los beneficios con que nos ha
favorecido".
195. V. La Penitencia
El sacramento de la Penitencia o Confesión es un
sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo para
reconciliar a los fieles con Dios, todas las veces que
caigan en pecado después de su bautismo.
Jesucristo instituyó el sacramento de la penitencia el día
de su Resurrección, cuando en el Cenáculo dio
solemnemente a sus Apóstoles la facultad de perdonar
los pecados, soplando en ellos y diciendo: “Recibid el
Espíritu Santo; a los que perdonareis los pecados les
serán perdonados, y a los que se los retuviereis les serán
retenidos”.
196. V. La Penitencia
Nombres:
a) Penitencia: proceso personal y eclesial de
conversión, arrepentimiento y reparación.
b) Confesión: la manifestación de los pecados al
sacerdote es parte esencial del sacramento.
c) Reconciliación: por el amor de Dios que reconcilia.
d) Perdón: por la absolución del sacerdote, Dios
concede el perdón de los pecados.
197. V. La Penitencia
Los pecados son una ofensa a Dios, sólo Dios los puede perdonar.
La confesión de los pecados facilita, incluso humanamente, la
reconciliación.
No se trata de una repetición ritual ni de un cierto ejercicio
psicológico, sino de un constante empeño en perfeccionar la gracia
del bautismo.
Para que este sacramento llegue a ser fructuoso es necesario que
arraigue en la vida entera de los cristianos y los impulse a una
entrega cada vez más fiel al servicio de Dios y de los hermanos.
198. V. La Penitencia
Ministro: sacerdote con facultad, es decir, que además de la
facultad de orden, tiene la facultad de ejercerla sobre
determinados fieles.
a) Facultad otorgada por derecho:
• Cardenales sin ninguna limitación
• Obispos (ilícitamente si otro se lo prohíbe).
• Ordinario de lugar, canónigo penitenciario y el párroco
(dentro de su jurisdicción).
• En peligro de muerte, cualquier sacerdote, a cualquier fiel,
de cualquier pecado.
199. V. La Penitencia
b) Facultad otorgada por la autoridad:
• El Ordinario de lugar puede conceder facultades para oír las
confesiones de sus fieles a cualquier sacerdote, después de
verificar su aptitud a través de un examen. Por tiempo
determinado o indeterminado, por escrito.
c) Extensión de la facultad:
• Quien la tiene por su oficio, la puede ejercer en todas partes
y sobre cualquier fiel salvo prohibición especial.
• También quien la tiene concedida por el Ordinario de lugar.
200. V. La Penitencia
d) Pérdida de la facultad:
• Por revocación (debe haber causa grave)
• Pérdida del oficio
• Por cambio de diócesis o de domicilio.
e) El confesor es juez y médico:
• Ministro de la justicia y la misericordia de Dios.
201. V. La Penitencia
• Salvo en peligro de muerte es inválida la absolución del
cómplice de pecado contra el 6° mandamiento
(excomunión).
• No puede absolverse la denuncia falsa de solicitación sin
retractación formal y reparación del daño.
• Si no se duda de su disposición, no se le pude negar ni
diferir la absolución al penitente.
• El sigilo sacramental es inviolable (excomunión).
202. V. La Penitencia
Lugar de la confesión
• Lugar propio: Iglesia u oratorio
• Sede propia: según las normas de la Conferencia episcopal, pero
asegurando la posibilidad de confesionarios con rejillas.
• La CEM pide tener en los templos, en lugar patente,
confesionarios, o sea, lugares de encuentro entre el penitente y el
confesor, a donde puedan libremente acudir los fieles, si así lo
desean, la CEM considera laudable que existan, además, capillas
penitenciales donde lo apruebe el Ordinario, con las siguientes
características:
203. V. La Penitencia
Lugar de la confesión
a) Que faciliten el diálogo o el encuentro más directo entre el penitente y el
confesor.
b) Que eviten una excesiva incomodidad al penitente.
c) Que garanticen la santidad del Sacramento y su carácter de celebración
sagrada.
d) Que aún en esas capillas penitenciales existan confesonarios con rejilla para
que puedan acercarse los penitentes que así lo deseen.
e) Que se guíen las iniciativas laudables de los proyectistas y se sometan los
proyectos a la aprobación del propio Ordinario.
• No debe realizarse fuera de la sede, salvo con causa justa.
204. V. La Penitencia
Sujeto: fiel (bautizado), penitente.
• Disposición necesaria: dolor de los pecados y
propósito de enmienda.
• Obligación de confesar los pecados graves al menos
una vez al año.
• Es posible el uso de intérprete.
• El fiel tiene derecho a elegir el confesor, dentro de
los aprobados.
205. V. La Penitencia
Este sacramento fue instituido como un juicio, donde el
confesor es el juez, y el penitente es el acusado y el testigo
al mismo tiempo. La materia del juicio está conformada por
los pecados cometidos después de su bautismo (materia
remota) y confesados por el penitente.
El Sacramento está conformado por cuatro partes. Del lado
del penitente, son tres: el dolor de los pecados, la
confesión y la satisfacción. Del lado del ministro es la
absolución.
206. V. La Penitencia
Las acciones del penitente son la materia próxima
del sacramento, las del ministro son la forma: Yo te
absuelvo de tus pecados, en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
207. V. La Penitencia
Efectos, necesidad y disposiciones
El Sacramento de la Penitencia es necesario para todos los que
después del Bautismo han cometido algún pecado mortal.
Es además muy bueno confesarse con frecuencia porque este
sacramento da las gracias oportunas para evitar los pecados en
adelante.
El Sacramento de la Penitencia tiene virtud de perdonar todos
los pecados por muchos y enormes que sean, con tal que se
reciba con las debidas disposiciones.
208. V. La Penitencia
Efectos, necesidad y disposiciones
Para hacer una buena confesión son necesarias cinco
cosas:
1. examen de conciencia;
2. dolor de haber ofendido a Dios;
3. propósito de no pecar en adelante:
4. acusación de los propios pecados;
5. satisfacción o penitencia.
209. V. La Penitencia
Examen de conciencia
Para hacer el examen de conciencia hay suplicarle a
Dios la luz para conocer todos nuestros pecados y la
gracia de detestarlos.
Se debe averiguar los pecados cometidos desde la
última confesión bien hecha, el tiempo empleado
para examinarse dependerá del número, de la
calidad, del tiempo transcurrido desde la última
confesión bien hecha.
El examen para la confesión se facilita si se hace
diariamente un examen de conciencia.
210. V. La Penitencia
Examen de conciencia
Se debe traer a la memoria los pecados
cometidos y no confesados, de pensamiento,
palabra, obra y omisión, contra los
Mandamientos de Dios y de la Iglesia.
También hemos de examinarnos sobre las
obligaciones de nuestro estado de vida,
nuestros malos hábitos y ocasiones de pecar.
211. V. La Penitencia
Examen de conciencia
Debemos examinar el número de los pecados mortales.
Un pecado es mortal cuando hay:
• Materia grave: una cosa notablemente contraria a la ley de Dios o
de la Iglesia.
• Pleno conocimiento: cuando se conoce que se hace un mal
grave.
• Perfecto consentimiento: cuando se quiere deliberadamente
hacer una cosa aunque se vea que es pecado.
212. V. La Penitencia
Examen de conciencia
Malicia del pecado mortal:
Convirtió a millones de ángeles en horribles demonios por toda la eternidad.
Echó a nuestros primeros padres del paraíso terrenal, condenándolos a ellos y
a todos sus descendientes a sufrir dolor y muerte corporal y a la posibilidad
de ir al Infierno eternamente, incluso después de la Redención realizada por
Cristo.
Exigió la muerte en la cruz del Hijo para redimir al hombre.
Mantendrá por toda la eternidad los terribles sufrimientos y tormentos del
infierno como castigo para el pecador obstinado.
213. V. La Penitencia
Examen de conciencia
Principales efectos en el alma
Pérdida de la gracia santificante, que convertía al alma en pura, santa,
hija adoptiva de Dios y heredera de la vida eterna. Sin ella nadie puede ser
salvado.
Pérdida de las virtudes infundidas (caridad, prudencia, justicia, fortaleza,
templanza) y de los dones del Espíritu Santo, que constituyen un tesoro
divino infinitamente superior a toda la riqueza material de la creación.
Pérdida de la presencia amorosa de la Santísima Trinidad en el alma,
que luego se convierte en un templo de Satanás.
214. V. La Penitencia
Examen de conciencia
Principales efectos en el alma
Pérdida de todos los méritos adquiridos (a través de buenas obras)
anteriormente en su vida, independientemente de cuán santo fuera.
Mancha horrible en el alma que la vuelve oscura y horrible a los ojos
de Dios: San Juan Crisóstomo dice: “El pecado deja el alma tan
manchada y llena de lepra que no hay suficiente agua para limpiarla”.
Esclavitud a Satanás: El que está en estado de pecado mortal es esclavo
de Satanás, quien en palabras de San Agustín es “el príncipe de todos los
pecadores”.
215. V. La Penitencia
Examen de conciencia
Principales efectos en el alma
Aumento de las tendencias malvadas: El pecador está debilitado y no
puede resistir el mal y le resulta muy difícil practicar el bien.
Remordimiento e inquietud de la conciencia: Cuando se vive en un
estado de pecado mortal, es imposible experimentar paz mental y
espiritual, ni paz en la familia o en el trabajo.
Digno de castigo eterno: El pecado mortal es un posible infierno, es decir
que quien esté en un estado de pecado mortal puede ir al infierno por toda
la eternidad en cualquier momento si muere sin arrepentirse y enmendarlo.
216. V. La Penitencia
Examen de conciencia
El pecado mortal tiene como consecuencia la pena eterna (se
pierde la amistad con Dios, se pierde la gracia santificante, se está
muerto espiritualmente) y la pena temporal (el sufrimiento para
la purificación del desorden introducido en la persona por el
pecado).
Leer
Ef 5, 3-7
I Cor 6, 9-10
Ezequiel 33,11
217. V. La Penitencia
Examen de conciencia
El Sacramento del Bautismo borra la pena eterna y temporal.
El Sacramento de la Penitencia conmuta la pena eterna en
temporal y, dependiendo de las disposiciones del penitente,
perdona más o menos pena temporal.
218. V. La Penitencia
Dolor de los pecados
Es la parte más necesaria del Sacramento de la Penitencia.
Quien recibe el sacramento de la penitencia sin sentir
ningún tipo de contrición no obtiene la remisión de sus
pecados y comete un grave pecado de sacrilegio. Por eso
podemos incluso pedir, si fuera necesario, la gracia de llorar
nuestros pecados.
Es un dolor intenso del alma y un odio por los pecados
cometidos, con un firme propósito de no volver a pecar
jamás, de enmendar las costumbres y de evitar todas las
ocasiones de pecado.
219. V. La Penitencia
Dolor de los pecados
El dolor de los pecados es de dos maneras: contrición y atrición.
• Contrición: Nace de la caridad, es el pesar de haber ofendido a
Dios por ser infinitamente bueno y digno por sí mismo de ser
amado. Es dolor perfecto porque mira exclusivamente a la
bondad de Dios y porque nos alcanza inmediatamente el perdón
de los pecados. Siempre incluye la voluntad de confesarse.
220. V. La Penitencia
Dolor de los pecados
• Atrición: es el dolor imperfecto, un pesar por haber ofendido a
Dios como Juez, por temor a los castigos merecidos, o por la
fealdad del pecado.
El dolor de los pecados, para que sea bueno debe ser interno,
sobrenatural, sumo y universal.
1. Interno, es decir no solamente de palabra sino que debemos
querer volver a Dios detestando el pecado cometido.
221. V. La Penitencia
Dolor de los pecados
2. Sobrenatural, es decir, por motivos de fe: arrepentirse
por haber ofendido a Dios, por haber perdido el Cielo,
por la malicia o fealdad del pecado. Sería dolor
solamente natural si el arrepentimiento brota
únicamente del castigo o deshonra que viene de los
hombres, o por un daño sólo temporal que le ha
causado el pecado.
222. V. La Penitencia
Dolor de los pecados
3. Sumo: es decir, que debemos considerar y aborrecer al
pecado como el mayor de todos los males, pues es una
ofensa a Dios, sumo bien.
4. Universal: es decir, el dolor debe ser por todos los
pecados mortales cometidos.
223. V. La Penitencia
Dolor de los pecados
Quien se confiesa de pecados mortales, debe tener dolor de todos
ellos.
Quien se confiesa sólo de pecados veniales debe arrepentirse al
menos de uno para que la confesión sea válida. Si advertidamente
se confiesa sin dolor ni de uno sólo, la confesión es nula y comete
un sacrilegio.
Por eso es prudente acusarse con verdadero dolor de algún
pecado aunque ya se haya confesado.
224. V. La Penitencia
Dolor de los pecados
Conviene hacer el acto de contrición varias veces durante el día,
principalmente antes de acostarse y cuando se advierte o se tiene
duda de haber caído en pecado mortal.
Podemos pensar en la fealdad de nuestra alma en pecado, en las
penas eternas del infierno, en que perdemos la amistad con Dios y
la herencia del Cielo, en que he ofendido a mi Redentor, a mi
Creador, digno de ser amado sobre todas las cosas…
Es una manera de pedirle a Dios la gracia de hacer un acto de
contrición a la hora de la muerte.
225. V. La Penitencia
El propósito
El propósito de nunca más pecar y de emplear todos los
medios necesarios para evitarlos debe tener tres condiciones:
ser absoluto, universal y eficaz.
• Absoluto: sin condición alguna de tiempo, lugar o persona.
• Universal: tener la voluntad de evitar todos los pecados
mortales, en los que ya hemos caído y los que pudiéramos
cometer.
226. V. La Penitencia
El propósito
• Eficaz: estar dispuestos a perder todo antes que volver a pecar, a
desarraigar los malos hábitos, a huir de las ocasiones
peligrosas, y a cumplir las obligaciones contraídas a consecuencia
de nuestros pecados.
Un mal hábito es una disposición adquirida que nos hace caer con
facilidad en pecados a los que estamos acostumbrados. Para
corregirlo conviene orar, confesarnos seguido, tener un director
fijo.
227. V. La Penitencia
El propósito
Una ocasión peligrosa es cualquier circunstancia que por su
naturaleza o nuestra fragilidad, nos induce al pecado.
Llamamos ocasiones próximas de pecar a las que de ordinario
nos inducen a cometer pecado mortal.
Si se considera que no se apartar de una ocasión próxima de
pecar, se debe decir al confesor.
228. V. La Penitencia
Acusación de los pecados
El penitente debe confesar sus pecados acusándose de ellos
frente a un sacerdote legítimamente aprobado con la intención
de obtener el perdón mediante la absolución sacramental.
Para que una confesión sea válida, debe ser completa, es grave
pecado de sacrilegio ocultar deliberadamente un solo pecado
mortal.
229. V. La Penitencia
Acusación de los pecados
El penitente está ahí para poner su carga a los pies del sacerdote
y someterse a su juicio como ministro de Dios.
El penitente obtiene todos los frutos posibles del sacramento de
la penitencia si enlista humildemente sus faltas, breve y
claramente, con modestia y sin hacer uso de palabras inútiles, sin
buscar justificarse a sí mismo y sin exagerar ni aminorar sus faltas.
230. V. La Penitencia
Acusación de los pecados
A la confesión se acude disponiéndonos mediante el examen, el
dolor y el propósito.
Tenemos obligación de acusarnos de todos los pecados mortales
no confesados desde la última confesión bien hecha, pero
conviene también confesar los pecados veniales.
La confesión debe ser: humilde, entera, sincera, prudente y breve.
231. V. La Penitencia
Acusación de los pecados
1. Humilde: con los sentimientos de un delincuente que reconoce
su culpa ante el juez.
2. Entera: manifestar todos los pecados mortales cometidos, con
sus circunstancias (por las que un pecado venial se hace mortal,
cuando una misma acción encierra dos o más pecados mortales)
y número, desde la última confesión bien hecha.
3. Sincera: sin excusarnos, ni disminuir, ni aumentar los pecados.
232. V. La Penitencia
Acusación de los pecados
4. Prudente: utilizar los términos más modestos y evitar revelar
pecados ajenos.
5. Breve: sin manifestar nada inútil al confesor.
233. V. La Penitencia
Absolución
Es la sentencia que el sacerdote pronuncia en nombre de
Jesucristo para perdonar los pecados al penitente.
El confesor sólo puede dar la absolución si juzga al penitente
bien dispuesto para recibirla.
Como médico de las almas, el confesor debe emplear los
remedios necesarios, aún los dolorosos, para salvar la vida del
enfermo.
El penitente debe ponerse en manos de un confesor piadoso,
bien formado y prudente.
234. V. La Penitencia
Absolución
El confesor debe diferir o negar la absolución, para no profanar
este sacramento, cuando los penitentes están mal dispuestos,
principalmente si a) desconocen o descuidan cosas de la doctrina
cristiana que deben saber conforme a su estado; b) no dan
señales de arrepentimiento y o buen examen de conciencia; c) no
quieren restituir lo que quitaron; d) no quieren perdonar a sus
enemigos; e) no quieren poner en práctica lo necesario para
corregir sus malos hábitos; f) no quieren dejar las ocasiones de
pecar.
235. V. La Penitencia
Satisfacción o penitencia
Son las oraciones u otras obras buenas que el confesor
impone al penitente en expiación de sus pecados. Se le
llama penitencia sacramental.
Sirve como remedio para la debilidad del pecador y
protección para el futuro, también es útil como una
compensación y castigo por los pecados pasados
(remisión de la pena temporal).
236. V. La Penitencia
Satisfacción o penitencia
Muestra el firme propósito del alma verdaderamente contrita que,
después de confesar los pecados cometidos, tiene el deseo de
enmendar su camino, de no volver a caer y de evitar todas las
ocasiones de pecado utilizando los medios adecuados para
practicar la virtud.
La penitencia sacramental es la más meritoria porque es parte del
sacramento, está más unida a los méritos de la pasión de Jesús.
237. V. La Penitencia
Celebración
a) Modo ordinario: confesión individual e íntegra, absolución dada
por el ministro.
b) Modo extraordinario: absolución general, sin previa confesión
individual.
• Condiciones necesarias:
• Peligro de muerte, sin tiempo para la confesión individual.
• Grave necesidad, el obispo es quien decide si se cumplen las condiciones,
de acuerdo con los criterios de la Iglesia.
• El penitente debe estar bien dispuesto y tener el propósito sincero de
confesarse individualmente en cuanto le sea posible.
238. V. La Penitencia
Celebración
El sacerdote acoge al penitente con caridad fraternal, si es
oportuno, con palabras de afecto.
Después el penitente hace el signo de la cruz, diciendo; «En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.» El
sacerdote puede hacerlo al mismo tiempo.
Después el sacerdote le invita con una breve fórmula a la
confianza en Dios.