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COLEGIO MARÍA INMACULADA<br />DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA<br />PROFESOR<br />Hanzel Zúñiga Valerio<br />Monografía de “Así Habló Zaratustra”<br />ESTUDIANTE<br />Nathalia Retana Rojas<br />SECCIÓN<br />11–2<br />MORAVIA, SAN JOSÉ<br />ABRIL 13, 2011<br />Tabla de contenido TOC  quot;
1-3quot;
    Introducción PAGEREF _Toc290231270  3Objetivos PAGEREF _Toc290231271  3Objetivo General PAGEREF _Toc290231272  3Objetivos Específicos PAGEREF _Toc290231273  3Justificación PAGEREF _Toc290231274  4Desarrollo PAGEREF _Toc290231275  6Resumen del la Obra PAGEREF _Toc290231276  6Aspectos biográficos del autor y contexto de la obra PAGEREF _Toc290231277  22Conclusión PAGEREF _Toc290231278  26Principales ideas del autor en la obra PAGEREF _Toc290231279  26El Nihilismo PAGEREF _Toc290231280  26La Muerte de Dios PAGEREF _Toc290231281  27La Voluntad de Poder PAGEREF _Toc290231282  28Superhombre PAGEREF _Toc290231283  29Eterno Retorno PAGEREF _Toc290231284  30Gran Medio Día PAGEREF _Toc290231285  31Crítica PAGEREF _Toc290231286  31Referencias PAGEREF _Toc290231287  34Libros PAGEREF _Toc290231288  34Páginas Web PAGEREF _Toc290231290  34<br />INTRODUCCIÓN<br />Objetivos<br />Objetivo General<br />Analizar la filosofía de “la muerte de Dios” y del “Superhombre” de Nietzsche presentada en su obra “Así habló Zaratustra”.<br />Objetivos Específicos<br />Resumir los aspectos trascendentales presentes en la obra “Así Habló Zaratustra”.<br />Analizar los elementos biográficos de Friedrich Nietzsche así como el contexto de la obra literaria.<br />Desarrollar las principales corrientes e ideas principales filosóficas del autor en la obra literaria.<br />Criticar los aspectos resaltados por el autor en la obra literaria.<br />Justificación<br />La filosofía puede definirse como el acto de preguntarse por las causas últimas o el ser de las cosas. El ser humano ha pensado en estos aspectos desde el momento en que es consciente de su existencia, y se crea a sí mismo un sin número de cuestiones que difícilmente podrá responder sin el uso de su intelecto y su razón. Desde tiempos inmemorables el hombre ha debatido consigo  y con sus semejantes acerca de los misterios del saber, y algunos de estos hombres han perpetuado su conocimiento en obras literarias donde argumentan acerca de la filosofía.<br />Sin lugar a dudas, uno de los mayores filósofos de la edad moderna es Friedrich Nietzsche, quien es considerado como uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX. Hijo de luteranos, se “rebela” contra lo que la sociedad preveía de un joven descendiente de un pastor y realiza una crítica exhaustiva de la cultura, la filosofía occidental y la religión misma; siendo un nuevo punto de inicio para muchos intelectuales posteriores. Como Freud y Marx, realiza una crítica sistemática contra la moral establecida. Savater (2001) al respecto de dichos filósofos menciona “Dos grandes etapas pueden distinguirse en la filosofía moral que va del siglo XIX hasta el presente: la de los llamados Maestros de la Sospecha: Marx, Nietzsche y Freud que arremeten sin piedad contra los fundamentos de la filosofía moral, y la de rehabilitación de la ética que acontece ya bien avanzado este siglo” (p. 22).<br />Entre las obra del filósofo se encuentra “Fatum e historia”, “Homero y la filología clásica”, “Humano demasiado humano”, “El Anticristo” y “Así habló Zaratustra”. Este último conocido como el escrito clave de Nietzsche, expone las principales ideas del filósofo en una narrativa intrigante y profunda. En palabras de Castrillo (2010) “esta fábula vitalista, trufada de exquisitos elementos narrativos y líricos es la obra fundamental de Nietzsche […] donde predica la transformación de la voluntad del hombre hasta alcanzar la nueva categoría de superhombre.”(p.16).<br />A partir de esta idea del superhombre y la nueva concepción de la moral y las virtudes, data que a este texto se le haya dado una variedad de interpretaciones. Desde la concepción de los Nazis como el padre defensor de su lucha contra los que no pertenecían a “la raza” –los alemanes creían calzar con el Übermensch–, pasando además por el pensamiento fascista de Mussolini, teorías contra los dogmas católicos y movimientos ateístas. <br />Es entonces que surge la pregunta: ¿Cuál es el sentido de esta obra literaria para un principiante en filosofía? De allí parte este trabajo investigativo, con el motivo del estudio filosófico del libro “Así Habló Zaratustra”.<br />Este libro es considerado como una de las obras clave del filósofo, junto con “El Crepúsculo de los Ídolos”, esto debido a que se argumentan los puntos más importantes de la filosofía nietzscheana, la existencia del superhombre, la muerte de Dios, el nihilismo y el eterno retorno. Para iniciar el estudio de estos aspectos claves se realizará un resumen de la obra completa, resaltando las enseñanzas fundamentales de cada uno de los discursos y diálogos que el personaje principal –Zaratustra– mantiene a lo largo de la historia.<br />Por otra parte, se analizará un poco la biografía de Friedrich Nietzsche, incluyendo su infancia y adolescencia; y su tempestuosa amistad con Wagner. Se complementa esto junto con el contexto en el que fue escrita la obra; en la cúspide del pensamiento de Nietzsche que se veía aumentado por sus decepciones en las relaciones humanas, y justo antes de su fatal declive mental que lo llevarían a la demencia y eventualmente su muerte.<br />El objetivo final  del trabajo es reconocer las principales ideas nietzscheanas, y a su vez resaltar dichas ideas en el texto, para emitir finalmente una crítica a partir de lo estudiado en la obra.<br />Desarrollo<br />Resumen del la Obra<br />El manuscrito de “Así habló Zaratustra” fue escrito en prosa por Nietzsche, alrededor de los años 1833 y 1834. Las ediciones modernas reorganizan la obra en tres partes, siendo llamada la primera “El Prólogo de Zaratustra”, la segunda y la tercera parte permanecen sin nombre.<br />En el Prólogo de Zaratustra,  se inicia el relato del personaje Zaratustra, a quien describe como un hombre de aproximadamente cuarenta años, quien diez años atrás había abandonado su patria para refugiarse en la montaña para disfrutar de su espíritu y soledad hasta que un día proclama al sol estar cansado de su sabiduría; por lo que decide regresar a los hombres y enseñarles de su conocimiento. De esta manera inicia el personaje su “descenso”.<br />Su primer encuentro fue con un anciano, quien le reconoce pero este percibe un cambio en Zaratustra, dice se ha hecho niño. Dialogan acerca del nuevo conocimiento y su impacto en los hombres y en el amor a Dios y a los hombres. Debaten también de si los hombres son merecedores de regalos o solo de “limosnas”, a lo que el anciano sostiene que al hombre “debe despojársele para alivianar su carga”. El anciano se mofa de Zaratustra y le reta a que le acepten sus “tesoros”.  Zaratustra se enoja y le cuestiona de su duda sobre su “tesoro”. Así termina su encuentro con el anciano. En el texto, esta es la primera vez que se menciona la frase “Dios ha muerto”, al cuestionar que el anciano no se había percatado.<br />El solitario llega a la ciudad, y ante una multitud comienza a hablarles del “superhombre”, la superación del hombre mismo. Menciona el efecto del “eterno retorno”. Zaratustra predica como el hombre debe ser puente hacia el superhombre y no el “fin” de sí mismo, debe evitarse el surgimiento del “último hombre”. El volatinero al que interrumpe muere a causa de una caída. Zaratustra le asegura que no existe ni el cielo ni el infierno al volatinero caído, y así le tranquiliza en su muerte. Luego lleva a su compañero muerto a enterrar.  Puso el cadáver en el hueco de un árbol y se durmió. Al despertar, se reveló así mismo que necesitaba de compañeros vivos, es a ellos a quien debe dirigir las enseñanzas. Habla entonces de cómo el pueblo aborrece al que quebranta los valores; sabe que a esos creadores se les llamará “destructores del bien y del mal”. <br />Luego, la narración abre un discurso acerca de las Tres Metamorfosis del Espíritu. Estas son el paso del espíritu en tres fases: de este a camello, de camello a león y de león a niño. El espíritu del camello nace cuando las cargas pesan mucho al espíritu, pero pide una carga más pesada y obedece como el camello. Este camello obedece el “yo debo”. Luego se transforma el camello en león y pretende conquistar su libertad. Aquí quiere ser dueño de su último enemigo: su último dios, se llama “tú debes”. El león puede hacerse libre, pero no puede crear valores nuevos. De allí sucede la tercera transformación, a niño; el que es inocente y olvida lo necesario para la creación, todo esto viene del querer crear su propia voluntad. Al fin del relato, se dice que moraba en la ciudad de la Vaca Multicolor.<br />El siguiente acontecimiento surge alrededor de un sabio del sueño y de la virtud. Este sabio comenta que lo más primordial es honrar el sueño y respetarlo. Replica que el buen sueño quiere paz con Dios, con el prójimo y el diablo del vecino. Argumenta que los tesoros y los honores son malos al sueño, pero los pobres y la sociedad reducida lo aceleran. Rumiar los pensamientos del día debe hacerse mientras llega el sueño. Zaratustra medita y concluye que el sabio comprende el sueño y que su sueño es contagioso. Compara a la sabiduría con el sueño sin ensueños, lo que le da sentido a la vida. Termina diciendo que el tiempo de los predicadores de la virtud está acabado.<br />Zaratustra habla luego de los alucinados del otro mundo. Alega que este creador para no observarse a sí mismo, creó el mundo imperfecto y contradictorio. Luego habla de su “dios creado”, producto de manos y locura humana y así se crearon los dioses y los ultramundos. Fue el cuerpo quien a tientas descubre el espíritu y despertó por oír hablar al vientre del ser, pero quiso el cuerpo pasar el muro al otro mundo, y el vientre del ser no habla a fantasmas. Incita a no ser ni enfermos ni decrépitos, como los que despreciaron al cuerpo y la tierra. Pero el mismo Zaratustra dice que los enfermos todavía valen; y tampoco es indiferente al convaleciente que llora al Dios muerto. <br />Luego dirige sus palabras a los denigradores de cuerpo, los cuales deberían expresarse como los niños. La razón debe ser instrumento del cuerpo, la razón es dominada por el espíritu. Pero el cuerpo es lo más grande. Los sentidos también son instrumentos. El yo mismo es un sabio poderoso detrás de todo, por lo que hay más razón en el cuerpo que en la propia sabiduría. Alude luego que fue el creador el que crea la estima, el desprecio, el valor y la voluntad, el cuerpo creador crea también el espíritu. El yo mismo también está en los denigradores de cuerpo, pero desea morir en ellos, ya que no puede hacer lo que antes hacía: crear por encima de sí mismo, y así su yo mismo desaparece. <br />El siguiente tema son las alegrías y las pasiones. Comienza hablando de no compartir las virtudes terrenales propias. Debe elevarse esa virtud para que soporte las demonizaciones, y hablar con ella fortaleciéndola. No debe ser una ley ni un mandamiento, que sea una guía solo para ese individuo. Antiguamente las pasiones eran los males, pero de allí nacen las virtudes. El disfrute de la felicidad proviene de poseer una virtud y nada más. Cada virtud está celosa de la otra, y los celos pueden llevar a la virtud a perecer. El hombre debe amar a la virtud, porque perecerá por ella.<br />El siguiente discurso refiere al pálido criminal. A estos hombres debe sacrificárseles, por compasión justificando su tristeza y sus acciones en el amor al superhombre. Pero que el juez no olvide que el también ha cometido delito de pensamiento. Luego relata el caso de un hombre, que al ver su delito palidece, y le llamó a su horror locura. La locura después del acto fascina al criminal, pero hay una locura antes de este, la sed por algo prohibido, como la sed de sangre. Un criminal es un cúmulo de enfermedades que quieren hacer su botín. Ese cuerpo alcanza la envidia y el placer con el cuchillo. Pero aún así ni los buenos son agradables del todo y no necesariamente por sus defectos. Zaratustra defiende que esa locura debe llamarse verdad o justicia.<br />Del leer y escribir, Zaratustra refiere que solo vale lo que se ha escrito con sangre, ya que la sangre es espíritu. El aprender a leer estropea la escritura y el pensamiento, por esto antes Dios era espíritu, pero ahora es el pópulo. Quien está en la cumbre –quien es dios–es quien puede reír de los que están abajo. Compara a la sabiduría con la mujer, alegando que solo ama al que lucha. Establece que en el amor hay locura, y que en esta locura hay razón. Percibe la vida como alegría con compás bailable. Dice que si existiera un Dios, este debería bailar; y el Demonio seria serio y solemne. A este espíritu se le mata con la risa. Finalmente reflexiona que quien “anda y vuela” tiene un Dios dentro de sí.<br />Zaratustra encuentra a un joven que llevaba tiempo huyéndole,  apoyado en un árbol con una mirada triste. Este le habló al joven de cómo la simplicidad del viento puede mover un árbol y la complejidad del hombre no puede. Compara al hombre con el árbol, entre más quiere crecer; más debe echar raíz en el abismo. El joven confiesa a Zaratustra que ya no confía en sí mismo desde que desea “ascender”. Zaratustra le explica a que él todavía no es libre, pero lo desea. Todavía hay nobleza en el joven. El noble busca la creación de cosas nuevas, es el héroe que conserva las alas del espíritu. Finalmente, Zaratustra incita al joven a no perder su heroísmo.<br />El siguiente razonamiento va dirigido a los predicadores de la muerte. Se admite su existencia y la existencia de quienes son merecedores de recibir ese mensaje: los superfluos. Estos no son hombres, ya están muertos. Estos son los pesimistas que justifican el fin de la vida en el sufrimiento. Se burlan de la fragilidad de la misma. Llegan incluso a lujuriar la reproducción y se considera innecesario el parto, para darle fin a la vida. Pero quien ama la vida olvida lo abrumador y soporta lo nuevo. Al final, ya sea “la muerte” o “la vida eterna” pide a los predicadores que la busquen enseguida.<br />Bajo el título De la Guerra y los Guerreros surge explica que no se debe buscar que el enemigo se compadezca, ni que el amigo tenga resentimientos. Si por medio de la “santidad” no se logra el cometido, se incita a ser los guerreros del conocimiento en búsqueda de la santidad. Hace la distinción entre soldados y guerreros, los guerreros buscan con la mirada al enemigo. La buena guerra es la que santifica todas las causas. Los enemigos deben solo ser aborrecidos, y se debe sentir orgulloso de ellos. El éxito enemigo es el propio a su vez. El mayor pensamiento siempre debe ser la superación del hombre, así debe vivirse en obediencia y guerra. El tema se cierra declarando amor al enemigo.<br />La siguiente crítica se hace en relación a la organización en “estados” y la muerte del pueblo, ya que es mentira que el estado es pueblo; el pueblo sí servía a la vida, y el pueblo aborrece a la trampa del estado que es una trasgresión a las leyes y costumbres. El estado es una mentira del bien y el mal, y trae consigo la voluntad de los predicadores de la muerte. El estado es para los superfluos. El estado se eleva como un nuevo Dios y convence a los vencedores del antiguo. Este ofrece dar, siempre y cuando se le adore. Acusa a los superfluos de robar las invenciones, de hacerse más ricos a costa de los demás. Estos son los idólatras de la falsa felicidad. El pueblo se da únicamente en la pobreza, donde no está el superfluo.<br />Las moscas de la plaza pública son el siguiente tema de discusión de Zaratustra. Aconseja primero la compañía de lo natural antes que los aguijones de los hombres. El pueblo llama “grandes hombres” a los que representan las cosas, aunque entiende mal el concepto de grandeza. El mundo gira sobre los que inventan nuevos valores, esos son grandes. La plaza pública está llena de habladores, al amante de la verdad se le recomienda que deje a estas gentes y retorne a su tranquilidad de espíritu. Todo lo grande está lejos de la plaza y de la gloria; allí están los creadores. Estos deben huir y no convertirse en cazamoscas. El ser superior les molesta incluso al ser modesto; ellos no son dignos del ser superior. Por eso el ser superior se refugia en la soledad.<br />Refiere después Zaratustra a la castidad. Comienza hablando del placer que representa al hombre acostarse con una mujer. Rectifica a su vez que no pretende reprimir el deseo, sino que sea un deseo inocente. Expone que la castidad puede ser una virtud o un vicio, sin embargo es necesario admitir que “la perra sensualidad” está a cada vuelta de esquina. Y esta mendiga o carne o espíritu, ya que ver con ojos crueles a los que sufren esconde el deseo con la compasión. La castidad puede convertirse en una carga, por lo que debe desviarse de manera que no sea “la perdición”. Los más castos son puros de alma. Puede que la castidad sea una vanidad, pero es involuntaria.<br />Zaratustra habla después del amigo. Como solitario, considera que en compañía “sobra uno”, aunque esta es inevitable. La fe en los demás descubre la fe en uno mismo. El amor puede ocasionar envidia, y el enemigo encubre la propia vulnerabilidad. Es necesario honrar al amigo como al enemigo. Es necesario disimular ante el amigo, ya que debes ser para él aspiración al superhombre. Se debe conocer al amigo profundamente. En tus sueños debes saber lo que hizo tu amigo de día y en tu adivinación si este necesita tu piedad. Ni el esclavo ni el tirano pueden ser amigos, la mujer es ambas así que no conoce la amistad. Zaratustra incita a dar al enemigo lo que das a tu amigo, e incita también la camaradería.<br />Con el título Los Mil y Un Objetos, Zaratustra medita sobre el bien y el mal. Esta alega que él sabe que es el bien y el mal, porque los ha visto en muchos lugares distintos. Los valores deben apreciarse, pero de diferente manera cada quien, y cada pueblo. Hay una tabla de valores en cada pueblo, su tabla del poder. Lo que aterroriza al vecino, ese el primer valor de uno mismo. Son los hombres que se dan a sí mismos su bien y su mal. Si el creador se transforma, así lo hacen sus valores. Fueron los pueblos los primero creadores, luego lo fueron los individuos. El pueblo creo con amor conflictivo las tablas de cada pueblo, por eso la buena conciencia es pueblo y la mala el yo, porque busca el bien solo para sí. No hay poder más grande que el bien y el mal. La vida humana carece de objetivo. <br />Habla después del amor al prójimo. Expresa solo al principio “vuestro amor al prójimo es vuestro desamor a vuestra persona”, es decir se huye del yo, por qué el tú está santificado. Aconseja entonces huir del prójimo, para que se ame a lo que está por venir. Pero el miedo hacia esto te hace regresar al prójimo. Desearía que el prójimo fuera insoportable, ya que el hombre necesita de los demás para sentirse bien consigo mismo. Se busca al prójimo para olvidarse de sí mismo. Incita a no tener prójimos, sino amigos. Estos y su mundo creado llegaran a ver el bien y el mal. Ama al superhombre como tu amigo.<br />Refiere luego a los caminos del hombre creador. Aislarse del todo es un delito para el rebaño, pero se ha estado en el rebaño demasiado tiempo. Pero aquel que desee superarse debe romper esta barrera. Se debe demostrar tener el derecho y la fuerza. Si se es libre se puede decir el pensamiento, y se puede señalar el bien del mal, para así castigar con su propia ley. La soledad fatigara y el que asciende se dará cuenta de ello. Se deja atrás a todos a los que se aproximó, y estos le despreciarán por ello. El enemigo más peligroso es el tú mismo. El solitario debe despreciarse para amarse y mantener su soledad.<br />También se razona acerca de las mujeres viejas y jóvenes. Para ello relata su encuentro con una anciana quien le ha revelado una verdad. Ella le pide que le hable de la mujer. Zaratustra razona que es enigma, y este enigma es la preñez, ya que el hombre siempre será hijo de la mujer, pero esta para el hombre es el juguete más peligroso. La mujer es dulce y amarga, comprende a los niños y por eso comprende al hombre. La mujer no debe quedar en segundo lugar, es malvada y más valiente que el hombre. La mujer no odia nada más que al hombre por estar atraída a él; su felicidad reside en él. La vieja le revela entonces la verdad prometida: “¿Vas con las mujeres? ¡No olvides el látigo!”<br />Bajo la sombra de un árbol, Zaratustra recibe la mordida de una serpiente, esta le reconoce y trata de huir, pero Zaratustra lo impide y reflexiona como el veneno no le matará, haciendo a la serpiente chuparlo. Uso esta “parábola” con sus discípulos, para demostrar que al enemigo que ha hecho mal se le debe devolver un bien, pero esto en “pequeñas venganzas”, sino la injusticia oprimirá; porque la venganza es humana, “hasta la más pequeña mentira se vuelve filantropía”. Sin embargo, advierte de la injusticia contra el solitario, el cual no olvida. Si se le comete injusticia, mátesele también; predica.<br />Cuestiona luego el deseo del hombre de tener hijos, inquiriendo si ese hombre es que se ha superado o lo desea por puro instinto o por miedo a la soledad. Incita a propagar la raza más lejos y más alto. Debe engendrarse un creador. El matrimonio lo concibe como “la voluntad de dos de crear lo único que está más allá de lo que han creado”. Que no se casen los superfluos, que glorifican su unión superflua. La unión del hombre sabio debe ser con una mujer buena, y no una denigradora. Se debe aprender a amar antes del matrimonio, para asumir tal voluntad y tal matrimonio.<br />De la muerte voluntaria, el filósofo refiere que quien muere a destiempo no supo vivir. La muerte es importante para el hombre, y el superfluo de esto se aprovecha. Debe aprenderse a morir, para ello se debe realizar uno enteramente o morir en combate. Hay para quienes el alma envejece primero, hay quienes siendo viejos son jóvenes de alma. Los que tienen una vida malograda tienen un gusano venenoso en el corazón. Menciona luego a Jesús, y reconoce que este murió muy antes, pero le reprocha no haber huido de su destino. El hombre comprende al fin la vida y la muerte, es el divino negador.<br />Como última parte del Prólogo refiere a la dadivosa virtud. Remite primero al valor del oro en función de su brillo y contempla así a la dadivosa virtud. Todos aspiran a ella, a ese afán egoísta de tener para dar. La degeneración de esta virtud viene cuando ese egoísmo es famélico y solo para beneficiarse a sí mismo. El superhombre es dadivoso porque le aterra el poseer. Esta virtud es el nuevo bien y mal. Ser dadivoso es de la tierra y a ella debe ser devuelta la virtud, eso lo hacen los creadores. De este pueblo de solitarios dadivosos, nacerá el superhombre. Finalmente, deja como última enseñanza que el alumno que respete a su maestro debe hacerse maestro, y cuando ellos lo hagan, será el gran medio día.<br />El primer tema de la segunda parte corresponde a “El caminante”, comenzando el relato en la marcha del personaje a embarcarse a una isla. Reconoce ser un caminante solitario, y un trepador que “asciende” porque no le gusta lo bajo. Menciona nuevamente el efecto del eterno retorno, y menciona que ese viaje es su última cumbre, la más difícil y solitaria, de la que no hay regreso; este sería su viaje más doloroso, pero al llegar a la cumbre y ver el mar a sus pies comprende su destino. Debe descender al abismo, al mar de donde vienen las altas montañas. Se reprocha así mismo su debilidad y amor hacia los monstruos. Proclama que el amor es lo más peligroso para el solitario y lo demuestra llorando por sus amigos.<br />Embarcado ya Zaratustra filosofa entonces de la visión y el enigma. Alaba al aventurero lleno de deseo por el saber y les confiere “la visión del más solitario”, el largo y dificultoso camino “ascendiendo” entre escombros, resistiendo al deseo de volver abajo. Ese deseo es un demonio que susurra al oído que el fin es siempre el eterno retorno. Pero es el valor quien vence a este demonio, porque es el arma que tiene el hombre contra los animales y las fobias al abismo y la muerte. Habla luego del “instante” que es el choque del regreso y del proseguir y desmiente que la verdad es un “círculo”. Se debe ascender con una razón y vencer el eterno retorno. Aquel hombre que venza lo más oscuro que tiene el corazón, será el superhombre.<br />Luego procede a hablar de la Beatitud no buscada. Recuerda con cariño a sus amigos, y sus encuentros con ellos, y los relaciona con su linaje, sus hijos. Concluye entonces que son producto de su creación, y como su creador debe velar porque ellos se fortalezcan y se realicen como lo ha hecho él. Pero para ayudarles, el debe terminar de realizarse a sí mismo, dar el último paso del león; y por eso debió marcharse a pesar de su amor por sus hijos. Su viaje no terminará hasta su realización. Pide entonces que su felicidad les sea dada a sus hijos, pero esta no se aleja de Zaratustra. “La felicidad corre tras de mí. Es que yo no corro tras las mujeres. Y la felicidad es mujer”.<br />Ofrece también una meditación antes de la salida del Sol. Zaratustra habla del sol como su compañero, su amigo y su inspiración. Recuerda todos sus momentos en donde este astro fue su único apoyo, y como la sabiduría la han compartido. El filósofo luego compara a la desdicha del sol con la misma de Zaratustra, las nubles que opacan la visión suya y la luz del Sol. Estas nubes son la duda, el odio y todo lo que retiene a la realización. Dice preferir el mal clima que a las nubes, e igual en los hombres, ya que los hombres “nube” son híbridos vacilantes y cavilosos.” Quien no sabe bendecir debe aprender a maldecir”. La casualidad es una virtud noble, que se le atribuye a todo, dado que es imposible ser del todo razonable.<br />Su siguiente discurso es sobre la virtud que humilla, el cual pronuncia al ver que en su patria todo se había empequeñecido. Declara que los “pequeños” tienen envidia del virtuoso, y su envidia lleva a satanizarle, a tratar de que su figura infunda temor. Le ridiculizan o le ignoran, y si le alaban, es para que les de algo a cambio. Estos desean derribarle. Estos “pequeños” se resignan, son cobardes y astutos, a todo eso le llaman virtud. A quien los mira hacia abajo, le llaman impío, y así debe ser,  porque no debe perderse el tiempo con los pequeños. Estos esperan que siempre se les dé y se les ame, por eso el superhombre debe amarse primero a sí mismo. Finaliza condenando esta estirpe y aclamando su final.<br />Zaratustra refiere como su Monte de los Olivos al lugar el hombre sabio medita y se salva mientras que los superfluos perecen a causa del “invierno”, época de mayor fortaleza del solitario. Dice ser celoso de su pobreza que le abriga durante el invierno, y que le gusta mofarse de esta fría época; pero de él ha aprendido el arte y malicia del invierno. Además aprende del silencio, para que este no le traicione; y solo revela en invierno sui frío exterior. Esa es la sabiduría del alma pura y profunda. Por eso el corre y huye de los hombres en invierno a su monte de los olivos, “en el soleado rincón de mi monte”.<br />Del Pasar de Largo, Zaratustra enseña lo siguiente en su encuentro con su imitador que le incita de alejarse de un pueblo que él dice “está corrompido”. El filósofo le espeta que el que vive en una ciénaga se convierte en fango, le reprocha que si él era tan conocedor de los males de ese pueblo, porque no se fue al bosque de vuelta a la tierra. Él ha escogido quedarse allí, para poder quejarse de las inmundicias en vez de solucionarlas. Maldice la ciudad y la condena de perdida. Zaratustra finalmente le dice al loco que cuando no se pueda amar ni odiar, es mejor pasar de largo.<br />Zaratustra se lamenta del estado de los hombres, ya que ahora están cansados y viejos. Su conocimiento ya no avanza y se ha perdido la ambición de aprender. Se excusan en la frase “hemos vuelto a ser piadosos”, pero no son más que cobardes. Y son pocos los que pacientes mantienen la marcha del conocimiento. Aquellos que se llaman piadosos son tránsfugas. Son estos que rezan de nuevo, sabiendo que Dios está muerto y es el demonio quien los lleva a rezar. Estos se dicen beatos y niños, porque rezan de nuevo. Pero esto no causa más que risa a Zaratustra, ya que los dioses ya vieron su muerte, cuando uno se impuso a los demás diciendo que había un solo Dios.<br />Finalmente Zaratustra regresa a su patria, y lanza un discurso al regreso. Menciona que la añoranza que se siente al pisar el suelo del hogar apunta y mira como una madre que después del regaño del abandono conforta la llegada a casa. En el hogar un hombre puede expresarse y ser él y no tener temor. La soledad hace más compañía que el abandono, y el que aspira a ascender es abandonado por quienes le rodean, ningún discurso es válido. Vivir entre los hombres es vivir como un loco que guarda los secretos, hay que disfrazarse para vivir entre ellos. Cuando se vive entre hombres se olvida todo lo que s sabe de ellos, se trata con más dureza y se les tiene compasión. Las montañas ofrecen la libertad de los hombres.<br />Pesa después Zaratustra los tres grandes males, después de reflexionar un sueño que tuvo. Estos males son la voluptuosidad, el afán de dominio y el egoísmo. Define la voluptuosidad como el aguijón que mortifica al penitente, el fuego lento de la canalla, para los libres es inocente y libre; para los abatidos, un veneno dulce. El afán de dominio es el látigo punzante de los corazones endurecidos, un freno perverso, es el destructor de sepulcros; este hace que el hombre se humille, enseña el desprecio y seduce a los puros. El egoísmo es el concepto de “la virtud de quien da”, el egoísmo protege a sí mismo del los conceptos de bien y mal. Los falsos sabios han creado toda clase de definiciones del egoísmo, sin reconocer que ellos mismos lo predican.<br />Zaratustra se declara enemigo del espíritu de la pesadez. El hombre debe aprender a ser ligero para poder volar, todavía es una avestruz, ligera al correr pero hunde pesadamente su cabeza en el suelo. Para alejarse el espíritu de la pesadez, se debe amar a uno mismo, y dejar la vagabundería que representa el amor al prójimo. El espíritu de la pesadez se infunde desde que se imponen el bien y mal en pesados valores; y esto impide el amor a uno mismo. Así el hombre se vuelve camello. Es difícil descubrirse a uno mismo porque este espíritu miente al alma. Quien logra decir este es mi bien y mi mal, ese se ama así mismo. Solo vale la pena esperarse a uno mismo, “porque el camino…el camino no existe”.<br />Habla luego de las Viejas Tablas y la Nuevas Tablas. Describe como las viejas tablas a aquellos valores y morales que han sido impuestos en el pasado a los hombres. Tablas que solo alimentan al espíritu de la pesadez. El hombre cree saber qué es lo bueno y que es lo malo, pero solo el creador puede saberlo, porque el crea su bien y su mal. Las nuevas tablas son las que crean al superhombre. A partir de allí, hace un recuento de sus enseñanzas de  la segunda parte del texto, y reprocha a aquellos que entre las nuevas tablas quieren grabar evitar la búsqueda del conocimiento. Critican a los que hacen llamar buenos, “los buenos son el principio del fin”.<br />En La ofrenda de miel, Zaratustra sin darse cuenta a envejecido. Se hacen meditaciones sobre la felicidad y la vida vivida. Zaratustra dice que su felicidad es pesada y no le abandona. Es tiempo ya de subir una nueva cumbre, “para hacer una ofrenda de miel”. Luego se hace llamar un “pescador de hombres”, donde compara la variedad de peces con la variedad de personas. Su cebo es la felicidad propia. Debe hacer subir sus presas hasta él, debe enseñarles. Los hombres deben subir a Zaratustra y esperar “el reino del hombre”.<br />El grito angustioso trata del reencuentro de Zaratustra con el adivinador del cansancio. Este le presagia que pronto su barca va a partir, las nueves suben por su montaña. Le advierte también de del grito de angustia del “hombre superior”; pidiendo ayuda al solitario. Zaratustra le dice que deje de proclamar tristeza y que él buscará a ese hombre superior. Le dice además que endulce su alma, porque estarán ambos alegres esa noche.<br />En su camino en búsqueda del grito, se encuentra Zaratustra dos reyes empujando un burro. Estos hablan entre sí como entre la nobleza todo es falso y  podrido. Reconocen que el aldeano debería reinar, pero que el reinado pertenece al populacho. Reconocen incluso que los reyes son falsos y debe aparentar. Los reyes le dicen que ellos también buscan al hombre superior para darle ese burro, para que la chusma no imponga la virtud. Zaratustra les compone una canción y los invita a que le esperen en su casa, mientras él busca ese hombre superior.<br />Después de esto, tropieza Zaratustra con un hombre, al cual trata de predicarle más el hombre no le deja. Cambia su actitud al caer en cuenta que el hombre es Zaratustra. Se presenta como el escrupuloso del espíritu y dice estar estudiando las sanguijuelas. Este escrupuloso ha llegado a comprender que la ciencia no es conocer a la sanguijuela, sino ella misma es el conocimiento. Este hombre desea reemplazar todo por el conocimiento. Zaratustra reconoce la sabiduría en él y le invita a su morada.<br />Luego se encuentra Zaratustra con el encantador, quien se estaba haciendo pasar por un hombre lleno de angustia en tanto recitaba un poema. En un principio Zaratustra le cree, pero luego le reprende, acusándole de falso. El encantador se disculpa, y le dice que no es su culpa ser así, que él simplemente busca al hombre grande; y que en tanto lo hace pretende serlo. Adula a Zaratustra hasta que este mismo le corta. Reconoce que lo único sabio que ha dicho es que todavía no conoce un hombre grande, y le invita a su morada.<br />Posteriormente se encuentra Zaratustra con el último Papa. Anda buscando este a Zaratustra ahora que su Dios ha muerto. Le habla a Zaratustra de cómo le sirvió hasta el fin, y como ahora está sin amo. Revela que este era un dios lleno de misterios, era un dios de amor y juez, pero que su edad lo había hecho blando y que su piedad por los hombres fue lo que le mató. Zaratustra se queja de ese Dios “al que muchas cosas le salieron mal”. El Papa le dice al profeta que es más piadoso de lo que él piensa y le pide pasar la noche en su casa. Zaratustra le dice “que así sea”. Al final reitera que Dios ha muerto.<br />Zaratustra ingresa entonces en el Valle Muerte de la Serpiente. Allí se encuentra con una figura apenas humana. Este hombre era el asesino de Dios. Este explica a Zaratustra que huye de la compasión de los de los hombres, le aconseja al solitario que no siga su camino. Habla de cómo la compasión es una ofensa al pudor. Dice que la verdad es aquello que predicaba aquel que decía “yo soy la verdad”. Justifica haber matado a Dios por no conocer el pudor, y le llama curioso e indiscreto; y dice que el hombre no puede soportar que tal testigo viva. Zaratustra, lo invita a su morada. Habla del amor a sí mismo y del desprecio que este cubre. Cierra con la frase “el hombre es algo que debe ser superado”.<br />Luego Zaratustra sube una cumbre, donde encuentra un hombre rodeado de vacas. Este era un rico que se hizo mendigo de manera voluntaria. Este le dice al solitario que lo hizo porque sintió vergüenza de la riqueza, pero que los mendigos no le aceptaron. Así que se refugió en las vacas, ya que ellas buscan lo dulce y lo suave, igual que él. Zaratustra le invita a su casa a que conozca a sus animales. El mendigo le adula y Zaratustra le reprime, amenazándole de pegarle con su bastón.<br />Su siguiente encuentro es con su sombra, de cual huye Zaratustra al verle. Al cabo de unas cuantas reflexiones de su deber, deja de correr y se encuentra con ella. Pero su imagen no le agradó al solitario. La sombra le dice que le ha seguido a todo lugar donde él ha ido. Le comenta que gracias a él, ha aprendido lo prohibido, lo malo; a destruido lo que amaba, perdido la fe en lo que creía. Dice que desea ahora vivir como le plazca. Se cuestiona a donde irá a parar en el futuro, cuestiona el donde está su morada. Zaratustra la invita a que pase la noche en la suya, y que se vaya antes de que le pese.<br />Posteriormente, Zaratustra aparenta estar cansado de su viaje y en “pleno medio día” se tumba debajo de la sombra de un árbol, dispuesto a dormir. Sin embargo, tiene un conflicto la razón del filósofo con su alma: él desea seguir, pero su alma no desea acompañarle porque se siente cansada. Zaratustra reprocha a su alma por querer caer en lo profundo justo ahora, en el medio día cuando el mundo se ha consumado. Lucha por seguir adelante en el silencio y felicidad del medio día. Finalmente, logra seguir su camino con su alma.<br />Zaratustra decide regresar a su cueva, ya cansado de buscar el origen de aquel grito desesperado. Al llegar a su cueva, oye de nuevo el grito, pero esta vez viene de adentro de su cueva, por lo que entiende que sus huéspedes eran el origen de ese grito. Al verle llegar, los huéspedes se alegran y comienzan a alabarle, pero el filósofo comprende que esos no son los hombres que él esperaba; sino los puentes para que llegaran a él sus verdaderos hombres superiores. Al final, pide a sus huéspedes que sirvan de puente a esos sus verdaderos hijos suyos, y el viejo adivino fue el único que dio señales de hablar.<br />El adivino le pidió a Zaratustra algo de comer y de beber, por su temor a morir de hambre. Los dos reyes pusieron el vino y Zaratustra ofreció dos corderos, y dispuso que todos cocinaran si querían comer. Solo el mendigo voluntario prefirió quedarse con sus tristes alimentos, porque le parecía absurdo que todos cocinaran. Zaratustra les ofrece un discurso en sobre “él y los suyos” y como ellos obtienen lo mejor de una u otra forma. Uno de los reyes le reconoce su sabiduría, pero el burro suyo le arruina el momento. <br />En la cena se hablaba solo del Super Hombre. Zaratustra resume todos los puntos tratados anteriormente. Recuerda la historia de la plaza pública y a su compañero el volatinero muerto. Llama a los hombres solitarios a no acercarse a las plazas públicas. Habla de cómo la muerte de Dios traerá el nacimiento del Superhombre, y que esta debe ser la duda del hombre ¿cómo será el hombre superado? Reconoce que el mal es lo que traerá al Superhombre. Avisa a los hombres que él no es su salvador, sino que él desea que el hombre perezca. Advierte al Superhombre de cuidarse del populacho mentiroso. Los incita  a crear solo para ellos y no para el prójimo, porque esos son los falsos valores. Considera a todo lo que ha dado a luz es impuro, así que les pide que ellos no lo hagan. Y así igual que no sigan el camino de la falsa santidad, imposible para el hombre. Se burla de Dios, de su muerte y de su poco amor a los hombres, por lo cual los condena “al pecado más grande” y pide se aparten del camino quienes todavía le siguen. Por último dice que lo más importante es la ligereza, el saber bailar y el saber reír, pero que el Superhombre todavía debe aprender a cómo hacerlo.<br />Dicho esto, Zaratustra sale de su cueva, a tomar aire fresco con sus animales. En tanto el mago aprovecha y habla de que su amor a Zaratustra proviene más de un espíritu maligno que se aguarda en él más que de su admiración. Empieza entonces a tocar con su arpa una canción acerca de la melancolía En ella habla sobre como el camino a la verdad lleva al hombre a ser un poeta solitario, y como se extrañan los dones de la compañía y de la comodidad de antaño; y que el hombre, por más que sobrevuele, vuelve a caer en el principio, pero ahora loco por la sabiduría.<br />Los otros huéspedes cayeron rendidos antes las palabras del mago, solo el escrupuloso del espíritu no se dejó convencer, y desprestigio a os otros hombres superiores por creer lo que el mago decía. El mago trató de acallarle, pero el escrupuloso continuó su discurso. Llama a los otros hombres superiores a que sean diferentes de ese que aclamaba al espíritu de la melancolía. Dice que él venía a buscar más certidumbre al lado de Zaratustra, y proclama a su ciencia como una virtud nacida del temor a las bestias e incluso a la bestia interior. Zaratustra regresa y al oír estas palabras, procede a desmentir al escrupuloso. Pero los otros se burlaron de él siguiendo al mago, y el espíritu maligno se apoderó de quienes le creyeron. Zaratustra les saludó con odio y salió de su cueva.<br />Pero la sombra le rogó que no se marchara, ya que solo él sabía purificar el aire ahora pesado por ellos. Describe esta sombra que hasta esos hombres superiores fueron vencidos por la melancolía y el espíritu maligno, así que se quede con ellos para que les ayude. Habla de las hijas de oriente, encantadoras, pero sin pensamientos. Después recita una canción compuesta para ellas, las hijas del desierto, en donde relata cómo las veía en un oasis recordando siempre a su Europa, y como el aire era puro entre ellas, pero no oían estas las advertencias de la sombra, y al escucharle se ponían melancólicas. Al final de la canción el pide al león de la moral que ruja para él.<br />Al terminar la canción, todos los de la cueva comenzaron a reír a excepción de Zaratustra, quien sentía ganas de burlarse de ellos; mas no lo hizo. Salió de su cueva para ver como el día trataba de irse, y con ellos llevarse el espíritu de la gravedad con él. Reconoce que al menos están aprendiendo a reír, y que con la trampa que él les ha tendido se están convirtiendo poco a poco. Sin embargo, luego entra un silencio y un olor a humo e incienso. Entra el filósofo a la cueva, y los encuentra de de rodillas, rezando en torno al burro, y luego, el más feo de los hombres comenzó a recitar una especie de letanía al burro, a lo que este contestaba con rebuznos.<br />Zaratustra se indigna ante esto y comienza a imitar el mismo al burro. Comienza a reprochar a cada uno de los adoradores por separado, criticándoles por contradecir sus juicios al humillarse contra el burro; pero por sobre todo reprocha al más feo de los hombres, por haber revivido al dios que este mismo había matado. Zaratustra les dice que ellos se estremecen de felicidad por volver a ser niños piadosos, y que por eso entraran al reino de los cielos; pero que el hombre debe buscar el reino de la tierra. Sin embargo, le agradan más ahora que son convalecientes y que inventaron la fiesta del asno. Les pide que la celebren por amor a ellos y en conmemoración de él.<br />Después de esto, salieron todos de la cueva de Zaratustra y se dispusieron a observar la luna y las cascadas cercanas a la cueva de Zaratustra. Cada vez le agradaban esos hombres a Zaratustra, y el más feo de los hombres preguntó que pensaban ellos de eso, y les dijo también que si la muerte llegara al él, él le diría que viviría la vida de nuevo. Y comprendieron todos la transformación que Zaratustra había hecho en ellos, y el e agradecieron, pero este les dice que marchen hacia la noche. Les dice que el mundo es de los hombres superiores, y que la alegría no quiere herederos, quiere eternidad, todo esto entre preguntas que lo cuestionan a él mismo. Finalmente les invita a cantar la canción de Zaratustra donde reafirma que la alegría es profunda y quiere eternidad.<br />Al día siguiente, Zaratustra despierta antes que sus hombres superiores y saluda al sol. Desprestigia a los otros por no estar con él a su  lado en ese momento como lo hacían sus animales. No eran ellos los hombres que él esperaba. De pronto un signo se levantó ante él, aves revoloteaban a su alrededor, y él al protegerse introdujo sus manos en la melena de un león que se sentaba a sus pies. Su corazón se transformó en el león, y supo que sus verdaderos hijos estaban cerca. Los hombres superiores se levantaron y fueron a saludarle, pero el león les rugió  les hizo huir. Entonces recuerda el filósofo que el mago el día anterior le había predicho que él venía para hacerle cometer su último pecado, que era la piedad ante el grito de angustia de los hombres.<br />Para finalizar, él dice que ya no le importa la pasión ni la compasión que su obra es alcanzar su obra. El león vaticina la llegada de sus hijos y la venida del Gran Medio Día. Y así abandona una vez más Zaratustra su cueva.<br />Aspectos biográficos del autor y contexto de la obra<br />Nietzsche nace  el 15 de octubre de 1844 en Rockën, Prusia. Hijo de Carl Ludwig Nietzsche y Franziska Oehler, recibe su nombre a causa de la coincidencia de cumpleaños con el Rey Federico Guillermo IV, rey de Prusia en ese entonces. El mismo Nietzsche (1888) expresa lo siguiente de su cumpleaños “A todas luces había una ventaja en la elección de aquel día para mi nacimiento: a lo largo de toda mi niñez, mi cumpleaños fue un día de regocijo popular” (p. 15).<br />Su padre fue un ministro protestante, y así era deseo de este convertir a su hijo en un pastor también. Nietzsche fue un predicador, pero de su propia filosofía, en donde atacaba la concepción de la moral y el cristianismo tratando de erradicar la tendencia a la mansedumbre del hombre. Su padre murió estando él joven dejando a su madre, a él y a su hermana Elizabeth desamparados. Se trasladaron a vivir con la abuela materna y dos hermanas solteras del padre. Durant (1974) describe a estas mujeres como mimosas para con el filósofo, y que le educaron dentro de un ambiente delicado y sensitivo –meramente femenino–. <br />De niño, tenía un afán por la religión. Sin embargo, poseía él una necesidad de buscar una masculinidad idealizada, basadas en el concepto que él poseía de Dios y la virtud. Su creencia en el Dios de sus padres, duró hasta los dieciocho años, allí cambió su fe hacia “el superhombre”. En 1864, Nietzsche inicia sus estudios sobre teología y filología clásica en la Universidad de Bonn, pero abandonó el curso de teología  para estudiar filología con Friedrich Wilhelm Ritschl. En 1865, Nietzsche descubre a Schopenhauer, y se identificó de inmediato con los escritos del mismo. Los lúgubres matices de Schopenhauer en sus obras marcaron el pensamiento del joven filósofo.<br />Fue reclutado en el ejército a los veintitrés, pero una caída del caballo al poco tiempo de empezado su servicio lo sacó de las líneas de ataque. Nunca logró recuperarse de esas heridas, ni de la decepción que tenía acerca de los soldados. De allí se convirtió en doctor de filología e ingresó como a la cátedra de la Universidad de Basilea como filólogo. Estando el Basilea, conoce a Wagner. Sería pronto que Nietzsche consagrara a Wagner como el “Esquilo Moderno”. Su amistad con el músico se extendió por mucho tiempo en donde compartían ciertas ideas acerca de la música  y el espíritu. Sin embargo las incongruencias en el pensamiento –sobre todo en cuanto a la religión– los llevaron a momentos tensos. En un intento de solucionarlo, Nietzsche al terminar su obra “Humano demasiado humano”, se lo envía a Wagner, este en respuesta le envía “Parsifal”, una obra para el Viernes Santo. La sensibilidad de Nietzsche se agravó con esto –lo que percibe como insulto– y la amistad allí termina.<br />Después de su ruptura con Wagner, y una decepción amorosa con Lou Salomé, huye de esto escribiendo en contra de las mujeres y se retira a los Alpes, donde sufre “una revelación”. Durant (1974) describe que <br />[…] Ya no amaba ni al hombre ni a la mujer, solo pedía que el hombre fuera superado. […] Ahora su espíritu se levantaba y desbordaba todas sus fronteras. Había un nuevo maestro: Zoroastro, un nuevo dios, el Superhombre y una nueva religión, el eterno retorno […] De esta manera fue que escribió “Así hablo Zaratustra” y lo terminó en aquella sagrada hora en que Wagner entregaba el espíritu en Venecia (p.460).<br />“Así habló Zaratustra” surge en respuesta al “Parsifal” de Wagner. Fue la obra maestra del filósofo.<br />En el libro, el personaje Zaratustra regresa a los hombres después de diez años de soledad, para enseñarles a los hombres acerca de la muerte de de Dios, y de cómo de entre ellos surgirá el “Superhombre (Übermensch)”. Dialoga también de la moral y como el hombre está equivocado en cuanto al bien y al mal. El personaje de Zaratustra es basado en el profeta persa Zoroastro quien funda el mazdeísmo –cuya deidad es Ahura Mazda–. Él enseña una rigurosa creencia en el bien y el mal. Castrillo (2010) comenta en su prólogo de “Así habló Zaratustra” que “su nombre evoca la figura semilegendaria del profeta persa, reformador religioso a que se le atribuye la creación de la primera doctrina moral” (p.13).<br />Este personaje podría venir a ser una parodia, ya que Zaratustra predica la inexistencia de la moral y como el hombre debe crear su propio bien y mal. Esto en contra posición de su original religión Luterana, procedente de Alemania y fundada por Martín Lutero.<br /> Lutero construyó un sistema doctrinal en contradicción con la Iglesia, surgida a partir de su angustiosa búsqueda de la salvación asegurada. Orlandis (1999) describe acerca de la doctrina Luterana lo siguiente<br />[…] la naturaleza humana habría quedado radicalmente corrompida por el pecado. La justificación –dimanante tan solo de la fe– no sería una sanación del interior del hombre, sino una declaración de Dios recubriéndole graciosamente con los méritos de la muerte de Cristo. Las obras del hombre de nada servirían para la salvación (p. 119).<br />El luteranismo sintetiza su pensamiento en cuatro postulados: <br />Sola Gratia: Cristo es el único que puede justificar al hombre, ninguna clase de acción puede llegar a salvarle, no lo salvarán ni sus méritos ni la glorificación de sus obras.<br />Sola Fides: La fe es lo único que nos salva, mediante la gracia de Dios, esto basado en la interpretación de Romanos 1:16-17 “más el justo por la fe vivirá”.  <br />Sola Scriptura: La única fuente de revelación y de norma de vida son las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento.<br />Solo Christo: El único fundamento de la fe es Jesús.<br />El luteranismo reúne todos estos elementos en una corriente del cristianismo con una visión muy pesimista acerca del destino del ser humano, y con una irrefutable creencia de que solo la fe conlleva a la salvación. Por tanto, la práctica del luteranismo se ve sujeta a una moral estricta, siguiendo lo establecido por las escrituras y recordando que las acciones no tienen injerencia en la salvación.<br /> Nietzsche a través de este alter ego trata de exponer sus propios pensamientos, en contra de lo enseñado por su familia y la sociedad en general. El luteranismo alemán y el cristianismo en general producen en Nietzsche dos vertientes; una primera basada en la corrupción sufrida por el ser humano, es decir una concepción de que la moral estricta es la negación a la vida; la segunda es la desconfianza natural para acceder a la verdad objetiva en cuanto a la religión.<br />Con respecto a la política, en las obras de Nietzsche pueden percibirse fuertes críticas contra esta, aunque el mismo autor no diera a conocer su inclinación política. El filósofo mantenía que el sistema es signo de una falta de poder íntegra. Defendía que  el individualismo en manos de los políticos sería un proceso desastroso, Nietzsche despreciaba el Estado moderno, los socialistas y los demócratas. Habla de pueblo como un “perro de fuego” por mantener sus ideales populares para diferenciarse de otros pueblos.<br />Los escritos de Nietzsche, años más tarde de su muerte, fueron utilizados por la Alemania Nazi como parte de la justificación en la “búsqueda del poder” y la “eliminación de las impurezas de la raza” –basado esto en los ideales de la voluntad del poder y del ya mencionado Übermensch–. Sin embargo, Nietzsche era opositor de los movimientos antisemitas de su época, hecho demostrado en su contrariedad con Warner –este fue uno de los tantos temas en donde difería– y el desprecio hacia el esposo de su hermana; quien le infundió a ella estas creencias. <br />Nietzsche padeció toda su vida de una enfermedad, que le debilitaba y le generaba fuertes dolores de cabeza. Esto le había impedido entre otras cosas, trabajar de seguido por mucho tiempo en la universidad y su eterna búsqueda de lugares donde vivir. Además, comenzó en su edad adulta a desarrollar problemas psicológicos, demencia y complejos de persecución que se plasmaron en sus escritos cada vez más neuróticos. Para el fin de su vida, fue perdiendo la vista y las razones para vivir. Durant (1947) expresa que “el último golpe le sobrevino en Turín, en enero de 1889, bajo la forma de un ataque violento de apoplejía” (p. 496).  Fue recluido en un sanatorio mental en Brandes. Años más tarde, su madre lo sacó de allí y vivieron juntos hasta la muerte de la primera. Ahora el relevo de velar por el filósofo lo tomó su hermana. Ella le cuidó hasta el día de su muerte.<br />En su lecho de muerte gozó de la paz que nunca tuvo. “Murió en 1900. Pocas veces un hombre ha pagado un precio tan alto por su genio” (Durant, 1947, p.497).<br />Conclusión<br />Principales ideas del autor en la obra<br />A lo largo de su obra, Nietzsche defiende varios de sus puntos de vista, además, como se mencionó anteriormente, “Así habló Zaratustra comprende las ideas más importantes del filósofo, las cuales se explican a continuación.<br />El Nihilismo<br />El término nihilismo proviene del latín nihil que significa nada. Es una corriente filosófica que sugiere que la vida carece de significado. Friedrich Nietzsche es uno de los filósofos ecuménicos que escriben con base en ideas surgidas de este término. Nietzsche describió la cristiandad como una religión nihilista, ya que evadía por completo la responsabilidad del hombre de encontrar un sentido a la vida terrenal, utilizando como escape buscar las responsabilidades de la vida espiritual, donde no existen ni el sufrimiento ni la mortalidad. Ferraris (2000) dice al respecto que “[…] la doctrina maravillosamente  atractiva de un reino que no es de este mundo, una religión de esclavos que terminó por seducir a los ricos […] basado en la fuerza, por el principio de renunciar a la propiedad y amar al propio enemigo” (p. 27).<br />Nietzsche consideraba que este cristianismo nihilista debía de ser superado, ya que este solo trae consigo valores que no pueden sostenerse por sí solos, y la sociedad al verse sin sus pilares previamente establecidos, caería con ellos. La visión religiosa de la época había recibido ya muchos cambios, por el escepticismo filosófico y las nuevas tendencias científicas, además la democracia –otro aspecto nihilista para Nietzsche– generaba cambios en la misma visión religiosa.<br />Es a partir de este descenso de la religión, y apoyándose en los tres momentos nihilistas propuestos por Heidegger, que el filósofo sienta la base de una nueva filosofía, donde el hombre genera primero la muerte de Dios, luego toma conciencia de ello y lo reafirma para finalmente darse cuenta de que él es el responsable de la muerte de su Dios y así aceptar la “Voluntad del Poder”.<br />En el libro, Nietzsche bajo la voz de Zaratustra habla acerca de esta religión nihilista que escapa de las responsabilidades de la tierra, al decir que “pero de ningún modo queremos nosotros entrar en el reino de los cielos: hemos llegado a hacernos hombres. Por eso queremos el reino de la tierra” (p. 300).<br />La Muerte de Dios<br />“¡Será esto posible! ¡Este viejo santo no se ha enterado todavía en su bosque que Dios ha muerto!” (Nietzsche, p. 51), esta es la primera mención en la obra de la afamada frase atribuida al filósofo. A lo largo del texto, la frase es mencionada varias veces y en diferentes contextos; pero siempre dejando el mensaje muy en claro: Dios ha muerto y es el hombre quien le ha matado.<br />Sin embargo, esta frase no significa literalmente la muerte de Dios, sino viene a significar el derrumbamiento del código moral impuesto a los hombres por su supuesta “religión”. Esta muerte de Dios conducirá al hombre al rechazo de los valores absolutos, es decir de la ley que rige universalmente a los hombres, y que conllevará al antinihilismo.<br />Entre las enseñanzas que Zaratustra enseña a sus interlocutores a lo largo de la obra, está que debe ser el hombre quien cree su propia moral, su bien y su mal, y será allí cuando el hombre logre superarse. La moral de los pueblos se ha roto –como se menciona en el discurso de “Las viejas y nuevas tablas”–, y con ellos el hombre ha quedado libre para hacer su propia moral, a lo que él llama la propia virtud.<br />Zaratustra defiende en todo el texto que la virtud de cada hombre es diferente, y que erra quien comparte sus virtudes con el prójimo, ya que la felicidad no viene igual a todos los hombres. Mercado (2003) comenta acerca de esto que “[…] Nietzsche parece decir: tú eres el creador de tus valores, crea pues aquellos valores que te hagan crecer la fuerza y vitalidad, derrumba aquellos que te reprimen la vida o te deprimen” (p. 14).<br />En la obra, existe la importante mención de un personaje: el asesino de Dios conocido como “El más feo de todos los hombres” (p. 241). Incluso el mismo Zaratustra, quien profesa la transvaloración –la voluntad de crear los propios valores–, siente vergüenza al ver a este, quien por sus actos se percibe como un ser deforme y monstruoso. Pero Zaratustra lo percibe luego como un hombre superior, y al final del libro es el primero que muestra el cambio promovido por el profeta.<br />La frase de la muerte de Dios aparece en varias obras del filósofo, sin embargo, en “La Gaya Ciencia”, se encuentra de modo específico y fundamental en la sección de “El Hombre loco”; donde Nietzsche demuestra que el vacío dejado por la muerte de Dios debe ser llenado por el hombre de alguna manera, y de allí es que surge el nuevo “dios” de Nietzsche: el Superhombre.<br />La Voluntad de Poder<br />La voluntad de poder es un concepto utilizado por Nietzsche, con el que describe lo que el filósofo consideraba debía ser el motor principal del hombre. Castrillo (2010) define la voluntad de poder como “la energía creadora de valores que aspiran a solidificarse” (p.35). La voluntad de poder viene a ser el deseo del hombre de crear su propia moral, de desarrollar su propio bien y su mal ahora que no tiene encima al Dios antiguo.<br />Esta voluntad era concebida por el filósofo, no como una característica de los seres, sino como la esencia de estos. La voluntad del poder no es otra cosa más que el ser, todo ser es una fuerza creadora y dominadora; es entonces cuando cae la moral occidental ya que esta no permite la actividad de crear y dominar. Esta característica lleva a la transmutación de los valores, el verdadero fin del hombre; y estos valores no se ven limitados, de allí que el mismo autor proclamara que nada es ilícito y que todo es posible.<br />La voluntad del poder tiene varias formas a lo largo del texto, entre ellas cabe mencionar el amor de Zaratustra de vivir en la naturaleza, entre los animales y los elementos abióticos, donde no hay ni bien ni mal proveniente de los hombres, donde él puede decidir su moral. Para Zaratustra, no es solo importante sobrevivir, sino supra vivir, superar al hombre por medio de la propia voluntad. Segovia (2006), refiere acerca de esto que “la voluntad de poder significa entonces reconocer la naturaleza desnuda del devenir sin falsificaciones sobrenaturales –moral religiosa–” (p. 17).<br />Este término de Nietzsche es de los más controvertidos e interpretados de su obra. Fue a partir de esta idea que los Nazis toman la ideología de Nietzsche y la aplican a su modelo ideológico. Con esta idea frase, los nacional socialistas justifican su búsqueda de la dominación de la raza aria sobre las otras. Además, algunos alemanes como lo fue Alfred Bäumler equiparan la voluntad del poder con la teoría de Darwin aplicado a la sociedad, con lo que argumentaban que la raza aria era el resultado de la selección natural, y por eso merecía el poder sobre los pueblos. Esta interpretación en posterior sería ampliamente criticada por varios filósofos y personas cercanas a Nietzsche, entre ellos Heidegger. <br />Superhombre<br />Nietzsche se propuso llenar el vacío que dejaba la muerte de Dios con un nuevo objeto de adoración: el Superhombre (del alemán Übermensch). Desde un principio, el filósofo expone al hombre como un ser incompleto, pero que tiene como fin ser el puente a la superación de él mismo. Este es aquel hombre que acepta la muerte de Dios y ejerce su voluntad de poder; y de estos dos aspectos logra extraer un impulso de aventura creadora, que terminará de destruir los vestigios de Dios que queden entre los hombres.<br />Al inicio del libro, el mismo Zaratustra muestra al pueblo el superhombre, pero no lo describe como un hombre sabio o de eminente musculatura, lo define como el sentido de la tierra. Lo describe a su vez muy diferente del último hombre, que es aquel que continua bajo el yugo de la moral tratando de armar su felicidad desde abajo. El último hombre busca que se le dé sentido, el superhombre crea su propio sentido.<br />El superhombre, describe Nietzsche, es el producto de la transformación del alma. Esta transformación ocurre en tres etapas:<br />En la primera, el alma del hombre se convierte en el alma del camello, que sencillamente se tumba en el suelo esperando que se le ponga una carga cada vez más pesada. Esta alma responde al “tu debes” impuesto por la moral.<br />La segunda transformación radica en la conversión del espíritu del camello en el león, en el espíritu del “yo quiero”. Solo el león puede vencer al temible “yo debo” representado con un dragón.<br />Si el león vence al dragón, este debe pasar entonces por la última transformación, la transformación al espíritu de niño. El león no tiene la inocencia que tiene el niño, que le infunde un ánimo de crear y fortalecer lo que él ha hecho.<br />Paralelo a esto, Segovia (2006) establece un paralelismo con los tipos de hombres descritos por el filósofo<br />Tal como hemos visto hasta ahora, hay una transformación que va del camello, al león y al niño; hay una transformación paralela que va desde el último hombre, al hombre superior y al superhombre. Lo importante en esa transformación es el cambio de perspectiva que se tiene que producir, el concebir la voluntad de poder en su faceta afirmativa. (p. 16).<br />Ambas transformaciones mantienen la misma secuencia de significado; en la primera fase suponen al hombre que ama su propia destrucción y como este perece por quererlo así, en segundo lugar se da la afirmación del cambio para llegar finalmente a la última fase, la aceptación del cambio y la venida del superhombre.<br />Para Zaratustra, el Superhombre es aquel que ha subido las más altas cimas, y puede ver a los hombres desde abajo. Es aquel que ya no se mueve por la compasión al prójimo, sino por sus propias pasiones y voluntades. Es entonces el Übermensch aquel hombre que ha roto el nihilismo para superarse.<br />Al final de la obra, Zaratustra cree haber hallado a los posibles superhombres, pero la prueba del león le demuestra que su búsqueda está inconclusa; en el texto, se expresa de la siguiente manera “El león ha venido, mis hijos están cerca, Zaratustra ha madurado, ha llegado mi hora […]” (p.313)<br />Eterno Retorno<br />“¡Oh Zaratustra, tú piedra de sabiduría! ¡Te has arrojado a ti mismo hacia arriba, más toda piedra arrojada tiene que caer!” (Nietzsche, p. 128).El eterno retorno es parte de la filosofía nietzscheana,  donde la sucesión de eventos no es lineal, sino cíclica; es decir las acciones están predeterminadas a regresare al punto de origen.<br />La doctrina del eterno retorno es la enseñanza más oscura de Zaratustra. El eterno retorno es la suprema afirmación de una voluntad aceptada sin temores, y solo esta se puede decir que realmente se quiere así misma. El eterno ciclo de creación-destrucción es lo que afirma la voluntad creadora. Todos los proyectos están determinados a tener una fecha de expiración. De allí surge la duda ¿para qué crear valores que pronto se destruirán? Con esto se desprende un concepto bastante cercano al eterno retorno, que es el amor fati (el amor al destino). Quien ama su destino no tiene miedo de volver a vivirlo, ese es el superhombre, el que está dispuesto de decirle a la muerte “¿esto era la vida? ¡Bien! ¡Otra vez!” (Nietzsche p. 308).<br />El eterno retorno no debe tomarse a la ligera según Zaratustra, ya que tras este hay una eternidad de sucesos que ocurrirán de nuevo. Estos eventos del pasado persiguen al hombre, ya que su futuro está en su pasado y viceversa. Esto puede representarse con el pastor que tenía una serpiente en su garganta, que se libera de ella al morderle su cabeza; en otras palabras cuando deja de tenerle miedo al retorno de los eventos y los acepta.<br />Gran Medio Día<br />Nietzsche sitúa su creación filosófica en tres partes del día: el amanecer, el medio día y el atardecer. “Así habló Zaratustra” pertenece a el Gran Medio Día, junto con todas las ideas propuestas por el autor durante la obra.<br />De manera casi irónica, el mismo Zaratustra predica la venida del Gran Medio Día, que es la venida del superhombre, aquel que acepta la voluntad del poder y el eterno retorno, quien ha vencido el nihilismo y asumido la muerte de Dios. El pleno medio día es, como describe el mismo profeta, la consumación de su vida, es el paso al fin último que es el superhombre.<br />Crítica<br />“Así habló Zaratustra y abandonó su cueva, fuerte y ardiente como el sol de la mañana que surgía de las sombrías montañas” (p. 313). La frase final del libro encierra un enigma al dejar al lector de la espera de la respuesta de si Zaratustra ha logrado encontrar al superhombre.<br />Las ideas expuestas por Nietzsche en el libro “Así habló Zaratustra”, son sin lugar a dudas una revolución en la manera de pensar de occidente. No solo realiza una crítica a todo el sistema moral y ético profesado en estos lugares, sino que además revela el supuesto sendero de lo como debería vivirse para llegar a ser hombres plenos y felices. Sus ideas controvertidas, sus alarmantes afirmaciones y su estilo expresivo convierten este alter ego de Nietzsche en el clímax de su filosofía; dejando el legado de las ideas del filósofo en una redacción poética y simbólica.<br />Es un deber de quien lee la obra, tener la mente abierta a aceptar lo propuesto por el autor, con el fin de entender el contexto en que se escribe y con qué intención se redactó. A su vez, es importante resaltar que los simbolismos utilizados por Nietzsche son altamente complejos, por lo que el texto puede tener diferentes interpretaciones para cada lector y dejar una enseñanza distinta a cada quien.<br />La sociedad actual ha presentado un devenir de los valores, presentando sociedades cada vez más instintivas y que se rigen menos por las acciones morales y por la religión que estos profesen. Muchas de las veces no se respetan las leyes, y el problema crece con rapidez lo cual evita que se puedan tomar acciones al respecto. Nietzsche tenía esa idea en su mente, al describir el nihilismo cristiano en su contexto.<br />La carrera de la supervivencia cada vez se vuelve más reñida, los seres humanos trabajan desesperadamente por obtener los más y mejores recursos, dejando a un lado al prójimo en todos los sentidos. Tal vez, si el ser humano buscara la verdadera superación; la sociedad evolucionaría de manera pareja. Cada hombre podría buscar su propia felicidad. Por otro lado, la formación de una moral propia para cada quien es una idea seductora, que pareciera ser la solución a los conflictos, ya que cada uno determinaría donde calza su mal y su bien. Sin embargo, una sociedad sin conflictos es un concepto utópico, ya que dentro de la naturaleza humana se encuentra el conflicto.<br />A consideración del autor de este ensayo, la línea ideológica descrita por Nietzsche en el libro estudiado, es una que vale la pena estudiar detenidamente. Desde el punto de sátira de Nietzsche de utilizar un alter ego proveniente del profeta que origina el mazdeísmo, Zoroastro quien fue primero en utilizar el concepto de moral, y transfigurarlo  en el derribador de la misma, Zaratustra el impío; hasta la concepción de una religión purista, la cual no deja al hombre ser feliz y completo, son ideas que calzan y hasta dan explicación de algunas incógnitas que se han mantenido para el autor.<br />La enseñanza más grande de Zaratustra tal vez sea que el ser humano no es perfecto, que está sometido a múltiples características innatas del hombre –tanto positivas como negativas– que lo convierten en quien es en el presente. Por otra parte, la superación es posible, pero depende de la voluntad de cada quien asumir los retos de el ascenso. No es una meta imposible si se tiene la voluntad verdadera, a palabras del autor “la felicidad del hombre tiene por nombre yo quiero” (Nietzsche, 2010, p. 78).<br />Referencias<br />Libros<br />Castrillo, D. (2010). “Introducción” en Nietzsche, F. (2010). Así habló Zaratustra. (1° ed.) México D.F., México: EDAF.<br />Durant, W. (1974). Historia de la Filosofía: De Kant a William James y los pragmatistas americanos. (2 ª ed.) (2 vols.). Buenos Aires, Argentina: Joaquín Gil.<br />Ferraris, M. (2000). Nietzsche y el nihilismo. (1 ª ed.) Madrid, España: Akal S.A.<br />Gutiérrez, R. (1992). Introducción a la filosofía. (1 ª ed.). Naucalpan, México: Esfinge.<br />Mercado, M. (2003). Friedrich Nietzsche: La muerte de Dios. (1 ª ed.). México D.F., México: Universidad Nacional Autónoma de México.<br />Nietzsche, F. (1888). De mi vida. Escritos autobiográficos de juventud. (2° ed.) Madrid, España: Valdemar.<br />Nietzsche, F. (2010). Así habló Zaratustra. (1° ed.) México D.F., México: EDAF.<br />Orlandis, J. (1999). Historia breve del cristianismo. (6 ª ed.). Madrid, España: RIALP S.A.<br />Savater, F. (2001). Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo. (1 ª ed). México D.F., México: Universidad Iberoamericana.<br />Páginas Web<br />Pifarré, L. (2010). Nietzsche y el Cristianismo. Recuperado el 22 de febrero de 2011, del sitio web: http://www.mercaba.org/Filosofia/Nietzsche/nietzsche_10.htm <br />Pinzón, A. (2010). El Nietzsche de Deleuze. Recuperado el 22 de febrero del 2011, del sitio web: http://www.galeon.com/filoesp/ndeleuze.htm<br />Roca, L. (2008).  Nietzsche y la política. Recuperado el 22 de febrero del 2011, del sitio web: http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2008/05/luis–roca–jusmet–nietzsche–y–la–poltica_1972.html <br />Segovia, J. (2006). Historia de la Filosofía: Nietzsche. Recuperado el 26 de marzo del 2011, del sitio web: http://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:NWd2-muhgp8J:www.infonegocio.com/jsegoviap/historiadelafilosofia/nietzscheensayo.doc+la+voluntad+de+poder+nietzsche&hl=es&pid=bl&srcid=ADGEEShVPzacFsqt2OZXtkwatCEcIxpnSye0Kg8_TnDXL71Aea_XqVlCa0SMK7Qc6YWye6ItryEyfZHTBYbiKow6ilPtR811GKiDP4GWRRM_bxjJI0dtwBRoLaRyePW2FQGuvulYNj6s&sig=AHIEtbTeH1lxSRKxljawpBe7XdOrFBm-LA&pli=1<br />
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Zaratustra análisis Nietzsche

  • 1. COLEGIO MARÍA INMACULADA<br />DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA<br />PROFESOR<br />Hanzel Zúñiga Valerio<br />Monografía de “Así Habló Zaratustra”<br />ESTUDIANTE<br />Nathalia Retana Rojas<br />SECCIÓN<br />11–2<br />MORAVIA, SAN JOSÉ<br />ABRIL 13, 2011<br />Tabla de contenido TOC quot; 1-3quot; Introducción PAGEREF _Toc290231270 3Objetivos PAGEREF _Toc290231271 3Objetivo General PAGEREF _Toc290231272 3Objetivos Específicos PAGEREF _Toc290231273 3Justificación PAGEREF _Toc290231274 4Desarrollo PAGEREF _Toc290231275 6Resumen del la Obra PAGEREF _Toc290231276 6Aspectos biográficos del autor y contexto de la obra PAGEREF _Toc290231277 22Conclusión PAGEREF _Toc290231278 26Principales ideas del autor en la obra PAGEREF _Toc290231279 26El Nihilismo PAGEREF _Toc290231280 26La Muerte de Dios PAGEREF _Toc290231281 27La Voluntad de Poder PAGEREF _Toc290231282 28Superhombre PAGEREF _Toc290231283 29Eterno Retorno PAGEREF _Toc290231284 30Gran Medio Día PAGEREF _Toc290231285 31Crítica PAGEREF _Toc290231286 31Referencias PAGEREF _Toc290231287 34Libros PAGEREF _Toc290231288 34Páginas Web PAGEREF _Toc290231290 34<br />INTRODUCCIÓN<br />Objetivos<br />Objetivo General<br />Analizar la filosofía de “la muerte de Dios” y del “Superhombre” de Nietzsche presentada en su obra “Así habló Zaratustra”.<br />Objetivos Específicos<br />Resumir los aspectos trascendentales presentes en la obra “Así Habló Zaratustra”.<br />Analizar los elementos biográficos de Friedrich Nietzsche así como el contexto de la obra literaria.<br />Desarrollar las principales corrientes e ideas principales filosóficas del autor en la obra literaria.<br />Criticar los aspectos resaltados por el autor en la obra literaria.<br />Justificación<br />La filosofía puede definirse como el acto de preguntarse por las causas últimas o el ser de las cosas. El ser humano ha pensado en estos aspectos desde el momento en que es consciente de su existencia, y se crea a sí mismo un sin número de cuestiones que difícilmente podrá responder sin el uso de su intelecto y su razón. Desde tiempos inmemorables el hombre ha debatido consigo y con sus semejantes acerca de los misterios del saber, y algunos de estos hombres han perpetuado su conocimiento en obras literarias donde argumentan acerca de la filosofía.<br />Sin lugar a dudas, uno de los mayores filósofos de la edad moderna es Friedrich Nietzsche, quien es considerado como uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX. Hijo de luteranos, se “rebela” contra lo que la sociedad preveía de un joven descendiente de un pastor y realiza una crítica exhaustiva de la cultura, la filosofía occidental y la religión misma; siendo un nuevo punto de inicio para muchos intelectuales posteriores. Como Freud y Marx, realiza una crítica sistemática contra la moral establecida. Savater (2001) al respecto de dichos filósofos menciona “Dos grandes etapas pueden distinguirse en la filosofía moral que va del siglo XIX hasta el presente: la de los llamados Maestros de la Sospecha: Marx, Nietzsche y Freud que arremeten sin piedad contra los fundamentos de la filosofía moral, y la de rehabilitación de la ética que acontece ya bien avanzado este siglo” (p. 22).<br />Entre las obra del filósofo se encuentra “Fatum e historia”, “Homero y la filología clásica”, “Humano demasiado humano”, “El Anticristo” y “Así habló Zaratustra”. Este último conocido como el escrito clave de Nietzsche, expone las principales ideas del filósofo en una narrativa intrigante y profunda. En palabras de Castrillo (2010) “esta fábula vitalista, trufada de exquisitos elementos narrativos y líricos es la obra fundamental de Nietzsche […] donde predica la transformación de la voluntad del hombre hasta alcanzar la nueva categoría de superhombre.”(p.16).<br />A partir de esta idea del superhombre y la nueva concepción de la moral y las virtudes, data que a este texto se le haya dado una variedad de interpretaciones. Desde la concepción de los Nazis como el padre defensor de su lucha contra los que no pertenecían a “la raza” –los alemanes creían calzar con el Übermensch–, pasando además por el pensamiento fascista de Mussolini, teorías contra los dogmas católicos y movimientos ateístas. <br />Es entonces que surge la pregunta: ¿Cuál es el sentido de esta obra literaria para un principiante en filosofía? De allí parte este trabajo investigativo, con el motivo del estudio filosófico del libro “Así Habló Zaratustra”.<br />Este libro es considerado como una de las obras clave del filósofo, junto con “El Crepúsculo de los Ídolos”, esto debido a que se argumentan los puntos más importantes de la filosofía nietzscheana, la existencia del superhombre, la muerte de Dios, el nihilismo y el eterno retorno. Para iniciar el estudio de estos aspectos claves se realizará un resumen de la obra completa, resaltando las enseñanzas fundamentales de cada uno de los discursos y diálogos que el personaje principal –Zaratustra– mantiene a lo largo de la historia.<br />Por otra parte, se analizará un poco la biografía de Friedrich Nietzsche, incluyendo su infancia y adolescencia; y su tempestuosa amistad con Wagner. Se complementa esto junto con el contexto en el que fue escrita la obra; en la cúspide del pensamiento de Nietzsche que se veía aumentado por sus decepciones en las relaciones humanas, y justo antes de su fatal declive mental que lo llevarían a la demencia y eventualmente su muerte.<br />El objetivo final del trabajo es reconocer las principales ideas nietzscheanas, y a su vez resaltar dichas ideas en el texto, para emitir finalmente una crítica a partir de lo estudiado en la obra.<br />Desarrollo<br />Resumen del la Obra<br />El manuscrito de “Así habló Zaratustra” fue escrito en prosa por Nietzsche, alrededor de los años 1833 y 1834. Las ediciones modernas reorganizan la obra en tres partes, siendo llamada la primera “El Prólogo de Zaratustra”, la segunda y la tercera parte permanecen sin nombre.<br />En el Prólogo de Zaratustra, se inicia el relato del personaje Zaratustra, a quien describe como un hombre de aproximadamente cuarenta años, quien diez años atrás había abandonado su patria para refugiarse en la montaña para disfrutar de su espíritu y soledad hasta que un día proclama al sol estar cansado de su sabiduría; por lo que decide regresar a los hombres y enseñarles de su conocimiento. De esta manera inicia el personaje su “descenso”.<br />Su primer encuentro fue con un anciano, quien le reconoce pero este percibe un cambio en Zaratustra, dice se ha hecho niño. Dialogan acerca del nuevo conocimiento y su impacto en los hombres y en el amor a Dios y a los hombres. Debaten también de si los hombres son merecedores de regalos o solo de “limosnas”, a lo que el anciano sostiene que al hombre “debe despojársele para alivianar su carga”. El anciano se mofa de Zaratustra y le reta a que le acepten sus “tesoros”. Zaratustra se enoja y le cuestiona de su duda sobre su “tesoro”. Así termina su encuentro con el anciano. En el texto, esta es la primera vez que se menciona la frase “Dios ha muerto”, al cuestionar que el anciano no se había percatado.<br />El solitario llega a la ciudad, y ante una multitud comienza a hablarles del “superhombre”, la superación del hombre mismo. Menciona el efecto del “eterno retorno”. Zaratustra predica como el hombre debe ser puente hacia el superhombre y no el “fin” de sí mismo, debe evitarse el surgimiento del “último hombre”. El volatinero al que interrumpe muere a causa de una caída. Zaratustra le asegura que no existe ni el cielo ni el infierno al volatinero caído, y así le tranquiliza en su muerte. Luego lleva a su compañero muerto a enterrar. Puso el cadáver en el hueco de un árbol y se durmió. Al despertar, se reveló así mismo que necesitaba de compañeros vivos, es a ellos a quien debe dirigir las enseñanzas. Habla entonces de cómo el pueblo aborrece al que quebranta los valores; sabe que a esos creadores se les llamará “destructores del bien y del mal”. <br />Luego, la narración abre un discurso acerca de las Tres Metamorfosis del Espíritu. Estas son el paso del espíritu en tres fases: de este a camello, de camello a león y de león a niño. El espíritu del camello nace cuando las cargas pesan mucho al espíritu, pero pide una carga más pesada y obedece como el camello. Este camello obedece el “yo debo”. Luego se transforma el camello en león y pretende conquistar su libertad. Aquí quiere ser dueño de su último enemigo: su último dios, se llama “tú debes”. El león puede hacerse libre, pero no puede crear valores nuevos. De allí sucede la tercera transformación, a niño; el que es inocente y olvida lo necesario para la creación, todo esto viene del querer crear su propia voluntad. Al fin del relato, se dice que moraba en la ciudad de la Vaca Multicolor.<br />El siguiente acontecimiento surge alrededor de un sabio del sueño y de la virtud. Este sabio comenta que lo más primordial es honrar el sueño y respetarlo. Replica que el buen sueño quiere paz con Dios, con el prójimo y el diablo del vecino. Argumenta que los tesoros y los honores son malos al sueño, pero los pobres y la sociedad reducida lo aceleran. Rumiar los pensamientos del día debe hacerse mientras llega el sueño. Zaratustra medita y concluye que el sabio comprende el sueño y que su sueño es contagioso. Compara a la sabiduría con el sueño sin ensueños, lo que le da sentido a la vida. Termina diciendo que el tiempo de los predicadores de la virtud está acabado.<br />Zaratustra habla luego de los alucinados del otro mundo. Alega que este creador para no observarse a sí mismo, creó el mundo imperfecto y contradictorio. Luego habla de su “dios creado”, producto de manos y locura humana y así se crearon los dioses y los ultramundos. Fue el cuerpo quien a tientas descubre el espíritu y despertó por oír hablar al vientre del ser, pero quiso el cuerpo pasar el muro al otro mundo, y el vientre del ser no habla a fantasmas. Incita a no ser ni enfermos ni decrépitos, como los que despreciaron al cuerpo y la tierra. Pero el mismo Zaratustra dice que los enfermos todavía valen; y tampoco es indiferente al convaleciente que llora al Dios muerto. <br />Luego dirige sus palabras a los denigradores de cuerpo, los cuales deberían expresarse como los niños. La razón debe ser instrumento del cuerpo, la razón es dominada por el espíritu. Pero el cuerpo es lo más grande. Los sentidos también son instrumentos. El yo mismo es un sabio poderoso detrás de todo, por lo que hay más razón en el cuerpo que en la propia sabiduría. Alude luego que fue el creador el que crea la estima, el desprecio, el valor y la voluntad, el cuerpo creador crea también el espíritu. El yo mismo también está en los denigradores de cuerpo, pero desea morir en ellos, ya que no puede hacer lo que antes hacía: crear por encima de sí mismo, y así su yo mismo desaparece. <br />El siguiente tema son las alegrías y las pasiones. Comienza hablando de no compartir las virtudes terrenales propias. Debe elevarse esa virtud para que soporte las demonizaciones, y hablar con ella fortaleciéndola. No debe ser una ley ni un mandamiento, que sea una guía solo para ese individuo. Antiguamente las pasiones eran los males, pero de allí nacen las virtudes. El disfrute de la felicidad proviene de poseer una virtud y nada más. Cada virtud está celosa de la otra, y los celos pueden llevar a la virtud a perecer. El hombre debe amar a la virtud, porque perecerá por ella.<br />El siguiente discurso refiere al pálido criminal. A estos hombres debe sacrificárseles, por compasión justificando su tristeza y sus acciones en el amor al superhombre. Pero que el juez no olvide que el también ha cometido delito de pensamiento. Luego relata el caso de un hombre, que al ver su delito palidece, y le llamó a su horror locura. La locura después del acto fascina al criminal, pero hay una locura antes de este, la sed por algo prohibido, como la sed de sangre. Un criminal es un cúmulo de enfermedades que quieren hacer su botín. Ese cuerpo alcanza la envidia y el placer con el cuchillo. Pero aún así ni los buenos son agradables del todo y no necesariamente por sus defectos. Zaratustra defiende que esa locura debe llamarse verdad o justicia.<br />Del leer y escribir, Zaratustra refiere que solo vale lo que se ha escrito con sangre, ya que la sangre es espíritu. El aprender a leer estropea la escritura y el pensamiento, por esto antes Dios era espíritu, pero ahora es el pópulo. Quien está en la cumbre –quien es dios–es quien puede reír de los que están abajo. Compara a la sabiduría con la mujer, alegando que solo ama al que lucha. Establece que en el amor hay locura, y que en esta locura hay razón. Percibe la vida como alegría con compás bailable. Dice que si existiera un Dios, este debería bailar; y el Demonio seria serio y solemne. A este espíritu se le mata con la risa. Finalmente reflexiona que quien “anda y vuela” tiene un Dios dentro de sí.<br />Zaratustra encuentra a un joven que llevaba tiempo huyéndole, apoyado en un árbol con una mirada triste. Este le habló al joven de cómo la simplicidad del viento puede mover un árbol y la complejidad del hombre no puede. Compara al hombre con el árbol, entre más quiere crecer; más debe echar raíz en el abismo. El joven confiesa a Zaratustra que ya no confía en sí mismo desde que desea “ascender”. Zaratustra le explica a que él todavía no es libre, pero lo desea. Todavía hay nobleza en el joven. El noble busca la creación de cosas nuevas, es el héroe que conserva las alas del espíritu. Finalmente, Zaratustra incita al joven a no perder su heroísmo.<br />El siguiente razonamiento va dirigido a los predicadores de la muerte. Se admite su existencia y la existencia de quienes son merecedores de recibir ese mensaje: los superfluos. Estos no son hombres, ya están muertos. Estos son los pesimistas que justifican el fin de la vida en el sufrimiento. Se burlan de la fragilidad de la misma. Llegan incluso a lujuriar la reproducción y se considera innecesario el parto, para darle fin a la vida. Pero quien ama la vida olvida lo abrumador y soporta lo nuevo. Al final, ya sea “la muerte” o “la vida eterna” pide a los predicadores que la busquen enseguida.<br />Bajo el título De la Guerra y los Guerreros surge explica que no se debe buscar que el enemigo se compadezca, ni que el amigo tenga resentimientos. Si por medio de la “santidad” no se logra el cometido, se incita a ser los guerreros del conocimiento en búsqueda de la santidad. Hace la distinción entre soldados y guerreros, los guerreros buscan con la mirada al enemigo. La buena guerra es la que santifica todas las causas. Los enemigos deben solo ser aborrecidos, y se debe sentir orgulloso de ellos. El éxito enemigo es el propio a su vez. El mayor pensamiento siempre debe ser la superación del hombre, así debe vivirse en obediencia y guerra. El tema se cierra declarando amor al enemigo.<br />La siguiente crítica se hace en relación a la organización en “estados” y la muerte del pueblo, ya que es mentira que el estado es pueblo; el pueblo sí servía a la vida, y el pueblo aborrece a la trampa del estado que es una trasgresión a las leyes y costumbres. El estado es una mentira del bien y el mal, y trae consigo la voluntad de los predicadores de la muerte. El estado es para los superfluos. El estado se eleva como un nuevo Dios y convence a los vencedores del antiguo. Este ofrece dar, siempre y cuando se le adore. Acusa a los superfluos de robar las invenciones, de hacerse más ricos a costa de los demás. Estos son los idólatras de la falsa felicidad. El pueblo se da únicamente en la pobreza, donde no está el superfluo.<br />Las moscas de la plaza pública son el siguiente tema de discusión de Zaratustra. Aconseja primero la compañía de lo natural antes que los aguijones de los hombres. El pueblo llama “grandes hombres” a los que representan las cosas, aunque entiende mal el concepto de grandeza. El mundo gira sobre los que inventan nuevos valores, esos son grandes. La plaza pública está llena de habladores, al amante de la verdad se le recomienda que deje a estas gentes y retorne a su tranquilidad de espíritu. Todo lo grande está lejos de la plaza y de la gloria; allí están los creadores. Estos deben huir y no convertirse en cazamoscas. El ser superior les molesta incluso al ser modesto; ellos no son dignos del ser superior. Por eso el ser superior se refugia en la soledad.<br />Refiere después Zaratustra a la castidad. Comienza hablando del placer que representa al hombre acostarse con una mujer. Rectifica a su vez que no pretende reprimir el deseo, sino que sea un deseo inocente. Expone que la castidad puede ser una virtud o un vicio, sin embargo es necesario admitir que “la perra sensualidad” está a cada vuelta de esquina. Y esta mendiga o carne o espíritu, ya que ver con ojos crueles a los que sufren esconde el deseo con la compasión. La castidad puede convertirse en una carga, por lo que debe desviarse de manera que no sea “la perdición”. Los más castos son puros de alma. Puede que la castidad sea una vanidad, pero es involuntaria.<br />Zaratustra habla después del amigo. Como solitario, considera que en compañía “sobra uno”, aunque esta es inevitable. La fe en los demás descubre la fe en uno mismo. El amor puede ocasionar envidia, y el enemigo encubre la propia vulnerabilidad. Es necesario honrar al amigo como al enemigo. Es necesario disimular ante el amigo, ya que debes ser para él aspiración al superhombre. Se debe conocer al amigo profundamente. En tus sueños debes saber lo que hizo tu amigo de día y en tu adivinación si este necesita tu piedad. Ni el esclavo ni el tirano pueden ser amigos, la mujer es ambas así que no conoce la amistad. Zaratustra incita a dar al enemigo lo que das a tu amigo, e incita también la camaradería.<br />Con el título Los Mil y Un Objetos, Zaratustra medita sobre el bien y el mal. Esta alega que él sabe que es el bien y el mal, porque los ha visto en muchos lugares distintos. Los valores deben apreciarse, pero de diferente manera cada quien, y cada pueblo. Hay una tabla de valores en cada pueblo, su tabla del poder. Lo que aterroriza al vecino, ese el primer valor de uno mismo. Son los hombres que se dan a sí mismos su bien y su mal. Si el creador se transforma, así lo hacen sus valores. Fueron los pueblos los primero creadores, luego lo fueron los individuos. El pueblo creo con amor conflictivo las tablas de cada pueblo, por eso la buena conciencia es pueblo y la mala el yo, porque busca el bien solo para sí. No hay poder más grande que el bien y el mal. La vida humana carece de objetivo. <br />Habla después del amor al prójimo. Expresa solo al principio “vuestro amor al prójimo es vuestro desamor a vuestra persona”, es decir se huye del yo, por qué el tú está santificado. Aconseja entonces huir del prójimo, para que se ame a lo que está por venir. Pero el miedo hacia esto te hace regresar al prójimo. Desearía que el prójimo fuera insoportable, ya que el hombre necesita de los demás para sentirse bien consigo mismo. Se busca al prójimo para olvidarse de sí mismo. Incita a no tener prójimos, sino amigos. Estos y su mundo creado llegaran a ver el bien y el mal. Ama al superhombre como tu amigo.<br />Refiere luego a los caminos del hombre creador. Aislarse del todo es un delito para el rebaño, pero se ha estado en el rebaño demasiado tiempo. Pero aquel que desee superarse debe romper esta barrera. Se debe demostrar tener el derecho y la fuerza. Si se es libre se puede decir el pensamiento, y se puede señalar el bien del mal, para así castigar con su propia ley. La soledad fatigara y el que asciende se dará cuenta de ello. Se deja atrás a todos a los que se aproximó, y estos le despreciarán por ello. El enemigo más peligroso es el tú mismo. El solitario debe despreciarse para amarse y mantener su soledad.<br />También se razona acerca de las mujeres viejas y jóvenes. Para ello relata su encuentro con una anciana quien le ha revelado una verdad. Ella le pide que le hable de la mujer. Zaratustra razona que es enigma, y este enigma es la preñez, ya que el hombre siempre será hijo de la mujer, pero esta para el hombre es el juguete más peligroso. La mujer es dulce y amarga, comprende a los niños y por eso comprende al hombre. La mujer no debe quedar en segundo lugar, es malvada y más valiente que el hombre. La mujer no odia nada más que al hombre por estar atraída a él; su felicidad reside en él. La vieja le revela entonces la verdad prometida: “¿Vas con las mujeres? ¡No olvides el látigo!”<br />Bajo la sombra de un árbol, Zaratustra recibe la mordida de una serpiente, esta le reconoce y trata de huir, pero Zaratustra lo impide y reflexiona como el veneno no le matará, haciendo a la serpiente chuparlo. Uso esta “parábola” con sus discípulos, para demostrar que al enemigo que ha hecho mal se le debe devolver un bien, pero esto en “pequeñas venganzas”, sino la injusticia oprimirá; porque la venganza es humana, “hasta la más pequeña mentira se vuelve filantropía”. Sin embargo, advierte de la injusticia contra el solitario, el cual no olvida. Si se le comete injusticia, mátesele también; predica.<br />Cuestiona luego el deseo del hombre de tener hijos, inquiriendo si ese hombre es que se ha superado o lo desea por puro instinto o por miedo a la soledad. Incita a propagar la raza más lejos y más alto. Debe engendrarse un creador. El matrimonio lo concibe como “la voluntad de dos de crear lo único que está más allá de lo que han creado”. Que no se casen los superfluos, que glorifican su unión superflua. La unión del hombre sabio debe ser con una mujer buena, y no una denigradora. Se debe aprender a amar antes del matrimonio, para asumir tal voluntad y tal matrimonio.<br />De la muerte voluntaria, el filósofo refiere que quien muere a destiempo no supo vivir. La muerte es importante para el hombre, y el superfluo de esto se aprovecha. Debe aprenderse a morir, para ello se debe realizar uno enteramente o morir en combate. Hay para quienes el alma envejece primero, hay quienes siendo viejos son jóvenes de alma. Los que tienen una vida malograda tienen un gusano venenoso en el corazón. Menciona luego a Jesús, y reconoce que este murió muy antes, pero le reprocha no haber huido de su destino. El hombre comprende al fin la vida y la muerte, es el divino negador.<br />Como última parte del Prólogo refiere a la dadivosa virtud. Remite primero al valor del oro en función de su brillo y contempla así a la dadivosa virtud. Todos aspiran a ella, a ese afán egoísta de tener para dar. La degeneración de esta virtud viene cuando ese egoísmo es famélico y solo para beneficiarse a sí mismo. El superhombre es dadivoso porque le aterra el poseer. Esta virtud es el nuevo bien y mal. Ser dadivoso es de la tierra y a ella debe ser devuelta la virtud, eso lo hacen los creadores. De este pueblo de solitarios dadivosos, nacerá el superhombre. Finalmente, deja como última enseñanza que el alumno que respete a su maestro debe hacerse maestro, y cuando ellos lo hagan, será el gran medio día.<br />El primer tema de la segunda parte corresponde a “El caminante”, comenzando el relato en la marcha del personaje a embarcarse a una isla. Reconoce ser un caminante solitario, y un trepador que “asciende” porque no le gusta lo bajo. Menciona nuevamente el efecto del eterno retorno, y menciona que ese viaje es su última cumbre, la más difícil y solitaria, de la que no hay regreso; este sería su viaje más doloroso, pero al llegar a la cumbre y ver el mar a sus pies comprende su destino. Debe descender al abismo, al mar de donde vienen las altas montañas. Se reprocha así mismo su debilidad y amor hacia los monstruos. Proclama que el amor es lo más peligroso para el solitario y lo demuestra llorando por sus amigos.<br />Embarcado ya Zaratustra filosofa entonces de la visión y el enigma. Alaba al aventurero lleno de deseo por el saber y les confiere “la visión del más solitario”, el largo y dificultoso camino “ascendiendo” entre escombros, resistiendo al deseo de volver abajo. Ese deseo es un demonio que susurra al oído que el fin es siempre el eterno retorno. Pero es el valor quien vence a este demonio, porque es el arma que tiene el hombre contra los animales y las fobias al abismo y la muerte. Habla luego del “instante” que es el choque del regreso y del proseguir y desmiente que la verdad es un “círculo”. Se debe ascender con una razón y vencer el eterno retorno. Aquel hombre que venza lo más oscuro que tiene el corazón, será el superhombre.<br />Luego procede a hablar de la Beatitud no buscada. Recuerda con cariño a sus amigos, y sus encuentros con ellos, y los relaciona con su linaje, sus hijos. Concluye entonces que son producto de su creación, y como su creador debe velar porque ellos se fortalezcan y se realicen como lo ha hecho él. Pero para ayudarles, el debe terminar de realizarse a sí mismo, dar el último paso del león; y por eso debió marcharse a pesar de su amor por sus hijos. Su viaje no terminará hasta su realización. Pide entonces que su felicidad les sea dada a sus hijos, pero esta no se aleja de Zaratustra. “La felicidad corre tras de mí. Es que yo no corro tras las mujeres. Y la felicidad es mujer”.<br />Ofrece también una meditación antes de la salida del Sol. Zaratustra habla del sol como su compañero, su amigo y su inspiración. Recuerda todos sus momentos en donde este astro fue su único apoyo, y como la sabiduría la han compartido. El filósofo luego compara a la desdicha del sol con la misma de Zaratustra, las nubles que opacan la visión suya y la luz del Sol. Estas nubes son la duda, el odio y todo lo que retiene a la realización. Dice preferir el mal clima que a las nubes, e igual en los hombres, ya que los hombres “nube” son híbridos vacilantes y cavilosos.” Quien no sabe bendecir debe aprender a maldecir”. La casualidad es una virtud noble, que se le atribuye a todo, dado que es imposible ser del todo razonable.<br />Su siguiente discurso es sobre la virtud que humilla, el cual pronuncia al ver que en su patria todo se había empequeñecido. Declara que los “pequeños” tienen envidia del virtuoso, y su envidia lleva a satanizarle, a tratar de que su figura infunda temor. Le ridiculizan o le ignoran, y si le alaban, es para que les de algo a cambio. Estos desean derribarle. Estos “pequeños” se resignan, son cobardes y astutos, a todo eso le llaman virtud. A quien los mira hacia abajo, le llaman impío, y así debe ser, porque no debe perderse el tiempo con los pequeños. Estos esperan que siempre se les dé y se les ame, por eso el superhombre debe amarse primero a sí mismo. Finaliza condenando esta estirpe y aclamando su final.<br />Zaratustra refiere como su Monte de los Olivos al lugar el hombre sabio medita y se salva mientras que los superfluos perecen a causa del “invierno”, época de mayor fortaleza del solitario. Dice ser celoso de su pobreza que le abriga durante el invierno, y que le gusta mofarse de esta fría época; pero de él ha aprendido el arte y malicia del invierno. Además aprende del silencio, para que este no le traicione; y solo revela en invierno sui frío exterior. Esa es la sabiduría del alma pura y profunda. Por eso el corre y huye de los hombres en invierno a su monte de los olivos, “en el soleado rincón de mi monte”.<br />Del Pasar de Largo, Zaratustra enseña lo siguiente en su encuentro con su imitador que le incita de alejarse de un pueblo que él dice “está corrompido”. El filósofo le espeta que el que vive en una ciénaga se convierte en fango, le reprocha que si él era tan conocedor de los males de ese pueblo, porque no se fue al bosque de vuelta a la tierra. Él ha escogido quedarse allí, para poder quejarse de las inmundicias en vez de solucionarlas. Maldice la ciudad y la condena de perdida. Zaratustra finalmente le dice al loco que cuando no se pueda amar ni odiar, es mejor pasar de largo.<br />Zaratustra se lamenta del estado de los hombres, ya que ahora están cansados y viejos. Su conocimiento ya no avanza y se ha perdido la ambición de aprender. Se excusan en la frase “hemos vuelto a ser piadosos”, pero no son más que cobardes. Y son pocos los que pacientes mantienen la marcha del conocimiento. Aquellos que se llaman piadosos son tránsfugas. Son estos que rezan de nuevo, sabiendo que Dios está muerto y es el demonio quien los lleva a rezar. Estos se dicen beatos y niños, porque rezan de nuevo. Pero esto no causa más que risa a Zaratustra, ya que los dioses ya vieron su muerte, cuando uno se impuso a los demás diciendo que había un solo Dios.<br />Finalmente Zaratustra regresa a su patria, y lanza un discurso al regreso. Menciona que la añoranza que se siente al pisar el suelo del hogar apunta y mira como una madre que después del regaño del abandono conforta la llegada a casa. En el hogar un hombre puede expresarse y ser él y no tener temor. La soledad hace más compañía que el abandono, y el que aspira a ascender es abandonado por quienes le rodean, ningún discurso es válido. Vivir entre los hombres es vivir como un loco que guarda los secretos, hay que disfrazarse para vivir entre ellos. Cuando se vive entre hombres se olvida todo lo que s sabe de ellos, se trata con más dureza y se les tiene compasión. Las montañas ofrecen la libertad de los hombres.<br />Pesa después Zaratustra los tres grandes males, después de reflexionar un sueño que tuvo. Estos males son la voluptuosidad, el afán de dominio y el egoísmo. Define la voluptuosidad como el aguijón que mortifica al penitente, el fuego lento de la canalla, para los libres es inocente y libre; para los abatidos, un veneno dulce. El afán de dominio es el látigo punzante de los corazones endurecidos, un freno perverso, es el destructor de sepulcros; este hace que el hombre se humille, enseña el desprecio y seduce a los puros. El egoísmo es el concepto de “la virtud de quien da”, el egoísmo protege a sí mismo del los conceptos de bien y mal. Los falsos sabios han creado toda clase de definiciones del egoísmo, sin reconocer que ellos mismos lo predican.<br />Zaratustra se declara enemigo del espíritu de la pesadez. El hombre debe aprender a ser ligero para poder volar, todavía es una avestruz, ligera al correr pero hunde pesadamente su cabeza en el suelo. Para alejarse el espíritu de la pesadez, se debe amar a uno mismo, y dejar la vagabundería que representa el amor al prójimo. El espíritu de la pesadez se infunde desde que se imponen el bien y mal en pesados valores; y esto impide el amor a uno mismo. Así el hombre se vuelve camello. Es difícil descubrirse a uno mismo porque este espíritu miente al alma. Quien logra decir este es mi bien y mi mal, ese se ama así mismo. Solo vale la pena esperarse a uno mismo, “porque el camino…el camino no existe”.<br />Habla luego de las Viejas Tablas y la Nuevas Tablas. Describe como las viejas tablas a aquellos valores y morales que han sido impuestos en el pasado a los hombres. Tablas que solo alimentan al espíritu de la pesadez. El hombre cree saber qué es lo bueno y que es lo malo, pero solo el creador puede saberlo, porque el crea su bien y su mal. Las nuevas tablas son las que crean al superhombre. A partir de allí, hace un recuento de sus enseñanzas de la segunda parte del texto, y reprocha a aquellos que entre las nuevas tablas quieren grabar evitar la búsqueda del conocimiento. Critican a los que hacen llamar buenos, “los buenos son el principio del fin”.<br />En La ofrenda de miel, Zaratustra sin darse cuenta a envejecido. Se hacen meditaciones sobre la felicidad y la vida vivida. Zaratustra dice que su felicidad es pesada y no le abandona. Es tiempo ya de subir una nueva cumbre, “para hacer una ofrenda de miel”. Luego se hace llamar un “pescador de hombres”, donde compara la variedad de peces con la variedad de personas. Su cebo es la felicidad propia. Debe hacer subir sus presas hasta él, debe enseñarles. Los hombres deben subir a Zaratustra y esperar “el reino del hombre”.<br />El grito angustioso trata del reencuentro de Zaratustra con el adivinador del cansancio. Este le presagia que pronto su barca va a partir, las nueves suben por su montaña. Le advierte también de del grito de angustia del “hombre superior”; pidiendo ayuda al solitario. Zaratustra le dice que deje de proclamar tristeza y que él buscará a ese hombre superior. Le dice además que endulce su alma, porque estarán ambos alegres esa noche.<br />En su camino en búsqueda del grito, se encuentra Zaratustra dos reyes empujando un burro. Estos hablan entre sí como entre la nobleza todo es falso y podrido. Reconocen que el aldeano debería reinar, pero que el reinado pertenece al populacho. Reconocen incluso que los reyes son falsos y debe aparentar. Los reyes le dicen que ellos también buscan al hombre superior para darle ese burro, para que la chusma no imponga la virtud. Zaratustra les compone una canción y los invita a que le esperen en su casa, mientras él busca ese hombre superior.<br />Después de esto, tropieza Zaratustra con un hombre, al cual trata de predicarle más el hombre no le deja. Cambia su actitud al caer en cuenta que el hombre es Zaratustra. Se presenta como el escrupuloso del espíritu y dice estar estudiando las sanguijuelas. Este escrupuloso ha llegado a comprender que la ciencia no es conocer a la sanguijuela, sino ella misma es el conocimiento. Este hombre desea reemplazar todo por el conocimiento. Zaratustra reconoce la sabiduría en él y le invita a su morada.<br />Luego se encuentra Zaratustra con el encantador, quien se estaba haciendo pasar por un hombre lleno de angustia en tanto recitaba un poema. En un principio Zaratustra le cree, pero luego le reprende, acusándole de falso. El encantador se disculpa, y le dice que no es su culpa ser así, que él simplemente busca al hombre grande; y que en tanto lo hace pretende serlo. Adula a Zaratustra hasta que este mismo le corta. Reconoce que lo único sabio que ha dicho es que todavía no conoce un hombre grande, y le invita a su morada.<br />Posteriormente se encuentra Zaratustra con el último Papa. Anda buscando este a Zaratustra ahora que su Dios ha muerto. Le habla a Zaratustra de cómo le sirvió hasta el fin, y como ahora está sin amo. Revela que este era un dios lleno de misterios, era un dios de amor y juez, pero que su edad lo había hecho blando y que su piedad por los hombres fue lo que le mató. Zaratustra se queja de ese Dios “al que muchas cosas le salieron mal”. El Papa le dice al profeta que es más piadoso de lo que él piensa y le pide pasar la noche en su casa. Zaratustra le dice “que así sea”. Al final reitera que Dios ha muerto.<br />Zaratustra ingresa entonces en el Valle Muerte de la Serpiente. Allí se encuentra con una figura apenas humana. Este hombre era el asesino de Dios. Este explica a Zaratustra que huye de la compasión de los de los hombres, le aconseja al solitario que no siga su camino. Habla de cómo la compasión es una ofensa al pudor. Dice que la verdad es aquello que predicaba aquel que decía “yo soy la verdad”. Justifica haber matado a Dios por no conocer el pudor, y le llama curioso e indiscreto; y dice que el hombre no puede soportar que tal testigo viva. Zaratustra, lo invita a su morada. Habla del amor a sí mismo y del desprecio que este cubre. Cierra con la frase “el hombre es algo que debe ser superado”.<br />Luego Zaratustra sube una cumbre, donde encuentra un hombre rodeado de vacas. Este era un rico que se hizo mendigo de manera voluntaria. Este le dice al solitario que lo hizo porque sintió vergüenza de la riqueza, pero que los mendigos no le aceptaron. Así que se refugió en las vacas, ya que ellas buscan lo dulce y lo suave, igual que él. Zaratustra le invita a su casa a que conozca a sus animales. El mendigo le adula y Zaratustra le reprime, amenazándole de pegarle con su bastón.<br />Su siguiente encuentro es con su sombra, de cual huye Zaratustra al verle. Al cabo de unas cuantas reflexiones de su deber, deja de correr y se encuentra con ella. Pero su imagen no le agradó al solitario. La sombra le dice que le ha seguido a todo lugar donde él ha ido. Le comenta que gracias a él, ha aprendido lo prohibido, lo malo; a destruido lo que amaba, perdido la fe en lo que creía. Dice que desea ahora vivir como le plazca. Se cuestiona a donde irá a parar en el futuro, cuestiona el donde está su morada. Zaratustra la invita a que pase la noche en la suya, y que se vaya antes de que le pese.<br />Posteriormente, Zaratustra aparenta estar cansado de su viaje y en “pleno medio día” se tumba debajo de la sombra de un árbol, dispuesto a dormir. Sin embargo, tiene un conflicto la razón del filósofo con su alma: él desea seguir, pero su alma no desea acompañarle porque se siente cansada. Zaratustra reprocha a su alma por querer caer en lo profundo justo ahora, en el medio día cuando el mundo se ha consumado. Lucha por seguir adelante en el silencio y felicidad del medio día. Finalmente, logra seguir su camino con su alma.<br />Zaratustra decide regresar a su cueva, ya cansado de buscar el origen de aquel grito desesperado. Al llegar a su cueva, oye de nuevo el grito, pero esta vez viene de adentro de su cueva, por lo que entiende que sus huéspedes eran el origen de ese grito. Al verle llegar, los huéspedes se alegran y comienzan a alabarle, pero el filósofo comprende que esos no son los hombres que él esperaba; sino los puentes para que llegaran a él sus verdaderos hombres superiores. Al final, pide a sus huéspedes que sirvan de puente a esos sus verdaderos hijos suyos, y el viejo adivino fue el único que dio señales de hablar.<br />El adivino le pidió a Zaratustra algo de comer y de beber, por su temor a morir de hambre. Los dos reyes pusieron el vino y Zaratustra ofreció dos corderos, y dispuso que todos cocinaran si querían comer. Solo el mendigo voluntario prefirió quedarse con sus tristes alimentos, porque le parecía absurdo que todos cocinaran. Zaratustra les ofrece un discurso en sobre “él y los suyos” y como ellos obtienen lo mejor de una u otra forma. Uno de los reyes le reconoce su sabiduría, pero el burro suyo le arruina el momento. <br />En la cena se hablaba solo del Super Hombre. Zaratustra resume todos los puntos tratados anteriormente. Recuerda la historia de la plaza pública y a su compañero el volatinero muerto. Llama a los hombres solitarios a no acercarse a las plazas públicas. Habla de cómo la muerte de Dios traerá el nacimiento del Superhombre, y que esta debe ser la duda del hombre ¿cómo será el hombre superado? Reconoce que el mal es lo que traerá al Superhombre. Avisa a los hombres que él no es su salvador, sino que él desea que el hombre perezca. Advierte al Superhombre de cuidarse del populacho mentiroso. Los incita a crear solo para ellos y no para el prójimo, porque esos son los falsos valores. Considera a todo lo que ha dado a luz es impuro, así que les pide que ellos no lo hagan. Y así igual que no sigan el camino de la falsa santidad, imposible para el hombre. Se burla de Dios, de su muerte y de su poco amor a los hombres, por lo cual los condena “al pecado más grande” y pide se aparten del camino quienes todavía le siguen. Por último dice que lo más importante es la ligereza, el saber bailar y el saber reír, pero que el Superhombre todavía debe aprender a cómo hacerlo.<br />Dicho esto, Zaratustra sale de su cueva, a tomar aire fresco con sus animales. En tanto el mago aprovecha y habla de que su amor a Zaratustra proviene más de un espíritu maligno que se aguarda en él más que de su admiración. Empieza entonces a tocar con su arpa una canción acerca de la melancolía En ella habla sobre como el camino a la verdad lleva al hombre a ser un poeta solitario, y como se extrañan los dones de la compañía y de la comodidad de antaño; y que el hombre, por más que sobrevuele, vuelve a caer en el principio, pero ahora loco por la sabiduría.<br />Los otros huéspedes cayeron rendidos antes las palabras del mago, solo el escrupuloso del espíritu no se dejó convencer, y desprestigio a os otros hombres superiores por creer lo que el mago decía. El mago trató de acallarle, pero el escrupuloso continuó su discurso. Llama a los otros hombres superiores a que sean diferentes de ese que aclamaba al espíritu de la melancolía. Dice que él venía a buscar más certidumbre al lado de Zaratustra, y proclama a su ciencia como una virtud nacida del temor a las bestias e incluso a la bestia interior. Zaratustra regresa y al oír estas palabras, procede a desmentir al escrupuloso. Pero los otros se burlaron de él siguiendo al mago, y el espíritu maligno se apoderó de quienes le creyeron. Zaratustra les saludó con odio y salió de su cueva.<br />Pero la sombra le rogó que no se marchara, ya que solo él sabía purificar el aire ahora pesado por ellos. Describe esta sombra que hasta esos hombres superiores fueron vencidos por la melancolía y el espíritu maligno, así que se quede con ellos para que les ayude. Habla de las hijas de oriente, encantadoras, pero sin pensamientos. Después recita una canción compuesta para ellas, las hijas del desierto, en donde relata cómo las veía en un oasis recordando siempre a su Europa, y como el aire era puro entre ellas, pero no oían estas las advertencias de la sombra, y al escucharle se ponían melancólicas. Al final de la canción el pide al león de la moral que ruja para él.<br />Al terminar la canción, todos los de la cueva comenzaron a reír a excepción de Zaratustra, quien sentía ganas de burlarse de ellos; mas no lo hizo. Salió de su cueva para ver como el día trataba de irse, y con ellos llevarse el espíritu de la gravedad con él. Reconoce que al menos están aprendiendo a reír, y que con la trampa que él les ha tendido se están convirtiendo poco a poco. Sin embargo, luego entra un silencio y un olor a humo e incienso. Entra el filósofo a la cueva, y los encuentra de de rodillas, rezando en torno al burro, y luego, el más feo de los hombres comenzó a recitar una especie de letanía al burro, a lo que este contestaba con rebuznos.<br />Zaratustra se indigna ante esto y comienza a imitar el mismo al burro. Comienza a reprochar a cada uno de los adoradores por separado, criticándoles por contradecir sus juicios al humillarse contra el burro; pero por sobre todo reprocha al más feo de los hombres, por haber revivido al dios que este mismo había matado. Zaratustra les dice que ellos se estremecen de felicidad por volver a ser niños piadosos, y que por eso entraran al reino de los cielos; pero que el hombre debe buscar el reino de la tierra. Sin embargo, le agradan más ahora que son convalecientes y que inventaron la fiesta del asno. Les pide que la celebren por amor a ellos y en conmemoración de él.<br />Después de esto, salieron todos de la cueva de Zaratustra y se dispusieron a observar la luna y las cascadas cercanas a la cueva de Zaratustra. Cada vez le agradaban esos hombres a Zaratustra, y el más feo de los hombres preguntó que pensaban ellos de eso, y les dijo también que si la muerte llegara al él, él le diría que viviría la vida de nuevo. Y comprendieron todos la transformación que Zaratustra había hecho en ellos, y el e agradecieron, pero este les dice que marchen hacia la noche. Les dice que el mundo es de los hombres superiores, y que la alegría no quiere herederos, quiere eternidad, todo esto entre preguntas que lo cuestionan a él mismo. Finalmente les invita a cantar la canción de Zaratustra donde reafirma que la alegría es profunda y quiere eternidad.<br />Al día siguiente, Zaratustra despierta antes que sus hombres superiores y saluda al sol. Desprestigia a los otros por no estar con él a su lado en ese momento como lo hacían sus animales. No eran ellos los hombres que él esperaba. De pronto un signo se levantó ante él, aves revoloteaban a su alrededor, y él al protegerse introdujo sus manos en la melena de un león que se sentaba a sus pies. Su corazón se transformó en el león, y supo que sus verdaderos hijos estaban cerca. Los hombres superiores se levantaron y fueron a saludarle, pero el león les rugió les hizo huir. Entonces recuerda el filósofo que el mago el día anterior le había predicho que él venía para hacerle cometer su último pecado, que era la piedad ante el grito de angustia de los hombres.<br />Para finalizar, él dice que ya no le importa la pasión ni la compasión que su obra es alcanzar su obra. El león vaticina la llegada de sus hijos y la venida del Gran Medio Día. Y así abandona una vez más Zaratustra su cueva.<br />Aspectos biográficos del autor y contexto de la obra<br />Nietzsche nace el 15 de octubre de 1844 en Rockën, Prusia. Hijo de Carl Ludwig Nietzsche y Franziska Oehler, recibe su nombre a causa de la coincidencia de cumpleaños con el Rey Federico Guillermo IV, rey de Prusia en ese entonces. El mismo Nietzsche (1888) expresa lo siguiente de su cumpleaños “A todas luces había una ventaja en la elección de aquel día para mi nacimiento: a lo largo de toda mi niñez, mi cumpleaños fue un día de regocijo popular” (p. 15).<br />Su padre fue un ministro protestante, y así era deseo de este convertir a su hijo en un pastor también. Nietzsche fue un predicador, pero de su propia filosofía, en donde atacaba la concepción de la moral y el cristianismo tratando de erradicar la tendencia a la mansedumbre del hombre. Su padre murió estando él joven dejando a su madre, a él y a su hermana Elizabeth desamparados. Se trasladaron a vivir con la abuela materna y dos hermanas solteras del padre. Durant (1974) describe a estas mujeres como mimosas para con el filósofo, y que le educaron dentro de un ambiente delicado y sensitivo –meramente femenino–. <br />De niño, tenía un afán por la religión. Sin embargo, poseía él una necesidad de buscar una masculinidad idealizada, basadas en el concepto que él poseía de Dios y la virtud. Su creencia en el Dios de sus padres, duró hasta los dieciocho años, allí cambió su fe hacia “el superhombre”. En 1864, Nietzsche inicia sus estudios sobre teología y filología clásica en la Universidad de Bonn, pero abandonó el curso de teología para estudiar filología con Friedrich Wilhelm Ritschl. En 1865, Nietzsche descubre a Schopenhauer, y se identificó de inmediato con los escritos del mismo. Los lúgubres matices de Schopenhauer en sus obras marcaron el pensamiento del joven filósofo.<br />Fue reclutado en el ejército a los veintitrés, pero una caída del caballo al poco tiempo de empezado su servicio lo sacó de las líneas de ataque. Nunca logró recuperarse de esas heridas, ni de la decepción que tenía acerca de los soldados. De allí se convirtió en doctor de filología e ingresó como a la cátedra de la Universidad de Basilea como filólogo. Estando el Basilea, conoce a Wagner. Sería pronto que Nietzsche consagrara a Wagner como el “Esquilo Moderno”. Su amistad con el músico se extendió por mucho tiempo en donde compartían ciertas ideas acerca de la música y el espíritu. Sin embargo las incongruencias en el pensamiento –sobre todo en cuanto a la religión– los llevaron a momentos tensos. En un intento de solucionarlo, Nietzsche al terminar su obra “Humano demasiado humano”, se lo envía a Wagner, este en respuesta le envía “Parsifal”, una obra para el Viernes Santo. La sensibilidad de Nietzsche se agravó con esto –lo que percibe como insulto– y la amistad allí termina.<br />Después de su ruptura con Wagner, y una decepción amorosa con Lou Salomé, huye de esto escribiendo en contra de las mujeres y se retira a los Alpes, donde sufre “una revelación”. Durant (1974) describe que <br />[…] Ya no amaba ni al hombre ni a la mujer, solo pedía que el hombre fuera superado. […] Ahora su espíritu se levantaba y desbordaba todas sus fronteras. Había un nuevo maestro: Zoroastro, un nuevo dios, el Superhombre y una nueva religión, el eterno retorno […] De esta manera fue que escribió “Así hablo Zaratustra” y lo terminó en aquella sagrada hora en que Wagner entregaba el espíritu en Venecia (p.460).<br />“Así habló Zaratustra” surge en respuesta al “Parsifal” de Wagner. Fue la obra maestra del filósofo.<br />En el libro, el personaje Zaratustra regresa a los hombres después de diez años de soledad, para enseñarles a los hombres acerca de la muerte de de Dios, y de cómo de entre ellos surgirá el “Superhombre (Übermensch)”. Dialoga también de la moral y como el hombre está equivocado en cuanto al bien y al mal. El personaje de Zaratustra es basado en el profeta persa Zoroastro quien funda el mazdeísmo –cuya deidad es Ahura Mazda–. Él enseña una rigurosa creencia en el bien y el mal. Castrillo (2010) comenta en su prólogo de “Así habló Zaratustra” que “su nombre evoca la figura semilegendaria del profeta persa, reformador religioso a que se le atribuye la creación de la primera doctrina moral” (p.13).<br />Este personaje podría venir a ser una parodia, ya que Zaratustra predica la inexistencia de la moral y como el hombre debe crear su propio bien y mal. Esto en contra posición de su original religión Luterana, procedente de Alemania y fundada por Martín Lutero.<br /> Lutero construyó un sistema doctrinal en contradicción con la Iglesia, surgida a partir de su angustiosa búsqueda de la salvación asegurada. Orlandis (1999) describe acerca de la doctrina Luterana lo siguiente<br />[…] la naturaleza humana habría quedado radicalmente corrompida por el pecado. La justificación –dimanante tan solo de la fe– no sería una sanación del interior del hombre, sino una declaración de Dios recubriéndole graciosamente con los méritos de la muerte de Cristo. Las obras del hombre de nada servirían para la salvación (p. 119).<br />El luteranismo sintetiza su pensamiento en cuatro postulados: <br />Sola Gratia: Cristo es el único que puede justificar al hombre, ninguna clase de acción puede llegar a salvarle, no lo salvarán ni sus méritos ni la glorificación de sus obras.<br />Sola Fides: La fe es lo único que nos salva, mediante la gracia de Dios, esto basado en la interpretación de Romanos 1:16-17 “más el justo por la fe vivirá”. <br />Sola Scriptura: La única fuente de revelación y de norma de vida son las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento.<br />Solo Christo: El único fundamento de la fe es Jesús.<br />El luteranismo reúne todos estos elementos en una corriente del cristianismo con una visión muy pesimista acerca del destino del ser humano, y con una irrefutable creencia de que solo la fe conlleva a la salvación. Por tanto, la práctica del luteranismo se ve sujeta a una moral estricta, siguiendo lo establecido por las escrituras y recordando que las acciones no tienen injerencia en la salvación.<br /> Nietzsche a través de este alter ego trata de exponer sus propios pensamientos, en contra de lo enseñado por su familia y la sociedad en general. El luteranismo alemán y el cristianismo en general producen en Nietzsche dos vertientes; una primera basada en la corrupción sufrida por el ser humano, es decir una concepción de que la moral estricta es la negación a la vida; la segunda es la desconfianza natural para acceder a la verdad objetiva en cuanto a la religión.<br />Con respecto a la política, en las obras de Nietzsche pueden percibirse fuertes críticas contra esta, aunque el mismo autor no diera a conocer su inclinación política. El filósofo mantenía que el sistema es signo de una falta de poder íntegra. Defendía que el individualismo en manos de los políticos sería un proceso desastroso, Nietzsche despreciaba el Estado moderno, los socialistas y los demócratas. Habla de pueblo como un “perro de fuego” por mantener sus ideales populares para diferenciarse de otros pueblos.<br />Los escritos de Nietzsche, años más tarde de su muerte, fueron utilizados por la Alemania Nazi como parte de la justificación en la “búsqueda del poder” y la “eliminación de las impurezas de la raza” –basado esto en los ideales de la voluntad del poder y del ya mencionado Übermensch–. Sin embargo, Nietzsche era opositor de los movimientos antisemitas de su época, hecho demostrado en su contrariedad con Warner –este fue uno de los tantos temas en donde difería– y el desprecio hacia el esposo de su hermana; quien le infundió a ella estas creencias. <br />Nietzsche padeció toda su vida de una enfermedad, que le debilitaba y le generaba fuertes dolores de cabeza. Esto le había impedido entre otras cosas, trabajar de seguido por mucho tiempo en la universidad y su eterna búsqueda de lugares donde vivir. Además, comenzó en su edad adulta a desarrollar problemas psicológicos, demencia y complejos de persecución que se plasmaron en sus escritos cada vez más neuróticos. Para el fin de su vida, fue perdiendo la vista y las razones para vivir. Durant (1947) expresa que “el último golpe le sobrevino en Turín, en enero de 1889, bajo la forma de un ataque violento de apoplejía” (p. 496). Fue recluido en un sanatorio mental en Brandes. Años más tarde, su madre lo sacó de allí y vivieron juntos hasta la muerte de la primera. Ahora el relevo de velar por el filósofo lo tomó su hermana. Ella le cuidó hasta el día de su muerte.<br />En su lecho de muerte gozó de la paz que nunca tuvo. “Murió en 1900. Pocas veces un hombre ha pagado un precio tan alto por su genio” (Durant, 1947, p.497).<br />Conclusión<br />Principales ideas del autor en la obra<br />A lo largo de su obra, Nietzsche defiende varios de sus puntos de vista, además, como se mencionó anteriormente, “Así habló Zaratustra comprende las ideas más importantes del filósofo, las cuales se explican a continuación.<br />El Nihilismo<br />El término nihilismo proviene del latín nihil que significa nada. Es una corriente filosófica que sugiere que la vida carece de significado. Friedrich Nietzsche es uno de los filósofos ecuménicos que escriben con base en ideas surgidas de este término. Nietzsche describió la cristiandad como una religión nihilista, ya que evadía por completo la responsabilidad del hombre de encontrar un sentido a la vida terrenal, utilizando como escape buscar las responsabilidades de la vida espiritual, donde no existen ni el sufrimiento ni la mortalidad. Ferraris (2000) dice al respecto que “[…] la doctrina maravillosamente atractiva de un reino que no es de este mundo, una religión de esclavos que terminó por seducir a los ricos […] basado en la fuerza, por el principio de renunciar a la propiedad y amar al propio enemigo” (p. 27).<br />Nietzsche consideraba que este cristianismo nihilista debía de ser superado, ya que este solo trae consigo valores que no pueden sostenerse por sí solos, y la sociedad al verse sin sus pilares previamente establecidos, caería con ellos. La visión religiosa de la época había recibido ya muchos cambios, por el escepticismo filosófico y las nuevas tendencias científicas, además la democracia –otro aspecto nihilista para Nietzsche– generaba cambios en la misma visión religiosa.<br />Es a partir de este descenso de la religión, y apoyándose en los tres momentos nihilistas propuestos por Heidegger, que el filósofo sienta la base de una nueva filosofía, donde el hombre genera primero la muerte de Dios, luego toma conciencia de ello y lo reafirma para finalmente darse cuenta de que él es el responsable de la muerte de su Dios y así aceptar la “Voluntad del Poder”.<br />En el libro, Nietzsche bajo la voz de Zaratustra habla acerca de esta religión nihilista que escapa de las responsabilidades de la tierra, al decir que “pero de ningún modo queremos nosotros entrar en el reino de los cielos: hemos llegado a hacernos hombres. Por eso queremos el reino de la tierra” (p. 300).<br />La Muerte de Dios<br />“¡Será esto posible! ¡Este viejo santo no se ha enterado todavía en su bosque que Dios ha muerto!” (Nietzsche, p. 51), esta es la primera mención en la obra de la afamada frase atribuida al filósofo. A lo largo del texto, la frase es mencionada varias veces y en diferentes contextos; pero siempre dejando el mensaje muy en claro: Dios ha muerto y es el hombre quien le ha matado.<br />Sin embargo, esta frase no significa literalmente la muerte de Dios, sino viene a significar el derrumbamiento del código moral impuesto a los hombres por su supuesta “religión”. Esta muerte de Dios conducirá al hombre al rechazo de los valores absolutos, es decir de la ley que rige universalmente a los hombres, y que conllevará al antinihilismo.<br />Entre las enseñanzas que Zaratustra enseña a sus interlocutores a lo largo de la obra, está que debe ser el hombre quien cree su propia moral, su bien y su mal, y será allí cuando el hombre logre superarse. La moral de los pueblos se ha roto –como se menciona en el discurso de “Las viejas y nuevas tablas”–, y con ellos el hombre ha quedado libre para hacer su propia moral, a lo que él llama la propia virtud.<br />Zaratustra defiende en todo el texto que la virtud de cada hombre es diferente, y que erra quien comparte sus virtudes con el prójimo, ya que la felicidad no viene igual a todos los hombres. Mercado (2003) comenta acerca de esto que “[…] Nietzsche parece decir: tú eres el creador de tus valores, crea pues aquellos valores que te hagan crecer la fuerza y vitalidad, derrumba aquellos que te reprimen la vida o te deprimen” (p. 14).<br />En la obra, existe la importante mención de un personaje: el asesino de Dios conocido como “El más feo de todos los hombres” (p. 241). Incluso el mismo Zaratustra, quien profesa la transvaloración –la voluntad de crear los propios valores–, siente vergüenza al ver a este, quien por sus actos se percibe como un ser deforme y monstruoso. Pero Zaratustra lo percibe luego como un hombre superior, y al final del libro es el primero que muestra el cambio promovido por el profeta.<br />La frase de la muerte de Dios aparece en varias obras del filósofo, sin embargo, en “La Gaya Ciencia”, se encuentra de modo específico y fundamental en la sección de “El Hombre loco”; donde Nietzsche demuestra que el vacío dejado por la muerte de Dios debe ser llenado por el hombre de alguna manera, y de allí es que surge el nuevo “dios” de Nietzsche: el Superhombre.<br />La Voluntad de Poder<br />La voluntad de poder es un concepto utilizado por Nietzsche, con el que describe lo que el filósofo consideraba debía ser el motor principal del hombre. Castrillo (2010) define la voluntad de poder como “la energía creadora de valores que aspiran a solidificarse” (p.35). La voluntad de poder viene a ser el deseo del hombre de crear su propia moral, de desarrollar su propio bien y su mal ahora que no tiene encima al Dios antiguo.<br />Esta voluntad era concebida por el filósofo, no como una característica de los seres, sino como la esencia de estos. La voluntad del poder no es otra cosa más que el ser, todo ser es una fuerza creadora y dominadora; es entonces cuando cae la moral occidental ya que esta no permite la actividad de crear y dominar. Esta característica lleva a la transmutación de los valores, el verdadero fin del hombre; y estos valores no se ven limitados, de allí que el mismo autor proclamara que nada es ilícito y que todo es posible.<br />La voluntad del poder tiene varias formas a lo largo del texto, entre ellas cabe mencionar el amor de Zaratustra de vivir en la naturaleza, entre los animales y los elementos abióticos, donde no hay ni bien ni mal proveniente de los hombres, donde él puede decidir su moral. Para Zaratustra, no es solo importante sobrevivir, sino supra vivir, superar al hombre por medio de la propia voluntad. Segovia (2006), refiere acerca de esto que “la voluntad de poder significa entonces reconocer la naturaleza desnuda del devenir sin falsificaciones sobrenaturales –moral religiosa–” (p. 17).<br />Este término de Nietzsche es de los más controvertidos e interpretados de su obra. Fue a partir de esta idea que los Nazis toman la ideología de Nietzsche y la aplican a su modelo ideológico. Con esta idea frase, los nacional socialistas justifican su búsqueda de la dominación de la raza aria sobre las otras. Además, algunos alemanes como lo fue Alfred Bäumler equiparan la voluntad del poder con la teoría de Darwin aplicado a la sociedad, con lo que argumentaban que la raza aria era el resultado de la selección natural, y por eso merecía el poder sobre los pueblos. Esta interpretación en posterior sería ampliamente criticada por varios filósofos y personas cercanas a Nietzsche, entre ellos Heidegger. <br />Superhombre<br />Nietzsche se propuso llenar el vacío que dejaba la muerte de Dios con un nuevo objeto de adoración: el Superhombre (del alemán Übermensch). Desde un principio, el filósofo expone al hombre como un ser incompleto, pero que tiene como fin ser el puente a la superación de él mismo. Este es aquel hombre que acepta la muerte de Dios y ejerce su voluntad de poder; y de estos dos aspectos logra extraer un impulso de aventura creadora, que terminará de destruir los vestigios de Dios que queden entre los hombres.<br />Al inicio del libro, el mismo Zaratustra muestra al pueblo el superhombre, pero no lo describe como un hombre sabio o de eminente musculatura, lo define como el sentido de la tierra. Lo describe a su vez muy diferente del último hombre, que es aquel que continua bajo el yugo de la moral tratando de armar su felicidad desde abajo. El último hombre busca que se le dé sentido, el superhombre crea su propio sentido.<br />El superhombre, describe Nietzsche, es el producto de la transformación del alma. Esta transformación ocurre en tres etapas:<br />En la primera, el alma del hombre se convierte en el alma del camello, que sencillamente se tumba en el suelo esperando que se le ponga una carga cada vez más pesada. Esta alma responde al “tu debes” impuesto por la moral.<br />La segunda transformación radica en la conversión del espíritu del camello en el león, en el espíritu del “yo quiero”. Solo el león puede vencer al temible “yo debo” representado con un dragón.<br />Si el león vence al dragón, este debe pasar entonces por la última transformación, la transformación al espíritu de niño. El león no tiene la inocencia que tiene el niño, que le infunde un ánimo de crear y fortalecer lo que él ha hecho.<br />Paralelo a esto, Segovia (2006) establece un paralelismo con los tipos de hombres descritos por el filósofo<br />Tal como hemos visto hasta ahora, hay una transformación que va del camello, al león y al niño; hay una transformación paralela que va desde el último hombre, al hombre superior y al superhombre. Lo importante en esa transformación es el cambio de perspectiva que se tiene que producir, el concebir la voluntad de poder en su faceta afirmativa. (p. 16).<br />Ambas transformaciones mantienen la misma secuencia de significado; en la primera fase suponen al hombre que ama su propia destrucción y como este perece por quererlo así, en segundo lugar se da la afirmación del cambio para llegar finalmente a la última fase, la aceptación del cambio y la venida del superhombre.<br />Para Zaratustra, el Superhombre es aquel que ha subido las más altas cimas, y puede ver a los hombres desde abajo. Es aquel que ya no se mueve por la compasión al prójimo, sino por sus propias pasiones y voluntades. Es entonces el Übermensch aquel hombre que ha roto el nihilismo para superarse.<br />Al final de la obra, Zaratustra cree haber hallado a los posibles superhombres, pero la prueba del león le demuestra que su búsqueda está inconclusa; en el texto, se expresa de la siguiente manera “El león ha venido, mis hijos están cerca, Zaratustra ha madurado, ha llegado mi hora […]” (p.313)<br />Eterno Retorno<br />“¡Oh Zaratustra, tú piedra de sabiduría! ¡Te has arrojado a ti mismo hacia arriba, más toda piedra arrojada tiene que caer!” (Nietzsche, p. 128).El eterno retorno es parte de la filosofía nietzscheana, donde la sucesión de eventos no es lineal, sino cíclica; es decir las acciones están predeterminadas a regresare al punto de origen.<br />La doctrina del eterno retorno es la enseñanza más oscura de Zaratustra. El eterno retorno es la suprema afirmación de una voluntad aceptada sin temores, y solo esta se puede decir que realmente se quiere así misma. El eterno ciclo de creación-destrucción es lo que afirma la voluntad creadora. Todos los proyectos están determinados a tener una fecha de expiración. De allí surge la duda ¿para qué crear valores que pronto se destruirán? Con esto se desprende un concepto bastante cercano al eterno retorno, que es el amor fati (el amor al destino). Quien ama su destino no tiene miedo de volver a vivirlo, ese es el superhombre, el que está dispuesto de decirle a la muerte “¿esto era la vida? ¡Bien! ¡Otra vez!” (Nietzsche p. 308).<br />El eterno retorno no debe tomarse a la ligera según Zaratustra, ya que tras este hay una eternidad de sucesos que ocurrirán de nuevo. Estos eventos del pasado persiguen al hombre, ya que su futuro está en su pasado y viceversa. Esto puede representarse con el pastor que tenía una serpiente en su garganta, que se libera de ella al morderle su cabeza; en otras palabras cuando deja de tenerle miedo al retorno de los eventos y los acepta.<br />Gran Medio Día<br />Nietzsche sitúa su creación filosófica en tres partes del día: el amanecer, el medio día y el atardecer. “Así habló Zaratustra” pertenece a el Gran Medio Día, junto con todas las ideas propuestas por el autor durante la obra.<br />De manera casi irónica, el mismo Zaratustra predica la venida del Gran Medio Día, que es la venida del superhombre, aquel que acepta la voluntad del poder y el eterno retorno, quien ha vencido el nihilismo y asumido la muerte de Dios. El pleno medio día es, como describe el mismo profeta, la consumación de su vida, es el paso al fin último que es el superhombre.<br />Crítica<br />“Así habló Zaratustra y abandonó su cueva, fuerte y ardiente como el sol de la mañana que surgía de las sombrías montañas” (p. 313). La frase final del libro encierra un enigma al dejar al lector de la espera de la respuesta de si Zaratustra ha logrado encontrar al superhombre.<br />Las ideas expuestas por Nietzsche en el libro “Así habló Zaratustra”, son sin lugar a dudas una revolución en la manera de pensar de occidente. No solo realiza una crítica a todo el sistema moral y ético profesado en estos lugares, sino que además revela el supuesto sendero de lo como debería vivirse para llegar a ser hombres plenos y felices. Sus ideas controvertidas, sus alarmantes afirmaciones y su estilo expresivo convierten este alter ego de Nietzsche en el clímax de su filosofía; dejando el legado de las ideas del filósofo en una redacción poética y simbólica.<br />Es un deber de quien lee la obra, tener la mente abierta a aceptar lo propuesto por el autor, con el fin de entender el contexto en que se escribe y con qué intención se redactó. A su vez, es importante resaltar que los simbolismos utilizados por Nietzsche son altamente complejos, por lo que el texto puede tener diferentes interpretaciones para cada lector y dejar una enseñanza distinta a cada quien.<br />La sociedad actual ha presentado un devenir de los valores, presentando sociedades cada vez más instintivas y que se rigen menos por las acciones morales y por la religión que estos profesen. Muchas de las veces no se respetan las leyes, y el problema crece con rapidez lo cual evita que se puedan tomar acciones al respecto. Nietzsche tenía esa idea en su mente, al describir el nihilismo cristiano en su contexto.<br />La carrera de la supervivencia cada vez se vuelve más reñida, los seres humanos trabajan desesperadamente por obtener los más y mejores recursos, dejando a un lado al prójimo en todos los sentidos. Tal vez, si el ser humano buscara la verdadera superación; la sociedad evolucionaría de manera pareja. Cada hombre podría buscar su propia felicidad. Por otro lado, la formación de una moral propia para cada quien es una idea seductora, que pareciera ser la solución a los conflictos, ya que cada uno determinaría donde calza su mal y su bien. Sin embargo, una sociedad sin conflictos es un concepto utópico, ya que dentro de la naturaleza humana se encuentra el conflicto.<br />A consideración del autor de este ensayo, la línea ideológica descrita por Nietzsche en el libro estudiado, es una que vale la pena estudiar detenidamente. Desde el punto de sátira de Nietzsche de utilizar un alter ego proveniente del profeta que origina el mazdeísmo, Zoroastro quien fue primero en utilizar el concepto de moral, y transfigurarlo en el derribador de la misma, Zaratustra el impío; hasta la concepción de una religión purista, la cual no deja al hombre ser feliz y completo, son ideas que calzan y hasta dan explicación de algunas incógnitas que se han mantenido para el autor.<br />La enseñanza más grande de Zaratustra tal vez sea que el ser humano no es perfecto, que está sometido a múltiples características innatas del hombre –tanto positivas como negativas– que lo convierten en quien es en el presente. Por otra parte, la superación es posible, pero depende de la voluntad de cada quien asumir los retos de el ascenso. No es una meta imposible si se tiene la voluntad verdadera, a palabras del autor “la felicidad del hombre tiene por nombre yo quiero” (Nietzsche, 2010, p. 78).<br />Referencias<br />Libros<br />Castrillo, D. (2010). “Introducción” en Nietzsche, F. (2010). Así habló Zaratustra. (1° ed.) México D.F., México: EDAF.<br />Durant, W. (1974). Historia de la Filosofía: De Kant a William James y los pragmatistas americanos. (2 ª ed.) (2 vols.). Buenos Aires, Argentina: Joaquín Gil.<br />Ferraris, M. (2000). Nietzsche y el nihilismo. (1 ª ed.) Madrid, España: Akal S.A.<br />Gutiérrez, R. (1992). Introducción a la filosofía. (1 ª ed.). Naucalpan, México: Esfinge.<br />Mercado, M. (2003). Friedrich Nietzsche: La muerte de Dios. (1 ª ed.). México D.F., México: Universidad Nacional Autónoma de México.<br />Nietzsche, F. (1888). De mi vida. Escritos autobiográficos de juventud. (2° ed.) Madrid, España: Valdemar.<br />Nietzsche, F. (2010). Así habló Zaratustra. (1° ed.) México D.F., México: EDAF.<br />Orlandis, J. (1999). Historia breve del cristianismo. (6 ª ed.). Madrid, España: RIALP S.A.<br />Savater, F. (2001). Fernando Savater: Grandeza y miseria del vitalismo. (1 ª ed). México D.F., México: Universidad Iberoamericana.<br />Páginas Web<br />Pifarré, L. (2010). Nietzsche y el Cristianismo. Recuperado el 22 de febrero de 2011, del sitio web: http://www.mercaba.org/Filosofia/Nietzsche/nietzsche_10.htm <br />Pinzón, A. (2010). El Nietzsche de Deleuze. Recuperado el 22 de febrero del 2011, del sitio web: http://www.galeon.com/filoesp/ndeleuze.htm<br />Roca, L. (2008). Nietzsche y la política. Recuperado el 22 de febrero del 2011, del sitio web: http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2008/05/luis–roca–jusmet–nietzsche–y–la–poltica_1972.html <br />Segovia, J. (2006). Historia de la Filosofía: Nietzsche. Recuperado el 26 de marzo del 2011, del sitio web: http://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:NWd2-muhgp8J:www.infonegocio.com/jsegoviap/historiadelafilosofia/nietzscheensayo.doc+la+voluntad+de+poder+nietzsche&hl=es&pid=bl&srcid=ADGEEShVPzacFsqt2OZXtkwatCEcIxpnSye0Kg8_TnDXL71Aea_XqVlCa0SMK7Qc6YWye6ItryEyfZHTBYbiKow6ilPtR811GKiDP4GWRRM_bxjJI0dtwBRoLaRyePW2FQGuvulYNj6s&sig=AHIEtbTeH1lxSRKxljawpBe7XdOrFBm-LA&pli=1<br />