La revolución cubana dependió económicamente de la ayuda de la Unión Soviética y Venezuela, pero ambos colapsaron económicamente y ya no pueden apoyar a Cuba. Por lo tanto, Cuba se vio obligada a aprobar una nueva ley de inversión extranjera en 2014 para atraer inversiones de empresas multinacionales y así fortalecer su desarrollo económico y social, a pesar de haber antagonizado el capitalismo en el pasado. La ley ofrece garantías a los inversionistas extranjeros mientras mantiene la soberanía