2. sontodostérminoseideasquenos
reflejanquenosencontramosfrente
aunasuntodramáticamente
polarizado.
Es muy difícil pensar y escribir sobre el aborto,
porque es un tema que, más que pensarse, se
siente, y se siente normalmente sólo de dos
formas y puntos de vista mutuamente
excluyentes:
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«Conjunto de
células»
«ser humano»
«producto»
«persona»
«interrupción
del
embarazo» «asesinato»
«derecho a
decidir»
«sí a la vida»
«maternidad
deseada» «maternidad
por naturaleza»
«12
semanas»
«concepción»
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¿Por qué es esto así? ¿Por qué no puede haber diálogo y cada
contraparte está tan absolutamente segura y cerrada en su
forma de ver e interpretar las cosas? Es posible que este
carácter de «irreconciabilidad» se deba a que, en realidad,
ambas partes debatientes no son del todo francas en aspectos
esenciales de la materia. ¿Y cuáles son estos aspectos?
El Aborto
6. En otras palabras, los proabortistas yerran al decir que un cigoto y un
embrión no es un ser humano, y los providistas piensan demasiado
abstractamente al decir que bajo ninguna circunstancia es lícito abortar.
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7. Comencemos por explorar brevemente la
cuestión de la innegable naturaleza humana y
personal del cigoto y del embrión.
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9. Asimismo, sabemos que este nuevo ser
es un organismo ontológicamente
diferenciado de su madre y de su padre,
puesto que está compuesto por la unión
de los 23 cromosomas proporcionados
por el espermatozoide y los 23
cromosomas proporcionados por el
óvulo. Este nuevo ser posee, pues, un
genoma propio, al tratarse de un
organismo programado en virtud de su
ADN, que lo hace único y singular.
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Ahora bien, nadie puede dudar que este nuevo ser es un
ser vivo que pertenece a la especie humana, pues para
ello basta con corroborar el número y la naturaleza de sus
cromosomas. En la generación de los seres vivos las leyes
biológicas son fijas: de un perro nace un perro, de un
gato nace un gato, y de un hombre y una mujer no puede
nacer más que un ser humano. Hasta aquí biología
básica. Pasemos ahora a la parte filosófica del asunto.
11. En el desarrollo de un embrión, por
poner un punto de partida, lo que
podemos observar y constatar es que
no hay cambios o mutaciones en la
especie, sino una continuidad de la
misma, por la cual, como dijimos, este
embrión humano se desarrolla
eventualmente en un hombre adulto y
no en otra cosa. Esto significa que lo
que observa tanto el biólogo como el
filósofo es que en el desarrollo de un
embrión hasta llegar a ser un hombre
adulto no se da un paso de una esencia
a otra, que sería el caso si realmente un
cigoto o un embrión no fueran más que
un “conjunto de células”.
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12. Claro que un cigoto o un embrión es un conjunto de células. De
hecho, todos somos un conjunto de células, e incluso podemos
llegar más lejos y decir que somos un “conjunto de átomos”.
Pero la forma en la que este conjunto de células están
dispuestas, estructuradas y, por tanto, programadas, es lo que
hace toda la diferencia. Pues, si se afirmara que de un conjunto
de células no-sintientes surge un ser humano, se estaría
diciendo que un humano sale de algo no-humano, lo cual es un
absurdo error lógico y ontológico.
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13. Un humano no puede venir o proceder más que de
algo humano, lo que demuestra que el cigoto y el
embrión desde un principio forzosamente tiene que
ser un ser humano, si bien en una etapa temprana o
inicial de su desarrollo. Porque afirmar que un
embrión no es un ser humano, pero que un feto o
un bebé sí lo son, sería tanto como decir que una
persona de 30 años es más persona que un niño
sólo porque se encuentra en una etapa superior y
más desarrollada del devenir biológico humano.
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14. Sin embargo, alguien podría alegar que
una persona es una persona porque
“siente”, o que una persona es una
persona porque “piensa”, y que como un
cigoto no siente ni piensa, por tanto, éste
no puede ser considerado como una
persona. A lo que podemos responder
con la siguiente pregunta: ¿Un perro es
un perro porque ladra o ladra porque es
un perro? O, dicho de otra manera: ¿Lo
que hace que un perro sea un perro es
que ladre o lo que hace que un perro
ladre o pueda ladrar es justamente el
hecho de que es un perro?
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15. Pues bien, un perro no es un perro porque ladra,
sino que un perro ladra justamente porque es un
perro. Y lo mismo sucede con la persona: una
persona no es una persona porque siente o razona,
sino que siente o razona porque es una persona,
porque esa capacidad ya está en su esencia, en su
naturaleza; por lo tanto, no es su capacidad de sentir
y razonar lo que le da su naturaleza, sino que es su
naturaleza (o ADN, si lo queremos ver
biológicamente) la que le da su capacidad de sentir
y razonar.
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De esta manera, aunque un individuo de la especie humana no
manifieste todavía sus capacidades de sentir y razonar, yo sé que este
individuo es un ser humano porque posee una «naturaleza humana».
18. En dado caso sería más honesto decir que las mujeres tienen
derecho a decidir sobre su cuerpo y sobre lo que yace en su
cuerpo, lo cual lamentablemente implicaría que, como no hay
otra forma en la que suceda un embarazo más que estando un
feto dentro del vientre de su madre, una mujer tendría
entonces el derecho a decidir estar “vacía” o “liberada” de
todo huésped, aunque este huésped no tenga la culpa de ser
un huésped, porque esas cosas las dictaminó la Naturaleza en
su “sabiduría”, y nadie decidió que estas cosas sean como son,
ni la madre ni el hijo.
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Con todo lo dicho basta para demostrar por qué razones, desde
el momento de la concepción, biológica y filosóficamente un
cigoto es un ser humano. Pasemos ahora al siguiente punto:
¿Qué podemos decir acerca de la idea de que «en ninguna
circunstancia es lícito abortar»?
20. Quizá lo primero que debemos señalar sobre
este punto es que la decisión acerca de si
realizarse o no un aborto —sabiendo que se
trata de un ser humano “con todas sus
letras”— debe corresponder principalmente,
antes que a otra persona, a la mujer que
está viviendo y sufriendo esa situación en
carne propia.
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21. Claro que lo ideal sería que nunca se tuviera que llegar a
cometer un aborto, básicamente porque por medio de él una
persona inocente es eliminada por algo que no es su culpa
(ser no deseado (a), proceder de circunstancias horrorosas,
desafortunadas, complicadísimas, etcétera).
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Pero, por otro lado también parece ser cierto que no podemos exigirle a
una mujer que absolutamente bajo ninguna circunstancia debería
atreverse a abortar, porque sencillamente no podemos saber toda la serie
de problemas, situaciones y angustias por la que una mujer pudiera
realmente estar pasando, y que la lleven a concluir que es mejor que su
hijo (a) no venga a este mundo solamente a tener una vida llena de
sufrimientos, problemas y carencias.
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Sin embargo, es verdad que no todos los abortos suceden bajo este tipo
de circunstancias tan abrumadoras, como pueden ser: violaciones,
situaciones de extrema pobreza y/o un ambiente de grave violencia
intrafamiliar. En muchas ocasiones los abortos se practican simplemente
porque el hijo no estaba planeado o no era deseado, por lo cual no deja
de ser triste y lamentable que una vida humana pueda valer tan poco
como para que alguien esté dispuesto a eliminarla por razones o motivos
que no se corresponden con ninguna clase de situación límite.
24. Cuando se trata de este tipo de casos en los que en realidad no
hay situaciones extremas de por medio, siempre habrá una
mejor opción que la muerte, puesto que lo mínimo que se
esperaría es que hubiera cierta proporcionalidad entre la
gravedad de la decisión y la gravedad de la circunstancia.
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Ahora bien, esto no significa de ninguna manera
que la criminalización de la mujer que decide
abortar deba ser una vía de solución a este
problema, debido a que, además del hecho de
que no podemos ser jueces objetivos de las
razones personales que llevan a una mujer a
decidir algo tan complicado, nuestro Sistema de
Justicia no es ni un «sistema» ni es «justo», sino
que es un caos lleno de escándalos e
irregularidades donde casi siempre los más
desprotegidos y vulnerables son los que pagan el
precio más alto. Esto sin mencionar el tan obvio
pero relegado hecho de que, para que exista un
embarazo, debe haber un hombre involucrado.
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Así que, en dado caso, si quisiéramos ser “justos”, la criminalización
también debería aplicar para el padre que incita o apoya la idea de un
aborto.
Finalmente, quizá algo que nos debería de preocupar igual o incluso más
que el aborto son las personas que ya nacieron y no tienen una familia. Si
no estamos dispuestos (as) a subsanar una de las desgraciadas vidas que
ya existen y están ahí frente a nosotros, deberíamos de cuestionarnos
realmente si sólo nos interesa la «vida» de forma teórica y abstracta, y no
real y concretamente.