La crisis de la educación es parte de una crisis global más amplia del sistema occidental. La revolución industrial y el surgimiento de la sociedad de masas debilitaron las instituciones sociales tradicionales que transmitían valores a los jóvenes, dejando esta tarea principalmente a los sistemas educativos formales. El desarrollo posterior del capitalismo corporativo globalizado ha mercantilizado la cultura y el conocimiento, convirtiendo a las universidades en fábricas de profesionales y trasladando la investigación a manos de grandes corporaciones. Esta crisis global también
Contextualización y aproximación al objeto de estudio de investigación cualit...
Crisis educativa, reflejo de la crisis global
1. Crisis de la educación, uno de los múltiples rostros de la
crisis global
Miguel Guaglianone *
Siendo este un fenómeno tan complejo, y teniendo por objetivo esta
reflexión ir desde la crisis educativa, a nuestra crisis global y sus
alternativas, haremos solamente una breve mención de distintos aspectos
de la crisis educativa y de aquella de generación del conocimiento que la
acompaña.
Los problemas de la educación en nuestra sociedad actual tienen a nuestro
entender un origen temprano. Los grandes cambios producidos por la
revolución industrial y sobre todo por la llegada de la sociedad de masas y
el desmesurado crecimiento de la población urbana en nuestra cultura a
principios del siglo XX, trajeron entre otras consecuencias el quiebre de
instituciones sociales tradicionales (familia ampliada, comunidades
provinciales, centros cívicos, comunidades religiosas) y el nacimiento de
nuevas formas de interrelación social. Si entendemos por educación, -en
una definición amplia- al proceso e instituciones por los cuales toda
sociedad se encarga de proporcionar a niños y jóvenes las pautas,
conocimientos comunes y valores sociales colectivos, vemos que
precisamente esas instituciones que colapsaron y tendieron rápidamente a
desaparecer, eran las que en la sociedad tradicional cumplían este rol.
Con el progresivo colapso de estas instituciones, la introducción de niños y
jóvenes a la sociedad quedó en manos de los sistemas de enseñanza, que
hasta aquel entonces, y prácticamente desde la Edad Media, venían
encargándose sobre todo de proporcionar a determinados estamentos
sociales conocimientos específicos para el desempeño de labores
determinadas. Estas instituciones sociales no estaban en capacidad, con
sus estructuras, métodos y sistemas, de cumplir con objetivos que las
desbordaron. Esto fue percibido tempranamente por diferentes
educadores y filósofos, quienes intentaron desarrollar nuevos modelos
educativos que pudieran enfrentar la situación. Algunos ejemplos en la
larga lista de estos pioneros van desde la temprana María Montessori,
pasando por Ovide Decroly o John Dewey, hasta la experiencia de
Alexander Neill en Summerhill que tuvo su mayor difusión a fines de los
años sesenta.
Mientras fue avanzando el siglo XX, la sociedad de masas naciente se fue
transformando en sociedad de consumo, sobre todo luego de terminar la
2. Segunda Guerra Mundial. El progresivo desarrollo del originario sistema de
producción capitalista industrial hacia un nuevo sistema que permitiera la
producción masiva abastecedora de esa sociedad de consumo, y las
modificaciones estructurales que esto produjo en las sociedades de los
países centrales (sobre todo en los EUA) implicó también nuevos cambios
que dieron una nueva faceta a la crisis educativa. Por ejemplo, la necesidad
de disponer de cantidades ingentes de individuos de mayor capacitación
para abastecer las necesidades tanto la industria como de los servicios en
creciente expansión, fue convirtiendo a las universidades, en fábricas cada
vez más estandarizadas productoras de progresivos volúmenes de
profesionales técnicos, abandonando su rol (que mantenían desde la edad
media) de instituciones sociales creadoras y atesoradoras de
conocimiento. En este complejo proceso las universidades fueron
perdiendo sobre todo su capacidad de investigación, mientras el
capitalismo productivo fue convirtiéndose en las cercanías de los tres
cuartos del siglo pasado, en el actual neocapitalismo corporativo. Fueron
apareciendo entonces fenómenos actuales que continuaron afectando la
educación y el conocimiento.
1. La acumulación de poder y capital trajo el crecimiento en poder y
tamaño de las grandes corporaciones, que se han ido transformando en las
verdaderas dueñas del planeta, así como el advenimiento de la globalización
que intentan imponer. Ellas se fueron haciendo cargo de la investigación y
producción de nuevo conocimiento, llevando estas actividades a estar
orientadas específicamente al lucro. Las consecuencias han sido muy
graves, como por ejemplo el desarrollo desbordado de la tecnología como
un fin en sí misma y la pérdida progresiva de la creación de nuevos
conocimientos cualitativos (ver Daniel Bell). Hace ya prácticamente más de
seis décadas que no se producen descubrimientos fundamentales ni nuevas
teorías generales (con consabidas excepciones como la Teoría del Caos o el
desarrollo de las Ciencias Sociales). Esta es otra faceta de la crisis
general que está relacionada directamente con la educación.
2. Este mismo proceso y el predominio absoluto de la lógica del capital
corporativo y el lucro, ha provocado una tendencia hegemónica, sobre todo
a partir del predominio mundial desde los años 80 de lo que hemos llamado
la propuesta neoliberal, que es la mercantilización de la cultura. Ya no
basta con producir bienes de consumo masivo tradicionales, es necesario
conseguir nuevos “productos” para ampliar los mercados y las ganancias en
su producción y comercialización. Los hechos culturales son estos nuevos
“productos”, que por supuesto estarán “elaborados” en forma industrial
para su mayor rentabilidad. No solo el conocimiento (que además se
protege con un sistema de marcas, patentes y “propiedad intelectual”
3. controlado por las corporaciones) sino todas las demás actividades
culturales, como la producción de música o de publicaciones, para no hablar
de la producción tanto de las artes más tradicionales como de los lenguajes
audiovisuales.
3. Dentro de esa desenfrenada carrera por convertir todos los hechos
humanos en mercancías comercializables, el proyecto neoliberal incluye la
“privatización” (la conversión de su operación en un negocio en manos de
empresas privadas) de todos los servicios sociales. Para ello debe
propender a quitar al Estado funciones tradicionales, para así poder
manejar los servicios públicos (agua, telecomunicaciones, energía), la
Seguridad Social, la Salud Pública, las cárceles, la producción agropecuaria
(a través de los transgénicos y los monoculitivos industriales) y por
supuesto la educación. Una nueva variable que alimenta la crisis educativa,
la conversión de sus instituciones a todo nivel (desde el preescolar al
postgrado universitario) en rentables empresas de negocios.
La Crisis global
Baste entonces lo expuesto para apreciar como la crisis sistémica de
nuestra educación contemporánea es parte de la crisis general de todo un
sistema, que sospechamos que va aún más allá de lo que algunos definen
como “crisis del capitalismo” Nuestra sospecha es que estamos viviendo un
proceso de quiebre y desmoronamiento que por estar motorizado por lo
cultural, más que por lo puramente económico, se refiere a un derrumbe de
propuesta civilizatoria. Quien parece estar colapsando, más que el sistema
capitalista, es la Cultura Occidental y Cristiana.
Esta civilización que naciera en Europa, y a partir del Renacimiento
comenzara una expansión inusitada por el mundo, apoyada en el desarrollo
de las ideas racionalistas que llevaron al desarrollo de la ciencia, en el
crecimiento desmesurado de una tecnología utilitaria basada en ella, y en
la secularización de su cultura, que abandonando la contemplación religiosa
promovió el individualismo, el logro y la conquista del mundo; parece estar
llegando en este principio del siglo XXI a los límites finales de su
crecimiento.
Todo el sistema parece estar desmoronándose. Ya a fines de los años
sesenta aparecieron los primeros síntomas. Los movimientos sociales, las
protestas, la crisis petrolera, constituyeron los primeros indicios
generales y evidentes de que las propuestas que intentaban imponerse al
mundo estaban siendo cuestionadas, no solamente desde la periferia, sino
desde los mismos países centrales.
4. La respuesta agresiva por parte del poder establecido, conjuntamente con
la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, le permitieron al
sistema generar la “primavera neoliberal” de los años 80. Habiendo
eliminado las resistencias de las décadas anteriores, algunas veces a
sangre y fuego como en nuestra Latinoamérica con la imposición en serie
de terribles dictaduras militares apoyadas por los poderes centrales,
habiendo apagado las protestas en el centro del sistema con un cierto
“éxito” del Estado de Bienestar y la ilusión del consumo como panacea de
vida impuesta a través de un sistema cada vez más corporativo de medios
de comunicación, o promoviendo sangrientas guerras de conquista, durante
casi veinte años el mundo pareció encaminarse hacia los anti-paraísos
profetizados por “1984” o “Un mundo feliz”, bajo la tutela de una
presencia hegemónica y totalizadora.
Las nuevas alternativas
Sin embargo, ya a partir de la última década del Siglo XX, las cosas
parecieron tomar otro cariz. Comienzan a aparecer en el panorama global
nuevas alternativas, que no solo son ajenas a esa propuesta globalizadora,
sino que se le enfrentan con cada vez mayor éxito.
El mundo islámico se va convirtiendo en un problema para el control
central. Problemas que van desde la caída del Sha de Irán y el
advenimiento del régimen de los Ayatolá, a la sucesión de gobiernos que se
han resistido a ser manejados por los intereses de las potencias centrales
y las corporaciones transnacionales, algunos de ellos como el de Irak o el
de los Talibanes en Afganistán, que fueran apoyados y promovidos por los
propios EE.UU. y que se convirtieron en sus opositores u otros como el de
Libia (al que hoy se le quiere hacer pagar bien cara su rebeldía) que fueron
producto de movimientos nacionalistas propios.
Es bien curioso lo que sucede con el Islam. En el año 1964 tuvimos la
oportunidad de escuchar una conferencia del gran historiador británica
Arnold Toynbee, en la cual entre otras cosas el decía que la situación de
Occidente con el Islam no estaba todavía definida. Que por su
conocimiento en el tema, cuando entre dos civilizaciones sucedía lo que
aconteció entre estas, que una avasalla a la otra, la historia presentaba
tres alternativas posibles: a) La civilización avasallada era absorbida por la
otra y desaparecía b) La civilización avasallada conquistaba el alma de su
agresora y la impregnaba de sus valores, o c) La civilización avasallada
resurgía de sus cenizas y derrotaba a su agresora. Los hechos actuales
parecen destacar la última alternativa.
Respecto al Lejano Oriente, lo que en un principio durante los 80 preocupó
a Occidente, el desmesurado crecimiento de la capacidad productiva y
5. competitiva de aquellos a los que se llamó los “tigres asiáticos” que sin
embargo fue controlado por los poderes centrales a través de una mezcla
de presión política y apoderamiento por parte del poder corporativo de las
riendas de la producción, hizo eclosión con la explosión de desarrollo
industrial y económico de China. Allí emergió entonces quien es hoy la
nación que parece estar comandando los destinos económicos del planeta.
Que el motor principal que produjo este fenómeno es cultural, no es difícil
de apreciar. A pesar de que las corporaciones se han instalado en China, el
control económico sigue en manos de su gobierno. Y no es ninguna
casualidad, que una misma nación haya producido en dos épocas diferentes,
con distintas tecnologías y con regímenes políticos distintos las dos únicas
obras humanas que pueden verse a simple vista desde el espacio (La Gran
Muralla y la Represa de las Tres Gargantas), el secreto parece estar en
sus características sociales y culturales.
Y finalmente, lo que nos toca más de cerca y de lo cual somos
protagonistas, es el nuevo rol que está empezando a desempeñar nuestra
región latinoamericana en el contexto internacional. En los últimos tiempos
nos hemos convertido de aquellos que Mao Tsé Tung llamara “el patio
trasero del imperialismo”, en un conjunto de naciones que comienzan a
orientarse hacia una nueva forma de vida, con una visión integracionista
que rescata los sueños de las gestas independentistas de hace doscientos
años y de los hombres que las llevaron adelante. No es necesario exponer
aquí lo que hoy para nosotros es noticia cotidiana de este proceso, basta
con mencionarlo como una de las nuevas perspectivas.
Y el escenario final que estamos viviendo tiene sobre todo que ver con el
resquebrajamiento del sistema económico-financiero que intenta controlar
el planeta. A partir de la crisis financiera que comenzara en los Estados
Unidos en el 2006 con el estallido de la “burbuja hipotecaria”, una
progresiva espiral decreciente parece ir marcando la caída del sistema,
que había llegado a absurdos tales como que más del 70% del dinero que se
generaba provenía no de lo producido sino de la pura especulación, o de una
concentración de capital que hace que por ejemplo el 1% de la población
mundial maneje casi la mitad del capital global. A pesar de todos los
esfuerzos hechos por los gobiernos centrales para detener esta caída, ella
se ha ido convirtiendo ya en casi una década en indetenible. Claro que
mientras tanto todo parece colapsar, las grandes corporaciones son
financiadas por esos gobiernos y presentan unos márgenes de ganancias
cada vez más disparatados.
Esto está acompañado por la progresiva aparición de movimientos sociales
que convulsionan el ámbito internacional. No sólo lo que se ha dado en
llamar la “primavera árabe”, donde las protestas masivas en Medio Oriente
6. y el Magreb no sólo han tumbado varios gobiernos tradicionalmente
autoritarios, sino que siguen haciendo presión por cambios sociales, sino lo
que ahora se nombra como “indignados”, movimientos sociales de protestas
generalizadas en los países centrales, en respuesta al colapso del Estado
de Bienestar producido por la crisis financiera y las medidas de gobiernos
y entidades transnacionales de control económico (FMI, Banco Mundial,
Banco Europeo) que cargan sobre los ciudadanos el peso de la crisis
económica.
Este es a grandes rasgos el panorama internacional analizado desde una
perspectiva general.
Conclusiones
Si este enfoque tiene en alguna medida una perspectiva correcta, podemos
establecer ciertas conclusiones provisionales:
1. La crisis general que estamos viviendo tiene un carácter profundo, que
va más allá del derrumbe del sistema económico. Lo que está en juego es la
validez, no sólo de los sistemas políticos y económicos vigentes, sino sus
sistemas de valores y sus objetivos, es decir sus propuestas culturales.
2. Las nuevas alternativas que emergen frente a esta crisis están
presentando por ende no sólo la búsqueda de formas económicas y políticas
alternativas, sino la conformación y desarrollo de nuevas cosmovisiones,
nuevos sistemas de valores, nuevos hábitos de convivencia, nuevas formas
de vida.
3. La crisis de la educación, que es parte estructural de esta crisis
general, solo podrá enfrentarse de la misma forma, promoviendo y
descubriendo desde nuestro lugar nuevas ideas, nuevos sistemas y nuevas
formas para rescatar un proceso educativo para una nueva sociedad.
4. En lo que respecta a Nuestramérica, tal como lo dice Aram Aharonian,
debemos comenzar a “vernos con nuestros propios ojos”. Ya estamos desde
algunos lugares intentándolo. No es casualidad la búsqueda de propuestas
que vengan desde nuestros pueblos originarios, cuya cultura fuera barrida
y escondida durante quinientos años, y que hoy parecen tener mucho que
aportar. Tal como lo propusiera hace ya dos centurias Simón Rodríguez, la
alternativa para nosotros en el fondo es muy simple: “O inventamos o
erramos”.
* Ponencia presentada por el autor en el foro “Crisis Sistémica, retos de la
Educación Superior”, auspiciado por el Foro Mundial Temático (capitulo
Venezuela), Radio Fe y Alegría, Nodo Libre, COtTRAIN y Barómetro
Internacional, el 21 de octubre de 2011, en el Auditorio Naranja de
FACES, Universidad Central de Venezuela. Fuente: Barómetro
F
Internacional, miguelguaglianone@gmail.com
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