2. Los pecados son las malas acciones que absolutamente
deben evitarse. Ellos constituyen el mayor mal, aunque el
hombre de hoy parece no tener de ellos una clara
conciencia.
El pecado comporta el rechazo de la recta razón, es decir, el
rechazo de la verdad, y el rechazo del amor de Dios que
nos indica cuál es nuestro verdadero bien. Directa o
indirectamente es desprecio de Dios y de su amor.
El pecado corta en nosotros el hilo directo con la vida y da
la muerte del alma. Como la enfermedad debilita y
destruye el cuerpo, así el pecado es aquel cáncer
espiritual que debilita y mata la vida del espíritu.
3.
4. El pecado es una transgresión de la ley de Dios y
el rechazo del verdadero bien del hombre.
Quien peca rechaza el amor divino, se opone a
la propia dignidad de hombre llamado a ser hijo
de Dios y hiere la belleza espiritual de la
Iglesia, de la cual todo cristiano debe ser piedra
viva.
5.
6. Los pecados pueden ser más o
menos graves, y la distinción
fundamental es entre pecados
veniales (o leves), y pecados
mortales (o graves).
7.
8. El pecado mortal es una transgresión de la ley de Dios en materia
grave, hecha con plena advertencia (esto es, conscientemente) y con
consentimiento deliberando (es decir, voluntariamente).
Significa que el objeto o contenido de la acción constituye una
transgresión importante de la ley moral.
El pecado grave se llama mortal porque separa de Dios haciendo perder
la gracia santificante, que es la vida del alma.
9.
10. El pecado venial es una transgresión de la ley de Dios en la que falta o
la gravedad de la materia, o la plenitud de la advertencia o del
consentimiento.
Porque aún siendo una acción que en sí es mala, sin embargo no es tan
tal que determine una verdadera oposición a Dios; no nos hace
perder su amistad y, aunque nos debilita espiritualmente, no mata
en nosotros la vida de la gracia.
El pecado venial enfría el fervor de la vida cristiana, obstaculiza el
camino de perfección y nos hace merecedores del Purgatorio en la
otra vida. Puede además disponernos al pecado mortal.
11.
12. La lujuria es usualmente
considerada el pecado
que incluye
pensamientos o
deseos obsesivos o
excesivos de
naturaleza sexual. La
lujuria insatisfecha
puede llevar a
compulsiones
sexuales o
sociológicas y/o
transgresiones
incluyendo (pero no
limitadas a) adicción al
sexo, adulterio y
violación.
13. La codicia es, como la
lujuria y la gula, un
pecado de exceso. Sin
embargo, la codicia
(vista por la Iglesia)
aplica sólo a la
adquisición de
riquezas en particular.
Tomás de Aquino
escribió que la codicia
es "un pecado contra
Dios, al igual que
todos los pecados
mortales, en lo que el
hombre condena las
cosas eternas por las
cosas temporales."
14. La pereza es el más
“metafísico” de los
Pecados Capitales en
cuanto está referido a
la incapacidad de
aceptar y hacerse
cargo de la existencia
en cuanto tal. Es
también el que más
problemas causa en
su denominación. La
simple “pereza”, más
aún el “ocio”, no
parecen constituir una
falta.
15. Actualmente la gula o
glotonería se identifica
como el consumo excesivo
de comida y
bebida, aunque en el
pasado cualquier forma de
exceso podía caer bajo la
definición de este pecado.
Marcado por el consumo
excesivo de manera
irracional o innecesaria, la
gula también incluye
ciertas formas de
comportamiento
destructivo.
16. Como la codicia, la envidia
se caracteriza por un
deseo insaciable, sin
embargo, difieren por
dos grandes razones:
Primero, la codicia está
más asociada con
bienes
materiales, mientras que
la envidia puede ser más
general;
segundo, aquellos que
cometen el pecado de la
envidia desean algo que
alguien más tiene, y que
perciben que a ellos les
hace falta.
17. La ira puede ser descrita como
un sentimiento no
ordenado, ni controlado, de
odio y enojo. Estos
sentimientos se pueden
manifestar como una
negación vehemente de la
verdad, tanto hacia los demás
y hacía uno
mismo, impaciencia con los
procedimientos de la ley y el
deseo de venganza fuera del
trabajo del sistema judicial
(llevando a hacer justicia por
sus propias
manos), fanatismo en
creencias políticas y
generalmente deseando hacer
mal a otros.