1. Una cuestión necesaria tanto para la Historia Antigua como para cualquier otra ciencia
es la reflexión y la generación de debates por parte de sus especialistas acerca del
objetivo, método y funcionalidad de la disciplina en concreto. La discusión más común
que se ha generado en la Historia Antigua es la dualidad entre si es necesario aplicar un
modelo teórico o si, por el contrario, el autor debe basarse en las fuentes como punto de
partida fundamental para realizar una investigación. Esta discusión que se ha venido
acrecentando a lo largo del siglo XX, tal como lo dice M.I. Finley: “Se trata de una
consecuencia del aumento exponencial en la cantidad de información arqueológica y en
parte refleja nuevas aproximaciones al estudio de la historia, nuevos intereses y la
formulación de nuevas preguntas”1, disputa que en muchos casos se vuelve un contraste
intransigente entre puntos de vista. Este claro contraste se refleja en los textos de Géza
Alföldy, graduado en la Universidad de Budapest, el cual es un autor de mayor
experiencia que ha contemplado la evolución de la Historia Antigua y además trabajó en
el Instituto de Arqueología de Alemania viajando a una gran cantidad de países en
busca de inscripciones, y el de Gonzalo Bravo Castañeda, catedrático de Madrid, que se
puede situar entre los autores que Alföldy denomina como perteneciente a la “nueva
generación”2 y cuyo texto es una profunda crítica al trabajo de Alföldy. En “La Historia
Antigua y la investigación del fenómeno histórico”, Alföldy rechaza la crítica realizada
por los autores modernos a los tradicionales, afirmando que el punto de partida deben
ser las fuentes, completándolas con la creación de diversos modelos según lo exija la
investigación y no la creación de un modelo de la propia ciencia como lo hace Bravo
Castañeda, basándose en conceptos filosóficos, sociales y económicos distanciados de
los datos históricos. Castañeda deja bien claro desde un principio que cada autor “tiene
una idea particular de su historia” pero que solo algunas ideas pueden conformar la
teoría que será usada como modelo en la investigación y justifica la necesidad de este
modelo para poder explicar que un efecto no sólo surge de determinada causa sino que
por qué esa condición es necesaria y suficiente para que se produzca ese efecto, es decir,
superando el vacío que deja la simple acumulación de datos, la cual denomina como un
anticuarismo, término que también es usado por Andrea Carandini: “L’antiquaria è per
molti di noi il peccati originale di cui l’archaeologia non riuscirebbe a liberarsi”3, el
1
FINLEY, M. I. Historia antigua: problemas metodológicos. Barcelona : Crítica, DL 1986. Pág. 20.
2
ALFÖLDY, G. “La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico”, Gerión, 1, Madrid, pp.
39-61.
3
CARANDINI, A. Archeologia e cultura materiale: lavori senza gloria nell'antichità classica. Bari: De
Donato, 1975. Este autor que era fuertemente teórico en el principio de su carrera y que en sus textos
posteriores se apegó totalmente a las fuentes escribe en su premisa la incomodidad que le producía
2. cual fallaba en no poder dar soluciones a la información fragmentaria que presentaban
las fuentes. Esta justificación del modelo teórico es rechazada por Alföldy, el cual
encuentra otro fallo en este método, que es el de dar conocimientos que ya se sabían a
partir de las fuentes, por ello se pregunta si en realidad es necesario “tanto esfuerzo
teórico” y si en realidad, al comprobar un conocimiento que ya se sabía a través de las
fuentes con un modelo, éste queda mejor fundamentado. A esta utilidad del modelo se
contrapone el argumento de Castañeda de que la Historia Antigua acepta de mejor
forma nuevos conocimientos que teorías y nuevos modelos de investigación, que es lo
que la separa de las ciencias históricas, ya que no puede superar esta “narrativa
documentada”4 que, según él, es la misma que aparecía en los historiadores clásicos
como Tucidides en su búsqueda de la verdad, caracterizada por ser una secuencia de
hechos, designándola como pragmática ya que no se puede suponer que los datos hablen
por ellos mismos al situarlos en un orden cronológico.
Ambos autores critican a la contrapuesta teórica tachándola de estática y de que no
presenta avances, Castañeda afirmando que los positivistas hacían historia escribiéndola
como “si fuera historia contemporánea” y Alföldy diciendo que el problema de crear un
modelo teórico es que se ve la historia como estática y que no presenta cambios a lo
largo del tiempo, es decir, se comete el fallo de aplicar conceptos modernos a la
antigüedad. En este punto se resalta el “aislamiento epistemológico” bajo el cual ha
estado sometida la Historia Antigua según Castañeda, que no le permite poder aplicar
conceptos de otro ámbito ya sea social, económico, etc., ya que el dilema se produce al
tratar de encuadrar la Historia Antigua en las ciencias históricas (historia medieval,
historia moderna, etc.) o en las ciencias de la Antigüedad (arqueología, numismática,
epigrafía, etc.). Esta división de la forma de hacer historia que presenta la Historia
Antigua con respecto a las denominadas ciencias históricas ha sido destacada por
diversos autores como Finley al hablar de la obra de Ogilvie, caracterizada por un
apéndice en fuentes primarias: “No puedo ni imaginarme que ni siquiera por descuido,
un historiador del renacimiento elaborase un listado de fuentes primarias… Sospecho
que el desliz de Ogilvie refleja, sin duda un sentimiento muy extendido de que cualquier
observar en Italia numerosos museos de arte y sin embargo ningún museo de Historia, lo cual le permite
afirmar que esto se debe al enfoque clásico con el cual se han estudiado las excavaciones. Sin embargo,
este autor no dice que no se puedan usar condiciones materiales, sino que estas deben servir para explicar
a través de teorías como las marxistas el contexto social.
4
BRAVO, G. “Hechos y teoria en historia (Antigua) cuestiones teóricas en torno a un modelo-patrón”.
Gerión, 3, Madrid: 1985 , págs. 19-42.
3. cosa escrita en griego o en latín es algo que cuenta con algún tipo de privilegio que le
excluye de los cánones normales de evaluación”5. Alföldy dice que esta cuestión
epistemológica es innecesaria ya que la interpretación de las fuentes presenta la misma
problemática en todas las épocas históricas, a pesar de que en una haya mayor
documentación que en otra, porque el aprovechamiento de estas fuentes depende en
gran medida de la utilización que haga el historiador de ellas. La participación del autor
sobre la propia historia que destaca Alföldy se trata de una “teoría general de la
historia”, la cual debe ser proporcionada a cada autor por su experiencia y educación, al
contrario de lo que dice Castañeda de que un autor siempre aplica un modelo aunque no
lo quiera reconocer, remitiéndose directamente a Alföldy al decir que su modelo no
serviría fuera del ámbito de la Historia Antigua.
En este punto en el que se acepta la intervención del autor sobre la interpretación del
fenómeno histórico, nos situamos en la polémica que ambos autores presentan sobre la
objetividad de la Historia Antigua entendida como ciencia, existiendo de nuevo dos
ramas, la primera conformada por aquellos que creen que un fenómeno histórico se
puede comprobar, como Max Weber o Droysen6, mientras que otros lo rechazan. Por un
lado Alföldy critica que una excesiva creencia en la objetividad de la ciencia, como es el
caso de algunos teóricos de la ciencia como los marxistas, puede llevar a ideas fijas, es
decir, a un determinismo histórico que Bravo Castañeda, al hablar sobre la “necesidad”
histórica, no lo denomina determinismo sino como una concepción determinada por la
historia que necesita de un orden lógico. Por otro lado, al hablar de su propio caso,
Alföldy separa los niveles del conocimiento histórico, afirmando que los datos si se
pueden conocer, siempre y cuando estos lo permitan, lo cual, a pesar de ser en muchos
casos aportaciones muy pequeñas de información de cada investigación, estas van
creando un progreso que se puede ver a lo largo de los años, argumento criticado por
Castañeda, que dice que el criterio de que la objetividad sea medida por el avance no
siempre es aplicable porque muchas veces la decisión de si los resultados son positivos
o no corresponde a un grupo de autores que se identifican con un modo de hacer
historia. Entonces, uno de los temas más importantes en cualquier ciencia como es el
avance, en este caso de la Historia Antigua, es medido por Alföldy por las aportaciones
que proporciona el aprovechamiento de los datos a futuras investigaciones que incluso
5
FINLEY, M. I. Historia antigua: problemas metodológicos. Barcelona : Crítica, DL 1986. Pág. 24.
6
DROYSEN, J. G. Històrica: sobre enciclopèdia i metodologia de la historia. Barcelona: Edicions 62,
1986.
4. pueden hacer que las anteriores se vean desacreditadas, lo cual es criticado por algunos
teóricos de la ciencia que dicen que el enfrentamiento entre las teorías no puede deberse
al contraste de datos empíricos, que las hace fáciles de desacreditar7, mientras que
Castañeda explica que el avance no puede ser la acumulación de datos sino la reflexión
teórica que sirva “para ayudar a desentrañar el complejo entramado que subyace bajo
las aparentemente simples manifestaciones de la praxis historiográfica y para precisar
como <<históricos>> ciertos problemas teóricos y metodológicos relativos al
conocimiento de la historia (Antigua)”8.
Por lo tanto, se pueden ver dos puntos de vista que para muchos es irreconciliable, pero
que en realidad conforman el debate que existe en cada ciencia que trata al humano (en
este caso su historia) como objeto de su investigación y que es necesario ya que
enriquece la investigación a través de dilucidar los métodos más útiles que pueden ser
empleados en cada ámbito y así se evita que las ciencias lleguen a un punto de
estancamiento que no les permita progresar en el conocimiento.
Comentario personal sobre los textos tratados
La forma de realizar historia que me parece más correcta es la de Géza Alföldy, ya que
sin las fuentes históricas y sus constantes interpretaciones no se tendría la cantidad de
información que ahora se posee, además este autor no niega la aplicación de modelos
para entender la historia, sino que afirma que deben partir de la documentación
histórica, porque si se parte con una concepción preestablecida de teorías creadas fuera
del ámbito de la Historia Antigua al realizar una investigación se estarían aplicando
conceptos modernos y que quizás no sirven para el contexto histórico en el cual se
propone desarrollar. El discurso de G. Bravo Castañeda me parece en ocasiones inmerso
en una filosofía que no me parece correcto usar en la realización de una investigación, al
leer los primeros párrafos y su forma de definir el corpus, los modos de hacer historia,
los hechos y el modelo, me pareció estar leyendo la filosofía de Hempel tan utilizada
por Binford acerca del explanandum o conjunto de sentencias que describen el
fenómeno y el explanans, que es el conjunto de enunciado de teorías que deben explicar
7
ALFÖLDY, G. “La Historia Antigua y la investigación del fenómeno histórico”, Gerión, 1, Madrid, pp.
39-61. Pág. 44. Cita a M. Stahl para mostrar el modo en que algunos teóricos de la ciencia no aprueban
que el enfrentamiento entre distintas teorías sea a base de contrastación de datos empíricos.
8
BRAVO, G. “Hechos y teoría en historia (Antigua) cuestiones teóricas en torno a un modelo-patrón”.
Gerión, 3, Madrid: 1985 , págs. 19-42. Pág. 41.
5. dichos fenómenos9 y que fue usado por Fritz y Plog para determinar que el objetivo de
la investigación era la creación de leyes generales. Una peculiaridad que me gustaría
resaltar es que ambos aceptan el método prosopográfico, el cual plantea que mediante el
estudio de un conjunto de biografías de las élites se pueden conocer “las motivaciones
del comportamiento político y de esta manera explicar las tomas de decisiones y los
acontecimientos de la vida política”, incluso Gonzalo Bravo Castañeda, que se encarga
del prólogo del libro de H.-G.Pflaum, acepta que gracias a él se han producido muchos
avances como ampliar los faustos consulares y provinciales representando una gran
fuente de información sobre el ejército romano, resaltando las mejoras en la
información sobre el orden ecuestre. Además, en el prólogo de este libro, Gonzalo Bravo
hace referencia a los trabajos de G. Alföldy por haber incrementando los Fasti provinciales10.
Por ello se me presenta la duda de si este texto de crítica de Gonzalo Bravo Castañeda a G.
Alföldy no es más que la intención de criticar a alguien con una carrera muy respetada . Sin
ninguna duda, son las fuentes históricas la base de la investigación, las cuales deben
servir para que otros autores la critiquen y la mejoren, produciendo cada vez más
avances en el conocimiento, lo cual no descarta que sea necesaria cierta reflexión
teórica, pero ésta siempre debe partir de métodos que se ajusten a cada tema que se
trate, es decir, que sean extraídos de las mismas fuentes.
9
HEMPEL, C. G. La Explicación científica: estudios sobre la filosofía de la ciencia. Buenos Aires:
Paidós, 1979.
10
PFLAUM, H.-G. El Ejército romano y la administración imperial: estudios de historia militar y
prosopografía. Madrid: Signifer, 2003.