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EL LIBRO DE ENOC 1
                                                          (Apócrifo Etíope)




                                LIBRO DE LOS ANGELES Y ASENCION DE ENOC
                                                             (Caps.VI-XXXVI)




                                                                                                                          Indice General Enoc 1



 CAPITULO   VI – CAÍDA Y JURAMENTO DE LOS HIJOS DEL CIELO            CAPITULO   XXI – LOS QUE TRANSGREDEN LA ORDEN DE DIOS
 CAPITULO   VII – LOS GIGANTES                                       CAPITULO   XXII – LA MONTAÑA DONDE SE REUNIRÁ A LOS MUERTOS
 CAPITULO   VIII - AZAZEL                                            CAPITULO   XXIII – FUEGO QUE CORRE HACIA OCCIDENTE
 CAPITULO   IX – MIGUEL, URIEL, RAFAEL Y GABRIEL                     CAPITULO   XXIV – LAS SIETE MONTAÑAS Y EL ÁRBOL
 CAPITULO   X – PROFECÍAS SOBRE EL DILUVIO, SOBRE AZAZEL Y SEMYAZA   CAPITULO   XXV – EL ÁRBOL NO TOCADO
 CAPITULO   XI – PROFECÍA SOBRE LOS TESOROS                          CAPITULO   XXVI – OTRAS MONTAÑAS Y LOS VALLES PROFUNDOS
 CAPITULO   XII – ENOC OCULTO – MENSAJE A LOS VIGILANTES             CAPITULO   XXVII – URIEL EXPLICA EL VALLE MALDITO
 CAPITULO   XIII – CONDENA A AZAZEL                                  CAPITULO   XXVIII – EL DESIERTO, LOS ÁRBOLES Y EL RÍO
 CAPITULO   XIV – CASTIGO DE LOS VIGILANTES – CASA DE GRANIZO        CAPITULO   XXIX – LOS ÁRBOLES DEL JUICIO
 CAPITULO   XV – ORACIÓN DE LOS GUARDIANES RECHAZADA                 CAPITULO   XXX – OTROS ÁRBOLES OLOROSOS
 CAPITULO   XVI – SENTENCIA FINAL PARA LOS VIGILANTES                CAPITULO   XXXI – MÁS ÁRBOLES
 CAPITULO   XVII – EN LA ALTA MONTAÑA                                CAPITULO   XXXII –EL ÁRBOL DE LA SABIDURÍA
 CAPITULO   XVIII – LOS DEPÓSITOS DE LOS VIENTOS                     CAPITULO   XXXIII – LOS CONFINES DE LA TIERRA Y LAS PUERTAS POR LAS   QUE
 CAPITULO   XIX – ÁNGELES CAÍDOS QUE HACEN ERRAR A LOS HOMBRES       NACEN LOS ASTROS
 CAPITULO   XX – LOS NOMBRES DE LOS SANTOS ÁNGELES                   CAPITULO XXXIV – LAS PUERTAS DEL NORTE
                                                                     CAPITULO XXXV – LAS PUERTAS DEL OESTE
                                                                     CAPITULO XXXVI – LAS PUERTAS DEL SUR




CAPITULO VI – Caída y juramento de los Hijos del Cielo

Comparar con 3 Enoc IX: 1-8
 1. Así, pues, cuando los hijos de los hombres se hubieron multiplicado, y les nacieron en esos días hijas hermosas y
bonitas,
 2. Y los ángeles, hijos de los cielos, las vieron, y las desearon, y se dijeron entre ellos: Vamos, escojamos mujeres
entre los hijos de los hombres y engendremos hijos.
 3. Entonces, Semyaza, su jefe, les dijo: Temo que quizá no queráis (realmente) cumplir esa obra, y yo seré, yo solo,
responsable de un gran pecado.
 4. Pero todos le respondieron: Hagamos todos un juramento, [1] y prometámonos todos con un anatema no cambiar de
destino, sino ejecutar realmente (ese destino)
5. Entonces todos juraron y se comprometieron acerca de eso los unos hacia los otros con un anatema.
6. Así, pues, todos ellos eran Doscientos, y descendieron sobre Ardid, la cima del monte Hermon; y lo llamaron monte
Hermon porque es sobre él donde habían jurado y se habían comprometido los unos a los otros con un anatema.
7. Y he aquí los nombres de sus jefes: Semyaza, su príncipe. Arakib, Aramiel, Kokabiel, Tamiel, Ramiel, Daniel,
Ezequiel, Baraqiel, Aael, Armaros, Batariel, Ananiel, Zaqile, Samsapeel, Satariel, Touriel, Yomeyal y Arazeyal.
8. Esos son sus jefes de decena.
CAPITULO VII – Los Gigantes

Comparar con 3 Enoc IX: 9-13
1. (Estos) y todos los otros con ellos, tomaron mujeres, cada uno escogió una, y comenzaron a ir hacia ellas y a tener
comercio con ellas y les enseñaron los encantos y los encantamientos, y les enseñaron el arte de cortar las raíces y (la
ciencia) de los árboles. [2]
2. Así, pues, estas concibieron y pusieron en el mundo grandes gigantes cuya altura era de tres mil codos.
3. Ellos devoraron todo el fruto del trabajo de los hombres, hasta que éstos no pudieron alimentarlos más.
4. Entonces los gigantes se volvieron contra los hombres para devorarlos.
5. Empezaron a pecar contra los pájaros y contra las bestias, los reptiles y los peces, después ellos se devoraron la
carne entre ellos, y se bebieron la sangre.
6. Entonces la tierra acusó los violentos.




CAPITULO VIII - Azazel

Comparar con 3En. IX: 14 -33
1. Azazel [3] enseñó a los hombres a fabricar las espadas y los machetes, el escudo y la coraza del pecho, y él les
mostró los metales, y el arte de trabajarlos, y los brazaletes y los aderezos y el arte de pintarse los ojos con antimonio y
de embellecerse los párpados, y las más bellas y mas preciosas piedras y todos los tintes de color, y la revolución del
mundo.
2. Y la impiedad fue grande y general, ellos fornicaron, y ellos erraron, y todas sus voces fueron corrompidas. [4]
 3. Amiziras instruyó los encantadores y los cortadores de raíces; Amaros (enseñó) a romper los hechizos, Baraqiel
(instruyó) los astrólogos, Kokabiel (enseñó) los presagios, Tamiel (el significado) del aspecto de las estrellas, y Asdariel
enseñó el curso de la luna. [5]
4.   Y en (su) aniquilación los hombres gritaron, y su clamor subió al cielo.




CAPITULO IX – Miguel, Uriel, Rafael y Gabriel

Comparar con 3 Enoc X
1. Entonces Miguel, Uriel, Rafael y Gabriel miraron desde lo alto del cielo, y vieron la sangre esparcida en abundancia
sobre la tierra y toda la injusticia cometida sobre la tierra.
2. Y dijéronse el uno al otro: Esta es la voz de su grito que la tierra desolada grita hasta las puertas del cielo.
3. Ahora, es a vosotros, santos del cielo, a quienes se lamentan las almas de los hombres; ellos dicen: Llevad vuestra
causa ante el Más alto.
4. Y ellos (los santos del cielo) dijeron al Señor de los reyes: Tú eres el Señor de los señores, el Dios de los dioses y
el Rey de los reyes y el trono de tu gloria permanecen a través de todas las generaciones del mundo y tu nombre es
santo (y bendito), y glorioso por toda la eternidad (y Él es bendito y glorioso)
5. Eres tú quien todo lo ha hecho, y en ti reside el poder sobre Todas las Cosas, [6] todo es descubierto, y en toda su
desnudez [7] ante ti; tú todo lo ves, y no hay nada que pueda escondérsete.[8]
 6. Tú has visto lo que ha hecho Azazel,[9] como ha enseñado toda injusticia sobre la tierra y devela los secretos
eternos que se cumplen en los cielos.
 7. Y como Semyaza, al que tú habías dado el poder de dominar sobre sus compañeros, ha instruido a los hombres.
 8. Y ellos se han ido hacia las hijas de los hombres, sobre la tierra y se han acostado con ellas y le han descubierto
todo pecado.
 9. Luego estas mujeres han puesto en el mundo, gigantes, por lo que la tierra entera se ha llenado de injusticia.
 10. Y ahora, he aquí que las almas de los que están muertos gritan y se lamentan [10] hasta las puertas del cielo, y su
gemido ha subido y no puede salir ante la injusticia que se comete en la tierra.
11. Pero tu conoces Todas las Cosas antes que estas sean, y tu, tú sabes aquello y tu los toleras, y tu no nos dices lo
que debemos hacerles por eso.
CAPITULO X – Profecías sobre El Diluvio, sobre Azazel y Semyaza

Comparar con 3 Enoc XI
1. Entonces el Más Alto (dijo), el Grande y el Santo habló, y envió Saryalyor aI hijo de Lamec:
2. Ve hacia Noé y dile en mi nombre; escóndete; y revélale‚ la consumación que viene, pues la tierra entera va a
perecer; un agua de diluvio va a venir sobre toda la tierra y el que se encuentre sobre ella perecerá.
3. Y ahora instrúyele, a fin de que él escape y que su posteridad permanezca por todas las generaciones.
4. El Señor dijo aún a Rafael: Encadena a Azazel,[11] de pies y manos, y arrójalo en las tinieblas; y abre el desierto
que está en Dudael, y lánzalo allí.
5. Lanza sobre él piedras [12] ásperas y cortantes, cúbrelo de tinieblas, y que quede allí eternamente; cubre también
su faz para que él no vea la luz.
6. Y en el gran día del juicio, que sea lanzado en el brasero.
7. Después sana la tierra que los ángeles han corrompido;[13] y anuncia la curación de la tierra, a fin que ellos sanen
(su) Ilaga, y que todos los hijos de los hombres no sean perdidos por todo el misterio que los guardianes han aprendido y
enseñado a sus hijos.
 8. Toda la tierra ha sido corrompida por la ciencia de la obra de Azazel; impútale, pues, todo pecado.
 9. Y el Señor dijo a Gabriel: Ve hacia los bastardos y réprobos y hacia los hijos de cortesanas, y haz desaparecer (los
hijos de cortesanas y) los hijos de los guardianes de entre los hombres, cázalos y reenvíalos; ellos se destruirán los unos
a los otros por la muerte violenta, pues no habrá para ellos muchos días.
 10. Y todo lo que ellos te pidieron no será (acordado) a sus padres en su favor, pues ellos esperan (los hijos) vivir una
vida eterna, y cada uno de ellos (de los hijos) vivirá quinientos años.
 11. Y a Miguel el Señor le dijo: Ve, encadena a Semyaza [14] y a sus compañeros que se han unido a las mujeres para
mancharse con ellas en toda su impureza.
 12. Y cuando todos sus hijos hayan sido degollados, y cuando ellos mismos hayan visto la destrucción de sus bien
amados, encadénalos por setenta generaciones bajo las colinas de la tierra hasta el día de su juicio y de su
consumación, hasta que sea consumado el juicio eterno.
 13. En estos días se les conducirá al abismo del fuego, [15] en los tormentos, y ellos serán para siempre encerrados en
la prisión.
 14. Y si alguno es condenado y perece, él será en adelante encadenado con ellos hasta la consumación de las
generaciones de las generaciones.
 15. Destruye, pues, todas las almas voluptuosas y los hijos de los guardianes, pues ellos han oprimido a los hombres.
 16. Haz desaparecer toda opresión de la faz de tierra, que toda obra mala cese, que la planta de justicia [16] y de
verdad aparezca, y ella será bendita; obras de justicia [17] y de verdad serán plantadas en la alegría [18] para siempre.
17. Entonces todos los justos escaparán o y permanecerán vivos hasta que ellos hayan engendrado mil hijos y todos los
días de su juventud y de su vejez se acabarán en la paz.
18. Y en estos días, la tierra entera será cultivada [19] en la justicia y será enteramente plantada de árboles, [20] y Ilena
de bendición.
19. Se plantarán sobre ella todos los árboles de adorno; se plantarán viñas, y la viña que será plantada dará vino a
saciedad; y todo el grano sembrado sobre ella producirán mil medidas por una, y una medida de aceitunas diez lagares
de aceite producirá.[21]
 20. Y tú, purifica la tierra de toda opresión, de toda violencia, de todo pecado, de todo impío y de toda impureza que
tiene lugar en la tierra; hazles desaparecer de la tierra.
 21. Que todos los hijos de los hombres se vuelvan justos, y que todos los pueblos me veneren y me bendigan, y todos
me adorarán.
 22. Y la tierra estará pura de toda corrupción, [22] de todo pecado, de todo castigo y de todo dolor; y yo no enviaré más
(estas plagas) sobre la tierra hasta las generaciones de las generaciones y hasta la eternidad.




CAPITULO XI – Profecía sobre los Tesoros
1. Y en esos días abriré‚ los tesoros [23] de bendición que y están en el cielo, para hacerlos descender sobre la tierra,
sobre las obras y el trabajo de los hijos de los hombres.
2. Y la paz y la verdad estarán unidas todos los días del mundo y en todas las generaciones del mundo.
CAPITULO XII – Enoc oculto – Mensaje a los Vigilantes

Comparar con 3Enoc XII: 1-24 ; XV: 62-73 - Moisés 6: 26-31
  1. Ante esos sucesos Enoc había sido ocultado;[24] y a no hay ningún hijo de los hombres que sepa donde fue
escondido, y donde está, y lo que le haya sucedido.
  2. Así, pues, todas sus acciones (se hacían) en sus días con los vigilantes y con los santos.
  3. Así, pues, yo, Enoc, estaba ocupado en bendecir al gran Señor, el rey del mundo, y he aquí que los vigilantes me
Ilamaron, a mí Enoc el escriba, [25] y me dijeron:
 4. Enoc, escriba de justicia, vete; haz saber a los vigilantes del cielo que han abandonado el cielo altísimo, el lugar
santo, eterno, y que se han ensuciado con las mujeres y han hecho como hacen los hijos de los hombres, y han tomado
mujeres, y se han corrompido con una gran corrupción [26] sobre la tierra.
 5. No habrá para ellos ni paz ni remisión del pecado.
 6. Y porque ellos gozan a propósito de sus hijos, verán la casa de sus bienamados, y Ilorarán sobre la pérdida de sus
hijos y suplicarán eternamente, pero no habrá para ellos ni misericordia ni paz.




CAPITULO XIII – Condena a Azazel

Comparar con 3 Enoc XII: 46-62

  1. Entonces, Enoc, alejándose, dijo a Azazel:[27] No habrá paz para ti; contra ti ha sido pronunciado un gran juicio
para encadenarte.
  2. No habrá para ti ni tregua ni intercesión, porque has enseñado la injusticia y a causa de todas las obras de
blasfemia, de violencia y de pecado que tú has enseñado a los hombres.
 3. Después‚ avanzando, les hablé‚ a todos juntos, y todos temblaron, y fueron presa del temor y del espanto.[28]
 4. Y ellos me pidieron que les escribiera una fórmula de oración a fin de que les fuera acordada una remisión y que
hiciera subir la fórmula de su oración ante el Señor del cielo. [29]
 5. Porque desde entonces ellos no pueden hablar (a Dios), y levantar los ojos hacia el cielo, de vergüenza del crimen
por el cual han sido condenados.
 6. Entonces escribí la fórmula de su oración y una súplica por su alma, y por cada una de sus obras, y por lo que ellos
pedían (a saber) que les fuera acordado perdón y tregua.
 7. Después‚ habiéndome alejado, me sentí‚ cerca de las aguas de Dan en (el territorio) Dan, que está al sur del oeste
del Hermon; y leí la fórmula de su oración hasta el momento en que me adormecí.
  8. Así, pues, he aquí que tuve un sueño, y que cayeron sobre mí visiones, y vi visiones de castigo, (y vino una voz
que me ordenaba) hablar a los hijos del cielo y responderles.
  9. Y cuando me desperté, fui hacia ellos; todos juntos estaban sentados y Ilorando en Ublesyael, que se encuentra
entre el Líbano y Senaser, con el rostro cubierto.
 10. Y conté‚ en su presencia, todas las visiones que había visto durante mi sueño, y me puse a decir estas palabras
de justicia y a reprender a los vigilantes del cielo.




CAPITULO XIV – Castigo de los Vigilantes – Casa de Granizo
 1. Este libro [30] es la palabra de justicia y de la corrección de los vigilantes que existen desde la eternidad, según lo
que ha ordenado el Santo, el Grande en esa visión.
 2. He visto yo mismo, en mi sueño, lo que ahora digo, yo, con una lengua de carne y con mí aliento, que el Grande ha
dado a la boca de los hombres para que por EI hablen entre ellos y (se) comprendan en su corazón. Lo mismo que Dios
ha creado al hombre y le ha otorgado el que comprenda la palabra de ciencia, así EI me ha creado a mí también y me
ha otorgado el reprender a los vigilantes, hijos del cielo.
 3. He escrito vuestra oración; pero en mi visión me fue enseñado que vuestra oración no será atendida. Así, pues, no
subiréis más al cielo en toda la eternidad: ha sido ordenado encadenaros sobre la tierra por todos los días del mundo.
 4. Pero antes habréis‚ visto la muerte de vuestros hijos bienamados y no los poseeréis, sino que caerán ante vosotros
por la espada.
 5. Y vuestra oración no será (atendida) ni por ellos ni por vosotros, y vosotros mismos, mientras que Iloráis y suplicáis,
no pronunciáis una palabra [31] del escrito que yo he escrito.

 6. Así, pues, la visión me apareció así: he aquí que unas nubes me Ilamaron en la visión, y una nube me Ilamó; y el
curso de las estrellas y de los rayos me hicieron apresurar y me desearon; y los vientos, en la visión, me hicieron volar (y
me hicieron apresurar); me Ilevaron a lo alto (y me hicieron entrar en los cielos).
 7. Entré‚ hasta que hube (llegado) cerca de un muro construido por piedras [32] de granizo; [33] lenguas de fuego [34]
lo rodeaban y‚ ellas comenzaron a asustarme
  8. Entré‚ en las lenguas de fuego y me acerqué‚ a una gran casa, construida con piedras de granizo; los muros de
esta casa eran como un mosaico de piedra de granizo, y su suelo era de granizo.
  9. Su techo era como el camino de las estrellas y (como) rayos; en medio (había) querubines de fuego, y su cielo era
de agua
  10. Un fuego ardiente rodeaba los muros, y su puerta (de la casa) Ilameaba en el fuego.
  11. Entré‚ en esta casa; era ardiente como fuego y fría como nieve; y no había en ella ninguna de las diversiones de la
vida; el temor me consumió y el temblor hizo presa de mí.
  12. Emocionado y tembloroso, caí sobre mi rostro y vi una visión.
  13. Y he aquí: (era) otra casa, más grande que la primera, cuyas puertas estaban todas abiertas ante mí; estaba
construida con lenguas de fuego,
  14. y en todo tan excelente, en magnificencia, en esplendor y en grandeza, que no puedo decoroso a causa de su
magnificencia y de su grandeza.
  15. Su suelo era de fuego y de rayos y el curso de las estrellas (formaban) su parte superior, y su techo también era
de fuego ardiente.
  16. Y miré, y vi en esta casa un trono elevado cuyo aspecto era el del cristal, y cuyo contorno era como el sol [35]
brillante, y una voz de querubines (se hacía oír).
 17. Por encima del trono salían ríos de fuego ardiente, y no podía mirar (los).
 18. La gran gloria tenía sede en el trono, y su vestido era más brillante que el sol y más blanco que toda la nieve.
 19. Ningún ángel podía entrar (en esta casa) y ver la cara del Glorioso y del Magnífico, y ningún ser de carne podía
mirarlo.
 20. Un fuego ardiente le rodeaba y un gran fuego se levantaba ante EI, ninguno de los que le rodeaban se acercaba a
Él. Miríadas y miríadas (de ángeles) estaban de pie [36] ante EI, pero El no pedía consejo.
 21. Y las santidades de los santos que estaban cerca de El no se alejaban durante la noche [37] y no se separaban
de Él.
 22. Y yo, hasta este momento, estaba sobre mi rostro tapado, temblando, y el Señor, por su propia boca, me Ilamó y
me dijo: Ven aquí, Enoc, y escucha [38] mi palabra santa. [39]
 23. Y habiéndose acercado a mí, uno de los santos me despertó, me hizo levantar y acercarme a la puerta; y yo miré‚
con la cabeza baja.




CAPITULO XV – Oración de los guardianes rechazada
  1. Él me dirigió la palabra y me dijo, y yo oí su voz,[40] no temas, Enoc, hombre justo, escriba de justicia; acércate y
escucha mi voz.
  2. Y ve, di a los guardianes del cielo que te han mandado suplicar por ellos: A vosotros es a quienes interesa
interceder por los hombres y no a los hombres por vosotros.
  3. ¿Por que‚ habéis abandonado el cielo muy alto y santo, que es eterno, os habéis acostado con las mujeres, habéis
obrado como los hijos de la tierra y habéis engendrado, por hijos, gigantes?
  4. Vosotros, santos, espirituales, viviendo una vida eterna, vosotros os habéis ensuciado con la sangre de las mujeres,
y habéis engendrado con la sangre de la carne; según la sangre de los hombres habéis deseado, y habéis hecho carne
y sangre como hacen aquellos que mueren y perecen.
  5. Por eso es por lo que yo les he dado a ellos mujeres para que las fecunden, y que tengan hijos, y que no cese
ninguna obra sobre la tierra.
  6. En cuanto a vosotros, vosotros fuisteis primeramente espirituales, viviendo de una vida eterna, inmortal, por todas
las generaciones del mundo.
  7. Por esto es por lo que no os he atribuido mujeres, pues la mansión de los espíritus del cielo está en el cielo.
  8. Y ahora los gigantes que han nacido de los espíritus y de la carne serán Ilamados, sobre la tierra, espíritus malos,
y sobre la tierra estará su morada.
  9. Los espíritus malos han salido de su carne (de los gigantes), porque ellos han sido hechos por los hombres (y), de
los santos guardianes (proviene) su origen y su primer fundamento. Serán los espíritus malos sobre la tierra; ellos serán
Ilamados espíritus malos.
  10. Los espíritus del cielo tienen su morada en el cielo; y los espíritus de la tierra, que han sido engendrados sobre la
tierra, tienen su morada sobre la tierra.
  11. Y los espíritus de los gigantes, los Nephilim, que oprimen, destruyen, hacen irrupción, combaten, destruyen sobre
la tierra y hacen el duelo, no comen ningún alimento y no tienen sed, y no son reconocibles.
  12. Estos espíritus se elevarán contra los hijos de los hombres y contra las mujeres, pues ellos han salido (de entre
ellos)




CAPITULO XVI – Sentencia final para los Vigilantes
  1. Después de los días de muerte, de la destrucción y de la muerte de los gigantes -(días) en que los espíritus han
salido de las almas de su carne - que estén sin juicio los que pierdan; perderán así hasta el día en que se cumpla el gran
juicio, en el cual el gran tiempo terminará (a causa de los vigilantes y de los impíos)
  2. Y ahora a los vigilantes que te han enviado a suplicar por ellos, que en otro tiempo habitaban en el cielo,
  3. (Diles): Antes estabais en el cielo, pero (todos) los secretos [41] no os habían sido aún revelados; no habéis
conocido más que un misterio fútil; en el endurecimiento de vuestro corazón lo habéis comunicado a las mujeres, y, por
ese misterio, las mujeres, los hombres han multiplicado el mal sobre la tierra.
 4. Diles, pues: No hay perdón para vosotros.




CAPITULO XVII – En la alta montaña

Comparar con 3Enoc XIX
 1. Después me Ilevaron a un lugar cuyos habitantes son como un fuego [42] ardiente, y que aparecen, cuando quieren,
como hombres.
 2. Y me condujeron a la residencia de la tempestad, y sobre una montaña cuya más alta cima tocaba el cielo.
 3. Y yo vi las mansiones de las luminarias y del trueno, [43] en los extremos, en el abismo [44] donde están el arco de
fuego, las flechas y sus carcajees, la espada de fuego y todos los rayos.
  4. Después me Ilevaron hasta las aguas de vida (que se llaman así), y hasta el fuego del poniente; él es el que
recogió todas las puestas del sol. [45]
 5. Llegué‚ hasta un río de fuego cuyo fuego corre como agua y desemboca en el gran mar que está al lado del
poniente.
 6. Y vi los grandes ríos y alcancé una gran oscuridad y Ilegué allí donde ningún ser de carne anda;
 7. Vi las montañas de las tinieblas del invierno, y el lugar en que desembocan las aguas de todo el abismo.
 8. Y vi la desembocadura de todos los ríos de la tierra y la desembocadura del abismo.




CAPITULO XVIII – Los depósitos de los vientos
  1. Vi los depósitos de todos los vientos, y vi que por ellos (Dios) ha adornado toda la creación; y vi los cimientos de la
tierra.
  2. Y vi también la piedra [46] angular de la tierra, y vi los cuatro vientos que sostienen la tierra y el firmamento del
cielo.
  3. Vi cómo los vientos extienden (como un velo) la parte alta del cielo, y (como) se mantienen entre el cielo y la tierra,
son las columnas del cielo.
  4. Vi los vientos que hacen dar vueltas al cielo, que hacen ponerse al disco del sol [47] y a todas las estrellas.
 5. Vi los vientos que, sobre la tierra, sostienen las nubes; vi los caminos de los ángeles; vi, en los confines de la tierra,
el firmamento de los cielos en lo alto.


(Comparar con Cap. XXIV, LXXVII:4 y 3Enoc XVIII: 1-28, XXIII:17-74, 88-103)

      Después pasé‚ al sur, (y vi un lugar) que ardía día y noche, [48] en donde se encontraban siete montañas de
 6.
piedras [49] preciosas, tres del lado del oriente, y tres del lado del mediodía.
 7. Así, pues, (entre) las que estaban en el oriente, una era de piedra multicolor, una de perlas, y la otra de piedra de
curación; y las que estaban al sur eran de piedra roja.
  8. La de en medio se elevaba hasta el cielo como el trono de Dios; era de alabastro y la parte alta del trono de zafiro.
9. Y vi un fuego [50] ardiente y, detrás de esas montañas,
 10. (vi allí) un lugar, más allá de la gran tierra, en donde se juntan los cielos.
 11. Después vi un remolino profundo, cerca de las columnas de fuego del cielo, vi entre ellas columnas de fuego que
descendían y cuya altura y profundidad eran inconmensurables.
 12. Más allá de ese remolino, vi un lugar sobre el que no se extendía el firmamento de los cielos, bajo el cual no
había tampoco cimientos de la tierra; sobre el que no había ni agua ni pájaros, sino que ese lugar era desierto y terrible.
 13. Allí vi siete estrellas [51] parecidas a grandes montañas, que ardían, y cuando pregunté sobre esto,
 14. el ángel me dijo: Este lugar es el fin del cielo y de la tierra; es la prisión de las estrellas y de los poderes del cielo.
 15. Las estrellas que ruedan sobre el fuego son las que han transgredido el mandamiento[52] del Señor, desde su
nacimiento porque no han Ilegado a su tiempo.
 16. Y EI se irritó contra ellas, y las ha encadenado hasta el tiempo de la consumación de su pecado, en el año del
misterio.




CAPITULO XIX – Ángeles caídos que hacen errar a los hombres
 1. Después Uriel me dijo: Aquí es donde estarán los ángeles que se han unido a las mujeres. Sus espíritus, tomando
numerosas apariencias, han mancillado a los hombres y les hacen errar para que sacrifiquen tanto a los demonios como
a los dioses, hasta el día del gran juicio; día en que serán juzgados para ser perdidos.
 2. En cuanto a sus mujeres, que han seducido a los ángeles, serán convertidas en Sirenas.
 3. Y yo, Enoc, yo solo, he visto la visión, el fin de todo; y ningún hombre verá como yo he visto.




CAPITULO XX – Los nombres de los santos ángeles
 1. He aquí los nombres de los santos ángeles que vigilan:
 2. Uriel, uno de los santos ángeles, el del mundo y el del infierno;
 3. Rafael, uno de los santos ángeles, el de las almas de los hombres;
 4. Raguel, uno de los santos ángeles que se venga del mundo de las luminarias;
 5. Miguel, uno de los santos ángeles, encargado de los mejores de entre los hombres, (de la guardia) del pueblo;
 6. Saraquiel, uno de los santos ángeles, encargado de los espíritus de los hijos de los hombres que pecan contra los
espíritus;
 7. Gabriel, uno de los santos ángeles, encargados del paraíso, de los dragones y de los querubines;
  8. Remeiel, uno de los santos ángeles, al que Dios ha encargado de los resucitados. (Hay) siete nombres de
arcángeles.




CAPITULO XXI – Los que transgreden la orden de Dios

Comparar con Cap. XVIII y 3Enoc XVIII:1-28
 1. Después volví hasta allí en donde nada se hace.
 2. Allí vi una cosa terrible, no vi ni el cielo en lo alto, ni tierra fundamentada (abajo), sino un lugar informe y terrorífico.
 3. Allí vi siete estrellas [53] del cielo, encadenadas juntas en ese lugar, parecidas a grandes montañas, y ardiendo
como el fuego. [54]
  4. Entonces preguntó: ¿Por qué‚ pecado han sido encadenadas, y por qué‚ han sido lanzadas aquí?.
  5. Uriel, uno de los santos ángeles que estaban conmigo, que me guiaba me dijo: ¿Enoc, sobre qué‚ preguntas y
sobre qué‚ interrogas y te inquietas?
 6. Estas estrellas son las que han transgredido la orden del Señor y ellas han sido encadenadas aquí hasta que pasen
diez mil siglos, número de los días de sus pecados.
  7. De allí pasé‚ a otro lugar más terrorífico que ‚ éste y vi una cosa horrible; había allí un gran fuego [55] ardiente,
lanzando Ilamas; y en lugar tenía una fisura que iba hasta el abismo Ileno (el mismo) de grandes columnas de fuego que
hacían descender (allí); y no pude ver ni sus dimensiones ni su magnitud, y no pude fijarla.
  8. Entonces me dije: iQué horrible y penoso de ver este lugar! .
  9. Entonces Uriel, uno de los santos ángeles, que estaba conmigo, me dirigió la palabra y me dijo: Enoc, ¿por qué‚
sientes tal temor y espanto?. (Y respondí): Es a causa de este lugar horrible y del aspecto de este sufrimiento.
  10. EI me dijo: Este lugar es la prisión de los ángeles; es ahí en donde serán detenidos hasta la eternidad




CAPITULO XXII – La Montaña donde se reunirá a los muertos [56]
  1. De allí fui a otro lugar, y me enseñó en el occidente una montaña grande y alta y de duras rocas.
  2. Había allí cuatro cavidades muy profundas, muy anchas y muy lisas; (tres de entre ‚ellas estaban oscuras y una
luminosa; en medio se encontraba un manantial de agua; y yo dije): iQué lisas y profundas son esas cavidades y qué
sombrío aspecto tienen.
  3. En ese momento, Rafael, uno de los santos ángeles, que estaba conmigo, respondió y me dijo: Estas cavidades
están (hechas) para que se reúnan ahí los espíritus de las almas de los muertos; para esto fueron creadas, para que
sean reunidas ahí todas las almas de los hijos de los hombres.
  4. Y esos lugares se han hecho para hacerles residir hasta el día de su juicio y hasta el tiempo que les ha sido fijado;
y ese largo tiempo (durará) hasta el gran juicio (que será procurado sobre ellos).
  5. Vi los espíritus de los hijos de los hombres que estaban muertos, su voz Ilegaba hasta el cielo y se quejaba.[57]
 6. Entonces interrogué‚ a Rafael, el ángel que estaba conmigo y le dije: ¿De quién es este espíritu cuya voz Ilega así
hasta el cielo y se queja?.
 7. Me respondió y me habló en estos términos: Ese espíritu es el que salió de Abel cuyo hermano Caín ha matado, y
él le acusa hasta que su raza sea eliminada de la faz de la tierra y que su raza desaparezca de la raza de los hombres.

  8. En ese momento interrogué‚ (sobre él) y sobre todas las (otras) cavidades: Por que‚ están separadas una de la
otras.
  9. Me respondió diciéndome: Estas tres han sido hechas para separar los (otros) espíritus de los muertos. Esta está
separada para los espíritus de los justos, aquella donde está el manantial de agua luminosa.
  10. Y él me respondió y me dijo: Estas tres cavidades han sido hechas para separar los espíritus de los muertos. Así
son separadas las almas de los justos allí donde se encuentra cerca el manantial de agua de vida, luz.
  11. Esta ha sido creada (para ser la) de los pecadores cuando mueran y sean sepultados en la tierra, y contra los
cuales no haya tenido lugar un juicio durante su vida.
  12. De la misma manera (una separación) se ha hecho para los pecadores cuando mueran y sean sepultados en la
tierra, y contra los cuales no haya sido pronunciado un juicio durante su vida.
  13. Allí son puestas aparte sus almas para ese gran castigo, hasta el gran día del juicio, castigos y tormentos de
malditos, para la eternidad, para que (tenga (lugar) la retribución de los espíritus.
  14. Allí es donde sus almas han sido puestas aparte para ese gran tormento, hasta el gran día del juicio, del castigo y
de la tortura de los que maldicen hasta la eternidad, y (hasta el día de) la venganza [58] que se ejercerá sobre sus
almas. Es allí en donde se les encadenará por la eternidad (sino: antes de la eternidad.
  15. Esta ha sido separada para las almas de los que solicitan, que hacen conocer (su) pérdida, los que han sido
muertos en los días de los pecadores.
  16. Y de la misma forma se ha hecho una separación para las almas de los que se quejan, que dan a conocer su
asesinato cuando han sido muertos en los días de los pecadores.
  17. Y esta ha sido creada para las almas de los hombres, de todos los que no serán puros, sino pecadores impíos, y
(que) estarán de parte de los sin ley. Pero sus espíritus (ya que han sido oprimidos aquí (abajo) son menos castigados)
no serán castigados en el día del juicio y no serán resucitados de aquí.
  18. E igualmente ha sido hecha para las almas de los hombres que no han sido justos, sino pecadores consumidos en
el crimen, y estarán también con los criminales. En cuanto a su alma no será muerta en el día del juicio pero no
resucitarán de allí.
  19. En ese momento bendije al Señor de gloria y dije: Bendito sea mi Señor, el Señor de justicia, que reina por toda la
eternidad.




CAPITULO XXIII – Fuego que corre hacia occidente
  1. De allí fui a otro lugar, hacia occidente, hasta los extremos de la tierra.
  2. Y vi un fuego [59] ardiente que corría sin reposar y sin interrumpir su carrera ni día ni noche, permaneciendo
siempre el mismo.
  3. Y pregunté‚ diciendo: ¿Qué‚ es este (objeto) que está sin reposo?.
  4. Entonces Rafael, uno de los santos ángeles, que estaba conmigo, me respondió y me dijo: Ese (fuego) cuya
carrera hacia occidente has visto es el fuego que persigue a todas las luminarias del cielo.
CAPITULO XXIV – Las siete montañas y el árbol

Comparar con Cap. XVIIII: 6-9, LXXVII: 4 y 3Enoc XXIII: 17-74, 88-103

      De allí pasé a otro lugar de la tierra, y me enseño una montaña de fuego [60] que lanzaba llamas día y noche.
 1.
      Fui en su dirección y vi siete montañas magnificas, diferentes una de otra, y de piedras [61] preciosas y hermosas,
 2.
y todas eran espléndidas, de una apariencia magnífica y de un aspecto admirable: tres por la parte de oriente apoyadas
una contra otra, y tres hacia el mediodía una bajo la otra; y valles profundos y sinuosos; ninguno se acercaba al otro.
 3. La séptima montaña estaba en medio de ellas; las sobrepasaba a todas como un trono, y árboles[62] olorosos la
rodeaban.
  4. Entre ellos se encontraba un árbol cuyo perfume yo no había olido jamás, y no había perfume parecido entre estos
árboles o entre otros; exhala un olor por encima de todo perfume y sus hojas, sus flores y su madera no se secan jamás,
su fruto es hermoso y se parece a los racimos de la palmera. [63]
 5. Entonces dije: íQué hermoso árbol! Es hermoso a la vista, su follaje gracioso, y su fruto tiene un aspecto muy
agradable.
 6. Entonces Miguel, uno de los ángeles santos y gloriosos que estaba conmigo, y que estaba encargado de esos
árboles, me respondió.




CAPITULO XXV – El Árbol no tocado

Comparar con 3Enoc XXIII:17-74, 88-103

  1. Y él me dijo: Enoc, ¿por qué me preguntas sobre el perfume de ese árbol [64] y quieres saber la verdad?
  2. Entonces le respondí, yo, Enoc, en estos términos: Deseo ser instruido de todo, pero especialmente de lo que
concierne a ese árbol.
  3.     Y él me respondió diciendo: Esta alta montaña que has visto, cuya cima parece el trono del Señor, es
precisamente su trono, sobre el que se sentará el Santo y el Gran Señor de gloria, el Rey eterno, cuando descienda a
visitar la tierra, para el bien.
  4. Este árbol oloroso, ningún ser de carne tiene el poder de tocarlo [65] hasta el día del gran juicio, cuando Dios se
vengara de todo y consumará para la eternidad; pero entonces ese árbol se dará a los justos y a los humildes.
 5. Por su fruto se comunicará la vida a los elegidos; y será plantado por la parte del norte, en un lugar santo, cerca
del la mansión del Señor, Rey eterno.
 6. Entonces, los justos y los humildes se regocijarán en la alegría, [66] y exultarán; entrarán en el santuario; el buen
olor de este árbol, penetrará en sus huesos, y ellos vivirán una larga vida [67] sobre la tierra como han vivido sus padres,
y en sus días de tristeza, el sufrimiento, los tormentos y los castigos no les alcanzarán
 7. Entonces bendije al Dios de la gloria, Rey eterno, porque había preparado tales recompensas a los hombres justos
y creado tales cosas, y que había ordenado dárselas.




CAPITULO XXVI – Otras Montañas y los valles profundos
 1. Desde allí fui al medio de la tierra, y vi un lugar bendito y fértil (en donde había árboles) con ramajes permanentes y
que crecían (igualmente) del árbol [68] una vez cortado.
  2. Allí vi una montaña santa, y, al pie de la montaña, agua que venía del oriente y corría hacia el mediodía.
  3. Después vi por la parte del Oriente otra montaña más alta que la primera, y entre ellas una garganta profunda pero
sin anchura, en la cual corre agua a lo largo de la montaña.
  4. AI oeste de esta (alta montaña), hay otra montaña, más baja y sin elevación, y por debajo una garganta, entre las
dos; y otra garganta profunda y seca se encuentra al extremo de las tres (montañas).
  5. Y todas las gargantas son profundas y sin anchura, de dura roca; y ningún árbol ha sido plantado allí. Admiré‚ la
roca, admiré‚ la garganta, y me asombré‚ mucho.
CAPITULO XXVII – Uriel explica el valle maldito
  1. Entonces dije: ¿Por qué‚ esta tierra está bendita y Ilena de árboles, [69] mientras que esta garganta de en medio (de
las montañas) está maldita?.
  2. Entonces Uriel, uno de los ángeles, que estaba conmigo, me respondió y me dijo: Este valle maldito está
(destinado) a los malditos para toda la eternidad; es ahí donde serán reunidos todos aquellos que por su boca
pronuncian palabras [70] inconvenientes contra el Señor, y dicen insolencias sobre su gloria; allí se les reunirá, y aquél
será el lugar de su castigo.
  3. AI final de los tiempos, desaparecerá el espectáculo del juicio que realizará en justicia en presencia de los justos por
la eternidad; allí, todos los días, los que hayan obtenido misericordia bendecirán al Señor de gloria, Rey eterno.
  4. EI día del Juicio de estos (malos), (los justos) le bendecirán por la participación que El les ha reservado en (su)
misericordia.
  5. Entonces bendije al Señor de gloria, publiqué‚ su gloria y canté‚ como conviene a su grandeza.




CAPITULO XXVIII – El desierto, los árboles y el río
  1. Desde allí fui hacia oriente, en medio de la cadena de montañas de desierto, y vi un desierto y estaba solitario,
lleno de árboles. [71]
 2.   Y de esas semillas, salía agua de lo alto sobre ese desierto;
      Parecía como un río abundante que manaba hacia el noroeste; y por todas partes ascendía el agua y el rocío. [72]
 3.




CAPITULO XXIX – Los árboles del juicio
 1. De allí fui a otro punto del desierto y me acerqué al este de esa montaña.
 2. Y allí vi los árboles [73] del juicio, que exhalaban un olor suave de incienso y de mirra; y sus frutos se parecen a las
nueces.




CAPITULO XXX – Otros árboles olorosos
    Y fui no lejos de allí, al otro lado de los árboles [74] hacia el oriente; y vi otro lugar: una garganta llena de agua,
 1.
   como la que no se agota nunca.
 2. Vi in árbol hermoso, parecido a un árbol oloroso, como la resina del lentisco.
 3. Sobre los bordes de esas gargantas vi el oloroso árbol de la canela, después avancé
 4. Más allá hacia el oriente.




CAPITULO XXXI – Más árboles
     Y vi otras montañas sobre las que había árboles, [75] y se escapaba una especie de néctar que se llama Sarara y
 1.
   Galbanum.
 2. Detrás de esas montañas, vi otra montaña sobre la que había aloes, y esos árboles estaban cargados de un fruto
   parecido a las almendras y duro.
 3. Y cuando se casca este fruto, vence a todos los perfumes.
CAPITULO XXXII –El árbol de la Sabiduría
 1. Después de haber olido esos perfumes cuando miré hacia el norte, más allá de las montañas, vi siete montañas
llenas de nardo puro, de árboles olorosos, de canela y de pimienta.
 2. De allí franqueé la cima de esas montañas [76] a lo lejos hacia oriente, y atravesé el mar de Eritrea y alejándome,
pasé sobre el ángel Zotiel. [77]
3. Y llegué al paraíso de justicia y vi más allá de esos árboles, árboles numerosos y grandes; crecían allí mismo y su
olor es suave; y son altos, de una gran belleza, y magníficos; y está allí el árbol de la sabiduría: [78] los que comen de él
poseen una gran sabiduría.
4. Se parece al algarrobo; su fruto, parecido a un racimo de uva, es muy hermoso; y el olor de ese árbol, se expande y
penetra hasta la lejanía.
5. Y yo dije: íQue hermoso es este árbol, y que aspecto agradable tiene!
6. El santo ángel Rafael, que estaba conmigo, me respondió y me dijo: Es el árbol de la sabiduría, del cual comieron tu
anciano padre y tu anciana madre, tus antepasados; y ellos conocieron la ciencia, sus ojos se abrieron, supieron que
estaban desnudos,[79] y fueron expulsados del paraíso.




CAPITULO XXXIII – Los confines de la tierra y las puertas por las que nacen los astros
   1. Después de allí fui a los confines de la tierra, y allí vi grandes bestias diferentes las unas de las otras, y también
pájaros diferentes en el aspecto, en la belleza y en el trino, cada uno difería del otro.
   2. Al este de esas bestias, vi los extremos de la tierra en donde reposa el cielo, y las puertas del cielo estaban
abiertas.
   3. Y vi como nacen las estrellas del cielo, y conté las puertas por las que nacen, e inscribí todos sus nacimientos,
para cada una en particular, según su número y según sus nombres, según su conjunción y según su posición, su
tiempo y sus meses, como Uriel, el ángel que estaba conmigo, me lo enseñaba.
   4. Y él me enseñó y escribió todo para mí; y escribió incluso para mí sus nombres, sus leyes y sus agrupaciones.




CAPITULO XXXIV – Las puertas del norte
  1. Desde allí fui hacia el norte, en los confines de la tierra, y allí vi una gran y magnífica disposición en los confines
de toda la tierra.
  2. Allí vi tres puertas del cielo abiertas en el cielo; de cada una de ellas salen los vientos del norte; cuando soplan,
hace frío, graniza, escarcha, nieva, cae rocío [80] y lluvia.
  3. Por una puerta, soplan para el bien; pero, cuando soplan por las otras dos puertas, es con violencia y desolación
para la tierra, y soplan con fuerza.




CAPITULO XXXV – Las puertas del oeste
  1. Desde allí fui hacia el oeste, a las extremidades de la tierra, y vi las tres puertas del cielo abiertas, como había
visto en el este: tantas puertas y tantas salidas.




CAPITULO XXXVI – Las puertas del sur
1. Desde allí fui hacia el sur a las extremidades de la tierra, y allí vi tres puertas del cielo abiertas, de donde salen el
viento del sur, el rocío, [81] la lluvia (y el viento.
  2. Y desde allí fui hacia el oriente a las extremidades del cielo, y allí vi tres puertas del cielo abiertas hacia el oriente,
y sobre ellas unas puertas pequeñas.
  3. Por cada una de esas puertas pequeñas pasan las estrellas del cielo, y se dirigen hacia el oeste por el camino que
les ha sido trazado.
  4. Y contemplando (este espectáculo), he bendecido en todo el tiempo al Señor de gloria; y continuaré bendiciéndole,
a EI, que ha realizado grandes y magníficos prodigios, para enseñar la grandeza de su obra a los ángeles, a los espíritus
y a los hombres, a fin de que alaben su obra, toda su creación; a fin de que contemplen la obra de su poder, de que
alaben la grandiosa obra de sus manos, y que le bendigan durante toda la eternidad.




[1] Moi.6:29
[2] Ver III:1; 3En.III:117
[3] Ver X:4, 8
[4] Ver X: 22
[5] Ver XLI:5-8
[6] Ver 5, 11; I:7; LXXXIV:3; 3EnIII:107
[7] Ver XXXII:5; 2En.LII:15; Esd.XVI:50, 64-65; Job 34:25; Isa.3:17; 47:3; Jer.2:26; Eze.16:8, 36-37, 57; 23:18, 29; Ose.2:3, 9-10; Am.2:16;
Nah.3:5; Ap.3:17-1; 16:15; 2Ne.13:17; Morm.9:5; DyC 35:7; Inv80:11
[8] Ver LXXXIV:3; XCVIII:6; 3En.III:109
[9] Ver X:4
[10] Ver XLVII:1-4
[11] Vers.8, 11; VIII:1; IX:6; XIII:1; LIV:5; LV:4; LXIX:2; LXXXVIII:1; 3En.XIII:2; Lev.16:8-34; Os.2:14
[12] Ver XIV:7-8; XVIII:2, 6-7; XXIV:2; LIV:5; 3En.XXII:103
[13] Vers.7-8, 22
[14] Vers.4
[15] Ver XXIII:4
[16] Ver XCIII:5, 10
[17] Vers.16, 18; XXXVIII:2; XXXIX:5-6; XLI:8; XLIII:2; XLVI:3; XLVII:2, 4; XLVIII:1; XLIX:2; LVII:4-5; LX:12; LXI:4, 11; LXII:2-3; LXIII:3, 8;
LXV:12; LXXI:3; LXXI:13; LXXXI:6; LXXXII:4; XCI:4, 12-14, 17-19; XCII:3-4; XCIV:1, 4; XCIX:10; CIV:3; CVII:1; 3En.X:8; 2En.XLIV:2; Esd.II:18
[18] Ver LXII:12
[19] Esd.IV:22
[20] Ver III:1 ; 3En.III:117
[21] Isa.62:8; Jer.31:5, 12; Ose.2:22; 14:7; Joe.2:19, 24; Am.9:13-14
[22] Vers.7-8, 22; VIII:2; XII:4; LXIX:11, 25; CVI:17; 2En.VIII:5-6; LXV:7; 3En IX:30; Esd.II:11; Tom.15; Deut.32:5; Job 15:16; Jer.23:15; Eze.20:30;
Ose.9:9; Miq.2:10; Sof.3:7; Mat.6:19-20; 15:11, 18, 20; Mar.7:15, 20, 23; Rom.1:23; 8:21; 1Cor.8:7; 9:25; 15:33, 50-54; 1Pe.1:23; 2Pe.2:19; Jud.1:10;
Stg.3:6
[23] Ver XLVI:3; 3En.XXII:102
[24] Ver LXII:7; LXXI:1; 3En XV:62-73
[25] Vers.3-4; Esd.XIV:48
[26] Ver X: 22
[27] Ver X:4, 8
[28] Moi.6:39
[29] Ver XV:2; 3En.XII:57
[30] VerCIV:12-13; 3En.XXIX:109
[31] Ver CIV:9-11
[32] Vers.7-8; X:5
[33] Vers.7-8; XLI:4
[34] Vers.7-20; XXIII:4
[35] Vers.15, 17; XLI:5
[36] Ver LVII:3; XLIX:2, LX:2; LXII:3, 8; 3En.XX:97
[37] Ver XL:2
[38] Ver XV:1; XLIII:1; LIX:2; LXV:4; LXXXII:3; XCIII:11; Esd.IX:30
[39] Ver XXV:4; LXI:7, 9; LXII:2, 9, 10; LXVII:1; LXIX:29; LXXXIX:53; XC:7; XCIV:5; XCVIII:14; XCIX:10; C:6; CII:1; CIV:9-11; CVI:13; 3En.I:54

[40]   Ver XIV:22
[41]   Ver LXIV:2
[42]   Vers.1-5; XXIII:4
[43]   Ver XLI:3
[44]   Vers.3-5; LX:7-11, 16
[45]   Ver XLI:5
[46]   Ver X:5
[47]   Ver XLI:5
[48] Ver XL:2
[49] Vers.6-7; X:5
[50] Vers.9-15; XXIII:4
[51] Ver XXI:3; 3En.XVIII:15
[52] Ver XXI:6; 3En.XXX:134
[53] Ver XVIII:13
[54] Vers.7; XXIII:4
[55] Ver XXIII:4
[56] Ver LI:1-2
[57] Ver XLVII:1-5; XCVII:3-5; 3En.XX:51-64
[58] Ver XCI:15
[59] Ver.X:13; XIV:8-20; XVII:1-5; XVIII:9, 11; XXI:3, 7; XXIV:1; XXXIX:7; XLVIII:9; LII:6; LIV:1; LXI:6; LXVII:6, 7, 13; LXXI:1-6; LXXII:4; XCI:9;
XCIII:8; XCVIII:3, CII:1; CVIII:3-5; 2En.VIII:3; XIV:2; XXII:1; XXIX:1-2; XXXVII:1; XLVII:7; LXVI:8; 3En. VII:21; XIII:1; Esd.I:19; II:5-9; V:7,8;
VIII:8, 23; XIII:4, 38; XIV.39; Tom.11, 14, 17, 59, 84
[60] Ver XXIII:2-4
[61] Ver X:5
[62] Vers.3-6; III:1 ; 3En.III:117
[63] 3En.XXVI:4
[64] Vers.1-6; III:1 ; 3En.III:117
[65] 2Ne.27:21; Mos.8:13; Et.5:1; 2En.LIII:2; 3En.XXIII:60
[66] Ver LXII:12
[67] Ver XCIII:5, 10
[68] Vers.1,5; III:1; 3En.III:117
[69] Ver III:1 ; 3En.III:117
[70] Ver CIV:9-11
[71] 3En.III:117
[72] Ver XLI:3
[73] Ver III:1 ; 3En.III:117
[74] Vers.1-4; III:1; 3En.III:117
[75] Vers.1-2; III:1; 3En.III:117
[76] Vers.1-6; III:1; 3En.III:117
[77] 3En.27:55
[78] Ver V:8
[79] Ver IX:5
[80] Ver XLI:3
[81] Ver XLI:3

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  • 1. EL LIBRO DE ENOC 1 (Apócrifo Etíope) LIBRO DE LOS ANGELES Y ASENCION DE ENOC (Caps.VI-XXXVI) Indice General Enoc 1 CAPITULO VI – CAÍDA Y JURAMENTO DE LOS HIJOS DEL CIELO CAPITULO XXI – LOS QUE TRANSGREDEN LA ORDEN DE DIOS CAPITULO VII – LOS GIGANTES CAPITULO XXII – LA MONTAÑA DONDE SE REUNIRÁ A LOS MUERTOS CAPITULO VIII - AZAZEL CAPITULO XXIII – FUEGO QUE CORRE HACIA OCCIDENTE CAPITULO IX – MIGUEL, URIEL, RAFAEL Y GABRIEL CAPITULO XXIV – LAS SIETE MONTAÑAS Y EL ÁRBOL CAPITULO X – PROFECÍAS SOBRE EL DILUVIO, SOBRE AZAZEL Y SEMYAZA CAPITULO XXV – EL ÁRBOL NO TOCADO CAPITULO XI – PROFECÍA SOBRE LOS TESOROS CAPITULO XXVI – OTRAS MONTAÑAS Y LOS VALLES PROFUNDOS CAPITULO XII – ENOC OCULTO – MENSAJE A LOS VIGILANTES CAPITULO XXVII – URIEL EXPLICA EL VALLE MALDITO CAPITULO XIII – CONDENA A AZAZEL CAPITULO XXVIII – EL DESIERTO, LOS ÁRBOLES Y EL RÍO CAPITULO XIV – CASTIGO DE LOS VIGILANTES – CASA DE GRANIZO CAPITULO XXIX – LOS ÁRBOLES DEL JUICIO CAPITULO XV – ORACIÓN DE LOS GUARDIANES RECHAZADA CAPITULO XXX – OTROS ÁRBOLES OLOROSOS CAPITULO XVI – SENTENCIA FINAL PARA LOS VIGILANTES CAPITULO XXXI – MÁS ÁRBOLES CAPITULO XVII – EN LA ALTA MONTAÑA CAPITULO XXXII –EL ÁRBOL DE LA SABIDURÍA CAPITULO XVIII – LOS DEPÓSITOS DE LOS VIENTOS CAPITULO XXXIII – LOS CONFINES DE LA TIERRA Y LAS PUERTAS POR LAS QUE CAPITULO XIX – ÁNGELES CAÍDOS QUE HACEN ERRAR A LOS HOMBRES NACEN LOS ASTROS CAPITULO XX – LOS NOMBRES DE LOS SANTOS ÁNGELES CAPITULO XXXIV – LAS PUERTAS DEL NORTE CAPITULO XXXV – LAS PUERTAS DEL OESTE CAPITULO XXXVI – LAS PUERTAS DEL SUR CAPITULO VI – Caída y juramento de los Hijos del Cielo Comparar con 3 Enoc IX: 1-8 1. Así, pues, cuando los hijos de los hombres se hubieron multiplicado, y les nacieron en esos días hijas hermosas y bonitas, 2. Y los ángeles, hijos de los cielos, las vieron, y las desearon, y se dijeron entre ellos: Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos. 3. Entonces, Semyaza, su jefe, les dijo: Temo que quizá no queráis (realmente) cumplir esa obra, y yo seré, yo solo, responsable de un gran pecado. 4. Pero todos le respondieron: Hagamos todos un juramento, [1] y prometámonos todos con un anatema no cambiar de destino, sino ejecutar realmente (ese destino) 5. Entonces todos juraron y se comprometieron acerca de eso los unos hacia los otros con un anatema. 6. Así, pues, todos ellos eran Doscientos, y descendieron sobre Ardid, la cima del monte Hermon; y lo llamaron monte Hermon porque es sobre él donde habían jurado y se habían comprometido los unos a los otros con un anatema. 7. Y he aquí los nombres de sus jefes: Semyaza, su príncipe. Arakib, Aramiel, Kokabiel, Tamiel, Ramiel, Daniel, Ezequiel, Baraqiel, Aael, Armaros, Batariel, Ananiel, Zaqile, Samsapeel, Satariel, Touriel, Yomeyal y Arazeyal. 8. Esos son sus jefes de decena.
  • 2. CAPITULO VII – Los Gigantes Comparar con 3 Enoc IX: 9-13 1. (Estos) y todos los otros con ellos, tomaron mujeres, cada uno escogió una, y comenzaron a ir hacia ellas y a tener comercio con ellas y les enseñaron los encantos y los encantamientos, y les enseñaron el arte de cortar las raíces y (la ciencia) de los árboles. [2] 2. Así, pues, estas concibieron y pusieron en el mundo grandes gigantes cuya altura era de tres mil codos. 3. Ellos devoraron todo el fruto del trabajo de los hombres, hasta que éstos no pudieron alimentarlos más. 4. Entonces los gigantes se volvieron contra los hombres para devorarlos. 5. Empezaron a pecar contra los pájaros y contra las bestias, los reptiles y los peces, después ellos se devoraron la carne entre ellos, y se bebieron la sangre. 6. Entonces la tierra acusó los violentos. CAPITULO VIII - Azazel Comparar con 3En. IX: 14 -33 1. Azazel [3] enseñó a los hombres a fabricar las espadas y los machetes, el escudo y la coraza del pecho, y él les mostró los metales, y el arte de trabajarlos, y los brazaletes y los aderezos y el arte de pintarse los ojos con antimonio y de embellecerse los párpados, y las más bellas y mas preciosas piedras y todos los tintes de color, y la revolución del mundo. 2. Y la impiedad fue grande y general, ellos fornicaron, y ellos erraron, y todas sus voces fueron corrompidas. [4] 3. Amiziras instruyó los encantadores y los cortadores de raíces; Amaros (enseñó) a romper los hechizos, Baraqiel (instruyó) los astrólogos, Kokabiel (enseñó) los presagios, Tamiel (el significado) del aspecto de las estrellas, y Asdariel enseñó el curso de la luna. [5] 4. Y en (su) aniquilación los hombres gritaron, y su clamor subió al cielo. CAPITULO IX – Miguel, Uriel, Rafael y Gabriel Comparar con 3 Enoc X 1. Entonces Miguel, Uriel, Rafael y Gabriel miraron desde lo alto del cielo, y vieron la sangre esparcida en abundancia sobre la tierra y toda la injusticia cometida sobre la tierra. 2. Y dijéronse el uno al otro: Esta es la voz de su grito que la tierra desolada grita hasta las puertas del cielo. 3. Ahora, es a vosotros, santos del cielo, a quienes se lamentan las almas de los hombres; ellos dicen: Llevad vuestra causa ante el Más alto. 4. Y ellos (los santos del cielo) dijeron al Señor de los reyes: Tú eres el Señor de los señores, el Dios de los dioses y el Rey de los reyes y el trono de tu gloria permanecen a través de todas las generaciones del mundo y tu nombre es santo (y bendito), y glorioso por toda la eternidad (y Él es bendito y glorioso) 5. Eres tú quien todo lo ha hecho, y en ti reside el poder sobre Todas las Cosas, [6] todo es descubierto, y en toda su desnudez [7] ante ti; tú todo lo ves, y no hay nada que pueda escondérsete.[8] 6. Tú has visto lo que ha hecho Azazel,[9] como ha enseñado toda injusticia sobre la tierra y devela los secretos eternos que se cumplen en los cielos. 7. Y como Semyaza, al que tú habías dado el poder de dominar sobre sus compañeros, ha instruido a los hombres. 8. Y ellos se han ido hacia las hijas de los hombres, sobre la tierra y se han acostado con ellas y le han descubierto todo pecado. 9. Luego estas mujeres han puesto en el mundo, gigantes, por lo que la tierra entera se ha llenado de injusticia. 10. Y ahora, he aquí que las almas de los que están muertos gritan y se lamentan [10] hasta las puertas del cielo, y su gemido ha subido y no puede salir ante la injusticia que se comete en la tierra. 11. Pero tu conoces Todas las Cosas antes que estas sean, y tu, tú sabes aquello y tu los toleras, y tu no nos dices lo que debemos hacerles por eso.
  • 3. CAPITULO X – Profecías sobre El Diluvio, sobre Azazel y Semyaza Comparar con 3 Enoc XI 1. Entonces el Más Alto (dijo), el Grande y el Santo habló, y envió Saryalyor aI hijo de Lamec: 2. Ve hacia Noé y dile en mi nombre; escóndete; y revélale‚ la consumación que viene, pues la tierra entera va a perecer; un agua de diluvio va a venir sobre toda la tierra y el que se encuentre sobre ella perecerá. 3. Y ahora instrúyele, a fin de que él escape y que su posteridad permanezca por todas las generaciones. 4. El Señor dijo aún a Rafael: Encadena a Azazel,[11] de pies y manos, y arrójalo en las tinieblas; y abre el desierto que está en Dudael, y lánzalo allí. 5. Lanza sobre él piedras [12] ásperas y cortantes, cúbrelo de tinieblas, y que quede allí eternamente; cubre también su faz para que él no vea la luz. 6. Y en el gran día del juicio, que sea lanzado en el brasero. 7. Después sana la tierra que los ángeles han corrompido;[13] y anuncia la curación de la tierra, a fin que ellos sanen (su) Ilaga, y que todos los hijos de los hombres no sean perdidos por todo el misterio que los guardianes han aprendido y enseñado a sus hijos. 8. Toda la tierra ha sido corrompida por la ciencia de la obra de Azazel; impútale, pues, todo pecado. 9. Y el Señor dijo a Gabriel: Ve hacia los bastardos y réprobos y hacia los hijos de cortesanas, y haz desaparecer (los hijos de cortesanas y) los hijos de los guardianes de entre los hombres, cázalos y reenvíalos; ellos se destruirán los unos a los otros por la muerte violenta, pues no habrá para ellos muchos días. 10. Y todo lo que ellos te pidieron no será (acordado) a sus padres en su favor, pues ellos esperan (los hijos) vivir una vida eterna, y cada uno de ellos (de los hijos) vivirá quinientos años. 11. Y a Miguel el Señor le dijo: Ve, encadena a Semyaza [14] y a sus compañeros que se han unido a las mujeres para mancharse con ellas en toda su impureza. 12. Y cuando todos sus hijos hayan sido degollados, y cuando ellos mismos hayan visto la destrucción de sus bien amados, encadénalos por setenta generaciones bajo las colinas de la tierra hasta el día de su juicio y de su consumación, hasta que sea consumado el juicio eterno. 13. En estos días se les conducirá al abismo del fuego, [15] en los tormentos, y ellos serán para siempre encerrados en la prisión. 14. Y si alguno es condenado y perece, él será en adelante encadenado con ellos hasta la consumación de las generaciones de las generaciones. 15. Destruye, pues, todas las almas voluptuosas y los hijos de los guardianes, pues ellos han oprimido a los hombres. 16. Haz desaparecer toda opresión de la faz de tierra, que toda obra mala cese, que la planta de justicia [16] y de verdad aparezca, y ella será bendita; obras de justicia [17] y de verdad serán plantadas en la alegría [18] para siempre. 17. Entonces todos los justos escaparán o y permanecerán vivos hasta que ellos hayan engendrado mil hijos y todos los días de su juventud y de su vejez se acabarán en la paz. 18. Y en estos días, la tierra entera será cultivada [19] en la justicia y será enteramente plantada de árboles, [20] y Ilena de bendición. 19. Se plantarán sobre ella todos los árboles de adorno; se plantarán viñas, y la viña que será plantada dará vino a saciedad; y todo el grano sembrado sobre ella producirán mil medidas por una, y una medida de aceitunas diez lagares de aceite producirá.[21] 20. Y tú, purifica la tierra de toda opresión, de toda violencia, de todo pecado, de todo impío y de toda impureza que tiene lugar en la tierra; hazles desaparecer de la tierra. 21. Que todos los hijos de los hombres se vuelvan justos, y que todos los pueblos me veneren y me bendigan, y todos me adorarán. 22. Y la tierra estará pura de toda corrupción, [22] de todo pecado, de todo castigo y de todo dolor; y yo no enviaré más (estas plagas) sobre la tierra hasta las generaciones de las generaciones y hasta la eternidad. CAPITULO XI – Profecía sobre los Tesoros 1. Y en esos días abriré‚ los tesoros [23] de bendición que y están en el cielo, para hacerlos descender sobre la tierra, sobre las obras y el trabajo de los hijos de los hombres. 2. Y la paz y la verdad estarán unidas todos los días del mundo y en todas las generaciones del mundo.
  • 4. CAPITULO XII – Enoc oculto – Mensaje a los Vigilantes Comparar con 3Enoc XII: 1-24 ; XV: 62-73 - Moisés 6: 26-31 1. Ante esos sucesos Enoc había sido ocultado;[24] y a no hay ningún hijo de los hombres que sepa donde fue escondido, y donde está, y lo que le haya sucedido. 2. Así, pues, todas sus acciones (se hacían) en sus días con los vigilantes y con los santos. 3. Así, pues, yo, Enoc, estaba ocupado en bendecir al gran Señor, el rey del mundo, y he aquí que los vigilantes me Ilamaron, a mí Enoc el escriba, [25] y me dijeron: 4. Enoc, escriba de justicia, vete; haz saber a los vigilantes del cielo que han abandonado el cielo altísimo, el lugar santo, eterno, y que se han ensuciado con las mujeres y han hecho como hacen los hijos de los hombres, y han tomado mujeres, y se han corrompido con una gran corrupción [26] sobre la tierra. 5. No habrá para ellos ni paz ni remisión del pecado. 6. Y porque ellos gozan a propósito de sus hijos, verán la casa de sus bienamados, y Ilorarán sobre la pérdida de sus hijos y suplicarán eternamente, pero no habrá para ellos ni misericordia ni paz. CAPITULO XIII – Condena a Azazel Comparar con 3 Enoc XII: 46-62 1. Entonces, Enoc, alejándose, dijo a Azazel:[27] No habrá paz para ti; contra ti ha sido pronunciado un gran juicio para encadenarte. 2. No habrá para ti ni tregua ni intercesión, porque has enseñado la injusticia y a causa de todas las obras de blasfemia, de violencia y de pecado que tú has enseñado a los hombres. 3. Después‚ avanzando, les hablé‚ a todos juntos, y todos temblaron, y fueron presa del temor y del espanto.[28] 4. Y ellos me pidieron que les escribiera una fórmula de oración a fin de que les fuera acordada una remisión y que hiciera subir la fórmula de su oración ante el Señor del cielo. [29] 5. Porque desde entonces ellos no pueden hablar (a Dios), y levantar los ojos hacia el cielo, de vergüenza del crimen por el cual han sido condenados. 6. Entonces escribí la fórmula de su oración y una súplica por su alma, y por cada una de sus obras, y por lo que ellos pedían (a saber) que les fuera acordado perdón y tregua. 7. Después‚ habiéndome alejado, me sentí‚ cerca de las aguas de Dan en (el territorio) Dan, que está al sur del oeste del Hermon; y leí la fórmula de su oración hasta el momento en que me adormecí. 8. Así, pues, he aquí que tuve un sueño, y que cayeron sobre mí visiones, y vi visiones de castigo, (y vino una voz que me ordenaba) hablar a los hijos del cielo y responderles. 9. Y cuando me desperté, fui hacia ellos; todos juntos estaban sentados y Ilorando en Ublesyael, que se encuentra entre el Líbano y Senaser, con el rostro cubierto. 10. Y conté‚ en su presencia, todas las visiones que había visto durante mi sueño, y me puse a decir estas palabras de justicia y a reprender a los vigilantes del cielo. CAPITULO XIV – Castigo de los Vigilantes – Casa de Granizo 1. Este libro [30] es la palabra de justicia y de la corrección de los vigilantes que existen desde la eternidad, según lo que ha ordenado el Santo, el Grande en esa visión. 2. He visto yo mismo, en mi sueño, lo que ahora digo, yo, con una lengua de carne y con mí aliento, que el Grande ha dado a la boca de los hombres para que por EI hablen entre ellos y (se) comprendan en su corazón. Lo mismo que Dios ha creado al hombre y le ha otorgado el que comprenda la palabra de ciencia, así EI me ha creado a mí también y me ha otorgado el reprender a los vigilantes, hijos del cielo. 3. He escrito vuestra oración; pero en mi visión me fue enseñado que vuestra oración no será atendida. Así, pues, no subiréis más al cielo en toda la eternidad: ha sido ordenado encadenaros sobre la tierra por todos los días del mundo. 4. Pero antes habréis‚ visto la muerte de vuestros hijos bienamados y no los poseeréis, sino que caerán ante vosotros por la espada. 5. Y vuestra oración no será (atendida) ni por ellos ni por vosotros, y vosotros mismos, mientras que Iloráis y suplicáis,
  • 5. no pronunciáis una palabra [31] del escrito que yo he escrito. 6. Así, pues, la visión me apareció así: he aquí que unas nubes me Ilamaron en la visión, y una nube me Ilamó; y el curso de las estrellas y de los rayos me hicieron apresurar y me desearon; y los vientos, en la visión, me hicieron volar (y me hicieron apresurar); me Ilevaron a lo alto (y me hicieron entrar en los cielos). 7. Entré‚ hasta que hube (llegado) cerca de un muro construido por piedras [32] de granizo; [33] lenguas de fuego [34] lo rodeaban y‚ ellas comenzaron a asustarme 8. Entré‚ en las lenguas de fuego y me acerqué‚ a una gran casa, construida con piedras de granizo; los muros de esta casa eran como un mosaico de piedra de granizo, y su suelo era de granizo. 9. Su techo era como el camino de las estrellas y (como) rayos; en medio (había) querubines de fuego, y su cielo era de agua 10. Un fuego ardiente rodeaba los muros, y su puerta (de la casa) Ilameaba en el fuego. 11. Entré‚ en esta casa; era ardiente como fuego y fría como nieve; y no había en ella ninguna de las diversiones de la vida; el temor me consumió y el temblor hizo presa de mí. 12. Emocionado y tembloroso, caí sobre mi rostro y vi una visión. 13. Y he aquí: (era) otra casa, más grande que la primera, cuyas puertas estaban todas abiertas ante mí; estaba construida con lenguas de fuego, 14. y en todo tan excelente, en magnificencia, en esplendor y en grandeza, que no puedo decoroso a causa de su magnificencia y de su grandeza. 15. Su suelo era de fuego y de rayos y el curso de las estrellas (formaban) su parte superior, y su techo también era de fuego ardiente. 16. Y miré, y vi en esta casa un trono elevado cuyo aspecto era el del cristal, y cuyo contorno era como el sol [35] brillante, y una voz de querubines (se hacía oír). 17. Por encima del trono salían ríos de fuego ardiente, y no podía mirar (los). 18. La gran gloria tenía sede en el trono, y su vestido era más brillante que el sol y más blanco que toda la nieve. 19. Ningún ángel podía entrar (en esta casa) y ver la cara del Glorioso y del Magnífico, y ningún ser de carne podía mirarlo. 20. Un fuego ardiente le rodeaba y un gran fuego se levantaba ante EI, ninguno de los que le rodeaban se acercaba a Él. Miríadas y miríadas (de ángeles) estaban de pie [36] ante EI, pero El no pedía consejo. 21. Y las santidades de los santos que estaban cerca de El no se alejaban durante la noche [37] y no se separaban de Él. 22. Y yo, hasta este momento, estaba sobre mi rostro tapado, temblando, y el Señor, por su propia boca, me Ilamó y me dijo: Ven aquí, Enoc, y escucha [38] mi palabra santa. [39] 23. Y habiéndose acercado a mí, uno de los santos me despertó, me hizo levantar y acercarme a la puerta; y yo miré‚ con la cabeza baja. CAPITULO XV – Oración de los guardianes rechazada 1. Él me dirigió la palabra y me dijo, y yo oí su voz,[40] no temas, Enoc, hombre justo, escriba de justicia; acércate y escucha mi voz. 2. Y ve, di a los guardianes del cielo que te han mandado suplicar por ellos: A vosotros es a quienes interesa interceder por los hombres y no a los hombres por vosotros. 3. ¿Por que‚ habéis abandonado el cielo muy alto y santo, que es eterno, os habéis acostado con las mujeres, habéis obrado como los hijos de la tierra y habéis engendrado, por hijos, gigantes? 4. Vosotros, santos, espirituales, viviendo una vida eterna, vosotros os habéis ensuciado con la sangre de las mujeres, y habéis engendrado con la sangre de la carne; según la sangre de los hombres habéis deseado, y habéis hecho carne y sangre como hacen aquellos que mueren y perecen. 5. Por eso es por lo que yo les he dado a ellos mujeres para que las fecunden, y que tengan hijos, y que no cese ninguna obra sobre la tierra. 6. En cuanto a vosotros, vosotros fuisteis primeramente espirituales, viviendo de una vida eterna, inmortal, por todas las generaciones del mundo. 7. Por esto es por lo que no os he atribuido mujeres, pues la mansión de los espíritus del cielo está en el cielo. 8. Y ahora los gigantes que han nacido de los espíritus y de la carne serán Ilamados, sobre la tierra, espíritus malos, y sobre la tierra estará su morada. 9. Los espíritus malos han salido de su carne (de los gigantes), porque ellos han sido hechos por los hombres (y), de los santos guardianes (proviene) su origen y su primer fundamento. Serán los espíritus malos sobre la tierra; ellos serán Ilamados espíritus malos. 10. Los espíritus del cielo tienen su morada en el cielo; y los espíritus de la tierra, que han sido engendrados sobre la tierra, tienen su morada sobre la tierra. 11. Y los espíritus de los gigantes, los Nephilim, que oprimen, destruyen, hacen irrupción, combaten, destruyen sobre
  • 6. la tierra y hacen el duelo, no comen ningún alimento y no tienen sed, y no son reconocibles. 12. Estos espíritus se elevarán contra los hijos de los hombres y contra las mujeres, pues ellos han salido (de entre ellos) CAPITULO XVI – Sentencia final para los Vigilantes 1. Después de los días de muerte, de la destrucción y de la muerte de los gigantes -(días) en que los espíritus han salido de las almas de su carne - que estén sin juicio los que pierdan; perderán así hasta el día en que se cumpla el gran juicio, en el cual el gran tiempo terminará (a causa de los vigilantes y de los impíos) 2. Y ahora a los vigilantes que te han enviado a suplicar por ellos, que en otro tiempo habitaban en el cielo, 3. (Diles): Antes estabais en el cielo, pero (todos) los secretos [41] no os habían sido aún revelados; no habéis conocido más que un misterio fútil; en el endurecimiento de vuestro corazón lo habéis comunicado a las mujeres, y, por ese misterio, las mujeres, los hombres han multiplicado el mal sobre la tierra. 4. Diles, pues: No hay perdón para vosotros. CAPITULO XVII – En la alta montaña Comparar con 3Enoc XIX 1. Después me Ilevaron a un lugar cuyos habitantes son como un fuego [42] ardiente, y que aparecen, cuando quieren, como hombres. 2. Y me condujeron a la residencia de la tempestad, y sobre una montaña cuya más alta cima tocaba el cielo. 3. Y yo vi las mansiones de las luminarias y del trueno, [43] en los extremos, en el abismo [44] donde están el arco de fuego, las flechas y sus carcajees, la espada de fuego y todos los rayos. 4. Después me Ilevaron hasta las aguas de vida (que se llaman así), y hasta el fuego del poniente; él es el que recogió todas las puestas del sol. [45] 5. Llegué‚ hasta un río de fuego cuyo fuego corre como agua y desemboca en el gran mar que está al lado del poniente. 6. Y vi los grandes ríos y alcancé una gran oscuridad y Ilegué allí donde ningún ser de carne anda; 7. Vi las montañas de las tinieblas del invierno, y el lugar en que desembocan las aguas de todo el abismo. 8. Y vi la desembocadura de todos los ríos de la tierra y la desembocadura del abismo. CAPITULO XVIII – Los depósitos de los vientos 1. Vi los depósitos de todos los vientos, y vi que por ellos (Dios) ha adornado toda la creación; y vi los cimientos de la tierra. 2. Y vi también la piedra [46] angular de la tierra, y vi los cuatro vientos que sostienen la tierra y el firmamento del cielo. 3. Vi cómo los vientos extienden (como un velo) la parte alta del cielo, y (como) se mantienen entre el cielo y la tierra, son las columnas del cielo. 4. Vi los vientos que hacen dar vueltas al cielo, que hacen ponerse al disco del sol [47] y a todas las estrellas. 5. Vi los vientos que, sobre la tierra, sostienen las nubes; vi los caminos de los ángeles; vi, en los confines de la tierra, el firmamento de los cielos en lo alto. (Comparar con Cap. XXIV, LXXVII:4 y 3Enoc XVIII: 1-28, XXIII:17-74, 88-103) Después pasé‚ al sur, (y vi un lugar) que ardía día y noche, [48] en donde se encontraban siete montañas de 6. piedras [49] preciosas, tres del lado del oriente, y tres del lado del mediodía. 7. Así, pues, (entre) las que estaban en el oriente, una era de piedra multicolor, una de perlas, y la otra de piedra de curación; y las que estaban al sur eran de piedra roja. 8. La de en medio se elevaba hasta el cielo como el trono de Dios; era de alabastro y la parte alta del trono de zafiro.
  • 7. 9. Y vi un fuego [50] ardiente y, detrás de esas montañas, 10. (vi allí) un lugar, más allá de la gran tierra, en donde se juntan los cielos. 11. Después vi un remolino profundo, cerca de las columnas de fuego del cielo, vi entre ellas columnas de fuego que descendían y cuya altura y profundidad eran inconmensurables. 12. Más allá de ese remolino, vi un lugar sobre el que no se extendía el firmamento de los cielos, bajo el cual no había tampoco cimientos de la tierra; sobre el que no había ni agua ni pájaros, sino que ese lugar era desierto y terrible. 13. Allí vi siete estrellas [51] parecidas a grandes montañas, que ardían, y cuando pregunté sobre esto, 14. el ángel me dijo: Este lugar es el fin del cielo y de la tierra; es la prisión de las estrellas y de los poderes del cielo. 15. Las estrellas que ruedan sobre el fuego son las que han transgredido el mandamiento[52] del Señor, desde su nacimiento porque no han Ilegado a su tiempo. 16. Y EI se irritó contra ellas, y las ha encadenado hasta el tiempo de la consumación de su pecado, en el año del misterio. CAPITULO XIX – Ángeles caídos que hacen errar a los hombres 1. Después Uriel me dijo: Aquí es donde estarán los ángeles que se han unido a las mujeres. Sus espíritus, tomando numerosas apariencias, han mancillado a los hombres y les hacen errar para que sacrifiquen tanto a los demonios como a los dioses, hasta el día del gran juicio; día en que serán juzgados para ser perdidos. 2. En cuanto a sus mujeres, que han seducido a los ángeles, serán convertidas en Sirenas. 3. Y yo, Enoc, yo solo, he visto la visión, el fin de todo; y ningún hombre verá como yo he visto. CAPITULO XX – Los nombres de los santos ángeles 1. He aquí los nombres de los santos ángeles que vigilan: 2. Uriel, uno de los santos ángeles, el del mundo y el del infierno; 3. Rafael, uno de los santos ángeles, el de las almas de los hombres; 4. Raguel, uno de los santos ángeles que se venga del mundo de las luminarias; 5. Miguel, uno de los santos ángeles, encargado de los mejores de entre los hombres, (de la guardia) del pueblo; 6. Saraquiel, uno de los santos ángeles, encargado de los espíritus de los hijos de los hombres que pecan contra los espíritus; 7. Gabriel, uno de los santos ángeles, encargados del paraíso, de los dragones y de los querubines; 8. Remeiel, uno de los santos ángeles, al que Dios ha encargado de los resucitados. (Hay) siete nombres de arcángeles. CAPITULO XXI – Los que transgreden la orden de Dios Comparar con Cap. XVIII y 3Enoc XVIII:1-28 1. Después volví hasta allí en donde nada se hace. 2. Allí vi una cosa terrible, no vi ni el cielo en lo alto, ni tierra fundamentada (abajo), sino un lugar informe y terrorífico. 3. Allí vi siete estrellas [53] del cielo, encadenadas juntas en ese lugar, parecidas a grandes montañas, y ardiendo como el fuego. [54] 4. Entonces preguntó: ¿Por qué‚ pecado han sido encadenadas, y por qué‚ han sido lanzadas aquí?. 5. Uriel, uno de los santos ángeles que estaban conmigo, que me guiaba me dijo: ¿Enoc, sobre qué‚ preguntas y sobre qué‚ interrogas y te inquietas? 6. Estas estrellas son las que han transgredido la orden del Señor y ellas han sido encadenadas aquí hasta que pasen diez mil siglos, número de los días de sus pecados. 7. De allí pasé‚ a otro lugar más terrorífico que ‚ éste y vi una cosa horrible; había allí un gran fuego [55] ardiente, lanzando Ilamas; y en lugar tenía una fisura que iba hasta el abismo Ileno (el mismo) de grandes columnas de fuego que hacían descender (allí); y no pude ver ni sus dimensiones ni su magnitud, y no pude fijarla. 8. Entonces me dije: iQué horrible y penoso de ver este lugar! . 9. Entonces Uriel, uno de los santos ángeles, que estaba conmigo, me dirigió la palabra y me dijo: Enoc, ¿por qué‚
  • 8. sientes tal temor y espanto?. (Y respondí): Es a causa de este lugar horrible y del aspecto de este sufrimiento. 10. EI me dijo: Este lugar es la prisión de los ángeles; es ahí en donde serán detenidos hasta la eternidad CAPITULO XXII – La Montaña donde se reunirá a los muertos [56] 1. De allí fui a otro lugar, y me enseñó en el occidente una montaña grande y alta y de duras rocas. 2. Había allí cuatro cavidades muy profundas, muy anchas y muy lisas; (tres de entre ‚ellas estaban oscuras y una luminosa; en medio se encontraba un manantial de agua; y yo dije): iQué lisas y profundas son esas cavidades y qué sombrío aspecto tienen. 3. En ese momento, Rafael, uno de los santos ángeles, que estaba conmigo, respondió y me dijo: Estas cavidades están (hechas) para que se reúnan ahí los espíritus de las almas de los muertos; para esto fueron creadas, para que sean reunidas ahí todas las almas de los hijos de los hombres. 4. Y esos lugares se han hecho para hacerles residir hasta el día de su juicio y hasta el tiempo que les ha sido fijado; y ese largo tiempo (durará) hasta el gran juicio (que será procurado sobre ellos). 5. Vi los espíritus de los hijos de los hombres que estaban muertos, su voz Ilegaba hasta el cielo y se quejaba.[57] 6. Entonces interrogué‚ a Rafael, el ángel que estaba conmigo y le dije: ¿De quién es este espíritu cuya voz Ilega así hasta el cielo y se queja?. 7. Me respondió y me habló en estos términos: Ese espíritu es el que salió de Abel cuyo hermano Caín ha matado, y él le acusa hasta que su raza sea eliminada de la faz de la tierra y que su raza desaparezca de la raza de los hombres. 8. En ese momento interrogué‚ (sobre él) y sobre todas las (otras) cavidades: Por que‚ están separadas una de la otras. 9. Me respondió diciéndome: Estas tres han sido hechas para separar los (otros) espíritus de los muertos. Esta está separada para los espíritus de los justos, aquella donde está el manantial de agua luminosa. 10. Y él me respondió y me dijo: Estas tres cavidades han sido hechas para separar los espíritus de los muertos. Así son separadas las almas de los justos allí donde se encuentra cerca el manantial de agua de vida, luz. 11. Esta ha sido creada (para ser la) de los pecadores cuando mueran y sean sepultados en la tierra, y contra los cuales no haya tenido lugar un juicio durante su vida. 12. De la misma manera (una separación) se ha hecho para los pecadores cuando mueran y sean sepultados en la tierra, y contra los cuales no haya sido pronunciado un juicio durante su vida. 13. Allí son puestas aparte sus almas para ese gran castigo, hasta el gran día del juicio, castigos y tormentos de malditos, para la eternidad, para que (tenga (lugar) la retribución de los espíritus. 14. Allí es donde sus almas han sido puestas aparte para ese gran tormento, hasta el gran día del juicio, del castigo y de la tortura de los que maldicen hasta la eternidad, y (hasta el día de) la venganza [58] que se ejercerá sobre sus almas. Es allí en donde se les encadenará por la eternidad (sino: antes de la eternidad. 15. Esta ha sido separada para las almas de los que solicitan, que hacen conocer (su) pérdida, los que han sido muertos en los días de los pecadores. 16. Y de la misma forma se ha hecho una separación para las almas de los que se quejan, que dan a conocer su asesinato cuando han sido muertos en los días de los pecadores. 17. Y esta ha sido creada para las almas de los hombres, de todos los que no serán puros, sino pecadores impíos, y (que) estarán de parte de los sin ley. Pero sus espíritus (ya que han sido oprimidos aquí (abajo) son menos castigados) no serán castigados en el día del juicio y no serán resucitados de aquí. 18. E igualmente ha sido hecha para las almas de los hombres que no han sido justos, sino pecadores consumidos en el crimen, y estarán también con los criminales. En cuanto a su alma no será muerta en el día del juicio pero no resucitarán de allí. 19. En ese momento bendije al Señor de gloria y dije: Bendito sea mi Señor, el Señor de justicia, que reina por toda la eternidad. CAPITULO XXIII – Fuego que corre hacia occidente 1. De allí fui a otro lugar, hacia occidente, hasta los extremos de la tierra. 2. Y vi un fuego [59] ardiente que corría sin reposar y sin interrumpir su carrera ni día ni noche, permaneciendo siempre el mismo. 3. Y pregunté‚ diciendo: ¿Qué‚ es este (objeto) que está sin reposo?. 4. Entonces Rafael, uno de los santos ángeles, que estaba conmigo, me respondió y me dijo: Ese (fuego) cuya carrera hacia occidente has visto es el fuego que persigue a todas las luminarias del cielo.
  • 9. CAPITULO XXIV – Las siete montañas y el árbol Comparar con Cap. XVIIII: 6-9, LXXVII: 4 y 3Enoc XXIII: 17-74, 88-103 De allí pasé a otro lugar de la tierra, y me enseño una montaña de fuego [60] que lanzaba llamas día y noche. 1. Fui en su dirección y vi siete montañas magnificas, diferentes una de otra, y de piedras [61] preciosas y hermosas, 2. y todas eran espléndidas, de una apariencia magnífica y de un aspecto admirable: tres por la parte de oriente apoyadas una contra otra, y tres hacia el mediodía una bajo la otra; y valles profundos y sinuosos; ninguno se acercaba al otro. 3. La séptima montaña estaba en medio de ellas; las sobrepasaba a todas como un trono, y árboles[62] olorosos la rodeaban. 4. Entre ellos se encontraba un árbol cuyo perfume yo no había olido jamás, y no había perfume parecido entre estos árboles o entre otros; exhala un olor por encima de todo perfume y sus hojas, sus flores y su madera no se secan jamás, su fruto es hermoso y se parece a los racimos de la palmera. [63] 5. Entonces dije: íQué hermoso árbol! Es hermoso a la vista, su follaje gracioso, y su fruto tiene un aspecto muy agradable. 6. Entonces Miguel, uno de los ángeles santos y gloriosos que estaba conmigo, y que estaba encargado de esos árboles, me respondió. CAPITULO XXV – El Árbol no tocado Comparar con 3Enoc XXIII:17-74, 88-103 1. Y él me dijo: Enoc, ¿por qué me preguntas sobre el perfume de ese árbol [64] y quieres saber la verdad? 2. Entonces le respondí, yo, Enoc, en estos términos: Deseo ser instruido de todo, pero especialmente de lo que concierne a ese árbol. 3. Y él me respondió diciendo: Esta alta montaña que has visto, cuya cima parece el trono del Señor, es precisamente su trono, sobre el que se sentará el Santo y el Gran Señor de gloria, el Rey eterno, cuando descienda a visitar la tierra, para el bien. 4. Este árbol oloroso, ningún ser de carne tiene el poder de tocarlo [65] hasta el día del gran juicio, cuando Dios se vengara de todo y consumará para la eternidad; pero entonces ese árbol se dará a los justos y a los humildes. 5. Por su fruto se comunicará la vida a los elegidos; y será plantado por la parte del norte, en un lugar santo, cerca del la mansión del Señor, Rey eterno. 6. Entonces, los justos y los humildes se regocijarán en la alegría, [66] y exultarán; entrarán en el santuario; el buen olor de este árbol, penetrará en sus huesos, y ellos vivirán una larga vida [67] sobre la tierra como han vivido sus padres, y en sus días de tristeza, el sufrimiento, los tormentos y los castigos no les alcanzarán 7. Entonces bendije al Dios de la gloria, Rey eterno, porque había preparado tales recompensas a los hombres justos y creado tales cosas, y que había ordenado dárselas. CAPITULO XXVI – Otras Montañas y los valles profundos 1. Desde allí fui al medio de la tierra, y vi un lugar bendito y fértil (en donde había árboles) con ramajes permanentes y que crecían (igualmente) del árbol [68] una vez cortado. 2. Allí vi una montaña santa, y, al pie de la montaña, agua que venía del oriente y corría hacia el mediodía. 3. Después vi por la parte del Oriente otra montaña más alta que la primera, y entre ellas una garganta profunda pero sin anchura, en la cual corre agua a lo largo de la montaña. 4. AI oeste de esta (alta montaña), hay otra montaña, más baja y sin elevación, y por debajo una garganta, entre las dos; y otra garganta profunda y seca se encuentra al extremo de las tres (montañas). 5. Y todas las gargantas son profundas y sin anchura, de dura roca; y ningún árbol ha sido plantado allí. Admiré‚ la roca, admiré‚ la garganta, y me asombré‚ mucho.
  • 10. CAPITULO XXVII – Uriel explica el valle maldito 1. Entonces dije: ¿Por qué‚ esta tierra está bendita y Ilena de árboles, [69] mientras que esta garganta de en medio (de las montañas) está maldita?. 2. Entonces Uriel, uno de los ángeles, que estaba conmigo, me respondió y me dijo: Este valle maldito está (destinado) a los malditos para toda la eternidad; es ahí donde serán reunidos todos aquellos que por su boca pronuncian palabras [70] inconvenientes contra el Señor, y dicen insolencias sobre su gloria; allí se les reunirá, y aquél será el lugar de su castigo. 3. AI final de los tiempos, desaparecerá el espectáculo del juicio que realizará en justicia en presencia de los justos por la eternidad; allí, todos los días, los que hayan obtenido misericordia bendecirán al Señor de gloria, Rey eterno. 4. EI día del Juicio de estos (malos), (los justos) le bendecirán por la participación que El les ha reservado en (su) misericordia. 5. Entonces bendije al Señor de gloria, publiqué‚ su gloria y canté‚ como conviene a su grandeza. CAPITULO XXVIII – El desierto, los árboles y el río 1. Desde allí fui hacia oriente, en medio de la cadena de montañas de desierto, y vi un desierto y estaba solitario, lleno de árboles. [71] 2. Y de esas semillas, salía agua de lo alto sobre ese desierto; Parecía como un río abundante que manaba hacia el noroeste; y por todas partes ascendía el agua y el rocío. [72] 3. CAPITULO XXIX – Los árboles del juicio 1. De allí fui a otro punto del desierto y me acerqué al este de esa montaña. 2. Y allí vi los árboles [73] del juicio, que exhalaban un olor suave de incienso y de mirra; y sus frutos se parecen a las nueces. CAPITULO XXX – Otros árboles olorosos Y fui no lejos de allí, al otro lado de los árboles [74] hacia el oriente; y vi otro lugar: una garganta llena de agua, 1. como la que no se agota nunca. 2. Vi in árbol hermoso, parecido a un árbol oloroso, como la resina del lentisco. 3. Sobre los bordes de esas gargantas vi el oloroso árbol de la canela, después avancé 4. Más allá hacia el oriente. CAPITULO XXXI – Más árboles Y vi otras montañas sobre las que había árboles, [75] y se escapaba una especie de néctar que se llama Sarara y 1. Galbanum. 2. Detrás de esas montañas, vi otra montaña sobre la que había aloes, y esos árboles estaban cargados de un fruto parecido a las almendras y duro. 3. Y cuando se casca este fruto, vence a todos los perfumes.
  • 11. CAPITULO XXXII –El árbol de la Sabiduría 1. Después de haber olido esos perfumes cuando miré hacia el norte, más allá de las montañas, vi siete montañas llenas de nardo puro, de árboles olorosos, de canela y de pimienta. 2. De allí franqueé la cima de esas montañas [76] a lo lejos hacia oriente, y atravesé el mar de Eritrea y alejándome, pasé sobre el ángel Zotiel. [77] 3. Y llegué al paraíso de justicia y vi más allá de esos árboles, árboles numerosos y grandes; crecían allí mismo y su olor es suave; y son altos, de una gran belleza, y magníficos; y está allí el árbol de la sabiduría: [78] los que comen de él poseen una gran sabiduría. 4. Se parece al algarrobo; su fruto, parecido a un racimo de uva, es muy hermoso; y el olor de ese árbol, se expande y penetra hasta la lejanía. 5. Y yo dije: íQue hermoso es este árbol, y que aspecto agradable tiene! 6. El santo ángel Rafael, que estaba conmigo, me respondió y me dijo: Es el árbol de la sabiduría, del cual comieron tu anciano padre y tu anciana madre, tus antepasados; y ellos conocieron la ciencia, sus ojos se abrieron, supieron que estaban desnudos,[79] y fueron expulsados del paraíso. CAPITULO XXXIII – Los confines de la tierra y las puertas por las que nacen los astros 1. Después de allí fui a los confines de la tierra, y allí vi grandes bestias diferentes las unas de las otras, y también pájaros diferentes en el aspecto, en la belleza y en el trino, cada uno difería del otro. 2. Al este de esas bestias, vi los extremos de la tierra en donde reposa el cielo, y las puertas del cielo estaban abiertas. 3. Y vi como nacen las estrellas del cielo, y conté las puertas por las que nacen, e inscribí todos sus nacimientos, para cada una en particular, según su número y según sus nombres, según su conjunción y según su posición, su tiempo y sus meses, como Uriel, el ángel que estaba conmigo, me lo enseñaba. 4. Y él me enseñó y escribió todo para mí; y escribió incluso para mí sus nombres, sus leyes y sus agrupaciones. CAPITULO XXXIV – Las puertas del norte 1. Desde allí fui hacia el norte, en los confines de la tierra, y allí vi una gran y magnífica disposición en los confines de toda la tierra. 2. Allí vi tres puertas del cielo abiertas en el cielo; de cada una de ellas salen los vientos del norte; cuando soplan, hace frío, graniza, escarcha, nieva, cae rocío [80] y lluvia. 3. Por una puerta, soplan para el bien; pero, cuando soplan por las otras dos puertas, es con violencia y desolación para la tierra, y soplan con fuerza. CAPITULO XXXV – Las puertas del oeste 1. Desde allí fui hacia el oeste, a las extremidades de la tierra, y vi las tres puertas del cielo abiertas, como había visto en el este: tantas puertas y tantas salidas. CAPITULO XXXVI – Las puertas del sur
  • 12. 1. Desde allí fui hacia el sur a las extremidades de la tierra, y allí vi tres puertas del cielo abiertas, de donde salen el viento del sur, el rocío, [81] la lluvia (y el viento. 2. Y desde allí fui hacia el oriente a las extremidades del cielo, y allí vi tres puertas del cielo abiertas hacia el oriente, y sobre ellas unas puertas pequeñas. 3. Por cada una de esas puertas pequeñas pasan las estrellas del cielo, y se dirigen hacia el oeste por el camino que les ha sido trazado. 4. Y contemplando (este espectáculo), he bendecido en todo el tiempo al Señor de gloria; y continuaré bendiciéndole, a EI, que ha realizado grandes y magníficos prodigios, para enseñar la grandeza de su obra a los ángeles, a los espíritus y a los hombres, a fin de que alaben su obra, toda su creación; a fin de que contemplen la obra de su poder, de que alaben la grandiosa obra de sus manos, y que le bendigan durante toda la eternidad. [1] Moi.6:29 [2] Ver III:1; 3En.III:117 [3] Ver X:4, 8 [4] Ver X: 22 [5] Ver XLI:5-8 [6] Ver 5, 11; I:7; LXXXIV:3; 3EnIII:107 [7] Ver XXXII:5; 2En.LII:15; Esd.XVI:50, 64-65; Job 34:25; Isa.3:17; 47:3; Jer.2:26; Eze.16:8, 36-37, 57; 23:18, 29; Ose.2:3, 9-10; Am.2:16; Nah.3:5; Ap.3:17-1; 16:15; 2Ne.13:17; Morm.9:5; DyC 35:7; Inv80:11 [8] Ver LXXXIV:3; XCVIII:6; 3En.III:109 [9] Ver X:4 [10] Ver XLVII:1-4 [11] Vers.8, 11; VIII:1; IX:6; XIII:1; LIV:5; LV:4; LXIX:2; LXXXVIII:1; 3En.XIII:2; Lev.16:8-34; Os.2:14 [12] Ver XIV:7-8; XVIII:2, 6-7; XXIV:2; LIV:5; 3En.XXII:103 [13] Vers.7-8, 22 [14] Vers.4 [15] Ver XXIII:4 [16] Ver XCIII:5, 10 [17] Vers.16, 18; XXXVIII:2; XXXIX:5-6; XLI:8; XLIII:2; XLVI:3; XLVII:2, 4; XLVIII:1; XLIX:2; LVII:4-5; LX:12; LXI:4, 11; LXII:2-3; LXIII:3, 8; LXV:12; LXXI:3; LXXI:13; LXXXI:6; LXXXII:4; XCI:4, 12-14, 17-19; XCII:3-4; XCIV:1, 4; XCIX:10; CIV:3; CVII:1; 3En.X:8; 2En.XLIV:2; Esd.II:18 [18] Ver LXII:12 [19] Esd.IV:22 [20] Ver III:1 ; 3En.III:117 [21] Isa.62:8; Jer.31:5, 12; Ose.2:22; 14:7; Joe.2:19, 24; Am.9:13-14 [22] Vers.7-8, 22; VIII:2; XII:4; LXIX:11, 25; CVI:17; 2En.VIII:5-6; LXV:7; 3En IX:30; Esd.II:11; Tom.15; Deut.32:5; Job 15:16; Jer.23:15; Eze.20:30; Ose.9:9; Miq.2:10; Sof.3:7; Mat.6:19-20; 15:11, 18, 20; Mar.7:15, 20, 23; Rom.1:23; 8:21; 1Cor.8:7; 9:25; 15:33, 50-54; 1Pe.1:23; 2Pe.2:19; Jud.1:10; Stg.3:6 [23] Ver XLVI:3; 3En.XXII:102 [24] Ver LXII:7; LXXI:1; 3En XV:62-73 [25] Vers.3-4; Esd.XIV:48 [26] Ver X: 22 [27] Ver X:4, 8 [28] Moi.6:39 [29] Ver XV:2; 3En.XII:57 [30] VerCIV:12-13; 3En.XXIX:109 [31] Ver CIV:9-11 [32] Vers.7-8; X:5 [33] Vers.7-8; XLI:4 [34] Vers.7-20; XXIII:4 [35] Vers.15, 17; XLI:5 [36] Ver LVII:3; XLIX:2, LX:2; LXII:3, 8; 3En.XX:97 [37] Ver XL:2 [38] Ver XV:1; XLIII:1; LIX:2; LXV:4; LXXXII:3; XCIII:11; Esd.IX:30 [39] Ver XXV:4; LXI:7, 9; LXII:2, 9, 10; LXVII:1; LXIX:29; LXXXIX:53; XC:7; XCIV:5; XCVIII:14; XCIX:10; C:6; CII:1; CIV:9-11; CVI:13; 3En.I:54 [40] Ver XIV:22 [41] Ver LXIV:2 [42] Vers.1-5; XXIII:4 [43] Ver XLI:3 [44] Vers.3-5; LX:7-11, 16 [45] Ver XLI:5 [46] Ver X:5 [47] Ver XLI:5
  • 13. [48] Ver XL:2 [49] Vers.6-7; X:5 [50] Vers.9-15; XXIII:4 [51] Ver XXI:3; 3En.XVIII:15 [52] Ver XXI:6; 3En.XXX:134 [53] Ver XVIII:13 [54] Vers.7; XXIII:4 [55] Ver XXIII:4 [56] Ver LI:1-2 [57] Ver XLVII:1-5; XCVII:3-5; 3En.XX:51-64 [58] Ver XCI:15 [59] Ver.X:13; XIV:8-20; XVII:1-5; XVIII:9, 11; XXI:3, 7; XXIV:1; XXXIX:7; XLVIII:9; LII:6; LIV:1; LXI:6; LXVII:6, 7, 13; LXXI:1-6; LXXII:4; XCI:9; XCIII:8; XCVIII:3, CII:1; CVIII:3-5; 2En.VIII:3; XIV:2; XXII:1; XXIX:1-2; XXXVII:1; XLVII:7; LXVI:8; 3En. VII:21; XIII:1; Esd.I:19; II:5-9; V:7,8; VIII:8, 23; XIII:4, 38; XIV.39; Tom.11, 14, 17, 59, 84 [60] Ver XXIII:2-4 [61] Ver X:5 [62] Vers.3-6; III:1 ; 3En.III:117 [63] 3En.XXVI:4 [64] Vers.1-6; III:1 ; 3En.III:117 [65] 2Ne.27:21; Mos.8:13; Et.5:1; 2En.LIII:2; 3En.XXIII:60 [66] Ver LXII:12 [67] Ver XCIII:5, 10 [68] Vers.1,5; III:1; 3En.III:117 [69] Ver III:1 ; 3En.III:117 [70] Ver CIV:9-11 [71] 3En.III:117 [72] Ver XLI:3 [73] Ver III:1 ; 3En.III:117 [74] Vers.1-4; III:1; 3En.III:117 [75] Vers.1-2; III:1; 3En.III:117 [76] Vers.1-6; III:1; 3En.III:117 [77] 3En.27:55 [78] Ver V:8 [79] Ver IX:5 [80] Ver XLI:3 [81] Ver XLI:3