1. Principios pedagógicos
Uno de los mayores errores que se producen en el deporte de competición
es considerar sólo los factores fisiológicos del entrenamiento. Muchas veces
los niños/as que practican un deporte lo abandonan porque no le ven
sentido a las tareas que realizan. En otras ocasiones no se consigue explotar
todo el potencial de un deportista porque no se le enseña a conocer sus
propias sensaciones corporales, no se le indican los objetivos del
entrenamiento, no comprende las indicaciones del entrenador o no se siente
identificado con el tipo de entrenamiento que realiza.
El deporte en general y el balonmano en particular tienen como objetivo
generar hábitos de vida saludables; por eso debemos pretender que la
práctica de actividad física sea algo estable y útil (Barcala. R., 1991).
Para lograr estos objetivos deportivos se presentan los PRINCIPIOS
PEDAGÓGICOS del entrenamiento, que nos servirán para orientar el proceso
de entrenamiento.
1. Principio de la Participación Activa y Consciente en el Entrenamiento
"Aprender sin reflexionar es malgastar energía" (Confucio).
El jugador es el sujeto de entrenamiento. Para desarrollar su potencial no
sólo se debe fomentar el desarrollo de las capacidades condicionantes y
coordinativas, sino que también hay que fomentar un proceso de reflexión.
El entrenador debe informar al deportista de los objetivos del entrenamiento,
lo que se logrará con el mismo y cuál será el efecto previsible. Así, cuando el
jugador de balonmano realice un entrenamiento para la mejora de la fuerza
en el tren inferior a través del trabajo de pesas ("sentadilla"), sabrá que ese
sufrimiento es intrínseco al tipo de sesión planificada, y tendrá unos efectos
específicos en su rendimiento que a la larga serán beneficiosos en las
situaciones de juego.
2. El entrenador debe hacer participar al deportista en la preparación,
estructuración y evaluación del entrenamiento, tomando ambos algunas
decisiones conjuntamente. De esta forma conseguiremos educar al jugador
a la hora analizar y planificar su propio rendimiento. Otra circunstancia
importante es que a la hora de la selección de objetivos deportivos, la
fórmula más indicada es por consenso entre el entrenador y el deportista.
Así nuestro "balonmanista" asumirá las responsabilidades del
entrenamiento como algo propio (y no impuesto únicamente por el
entrenador).
También llamado principio de lo consciente por Ozolin (1983). Contempla
una preparación y conducción del entrenamiento y una actividad tal entre el
entrenador y sus alumnos que posibiliten a cada deportista saber por qué y
para qué actúa.
Un atleta, como el músico, debería percibir y, por tanto, oír, cuando suenan
las notas falsas. Esto le permitirá hacer las correcciones apropiadas en su
repertorio de entrenamiento.
Del principio de lo consciente se desprende la siguiente regla: el estudiante
debe conocer el resultado de su actividad así como la valoración que se da a
los realizados. Cuando un deportista, después de realizar un ejercicio,
analice sus movimientos, juzgue sus errores y sepa como superarlos, está
en condiciones de repetir el ejercicio con más éxito.
El conocimiento de los resultados obtenidos no es solo necesario durante el
aprendizaje, sino al realizar cualquier ejercicio de entrenamiento. Cuando el
deportista no compara los resultados indicados con sus propias
impresiones ( sentido de la velocidad, ritmo, relajamiento, simplicidad o
dificultad, etc.) no podrá saber en que aspecto se encuentra atrasado, no
logrará desplegar todas sus posibilidades ni perfeccionar sus resultados.
Lo idio-motor en la enseñanza, el entrenamiento autógeno y psicológico, el
perfeccionamiento de las posibilidades de dirigir los estados y funciones y la
autorregulación, abren nuevos caminos para la elevación del rendimiento de
los deportistas. Y con todos estos cambios exigen considerables esfuerzos
a la conciencia de los deportistas, así como la adquisición por ellos de
nuevos conocimientos.
3. La participación activa no debe limitarse solamente a las sesiones de
entrenamiento. Durante el tiempo libre el deportista debe de saber como se
desarrolla su proceso de recuperación y que tipos de actividades o
comportamientos le pueden perjudicar en dicho proceso.
Ritter (1971) sugiere que pueden derivarse de este principio las siguientes
reglas:
a.- El entrenador debe elaborar los objetivos del entrenamiento junto con sus
deportistas. Esto obligaría a tomar un papel activo en el establecimiento de
objetivos según sus propias capacidades.
b.- El deportista debería participar activamente en la planificación de los
programas de entrenamiento a corto y largo plazo, así como analizarlos.
c.- El deportista debería continuamente pasar test y controles con el fin de
obtener una información más objetiva de su progreso en un periodo
determinado de tiempo y basar una programación posterior en este tipo de
análisis.
d.- El deportista debe incluir "deberes" o entrenamientos sin la supervisión
del entrenador.
Una actitud consciente hacia el entrenamiento debería también estar
reflejada en la fijación de objetivos precisos y alcanzables, el cual elevará el
interés de los entrenamientos y un entusiasmo mayor en la participación en
las competiciones.
En resumen, podemos decir que una elevada conciencia, una relación activa
hacia la preparación, un estudio profundo de la teoría y la metodología del
entrenamiento, posibilitan a los deportistas acumular una considerable
reserva de conocimientos y experiencias que le permiten entrenarse con
efectividad y participar con éxito en las competiciones.
4. 2. Principio de la Accesibilidad
"Los cautos rara vez se equivocan" (Confucio).
Concreta el principio de la participación activa y consciente en el
entrenamiento.
Al trabajar con jóvenes deportistas, uno de los objetivos es que se diviertan
y aprendan al tiempo que hacen ejercicio físico. Pues bien esto difícilmente
puede ser conseguido si planteamos tareas imposibles de conseguir.
Debemos tener en cuenta el principio de accesibilidad según el cual las
cargas de entrenamiento (duraciones, intensidades, recuperaciones,...)
deben adecuarse a las posibilidades del joven deportista. La motivación
hacía el ejercicio físico está ligada a la gratificación de su práctica (adaptada
al individuo) y al éxito del mismo, por lo que la tarea debe ser accesible en el
plano condicional, coordinativo, técnico, táctico y psicológico.
Hay que ser realista a la hora de la selección de los objetivos, ya que si son
excesivamente exigentes provocarán frustración, abandono del deporte y
problemas físicos (lesiones, alteraciones hormonales, etc...) y psicológicos
(baja autoestima, ansiedad, etc...).
Por eso debemos tener en cuenta lo siguiente en la selección de objetivos:
Las leyes biológicas determinan las posibilidades físicas del
entrenamiento.
La experiencia en el deporte determina las posibilidades técnicas y
tácticas del deportista.
5. Los principios pedagógicos organizan y orientan el proceso de
entrenamiento.
3. Principio de la Organización de las cargas (Periodización)
"Si bien buscas, encontraras" (Platón).
Es el principio donde el entrenador de balonmano juega un papel
fundamental. El entrenador es el que debe organizar y planificar los
entrenamientos para lograr los mejores resultados en el momento de la
competición. La periodización se asemeja a una partida de ajedrez. Consiste
organizar los estímulos en cantidad (volumen) y calidad (intensidad) de una
forma estratégica, para llegar en las mejores condiciones al momento de la
competición.
El entrenamiento submaximo puede considerarse como poner dinero en el
banco y la competición total como retirarlo. Cualquier gerente de banco nos
dirá que no se puede sacar indefinidamente sin efectuar unos nuevos
depósitos. En resumen: usted no puede competir bien todo el año porque su
estado físico lo llevara solo hasta allí. Cuando compita reciamente no podrá
entrenarse duramente. Si usted esta comprometido, podrá mantenerse en
forma tres o cuatro meses, pero luego tendrá que volver a empezar a
construirse nuevamente. Si un atleta tiene buena suerte, podrá con esfuerzo
obtener dos períodos pico de competición en el año con una duración de
cada uno de no más de tres meses. Estos períodos se alternaran con
interrupciones de recuperación y fases de reacondicionamiento. Tal intuitiva
y empíricamente exitosa teoría se la conoce como "teoría de la
periodización".