1. PUBERTAD Y ADOLESCENCIA
Pubertad y adolescencia son dos términos que tienen un significado y un alcance
distinto pero relacionado a la vez. “Llamamos pubertad al conjunto de cambios físicos
que a lo largo de la segunda década de la vida transforman el cuerpo infantil en cuerpo
adulto con capacidad para la reproducción. Llamamos adolescencia a un periodo
psicosociológico que se prolonga varios años y que se caracteriza por la transición entre
la infancia y la adultez” (Palacios, Jesús; 1998).
La palabra pubertad, derivada del término latín “pubertas” que significa edad viril,
se refiere al periodo de cambios biológicos y fisiológicos ligados a la maduración sexual
y a las funciones reproductivas. El individuo llega a la denominada fase genital, de la
teoría de Freud, la cual se caracteriza porque ahora la fuente de placer está en las
relaciones sexuales íntimas con personas del sexo opuesto y donde aparece el amor a los
demás y la emancipación de los padres. La pubertad, designa a la primera fase de la
adolescencia, durante la cual madura el aparato reproductor convirtiendo al sujeto varón o
mujer en capaz de procrear.
Según Charles Uculmana, “la adolescencia es más que la pubertad. Incluye, además
de los cambios biológicos y fisiológicos, los cambios psíquicos (cognitivos,
socioafectivos y morales). Varios criterios pueden ser utilizados para definir la
adolescencia:
a. Criterio cronológico: periodo que va de los 10 ó 12 años a los 20 ó 21 años
aproximadamente. Se subdivide en preadolescencia (10 a 12 años), adolescencia inicial
(13 a 16 años) y adolescencia final (17 a 21 años).
b. Criterio sociológico: periodo en que la sociedad deja de tratar al individuo como
niño pero aún no lo acepta como adulto, es decir, con papeles y funciones de adulto.
c. Criterio físico: Etapa comprendida entre la pubertad y la adultez; periodo de
transición durante el cual el joven o la joven se tornan adultos. Comienza con la primera
manifestación de la pubertad y termina en el momento en que el desarrollo físico está
concluido.
d. Criterio psicológico: Periodo de reorganización de la personalidad y de las
estructuras psíquicas.
El término de la adolescencia incluye una serie de factores que dependen de la
sociedad, la cultura y del tipo de vida que lleva la persona. Es más Jesús Palacios, afirma
que la adolescencia, a diferencia de la pubertad, no necesariamente es un hecho universal
que adopta, en todas las culturas, el patrón de características que adopta en la nuestra.
Muchos afirman, que la duración de la adolescencia no está determinada fisiológicamente
ni cronológicamente, sino por factores principalmente sociales, como en algunas culturas
africanas o amazónicas, y como en el caso de niños o niñas abandonados que a temprana
edad asumen roles de adulto.
A continuación se detallan los principales cambios ocurridos en la pubertad y la
adolescencia en las diferentes dimensiones del desarrollo humano:
Los cambios físicos y fisiológicos que acompañan la pubertad se deben a una
mayor secreción de hormonas producidas por glándulas como la hipófisis y las glándulas
sexuales, las cuales hacen que el cuerpo vaya cambiando en su fisonomía y en su
funcionamiento sexual, ya que ahora se vuelve capaz de procrear.
La edad en que comienza la pubertad varía en los niños y las niñas como grupo. En
las niñas aparece generalmente entre los 9 a 14 años. Y en los niños aparece entre los 10 a
14 años aproximadamente.
Entre los cambios físicos y fisiológicos más significativos que ocurren en este
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2. periodo señalamos los siguientes:
VARONES
Crecimiento del esqueleto.
Aumento de peso.
Crecimiento de los testículos y el pene.
Pelos lisos en el pubis.
Luego pelos crespos.
Eyaculación.
La voz se vuelve más grave.
Aparición de vellos en el rostro, pecho y
axilas.
Ampliación de la caja toráxica.
MUJERES
Crecimiento del esqueleto.
Aumento de peso.
Crecimiento de los senos.
Caderas redondeadas y aparición de la
cintura.
Pelos lisos pigmentados en la región
pubiana.
Luego pelos crespos en el pubis.
Menstruación.
Aparición de pelos en las axilas.
En cuanto a su desarrollo socioafectivo, entre los 12 a 14 años, manifiesta un
comportamiento emocional muy fluctuante y a veces ambivalente. Se deprime y se exalta
fácilmente. Se torna más susceptible, se irrita con frecuencia y se vuelca a una toma de
conciencia de su “yo” como ente afectivo que siente y experimenta vivencias particulares
y privadas.
Comienza a desarrollar los afectos ideales. Experimenta progresivamente
sentimientos que trascienden lo individual. Prima en sus intercambios una mayor
conciencia de sentimientos compartidos, de acuerdos y expectativas grupales sobre los
intereses individuales. Piensa antes de actuar, y prevé la posibilidad de que el grupo le
tome antipatía y lo excluya si es que hace daño a alguno de sus miembros. Se orienta
hacia la búsqueda de aprobación, de ser agradable, de ayudar y complacer a los otros.
Aparecen los intereses heterosexuales manifestados por sentimientos de atracción
hacia el sexo opuesto, sin embargo, en la mujer hay una mayor madurez sexual, que hace
que los grupos de chicos y chicas se separen. Hablan y se interesan bastante por el tema
del enamoramiento y emerge la exploración autosexual.
La mayor parte de sus contactos sociales son efectuados con muchachos de la
misma edad, cuyo objetivo es la discusión, salir juntos, reunirse en casa de alguien y
compartir experiencias y opiniones sobre la vida y el mundo.
Hay una búsqueda de la identidad, una necesidad de consolidación de sentimientos
acerca de sí mismo, de sentirse a gusto con su cuerpo, de saber hacia donde va, de sentirse
seguro.
Internaliza y asimila valores de las personas que le son significativas, y va
organizando y jerarquizando sus valores de manera autónoma. Toma conciencia que los
demás tienen expectativas de cómo se debe actuar y que lo juzgan de acuerdo a ellas: es la
moral del “buen chico”. Cumple las reglas, las disposiciones en cuanto estas apoyan las
típicas buenas conductas.
Entre los 15 a los 18 años, el adolescente, tiende a estabilizar su estado emocional y
se orienta afectivamente a experimentar más intensamente sus vivencias sentimentales,
desarrollando afectos ideales más definidos.
Se constituye en una persona que integra sus valores en un sistema moral orientador
de su existencia y realización personal en la sociedad. Va definiendo un programa de vida
que le sirve como fuente de disciplina de su voluntad, a la vez que se constituye en un
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3. instrumento de su participación y cooperación social. Y define sus preferencias y
orientación ocupacional – profesional.
Busca asociarse con otros y establecer vínculos de pertenencia a grupos donde
pueda ensayar la realización de sus valores elegidos. Toma en cuenta los intereses de cada
grupo y los compara con los intereses del conjunto total.
Se relaciona difícilmente con las personas que tienen diferentes creencias en lo
político, social y religioso.
Se siente ansioso y descontento de cuanto le rodea, llevándolo a pensar y discutir
continuamente sobre la sociedad, la vida y el mundo, defendiendo su punto de vista con
razones y con fervor, variando muy pocas veces de opinión.
Asume que es necesario y adecuado mantener las leyes y disposiciones que norman
la conducta de los individuos, siempre y cuando ellas no entren en conflicto con otras
reglas sociales. Aprecia el valor de la ley en cuanto mantiene la armonía entre los sujetos.
Tiende a sustentarse en principios abstractos impersonales que engloban a lo humano
como un conjunto ideal.
Es la edad del sentimentalismo, la edad romántica de los héroes y entusiasmos
desmedidos. Se interesa por destacar y llamar la atención.
Se apertura al otro sexo, tendiendo a formar parejas de enamorados abiertas, que
generalmente duran muy poco. Emerge la exploración heterosexual y al final del periodo,
preferentemente, en la mujer surge la orientación hacia el compromiso afectivo
permanente.
En general muestran una definida preferencia por la conversación, concurrir a
espectáculos, participar en eventos artísticos o deportivos, etc.
Y se muestra terco con sus padres y poco manejable cuando se empecina en algo.
En cuanto al desarrollo cognitivo, el pensamiento en esta etapa se caracteriza
esencialmente porque ingresa, por un lado a operar en el plano de los signos
convencionales del lenguaje puramente verbal, como expresión de las ideas, y del
simbolismo matemático como expresión de las representaciones particulares. Y por otro
lado, se desenvuelve en el campo de las experiencias científico explicativas, de las leyes
del comportamiento de los fenómenos naturales y de las regularidades que se dan en las
relaciones sociales.
Según la teoría de Piaget, el sujeto, a partir de los doce años hacia delante, llega al
periodo de las operaciones formales porque es capaz de comprender y manejar relaciones
entre abstracciones, sin necesidad de hacer referencia alguna a la realidad material. Su
razonamiento ya no requiere necesariamente soportes concretos y empíricos previos, por
el contrario introduce al mundo de lo perceptivo y de lo real, lo hipotético, lo virtual, lo
posible.
El adolescente tiene sus poderes mentales multiplicados para construir sistemas y
teorías sobre el mundo y su transformación. Ahora el pensamiento opera sobre conceptos
e ideas. Algunos escriben diarios, cuentos, poesías, etc, pero normalmente no muestran lo
que escriben por inseguridad.
Es capaz de elaborar hipótesis sobre las relaciones posibles entre las ideas y entre
los hechos. Hace deducciones e implicaciones lógicas que derivan de proposiciones
verbales. Concibe los hechos como realizaciones efectivas dentro de un universo de
transformaciones posibles y procede a explicarlos a través de hipótesis que formula y
somete a verificación. Reflexiona sobre el presente, pasado y futuro, articulándolos.
Por ejemplo, según Piaget, todos los niños de 9 y 10 años saben colocar colores en
serie, pero no pueden resolver un problema como este: Liliana tiene los cabellos más
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4. oscuros que Lucy. Pero Liliana los tiene más claros que Susana. Entonces ¿Cuál de las
tres tiene los cabellos más oscuros?
Recién en la adolescencia el sujeto alcanza una plena generalidad conceptual y
proposicional, enriqueciendo su repertorio de significados y desenvolviéndose
cómodamente entre los diversos tipos de discurso semiótico (crítico, tecnológico,
religioso, cosmológico, etc.). Se le hace accesible, por tanto, una aproximación
comprensiva a todas las esferas de la experiencia humana: científica, estética, ética, y
filosófica. Sin embargo, su desempeño en estas áreas, todavía puede ser rígido e
incompleto, pero no por carencia operatoria, sino por falta de experiencia de vida e
información.
El pensamiento formal da nuevos poderes al joven, que puede construir mundos
imaginarios, recrear y transformar el universo en función de sus proyectos y planes.
El pensamiento formal es hipotético deductivo, es decir, capaz de deducir las
conclusiones que hay que extraer de puras hipótesis y no sólo de una observación real.
Por otro lado, existe un egocentrismo intelectual del adolescente, que se manifiesta
a través de la creencia en la reflexión todo poderosa, como si el mundo tuviera que
someterse a sus modos de pensar y a sus deseos, y no los modos de pensar y los deseos a
la realidad.
Refiriéndose al desarrollo sexual, Alfredo Fierro, afirma que en todos los
tiempos y en todas las sociedades, la adolescencia parece haber sido una etapa de
particular actividad sexual. Lo que varía de unas épocas atrás, de unas sociedades a otras,
son los modos o patrones de ejercer esa sexualidad. En la era victoriana, de fuerte
represión de los comportamientos sexuales, predominaron, sobre todo en los adolescentes
varones, comportamientos como el de masturbación o el de relación con Prostitutas,
quienes, además solían ser las primeras iniciadoras de los adolescentes en el
comportamiento heterosexual. Actualmente, en nuestra sociedad, se han liberalizado
mucho las relaciones eróticas y sexuales entre chicos y chicas. Esto no parece haber
contribuido en nada a disminuir la práctica de la masturbación, pero sí de la relación con
prostitutas, que son cada vez menos las iniciadoras en los secretos del amor y el sexo.
No sólo las relaciones prematrimoniales en la juventud tardía, también las
relaciones sexuales adolescentes se han incrementado entre compañeros. A diferencia del
pasado, tienden a desaparecer ahora las diferencias entre sexos y entre clases sociales
respecto a estas relaciones prematrimoniales. Cada vez más, el porcentaje de mujeres con
experiencia sexual antes del matrimonio se equipara al de los varones.
En los adolescentes, sin embargo, la actividad heterosexual más característica es la
de la caricia íntima sin llegar al coito. La caricia íntima, a su vez, tiene lugar en el marco
del comportamiento interpersonal de cita, y de salida con una pareja del otro sexo,
inicialmente con motivo y en el marco de otra actividad social- acudir a un espectáculo, a
una fiesta, salir de excursión o participar en cualquier actividad común -, marco dentro
del cual llegan a nacer y a desarrollarse distintos sentimientos y comportamientos: desde
la mera simpatía y amistad ocasionalmente cargada de atracción erótica recíproca, hasta el
enamoramiento propiamente dicho, desde los besos y roces fugaces hasta “hacer el amor”
(Miller y Simon, 1980)
Las relaciones heterosexuales no completas de los adolescentes no suelen ser
consideradas problemáticas. Pero de los adolescentes se espera que no tengan hijos, y en
los adolescentes, igual que en los adultos, todavía se condena severamente y se reprime la
homosexualidad. Otros comportamientos sexuales que resultan problemáticos, como la
morbosa curiosidad sexual (voyeurismo), o toda clase de conducta violenta vinculada al
sexo, no son exclusivos de la adolescencia, siendo igualmente frecuentes en la edad
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5. adulta, sobre todo en los varones. Así pues: El comportamiento sexual representa un
ámbito donde suele llegar a manifestarse con la mayor claridad el carácter problemático
de la adolescencia como edad transicional (Jessor y Jessor, 1977).
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6. adulta, sobre todo en los varones. Así pues: El comportamiento sexual representa un
ámbito donde suele llegar a manifestarse con la mayor claridad el carácter problemático
de la adolescencia como edad transicional (Jessor y Jessor, 1977).
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