Louis Jean François Lagrenée. Erotismo y sensualidad. El erotismo en la Hist...
Trabajo para alejandra fernández
1. Universidad Nacional del Nordeste
Facultad de Humanidades
Departamento de Filosofía
Profesora: Alejandra Fernández
Trabajo Práctico N° 1. Una introducción a la teoría del arte de
Arthur Danto
Valeria Agustina Noguera
Licenciatura en Letras
DNI: 35466557
A través del capítulo I (“Obras de arte y meras cosas”) de “La transfiguración del lugar
común. Una filosofía del arte” (1981, pp. 21-63), el profesor de Filosofía y crítico de arte, Arthur
Danto, nos demuestra un cuestionamiento acerca de qué es lo que establece el límite entre los
objetos que podemos encontrarnos en cualquier espacio de la realidad, y los objetos de arte; siendo
estos, la mayoría de las veces, la misma fabricación, como así también si cabe la posibilidad de que
en el mundo contemporáneo todo puede ser considerado como arte, qué es lo que lo define como
tal.
En su artículo, se plantea una situación inicial en la cual, el filósofo expone diferentes
cuadros de similares características – ser un cuadrado rojo – pero de diferentes artistas y por lo tanto
con diferentes referencias de la realidad. Dentro de este escenario, aparece un participante a quien
denomina “J”, que viene a su galería a interrumpir con un cuadro similar al de los que estaban
expuestos, titulando a su obra “Sin título” y a lo que hace referencia es, a nada, pero esa nada no es
a la que se refiere Sartre en El ser y la nada. Al presenciar esto, la reacción de Danto no es la de
aplicar una valoración crítica, pues aplicarla sería considerarla como obra de arte1
, y ese
“cuadrado rojo” no lo es, no por no parecerse a las expuestas en la galería sino, simplemente por
carecer de referente,característica que poseen las meras cosas y no los objetos de arte. Y aunque la
condición de “J” es de ser artista, esto tampoco implica que por ello ese cuadrado rojo deba ser una
obra de arte y no una mera cosa. Sin embargo – paradójicamente – si Duchamp pudo declarar que
un botellero – que no se distinguía de los demás – era una obra de arte,cómo “J” no podría reclamar
que su cuadrado rojo lo fuera. Entonces, ¿cuáles son los límites que definen a la obra de arte?
Danto presenta un ejemplo desde la Filosofía de la acción Wittgensteniana, para mostrar
estructuras paralelas que presenta con la Filosofía del arte, en donde una acción básica se
diferencia de un mero movimiento, tal como un objeto de arte de la mera cosa: los segundos se
1 Danto, A. Obra de arte y meras cosas. En: “La transfiguración del lugar común. Una filosofía del arte”, pp.
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2. distinguen de los primeros es que siguen cierta regla, conclusión a la que llegaron los
Wittgenstenianos; paralelamente, la teoría del arte, estableció la diferencia en –simplemente- que un
mero objeto sea obra de arte si así lo dictamina el marco institucional del mundo del arte2
.
Para fundamentar su teoría del arte, Danto recuerda otra situación: el hombre “J” exhibe
otra “obra”, en este caso un espejo, y cuando el crítico decide preguntar otra vez – esperando una
respuesta no tan diferente a la anterior – a qué refiere, éste le contesta que el tópico solamente es
“espejo”. Pues bien, como su preocupación es la de investigar cómo se llega a la categoría de arte;
se encarga de presentar dos teorías del arte antagónicas: el proyecto mimético y el proyecto
antimimético.
Este espejo que exhibe “J”, resultaría para el mundo del arte una metáfora de lo que postula
el proyecto mimético de Platón y Shakespeare: “el arte es un espejo de la naturaleza”. Sin embargo
– en este caso – este espejo distorsiona esta teoría al no ser como obra de arte imitación de algo, es
decir, es un espejo pero no es mímesis de nada.
En el caso de Platón, a través de Sócrates, la imitación de la realidad sólo es se define en
términos de la duplicación de una realidad que ya está establecida, pero este criterio no sería
suficiente, pues entonces, cualquier espejo al reflejar el mundo, establecería obras de arte. A esta
concepción de Sócrates, Danto se pregunta quiénes necesitan tener duplicados de una realidad que
se les presenta tal cual es; pues queda en claro entonces, que en Platón – o quien habla por él,
Sócrates – no estaba la idea de la representación fuera por fuera de las apariencias del mundo. En
cambio, Hamlet, usó la metáfora del arte como espejo de la naturaleza, de una manera más
profunda:
“Los espejos y, por extensión las obras de arte, antes que devolvernos lo que ya
conocíamos sin su aportación, más bien sirven como instrumento de auto-revelación” (1981,
pp. 33)
Los antiguos – como Sócrates - nos dice el filósofo, tenían a Narciso como el iniciador de
la práctica de representación artística. Narciso se enamoró de sí mismo, pero ignorando que era de
él mismo, pues había visto su reflejo en el agua, pensando que era otro joven; a consecuencia de
esto, este personaje murió de autoconocimiento. Según la teoría de Sartre sobre este
autoconocimiento el conocimiento directo o inmediato se distingue de los propios estados de
conciencia. Este filósofo lo representa con un voyeur que se da cuenta de su identidad externa al
saber que está siendo observado por otro y donde se define como tal en los ojos del otro. De
cualquier manera, el espejo o el arte como lo define Hamlet, no es necesario para este tipo de
autoconciencia. Danto concluye explicando que el arte mimético que postula Platón es una
perversión, es decir una actividad que influye en quienes son incapaces de ser y sólo consiguen
imitar.
Lo que preocupa ahora al filósofo, luego de presentar esta teoría, es la separación entre
imitación y realidad. Nos revela, que hay cosas de la realidad que nos pueden generar desagrado,
sin embargo su imitación en una obra de arte, quizá no genera esto y hasta resulte ser que nos
2 Ídem, pp. 27
3. agrade y nos genere un cierto tipo de placer, y este placer deviene de que, en el caso de las
imitaciones, sabemos que eso no es real. Y aclara que este placer se da sólo en las personas que
tienen un concepto de realidad que se diferencia de la fantasía, en los que estarían excluidos los
niños y los locos. Y esto es lo que le sucedió a Narciso, quien no pudo establecer esa diferencia,
creyendo en la existencia de jóvenes del aire como él, y jóvenes del agua como su reflejo.
Al reflexionar nuevamente sobre la cama de “J” y su parecido con cualquier cama hecha
por un carpintero a la cual no se considera obra de arte, Danto – dentro de la teoría de la mímesis –
explica que su papel es el de representar cosas reales. Alhablar de la representación delibera acerca
de los límites convencionales que nos hacen reconocer una obra de arte: tanto los escenarios en una
obra de teatro, como los cuadros en una exposición, y son estos a la vez más necesarios en el arte,
cuanto más realistas son las obras.
Más adelante, postula otra teoría – antimimética - en la que si el arte debe tener alguna
función es la de no tener nada en común con la vida, un proyecto llevado a cabo por Eurípides, el
cual tuvo su rotundo fracaso al carecer de referencia en la realidad. Por lo tanto, la teoría mimética
seguiría determinando el mundo artístico.
Finalmente, este crítico, vuelve a las reflexiones iniciales sobre cuáles son los límites que
establecen una obra de arte, llegando así a la conclusión de que si no son suficientes ni los rasgos
intrínsecos de la obra, ni que cualquier cosa que se represente entre los paréntesis convencionales
hagan que esta sea una obra de arte, las teorías miméticas y antimiméticas quedan así anuladas para
la esencia del arte. Entonces ¿qué características distinguen a la obra de arte de una mera cosa?
Pues bien, según lo que nos dice Danto, para diferenciar la realidad del arte existen las
convenciones y son estas las que permiten que esta dialéctica se disuelva. Es decir, todo lo que las
convenciones dictaminen que sea una obra de arte, será una obra de arte. El artículo concluye con
reflexiones acerca de que si sólo las convenciones dictaminan cuáles son obras de arte y cuáles no
“¿cómo podríamos entonces darnos cuenta de las diferencias profundas que existen entre estas
obras de arte indiscernibles?” (1981, pp. 62)
Pues bien, para finalizar esta introducción de la teoría del arte que propone Arthur Danto, es
relevante marcar que su preocupación por el arte contemporáneo, lo lleva a estas reflexiones en las
cuales la distinción entre lo que es un mero objeto y una obra de arte ocupa un lugar preponderante.
Llevando al crítico a cuestionar las convenciones de la institución del arte que llevan a un mero
objeto a la categoría de Arte, al punto de preguntarse por la existencia de una teoría tan amplia en la
que entrasen obras de artes como la simple cama de su personaje “J” y la del Jinete Polaco de
Rembrandt, que a simple vista no tienen características que las igualen. Es así como este teórico se
introduce en la crítica posmoderna dejando de lado el valor de la obra de arte por lo que imita e
incorporando lo que la obra expresa.
Bibliografía consultada
Danto, A. (1981) Obras de arte y meras cosas. En: “Transfiguración del lugar
común”. Ed. Paidós.
Pineda Repizzo A. De la “mera cosa” al significado de la obra de arte en la filosofía
de Arthur Danto. Universitas Philosophica 58, año 29: 277-308. Bogotá, Colombia