2. Antonio Mingote
(1919-2012)
Pecho heroico y alma pura,
alto, generoso y magro,
vivió siempre de milagro
sobre su cabalgadura.
Hizo eterna la aventura
sin unirse a extraños roles;
hizo de las nieblas soles,
cien gigantes de un molino,
y hoy seguimos su camino
los biznietos españoles.
Alfonso Camín (1890-1982)
4. Yo soy tu dios, tu rey, el consejero
que dicta hasta el color de tu bandera,
quien eleva tu sueño a la quimera,
el que marca en la vida tu sendero.
Soy el sol que te ciega, el placentero
espejismo virtual que el seso altera,
quien te niega ese pan que ayer te diera,
el que desnuda tu alma por entero.
Soy el precio a ganar, soy la primera
razón que hace el poder tan lisonjero
y deja la miseria en dura espera.
Soy la meta a lograr, fe verdadera,
y puedo ser de amor sepulturero
si me cambias a mí por quien te quiera.
Soy entre el Bien y el Mal, sutil frontera
de Gloria o Perdición, soy…el Dinero.
Mario Martínez Martínez (1949- )
Pertenece a la anterior diapositiva.
6. Debajo de los árboles, ninguna
pena que inquiete el pensamiento mío.
Encima de los árboles, la luna;
debajo de los árboles, el río.
Abro mi corazón… Leo y confío
en la gloria, en el bien, en la fortuna.
Habla de amor, al discurrir, el río;
habla de amor, al esplender, la luna.
Quietud y soledad… Nada importuna
la comunión del pensamiento mío
con el bien y la gloria y la fortuna…
Bajo el ramaje trémulo y sombrío
sueña un hilo de oro de la luna
sobre el silencio diáfano del río.
Andrés Mata (1870-1931)
7. Juan Varilla (1960- ) Colombina llora,
Colombina ríe,
Colombina quiere
morir, y no sabe
por qué…
Pierrot, todo blanco,
de hinojos la implora,
la besa y le pide
perdón, y no sabe
de qué…
La luna sonríe,
la señora Luna…
Y nadie ha sabido,
ni sabrá, ni sabe
por qué…
Manuel Machado (1874-1947)
8.
9. Si esta mujer que hoy llora percibiera
el temblor de mi luz en su ventana,
si viera mi alma, frágil porcelana,
que un soplo de aire, un pétalo rompiera;
si esta mujer, lejana compañera,
no fuera tan lejana, tan lejana,
si consiguiera ver cada mañana,
al despertar, mis ojos…, si pudiera…
Tal vez la sombra que su rostro acuna
se tornaría en claridad de luna,
o en caricia de sol primaveral.
Y su nueva sonrisa tal vez fuera
mágica mano que reconstruyera
mi fragmentada copa de cristal.
Francisco Álvarez Hidalgo
10. La taza era una súplica de arcilla
que no alcanzó a ser ánfora. Sedoso
hila el humo y retuerce, silencioso,
su línea de calor. De orilla a orilla
el amargo sabor del café brilla
sobre el oscuro espejo tembloroso.
Yace al fondo el estímulo, en
reposo,
que se alzará en vigor de banderilla.
Esa fuerza motriz vibra, acelera,
y potencia la acción de la galera
que navega los mares de la mente.
Despierta a cada inmóvil galeote
cautivo en el cerebro, y saca a flote
los temas sin pudor del
subconsciente.
Diana Moses Botkin Francisco Álvarez Hidalgo
12. Yo no se donde tienen las gaviotas su nido,
donde encuentran la paz.
Igual que ellas soy yo,
siempre en perpetuo vuelo.
Me rozo por la vida
como ellas por el agua al coger su alimento.
Y quizás como ellas yo amo la quietud,
la gran calma marina,
pero estoy condenado a vivir siempre
cruzando la borrasca y la tormenta.
Vicenzo Cardarelli (1887-1959)
13. Bernardo Strozzi (1581-1644)
Érase una mujer tan narcisista,
que andaba enamorada del reflejo
que de su propia imagen el espejo
le devolvía siempre ante la vista.
Vestíase a la moda consumista
sin miedo al que dirán, sin más
complejo
que el olvidarse su perfume añejo
los días que salía de conquista.
Ligaba más bien poco, pero a veces
una simple mirada conseguía
dejar todos sus goces satisfechos.
Y aquello alimentaba estupideces
de eterna juventud, porque tenía
la dama los noventa recién hechos.
Mario Martínez Martínez
14. A la rosa
modesta le salió
una espina
y al cordero
humilde un cuerno
insolente;
mientras, el lirio
blanco en su amor
gozaba
con su belleza
blanca sin espinas
ni manchas.
William Blake
(1757-1827)
Marianne Broome
15. En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y sólo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada,
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.
Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo
la llave santa de tu santa puerta.
puerta
Gabriela Mistral (1889-1957)
Francisco de Zurbarán (1598-1664)
17. Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto
patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.
Jorge Luis Borges (1899-1986)
18. FIN
Copiado íntegramente del blog :
“Pintura y poesía”
Edición y maquetación :
Emilio Gil (unjubilado)