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   Versión optimizada para       Andrés A. Rodríguez
      PowerPoint 2002.            José Luis Portos
Con versiones anteriores puede    Juan José García
  funcionar irregularmente.        Julia Mª Ferreiro
                                   Lisardo Santirso
                                   Manuel Martínez
                                   María S. Suárez
Su Catedral
R
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                               L
    Una catequesis en madera   O
Uno de los mejores retablos góticos
              españoles.
Encargado por el prelado ovetense Don
Valeriano Ordóñez de Villaquirán, el cual
aparece postrado a los pies de la Virgen




                                            Obra de
                                            Giralte de Bruselas,
                                            Juan de Valmaseda,
                                            León Picardo y
                                            Miguel de Belingeles
15,85x10,35        INFANCIA
Se lee de                    I- Anunciación
                             II-Visitación
                             III-Nacimiento
izquierda                    IV- Adoración Reyes
                             V- Presentación en el
                              Templo
   a                         VI- Huida a Egipto
                             VII- Ante los doctores

derecha                      VIDA PÚBLICA
                            VIII- Bautismo
                            IX- Tentaciones
  y de                      X- Bodas de Caná
                            XI- Resurrección Lázaro

 abajo a                           PASIÓN
                            XII-Entrada en Jerusalén

 arriba                     XIII- Oración en el Huerto
                            XIV- Flagelación
                            XV- Coronación espinas
                            XVI- Camino del Calvario

 Dejando                    XVII- Crucifixión

                            GLORIFICACIÓN
los pasajes                 XVIII- Resurrección Jesús
                            XIX- Duda de Sto. Tomás
                            XX- La Ascensión
principales                 XXI- Pentecostés
                            XXII- Cristo en Majestad

  para el                   XXIII- Asunción de María



  centro
Crucifixión      Cristo en
                    Majestad
   Duda de
   Sto Tomás        Asunción de
                    María
Resurrección      Ascensión del
 Flagelación      Señor
Oración en el     Pentecostés
Huerto            Coronación de
Bodas de Caná     Espinas
                    Camino del
Tentaciones
                    Calvario
Huida a Egipto      Resurrección
                    de Lázaro
Presentación     Entrada en
en el Templo     Jerusalén
                 Ante los doctores
La Visitación
                     Bautismo

                  El Nacimiento
La Anunciación
                 Adoración de
                 los Reyes
Reyes              Otros elementos del Retablo




Jueces
                                Profetas




                                Apóstoles




                    Padres de              la Iglesia
                                                                        Más
         San Sebastian                                              Información
                                                        San Roque
J ES ÚS ,
      EL
S A L VA D O R
N F A N C IA
        I.- LA ANUNCIACIÓN
       II.- LA VISITACIÓN
       III.- EL NACIMIENTO DE JESÚS
       IV.- LA ADORACIÓN DE LOS REYES
       V.- LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO
       VI.- LA HUIDA A EGIPTO
       VII.- JESUS ANTE LOS DOCTORES
I

    LA
ANUNCIACIÓN




             Más
         Información
II

    LA
VISITACIÓN




        Más
    Información
III

    EL
NACIMIENTO




              Más
          Información
IV

ADORACIÓN DE
 LOS REYES




          Más
      Información
V

PRESENTACIÓN
 EN EL TEMPLO




              Más
          Información
VI

HUIDA A
EGIPTO




        Más
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VII

 JESÚS
ANTE LOS
DOCTORES




        Más
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VIDA PÚBLICA

      VIII.- EL BAUTISMO DE JESÚS
       IX.- LAS TENTACIONES DE CRISTO
       X.- LAS BODAS DE CANÁ
       XI.- RESURRECCIÓN DE LÁZARO
VIII

BAUTISMO DE
   JESÚS




               Más
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IX

    LAS
TENTACIONES




              Más
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X

LAS BODAS
 DE CANÁ




            Más
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XI

RESURRECCIÓN
     DE
   LÁZARO




              Más
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LA PASIÓN

     XII.- ENTRADA EN JERUSALÉN
     XIII.- LA ORACIÓN EN EL HUERTO
     XIV.- LA FLAGELACIÓN
     XV.- LA CORONACIÓN DE ESPINAS
     XVI.- EL CAMINO DEL CALVARIO
    XVII.- LA CRUCIFIXIÓN
XII

 ENTRADA
    EN
JERUSALÉN




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XIII

 ORACIÓN
DEL HUERTO




               Más
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XIV

FLAGELACION




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XV

CORONACIÓN
    DE
  ESPINAS




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XVI

CAMINO DEL
 CALVARIO




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XVII

LA CRUCIFIXIÓN




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GLORIFICACIÓN

      XVIII.- LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
       XIX.- LA DUDA DE SANTO TOMÁS
       XX.- LA ASCENSIÓN
       XXI.- PENTECOSTÉS
      XXII.- LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN
      XXIII.- CRISTO EN MAJESTAD
XVIII

LA RESURRECCIÓN
       DE
     CRISTO




              Más
          Información
XIX

DUDA DE
 SANTO
 TOMÁS




       Más
   Información
XX

   LA
ASCENSIÓN




        Más
    Información
XXI

PENTECOSTÉS




          Más
      Información
XXII


  CRISTO
EN MAJESTAD




               Más
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XXIII

LA ASUNCIÓN DE
     MARÍA




   Obispo
 Ordóñez de
 Villaquirán


                   Más
               Información
FIN
La escena es particularmente importante pues la anunciación
              coincide con la encarnación del Salvador, estos es, el primer
              acto o preludio de la Salvación.
              Mientras que en la iconografía oriental suele representarse a la
              Virgen dedicada a los trabajos manuales aquí a aparece
              meditando la Biblia.

              Su postura de postración sobre un reclinatorio y profunda
              devoción parece decir: “Heme aquí, la esclava del Señor”.
              Arrodillada, lleva su mano al pecho en señal de su sí de
              aceptación.
              Su cabeza inclinada hacia abajo evocando la humildad pese a
              la elevada dignidad que le es concedida por Dios.
              El ángel, con sus alas explayadas y la indumentaria agitada
              parece haber entrado en escena sin previo aviso (parece
              evocar la fuerza del E. Santo que irrumpe cuando menos te lo
              esperas).
              Ese ángel porta en la mano izquierda el bastón de mensajero
              en forma de cetro coronado con una forma bulbosa que
              recuerda a una flor. Esa fruta podría aludir al fruto
              inmaculado y se entiende como alegoría de pureza
              (virginidad de María).
              En la filacteria que rodea al cetro aparece la frase Ave María.
              La palabra AVE leída al revés se lee EVA. Así pues, María
              sería la nueva Eva, esto es, la puerta de la salvación del ser
              humano, en contraste con Eva que, con su desobediencia,
              cerró la puerta del paraíso.
     I
              Santiago de la Vorágine recoge en su “leyenda dorada” esta
              idea:
    LA        “Así como el diablo mediante la tentación suscitó en el ánimo

ANUNCIACIÓN
              de una mujer la duda, la llevó al consentimiento y por el
              consentimiento la condujo a la caída, así también un ángel
              mediante la Anunciación suscitará en el alma de otra mujer la
              fe, y por la fe la llevaría al acatamiento de la voluntad divina, y
              por el acatamiento o consentimiento a la concepción en sus
              entrañas del hijo de Dios”
Nos encontramos a María e Isabel, figuras que
             dominan el centro de la escena: una en plena
             juventud, la otra en el inicio de la ancianidad. María
             lleva el velo de las jóvenes, Isabel cubre su cabeza
             con el tocado de las matronas de Israel.
             Algunos teólogos de la Edad Media ven en esta
             escena una prefiguración de los Salmos: Amor y
             Verdad se han dado cita; Justicia y Paz se
             abrazan” (Sal 85,11).

             Más tarde la Virgen e Isabel se interpretan como
             símbolos de la Iglesia y la Sinagoga
             respectivamente.

             Está conectada con la escena anterior (la
             Anunciación) pues el mismo ángel anuncia el designio
             divino e informa del embarazo de su prima Isabel.

             Las dos mujeres, manifiestamente embarazadas no
             se sitúan al mismo nivel en la escena, de ahí la
             postración de Isabel ante Ella. Sin embargo parece
             clara la actitud humilde de María de querer detener
             con su brazo la ligera genuflexión de su prima.

    II       A la izquierda aparece una doncella que acompaña a
             María. Según la tradición apócrifa esta doncella está
   LA        ahí para dar testimonio ante las dudas de San José
             de la autenticidad de la concepción virginal de
VISITACIÓN   María.
             A la derecha, bajo el arco de su casa aparece el viejo
             Zacarías observando el encuentro y apoyado en el
             bastón de su autoridad sacerdotal.
La pobreza del portal de Belén es aludida mediante la paredes de un
             edificio con un humilde colgadizo que amenaza desplomarse. Podría aludir a
             la situación delicada de la sinagoga. Jesús viene a repararla y a edificar
             sobre sus ruinas un grandioso edificio La Iglesia.

             La situación del niño Jesús sobre el pesebre alude al nuevo Adán por eso
             Santiago de la Vorágine dice: “la humildad del Salvador se contrapone a
             la soberbia del prevaricador: la soberbia del primer hombre se alzó
             contra Dios... Pero el Hijo de Dios se humilló... se puso a la altura de
             ellos al nacer como ellos ...”

             Jesús es el centro lumínico de la escena, resaltando así la idea del niño
             que nace en las tinieblas de la noche para traer la luz de la verdad y la
             salvación al mundo. Los haces de paja están dispuestos como rayos de
             luz. Es el propio Jesús quien confiere luminosidad a la escena, pues Él es la
             luz del mundo

             El buey y el asno le adoran. Parece evocar el pseudo Mateo (XIV). “tres
             días después de nacer el Señor, salió María de la gruta y se aposentó en un
             establo. Allí reclinó al niño en el pesebre, y el buey y el asno le adoraron.
             Entonces se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “el
             buey conoció a su amo, y el asno el pesebre de su Señor”...

             Mientas el buey se muestra apacible en su veneración, el asno, molesto,
             parece apartarse del Salvador, en actitud de alborozado rebuzno. La razón
             podría ser que ambos animales serían prefiguraciones de los dos ladrones
             entre los que Jesús fue crucificado, o bien, de los judíos y gentiles. Según
             San Gregorio de Niza: “el buey es el judío encadenado por la ley; el
             asno, que es una bestia de carga, porta los fardos de la idolatría... una
             alusión más a la futura muerte y sacrificio del Salvador entre el buen y
             el mal ladrón”.
             Los ángeles cantan en las alturas “Gloria a Dios”. En los apócrifos se dice
             que en el momento del nacimiento de Jesús éste fue rodeado de ángeles.

    III      Son tres los pastores (como también son tres los reyes magos)de la
             escena: No portan presentes, su ofrenda es la música de una flauta (similar
             a los pastores músicos de Toledo y de otras catedrales) Podría derivarse del
    EL       Evangelio árabe de la infancia: “En aquel momento llegaron unos
             pastores quienes encendieron fuego y se entregaron a regocijados
NACIMIENTO   transportes de alegría”.

             Algunos teólogos relacionan a los pastores con los gentiles y a los
             magos con los judíos.
Para San Ignacio de Antioquía este momento representa el primer
            homenaje rendido por el paganismo al Hijo de Dios. Asimismo, para
            San Epifanio (S IV) es una buena respuesta frente a la herejía
            ebionita: “los magos muestran de un modo evidente que Cristo
            fue engendrado por Dios... pues si Cristo fue adorado por ellos
            es porque había nacido Dios y no solo hombre”.

            Arriba está la estrella, signo de la Epifanía.

            El niño sostiene en su mano izquierda el globo del universo
            mientras con la derecha bendice a los Magos (los dos signos que
            suelen acompañar al Pantócrator y que pudiera evidenciar el
            significado de “rey de reyes”).

            La raíz iconográfica de la escena la hallamos en el Pseudo Mateo
            (XVI), donde la adoración se produce dos años después de su
            Nacimiento.

            Orígenes fue el primero que habló de tres Reyes Magos en su obra
            In genessim. También para San Agustín fueron tres Reyes los que
            rindieron homenaje a Cristo, pues siendo tres las ofrendas hace
            pensar en que fueran tres los oferentes.

            También simbolizan las tres edades del hombre o las tres partes
            del mundo conocidas (Asía, Africa y Europa), derivadas de los tres
            hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet).

            Melchor es el más anciano, Gaspar, el de edad media y Baltasar
            el más joven.

   IV       Las ofrendas significan también tres títulos cristológicos: Oro:
            realeza, Incienso: divinidad y Mirra: sufrimiento. Esta última
            alude, una vez más al sacrificio redentor de Cristo.
ADORACIÓN   Santiago de Vorágine da otro sentido diferente: “quisieron darnos a
  DE LOS    entender con el oro, que significa amor, con el incienso, que
            significa adoración, y con la mirra, que significa mortificación,
  REYES     que también nosotros debemos ofrendar a Dios amor, adoración
            y mortificación de nuestros sentidos”.
Según la ley Mosaica (Ex 13,2) era de obligado cumplimiento
                para todos los judíos consagrar el primer hijo a Dios en
                recuerdo de la Huida a Egipto y de otras intervenciones
                divinas a favor de Israel. La parturienta, considerada impura
                durante la semana posterior al nacimiento de un hijo varón,
                era excluida durante 33 días del santuario; pasada la
                cuarentena debía presentar su vástago en el templo y
                depositar una ofrenda. Sin embargo la Virgen no tendría por
                qué ajustarse a la norma pues habría concebido
                virginalmente, pues Ella no habría perdido su virginidad. Los
                teólogos lo explican como un acto de humildad de María al
                someterse voluntariamente a la Ley.

                La presencia de un cuchillo sobre el extremo de la mesa
                funde la escena de la presentación con la de la
                circuncisión. Sin embargo ambos ritos no se hicieron a la
                vez (8 y 40 días tras el nacimiento). La humildad del Hijo de
                Dios que quiso acatar, primero, la ley antigua, justifica tal
                pasaje (Male) y mostrar así que la Tora era buena.

                Además nuevamente se prefigura aquí la pasión, pues es
                el primer momento en que Jesús derrama su sangre.

                Junto a Simeón, que va vestido con manto y mitra pontifical,
                está un sirviente que ejerce de ministrante, mientras que a
                su izquierda un escriba lee y confronta con el libro de la ley
      V         que todo se está llevando a cabo según las prescripciones de
                la Ley del Señor.

PRESENTACIÓN    Junto a María y José una doncella porta en un cesto dos

 EN EL TEMPLO
                pichones (o tórtolas), como corresponde a la ofrenda de
                los pobres.
La virgen mira amorosamente al niño, entre sus brazos, el
          cual aparece fajado como una momia, indumentaria
          interpretada por Schiller como una alusión más a la futura
          muerte (tal indumentaria evoca la manera de los iconos
          bizantinos).

          José conduce al asno volviéndose para mirar a María y al
          niño con gran dulzura. Lleva la capa y el gorro propio de
          los peregrinos, las calzas de los caminantes y en la mano
          izquierda sostiene un nudoso cayado.

          El ángel, joven, que parece tener anclada la mirada en
          Jesús, parece empujar una palmera cuajada de frutos. El
          detalle se inspira una vez más en el Pseudo Mateo (XX),
          enriqueciendo el parco relato de Mateo:

                Aconteció que, al tercer día de camino, María se
                sintió fatigada por la canícula del desierto. Y viendo
                una palmera le dijo a José: “Quisiera descansar un
                poco a la sombra de ella”. José a toda prisa la
                condujo hasta la palmera y la hizo descender del
                jumento. Y cuando María se sentó, miró hacia la
                copa de la palmera y la vio llena de frutos, y le dijo a
                José: “Me gustaría, si fuera posible, tomar algún
                fruto de esta palmera”. Mas José le respondió: “Me
                admira el que digas esto, viendo lo alta que está la
  VI            palmera, y el que pienses comer de sus frutos...”
                Entonces el niño Jesús que plácidamente reposaba
                en el regazo de su madre, dijo a la palmera:
HUIDA A         “Agácahte, árbol, y con tus frutos da algún refrigerio
                a mi madre”. Y a estas palabras inclinó la palmera
EGIPTO          su penacho hasta las plantas de María, pudiendo así
                recoger todo el fruto que necesitaban para saciarse”.
Jesús es llevado por sus padres, a la edad de 12 años, a
             Jerusalén con motivo de la Pascua. Se escabulle de ellos,
             entra en el Templo y declara entre los doctores que los
             tiempos están cumplidos y el Mesías ha llegado
             verificando el vaticinio de Isaías. Es la primera acción de
             Jesús adoctrinando antes de iniciar su vida pública.

             En el centro y sobre un podio, Cristo es el eje central y en
             torno a él se colocan los doctores de la ley mosaica a
             la manera de la dialéctica escolástica y comportándose
             como un verdadero maestro.

             Alrededor están los rabinos en clara actitud caricaturesca:
             de enormes narices, gesticulan y mueven sus manos al
             tiempo que hablan apresuradamente.

             Jesús a la escucha, reflexiona y responde.

             A la izquierda María contempla en actitud orante a su hijo
             dando testimonio de su divinidad.

             Los padres encuentran a Cristo al tercer día prefigurando
             así la Pascua de Resurrección.



    VII

JESÚS ANTE
   LOS
 DOCTORES
Jesús aparece en actitud orante, y no bendicente, en señal
              de sometimiento a los designios del Padre (Schiller).

              Juan Bautista derrama el agua del Jordán sobre la cabeza
              del Salvador y está caracterizado con su hábito propio de piel
              de camello y manto de dignidad sacerdotal que contrasta con
              la desnudez del Hijo.

              A la izquierda un ángel alado sostiene la túnica de Jesús
              (fruto, esta imagen, de la praxis bautismal pues es conocida la
              existencia del rito de enjugar la humedad de los neófitos
              recién bautizados con una vestidura blanca).

              El ángel, de enormes alas y túnica de ricos brocados y que
              sostiene la túnica del bautizado, es consecuencia de la
              transposición artística del diácono que, durante la
              ceremonia del bautismo, ayudaba al obispo sosteniendo el
              capillo (tela blanca que se colocaba en la cabeza al
              bautizarlos) y revestía a los catecúmenos después de la
              inmersión con una ropa blanca.



    VIII

BAUTISMO DE
   JESÚS
Tras ser bautizado Jesús se retira al desierto de Judá y allí
                  permanece 40 días y 40 noches, lo que constituye el origen
                  de la cuaresma.

                  En la escena, las tres tentaciones se reducen a una: la
                  gula: un demonio de forma monstruosa ofrece una gruesa
                  piedra al Salvador que parece responderle: no sólo de pan
                  vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca
                  de Dios.

                  La cabeza en el vientre de Satán aludiría al
                  desplazamiento de la sede de la inteligencia puesta al
                  servicio de los instintos más bajos.

                  La yuxtaposición de animales en el demonio son
                  evidentes: garras y piel escamosa, así como piel
                  membranosa aludiendo a las siniestras regiones infernales.
                  Las alas de murciélago podrían tener alguna influencia
                  china, así como los flácidos pechos femeninos. Tales
                  pechos femeninos podrían aludir a un simbolismo femenino
                  cargado de culpabilidad (la mujer, y sobre todo, la bruja, son
                  juzgados duramente en esta época como auténticos seres
                  diabólicos)

                  Su fealdad invita claramente al rechazo y la repulsión y
                  contrasta con la mansa figura de Cristo.



       IX

LAS TENTACIONES
El escultor quiere evidenciar la condición de Mesías,
            Salvador y Redentor, de ahí su interés por reflejar los
            milagros.
            Resulta evidente el gesto de María que de modo elocuente le
            pide ayuda y éste responde a las súplicas de su madre con la
            bendición de las tinajas. Además María mira suplicante a su
            Hijo mientras se lleva la mano al corazón.

            Una mano casi imperceptible a la derecha del cuadro
            ofrece a los novios un cáliz del vino milagroso. Se trata
            del maestresala mencionada por S. Juan. Otro sirve comida y
            un tercero echa agua en las tinajas que había en las casas
            para las purificaciones.

            Sorprende que sean 5 y no 6 las tinajas representadas,
            como señala el pasaje evangélico. Es muy probable que
            alguna de ellas se perdiera con el paso de los siglos. Resulta
            curioso ver que una de las tinajas imita a la que posee la
            catedral, objeto de gran veneración por los peregrinos.

            El relato parece tener varios simbolismos: Uno el
            eucarístico, otro el del matrimonio de Cristo con la Iglesia
            (sustitución del agua de la Antigua Ley (Sinagoga) por el vino
            del Evangelio (Iglesia), y el tercero, el simbolismo de las seis
            edades del mundo y del hombre: durante las seis edades
            señaladas por Adam, Noe, Abraham, David, Jeconías y Juan
    X       el Bautista, Jesús ha permanecido oculto hasta la séptima
            edad en la cual su reino durará hasta el juicio final. Otros lo
            relacionan con las seis edades del hombre (en relación con la
            catedral de Canterbury): infancia, pubertad, adolescencia,
LAS BODAS   juventud, virilidad y senectud.

 DE CANÁ
Cristo bendice a Lázaro que incorporándose del sepulcro
               aparece desnudo y no amortajado. La actitud de Cristo parece
               gritar: “Lázaro, sal fuera”.

               El difunto Lázaro se alza de su sepulcro, más parecido a un
               ataúd de la época que a una sepultura judía.
               En la parte derecha del cuadro está María y Marta en actitud
               orante.

               A la derecha de éstas está un personaje descalzo que podría
               aludir a la presencia de algún discípulo.

               Uno de los elementos anecdóticos lo constituye el judío de la
               izquierda que se tapa la nariz con un paño evitando el hedor
               del difunto, lo cual se corresponde con el texto joánico cuando
               Marta respondiendo al Señor le dice: “Señor, ya huele; es el
               cuarto día” (Jn 11,39)

               Hay un personaje femenino del que sólo se ve una mano en
               actitud de súplica y que se ha querido identificar con Virgen.
               Marta junta las manos en actitud suplicante y María parece
               reconvenir a su hermana por su insistencia y falta de confianza.

               Un judío de prominente nariz asiste a la escena y otro testigo,
               en la esquina inferior izquierda, quizá un sumo sacerdote, con
     XI        un libro en la mano, actúa como escribano que acredita la
               veracidad de la escena.

RESURRECCIÓN
     DE
   LÁZARO
Con ella se cumplía la profecía de Zacarías: “He aquí que
            lleno de mansedumbre viene a ti tu Rey cabalgando sobre
            un pollino” (Zac 6,6).

            Jesús entra montado en una borrica -lo que según algunos
            teólogos es un símbolo de docilidad- y no en un caballo –
            símbolo de soberbia-, para proclamar que Él no reside en los
            corazones soberbios, sino en los mansos y humildes.
            En el centro de la escena Jesús cabalga y bendice:
            referencia trinitaria y a la doble naturaleza.

            Los habitantes de la ciudad reciben al Mesías con los ramos y
            extienden a su paso los mantos siguiendo el relato
            evangélico (símbolo, el manto, de la persona que se somete a
            la de Jesús).

            La entrada en la ciudad marca el inicio del ciclo de la pasión y
            por ello los teólogos gustaron oponer los honores y vituperios
            dispensados por los judíos a Cristo en ambas comitivas:
            la borriquina fue sustituida por el patíbulo;
            al trayecto alfombrado con los mantos se opone el despojo
            de las ropas del redentor;
            la pleitesía de los ramos de palma agitados en su honor se
            trocaron en el vilipendio de la corona de espinas.

            La aclamación como Rey y Salvador fue seguida por la
            negación burlesca durante la pasión.
   XII
            Las alabanzas se tornaron en oprobios e insultos de los
            judíos que pedían su tormento en la cruz.
 ENTRADA
    EN
JERUSALÉN
Se interpreta por los teólogos esta escena como una
             tentación más duras que las conocidas tentaciones del
             desierto: el miedo a la muerte y al sufrimiento, tentación
             más fuerte que el hambre, el orgullo o la avaricia.

             En la escena, el Maestro afronta en solitario la agonía,
             arrodillado y en oración. Sus vestiduras doradas parecen
             brillar bajo los rayos de luz contrarrestando con la
             oscuridad del fondo para evidenciar el acontecer nocturno.

             La mirada de Jesús se dirige al cáliz situado sobre un
             montículo: el cáliz de la amargura, símbolo de la pasión,
             de la copa que el fiel debe apurar y que recuerda las
             palabras de Jesús: “Padre, si es posible, pase de mí este
             cáliz; mas no se haga mi voluntad sino la tuya”. Se trata
             de un cáliz con asas como una réplica del Santo Grial.

             Los 3 discípulos predilectos : Pedro, Juan y Santiago que
             han sucumbido al sueño y que forman un triángulo: Pedro
             en el vértice superior y, en primer plano, los hijos de
             Zebedeo: Juan y Santiago, éste último con un manto
             adornado con las conchas y vieras de la tradición jacobea.




    XIII

 ORACIÓN
DEL HUERTO
Hecho histórico atestiguado por Flavio Josefo y por Filón.
              Poncio Pilato, tras interrogarle y proponer al pueblo la
              elección de la condena a muerte, ordena flagelarle. Los
              azotes no podían superar los 40, de modo que lo habitual
              era dar 40.

              Jesús, en el centro, vestido tan solo con un paño de
              pureza, impresiona por su mirada que implora, acepta y
              busca compasión. Atado a una columna con complicados
              nudos de cuerda, presenta heridas en brazos y piernas,
              evitando un excesivo dramatismo.

              Los tres torturadores, con atuendos diferentes y en actitud
              amenazante, llevan en sus manos diversos látigos, el más
              cruel, el de la derecha, formado por un entretejido de
              correas que sostiene pequeños trozos metálicos para
              aumentar su efectividad.

              Para Santiago de la Vorágine “esta tercera efusión tuvo
              carácter de remedio medicinal a favor nuestro, como se
              desprende del texto en que se dice ` fuimos curados a
              costa de los cardenales que los golpes dejaron en su
              cuerpo ´”.

              Al parecer está imagen de Cristo se ha inspirado en las
              Revelaciones de Santa Brígida.

              Uno de los personajes situado entre los que le azotan porta
    XIV       un cetro real y está vestido con túnica y manto de
              magistrado, alude a Pilato.

FLAGELACIÓN   Se fustiga a Cristo a la usanza romana, de pie, pues la ley
              mosaica infringía el castigo al reo postrado.
En la visión mística de Santa Brígida (Flagelaciones)
                dice: “la corona descendía hasta la mitad de la frente
                y la sangre corría en abundancia sobre los ojos y
                orejas de Cristo”.
                Una vez declarada su realeza sobre los judíos, todavía
                maniatado, los soldados le visten con un manto
                purpúreo, le colocan sobre un trono irrisorio y le coronan
                con espinas. Las manos fuertemente atadas. Reflejan
                sometimiento y su mirada implora piedad.

                Un soldado, arrodillado, le ofrece el cetro de modo
                burlesco mientras que saluda con su mano izquierda
                alzada como queriendo expresar el “salve, oh rey de
                los judíos”. Otro, a la derecha y en pie, enarbola una
                maza dispuesto a golpear las espinas. Otra figura con
                barba y casco militar, porta igual cetro que el de la
                flagelación. A su derecha un cuarto alza unas tenazas
                para ajustar más la corona a las sienes. El último
                aplaude y ríe las burlas de los demás. Los rostros de los
                verdugos. De largas narices para rubricar su condición
                de judíos, reflejan crueldad y burla.




     XV

CORONACIÓN DE
   ESPINAS
Nuevamente es objeto de burlas, vejaciones y amenazas,
             enfatizando en la crueldad de los sayones.

             La escena combina dos estaciones del vía crucis: la
             segunda caída y la ayuda del cirineo.

             La mirada que Jesús dirige al fiel le confiere un
             dramatismo mayor en la escena estableciendo una
             emotiva comunicación con el fiel.

             Jesús lleva halo como corresponde a su condición de
             Hijo de Dios y va coronado de espinas. Ha caído de
             rodillas agobiado por el peso de un madero de enromes
             dimensiones. Lleva un dogal atado a su cuello y los pies
             descalzos y ensangrentados por los guijarros del camino.

             Uno de los soldados conduce a Jesús con la soga atada
             al cuello, tirándole de los cabellos y amenazándolo con un
             puño en alto para que continúe caminando. Otro, toca un
             cuerno para anunciar el acontecimiento, y un tercero mira
             despectivamente hacia una figura sacerdotal que
             posiblemente se corresponde con José de Arimatea.

             Simón de Cirene, en cambio , ayuda a Jesús a soportar
             el peso de la cruz (Lc 23,26)

             Resulta llamativa la ausencia de María en la escena.
   XVI

CAMINO DEL
 CALVARIO
Se representa en el momento supremo de la agonía, con
                 los ojos bien abiertos y la boca jadeante. Ha perdido toda
                 su majestad real, sólo inspira compasión y su muerte se
                 convierte en un símbolo eucarístico.

                 Influida la escena por las visiones de Santa Brígida:
                 “Pusieron los pies el uno sobre el otro. Entonces le
                 pusieron otra vez la corona de espinas, apretándola
                 tanto que bajó hasta la mitad de la frente y por su
                 cara, cabellos, ojos y barba comenzaron a correr
                 arroyos de sangre con las heridas de las espinas...
                 Luego en todas las partes de su cuerpo que se podían
                 divisar sin sangre se esparció un color mortal. Los
                 dientes se le apretaron fuertemente, las costillas
                 podían contársele, el vientre completamente
                 escuálido estaba pegado al espinazo y las narices
                 afiladas, y estando su corazón para romperse, se
                 estremeció todo su cuerpo y su barba se inclinó
                 sobre el pecho...”
                 Dos ángeles flanquean la cruz y recogen en cálices la
                 sangre del Salvador en clara alusión eucarística. El
                 tema aparece en el Siglo XIV inspirándose en los ángeles
                 que transportan el alma de los muertos.

                 La cruz se alza sobre el cráneo descarnado de Adán.
                 Sobre el símbolo del pecado y de la muerte se erige la
                 cruz triunfante (vínculo teológico entre el pecado original y
                 la muerte redentora de Cristo). Male lo expresa así:

     XVII

LA CRUCIFIXIÓN
•   Male añade más conexiones al apuntar que al igual que Eva salió del
    costado de Adán, la Iglesia salió del costado de Cristo. El Nuevo Adán
    produjo una nueva Eva.
•   María y San Juan, al pie de la cruz (derecha e izquierda de Cristo,
    respectivamente) representan a la Iglesia y a la Sinagoga. Por eso San
    Isidoro de Sevilla dirá que María es la figura de la Iglesia.

•   La importancia de María, al pie de la cruz es notable como dice
    Santiago de Vorágine: “cuando Cristo expiró, nadie ya tenía fe, ni
    siquiera San Pedro: la única que no dudaba era María. Por eso
    María representa a la Iglesia y merece ese lugar a la derecha de
    Cristo moribundo; y lo merece tanto más cuanto que es también la
    nueva Eva, digna de figurar al lado derecho del nuevo Adán”.
•   “El ángel había anunciado a María que daría a luz en el mismo lugar que dios había formado a
    Adán... y que Cristo había muerto en el lugar exacto en que estaba enterrado Adán... La cruz
    no había sido hecha de una madera cualquiera sino del árbol mismo del bien y del mal, cuyo
    tronco,... había sido milagrosamente conservado en la piscina probática de modo que el
    instrumento de la caída, por voluntad de Dios, se había convertido en instrumento de
    redención... Jesús fue condenado a muerte un viernes, el mismo día que fue creado Adán, y
    entregó su espíritu tres días después, los mismos días que tardó Adán en cometer el pecado”.
•   Resulta interesante lo que dice San Agustín: Jesucristo, nacido de mujer, hombre verdadero y
    mortal, redimió a los descendientes de aquel que fue engañado por otra mujer... y los redimió
    librando con su muerte la muerte a los que estaban muertos.

•   Lo mismo expresa San Ambrosio: “Adán fue formado de la sustancia de una tierra virgen, y
    Cristo de las entrañas de una mujer también virgen; Adán fue creado a imagen de Dios, e
    imagen de Dios fue y es Cristo... Desnudo estuvo Adán y desnudo estuvo Cristo; por un árbol
    Adán nos acarreó la muerte y por un árbol Cristo nos devolvió la vida; Adán moró en desierto
    igual que Cristo...”
•   San Gregorio utiliza, en cambio, la oposición de contrarios: El primer hombre pecó por soberbia,
    desobediencia y gula: por soberbia, pues intentó asimilarse a Dios, por desobediencia pues
    traspasó los límites del precepto divino y por gula porque quiso conocer por experiencia, a qué
    sabía la manzana. Cristo curó la soberbia con su humildad, la desobediencia con su sumisión a
    la divina voluntad, y el de gula con su mortificación.
Jesús bendice con la derecha mientras porta el estandarte
                  de la victoria con la izquierda. Se cubre con un manto que
                  deja al descubierto la llaga del costado. Una aureola de
                  rayos cubre su cabeza (herencia de las antiguas
                  figuraciones de Helio).
                  El texto joánico dice que en el lugar donde había sido
                  crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro
                  nuevo, en el que nadie aun había sido depositado. Se
                  sustituye el sepulcro aludido por un sarcófago.

                  Alrededor de Jesús están los soldados en actitudes
                  diversas: gestos de sorpresa y temor ante el prodigio.

                  Visten los soldados como soldados romanos. Sólo San
                  Mateo dice que un guardia custodiaba el sepulcro pero no
                  que los soldados contemplaban el milagro. Estos se
                  introdujeron –a juicio de Reau- con el tiempo por razones
                  apologéticas.
                  Mateo dice que un gran terremoto... hizo rodar la piedra
                  y se sentó encima de ella... Los guardia atemorizados
                  ante él se pusieron a temblar y se quedaron como
                  muertos (Mt 28,2-4). Como es lógico, no todos ellos podían
                  quedar dormidos, pues de ser así, podría servir de
                  argumento a los judíos para corroborar sus afirmaciones.
                  Así en la escena del retablo dos de ellos están dormidos,
                  mas los otros dos no lo están..

      XVIII       Según Santiago de Vorágine la estancia de tres días en el
                  sepulcro era necesaria para demostrar que su muerte había
                  sido verdadera. Según la tradición el cuerpo y el alma del
                  difunto no se separaban hasta pasados tres días.
LA RESURRECCIÓN
    DE CRISTO
Frente al noli me tangere de la Magdalena, aquí se
              impone la creencia en un Cristo tangible y corporal en la
              vida post mortem.

              Tomás no estaba con los doce al aparecérseles el
              resucitado, de ahí que expresase con rotundidad: “si no
              veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mis
              dedos en el agujero de los clavos y mi mano en su
              costado, no creeré” (Jn 20,25). Tomás se convierte así
              en el prototipo de los que tienen dudas de fe.

              Vemos como Cristo con su mano derecha porta una
              linterna para guiar las almas hacia la fe, mientras que con
              su mano izquierda encamina la mano de Tomás hasta la
              llaga de su costado. El apóstol, temeroso y postrado a los
              pies del Señor, se siente como deslumbrado y con los
              labios entreabiertos parece exclamar: “¡Señor mío y Dios
              mío!”.

              Seis apóstoles son testigos de la escena. Entre ellos
              destacan: Juan, perfectamente distinguible por su rostro
              adolescente y lampiño, Pedro que junta las manos como
              implorando y con el rostro marcado por los surcos de
              lágrimas ludiendo a su negación, y en medio de todos,
              caracterizado con su ornato de peregrino y sombrero,
              Santiago.

    XIX

  DUDA DE
SANTO TOMÁS
La presencia de María, no constatada por ninguno de los
            evangelistas, únicamente se menciona en los Hechos de los
            apóstoles. Vemos a Pedro y Juan situados en el primer
            plano.

            La Ascensión se produce 40 días después de la
            Resurrección con el fin de que se produzca la venida del
            Espíritu: “Conviene que yo me vaya, porque si no me voy
            no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7), por ello la
            escena que le sigue es la de Pentecostés. Algunos teólogos
            argumentan que las 40 horas que permaneció muerto
            habrían de ser compensadas por los 40 días en que el
            Señor les reconfortaría con su compañía.

            Destacan en la escena María con una gran capa azul y
            Pedro, acompañados por los hijos de Zebedeo, todos en
            actitud orante.

            Este pasaje San Agustín lo comenta del modo siguiente: Si
            permanecéis pegados corporalmente a mí, no seréis
            capaces de recibir al Espíritu Santo. Por eso la escena
            que le sigue es Pentecostés.

            En el centro, y desapareciendo a la vista de los discípulos,
            se halla la figura de Jesús con túnica de oro y pies
            descalzos cuya silueta se corresponde con las huellas
            impresas en la roca.

            El artista recoge la narración de Santiago de la Vorágine
   XX       que menciona que al enlosar la Iglesia de la Ascensión en el
            Monte de los Olivos, siempre se levantaban las baldosas
            que cubrían el lugar donde el Señor había puesto por última
   LA       vez los pies antes de ascender a los cielos, razón por la cual
            los enlosadores decidieron dejar al descubierto, marcadas
ASCENSIÓN   sobre la tierra, las pisadas de Jesús.
A los cincuenta días después de la Resurrección, Jesús, tal y
              como había prometido, envía el E. Santo sobre los discípulos
              reunidos en el cenáculo. El Evangelio dice cómo un “viento
              fortísimo sacudió por entero la casa en que los
              discípulos se hallaban, reunidos por miedo a los judíos y
              unas lenguas como de fuego descendieron sobre la
              cabeza de cada uno de ellos y comenzaron a hablar en
              diversas lenguas, según el Espíritu les otorgaba a cada
              cual”.

              La confusión de lenguas, descrita en el Génesis como un
              castigo del orgullo humano, se convierte aquí en beneficio
              concedido por el Espíritu Santo. Por eso la nueva
              construcción será muy distinta a la Torre de Babel, más bien
              será edificada sobre la piedra angular que es Cristo
              Redentor.
              María ocupa el centro de la escena, sentada en un trono
              sobre un escabel. Revestida con solemne manto azul se
              convierte en el principal personaje de Pentecostés, aunque
              su presencia no se cita en los Hechos. Seguramente con su
              introducción se quiere simbolizar a la Iglesia pues la Virgen
              ya había recibido el Espíritu en la Anunciación y no tendría
              por qué recibirlo en un segundo momento.

              En un segunda plano aparecen el resto de los apóstoles,
              incluidos Matías y Pablo.

              El Espíritu en forma de paloma se cierne sobre la cabeza de
              María y cobija bajo sus alas al conjunto de los apóstoles.
    XXI

PENTECOSTÉS
Típica imagen del Pantócrator rodeado de los cuatro símbolos
              inspirado en la segunda visión del Apocalipsis: sentado sobre un
              trono dorado, alusivo al jaspe descrito por San Juan, porta la bola
              del Universo coronada por la cruz en la mano izquierda y
              bendiciendo con la derecha. Lleva la vestidura púrpura propia de su
              condición real bordeada por una orla de pedrería.

              Cristo aparece también rodado por los 4 vivientes, significando el
              momento solemne de su venida al final de los tiempos. Es este
              Cristo, Salvador del Universo, el titular de la Catedral.

              Según San Gregorio, los 4 animales son atributos del mismo Cristo
              que es hombre en su Nacimiento, toro en su Muerte, león en su
              Resurrección y águila en su Ascensión..

              San Ireneo los denomina tetramorfos.

              San Jerónimo explica que:

                    •Mateo simboliza el hombre porque su evangelio empieza con
                    la genealogía de Cristo.

                    •Marcos, el león porque su evangelio comienza con las
                    palabras voz que clama en el desierto.

                    •Juan, el águila, porque se eleva desde el comienzo hacia
                    las verdades eternas.

    XXII            •Lucas, el buey, por mencionar en sus inicios el sacrificio de
                    Zacarías


  CRISTO      Cabe señalar que en nuestro retablo, los carteles que identifican a
              Marcos y Lucas, están confundidos.
EN MAJESTAD
Los temas marianos se popularizan a partir de los
                 Evangelios apócrifos y la Leyenda Dorada en el s. XIII. Su
                 veneración experimenta un auge fuerte desde el S XII, muy
                 especialmente con la predicación de San Bernardo.

                 Desde el Siglo IV e incluso antes existen testimonios
                 históricos que certifican la creencia en la Asunción corporal
                 de María a los cielos: Gregorio de Tours (SVI), el patriarca
                 Modesto de Jerusalén (S VII), Germán de Constantinopla y
                 Juan Damasceno (S VIII).Los evangelios apócrifos gozarán
                 de gran popularidad en el medievo hasta el punto de ser
                 casi totalmente transcritos por Santiago de la Vorágine en
                 su Leyenda Dorada, aportando así una gran fuerte de
                 inspiración a los artistas.

                 La devoción a María en Asturias está probada desde
                 antiguo. Según el padre Viñayo González, fue aquí donde
                 se riñó la primera batalla conocida en la Iglesia sobre la
                 doctrina de la Asunción: fue la Ig. asturiana el campo
                 donde se desarrolló la primera batalla, y ninguna otra, ni
                 oriental ni occidental, puede privarle esta prerrogativa.
                 Por eso la Catedral es un monumento que rinde culto al
                 Salvador y también a Santa María.

                 El que se sitúe la escena debajo del calvario confirma el
                 importante papel que desempeña la Virgen como
                 intermediaria de Dios, y ocupa el lugar de mayor tamaño
                 de la calle central del retablo.
     XXIII
                 El que está arrodillado a la izquierda es el obispo
                 Villaquirán orante a los pies de María., con el fin de
                 perpetuar su importante labor en la ejecución del retablo,
LA ASUNCIÓN DE   muestra de gratitud por su generosa donación de 300

     MARÍA       doblas de oro que hizo posible el inicio de la obra.
Jueces de Israel

    ??                                      Jud Amgar


Othoniel                                   Jud Tola


    ??                                      Sansón


    ??                                      Aod


    ??                                      Jair


 Gedeon                                    Samuel
                                           Representan la
                                           consolidación del
                                           Pueblo de Dios.
                            SANSON         Aparecen en número
           GEDEON              JUD AMGAR   de 12, número de
                                           gran simbología que
                                           expresa totalidad y
                                           plenitud
Reyes

Josafat
                        Azarías
  Asa
                           Joata
Amasías
                          Ezequías
Salomón
                           Josías
Jonatás
                           David


          AZARIAS



                    Aparecen recostados
                    en el remate del
                    retablo las figuras de
                    los Reyes de Israel y
                    de Judá.
Profetas
                                     Abdías
  Naum
                                     Miqueas
  Jonás
                                     Eliseo
  Amós

  Zacarías                           Habacuc
  Elías                              Ageo
  Sofonías                           Malaquías


                                    Joel
Ezequiel                            Jeremías
Isaías                              Daniel
Oseas                             Representados en
                                  grupos de 3: 6
                                  profetas mayores y
                                  12 menores.

                                  Corregían los desvíos
                                  del pueblo a la vez
                                  que, con sus
             DANIEL               vaticinios, iban
             Naum, Jonás y Amós
                                  alimentando las
                                  esperanzas de
                                  salvación
Pedro Y Pablo
 aparecen por       Apóstoles             Pedro aparece con
                                           unas llaves en la
 partida doble                            mano, recordando
                                           que Jesús edificó
 Ya que también                          sobre él su Iglesia y
   los podemos                           le entregó las lleves
    encontrar a                               del Reino.
ambos lados de la
  sede episcopal                         Pablo aparece con
 (desde donde el                             una espada
 obispo ejerce su
  De 2 en dos,                             simbolizando su
   ministerio de
como haciendo                            decapitación, única
 unpredicaren
     cortejo y                            forma de martirio
     enseñar)
     torno al                              de un ciudadano
    Salvador.                                  romano
                                              Tomás
                                              Simón
  Mateo
  Bartolomé                                   Felipe
                                              Matías
 Santiago
 Juan
                                         Pablo
                                         Santiago     el Mayor
  Andrés
  Pedro

                          SAN JUAN
     Pedro          SANTIAGO PEREGRINO
                           SAN ANDRÉS        Pablo
PADRES DE LA
         IGLESIA           Padres de la Iglesia
  Se sitúan a modo de
   columnas entre las
escenas de la base del
          retablo.
  Están representados
   San Ambrosio, san
Gregorio Magno (Papa                                 SANTOS
que reformó la liturgia                            PROTECTORES
y la música sacra), San
     Jerónimo que se
                                                  Los extremos están
  representa con unas
gafas que expresan su                              flanqueados por
condición de estudioso                             San Sebastián y
de las Escrituras y con                               San Roque.
  un león que juega a
sus pies que sugiere el
   tiempo que estuvo
                                                       considerados como
retirado en el desierto
                                                     abogados de la peste, a
      realizando una                               los que Oviedo hizo votos
 traducción de la Biblia                                 debido a que la
  por encargo del papa                              población de Asturias se
   san Dámaso; y San                                  vio diezmada hasta el
         Agustín.                                   punto que en 1598, en el
                                                    transcurso de 11 meses,
                                                   murieron en Moreda unas
                                                    240 personas, más de la
San Ambrosio                                             mitad del pueblo.


San Gregorio

San Jerónimo

San Agustín
FIN

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  • 1. Ovi edo Versión optimizada para Andrés A. Rodríguez PowerPoint 2002. José Luis Portos Con versiones anteriores puede Juan José García funcionar irregularmente. Julia Mª Ferreiro Lisardo Santirso Manuel Martínez María S. Suárez
  • 2.
  • 4.
  • 5.
  • 6.
  • 7.
  • 8. R Y E T S A U B L Una catequesis en madera O
  • 9. Uno de los mejores retablos góticos españoles. Encargado por el prelado ovetense Don Valeriano Ordóñez de Villaquirán, el cual aparece postrado a los pies de la Virgen Obra de Giralte de Bruselas, Juan de Valmaseda, León Picardo y Miguel de Belingeles
  • 10. 15,85x10,35 INFANCIA Se lee de I- Anunciación II-Visitación III-Nacimiento izquierda IV- Adoración Reyes V- Presentación en el Templo a VI- Huida a Egipto VII- Ante los doctores derecha VIDA PÚBLICA VIII- Bautismo IX- Tentaciones y de X- Bodas de Caná XI- Resurrección Lázaro abajo a PASIÓN XII-Entrada en Jerusalén arriba XIII- Oración en el Huerto XIV- Flagelación XV- Coronación espinas XVI- Camino del Calvario Dejando XVII- Crucifixión GLORIFICACIÓN los pasajes XVIII- Resurrección Jesús XIX- Duda de Sto. Tomás XX- La Ascensión principales XXI- Pentecostés XXII- Cristo en Majestad para el XXIII- Asunción de María centro
  • 11. Crucifixión Cristo en Majestad Duda de Sto Tomás Asunción de María Resurrección Ascensión del Flagelación Señor Oración en el Pentecostés Huerto Coronación de Bodas de Caná Espinas Camino del Tentaciones Calvario Huida a Egipto Resurrección de Lázaro Presentación Entrada en en el Templo Jerusalén Ante los doctores La Visitación Bautismo El Nacimiento La Anunciación Adoración de los Reyes
  • 12. Reyes Otros elementos del Retablo Jueces Profetas Apóstoles Padres de la Iglesia Más San Sebastian Información San Roque
  • 13. J ES ÚS , EL S A L VA D O R
  • 14. N F A N C IA I.- LA ANUNCIACIÓN II.- LA VISITACIÓN III.- EL NACIMIENTO DE JESÚS IV.- LA ADORACIÓN DE LOS REYES V.- LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO VI.- LA HUIDA A EGIPTO VII.- JESUS ANTE LOS DOCTORES
  • 15. I LA ANUNCIACIÓN Más Información
  • 16. II LA VISITACIÓN Más Información
  • 17. III EL NACIMIENTO Más Información
  • 18. IV ADORACIÓN DE LOS REYES Más Información
  • 19. V PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO Más Información
  • 20. VI HUIDA A EGIPTO Más Información
  • 21. VII JESÚS ANTE LOS DOCTORES Más Información
  • 22. VIDA PÚBLICA VIII.- EL BAUTISMO DE JESÚS IX.- LAS TENTACIONES DE CRISTO X.- LAS BODAS DE CANÁ XI.- RESURRECCIÓN DE LÁZARO
  • 23. VIII BAUTISMO DE JESÚS Más Información
  • 24. IX LAS TENTACIONES Más Información
  • 25. X LAS BODAS DE CANÁ Más Información
  • 26. XI RESURRECCIÓN DE LÁZARO Más Información
  • 27. LA PASIÓN XII.- ENTRADA EN JERUSALÉN XIII.- LA ORACIÓN EN EL HUERTO XIV.- LA FLAGELACIÓN XV.- LA CORONACIÓN DE ESPINAS XVI.- EL CAMINO DEL CALVARIO XVII.- LA CRUCIFIXIÓN
  • 28. XII ENTRADA EN JERUSALÉN Más Información
  • 29. XIII ORACIÓN DEL HUERTO Más Información
  • 30. XIV FLAGELACION Más Información
  • 31. XV CORONACIÓN DE ESPINAS Más Información
  • 32. XVI CAMINO DEL CALVARIO Más Información
  • 33. XVII LA CRUCIFIXIÓN Más Información
  • 34. GLORIFICACIÓN XVIII.- LA RESURRECCIÓN DE CRISTO XIX.- LA DUDA DE SANTO TOMÁS XX.- LA ASCENSIÓN XXI.- PENTECOSTÉS XXII.- LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN XXIII.- CRISTO EN MAJESTAD
  • 35. XVIII LA RESURRECCIÓN DE CRISTO Más Información
  • 36. XIX DUDA DE SANTO TOMÁS Más Información
  • 37. XX LA ASCENSIÓN Más Información
  • 38. XXI PENTECOSTÉS Más Información
  • 39. XXII CRISTO EN MAJESTAD Más Información
  • 40. XXIII LA ASUNCIÓN DE MARÍA Obispo Ordóñez de Villaquirán Más Información
  • 41. FIN
  • 42. La escena es particularmente importante pues la anunciación coincide con la encarnación del Salvador, estos es, el primer acto o preludio de la Salvación. Mientras que en la iconografía oriental suele representarse a la Virgen dedicada a los trabajos manuales aquí a aparece meditando la Biblia. Su postura de postración sobre un reclinatorio y profunda devoción parece decir: “Heme aquí, la esclava del Señor”. Arrodillada, lleva su mano al pecho en señal de su sí de aceptación. Su cabeza inclinada hacia abajo evocando la humildad pese a la elevada dignidad que le es concedida por Dios. El ángel, con sus alas explayadas y la indumentaria agitada parece haber entrado en escena sin previo aviso (parece evocar la fuerza del E. Santo que irrumpe cuando menos te lo esperas). Ese ángel porta en la mano izquierda el bastón de mensajero en forma de cetro coronado con una forma bulbosa que recuerda a una flor. Esa fruta podría aludir al fruto inmaculado y se entiende como alegoría de pureza (virginidad de María). En la filacteria que rodea al cetro aparece la frase Ave María. La palabra AVE leída al revés se lee EVA. Así pues, María sería la nueva Eva, esto es, la puerta de la salvación del ser humano, en contraste con Eva que, con su desobediencia, cerró la puerta del paraíso. I Santiago de la Vorágine recoge en su “leyenda dorada” esta idea: LA “Así como el diablo mediante la tentación suscitó en el ánimo ANUNCIACIÓN de una mujer la duda, la llevó al consentimiento y por el consentimiento la condujo a la caída, así también un ángel mediante la Anunciación suscitará en el alma de otra mujer la fe, y por la fe la llevaría al acatamiento de la voluntad divina, y por el acatamiento o consentimiento a la concepción en sus entrañas del hijo de Dios”
  • 43. Nos encontramos a María e Isabel, figuras que dominan el centro de la escena: una en plena juventud, la otra en el inicio de la ancianidad. María lleva el velo de las jóvenes, Isabel cubre su cabeza con el tocado de las matronas de Israel. Algunos teólogos de la Edad Media ven en esta escena una prefiguración de los Salmos: Amor y Verdad se han dado cita; Justicia y Paz se abrazan” (Sal 85,11). Más tarde la Virgen e Isabel se interpretan como símbolos de la Iglesia y la Sinagoga respectivamente. Está conectada con la escena anterior (la Anunciación) pues el mismo ángel anuncia el designio divino e informa del embarazo de su prima Isabel. Las dos mujeres, manifiestamente embarazadas no se sitúan al mismo nivel en la escena, de ahí la postración de Isabel ante Ella. Sin embargo parece clara la actitud humilde de María de querer detener con su brazo la ligera genuflexión de su prima. II A la izquierda aparece una doncella que acompaña a María. Según la tradición apócrifa esta doncella está LA ahí para dar testimonio ante las dudas de San José de la autenticidad de la concepción virginal de VISITACIÓN María. A la derecha, bajo el arco de su casa aparece el viejo Zacarías observando el encuentro y apoyado en el bastón de su autoridad sacerdotal.
  • 44. La pobreza del portal de Belén es aludida mediante la paredes de un edificio con un humilde colgadizo que amenaza desplomarse. Podría aludir a la situación delicada de la sinagoga. Jesús viene a repararla y a edificar sobre sus ruinas un grandioso edificio La Iglesia. La situación del niño Jesús sobre el pesebre alude al nuevo Adán por eso Santiago de la Vorágine dice: “la humildad del Salvador se contrapone a la soberbia del prevaricador: la soberbia del primer hombre se alzó contra Dios... Pero el Hijo de Dios se humilló... se puso a la altura de ellos al nacer como ellos ...” Jesús es el centro lumínico de la escena, resaltando así la idea del niño que nace en las tinieblas de la noche para traer la luz de la verdad y la salvación al mundo. Los haces de paja están dispuestos como rayos de luz. Es el propio Jesús quien confiere luminosidad a la escena, pues Él es la luz del mundo El buey y el asno le adoran. Parece evocar el pseudo Mateo (XIV). “tres días después de nacer el Señor, salió María de la gruta y se aposentó en un establo. Allí reclinó al niño en el pesebre, y el buey y el asno le adoraron. Entonces se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: “el buey conoció a su amo, y el asno el pesebre de su Señor”... Mientas el buey se muestra apacible en su veneración, el asno, molesto, parece apartarse del Salvador, en actitud de alborozado rebuzno. La razón podría ser que ambos animales serían prefiguraciones de los dos ladrones entre los que Jesús fue crucificado, o bien, de los judíos y gentiles. Según San Gregorio de Niza: “el buey es el judío encadenado por la ley; el asno, que es una bestia de carga, porta los fardos de la idolatría... una alusión más a la futura muerte y sacrificio del Salvador entre el buen y el mal ladrón”. Los ángeles cantan en las alturas “Gloria a Dios”. En los apócrifos se dice que en el momento del nacimiento de Jesús éste fue rodeado de ángeles. III Son tres los pastores (como también son tres los reyes magos)de la escena: No portan presentes, su ofrenda es la música de una flauta (similar a los pastores músicos de Toledo y de otras catedrales) Podría derivarse del EL Evangelio árabe de la infancia: “En aquel momento llegaron unos pastores quienes encendieron fuego y se entregaron a regocijados NACIMIENTO transportes de alegría”. Algunos teólogos relacionan a los pastores con los gentiles y a los magos con los judíos.
  • 45. Para San Ignacio de Antioquía este momento representa el primer homenaje rendido por el paganismo al Hijo de Dios. Asimismo, para San Epifanio (S IV) es una buena respuesta frente a la herejía ebionita: “los magos muestran de un modo evidente que Cristo fue engendrado por Dios... pues si Cristo fue adorado por ellos es porque había nacido Dios y no solo hombre”. Arriba está la estrella, signo de la Epifanía. El niño sostiene en su mano izquierda el globo del universo mientras con la derecha bendice a los Magos (los dos signos que suelen acompañar al Pantócrator y que pudiera evidenciar el significado de “rey de reyes”). La raíz iconográfica de la escena la hallamos en el Pseudo Mateo (XVI), donde la adoración se produce dos años después de su Nacimiento. Orígenes fue el primero que habló de tres Reyes Magos en su obra In genessim. También para San Agustín fueron tres Reyes los que rindieron homenaje a Cristo, pues siendo tres las ofrendas hace pensar en que fueran tres los oferentes. También simbolizan las tres edades del hombre o las tres partes del mundo conocidas (Asía, Africa y Europa), derivadas de los tres hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet). Melchor es el más anciano, Gaspar, el de edad media y Baltasar el más joven. IV Las ofrendas significan también tres títulos cristológicos: Oro: realeza, Incienso: divinidad y Mirra: sufrimiento. Esta última alude, una vez más al sacrificio redentor de Cristo. ADORACIÓN Santiago de Vorágine da otro sentido diferente: “quisieron darnos a DE LOS entender con el oro, que significa amor, con el incienso, que significa adoración, y con la mirra, que significa mortificación, REYES que también nosotros debemos ofrendar a Dios amor, adoración y mortificación de nuestros sentidos”.
  • 46. Según la ley Mosaica (Ex 13,2) era de obligado cumplimiento para todos los judíos consagrar el primer hijo a Dios en recuerdo de la Huida a Egipto y de otras intervenciones divinas a favor de Israel. La parturienta, considerada impura durante la semana posterior al nacimiento de un hijo varón, era excluida durante 33 días del santuario; pasada la cuarentena debía presentar su vástago en el templo y depositar una ofrenda. Sin embargo la Virgen no tendría por qué ajustarse a la norma pues habría concebido virginalmente, pues Ella no habría perdido su virginidad. Los teólogos lo explican como un acto de humildad de María al someterse voluntariamente a la Ley. La presencia de un cuchillo sobre el extremo de la mesa funde la escena de la presentación con la de la circuncisión. Sin embargo ambos ritos no se hicieron a la vez (8 y 40 días tras el nacimiento). La humildad del Hijo de Dios que quiso acatar, primero, la ley antigua, justifica tal pasaje (Male) y mostrar así que la Tora era buena. Además nuevamente se prefigura aquí la pasión, pues es el primer momento en que Jesús derrama su sangre. Junto a Simeón, que va vestido con manto y mitra pontifical, está un sirviente que ejerce de ministrante, mientras que a su izquierda un escriba lee y confronta con el libro de la ley V que todo se está llevando a cabo según las prescripciones de la Ley del Señor. PRESENTACIÓN Junto a María y José una doncella porta en un cesto dos EN EL TEMPLO pichones (o tórtolas), como corresponde a la ofrenda de los pobres.
  • 47. La virgen mira amorosamente al niño, entre sus brazos, el cual aparece fajado como una momia, indumentaria interpretada por Schiller como una alusión más a la futura muerte (tal indumentaria evoca la manera de los iconos bizantinos). José conduce al asno volviéndose para mirar a María y al niño con gran dulzura. Lleva la capa y el gorro propio de los peregrinos, las calzas de los caminantes y en la mano izquierda sostiene un nudoso cayado. El ángel, joven, que parece tener anclada la mirada en Jesús, parece empujar una palmera cuajada de frutos. El detalle se inspira una vez más en el Pseudo Mateo (XX), enriqueciendo el parco relato de Mateo: Aconteció que, al tercer día de camino, María se sintió fatigada por la canícula del desierto. Y viendo una palmera le dijo a José: “Quisiera descansar un poco a la sombra de ella”. José a toda prisa la condujo hasta la palmera y la hizo descender del jumento. Y cuando María se sentó, miró hacia la copa de la palmera y la vio llena de frutos, y le dijo a José: “Me gustaría, si fuera posible, tomar algún fruto de esta palmera”. Mas José le respondió: “Me admira el que digas esto, viendo lo alta que está la VI palmera, y el que pienses comer de sus frutos...” Entonces el niño Jesús que plácidamente reposaba en el regazo de su madre, dijo a la palmera: HUIDA A “Agácahte, árbol, y con tus frutos da algún refrigerio a mi madre”. Y a estas palabras inclinó la palmera EGIPTO su penacho hasta las plantas de María, pudiendo así recoger todo el fruto que necesitaban para saciarse”.
  • 48. Jesús es llevado por sus padres, a la edad de 12 años, a Jerusalén con motivo de la Pascua. Se escabulle de ellos, entra en el Templo y declara entre los doctores que los tiempos están cumplidos y el Mesías ha llegado verificando el vaticinio de Isaías. Es la primera acción de Jesús adoctrinando antes de iniciar su vida pública. En el centro y sobre un podio, Cristo es el eje central y en torno a él se colocan los doctores de la ley mosaica a la manera de la dialéctica escolástica y comportándose como un verdadero maestro. Alrededor están los rabinos en clara actitud caricaturesca: de enormes narices, gesticulan y mueven sus manos al tiempo que hablan apresuradamente. Jesús a la escucha, reflexiona y responde. A la izquierda María contempla en actitud orante a su hijo dando testimonio de su divinidad. Los padres encuentran a Cristo al tercer día prefigurando así la Pascua de Resurrección. VII JESÚS ANTE LOS DOCTORES
  • 49. Jesús aparece en actitud orante, y no bendicente, en señal de sometimiento a los designios del Padre (Schiller). Juan Bautista derrama el agua del Jordán sobre la cabeza del Salvador y está caracterizado con su hábito propio de piel de camello y manto de dignidad sacerdotal que contrasta con la desnudez del Hijo. A la izquierda un ángel alado sostiene la túnica de Jesús (fruto, esta imagen, de la praxis bautismal pues es conocida la existencia del rito de enjugar la humedad de los neófitos recién bautizados con una vestidura blanca). El ángel, de enormes alas y túnica de ricos brocados y que sostiene la túnica del bautizado, es consecuencia de la transposición artística del diácono que, durante la ceremonia del bautismo, ayudaba al obispo sosteniendo el capillo (tela blanca que se colocaba en la cabeza al bautizarlos) y revestía a los catecúmenos después de la inmersión con una ropa blanca. VIII BAUTISMO DE JESÚS
  • 50. Tras ser bautizado Jesús se retira al desierto de Judá y allí permanece 40 días y 40 noches, lo que constituye el origen de la cuaresma. En la escena, las tres tentaciones se reducen a una: la gula: un demonio de forma monstruosa ofrece una gruesa piedra al Salvador que parece responderle: no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. La cabeza en el vientre de Satán aludiría al desplazamiento de la sede de la inteligencia puesta al servicio de los instintos más bajos. La yuxtaposición de animales en el demonio son evidentes: garras y piel escamosa, así como piel membranosa aludiendo a las siniestras regiones infernales. Las alas de murciélago podrían tener alguna influencia china, así como los flácidos pechos femeninos. Tales pechos femeninos podrían aludir a un simbolismo femenino cargado de culpabilidad (la mujer, y sobre todo, la bruja, son juzgados duramente en esta época como auténticos seres diabólicos) Su fealdad invita claramente al rechazo y la repulsión y contrasta con la mansa figura de Cristo. IX LAS TENTACIONES
  • 51. El escultor quiere evidenciar la condición de Mesías, Salvador y Redentor, de ahí su interés por reflejar los milagros. Resulta evidente el gesto de María que de modo elocuente le pide ayuda y éste responde a las súplicas de su madre con la bendición de las tinajas. Además María mira suplicante a su Hijo mientras se lleva la mano al corazón. Una mano casi imperceptible a la derecha del cuadro ofrece a los novios un cáliz del vino milagroso. Se trata del maestresala mencionada por S. Juan. Otro sirve comida y un tercero echa agua en las tinajas que había en las casas para las purificaciones. Sorprende que sean 5 y no 6 las tinajas representadas, como señala el pasaje evangélico. Es muy probable que alguna de ellas se perdiera con el paso de los siglos. Resulta curioso ver que una de las tinajas imita a la que posee la catedral, objeto de gran veneración por los peregrinos. El relato parece tener varios simbolismos: Uno el eucarístico, otro el del matrimonio de Cristo con la Iglesia (sustitución del agua de la Antigua Ley (Sinagoga) por el vino del Evangelio (Iglesia), y el tercero, el simbolismo de las seis edades del mundo y del hombre: durante las seis edades señaladas por Adam, Noe, Abraham, David, Jeconías y Juan X el Bautista, Jesús ha permanecido oculto hasta la séptima edad en la cual su reino durará hasta el juicio final. Otros lo relacionan con las seis edades del hombre (en relación con la catedral de Canterbury): infancia, pubertad, adolescencia, LAS BODAS juventud, virilidad y senectud. DE CANÁ
  • 52. Cristo bendice a Lázaro que incorporándose del sepulcro aparece desnudo y no amortajado. La actitud de Cristo parece gritar: “Lázaro, sal fuera”. El difunto Lázaro se alza de su sepulcro, más parecido a un ataúd de la época que a una sepultura judía. En la parte derecha del cuadro está María y Marta en actitud orante. A la derecha de éstas está un personaje descalzo que podría aludir a la presencia de algún discípulo. Uno de los elementos anecdóticos lo constituye el judío de la izquierda que se tapa la nariz con un paño evitando el hedor del difunto, lo cual se corresponde con el texto joánico cuando Marta respondiendo al Señor le dice: “Señor, ya huele; es el cuarto día” (Jn 11,39) Hay un personaje femenino del que sólo se ve una mano en actitud de súplica y que se ha querido identificar con Virgen. Marta junta las manos en actitud suplicante y María parece reconvenir a su hermana por su insistencia y falta de confianza. Un judío de prominente nariz asiste a la escena y otro testigo, en la esquina inferior izquierda, quizá un sumo sacerdote, con XI un libro en la mano, actúa como escribano que acredita la veracidad de la escena. RESURRECCIÓN DE LÁZARO
  • 53. Con ella se cumplía la profecía de Zacarías: “He aquí que lleno de mansedumbre viene a ti tu Rey cabalgando sobre un pollino” (Zac 6,6). Jesús entra montado en una borrica -lo que según algunos teólogos es un símbolo de docilidad- y no en un caballo – símbolo de soberbia-, para proclamar que Él no reside en los corazones soberbios, sino en los mansos y humildes. En el centro de la escena Jesús cabalga y bendice: referencia trinitaria y a la doble naturaleza. Los habitantes de la ciudad reciben al Mesías con los ramos y extienden a su paso los mantos siguiendo el relato evangélico (símbolo, el manto, de la persona que se somete a la de Jesús). La entrada en la ciudad marca el inicio del ciclo de la pasión y por ello los teólogos gustaron oponer los honores y vituperios dispensados por los judíos a Cristo en ambas comitivas: la borriquina fue sustituida por el patíbulo; al trayecto alfombrado con los mantos se opone el despojo de las ropas del redentor; la pleitesía de los ramos de palma agitados en su honor se trocaron en el vilipendio de la corona de espinas. La aclamación como Rey y Salvador fue seguida por la negación burlesca durante la pasión. XII Las alabanzas se tornaron en oprobios e insultos de los judíos que pedían su tormento en la cruz. ENTRADA EN JERUSALÉN
  • 54. Se interpreta por los teólogos esta escena como una tentación más duras que las conocidas tentaciones del desierto: el miedo a la muerte y al sufrimiento, tentación más fuerte que el hambre, el orgullo o la avaricia. En la escena, el Maestro afronta en solitario la agonía, arrodillado y en oración. Sus vestiduras doradas parecen brillar bajo los rayos de luz contrarrestando con la oscuridad del fondo para evidenciar el acontecer nocturno. La mirada de Jesús se dirige al cáliz situado sobre un montículo: el cáliz de la amargura, símbolo de la pasión, de la copa que el fiel debe apurar y que recuerda las palabras de Jesús: “Padre, si es posible, pase de mí este cáliz; mas no se haga mi voluntad sino la tuya”. Se trata de un cáliz con asas como una réplica del Santo Grial. Los 3 discípulos predilectos : Pedro, Juan y Santiago que han sucumbido al sueño y que forman un triángulo: Pedro en el vértice superior y, en primer plano, los hijos de Zebedeo: Juan y Santiago, éste último con un manto adornado con las conchas y vieras de la tradición jacobea. XIII ORACIÓN DEL HUERTO
  • 55. Hecho histórico atestiguado por Flavio Josefo y por Filón. Poncio Pilato, tras interrogarle y proponer al pueblo la elección de la condena a muerte, ordena flagelarle. Los azotes no podían superar los 40, de modo que lo habitual era dar 40. Jesús, en el centro, vestido tan solo con un paño de pureza, impresiona por su mirada que implora, acepta y busca compasión. Atado a una columna con complicados nudos de cuerda, presenta heridas en brazos y piernas, evitando un excesivo dramatismo. Los tres torturadores, con atuendos diferentes y en actitud amenazante, llevan en sus manos diversos látigos, el más cruel, el de la derecha, formado por un entretejido de correas que sostiene pequeños trozos metálicos para aumentar su efectividad. Para Santiago de la Vorágine “esta tercera efusión tuvo carácter de remedio medicinal a favor nuestro, como se desprende del texto en que se dice ` fuimos curados a costa de los cardenales que los golpes dejaron en su cuerpo ´”. Al parecer está imagen de Cristo se ha inspirado en las Revelaciones de Santa Brígida. Uno de los personajes situado entre los que le azotan porta XIV un cetro real y está vestido con túnica y manto de magistrado, alude a Pilato. FLAGELACIÓN Se fustiga a Cristo a la usanza romana, de pie, pues la ley mosaica infringía el castigo al reo postrado.
  • 56. En la visión mística de Santa Brígida (Flagelaciones) dice: “la corona descendía hasta la mitad de la frente y la sangre corría en abundancia sobre los ojos y orejas de Cristo”. Una vez declarada su realeza sobre los judíos, todavía maniatado, los soldados le visten con un manto purpúreo, le colocan sobre un trono irrisorio y le coronan con espinas. Las manos fuertemente atadas. Reflejan sometimiento y su mirada implora piedad. Un soldado, arrodillado, le ofrece el cetro de modo burlesco mientras que saluda con su mano izquierda alzada como queriendo expresar el “salve, oh rey de los judíos”. Otro, a la derecha y en pie, enarbola una maza dispuesto a golpear las espinas. Otra figura con barba y casco militar, porta igual cetro que el de la flagelación. A su derecha un cuarto alza unas tenazas para ajustar más la corona a las sienes. El último aplaude y ríe las burlas de los demás. Los rostros de los verdugos. De largas narices para rubricar su condición de judíos, reflejan crueldad y burla. XV CORONACIÓN DE ESPINAS
  • 57. Nuevamente es objeto de burlas, vejaciones y amenazas, enfatizando en la crueldad de los sayones. La escena combina dos estaciones del vía crucis: la segunda caída y la ayuda del cirineo. La mirada que Jesús dirige al fiel le confiere un dramatismo mayor en la escena estableciendo una emotiva comunicación con el fiel. Jesús lleva halo como corresponde a su condición de Hijo de Dios y va coronado de espinas. Ha caído de rodillas agobiado por el peso de un madero de enromes dimensiones. Lleva un dogal atado a su cuello y los pies descalzos y ensangrentados por los guijarros del camino. Uno de los soldados conduce a Jesús con la soga atada al cuello, tirándole de los cabellos y amenazándolo con un puño en alto para que continúe caminando. Otro, toca un cuerno para anunciar el acontecimiento, y un tercero mira despectivamente hacia una figura sacerdotal que posiblemente se corresponde con José de Arimatea. Simón de Cirene, en cambio , ayuda a Jesús a soportar el peso de la cruz (Lc 23,26) Resulta llamativa la ausencia de María en la escena. XVI CAMINO DEL CALVARIO
  • 58. Se representa en el momento supremo de la agonía, con los ojos bien abiertos y la boca jadeante. Ha perdido toda su majestad real, sólo inspira compasión y su muerte se convierte en un símbolo eucarístico. Influida la escena por las visiones de Santa Brígida: “Pusieron los pies el uno sobre el otro. Entonces le pusieron otra vez la corona de espinas, apretándola tanto que bajó hasta la mitad de la frente y por su cara, cabellos, ojos y barba comenzaron a correr arroyos de sangre con las heridas de las espinas... Luego en todas las partes de su cuerpo que se podían divisar sin sangre se esparció un color mortal. Los dientes se le apretaron fuertemente, las costillas podían contársele, el vientre completamente escuálido estaba pegado al espinazo y las narices afiladas, y estando su corazón para romperse, se estremeció todo su cuerpo y su barba se inclinó sobre el pecho...” Dos ángeles flanquean la cruz y recogen en cálices la sangre del Salvador en clara alusión eucarística. El tema aparece en el Siglo XIV inspirándose en los ángeles que transportan el alma de los muertos. La cruz se alza sobre el cráneo descarnado de Adán. Sobre el símbolo del pecado y de la muerte se erige la cruz triunfante (vínculo teológico entre el pecado original y la muerte redentora de Cristo). Male lo expresa así: XVII LA CRUCIFIXIÓN
  • 59. Male añade más conexiones al apuntar que al igual que Eva salió del costado de Adán, la Iglesia salió del costado de Cristo. El Nuevo Adán produjo una nueva Eva. • María y San Juan, al pie de la cruz (derecha e izquierda de Cristo, respectivamente) representan a la Iglesia y a la Sinagoga. Por eso San Isidoro de Sevilla dirá que María es la figura de la Iglesia. • La importancia de María, al pie de la cruz es notable como dice Santiago de Vorágine: “cuando Cristo expiró, nadie ya tenía fe, ni siquiera San Pedro: la única que no dudaba era María. Por eso María representa a la Iglesia y merece ese lugar a la derecha de Cristo moribundo; y lo merece tanto más cuanto que es también la nueva Eva, digna de figurar al lado derecho del nuevo Adán”.
  • 60. “El ángel había anunciado a María que daría a luz en el mismo lugar que dios había formado a Adán... y que Cristo había muerto en el lugar exacto en que estaba enterrado Adán... La cruz no había sido hecha de una madera cualquiera sino del árbol mismo del bien y del mal, cuyo tronco,... había sido milagrosamente conservado en la piscina probática de modo que el instrumento de la caída, por voluntad de Dios, se había convertido en instrumento de redención... Jesús fue condenado a muerte un viernes, el mismo día que fue creado Adán, y entregó su espíritu tres días después, los mismos días que tardó Adán en cometer el pecado”. • Resulta interesante lo que dice San Agustín: Jesucristo, nacido de mujer, hombre verdadero y mortal, redimió a los descendientes de aquel que fue engañado por otra mujer... y los redimió librando con su muerte la muerte a los que estaban muertos. • Lo mismo expresa San Ambrosio: “Adán fue formado de la sustancia de una tierra virgen, y Cristo de las entrañas de una mujer también virgen; Adán fue creado a imagen de Dios, e imagen de Dios fue y es Cristo... Desnudo estuvo Adán y desnudo estuvo Cristo; por un árbol Adán nos acarreó la muerte y por un árbol Cristo nos devolvió la vida; Adán moró en desierto igual que Cristo...” • San Gregorio utiliza, en cambio, la oposición de contrarios: El primer hombre pecó por soberbia, desobediencia y gula: por soberbia, pues intentó asimilarse a Dios, por desobediencia pues traspasó los límites del precepto divino y por gula porque quiso conocer por experiencia, a qué sabía la manzana. Cristo curó la soberbia con su humildad, la desobediencia con su sumisión a la divina voluntad, y el de gula con su mortificación.
  • 61. Jesús bendice con la derecha mientras porta el estandarte de la victoria con la izquierda. Se cubre con un manto que deja al descubierto la llaga del costado. Una aureola de rayos cubre su cabeza (herencia de las antiguas figuraciones de Helio). El texto joánico dice que en el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie aun había sido depositado. Se sustituye el sepulcro aludido por un sarcófago. Alrededor de Jesús están los soldados en actitudes diversas: gestos de sorpresa y temor ante el prodigio. Visten los soldados como soldados romanos. Sólo San Mateo dice que un guardia custodiaba el sepulcro pero no que los soldados contemplaban el milagro. Estos se introdujeron –a juicio de Reau- con el tiempo por razones apologéticas. Mateo dice que un gran terremoto... hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella... Los guardia atemorizados ante él se pusieron a temblar y se quedaron como muertos (Mt 28,2-4). Como es lógico, no todos ellos podían quedar dormidos, pues de ser así, podría servir de argumento a los judíos para corroborar sus afirmaciones. Así en la escena del retablo dos de ellos están dormidos, mas los otros dos no lo están.. XVIII Según Santiago de Vorágine la estancia de tres días en el sepulcro era necesaria para demostrar que su muerte había sido verdadera. Según la tradición el cuerpo y el alma del difunto no se separaban hasta pasados tres días. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO
  • 62. Frente al noli me tangere de la Magdalena, aquí se impone la creencia en un Cristo tangible y corporal en la vida post mortem. Tomás no estaba con los doce al aparecérseles el resucitado, de ahí que expresase con rotundidad: “si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mis dedos en el agujero de los clavos y mi mano en su costado, no creeré” (Jn 20,25). Tomás se convierte así en el prototipo de los que tienen dudas de fe. Vemos como Cristo con su mano derecha porta una linterna para guiar las almas hacia la fe, mientras que con su mano izquierda encamina la mano de Tomás hasta la llaga de su costado. El apóstol, temeroso y postrado a los pies del Señor, se siente como deslumbrado y con los labios entreabiertos parece exclamar: “¡Señor mío y Dios mío!”. Seis apóstoles son testigos de la escena. Entre ellos destacan: Juan, perfectamente distinguible por su rostro adolescente y lampiño, Pedro que junta las manos como implorando y con el rostro marcado por los surcos de lágrimas ludiendo a su negación, y en medio de todos, caracterizado con su ornato de peregrino y sombrero, Santiago. XIX DUDA DE SANTO TOMÁS
  • 63. La presencia de María, no constatada por ninguno de los evangelistas, únicamente se menciona en los Hechos de los apóstoles. Vemos a Pedro y Juan situados en el primer plano. La Ascensión se produce 40 días después de la Resurrección con el fin de que se produzca la venida del Espíritu: “Conviene que yo me vaya, porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7), por ello la escena que le sigue es la de Pentecostés. Algunos teólogos argumentan que las 40 horas que permaneció muerto habrían de ser compensadas por los 40 días en que el Señor les reconfortaría con su compañía. Destacan en la escena María con una gran capa azul y Pedro, acompañados por los hijos de Zebedeo, todos en actitud orante. Este pasaje San Agustín lo comenta del modo siguiente: Si permanecéis pegados corporalmente a mí, no seréis capaces de recibir al Espíritu Santo. Por eso la escena que le sigue es Pentecostés. En el centro, y desapareciendo a la vista de los discípulos, se halla la figura de Jesús con túnica de oro y pies descalzos cuya silueta se corresponde con las huellas impresas en la roca. El artista recoge la narración de Santiago de la Vorágine XX que menciona que al enlosar la Iglesia de la Ascensión en el Monte de los Olivos, siempre se levantaban las baldosas que cubrían el lugar donde el Señor había puesto por última LA vez los pies antes de ascender a los cielos, razón por la cual los enlosadores decidieron dejar al descubierto, marcadas ASCENSIÓN sobre la tierra, las pisadas de Jesús.
  • 64. A los cincuenta días después de la Resurrección, Jesús, tal y como había prometido, envía el E. Santo sobre los discípulos reunidos en el cenáculo. El Evangelio dice cómo un “viento fortísimo sacudió por entero la casa en que los discípulos se hallaban, reunidos por miedo a los judíos y unas lenguas como de fuego descendieron sobre la cabeza de cada uno de ellos y comenzaron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les otorgaba a cada cual”. La confusión de lenguas, descrita en el Génesis como un castigo del orgullo humano, se convierte aquí en beneficio concedido por el Espíritu Santo. Por eso la nueva construcción será muy distinta a la Torre de Babel, más bien será edificada sobre la piedra angular que es Cristo Redentor. María ocupa el centro de la escena, sentada en un trono sobre un escabel. Revestida con solemne manto azul se convierte en el principal personaje de Pentecostés, aunque su presencia no se cita en los Hechos. Seguramente con su introducción se quiere simbolizar a la Iglesia pues la Virgen ya había recibido el Espíritu en la Anunciación y no tendría por qué recibirlo en un segundo momento. En un segunda plano aparecen el resto de los apóstoles, incluidos Matías y Pablo. El Espíritu en forma de paloma se cierne sobre la cabeza de María y cobija bajo sus alas al conjunto de los apóstoles. XXI PENTECOSTÉS
  • 65. Típica imagen del Pantócrator rodeado de los cuatro símbolos inspirado en la segunda visión del Apocalipsis: sentado sobre un trono dorado, alusivo al jaspe descrito por San Juan, porta la bola del Universo coronada por la cruz en la mano izquierda y bendiciendo con la derecha. Lleva la vestidura púrpura propia de su condición real bordeada por una orla de pedrería. Cristo aparece también rodado por los 4 vivientes, significando el momento solemne de su venida al final de los tiempos. Es este Cristo, Salvador del Universo, el titular de la Catedral. Según San Gregorio, los 4 animales son atributos del mismo Cristo que es hombre en su Nacimiento, toro en su Muerte, león en su Resurrección y águila en su Ascensión.. San Ireneo los denomina tetramorfos. San Jerónimo explica que: •Mateo simboliza el hombre porque su evangelio empieza con la genealogía de Cristo. •Marcos, el león porque su evangelio comienza con las palabras voz que clama en el desierto. •Juan, el águila, porque se eleva desde el comienzo hacia las verdades eternas. XXII •Lucas, el buey, por mencionar en sus inicios el sacrificio de Zacarías CRISTO Cabe señalar que en nuestro retablo, los carteles que identifican a Marcos y Lucas, están confundidos. EN MAJESTAD
  • 66. Los temas marianos se popularizan a partir de los Evangelios apócrifos y la Leyenda Dorada en el s. XIII. Su veneración experimenta un auge fuerte desde el S XII, muy especialmente con la predicación de San Bernardo. Desde el Siglo IV e incluso antes existen testimonios históricos que certifican la creencia en la Asunción corporal de María a los cielos: Gregorio de Tours (SVI), el patriarca Modesto de Jerusalén (S VII), Germán de Constantinopla y Juan Damasceno (S VIII).Los evangelios apócrifos gozarán de gran popularidad en el medievo hasta el punto de ser casi totalmente transcritos por Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada, aportando así una gran fuerte de inspiración a los artistas. La devoción a María en Asturias está probada desde antiguo. Según el padre Viñayo González, fue aquí donde se riñó la primera batalla conocida en la Iglesia sobre la doctrina de la Asunción: fue la Ig. asturiana el campo donde se desarrolló la primera batalla, y ninguna otra, ni oriental ni occidental, puede privarle esta prerrogativa. Por eso la Catedral es un monumento que rinde culto al Salvador y también a Santa María. El que se sitúe la escena debajo del calvario confirma el importante papel que desempeña la Virgen como intermediaria de Dios, y ocupa el lugar de mayor tamaño de la calle central del retablo. XXIII El que está arrodillado a la izquierda es el obispo Villaquirán orante a los pies de María., con el fin de perpetuar su importante labor en la ejecución del retablo, LA ASUNCIÓN DE muestra de gratitud por su generosa donación de 300 MARÍA doblas de oro que hizo posible el inicio de la obra.
  • 67. Jueces de Israel ?? Jud Amgar Othoniel Jud Tola ?? Sansón ?? Aod ?? Jair Gedeon Samuel Representan la consolidación del Pueblo de Dios. SANSON Aparecen en número GEDEON JUD AMGAR de 12, número de gran simbología que expresa totalidad y plenitud
  • 68. Reyes Josafat Azarías Asa Joata Amasías Ezequías Salomón Josías Jonatás David AZARIAS Aparecen recostados en el remate del retablo las figuras de los Reyes de Israel y de Judá.
  • 69. Profetas Abdías Naum Miqueas Jonás Eliseo Amós Zacarías Habacuc Elías Ageo Sofonías Malaquías Joel Ezequiel Jeremías Isaías Daniel Oseas Representados en grupos de 3: 6 profetas mayores y 12 menores. Corregían los desvíos del pueblo a la vez que, con sus DANIEL vaticinios, iban Naum, Jonás y Amós alimentando las esperanzas de salvación
  • 70. Pedro Y Pablo aparecen por Apóstoles Pedro aparece con unas llaves en la partida doble mano, recordando que Jesús edificó Ya que también sobre él su Iglesia y los podemos le entregó las lleves encontrar a del Reino. ambos lados de la sede episcopal Pablo aparece con (desde donde el una espada obispo ejerce su De 2 en dos, simbolizando su ministerio de como haciendo decapitación, única unpredicaren cortejo y forma de martirio enseñar) torno al de un ciudadano Salvador. romano Tomás Simón Mateo Bartolomé Felipe Matías Santiago Juan Pablo Santiago el Mayor Andrés Pedro SAN JUAN Pedro SANTIAGO PEREGRINO SAN ANDRÉS Pablo
  • 71. PADRES DE LA IGLESIA Padres de la Iglesia Se sitúan a modo de columnas entre las escenas de la base del retablo. Están representados San Ambrosio, san Gregorio Magno (Papa SANTOS que reformó la liturgia PROTECTORES y la música sacra), San Jerónimo que se Los extremos están representa con unas gafas que expresan su flanqueados por condición de estudioso San Sebastián y de las Escrituras y con San Roque. un león que juega a sus pies que sugiere el tiempo que estuvo considerados como retirado en el desierto abogados de la peste, a realizando una los que Oviedo hizo votos traducción de la Biblia debido a que la por encargo del papa población de Asturias se san Dámaso; y San vio diezmada hasta el Agustín. punto que en 1598, en el transcurso de 11 meses, murieron en Moreda unas 240 personas, más de la San Ambrosio mitad del pueblo. San Gregorio San Jerónimo San Agustín
  • 72. FIN