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Mercurita y el castigo
Llena de incertidumbre, Mercurita llega a la ciudad de Sankar, donde deberá estar el verano, cumpliendo un castigo.  Antes que nada, deberá presentarse a Darama, la gobernadora. Esta, fue una profesora temporal, en la escuela de hadas. Ahora gobierna Sankar, en sustitución de su enfermo tío. Antes de verla, se toma un respiro para abrir su equipaje, y  colocarse las alitas de hada reglamentarias, en la espalda y presentarse con la varita. No sabe qué es lo que le espera, pero  al menos se tranquiliza un poco, sabiendo que en Sankar, respetan mucho los derechos humanos. Eso no es tan frecuente en  las frías regiones del norte. El caluroso y acogedor sur, es diferente.
Darama (“Dara” para los amigos) acoge con alegría a la traviesa hada. -¡Eh! Yo a ti te conozco. Eres el hada esa tan inquieta…¡Vaya, no recuerdo  tu nombre!  Pero dime ¿Qué te trae por aquí? -Hola “Dara”. Me llamo Mercurita, y me envía la directora, a ponerme a  tu disposición durante el verano, por haberme portado mal durante éste  curso. Pronto te mandará una carta, confirmándolo. Pero es mentira. No  te creas  todo lo malo que se dice de mí.  -¡Ja, ja, ja, ja! Cuando estuve en tu escuela, ya tenías fama de traviesa.  Debes de haber hecho algo muy  gordo, para que estés todo el verano  castigada. Ya me contarás tu versión, cuando tengas un rato libre. Ahora desayuna, luego ve al conserje, y dile de mi parte, que te busque una  habitación, y ropa civil. Ahora no estás en la escuela, y no vas a hacer labores de magia. Así que quítate el uniforme de verano. Luego te presentarás en el puesto de guardia, y dile al capitán, que te busque una ocupación. Allí, siempre hay algo que hacer. Si eres buena, te dejaré las tardes libres. -Gracias, gobernadora¿Te gusta mi varita? La estrella azul, me la  concedieron el año pasado, por ayudar en una colonia. Como puedes ver, no soy tan mala como se dice.
Tal y como le dijo la gobernadora, la mandaron a hacer todo tipo de deberes. Desde barrer la puerta de la entrada de la ciudad, a fregar en la cocina. Lo más frecuente, era ir a por agua. Tenía que traer cubo tras cubo, no solo para beber, sino para limpiar. No son trabajos  excesivamente pesados, pero sí, muy entretenidos. Por suerte, nuestra amiguita se lo toma con resignación.  -Menos mal que éste es el último cubo. Dentro de  poco regresarán los patrulleros, y sus caballos, suelen venir sedientos de tanto caminar. Es increíble. Beben como elefantes.
Un día, pasa junto a una fuente, y se queda pensativa. -Hmm. ¿Lo hago, o no lo hago? Entonces, se decide, y echa detergente en el agua. -Lo siento, pero si no lo hago, jamás me lo perdonaré  ¡Je, je, je, je! Se dice a sí misma, sonriendo con maldad.  De inmediato empieza a salir espuma  descontroladamente.
Un soldado ve la travesura y sonríe. Pero al llegar junto al hada, se pone serio, y le dice: -¡Vaya, vaya! Veo que eres una niña muy traviesa ¿Te gustaría que se lo dijera a la gobernadora? -No lo hagas por favor. Si se lo dices, me castigará. Además, mira que bonito ha quedado. Más que una travesura es una obra  de arte. -Tienes suerte de haberme cogido de buen humor, pero la próxima vez, se lo diré.
Ya lleva dos semanas, y acaba de recibir una carta de su compañera “Poly”. Solo hace un año que la conoce, pero es su mejor amiga. Tras acabar la  jornada, aprovecha para leerla.  Querida “Mercu”: Espero que estés bien. Presta atención a  lo que voy a contarte, porque es importante para ti. Al poco de irte, seguí con las internas. El colegio estaba casi vacío. A las mayores, les quedaba poco más de una semana de clase. Así que antes de que se fueran, convencí a Titania, la  delegada de 8º curso, para que me acompañara a ir a hablar con la directora, ya que temía que no me hiciera caso, o me  diera la espalda. Como sabes, tengo una gran intuición.  Había algo oscuro en tu castigo. Todo el verano castigada, es demasiado duro para una travesura leve. Y si fuera grave,  ya estarías expulsada. Titania opinaba lo mismo que yo.
-Directora, a Poly y a mí, no nos parece adecuado el castigo de  Mercurita. Gracias a ella, se pudo demostrar que Jantia, obligaba a sus alumnas, a leer libros de terror, y participar en sesiones de  espiritismo. Su error fue, que lo demostró usando métodos poco convencionales, y algo peligrosos. Pero dígame ¿Merece ser castigada por ello? La directora no se inmutó, aunque me miró con  seriedad, quizás reprochándome que hubiera llamado a Titania, en vez de hablarle a solas. Luego, dijo: -Titania, Poly. Coged las sillas y acercaros. Quiero  contaros una historia.
Tal vez sepáis que durante el verano pasado, Mercurita fue a visitar a su amiga Florenia, a la escuela de hadas de “El Barrizal” en la región de Neuria, que es  donde nació. Le comunicaron que estaba ayudando en una colonia. Como no sabía el camino, varias hadas la acompañaron. Dicha colonia es una ciudad  destruida, rodeada por la salvaje Naturaleza, y habitada por presos, a los que los guardianes obligan a trabajar, a punta de espada.  Las hadas van allí, para ayudarlos, y suavizar tensiones.  Florenia sintió una gran alegría, al ver a su amiga, y le contó los muchos problemas que tenía. El principal de  todos, era la escasez de hadas y de voluntarios para ayudar.  Mercurita, se conmovió, y se ofreció a ayudar durante  el verano, pese a su corta edad y no pertenecer a la misma escuela de hadas, sobre la que recaía el cuidado de la colonia.  Su entusiasmo hizo que la mayoría de sus  acompañantes, también se animaran a ayudar. Ante tanta voluntad, fueron admitidas por los responsables.
Amaxo, el barón de Neuria, fue informado de los progresos de lacolonia, y de la mejor actitud de sus pobladores. Aunque aún  había mucho por hacer, invitó a varios nobles y personalidades  Importantes, a visitarla. Entre ellos, me encontraba yo, y la  reina Denka III de Lamokia, de incógnito. Pese a su avanzada edad, tiene una vista excelente, y no tardó  a ver a Mercurita, con su uniforme celeste. -¡Casia! ¿Ha visto eso? ¿Qué hace ese hada en un lugar como éste? -Ah sí. Hace un rato, que hablé con ella. Ha venido a visitar  a una amiga, y viendo que necesitaban ayuda, se ofreció voluntaria para ayudarles. -¡Pués bien podría haber hecho lo mismo en mi reino! Hay  muchos lugares que necesitan ayuda, y somos nosotros,  los que le estamos pagando sus estudios. -Alteza, ella nació en Neuria. Esta es la tierra que la vio  nacer. Vino aquí, impulsada por la nostalgia.
Mis argumentos, en vez de tranquilizar a la reina, la  enfurecieron aún más. -¿Así que nació en Neuria? ¡Pues ya que le gusta  tanto, que se quede aquí! Encárguese de encontrar una excusa, para echarla. De camino, le anulará sus  estudios y logros. De esa manera, si quiere seguir  estudiando la carrera de hada en otro centro, deberá  hacerlo desde el  principio.     No estaba de acuerdo con esa forma de pensar, tan poco apropiada para éstos tiempos, pero no dije nada confiando en que se le pasaría el enfado , o se olvidaría del asunto. Me equivoqué. Afortunadamente, éste año, hizo muy buenas amigas en la escuela. Te conoció a Ti; Poly, y también a Anasti, y a Cleo. Al jefe de estudios, Fando, no le gustó que la reina quisiera expulsarla, y la protegió siempre que pudo, dentro de sus limitaciones.  Gracias a él, y a vosotras, Mercurita no cayó en las provocaciones de las alumnas mayores que fueron sobornadas por la reina, para motivar su expulsión.
Seguramente os preguntaréis el motivo de que una mujer como Jantia,  estuviera dando clases a unas haditas. Siento tener que decir, que fue un error mío. Entre las muchas profesoras que dejaron sus solicitudes para trabajar en la escuela, había una tal “Jana Berea”, con un brillante historial. Pero confundí su nombre con el de “JantiaBerek” y llamé a la persona equivocada. Lo que sucedió a continuación, no fue ninguna sorpresa. Mercurita y ella son conflictivas, y totalmente opuestas. Era  lógico, que acabaran enfrentadas. Como sabeis, dicho enfrentamiento se saldó con la expulsión de Jantia, pero la traviesa hada, estuvo cerca de ser echada. Menos mal, que aparecieron los libros, y eso inclinó la balanza a  su favor.  Sin embargo, la castigué a ayudar durante el verano en Sankar, para compensar el enfado de la reina, y esperar que se diese por  satisfecha.      Su respuesta no se hizo esperar. Ahora era aún más rencorosa.  Quería que Mercurita dejara su carrera de hada para siempre  o morir. Me acusaba de  ser demasiado blanda, pero comprendía que sus deseos solo serían satisfechos por su guardia personal; las temidas brujas de Wamian, llamadas así, en memoria de una profesora que tuvo. Mandaría a dos de ellas; Arkala, y Casia, a darle un ultimátum a la hadita. “Quizás me equivoqué de Casia. Esta es una aprendiz con  mucho futuro. Lo que Casia la directora no consiguió, lo conseguirá, Casia la bruja”. Escribió la reina, con burla.  Lo siento mucho, creí que castigando a Mercurita, conseguiría su perdón, y en vez de eso, me temo que la he llevado a una encerrona. Dijo la directora, apesadumbrada.
Bueno, Mercu. Ya sabes lo que hay. Es evidente que necesitas ayuda. Cuenta conmigo, pero sabes que soy novata. Me llevé una desagradable sorpresa, cuando le pedí a Titania, que me  ayudase. Pero muy temblorosa me dijo que no podía, ya que  tenía cosas importantes por hacer. Dicho esto, se fue, dejándome con la palabra en la boca. Ya ves, no te puedes fiar de nadie. Se veía muy amistosa durante el curso, siempre intentando ayudar. Pero cuando más la necesitas, te decepciona. Cleo y Anasti se  fueron con sus padres, pero dudo que pudiera contar con ellas. Es  mejor dejarlas donde están, ya que son aún más novatas que yo.  Lo primero que me pregunto es cómo voy a ir a Sankar volando,  si apenas he volado un par de veces, y regular. Me da vueltas la  cabeza, con solo pensarlo. Así que he decidido ir a la biblioteca, y  ver si encuentro algo que me pueda servir. Creo que pediré consejo  a la vieja bibliotecaria. Ella es muy veterana. Un abrazo. Poly.
-¡Vaya! Pues sí que son malas noticias. Tanto, que me pregunto si Poly no me está gastando una broma de mal gusto. Hmm. Creo recordar que Titania tenía una prima llamada Casia, y estaba interesada en ser bruja. Las amigas se burlaban de ella, preguntándole por su prima. Siempre se ponía seria, cuando se lo mencionaban. Son las típicas bromitas escolares que se suelen gastar cuando alguien tiene algún  pariente cuyo nombre es igual o parecido al de un profesor del colegio. ¿Será la misma bruja, y por eso no quiere ayudarme? ¿O es solo coincidencia? Hay tantas Casias en ésta región…Piensa Mercurita.   De pronto, se pone en guardia. Hay dos personas, que no la pierden de vista. Eso es lógico, ya que la gente siente mucha curiosidad, cuando ve a un hada. Algunos, incluso la miran a escondidas, porque sienten respeto. Mercurita lo ve normal, y se ha acostumbrado a ello. Pero tras leer la carta, no se siente tranquila, y presta más atención a su alrededor.
Las dos mujeres se ponen a charlar entre ellas, cuando la  hadita se vuelve. Si quieren decirle o hacerle algo, es evidente que aún no están preparadas, o no se ponen de acuerdo,  sobre la forma de actuar. Mercurita, se da la vuelta, como si no hubiera pasado nada, pero mira con disimulo, el reflejo de las ventanas. Eso le confirma, que esas dos mujeres están siguiéndola. Y a juzgar por su forma de  vestir, parecen brujas. Aunque también podrían ser brujas mercenarias en busca de trabajo; eso es normal. Pero algo le dice a la hadita, que esas dos, son las  siniestras mensajeras de la reina, de las que Poly le habló en su carta.
Llena de miedo y tristeza, va en busca de la gobernadora. Al verla, la abraza, y rompe a llorar. Luego le enseña la carta. Esta, trata de  consolarla. -Venga, no es nada. Tranquilízate. Es solo una broma de tu amiga. Nadie quiere hacerte daño. Es tu imaginación. Tu sabes que la gente suele ser muy curiosa cuando ve a un hada. Mercurita no duda de la buena voluntad de Darama, pero cree que se equivoca.     En ese momento, las dos mujeres se acercan a la  gobernadora. Parece evidente, que quieren hablar con ella. Mercurita se mete a toda prisa, dentro del edificio. Los guardias que han oído los temores de la pequeña hada, las miran con desconfianza.
La gobernadora se acerca a las recién llegadas. -Buenos días, señoritas ¿Qué les trae por aquí? -Me parece a mí, que sabe muy bien lo que nos trae. Dice la joven Casia, en tono burlón. Su compañera le  reprocha con la mirada sus malos modales, y toma la Palabra con educación. Pese a formar parte del reino de Lamokia, Sankar es una ciudad muy respetuosa  con la ley. Tal vez fuera por eso, por lo que la directora mandó allí, a Mercurita.  -Buenos días, gobernadora. Ella es Casia, y yo me llamo Arkala.  Somos miembros de la guardia personal de la reina Denka y  queremos hablar con el hada que se llama Mercurita, que hace un  rato hemos visto con usted. Darama se estremece. Empieza a creer que los temores de la joven hada, son reales.
-Ah, dígame ¿Qué es lo que quieren decirle? -Lo siento, pero es un asunto privado. Es entre ella y nosotras. La gobernadora, no está conforme con esa respuesta. -Si no me dicen en qué consiste el asunto, no dejaré que la vean. -¡No se meta en ésto! Cumplimos órdenes de la reina. -Esa niña está bajo mi protección. O me enseñan esa  orden, o las encierro ya mismo, en los  calabozos. Muy a su pesar, Arkala le enseña las instrucciones de la reina. La  gobernadora, se llena de horror al leerlas. -¡No puede ser verdad! Pero si Mercurita, es solo una niña. -Pues ya lo ve, querida. Es totalmente real.
-¡Asesinas! No permitiré que la maten. -Si esa niña es razonable, no tiene por qué morir. Son órdenes  de la reina, y debe acatarlas, como también las acatamos  nosotras ¡Es lo que hay!  ¡Si no le gusta, dimita! Al ver el mal ambiente creado, uno de los guardias interviene. -Hagan el favor de tratar con educación a la gobernadora, y  de suavizar sus modales.  -Veo que no tengo más remedio que acatar esa orden. Al  menos, garantíceme que usará toda su paciencia, para que no sea necesario matarla. -¡Ni lo dude! No somos asesinas. Insistiremos una y otra vez,  hasta que logremos convencerla ¿Verdad Casia?  -¡Por supuesto!
La triste Mercurita, ha estado observando detrás de la puerta,  y se desespera cuando ve que la gobernadora, cede a las brujas Lo único que se le ocurre, es esconderse en uno de los cuartos  para invitados, que hay vacíos en el edificio de gobierno, y esperar a que se cansen de buscarla, y se vayan . Pero teme que no sirva de mucho.
Así es. Las brujas, no tardan en encontrarla, y se ríen de ella. -¡Ja, ja, ja, ja! Mira Casia en ese rincón. Ya hemos  encontrado a la ratita ¡No temas! No vamos a hacerte  daño. Anda, ven. Tenemos que hablar.  -Mira lo que tengo en la mano. Es una bolsa con dinero. Todo para ti. Con ésta cantidad, hay suficiente como para comprar  tres casas. No negarás, que la reina es generosa ¿Y a cambio de que? Basta con que dejes tu carrera de hada. Pero piensa ¿Para qué quieres ser un hada, si con éste dinero podrás vivir con comodidad, el resto de tu vida? -Eh…sí. Supongo que sí. Contesta Mercurita, aturdida.
Siguiendo un impulso, el hada, coge la bolsa. Arkala, saca un pergamino, al tiempo que responde llena de júbilo: -¡Muy bien! Eres muy razonable. Pero para confirmar tu decisión, debes de firmar con una gota de tu propia sangre, en éste papel.  Casia, mira a ver si encuentras una aguja, u objeto punzante por ahí, para que firme nuestra amiga. Mercurita está inquieta. Ella no tiene intención de abandonar su  carrera de hada. Si aceptara el trato y luego no lo cumple, le  alcanzará una terrible maldición, que puede costarle la vida. ¿Qué hacer ahora? Esas mujeres de diplomacia engañosa, no son sus amigas. Las  manda una reina siniestra, para obligarla a  firmar algo que no le gusta.  Por lo tanto,  de acuerdo a su forma de pensar; ese dinero, es  botín capturado al enemigo, y por  ello, de su propiedad. Se considera muy libre de hacer con él, lo que  quiera, sin  cuestionarse si eso es robar. Así  que lo  mejor que se le ocurre hacer es huir…pero  sin soltar la bolsa ¡Ahora es suya, faltaría más! -¡Eh! ¿A dónde vas? No puedes irte sin firmar. Dice la sorprendida Arkala.
Pero ella sigue corriendo, sin detenerse. Justo al bajar de las escaleras, ve  un aterrador destello. Una de las brujas le ha lanzado un hechizo de ataque, probablemente el “Llamarada” de uso muy común entre ellas, y de  terrible fama. Eso demuestra la poca paciencia de las dos mujeres, pese a  la palabra dada a la gobernadora. El asunto es serio. Muy serio. En el exterior, Mercurita sale por la parte de atrás del edificio. Para despistar mejor a sus perseguidoras, se mete por los laberínticos callejones de la ciudad.
A las dos brujas, no les hace gracia meterse en las estrechas callejuelas. -Ten prudencia, a partir de ahora. Podrías cruzarte con alguien mientras cruza la esquina, y alcanzarlo. Tendríamos problemas. Dice Arkala. -Descuida, no soy tan torpe como piensas. Le responde Casia, molesta.  Pero las calles están casi vacías. Eso es una desventaja para la pequeña hada. Así que trata de encontrar un atajo, que la  lleve al centro de la ciudad.
Al llegar a una esquina, se encuentra el paso cortado.  -¡Oh, qué rabia! Un callejón sin salida…o casi.  Ahora tendré que saltar esa valla. En el cole era  mi entretenimiento favorito. Es lo malo de tener amigas. Por respeto a ellas, no hago tantas travesuras como antes. Es casi tan alta, como la  del cole. ¿Habré perdido facultades?   Piensa la pequeña hada.  -Bien, habrá que intentarlo. Primero lanzaré el dinero, para que no me  estorbe, y luego veré si puedo saltarla yo.  Mercurita sabe que el golpear de la bolsa al suelo, la puede delatar, pero lo considera como un mal inevitable. Reza en su interior para que sus perseguidoras no le den importancia, y lo confundan con uno de los tantos sonidos procedentes de las casas cercanas.
Hasta ese momento, las brujas estaban desorientadas, pero al escuchar la bolsa del dinero caer al extremo de la tapia, creen adivinar, que Mercurita está cerca. -¿Has oído, Casia? Parece que estamos sobre la pista de esa pícara ladrona.  -¡Déjamela a mí ¡No soporto a las hadas! Las brujas llegaron justo a tiempo de verla cogiendo la  bolsa, y salir corriendo. La enfurecida Casia, lanzó dos  disparos, pero sin suerte. Uno de éstos, quemó un poco de hierba, y el otro rompió un trozo de la tapia.  -¡Ven aquí y suelta lo que no es tuyo, ladrona! Dice Casia,  furiosa por haber fallado. -¡Ni loca! ¡Y no soy una ladrona! Exclama Mercurita,  ofendida.
El peso del dinero es un grave obstáculo, y le resta velocidad, además del   molesto tintineo de las monedas.  Así que huye, todo lo más silenciosamente  que puede. Ni se le pasa por la cabeza, soltarlo. Quiere hacer un buen uso de él. Su vestido tiene unos arañazos, causados al saltar la tapia. Lo que ella no sabe, es que las brujas, también tienen problemas. A Casia, le cuesta trabajo subir al muro.                       -Arkala, ayúdame, por favor. Esa niña me ha debido de                       echar una maldición. Me siento muy débil. Su compañera la ayuda, pero se burla de ella. -Estúpida aprendiz, no es una maldición ¿No sabes que los hechizos, consumen energía? Y los de ataque, más que de cualquier otro tipo. Has lanzado tres de ellos, y es imposible que te sientas en  plena forma. Hasta dentro de unas horas, no recuperarás toda  tu energía. -¡Eres muy cruel! Debías habérmelo dicho. -¿Por qué? Es tu obligación, saberlo.
Mercurita, por fin llega al mercado. Eso la alegra. No le gustan las estrechas y solitarias callejuelas de Sankar. Curiosamente, sus enemigas también se alegran. -¡Bien! Ya la tenemos cogida. Cuando estemos un poco más cerca, gritaremos: “¡Coged a esa ladrona!”. Evidentemente, no irá muy lejos.  Cuando los ciudadanos, le corten el paso, la coseremos a  cuchilladas y cogemos el dinero que nos ha robado. Para evitar  que se enfaden, les enseñaremos las órdenes de la reina, y nos  dejarán en paz. Así que ¡Animo, Casia! Esfuérzate, que nuestra  misión, está casi cumplida. La reina nos premiará, si la hacemos  bien. -De acuerdo. Dice su compañera.
El hada ve a un grupo de personas, bailando. Parece que  son cómicos, o ciudadanos pertenecientes a algún grupo de danza. Un soldado que tiene el día libre, se ha unido a  ellos. Uno de los bailarines, al verla indecisa, exclama: -¡Eh niña, anímate y baila con nosotros!  Mercurita, ve a sus dos perseguidoras dirigirse hacia ella. Aún están un poco lejos, pero no tardarán en darle alcance. -Sí, creo que me uniré a vuestra fiesta. Seré muy breve, pero me uniré.
Inesperadamente, Mercurita abre la bolsa, y sin dejar de andar, se pone a lanzar puñados de monedas al aire, al tiempo que grita: -¡Yo regalo dinero! ¡Yo regalo dinero! ¡El que lo coja,  suyo es! ¡Aceptad éste obsequio de la reina Denka, a la ciudad de Sankar! ¡Yo regalo dinero! Dice en tono burlón una y otra vez, hasta que se queda sin nada. Algunos ciudadanos, creen que  se ha vuelto loca. Otros piensan, que es realmente una enviada de la reina. Da igual. Todo el que puede, se acerca a coger las monedas. Mercurita guarda en uno de sus grandes bolsillos, el saquito vacío.  Luego huye, y se esconde.
Al percatarse de lo que está sucediendo, las brujas corren como pueden, para impedirlo. Pero es demasiado tarde. La  multitud, les impide ver donde se ha metido la pequeña hada. Cuando les piden a los ciudadanos, que devuelvan el dinero que han cogido, unos se burlan de ellas y otros se ofenden, pero no recuperan ni una sola moneda. Ahora entienden para qué quería el dinero, la traviesa niña. Después de todo, un hada que ama el dinero, pierde sus poderes. Solo lo usan cuando realmente lo necesitan, y para ayudar a los demás….o para facilitarles la huida, como en el caso de Mercurita.   -Así que esa niña os ha robado el dinero, para repartirlo ¡Ja, ja, ja, ja! Eso no hay quien se lo crea. -Y si fuera cierto, bien hecho está. De vez en cuando, hay que pensar en los demás. Dice una mujer. -No hagáis caso a éstas desvergonzadas oportunistas. Esa niña, es una enviada de la reina. Dice otra mujer.
La furiosa Arkala, paga su enfado, con su compañera. -¡Estúpida! Por culpa tuya, se nos ha escapado. Y el dinero, es ahora irrecuperable. Eso no le va a gustar a la reina ¡Así que vete preparando una excusa, para que el castigo sea menor!   -¡Eh, sin ofender! Si estoy cansada, es porque me esforcé en cumplir con la misión de la mejor forma  posible. En cambio tú, no has hecho nada más, que quejarte. Eres tú, la que debe prepararse para el castigo.  La traviesa niña, desde su escondite, contempla con alegría los apuros de las brujas. Se considera feliz por haber repartido el dinero entre la gente sencilla , consiguiendo despistar a sus enemigas, durante el reparto.  Estas, están que muerden. Al fracaso de no haber conseguido que renunciara a su carrera, hay que añadir la pérdida monetaria. Eso pondrá de peor humor, a la rencorosa reina.
Cuando la daban por perdida, la ven sentada en un rincón discreto. Tiene aspecto de estar cansada. De inmediato, se dirigen hacia ella. -Hola, pequeña. Estamos encantadas de volver a verte. Ya creíamos que te habías ido. Dice Casia, con ironía. El hada al verlas, protesta con actitud infantil. -¡Eh! ¿Vosotras nunca os cansáis? Esperad al menos a que  descanse. No seáis tramposas.
Al ver que siguen avanzando, Mercurita vuelve a protestar. -¡Yo no os he hecho nada. Habéis empezado vosotras! ¡Dejadme en paz de una vez! -¡Niña estúpida! ¿No eres capaz de comprender, que esto no es un juego? Dice Arkala, furiosa.
Luego se eleva a una altura prudencial, y saca su varita. La bruja dispara, pero Mercurita pega un “Salto Mágico” y esquiva el impacto. Eso sorprende a sus perseguidoras, que no  esperaban semejante maniobra. -¡Fallaste! Pensé que lo harías mejor que Casia. Me has decepcionado.
Tras eso, lanza su conjuro, antes de que las brujas, reaccionen. -Tomad nota de éste hechizo. Cuesta muy poca energía, y es muy  eficaz. Comprobadlo vosotras mismas ¡Je, je, je, je! Es el llamado “Lodazal”. De inmediato se ven rodeadas por una  amplia masa de lodo que sale de detrás. Los setos y los asientos,  dificultan asimismo la huida de las brujas hacia delante, o los lados,  y fueron atrapadas con rapidez. Para colmo, la cansada Casia, se  agarra a Arkala, para que la ayude a salir, y con ello ambas  comparten el mismo destino. Todo eso fue tenido en cuenta por la  inteligente hada, que  escogió ese terreno, tan favorable para sus  planes. Las asustadas brujas, temen ahogarse, y  tratan  de agarrarse a los arbustos cercanos, al tiempo  que suplican por sus vidas. Mercurita, las tranquiliza. -Tranquilas, cerditas. Son solo cien centímetros de  barro, más o menos ¡Ah! Pero de ahí no vais a salir,  hasta que juréis por vuestras vidas, que no me  volveréis a atacar, a mí, ni a nadie de mi entorno! -Pero la reina nos mandó…Dijo Casia. -Nada de excusas. Juradlo ahora mismo, si no queréis  que me enfade, y os envíe un hechizo de abejas  furiosas. Las apuradas brujas, lo juran de inmediato.  -Bien. Ahora si no os importa, sigamos con las normas mágicas, y lanzad las varitas cerca de mi alcance. Estas obedecen, y Mercurita las recoge.
En cuanto las toca, emiten un fuerte destello que dura unos segundos.  Ahora Mercurita, es oficialmente, vencedora de  las dos brujas. Estas pierden sus poderes temporalmente, y añaden experiencia mágica al hada. -Ahora podéis ir a contarle a la reina, lo bien que lo hemos pasado ¡Je, je, je, je! Recordad que si rompéis vuestro  juramento, no tardaréis en fallecer dolorosamente.
Pero la gobernadora, ordena que sean encarceladas de inmediato, para que sean llevadas a juicio. No solo se les acusa de intento de asesinato, sino también de poner en peligro la vida de los ciudadanos. Al bajar a los calabozos, Casia tiene un gesto chulesco, al decir: -No importa, estaremos poco tiempo encerradas. Su compañera prefiere no hablar, por prudencia.
Mercurita le pregunta a Darama, por qué ha detenido a las dos brujas. -No es que me caigan bien, pero ya sabes…es la costumbre de dejar marchar, a tu enemigo vencido. -Es que además de atacarte a ti, han causado inquietud entre la población. Yo estoy sustituyendo a mi tío, y entiendo poco de leyes, así que he llamado a éste señor que es abogado, para que nos instruya acerca del comportamiento de esas brujas. -Verá, gobernadora. La pretensión de esas mujeres, no era legal. Nadie puede pretender obligar a nadie a hacer cualquier cosa, usando un papel con la firma de la reina. Eso es chantaje. Para que tenga validez, ha de emitirse un bando público, o una orden judicial. Este reino, tiene sus leyes, y la reina no puede ignorarlo.
La reina Denka, siguió el enfrentamiento, desde su  bola de cristal. No pudo evitar sentir un escalofrío, cuando vio a Mercurita  sosteniendo las varitas mágicas de sus enemigas derrotadas. -Mis brujas…mis queridas brujas. Han sido vencidas por esa niña. Ya me advirtieron que es muy hábil, pero no me lo quise creer. Ella pretendía acabar con la carrera de Mercurita, de forma discreta e ilegal, pero le ha sido imposible. Ahora, si quiere hacerlo, tendrá la difícil tarea de buscar pruebas sólidas, o arriesgarse a perder su delicada popularidad. Denka, prefiere ser prudente. Nuestra amiguita se siente optimista. No es bueno llevarse mal con una reina, pero el enfrentamiento con las dos brujas, le ha demostrado que sigue en plena forma y tan llena de ingenio como siempre. No sabe  lo que pasará luego, pero confía en poder seguir con sus estudios.   -Menos  mal que la gobernadora “se olvidó” mencionar el dinero a ese abogado. Eso me pondría en un aprieto, por uso indebido de riquezas  ajenas. Pero no creo que la reina, me lo reproche. No le conviene que se  hable mucho de éste asunto. Además, ha sido dinero bien empleado. Si no, que se lo pregunten a los agradecidos ciudadanos de Sankar.  FIN
Esta aventura, está basada en mi futuro libro “Mercurita y sus amigas” del que soy autor. Es la segunda parte de la serie Mercurita. La primera es “Mercurita la aprendiz de hada. La aventura no es exactamente la misma que lo escrito en el libro, porque sería muy complicado hacerla exactamente igual. Los que hayáis visto el anterior powerpoint, tal vez os hayáis dado cuenta, de que el hada  Titania, tiene una cara distinta a la de éste. El motivo está, en que se me perdió el skin, y el que salió, era algo distinto al anterior.  Los skins y personajes, son del juego “Los sims 2”.  Un saludo. Tio  Antonio

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Mercurita Y El Castigo

  • 1. Mercurita y el castigo
  • 2. Llena de incertidumbre, Mercurita llega a la ciudad de Sankar, donde deberá estar el verano, cumpliendo un castigo. Antes que nada, deberá presentarse a Darama, la gobernadora. Esta, fue una profesora temporal, en la escuela de hadas. Ahora gobierna Sankar, en sustitución de su enfermo tío. Antes de verla, se toma un respiro para abrir su equipaje, y colocarse las alitas de hada reglamentarias, en la espalda y presentarse con la varita. No sabe qué es lo que le espera, pero al menos se tranquiliza un poco, sabiendo que en Sankar, respetan mucho los derechos humanos. Eso no es tan frecuente en las frías regiones del norte. El caluroso y acogedor sur, es diferente.
  • 3. Darama (“Dara” para los amigos) acoge con alegría a la traviesa hada. -¡Eh! Yo a ti te conozco. Eres el hada esa tan inquieta…¡Vaya, no recuerdo tu nombre! Pero dime ¿Qué te trae por aquí? -Hola “Dara”. Me llamo Mercurita, y me envía la directora, a ponerme a tu disposición durante el verano, por haberme portado mal durante éste curso. Pronto te mandará una carta, confirmándolo. Pero es mentira. No te creas todo lo malo que se dice de mí. -¡Ja, ja, ja, ja! Cuando estuve en tu escuela, ya tenías fama de traviesa. Debes de haber hecho algo muy gordo, para que estés todo el verano castigada. Ya me contarás tu versión, cuando tengas un rato libre. Ahora desayuna, luego ve al conserje, y dile de mi parte, que te busque una habitación, y ropa civil. Ahora no estás en la escuela, y no vas a hacer labores de magia. Así que quítate el uniforme de verano. Luego te presentarás en el puesto de guardia, y dile al capitán, que te busque una ocupación. Allí, siempre hay algo que hacer. Si eres buena, te dejaré las tardes libres. -Gracias, gobernadora¿Te gusta mi varita? La estrella azul, me la concedieron el año pasado, por ayudar en una colonia. Como puedes ver, no soy tan mala como se dice.
  • 4. Tal y como le dijo la gobernadora, la mandaron a hacer todo tipo de deberes. Desde barrer la puerta de la entrada de la ciudad, a fregar en la cocina. Lo más frecuente, era ir a por agua. Tenía que traer cubo tras cubo, no solo para beber, sino para limpiar. No son trabajos excesivamente pesados, pero sí, muy entretenidos. Por suerte, nuestra amiguita se lo toma con resignación. -Menos mal que éste es el último cubo. Dentro de poco regresarán los patrulleros, y sus caballos, suelen venir sedientos de tanto caminar. Es increíble. Beben como elefantes.
  • 5. Un día, pasa junto a una fuente, y se queda pensativa. -Hmm. ¿Lo hago, o no lo hago? Entonces, se decide, y echa detergente en el agua. -Lo siento, pero si no lo hago, jamás me lo perdonaré ¡Je, je, je, je! Se dice a sí misma, sonriendo con maldad. De inmediato empieza a salir espuma descontroladamente.
  • 6. Un soldado ve la travesura y sonríe. Pero al llegar junto al hada, se pone serio, y le dice: -¡Vaya, vaya! Veo que eres una niña muy traviesa ¿Te gustaría que se lo dijera a la gobernadora? -No lo hagas por favor. Si se lo dices, me castigará. Además, mira que bonito ha quedado. Más que una travesura es una obra de arte. -Tienes suerte de haberme cogido de buen humor, pero la próxima vez, se lo diré.
  • 7. Ya lleva dos semanas, y acaba de recibir una carta de su compañera “Poly”. Solo hace un año que la conoce, pero es su mejor amiga. Tras acabar la jornada, aprovecha para leerla. Querida “Mercu”: Espero que estés bien. Presta atención a lo que voy a contarte, porque es importante para ti. Al poco de irte, seguí con las internas. El colegio estaba casi vacío. A las mayores, les quedaba poco más de una semana de clase. Así que antes de que se fueran, convencí a Titania, la delegada de 8º curso, para que me acompañara a ir a hablar con la directora, ya que temía que no me hiciera caso, o me diera la espalda. Como sabes, tengo una gran intuición. Había algo oscuro en tu castigo. Todo el verano castigada, es demasiado duro para una travesura leve. Y si fuera grave, ya estarías expulsada. Titania opinaba lo mismo que yo.
  • 8. -Directora, a Poly y a mí, no nos parece adecuado el castigo de Mercurita. Gracias a ella, se pudo demostrar que Jantia, obligaba a sus alumnas, a leer libros de terror, y participar en sesiones de espiritismo. Su error fue, que lo demostró usando métodos poco convencionales, y algo peligrosos. Pero dígame ¿Merece ser castigada por ello? La directora no se inmutó, aunque me miró con seriedad, quizás reprochándome que hubiera llamado a Titania, en vez de hablarle a solas. Luego, dijo: -Titania, Poly. Coged las sillas y acercaros. Quiero contaros una historia.
  • 9. Tal vez sepáis que durante el verano pasado, Mercurita fue a visitar a su amiga Florenia, a la escuela de hadas de “El Barrizal” en la región de Neuria, que es donde nació. Le comunicaron que estaba ayudando en una colonia. Como no sabía el camino, varias hadas la acompañaron. Dicha colonia es una ciudad destruida, rodeada por la salvaje Naturaleza, y habitada por presos, a los que los guardianes obligan a trabajar, a punta de espada. Las hadas van allí, para ayudarlos, y suavizar tensiones. Florenia sintió una gran alegría, al ver a su amiga, y le contó los muchos problemas que tenía. El principal de todos, era la escasez de hadas y de voluntarios para ayudar. Mercurita, se conmovió, y se ofreció a ayudar durante el verano, pese a su corta edad y no pertenecer a la misma escuela de hadas, sobre la que recaía el cuidado de la colonia. Su entusiasmo hizo que la mayoría de sus acompañantes, también se animaran a ayudar. Ante tanta voluntad, fueron admitidas por los responsables.
  • 10. Amaxo, el barón de Neuria, fue informado de los progresos de lacolonia, y de la mejor actitud de sus pobladores. Aunque aún había mucho por hacer, invitó a varios nobles y personalidades Importantes, a visitarla. Entre ellos, me encontraba yo, y la reina Denka III de Lamokia, de incógnito. Pese a su avanzada edad, tiene una vista excelente, y no tardó a ver a Mercurita, con su uniforme celeste. -¡Casia! ¿Ha visto eso? ¿Qué hace ese hada en un lugar como éste? -Ah sí. Hace un rato, que hablé con ella. Ha venido a visitar a una amiga, y viendo que necesitaban ayuda, se ofreció voluntaria para ayudarles. -¡Pués bien podría haber hecho lo mismo en mi reino! Hay muchos lugares que necesitan ayuda, y somos nosotros, los que le estamos pagando sus estudios. -Alteza, ella nació en Neuria. Esta es la tierra que la vio nacer. Vino aquí, impulsada por la nostalgia.
  • 11. Mis argumentos, en vez de tranquilizar a la reina, la enfurecieron aún más. -¿Así que nació en Neuria? ¡Pues ya que le gusta tanto, que se quede aquí! Encárguese de encontrar una excusa, para echarla. De camino, le anulará sus estudios y logros. De esa manera, si quiere seguir estudiando la carrera de hada en otro centro, deberá hacerlo desde el principio. No estaba de acuerdo con esa forma de pensar, tan poco apropiada para éstos tiempos, pero no dije nada confiando en que se le pasaría el enfado , o se olvidaría del asunto. Me equivoqué. Afortunadamente, éste año, hizo muy buenas amigas en la escuela. Te conoció a Ti; Poly, y también a Anasti, y a Cleo. Al jefe de estudios, Fando, no le gustó que la reina quisiera expulsarla, y la protegió siempre que pudo, dentro de sus limitaciones. Gracias a él, y a vosotras, Mercurita no cayó en las provocaciones de las alumnas mayores que fueron sobornadas por la reina, para motivar su expulsión.
  • 12. Seguramente os preguntaréis el motivo de que una mujer como Jantia, estuviera dando clases a unas haditas. Siento tener que decir, que fue un error mío. Entre las muchas profesoras que dejaron sus solicitudes para trabajar en la escuela, había una tal “Jana Berea”, con un brillante historial. Pero confundí su nombre con el de “JantiaBerek” y llamé a la persona equivocada. Lo que sucedió a continuación, no fue ninguna sorpresa. Mercurita y ella son conflictivas, y totalmente opuestas. Era lógico, que acabaran enfrentadas. Como sabeis, dicho enfrentamiento se saldó con la expulsión de Jantia, pero la traviesa hada, estuvo cerca de ser echada. Menos mal, que aparecieron los libros, y eso inclinó la balanza a su favor. Sin embargo, la castigué a ayudar durante el verano en Sankar, para compensar el enfado de la reina, y esperar que se diese por satisfecha. Su respuesta no se hizo esperar. Ahora era aún más rencorosa. Quería que Mercurita dejara su carrera de hada para siempre o morir. Me acusaba de ser demasiado blanda, pero comprendía que sus deseos solo serían satisfechos por su guardia personal; las temidas brujas de Wamian, llamadas así, en memoria de una profesora que tuvo. Mandaría a dos de ellas; Arkala, y Casia, a darle un ultimátum a la hadita. “Quizás me equivoqué de Casia. Esta es una aprendiz con mucho futuro. Lo que Casia la directora no consiguió, lo conseguirá, Casia la bruja”. Escribió la reina, con burla. Lo siento mucho, creí que castigando a Mercurita, conseguiría su perdón, y en vez de eso, me temo que la he llevado a una encerrona. Dijo la directora, apesadumbrada.
  • 13. Bueno, Mercu. Ya sabes lo que hay. Es evidente que necesitas ayuda. Cuenta conmigo, pero sabes que soy novata. Me llevé una desagradable sorpresa, cuando le pedí a Titania, que me ayudase. Pero muy temblorosa me dijo que no podía, ya que tenía cosas importantes por hacer. Dicho esto, se fue, dejándome con la palabra en la boca. Ya ves, no te puedes fiar de nadie. Se veía muy amistosa durante el curso, siempre intentando ayudar. Pero cuando más la necesitas, te decepciona. Cleo y Anasti se fueron con sus padres, pero dudo que pudiera contar con ellas. Es mejor dejarlas donde están, ya que son aún más novatas que yo. Lo primero que me pregunto es cómo voy a ir a Sankar volando, si apenas he volado un par de veces, y regular. Me da vueltas la cabeza, con solo pensarlo. Así que he decidido ir a la biblioteca, y ver si encuentro algo que me pueda servir. Creo que pediré consejo a la vieja bibliotecaria. Ella es muy veterana. Un abrazo. Poly.
  • 14. -¡Vaya! Pues sí que son malas noticias. Tanto, que me pregunto si Poly no me está gastando una broma de mal gusto. Hmm. Creo recordar que Titania tenía una prima llamada Casia, y estaba interesada en ser bruja. Las amigas se burlaban de ella, preguntándole por su prima. Siempre se ponía seria, cuando se lo mencionaban. Son las típicas bromitas escolares que se suelen gastar cuando alguien tiene algún pariente cuyo nombre es igual o parecido al de un profesor del colegio. ¿Será la misma bruja, y por eso no quiere ayudarme? ¿O es solo coincidencia? Hay tantas Casias en ésta región…Piensa Mercurita. De pronto, se pone en guardia. Hay dos personas, que no la pierden de vista. Eso es lógico, ya que la gente siente mucha curiosidad, cuando ve a un hada. Algunos, incluso la miran a escondidas, porque sienten respeto. Mercurita lo ve normal, y se ha acostumbrado a ello. Pero tras leer la carta, no se siente tranquila, y presta más atención a su alrededor.
  • 15. Las dos mujeres se ponen a charlar entre ellas, cuando la hadita se vuelve. Si quieren decirle o hacerle algo, es evidente que aún no están preparadas, o no se ponen de acuerdo, sobre la forma de actuar. Mercurita, se da la vuelta, como si no hubiera pasado nada, pero mira con disimulo, el reflejo de las ventanas. Eso le confirma, que esas dos mujeres están siguiéndola. Y a juzgar por su forma de vestir, parecen brujas. Aunque también podrían ser brujas mercenarias en busca de trabajo; eso es normal. Pero algo le dice a la hadita, que esas dos, son las siniestras mensajeras de la reina, de las que Poly le habló en su carta.
  • 16. Llena de miedo y tristeza, va en busca de la gobernadora. Al verla, la abraza, y rompe a llorar. Luego le enseña la carta. Esta, trata de consolarla. -Venga, no es nada. Tranquilízate. Es solo una broma de tu amiga. Nadie quiere hacerte daño. Es tu imaginación. Tu sabes que la gente suele ser muy curiosa cuando ve a un hada. Mercurita no duda de la buena voluntad de Darama, pero cree que se equivoca. En ese momento, las dos mujeres se acercan a la gobernadora. Parece evidente, que quieren hablar con ella. Mercurita se mete a toda prisa, dentro del edificio. Los guardias que han oído los temores de la pequeña hada, las miran con desconfianza.
  • 17. La gobernadora se acerca a las recién llegadas. -Buenos días, señoritas ¿Qué les trae por aquí? -Me parece a mí, que sabe muy bien lo que nos trae. Dice la joven Casia, en tono burlón. Su compañera le reprocha con la mirada sus malos modales, y toma la Palabra con educación. Pese a formar parte del reino de Lamokia, Sankar es una ciudad muy respetuosa con la ley. Tal vez fuera por eso, por lo que la directora mandó allí, a Mercurita. -Buenos días, gobernadora. Ella es Casia, y yo me llamo Arkala. Somos miembros de la guardia personal de la reina Denka y queremos hablar con el hada que se llama Mercurita, que hace un rato hemos visto con usted. Darama se estremece. Empieza a creer que los temores de la joven hada, son reales.
  • 18. -Ah, dígame ¿Qué es lo que quieren decirle? -Lo siento, pero es un asunto privado. Es entre ella y nosotras. La gobernadora, no está conforme con esa respuesta. -Si no me dicen en qué consiste el asunto, no dejaré que la vean. -¡No se meta en ésto! Cumplimos órdenes de la reina. -Esa niña está bajo mi protección. O me enseñan esa orden, o las encierro ya mismo, en los calabozos. Muy a su pesar, Arkala le enseña las instrucciones de la reina. La gobernadora, se llena de horror al leerlas. -¡No puede ser verdad! Pero si Mercurita, es solo una niña. -Pues ya lo ve, querida. Es totalmente real.
  • 19. -¡Asesinas! No permitiré que la maten. -Si esa niña es razonable, no tiene por qué morir. Son órdenes de la reina, y debe acatarlas, como también las acatamos nosotras ¡Es lo que hay! ¡Si no le gusta, dimita! Al ver el mal ambiente creado, uno de los guardias interviene. -Hagan el favor de tratar con educación a la gobernadora, y de suavizar sus modales. -Veo que no tengo más remedio que acatar esa orden. Al menos, garantíceme que usará toda su paciencia, para que no sea necesario matarla. -¡Ni lo dude! No somos asesinas. Insistiremos una y otra vez, hasta que logremos convencerla ¿Verdad Casia? -¡Por supuesto!
  • 20. La triste Mercurita, ha estado observando detrás de la puerta, y se desespera cuando ve que la gobernadora, cede a las brujas Lo único que se le ocurre, es esconderse en uno de los cuartos para invitados, que hay vacíos en el edificio de gobierno, y esperar a que se cansen de buscarla, y se vayan . Pero teme que no sirva de mucho.
  • 21. Así es. Las brujas, no tardan en encontrarla, y se ríen de ella. -¡Ja, ja, ja, ja! Mira Casia en ese rincón. Ya hemos encontrado a la ratita ¡No temas! No vamos a hacerte daño. Anda, ven. Tenemos que hablar. -Mira lo que tengo en la mano. Es una bolsa con dinero. Todo para ti. Con ésta cantidad, hay suficiente como para comprar tres casas. No negarás, que la reina es generosa ¿Y a cambio de que? Basta con que dejes tu carrera de hada. Pero piensa ¿Para qué quieres ser un hada, si con éste dinero podrás vivir con comodidad, el resto de tu vida? -Eh…sí. Supongo que sí. Contesta Mercurita, aturdida.
  • 22. Siguiendo un impulso, el hada, coge la bolsa. Arkala, saca un pergamino, al tiempo que responde llena de júbilo: -¡Muy bien! Eres muy razonable. Pero para confirmar tu decisión, debes de firmar con una gota de tu propia sangre, en éste papel. Casia, mira a ver si encuentras una aguja, u objeto punzante por ahí, para que firme nuestra amiga. Mercurita está inquieta. Ella no tiene intención de abandonar su carrera de hada. Si aceptara el trato y luego no lo cumple, le alcanzará una terrible maldición, que puede costarle la vida. ¿Qué hacer ahora? Esas mujeres de diplomacia engañosa, no son sus amigas. Las manda una reina siniestra, para obligarla a firmar algo que no le gusta. Por lo tanto, de acuerdo a su forma de pensar; ese dinero, es botín capturado al enemigo, y por ello, de su propiedad. Se considera muy libre de hacer con él, lo que quiera, sin cuestionarse si eso es robar. Así que lo mejor que se le ocurre hacer es huir…pero sin soltar la bolsa ¡Ahora es suya, faltaría más! -¡Eh! ¿A dónde vas? No puedes irte sin firmar. Dice la sorprendida Arkala.
  • 23. Pero ella sigue corriendo, sin detenerse. Justo al bajar de las escaleras, ve un aterrador destello. Una de las brujas le ha lanzado un hechizo de ataque, probablemente el “Llamarada” de uso muy común entre ellas, y de terrible fama. Eso demuestra la poca paciencia de las dos mujeres, pese a la palabra dada a la gobernadora. El asunto es serio. Muy serio. En el exterior, Mercurita sale por la parte de atrás del edificio. Para despistar mejor a sus perseguidoras, se mete por los laberínticos callejones de la ciudad.
  • 24. A las dos brujas, no les hace gracia meterse en las estrechas callejuelas. -Ten prudencia, a partir de ahora. Podrías cruzarte con alguien mientras cruza la esquina, y alcanzarlo. Tendríamos problemas. Dice Arkala. -Descuida, no soy tan torpe como piensas. Le responde Casia, molesta. Pero las calles están casi vacías. Eso es una desventaja para la pequeña hada. Así que trata de encontrar un atajo, que la lleve al centro de la ciudad.
  • 25. Al llegar a una esquina, se encuentra el paso cortado. -¡Oh, qué rabia! Un callejón sin salida…o casi. Ahora tendré que saltar esa valla. En el cole era mi entretenimiento favorito. Es lo malo de tener amigas. Por respeto a ellas, no hago tantas travesuras como antes. Es casi tan alta, como la del cole. ¿Habré perdido facultades? Piensa la pequeña hada. -Bien, habrá que intentarlo. Primero lanzaré el dinero, para que no me estorbe, y luego veré si puedo saltarla yo. Mercurita sabe que el golpear de la bolsa al suelo, la puede delatar, pero lo considera como un mal inevitable. Reza en su interior para que sus perseguidoras no le den importancia, y lo confundan con uno de los tantos sonidos procedentes de las casas cercanas.
  • 26. Hasta ese momento, las brujas estaban desorientadas, pero al escuchar la bolsa del dinero caer al extremo de la tapia, creen adivinar, que Mercurita está cerca. -¿Has oído, Casia? Parece que estamos sobre la pista de esa pícara ladrona. -¡Déjamela a mí ¡No soporto a las hadas! Las brujas llegaron justo a tiempo de verla cogiendo la bolsa, y salir corriendo. La enfurecida Casia, lanzó dos disparos, pero sin suerte. Uno de éstos, quemó un poco de hierba, y el otro rompió un trozo de la tapia. -¡Ven aquí y suelta lo que no es tuyo, ladrona! Dice Casia, furiosa por haber fallado. -¡Ni loca! ¡Y no soy una ladrona! Exclama Mercurita, ofendida.
  • 27. El peso del dinero es un grave obstáculo, y le resta velocidad, además del molesto tintineo de las monedas. Así que huye, todo lo más silenciosamente que puede. Ni se le pasa por la cabeza, soltarlo. Quiere hacer un buen uso de él. Su vestido tiene unos arañazos, causados al saltar la tapia. Lo que ella no sabe, es que las brujas, también tienen problemas. A Casia, le cuesta trabajo subir al muro. -Arkala, ayúdame, por favor. Esa niña me ha debido de echar una maldición. Me siento muy débil. Su compañera la ayuda, pero se burla de ella. -Estúpida aprendiz, no es una maldición ¿No sabes que los hechizos, consumen energía? Y los de ataque, más que de cualquier otro tipo. Has lanzado tres de ellos, y es imposible que te sientas en plena forma. Hasta dentro de unas horas, no recuperarás toda tu energía. -¡Eres muy cruel! Debías habérmelo dicho. -¿Por qué? Es tu obligación, saberlo.
  • 28. Mercurita, por fin llega al mercado. Eso la alegra. No le gustan las estrechas y solitarias callejuelas de Sankar. Curiosamente, sus enemigas también se alegran. -¡Bien! Ya la tenemos cogida. Cuando estemos un poco más cerca, gritaremos: “¡Coged a esa ladrona!”. Evidentemente, no irá muy lejos. Cuando los ciudadanos, le corten el paso, la coseremos a cuchilladas y cogemos el dinero que nos ha robado. Para evitar que se enfaden, les enseñaremos las órdenes de la reina, y nos dejarán en paz. Así que ¡Animo, Casia! Esfuérzate, que nuestra misión, está casi cumplida. La reina nos premiará, si la hacemos bien. -De acuerdo. Dice su compañera.
  • 29. El hada ve a un grupo de personas, bailando. Parece que son cómicos, o ciudadanos pertenecientes a algún grupo de danza. Un soldado que tiene el día libre, se ha unido a ellos. Uno de los bailarines, al verla indecisa, exclama: -¡Eh niña, anímate y baila con nosotros! Mercurita, ve a sus dos perseguidoras dirigirse hacia ella. Aún están un poco lejos, pero no tardarán en darle alcance. -Sí, creo que me uniré a vuestra fiesta. Seré muy breve, pero me uniré.
  • 30. Inesperadamente, Mercurita abre la bolsa, y sin dejar de andar, se pone a lanzar puñados de monedas al aire, al tiempo que grita: -¡Yo regalo dinero! ¡Yo regalo dinero! ¡El que lo coja, suyo es! ¡Aceptad éste obsequio de la reina Denka, a la ciudad de Sankar! ¡Yo regalo dinero! Dice en tono burlón una y otra vez, hasta que se queda sin nada. Algunos ciudadanos, creen que se ha vuelto loca. Otros piensan, que es realmente una enviada de la reina. Da igual. Todo el que puede, se acerca a coger las monedas. Mercurita guarda en uno de sus grandes bolsillos, el saquito vacío. Luego huye, y se esconde.
  • 31. Al percatarse de lo que está sucediendo, las brujas corren como pueden, para impedirlo. Pero es demasiado tarde. La multitud, les impide ver donde se ha metido la pequeña hada. Cuando les piden a los ciudadanos, que devuelvan el dinero que han cogido, unos se burlan de ellas y otros se ofenden, pero no recuperan ni una sola moneda. Ahora entienden para qué quería el dinero, la traviesa niña. Después de todo, un hada que ama el dinero, pierde sus poderes. Solo lo usan cuando realmente lo necesitan, y para ayudar a los demás….o para facilitarles la huida, como en el caso de Mercurita. -Así que esa niña os ha robado el dinero, para repartirlo ¡Ja, ja, ja, ja! Eso no hay quien se lo crea. -Y si fuera cierto, bien hecho está. De vez en cuando, hay que pensar en los demás. Dice una mujer. -No hagáis caso a éstas desvergonzadas oportunistas. Esa niña, es una enviada de la reina. Dice otra mujer.
  • 32. La furiosa Arkala, paga su enfado, con su compañera. -¡Estúpida! Por culpa tuya, se nos ha escapado. Y el dinero, es ahora irrecuperable. Eso no le va a gustar a la reina ¡Así que vete preparando una excusa, para que el castigo sea menor! -¡Eh, sin ofender! Si estoy cansada, es porque me esforcé en cumplir con la misión de la mejor forma posible. En cambio tú, no has hecho nada más, que quejarte. Eres tú, la que debe prepararse para el castigo. La traviesa niña, desde su escondite, contempla con alegría los apuros de las brujas. Se considera feliz por haber repartido el dinero entre la gente sencilla , consiguiendo despistar a sus enemigas, durante el reparto. Estas, están que muerden. Al fracaso de no haber conseguido que renunciara a su carrera, hay que añadir la pérdida monetaria. Eso pondrá de peor humor, a la rencorosa reina.
  • 33. Cuando la daban por perdida, la ven sentada en un rincón discreto. Tiene aspecto de estar cansada. De inmediato, se dirigen hacia ella. -Hola, pequeña. Estamos encantadas de volver a verte. Ya creíamos que te habías ido. Dice Casia, con ironía. El hada al verlas, protesta con actitud infantil. -¡Eh! ¿Vosotras nunca os cansáis? Esperad al menos a que descanse. No seáis tramposas.
  • 34. Al ver que siguen avanzando, Mercurita vuelve a protestar. -¡Yo no os he hecho nada. Habéis empezado vosotras! ¡Dejadme en paz de una vez! -¡Niña estúpida! ¿No eres capaz de comprender, que esto no es un juego? Dice Arkala, furiosa.
  • 35. Luego se eleva a una altura prudencial, y saca su varita. La bruja dispara, pero Mercurita pega un “Salto Mágico” y esquiva el impacto. Eso sorprende a sus perseguidoras, que no esperaban semejante maniobra. -¡Fallaste! Pensé que lo harías mejor que Casia. Me has decepcionado.
  • 36. Tras eso, lanza su conjuro, antes de que las brujas, reaccionen. -Tomad nota de éste hechizo. Cuesta muy poca energía, y es muy eficaz. Comprobadlo vosotras mismas ¡Je, je, je, je! Es el llamado “Lodazal”. De inmediato se ven rodeadas por una amplia masa de lodo que sale de detrás. Los setos y los asientos, dificultan asimismo la huida de las brujas hacia delante, o los lados, y fueron atrapadas con rapidez. Para colmo, la cansada Casia, se agarra a Arkala, para que la ayude a salir, y con ello ambas comparten el mismo destino. Todo eso fue tenido en cuenta por la inteligente hada, que escogió ese terreno, tan favorable para sus planes. Las asustadas brujas, temen ahogarse, y tratan de agarrarse a los arbustos cercanos, al tiempo que suplican por sus vidas. Mercurita, las tranquiliza. -Tranquilas, cerditas. Son solo cien centímetros de barro, más o menos ¡Ah! Pero de ahí no vais a salir, hasta que juréis por vuestras vidas, que no me volveréis a atacar, a mí, ni a nadie de mi entorno! -Pero la reina nos mandó…Dijo Casia. -Nada de excusas. Juradlo ahora mismo, si no queréis que me enfade, y os envíe un hechizo de abejas furiosas. Las apuradas brujas, lo juran de inmediato. -Bien. Ahora si no os importa, sigamos con las normas mágicas, y lanzad las varitas cerca de mi alcance. Estas obedecen, y Mercurita las recoge.
  • 37. En cuanto las toca, emiten un fuerte destello que dura unos segundos. Ahora Mercurita, es oficialmente, vencedora de las dos brujas. Estas pierden sus poderes temporalmente, y añaden experiencia mágica al hada. -Ahora podéis ir a contarle a la reina, lo bien que lo hemos pasado ¡Je, je, je, je! Recordad que si rompéis vuestro juramento, no tardaréis en fallecer dolorosamente.
  • 38. Pero la gobernadora, ordena que sean encarceladas de inmediato, para que sean llevadas a juicio. No solo se les acusa de intento de asesinato, sino también de poner en peligro la vida de los ciudadanos. Al bajar a los calabozos, Casia tiene un gesto chulesco, al decir: -No importa, estaremos poco tiempo encerradas. Su compañera prefiere no hablar, por prudencia.
  • 39. Mercurita le pregunta a Darama, por qué ha detenido a las dos brujas. -No es que me caigan bien, pero ya sabes…es la costumbre de dejar marchar, a tu enemigo vencido. -Es que además de atacarte a ti, han causado inquietud entre la población. Yo estoy sustituyendo a mi tío, y entiendo poco de leyes, así que he llamado a éste señor que es abogado, para que nos instruya acerca del comportamiento de esas brujas. -Verá, gobernadora. La pretensión de esas mujeres, no era legal. Nadie puede pretender obligar a nadie a hacer cualquier cosa, usando un papel con la firma de la reina. Eso es chantaje. Para que tenga validez, ha de emitirse un bando público, o una orden judicial. Este reino, tiene sus leyes, y la reina no puede ignorarlo.
  • 40. La reina Denka, siguió el enfrentamiento, desde su bola de cristal. No pudo evitar sentir un escalofrío, cuando vio a Mercurita sosteniendo las varitas mágicas de sus enemigas derrotadas. -Mis brujas…mis queridas brujas. Han sido vencidas por esa niña. Ya me advirtieron que es muy hábil, pero no me lo quise creer. Ella pretendía acabar con la carrera de Mercurita, de forma discreta e ilegal, pero le ha sido imposible. Ahora, si quiere hacerlo, tendrá la difícil tarea de buscar pruebas sólidas, o arriesgarse a perder su delicada popularidad. Denka, prefiere ser prudente. Nuestra amiguita se siente optimista. No es bueno llevarse mal con una reina, pero el enfrentamiento con las dos brujas, le ha demostrado que sigue en plena forma y tan llena de ingenio como siempre. No sabe lo que pasará luego, pero confía en poder seguir con sus estudios. -Menos mal que la gobernadora “se olvidó” mencionar el dinero a ese abogado. Eso me pondría en un aprieto, por uso indebido de riquezas ajenas. Pero no creo que la reina, me lo reproche. No le conviene que se hable mucho de éste asunto. Además, ha sido dinero bien empleado. Si no, que se lo pregunten a los agradecidos ciudadanos de Sankar. FIN
  • 41. Esta aventura, está basada en mi futuro libro “Mercurita y sus amigas” del que soy autor. Es la segunda parte de la serie Mercurita. La primera es “Mercurita la aprendiz de hada. La aventura no es exactamente la misma que lo escrito en el libro, porque sería muy complicado hacerla exactamente igual. Los que hayáis visto el anterior powerpoint, tal vez os hayáis dado cuenta, de que el hada Titania, tiene una cara distinta a la de éste. El motivo está, en que se me perdió el skin, y el que salió, era algo distinto al anterior. Los skins y personajes, son del juego “Los sims 2”. Un saludo. Tio Antonio