2. SINTOMA : FREUD, POST–FREUDIANOS,LACAN
[…]
Todas las cosas tienen su razón de ser aun cuando no entendamos el trasfondo
de sucesos que las desencadenaron. El ser humano tiene esta necesidad
inherente de encontrar o mejor dicho explicar los fenómenos que ocurren en el
mundo y hasta los que ocurren fuera de él, pero esta curiosidad seria incompleta
si nadie se interesara por explorar en lo más profundo del alma, de la mente -o
como es de nuestra preferencia en términos psicoanalíticos-, del “aparato
psíquico”. El presente texto no tiene otra intención que la de descubrir a manera
de síntesis, las explicaciones del “síntoma” dadas desde el padre del psicoanálisis
Sigmund Freud tomando como referencia principal su escrito, Inhibición, síntoma y
angustia (1926), mas las revisiones de algunos postfreudianos y por ultimo no
siendo menos importante las intervenciones de Jacques Lacan (seminario R.S.I).
LO DICHO ORIGINALMENTE POR FREUD…
En Freud, el síntoma y la inhibición pertenecen a distintos campos. La inhibición
presenta una relación espacial con la función del YO y no significa necesariamente
algo patológico, entonces podemos decir que la inhibición es la restricción o
disminución normal de una función, aunque una inhibición también puede
constituir un síntoma.
INHIBICIÓN
La inhibición es la expresión de una restricción funcional del <<yo>>, restricción
que puede obedecer a muy diversas causas. En las inhibiciones la función yoica
de un órgano queda alterada cuando su significación sexual, su <<erogeneidad>>,
recibe un incremento. El yo renuncia a estas funciones para no tener que llevar a
cabo una nueva represión para evitar un nuevo conflicto con el <<ello>>. Cuando
el yo se encuentra absorbido por una labor psíquica de particular gravedad, tal
como un duelo, gran supresión afectiva o la tarea de mantener sumergidas
fantasías sexuales comúnmente emergentes, se ve obligado a restringir su gasto
en muchos lugares (Ej. fatiga paralizadora).
Las inhibiciones son las restricciones de las funciones del yo, ya sea como medida
de precaución o, a consecuencia de un empobrecimiento de energía.
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Síntomas de la Histeria conversiva:
- Parálisis motoras
- Contracturas
- Actos o descargas involuntarias
- Dolores o alucinaciones.
Los síntomas crónicos desplazados sobre la motilidad inhiben funciones
musculares no hay sensaciones de displacer. Y en los síntomas intermitentes,
afectan la esfera sensorial, donde el sujeto experimenta sensaciones de displacer
que pueden alcanzar intensidades extraordinarias.
SINTOMA
El síntoma, es definido como un signo de un proceso patológico, donde se
modifica la función de manera extraordinaria. El síntoma seria, pues, un signo y un
sustitutivo de una expectativa de satisfacción de un instinto (pulsión), un resultado
del proceso de la represión.
Gracias al proceso de desfiguración y deformación de los contenidos, deseos,
mociones y fantasías inconscientes, es que luego se forma el síntoma.
Podríamos decir que los síntomas son creados para evitar el desarrollo de
angustia, son creados para evitar a situación peligrosa señalada por el desarrollo
de angustia (la angustia es la reacción del Yo al peligro).
Formación de síntomas
La formación del síntomas alcanza un triunfo cunado consigue amalgamar la
prohibición con la satisfacción de una manera tal que lo que originalmente fue un
mandamiento defensivo o una prohibición adquiere también la significación de una
satisfacción.
Nótese que el síntoma es de dos tiempos, o sea, que al acto de que ejecuta cierto
mandamiento sique inmediatamente otro que suprime o deshace lo hecho, aunque
no llegue a realizar lo contrario.
Existen dos actividades del Yo dedicadas a la formación de síntomas, las dos
técnicas indicadas son la de <<deshacer lo sucedido>> y la de <<asilamiento>>.
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La tendencia a deshacer lo sucedido encuentra, dentro de lo normal, su mitigado
reflejo en la decisión de considerar algo como <<no sucedido>>. El aislamiento
por otra parte, consiste en que después de un suceso desagradable o de un acto
propio, importante desde el punto de vista de la neurosis, es interpolada una
pausa, en la que nada debe suceder, no efectuándose durante ella percepción
alguna ni ejecutándose acto de ningún género.
En esta degradación de la satisfacción a la categoría de síntoma, el proceso
sustitutivo ve, en efecto, dificultada su descarga por medio de la motilidad. Cuando
tal detención no queda conseguida se ve obligada a agotarse, provocando
alteraciones en el propio cuerpo del sujeto; privado de extenderse al mundo
exterior, es impedido trasformase en acción. Deducimos, pues, que en la represión
labora el Yo bajo la influencia de la realidad exterior y excluye, por tanto, el éxito
del proceso sustitutivo sobre esta realidad.
El Yo es la sede de la angustia, y la angustia que surge en la represión no es
creada de nuevo, sino reproducida como estado afectivo, según una imagen
mnémica previa. Los estados afectivos se hallan incorporados a la vida anímica
como precipitados de sucesos traumáticos primitivos y son revividos como
símbolos mnémicos, en situaciones análogas a dichos sucesos. El síntoma surge
del impulso instintivo (pulsión) obstruido por la represión.
Enlaces conciliadores entre el Yo y el síntoma.
Los dos procedimientos que el Yo utiliza contra el síntoma se hallan en mutua
contradicción. La represión es el carácter menos pacifico, pero el Yo es pacifista y
quisiera incorporarse el síntoma, acogiéndolo en su totalidad.
La perturbación parte desde el síntoma, que en calidad de verdadera sustitución y
ramificación de la pulsión reprimida, cuyo papel continúa desempeñando y suyas
exigencias de satisfacción se renuevan de continuo, fuerza al Yo a dar la señal de
displacer y presentarse la defensa (la angustia causa la represión y no lo
contrario).
La lucha defensiva secundaria contra el síntoma es multiforme, se desarrolla en
diversos terrenos y emplea muy distintos medios (mecanismos de defensa).
El Yo y el Ello coinciden, no siendo el primero sino una parte especialmente
diferenciada del segundo. Cuando confrontamos en nuestro pensamiento esta
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parte con la totalidad o cuando entre ambas surge realmente la discordia se nos
evidencia la debilidad del Yo. En cambio, cuando el Yo permanece enlazado al
Ello, sin distinguirse de él, nos muestra una intensa energía. Análogamente
sucede en la relación entre el Yo y el Super-Yo. Podríamos decir en otras
palabras, que el Yo es, en efecto, la parte organizada del Ello.
Familiarización del YO con el síntoma
En los casos donde la represión es más o menos fracasada, comprobamos que la
pulsión encuentra a pesar de la represión, un sustitutivo, si bien muy disminuido,
desplazado e inhibido, siendo imposible reconocer tal sustitutivo como una
satisfacción de la pulsión objeto de la represión. Su realización no produce placer
ninguno y, en cambio, toma un carácter compulsivo.
Dado a que el Yo es una organización, su energía desexualizada proclama aun su
procedencia en la aspiración a la unión y a la unificación, y esta necesidad de
síntesis se hace más fuerte en razón directa del aumento de la fuerza del Yo.
Entonces, el Yo intenta suprimir el extrañamiento y el aislamiento del síntoma,
utilizando todas las posibilidades de enlace con el incorporándolo a su
organización por medio de tales lazos.
Dado a las exigencias del Super-Yo, el Yo participa en la significación de las
pulsiones reprimidas y puntos de penetración de los mismos en la organización del
Yo (el Yo enseña al Ello la manera correcta de abrirse a través de el a la
realidad por medio de representaciones significadas, Lacan).
Ante los síntomas histéricos el Yo se comporta como si se guiase por la reflexión
de que, una vez surgido el síntoma y siendo imposible suprimirlo, ha de ser lo
mejor familiarizarse con la situación dada y sacar de ella el mejor partido posible.
Tiene entonces efecto una adaptación al elemento del mundo interior extraño al
Yo, representado por el síntoma adaptación análoga a la que el Yo lleva a cabo
normalmente con respecto al mundo exterior.
Síntoma Sustitutivo
El síntoma es concebido como una satisfacción sustitutiva de aquella frustrada,
pero esta nueva satisfacción posee la cualidad de ser la repetición de una vieja
modalidad de satisfacción sexual infantil, es decir será satisfacción de carácter
autoerótica. Freud lo describe de la siguiente manera “El síntoma retrocede y
repite de algún modo aquella modalidad de satisfacción de la temprana infancia,
desfigurada por la censura que nace del conflicto, por regla general volcada a una
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sensación de sufrimiento y mezclada con los elementos que provienen de la
ocasión que llevó a contraer la enfermedad”.
POST-FREUDIANOS
D. W. Winnicott
Muchos de sus trabajos estuvieron dedicados a advertir al médico y a sus
contemporáneos que una enfermedad física no era sólo eso.
Nos plantea en "La tolerancia de Síntomas en Pediatría" (Winnicott, 1953, pág.
146) "El psiquiatra de niños (hoy podemos decir el psicólogo o el analista) ve en el
síntoma una organización de extrema complejidad, una organización producida y
mantenida por el valor que tiene"... "el niño necesita del síntoma debido a algún
obstáculo en el Desarrollo Emocional"... "y gran parte de las enfermedades físicas
se deben a una invasión por parte del medio o a una deficiencia ambiental, no
tratándose de meros trastornos del desarrollo... de hecho cuando hay un trastorno
fisiológico, entonces la enfermedad suele ser de carácter psicogénico".
Esta advertencia se completa con el criterio de que el psiquiatra no se dedica a
curar los síntomas, sino que reconoce en ellos, una llamada de atención, de
auxilio, que justifica una investigación profunda de la historia del Desarrollo
Emocional del pequeño.
A modo de síntesis, su valor consiste en que diferenció entre los síntomas de la
psicosis y aquellos de los pacientes fronterizos, cuya característica es la de
padecer angustias primitivas, y en la transferencia generalmente regresiva,
comunicar una esperanza, mientras que los síntomas neuróticos se hallan
expresando la angustia de castración y el deseo
Relación objetal en Winnicott
El bebé nace sin psiquismo y éste va a ir surgiendo en relación con el otro. La
constitución del espacio psíquico va a ser una progresiva elaboración de fantasías
corporales y la impronta de su obra es el valor del otro, del vínculo como
constituyente. Este otro, es generalmente la madre, en tanto posea la capacidad
para sostener como para producir espacios de esperas, que hacen a la creación
del objeto interno y del transicional.
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Esto supone una representación interna de sí mismo, diferenciada de la
representación interna del objeto. Esta es una precondición, sólo en su mundo
interno, en un sujeto, o persona total, podrán darse fenómenos intersistémicos,
intrapsíquicos propiamente dichos.
Melanie Klein, análisis infantil
Melanie Klein trabaja con el juego en la niñez y termina por señalar que su
inhibición es un síntoma fundamental que denotaba una inhibición de la vida de la
fantasía y del desarrollo general.
Sólo el tratamiento psicoanalítico puede resolver la inhibición en los casos de
ciertos niños cuya capacidad de juego está bloqueada.
El juego libre
Donde puede verse inhibido de igual modo que en la asociación libre, cosa que se
puede manifestar o bien en una cesación del juego, o bien en una repetición
rígida y poco imaginativa.
El juego, interrumpido antes por las resistencias, es reanudado; altera, expande y
expresa estratos más profundos que la mente; el contacto entre el niño y el
analista se restablece.
El placer en el juego, que aparece claramente después de una interpretación, se
debe al hecho de que el gasto de energía necesario para la represión ya no se
precisa después de la interpretación.
Represión en Klein para la formación de síntomas
Para Klein si la represión falla, el resultado es la formación de síntomas. "En las
neurosis ocurren procesos que intentan evitar el desarrollo de la ansiedad y
consiguen hacerlo por diferentes medios. La represión actuaría entonces sobre las
tendencias del yo elegidas para ese fin y así surgirían las inhibiciones. En otros
casos, los mecanismos de las neurosis se movilizarían en mayor o menor grado
dando como resultado la formación de síntomas.
JACQUES LACAN…
En un intento por retornar a Freud, es que Lacan comienza su enseñanza. Él lo
creía necesario, ya que consideraba que los post-freudianos habían incurrido en
profundas desviaciones en relación a la obra de Freud. En este punto, se hace
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necesario volver a las definiciones freudianas acerca del síntoma e intentar dar
cuenta de cómo Lacan leyó allí el síntoma.
Plantea que de lo único que un paciente puede hablar es de su síntoma.
La conceptualización del síntoma, en la obra lacaniana, ocupa un lugar central
tanto a nivel teórico como en la práctica clínica. En su escrito “Instancia de la
letra…” Lacan define al síntoma analítico, como aquel que se escucha, interpreta
y resuelve en las sesiones, planteando que él mismo posee la estructura de una
metáfora.
INCONSCIENTE LACANIANO, SIGNIFICACIÓN DE LA PULSIÓN
Lacan define el inconsciente estructurado como un lenguaje y a la vez,
conceptualiza dos leyes que lo rigen. A una la denominó metonimia y a la otra
metáfora, entendiendo a esta última, como la operación de sustitución de un
significante por otro, que tiene por resultado un efecto de significación.
Conceptualizar el síntoma como una metáfora, implica definirlo como la operación
de sustitución de un significante por otro. Es a partir de dicha operación, que un
significante devendrá reprimido, es decir, quedará excluido de la cadena
significante, aunque permanecerá en conexión metonímica con ella.
Síntoma como metáfora
La definición de síntoma como metáfora implica, no solo una sustitución
significante, sino también una fijación, fijación de goce. Aquí se podría articular
con la frase de Lacan. “el síntoma es una metáfora, pero no es una metáfora
decirlo” (Lacan Instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud) A
partir de esta afirmación, es que se puede decir que en el síntoma hay un goce en
juego, una satisfacción pulsional.
Se podrá argumentar que para ambos autores en el síntoma hay una
sustitución en juego. En Freud se sustituye una satisfacción libidinal y en
Lacan la sustitución se juega a nivel significante.
Ambos plantearán que el síntoma será aquello de lo que el analizante no se puede
desprender, aquello de lo que no puede dejar de hablar, siendo que al mismo
tiempo produce padecimiento y malestar. En la operación de sustitución que
Lacan plantea, se produce una fijación, a partir de la cual el sujeto recupera goce.
En cambio, para Freud, el padecimiento del sujeto queda del lado del yo y del
displacer, ya que el síntoma es un compromiso fruto de la sustitución de una
modalidad de satisfacción libidinal frustrada.
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Durante un análisis, el analista debe escuchar el síntoma, los significantes que lo
sostienen y orientar dicha escucha hacia la resonancia metonímica de aquellos
significantes que fueron sustituidos, a fin de poder, mediante las distintas
intervenciones levantar el síntoma, venciendo la resistencia de la barra que separa
los significantes que sostienen la metáfora.
Gracias a las conceptualizaciones freudianas acerca del síntoma, Lacan pudo
formalizar este concepto, definirlo como una metáfora y así brindar claves
relevantes para la práctica clínica en psicoanálisis.
La inhibición tampoco es tratada como un significante, sino como signo del hecho
de que tenemos un cuerpo, portador a su vez de unos signos a los que
denominamos funciones. Las funciones son los signos mediante los cuales
intentamos hacer sentido fisiológico de ese espacio entre vida y muerte que es
nuestro cuerpo.
- También se habla del signo lingüístico, es aquel signo que se crea
merced a una estructura, en dependencia de un discurso, formando un
conjunto de significantes productores de un significado que corre siempre
por debajo de la barra de la represión.
Tampoco el síntoma se presenta en Inhibición, síntoma y angustia como cadena
significante; sino como real: algo real que somete el sentido a una segregación, a
la segregación propia de la existencia, de aquello que existe fuera.
En Lacan la angustia ya no es un efecto de la significación fálica, ya no es un
significante, sino una “señal”. Dicho de otra manera, no es la metáfora lo que
causa angustia, sino la angustia lo que provoca la creación metafórica, como se ve
de manera ejemplar en el caso del pequeño Hans, cuando de la angustia surge la
metáfora del caballo en el lugar del significante del Nombre del Padre. La angustia
aparece en un mundo sin estructura, sin contexto, irrumpiendo en lo imaginario
como una discontinuidad que demanda exigentemente un sentido nuevo.
La pulsión desde Lacan…
La pulsión, por su naturaleza, se ve obligada a hablar lenguas extrañas. Eso
quiere decir que ningún idioma sería el propio de la pulsión; y sin embargo la
pulsión se cifra en una sucesión de signos que contienen el silencio y el fragor de
la vida a la vez; es decir, el goce. La pulsión no está del todo en la lengua; su
ciframiento es translingüístico.
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