1. A Jarifa, en una orgía El sudor mi rostro quema,
y en ardiente sangre rojos
Trae, Jarifa, trae tu mano, brillan inciertos mis ojos,
ven y pósala en mi frente, se me salta el corazón.
que en un mar de lava Huye, mujer; te detesto,
hirviente siento tu mano en la mía,
mi cabeza siento arder. y tu mano siento fría,
Ven y junta con mis labios y tus besos hielos son.
esos labios que me irritan,
donde aún los besos palpitan ¡Siempre igual! Necias mujeres,
de tus amantes de ayer. inventad otras caricias,
otro mundo, otras delicias,
¿Qué la virtud, la pureza? o maldito sea el placer.
¿qué la verdad y el cariño? Vuestros besos son mentira,
Mentida ilusión de niño, mentira vuestra ternura:
que halagó mi juventud. es fealdad vuestra hermosura,
Dadme vino: en él se vuestro gozo es padecer.
ahoguen Yo quiero amor, quiero gloria,
mis recuerdos; aturdida quiero un deleite divino,
sin sentir huya la vida; como en mi mente imagino,
paz me traiga el ataúd. como en el mundo no hay;
y es la luz de aquel lucero
que engañó mi fantasía,
José de Espronceda fuego fatuo, falso guía
que errante y ciego me tray.
2. Pero aquellas, cuajadas de
rocío
El vuelo de las gaviotas cuyas gotas mirábamos
temblar
y caer como lágrimas del
Volverán las oscuras golondrinas en tu día...
balcón sus nidos a colgar, ¡esas... no volverán!
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán. Volverán del amor en tus
oídos
Pero aquellas que el vuelo refrenaban las palabras ardientes a
tu hermosura y mi dicha a contemplar, sonar;
aquellas que aprendieron nuestros tu corazón de su profundo
nombres... sueño
¡esas... no volverán!. tal vez despertará.
Volverán las tupidas madreselvas Pero mudo y absorto y de
de tu jardín las tapias a escalar, rodillas
y otra vez a la tarde aún más hermosas como se adora a Dios ante
sus flores se abrirán. su altar,
como yo te he querido...;
desengáñate,
¡así... no te querrán!
Gustavo Adolfo Becquer