2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
090912 Quién decís que soy yo
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Reunión 12 de septiembre de 2009-09 Comunidad “Siervos de Jesús”
XXIV del tiempo ordinario
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
En el evangelio de este domingo XXIV del tiempo ordinario la lglesia nos propone el episodio de Marcos, capitulo 8,
versículos del 27 al 35.
Es el primer anuncio de Jesús a sus discípulos sobre la pasión y muerte que iba a sufrir.
Para poder discernir bien la lectura la hemos dividido en tres párrafos que a continuación se indican:
Mc 8,27-35
Jesús emprendió el viaje con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. Por el camino preguntó a los
discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?
1 Le respondieron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas.
]Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondió Pedro: Tú eres el Mesías.
Entonces les ordenó que a nadie hablaran de esto.
Y empezó a explicarles que aquel Hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los senadores, los
sumos sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y después de tres días resucitar.
Les hablaba con franqueza.
2 Pero Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo.
Mas él se volvió y, viendo a los discípulos, reprendió a Pedro: ---¡Aléjate de mi vista, Satanás! Tus
pensamientos son los de los hombres, no los de Dios.
Y llamando a la gente con los discípulos, les dijo: ---Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue
3 con su cruz y me siga.
Quien se empeñe en salvar su vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
1. En la primera parte del Evangelio Jesús pregunta a los discípulos quien dice la gente que es Él. Los discípulos
parecen contestar sin titubeos y le responden: unos dicen que eres Juan Bautista, otros dicen que Elías y otros que uno
de los profetas.
Pero la pregunta trascendente viene después: ¿y vosotros quien decís que soy yo?
Parece que, a pesar del tiempo transcurrido, a pesar de haber compartido intensamente con Jesús vivencias, milagros,
experiencias, etc, los discípulos no aciertan a decir quien es Jesús para ellos. En realidad están al mismo nivel que la
multitud en general. Están ciegos.
Sólo Pedro y muy posiblemente de forma inspirada es quien acierta a decir “Tu eres el Mesías”.
Pues bien, igual que Jesús preguntó a sus discípulos, después de 20 siglos, esta misma pregunta “Y vosotros, ¿quién
decís que soy yo? Nos sigue interpelando a todos los cristianos. ¿conocemos realmente a Jesús?
¿Qué idea tenemos de Jesús?. Su persona nos ha llegado a través de muchos siglos de imágenes, dogmas, teología,
cultura, tradición, etc... Nos hacemos una idea de Jesús a través de estas fuentes que desvelan como es Jesús y que a
veces también lo velan.
En el seno de la Iglesia y en la Comunidad Cristiana Jesús se revela tal cual es. De ahí la importancia de nuestra
Comunidad. ¿Conoceríamos a Jesús igual dentro que fuera de la Comunidad?, ¿hubiésemos tenido la misma
experiencia de Él de no vivir en Comunidad todos estos años?. Creo, sinceramente, que no.
Igual que a los discípulos, a nosotros, el Señor, a través de todos estos años de oración, reuniones, celebraciones
eucarísticas, etc..., nos ha inspirado innumerables veces decir: “Tú Señor eres el Mesías”, “Tu Señor eres el Hijo de
Dios vivo”, “Tu Señor, eres nuestro Padre”...
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Pero, al igual que Pedro, y luego veremos por qué, corremos el riesgo de decir esto de forma teórica, sin compromiso
de vida. Cuantas veces hemos respondido estas frases cuando nos han preguntado quien es Jesús para mí y sin
embargo hemos respondido de forma “teórica”, es decir, lo decimos más con la cabeza que con el corazón.
Cuando Jesús nos hace esta pregunta esta esperando una respuesta más personal y comprometida. Afirmamos que
Jesús es Dios, pero ¿le amamos sobre todas las cosas, o nuestro corazón esta ocupado con otros dioses?. Confesamos
que Jesús es el Señor, pero ¿Es Él quien dirige nuestra vida?. Sabemos que Jesús es la Palabra de Dios encarnada,
pero ¿cuánto tiempo dedicamos a leer, meditar y practicar su palabra?
Es cierto que estamos en camino pero es necesario conjugar lo que decimos con la cabeza y lo que sentimos con el
corazón.
Para terminar este primer párrafo, en el último versículo Jesús prohíbe a los discípulos hablar sobre que Él es el
Mesías. Jesús está de acuerdo con Pedro, pero le prohíbe contárselo a la gente quizás porque aún no estaban
preparados para recibir tal noticia; todos esperaban la venida del Mesías pero a su propio modo. Unos esperaban un
Mesías rey, otros un guerrero, otros un sacerdote, etc..., pero nadie esperaba al Mesías Siervo anunciado por Isaías
42,1-9: un Mesías que “no gritará, no clamará, no voceará por las calles”. Un Mesías que “no quebrará la caña
cascada” y el “pabilo vacilante no lo apagará”. Un Mesías que “abra los ojos de los ciegos, saque a los cautivos de la
prisión y de la cárcel a los que viven en tinieblas”... Nadie esperaba un Mesías “dócil”, que antepusiera el “amor” a la
ley, que practicara el “perdón”... Incluso en nuestros días que podemos presumir de un talante más civilizado que
entonces, creo que cuesta trabajo admitir un Mesías que defiende el amor y el servicio como principales cualidades de
su reino.
2. En el segundo párrafo, versículos 31 al 33 Jesús anuncia por primera vez su pasión y muerte a los discípulos. Jesús
comienza a enseñar que Él es el Mesías Siervo anunciado por Isaías, que será arrestado, y muerto por su misión.
El Mesías Siervo, lejos de todas las expectativas del pueblo que esperaba un héroe libertador, fue anunciado por
Isaías (capítulo 53), en estos términos: “...no tenía presencia ni belleza...despreciado y evitado de la gente, un hombre
habituado a sufrir, curtido en el dolor; al verlo se tapaban la cara; despreciado, lo tuvimos por nada; a él, que soportó
nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, lo tuvimos por un contagiado, herido de Dios y afligido. Él, en
cambio, fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes...”
Ante las palabras de Jesús, Pedro se llena de temor y lo llama a parte para quietarle esa idea. ¡De ninguna manera,
Señor! ¡Esto no puede sucederte a ti!. Y Jesús le contesta duramente: Aléjate de mi vista, Satanás! Tus pensamientos
son los de los hombres, no los de Dios.
Satanás significa acusador, aquel que aleja a otros del camino de Dios.
Pedro esta confundido, ha acertado a definirlo como El Mesías, y ahora Jesús...
No será que Pedro esperaba otro tipo de Mesías: un rey, un guerrero... Pedro quería un Mesías a su medida y a su
deseo. Pedro, como nosotros, prefiere un Mesías más cómodo, más brillante, más poderoso...
3. En el tercer párrafo Jesús aclara directamente lo que significa seguirle: Yo Mesías y rey voy a negarme a mí
mismo, voy a morir en la cruz. Y vosotros si queréis seguirme hacedlo así, “quien quiera seguirme, niéguese a sí
mismo, cargue con su cruz y me siga”.
Hay un idea, sin embargo, importante sobre la cruz. La cruz no es fatalismo, ni siquiera exigencia del Padre. Jesús
pudo eludirla voluntariamente. La cruz es consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús.
Aplicado en nosotros, nuestras cruces, nuestros problemas no podemos achacarlos a ¡qué mala suerte he tenido!.
No, son consecuencia y resultado de nuestra condición de cristianos.
Grupo 2