1. EL DISCÓBOLO DE MIRÓN
La imagen nos muestra una escultura de bulto redondo, que refleja el momento en el
que un atleta se dispone a lanzar un disco.
El material utilizado es el marmol pulido, utilizando una técnica extractiva. La
composición de la escultura nos deja entrever dos líneas curvas que se cruzan en dos
puntos. Una línea recorre desde el disco pasando por la cabeza del atleta hasta la rodilla y la
mano en la parte inferior; la otra línea se dibuja desde la cabeza del atleta, pasando por su
torso hasta el mismo punto en que terminaba la anterior. Estos ejes dan dinamismo a la
figura, le dan movimiento contenido. Pero el autor ha querido ir más allá y romper ese
dinamismo con líneas en zig-zag que van, desde los pies a la cabeza: del pie de apoyo hasta
la rodilla, de la rodilla a la cadera, de la cadera a la cabeza, y de la cabeza al disco.
Para finalizar este análisis, se obsarva cierto juego de luces y sombras en la posición
que adopta el atleta, y como el peso de la escultura está distribuido entre la propia pierna
del atleta que se apoya en el suelo, y el tronco que aparece detrás de la escultura, que
ayuadría a compensar el equilibrio de la figura.
Atendiendo a estas características, se trata de la obra de El Discóbolo de Mirón,
fechada entre el 450 y 460 a.C. y que se encuadra en la Etapa Clásica de la escultura griega,
concretamente en el siglo V donde se llega al clasicismo pleno en la escultura griega.
La etapa clásica se caracteriza por la búsqueda de la perfección, la simetría y la
idealización en sus composiciones. Se trata de esculturas que buscan la expresión máxima
de la belleza a través del uso del canon, de las relaciones matemáticas. Con respecto a la
Época Arcaica, se pierden algunos convencionalismos, como la sonrisa inexpresiva, el
hieratismo, etc, para hacer esculturas donde prima el movimiento contenido y la belleza.
Mirón además trata de imprimir a sus esculturas la sensación de captar el
movimiento en un momneto concreto, como una instantanea. Es lo que el denominó
“instante fecundo”. Este efecto se refleja en sus esculturas en la dicotomia entre la posición
del cuerpo y la expresión de la cara. La expresión de la cara está en relación con el Ethos:
su expresión tranquila parece mirar al infinito en una mirada intemporal. Por contra, el
cuerpo está en relación con el Pathos: la expresión violenta de sus músculos, marcando el
esfuerzo del atleta al tirar el disco.
Para concluir, la escultura de Mirón refleja por un lado los valores propios de la
escultura clásica, pero deja la puerta abierta al movimiento, siempre en unos límites
marcados por los ejes geométricos a los que somete la escultura.