1. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar
EMILIANO A G U I R R E *, J O S É MARÍA BASABE * * Y TRINIDAD TORRES ***
SITUACIÓN Y GEOLOGÍA DEL YACIMIENTO tratos y a distintos niveles, comunicados por chime-
neas de equilibrio.
Los restos cuyo estudio nos ocupa, han sido Colapsamientos importantes produjeron nota-
extraídos en la denominada «Sima de los Huesos» bles ensanchamientos y la aparición de grandes sa-
en la Cueva Mayor, situada en la Sierra de Atapuer- las.
ca, en las cercanías del pueblo de Ibeas de Juarros, Posiblemente en el Cuaternario, se produce la
a 14 km. de Burgos, en la margen derecha del río desactivación de karst, se denuda al anticlinal de su
Arlanzón. recubrimiento neógeno y, por colapsamiento de bó-
La Sierra de Atapuerca puede definirse geológi- vedas, se producen simas y dolinas, las cuales cons-
camente como un anticlinal de calizas y margas del tituyen zonas de acumulación de restos de animales
cretácico superior, rodeado por terrenos neógenos y sedimentos clásticos, con algunas reactivaciones
que se apoyan con una fuerte discordancia angular. locales que dan niveles de limos y arcillas de pérdi-
En la morfología regional, caben citarse tres su- da de carga. La colmatación de estas formas exokárs-
perficies de erosión, la más alta de las cuales deca- ticas es total, quedando sin colmatar los antiguos
pita la estructura mesozoica; la siguiente, de gran conductos, que quedan alejados de estas formas de
extensión regional, se desarrolla sobre terrenos neó- admisión.
genos. Igualmente sobre el neógeno se desarrolla La relación de estas formas con los depósitos
un extenso glacis, en dirección al río Pico que que- cuaternarios del río Arlanzón no está totalmente de-
da independizado del río Arlanzón por los relieves terminada, aunque puede afirmarse que quedan en
correspondientes a la segunda superficie de erosión. posición topográficamente inferior respecto a la
El río Arlanzón da tres sistemas de terrazas, la terraza más alta y sobreelevada respecto a las dos
superior algo rubefactada, en las que se observa restantes.
siempre una fuerte heterometría de los cantos, con La Cueva Mayor es un claro exponente de estos
imbricaciones no siempre observables. fenómenos. Posee dos niveles de conductos desarro-
Durante el Neógeno, se produjo una fuerte llados en dirección al eje anticlinal, coalescentes en
karstificación de esta estructura mesozoica recubier- las grandes salas. El más inferior de los cuales que-
ta por terrenos neógenos, que se resolvió en forma da virtualmente comunicado con otra cavidad del
de karst cubierto, dando una serie de conductos complejo kárstico denominado Cueva Menor o del
generalmente desarrollados en dirección de los es- Silo. En la zona terminal se observan testigos de
* Instituto Lucas Mallada, C.S.I.C, Madrid.
** Universidad Autónoma de Bilbao.
*** ENADIMSA, Madrid.
ZEPHYRVS, XXVI-XXVII, 1976
2. 490 Emiliano Aguirre, ]osé María Basabe y Trinidad Torres
rellenos clásticos, similares a los de las dolinas, que 9. P, medianamente gastado.
fueron eliminadas por una reactivación parcial del 10. M 3 derecho, poco gastado.
karst, durante el Cuaternario.
11. M1/2 izquierdo, muy gastado; falta la mitad
Es en esta zona, en el fondo de una sima que da
apical de las raíces.
a un conducto colmatado, donde se han encontrado
los restos cuyo estudio nos ocupa. 12. M2 derecho, poco gastado.
La estratigrafía no se ha podido observar ya que 13. M2 izquierdo, bastante gastado.
la zona excavada se encuentra totalmente removida 14. M1/2 izquierdo, muy gastado.
por la acción de los excavadores clandestinos. No 15. M2 izquierdo, poco o muy poco gastado.
obstante, puede afirmarse que los huesos se encon- 16. M 1 izquierdo, poco gastado.
traban englobados en una masa arcillosa rojiza que
descansaba sobre unas arcillas pardas que también Estas piezas se han siglado con los signos AT/B;
contenía huesos, los cuales presentan algunas frac- la letra B se refiere al lugar y nivel en la notación
turas antiguas y muchas modernas. Igualmente se usada por uno de nosotros (T.T.) para las localida-
observan en ella curiosas formas cilindricas de corro- des de Atapuerca.
sión y marcas de gusanos.
Se han recogido también dos fragmentos de pa-
Además de los restos humanos, aparecieron unos rietal, cuyo estudio se postpone.
tres mil quinientos huesos, completos o fragmenta-
dos, de oso, y algunos de un gigantesco felino, ade-
más de otros huesos aislados de pequeños carní-
DESCRIPCIÓN DE LA MANDÍBULA 1
voros y aves.
Estado de conservación
MATERIAL Faltan ambas ramas mandibulares. El cuerpo
mandibular derecho se prolonga por su cara interna
Se han identificado como humanos los fósiles si- hasta el vértice de la ligula mandibularis de la ra-
guientes: ma del mismo lado. La línea de fractura sigue direc-
ción oblicua, desde el primer tercio del borde ante-
1. Hemimandíbula derecha sin rama ascendente, rior de la rama a la altura del plano oclusal, hasta
con M1-M3 y alvéolos de C-P4 y parte del inmediatamente antes del arranque del ángulo del
alvéolo del incisivo lateral. maxilar, en el borde de la base mandibular. El borde
Hemimandíbula izquierda sin rama ascenden- alveolar permanece casi intacto por su cara interna;
te, con M1-M3 y alvéolos de los dos incisivos y se interrumpe ligeramente en la cara vestibular
centrales hasta el de P4. de M2 y aún más en Mi ; existe una melladura en P4
2. Fragmento mandibular derecho con C-Mi, semejante a la de M2 y otra más pronunciada en C.
desde el alvéolo del I2 hasta el del M2. En su cara anterior, falta una pequeña porción trian-
3. Fragmento mandibular izquierdo con el P4, gular de la tabla externa con el vértice dirigido ha-
desde la región alveolar de los incisivos al cia la base de la sínfisis, que afecta al septo intraal-
borde proximal del alvéolo del Ms. veolar C-P3, destruido en su borde supero-externo,
4. ? Posible P4 izquierdo extremamente gastado: y a todo el septo del I2. La superficie de fractura
sólo raíz y base de la corona. en la cara anterior respecto al plano sagital es obli-
cua y permite una aceptable reconstrucción con la
5. I2 inferior izquierdo muy gastado: falta por
hemimandíbula izquierda. Existe igualmente una
rotura reciente el extremo apical de la raíz.
ligera melladura en el borde anterior de l i .
6. Canino superior izquierdo; medianamente gas-
El cuerpo mandibular izquierdo, además de una
tado. leve melladura en los bordes alveolares de li, I2 y
7. I 2 superior izquierdo, bastante a muy gastado P4, presenta mayor pérdida de substancia en el bor-
(atrición plana). de vestibular y lingual de Mi, en el vestibular de
8. Incisivo central superior izquierdo, muy gas- M2 y en el lingual de M3. Falta la capa superficial
tado (atrición plana). de la línea oblicua hasta la altura de la cara distal
3. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar 491
FIG. 1. Mandíbulas humanas fósiles de Atapuerca (Burgos):
a) Perfil en norma lateral externa de la hemimandíhula derecha de AT/B 1.
b) Perfil en norma lateral externa de la hemimandíhula izquierda de AT/B 1.
c) Id. por la cara interna de la hemimandíhula derecha de AT I L 1.
d) Id. por la cara interna de la hemimandíhula izquierda, AT/B 1.
e) Arco alveolar de la mandíbula AT/B 1 reconstruida, norma colmai.
f) Fragmento mandibular derecho AT/B 2, por su cara externa.
g) El mismo de (f) por su cara interna.
h) Sección sinfisaria de AT/B 1, orientada según el plano del arco alveolar.
4. 492 Emiliano Aguirre, José María Basabe y 'Trinidad Torres
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FIG. 2. Mandíbula humana fósil de Atapuerca (AT/B) 1: los dos cuerpos mandibulares por su cara externa. Arriba, he-
mimandtbula derecha; abajo, hemimandíbula izquierda. Escala en cm.
FIG. 3. Las mismas que en fig. 1, por su cara interna. Arriba, hemimandíbula derecha; abajo, izquierda
5. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar 493
de M3. La fractura terminal del cuerpo izquierdo se D) Norma anterior
inicia en el mismo arranque del borde anterior* de
la rama, dibujando un saliente angular que no lle- La pérdida de substancia en el borde externo de
ga a salvar, como en el cuerpo derecho, la espina los alvéolos, correspondiente a las caras labiales
de Spix. de los incisivos, desfigura aparentemente la verdade-
ra implantación de las piezas, como si ésta no fuera
paralela al plano de la tabla ósea en aquella norma
frontal.
Descripción de la pieza Se advierten pequeños orificios nutricios que
acribillan la zona subincisiva y subpremolar, máxi-
A) Cara externa me en el lado izquierdo.
Las inserciones musculares de los maseteros se El tuberculum marginale anterior destaca parti-
destacan claramente a ambos lados, bien excavadas cularmente junto al borde inferior del cuerpo iz-
en la base de las ramas, sobre todo en la izquierda, quierdo.
en la que también destaca la del buccinador y cutá-
neo. E) Impresiones digástricas
Existe una depresión bajo la línea oblicua in- Las impresiones digástricas están separadas en-
terna y externa acusando una delgadez de la tabla, tre sí y del plano sinfisario, y se sitúan plenamente
que en el punto más estrecho, sobre el borde de en el plano basilar, bajo los tubérculos marginales;
arranque del ángulo mandibular del cuerpo deredho, la derecha más marcada, parece extenderse más me-
mide 5,6 mm., en tanto que en la porción retromo- dialmente, y se inclina ligeramente, con el plano en
lar superior el espesor a la altura de la cara dis- que se halla, hacia la cara lingual; por la parte dis-
tal de M3 derecho llega a los 19,8 mm. tal llega a la altura de Mi.
B) Agujero mentoniano
F) Cara interna: sínfisis y la
En el cuerpo derecho éste es ovalado e inclina- dos l i n g u a l e s
do, a plomo bajo Mi, y de 6,7 mm. de largo por
3,1 de ancho. El agujero mentoniano izquierdo está La región de la sínfisis está algo dañada en la
situado bajo P4-M1, es algo más redondeado y tiene cara interna, que presenta un relieve muy ligero. La
5,4 mm. de largo por 3,2 de alto. antigua rotura que separó los dos cuerpos mandi-
bulares arranca de la vertical del margen mesial del
C) Borde inferior alvéolo del incisivo lateral, y se dirige hacia arriba
según el plano de dicho margen hasta el borde in-
El perfil basilar es casi recto, excepto en la al- ferior de la fosa genioglosa, donde toma una direc-
tura de M3 (borde distal) en que es ligeramente ción oblicua que cruza ésta, llegando en su borde
convexo; y bajo el septo de M1-M2, donde arranca superior al plano sagital, y sigue hasta el alvéolo del
el tubérculo marginal anterior; esta convexidad lle- incisivo lateral derecho, que está destrozado. Hay
ga hasta el punto simétrico del cuerpo izquierdo, pérdida de substancia ósea en esta parte, y, menos
formando un arco muy rebajado en todo el borde importante, en el resto de los bordes de la rotura;
frontal. por acción reciente se halla erosionada la parte su-
El borde basilar es ancho y plano, y se marca perficial del hueso en el cuerpo derecho, en la región
por un fuerte reborde externo, que, al borde de la de la fosa genioglosa y zona adyacente.
fractura posterior en el cuerpo derecho, parece anun- Se distingue un plano alveolar muy desarrollado,
ciar una eversión gonial. Acentúan este reborde los extendido hacia distal, y apenas un esbozo o vestigio
tubérculos marginales: el del lado izquierdo parece de toro transverso superior. La fosa genioglosa es
sencillo, no desdoblado, pero en el lado derecho pa- poco profunda; en ella se advierten dos pequeños
rece distinguirse un tubérculo marginal posterior, orificios casi simétricos, en la posición del foramen
más débil que el anterior o principal. supraspinosum. Bajo el borde inferior de la fosa,
El plano basilar y el alveolar convergen ligera- casi en el plano sagital y en la parte dañada, se
mente hacia distal. aprecia un ligero saliente, que puede corresponder
6. 494 Emiliana Aguirre, José María Basabe y Trinidad Torres
FIG. 4. Mandíbula de Atapuerca 1 restaurada, en norma oclusal.
FIG. 5. La misma en norma basal.
7. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar 495
FIG. 6. Mandíbula de Atapuer-
ca 1 restaurada, por su cara an-
terior.
FIG. 7. La misma, vista por
su cara interna.
FÏG. 8. fragmento mandibulai
de Atapuerca 2, en norma oclu-
sal. Obsérvanse el ángulo ba
sal y rodetes laterales del C, el
P, cuasi-caniniforme y el dia-
grama sub-Y5 del Mt.
8. 496 Emiliano Aguirre, José María Basabe y 'Trinidad Torres
FIG. 9. ] Arriba, fragmento
mandibu ar derecho de Ata-
puerca 2 con C-Mr; abajo,
fragmento mandibular iz-
quierdo de Atapuerca 3 con
F,,. Ambos por la cara ex-
terna.
Is
H—io
Io
H
•%•—
FIG. 10. Los mismos de la
fig. 8, por su cara interna.
9. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Pr•eliminar 497
a la apófisis geni; un ligero espesamiento en el lado pieza derecha, por avanzar hacia mesial el entocó-
izquierdo a la misma altura, podría indicar una sua- nido que invade la región del metacónido. Los MM3
ve elevación que a veces substituye a esta apófisis o son desiguales en tamaño y morfología: el derecho
a alguna de las espinas. tetracuspidado con diagrama en cruz, y el izquierdo,
Las líneas oblicuas están muy pronunciadas, co- menor, y con las cúspides linguales no desarrolla-
mo crestas, y llegan muy cerca del borde inferior das.
de la fosa genioglosa, formando casi un toro trans- Las coronas de los MMa y MMU presentan cre-
verso inferior con el borde del plano basilar. Apa- nulaciones en el esmalte hacia los valles, que tienen
rece más marcada en el lado derecho, a pesar de la por ello un trazado zigzagueante. Las crenulaciones
erosión mencionada, y llega casi a delimitar la fosa apenas se aprecian en los MMi, tal vez debido al
digàstrica en este lado. desgaste.
G) Dientes
El arco dentario es parabólico, con las ramas ESTUDIO BIOMÉTRICO
muy abiertas, más que en la mandíbula de Mauer
(5,3-5,8 mm. en Mauer; 5,3-6,5 mm. en Atapuer- Pese a que las mandíbulas son mucho más po-
ca). bres que los cráneos en rasgos biométricos de valor
FIG. 11. Arriba, y por este or-
den, de izquierda a derecha, co-
ronas en norma oclusal de dien-
tes humanos de Atapuerca {AT/
B): 12, M2 superior derecho;
9, P 4 inferior; 10, M3 supe-
rior derecho; 16, MI superior
izquierdo; 15, M2 superior iz-
do. Abajo, y también de
derecha: 11, MI ó
2 inferior izquierdo; 13, M2 in-
ferior izquierdo; 14, M2 ó 3
inferior izquierdo. Escala en cm.
Los dientes son, en general, cortos, y lo es no- diagnóstico, y a pesar de que las ramas ascendentes
tablemente la serie Mi-3¡ "Las coronas de los MMi faltan en la mandíbula de Atapuerca 1 y los otros
son pentacuspidadas, con una distribución del tipo dos fragmentos son muy deficientes, se han podido
sub-Y 5; se aproximan aparentemente al tipo + 5, observar ciertos rasgos y obtener diversas medidas
debido a la corta longitud de la pieza y equilibrio de de interés en los huesos y en la dentición. Estas me-
las cúspides. Los hipoeonúlidos ocupan una posición didas se relacionan en sus correspondientes colum-
subcentral (centro-vestibular). No hay, pues, un mo- nas de los Cuadros 1 y 2, en que se comparan con
delo adecuado en la derivación de Zoubov (1964: las de otros fósiles humanos, aunque de modo pro-
Plate 1), aunque la tendencia tiene cierta semejan- visional.
za con su tipo IV. En los MM2, la fusión del hipo- Las medidas de estos otros fósiles se han toma-
conúlido y el hipocónido da a las coronas un aspecto do de la bibliografía en su mayor parte, pues no he-
tetracuspidado, con los valles no precisamente en mos tenido tiempo de visitar las colecciones donde
cruz, sino en disposición irregular, máxime en la se conservan los originales. Las de mandíbulas de
10. 498 Emiliano Aguirre, José María Basabe y Trinidad Torres
CUADRO 1. MEDIDAS MANDIBULARES DE LOS FÓSILES HUMANOS DE ATAPUERCA, COMPARADA
Atapuerca (AT/B)
iema
Mont-
AT/B 1 Rabat - Mauer mau- L'Arago II
AT/B2 AT/B3 S. Abd. Thomas
Izq. Dcho. Media
Altura:
en for. mentoniano 32.5 32.7 32.6 26.9 28.2 31 30
bajo M! 32.5 31.7 32.1 26.8 — 36 35 40 57 30 29 28.2 34.3 30 37
bajo M2-M3 29.0 29.0 29.0 27 33 28.4
Grosor:
en for. mentoniano 17.9 18.1 18.00 16.4 16 17
bajo M, 17.9 18.2 18.05 17. 19 17 19 16 16 15 16 19 17 19
bajo M r M 2 18.2 18.2 18.2 — 16.5
bajo M 2 -M 3 19.0 19.3 19.15 — 18 21.4 18.7
índices de robustez:
en for. mentoniano 55.2 60.97 57.45 55.9 56.7
bajo ML
- 57.8 63.43 — 53 48.5 47.5 43.2 53 51.7 56.7 55.4 56.7
Perímetro:
en for. mentoniano — c84.5 72.5 73.5 91 85 94 76 72 76 77 80
bajo M1 81.5 81.5 94 87 96 73 71 72 76 77
bajo M2-M3 80.0 80.5 94 73 71 76 73
Longitud ser. M r M 3 33.4 33.5 38 41.4 36.2 37.6 41.3 40" 36.5 35.3 34.5 33
Longitud ser. P3-P4 — — 16.6 17 18 18 13" 15" 15"
Ángulo sinfisario 114°
(Topinard)
11. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Yreliminar 499
DN LAS DE OTROS DEL PLEISTOCENO MEDIO, Y NEANDERTALENSES
Krapina La Qui: L'Hortus
Oldu- La Fe- Re-
L. Ba- va L'A- °%- Ochoz Spy Mous- Cha- Nau- Maiar- Arcy- Baño- gour- Circeo
ringo OH 13 go XIII O H 2 2 tier pelle- lette naud sur-C. las IV
aux-S.
32 30 27 38 33 32 37 27 31 26 24 29 34 33 25.5 31.5 33 35.5
27.6 31 34 24 21.5 33 34
16.6 21.7 15 13 14 15 16 18 16 15 14.5 14 16 15 15 16.6 16 16.5
17.3 16.8 21.9 20.7
17.9 18.7
20.2+ 21.5+ 24.4 16 16 18 17.5 19 16
67.8 50 44.4 47.3 42.4 46.5 43.2 66.7 51.6 57.7 60.4 48.3 47 45.4 58.8 52.7 48.7 46.5
26
.
6.8)
5
99° 99° 111° 90° 104° 94° 100° 85° 87° 95° 103°
(106°)
12. CUADRO 2. MEDIDAS DE LAS PIEZAS DENTARIAS DE ATAPUERCA, COMPARADAS CON LAS DE FÓSILES HUMANOS DEL PLEISTOCENO
MEDIO Y OTROS
Atap uerca (AT/B) Ternifine Oldu-
|li
Pek in
Sidi Tho- Rabat Te- TM vai Sangi- Mauer Arago
1 2 Otros 1 2 3 Abd. masl mara 1517 OH 22 ran B II
P3:
Longitud MD: 7.9 8.5 9.0 8.0 9.0 9.0 10.1 7.9; 9.8 8.1
Anchura BL: — 8.2 9.0 11.2 10. 9.6 10. 6.9 8.9 10.8 9.0
P4:
Longitud 8.4 8.7 8.0 9.5 8.2 9. 9. 8.5 8.5 9.0 8.5 9.2 7.5 7.8
Anchura — 8.1 8.2 10. 10.5 10. 10.7 9.5 10. 9.9 10.9 8.0 11.1 9.2 9.5
Mi:
Longitud 11.2 11.3 12.8 14.0 12.0 13. 14. 12.2 13. 11.9 13.7 12.5 11.3 13.6 11.6 12.5 11.
Anchura 11.0 10.3 12. 13. 11.8 11.6 13. 11. 12. 11.9 12.0 13. 11.1 12.6 11.2 10.6 9.5
M0:
Longitud ca 11.2 12.5 13.0 14.2 12.0 14.4 15. 12.5 12. 13.6 12.6 13. 11.9 12.9 12.7 12.2 11.8
Anchura 10.7 11.3 13.7 13.7 12.1 11.4 13.2 11.2 12.1 13.1 11.7 13.2 11.4 12.9 12. 11. 11.
M3:
Longitud 10.6 12.5 13.4 12. 11.7 12.3 12.5 11.5 14.1 14.5 10.0 12.9 12.2 10.8
11.5
Anchura 9.7 12.2 12.5 10.5 11.2 11.9 11. 11.2 12.4 12.5 10.0 12.4 10.9 9.6
dcho. 11.3
Atapuerca (AT/B) Terniñne Ghoukoutien L/Hortus
Lazaret
AT/B2 1 2 3 G 1 H l ii IV
C inferior:
(corona)
Long. MD 8.1 7.5 7. 8. 9. 8.5 8.3 7.5 7.5 7.8 7.7
Anch. BL 8.3 c9. 10. 11. 10.4 8.7 9.4 7.5 7.5 7.5 7.5
13. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar 501
FIG. 12. Dientes de Atapuerca (AT/B): arriba a la iz- FIG. 13. Los mismos de la figí 'ra anterior, por su cara
quierda: 6, C superior izquierdo; a la derecha: 8, I lingual.
central superior izquierdo. Abajo a la izquierda: 7, 1
lateral superior izquierdo; a la derecha: 5, I lateral in-
ferior izquierdo. Todos por su cara vestibular. Escala
FIG. 14. Los mismos: por su
cara distal, excepto el incisivo
central superior, n.° 8, por la
cara mesial.
14. 502 Emiliano Aguirre, José María Basabe y Trinidad Torres
neandertales son de E. Patte (1955: 202; 205); las dubius» y mandíbula B) y con los valores de Ter-
de La Ferrasie 1, Bañólas y Montmaurin se han to- nifine, y son ligeramente inferiores a Mauer. Los
mado de Heim (1976), y las de L'Hortus y Regour- grosores de las mandíbulas de Olduvai MNK 2
dou de A. de Lumley (1972). Las de los caninos de —OH 13— y del Lago Baringo caen dentro, y cer-
L'Hortus y Lazaret, de A. de Lumley y Piveteau ca del mínimo, de la distribución de Atapuerca,
(1969). Las de Circeo, según Sergi {fide Martin-Sa- mientras que el máximo de la localidad burgalesa
iler 1959, II: 1447). se aproxima al «Telanthropus» TM 1517 de Krom-
Las de Thomas 1, Sidi-Abderrahman, Rabat, Te- draai y queda debajo de O H 22.
mara, Ternifine son de Sausse (1975), así como los
perímetros, alturas y grosores de Mauer, Chou-kou- 2. En profundidad (o altura), en cambio, los
tien G 1 y H 1 y los pitecántropos de Java. De F. C. cuerpos mandibulares de Atapuerca quedan dentro
Howell (1960) hemos tomado las dimensiones de del recorrido de los neandertales, igual que Mauer,
los molares de Sangiran B, de todos los dientes yu- Montmaurin y L'Arago, y todas las mandíbulas de
gales inferiores de Pekín, de Mauer (piezas del lado Marruecos; se hallan entre los valores de las dos
derecho y ambos MM3), Montmaurin y los Mi y M2 mencionadas de Choukoutien. Las de Sidi-Abderrah-
de Ternifine y Sidi-Abderrahman (en las cifras de man (Cueva de Littorina), y Gl de Choukoutien
los Ms en este trabajo nos parece detectar errores corresponden a los máximos registrados en nean-
de transcripción); de Tobias y Von Koenigswald dertales, y Ternifine 3 lo excede. Atapuerca se man-
(1964) las del P4 de Sangiran B; las de Rabat y de tiene por debajo de los valores registrados en
los últimos molares de Ternifine y Sidi-Abderrah- Mauer, Ternifine y Sangiran, mientras que Temara,
man, en Sausse (o. c). Algunas dimensiones se re- Rabat y Thomas 1 caen dentro del recorrido de
fieren fide Fuste (1958), como las longitudes de las Atapuerca. L'Arago 2 es más baja (menos profun-
series Mj-Ms de las mandíbulas de Choukoutien da).
G 1 y H 1, y los ángulos sinfisarios de estas mismas
3. La altura del cuerpo mandibular resulta
y de Ternifine (éstas citadas como de Arambourg);
menos diagnóstica entre pitecántropos y neanderta-
otros ángulos sinfisarios, de Martin & Sailer (1959).
les que el grosor, aunque hay un grupo muy claro
Las dimensiones de las mandíbulas de Olduvai
de mandíbulas muy profundas: Java, Ternifine y
OH 13 y OH 22, la del lago Baringo y la de TM
Cueva de Littorina. Todo lo que precede invita al
1517 («telántropo») fueron tomadas por el primer
análisis bivariante de estas dos dimensiones, y los
firmante. Las de L'Arago, sobre moldes.
diagramas de dispersión (figuras 15 y 16) muestran
Ello confiere a este estudio biométrico un carác- que un grupo de mandíbulas humanas fósiles se des-
ter de provisionalidad y mera aproximación, que tacan tanto de los neandertales, y más aún, que de
nos parece indicativo, pero sujeto a revisión. los pitecántropos, a los que están más próximas.
Dicho grupo está constituido por las mandíbulas
de Mauer, Montmaurin, Temara, Atapuerca y
ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS MANDÍBULAS DE L'Arago.
ATAPUERCA Efectivamente, los índices de robustez de ese
grupo de mandíbulas superan a los demás que co-
De un examen preliminar, que esperamos poder nocemos, excepto la de «P. dubius».
completar más adelante, resultan las consideracio-
nes siguientes: 4. Un rasgo, en que la mandíbula de Atapuer-
ca 1 aparece muy moderna, es la longitud de la se-
1. Los cuerpos óseos mandibulares de Ata- rie molar adulta M1-3. En esta dimensión, el reco-
puerca, incluso en el individuo más joven —AT/B rrido de los neandertales (33-59 mm.) se solapa
2, un adolescente— exceden en grosor a los máxi- con el de los pitecántropos (36-41.5 mm.). Este
mos de neandertales y a todas las mandíbulas de valor queda en nuestro fósil por debajo de la me-
Marruecos atlántico —Temara, Rabat, Thomas 1 y diana de los neandertales y de la mínima de Ter-
Sidi Abderralhman—, así como a la de L'Arago 2; nifine y Casablanca, lo mismo que en Mauer, Mont-
se solapan muy ampliamente con el recorrido de maurin y L'Arago 2; Temara está ligeramente por
Choukoutien (GÌ, HI) y Sangiran («Pithecanthropus encima de ese valor de 36 mm.
17. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar 505
de Spy 1 y Regourdou, máximas entre los neander- perior en la mandíbula 1 de Atapuerca, quizás un
tales. poco más en la mandíbula 2 al borde de la rotura,
en lo que se parecen a las de Choukoutien y San-
9. La cara interna de la sínfisis es de más di- giran, a las dos primeras de Ternifine y a Rabat.
fícil observación en nuestra mandíbula, por los de- Estos rasgos parecen variables en las muestras co-
terioros mencionados más arriba. La fosa genioglo- nocidas.
sa aparece poco pronunciada; en general, la cara
interna de la región sinfisaria aparece bastante lisa, 11. El borde basilar y los tubérculos margina-
o con un relieve suave; bajo la fosa, se aprecia una les, son también rasgos variables. Lo grueso de es-
100
9B
96
9i
92
20 21 22 23 24 25 26 27 29 30 31 32 33 34 35 35 37 38 39 ¿0 41 42 Altura (en me
FIG. 17. Diagrama de dispersión de las medidas de altura (abscisas) y perímetro (ordenadas) de los cuerpos mandibu-
lares, en el plano que pasa por el agujero mentoniano, de Atapuerca y fósiles humanos del Pleistoceno medio de Africa
y Europa. Signos como en la fig. 15.
elevación ligera en el lado izquierdo y un saliente a te borde, en Atapuerca, parece poder interpretarse
modo de espina rota en el deredho, que representa- como un rasgo arcaico, y tiene parecido con las
rían los tubérculos geni inferiores. Todo este dis- mandíbulas de L'Arago y Thomas 1.
positivo es, pues, menos marcado que en la man-
díbula de Mauer, y recuerda sobre todo al de Mont- 12. El perfil basilar y la orientación del plano
maurin, Rabat y Ternifine, en lo que puede obser- basal respecto al plano alveolar en norma lateral,
varse. nos parecen también rasgos muy variables y de com-
prometida interpretación en taxonomía y filogenia.
10. Apenas se indica un toro transverso su- El perfil basilar de Atapuerca 1 se parece sobre to-
18. 506 Emiliano-Aguirre, José María Basabe y Trinidad Torres
do a los de L'Arago, Montmaurin, y tiene alguna gástricas —que parecen también muy variables—,
aunque menor semejanza con Terni-fine 2 y 3, Ba- pero sí en su disposición. Las de los neandertales
ringo y OH 13. llegan a aproximarse mesialmente hasta una línea
La convergencia hacia distai de los planos ba- que recorre la intersección con el plano sinfisario;
silar y alveolar, con la consiguiente disminución en en cambio, en Atapuerca 1, como en Mauer, están
altura del cuerpo mandibular en esa dirección, pue- bien separadas; una es larga y otra corta, lo que
de variar con la edad y el sexo, igual que el recu- permite dudar de la significación de su forma y alar-
brimiento de Ms en norma lateral por la base del gamiento, que es variable en Ternifine, y diferente
M,-Ms
longitud
39
38
i 0
" '2 « U 45 ¿6 U ¡S ¿9 50 51 52 53 Sí 55 56 57 58 59 Índice Robustez
FIG. 18. Dispersión según los índices de robustez de los cuerpos mandibulares en el agujero mentoniano (abscisas) y
la longitud total de la serie molar (ordenadas), de Atapuerca,«anteneandertalenses» europeos y varios neandertalenses. Sig-
nos como en la fig. 15.
borde anterior de la coronoide. La disminución en en Mauer y Montmaurin. Se encuentran totalmente
altura de los cuerpos mandibulares de Atapuerca es en el plano basal o ventral, como en Ternifine 1 y
superior a la de Montmaurin y Thomas 1 y, en ge- 3, y en Montmaurin.
neral, a las de los neandertales, y se asemeja a las
de L'Arago —pero reiteramos nuestras dudas res-
pecto al valor diagnóstico de este rasgo—. 14. No se aprecia toro mandibular en las man-
díbulas 1 y 2 de Atapuerca, y en esto se asemejan
13. Más interesantes parecen, las diferencias, a Thomas 1, a diferencia de Lantian, Ghoukoutien,
no en el tamaño o el alargamiento de las fosas di- Ternifine, Mauer y L'Arago XIII.
19. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota 'Preliminar 507
15. El foramen mentoniano es también muy En resumen, los rasgos más significativos de ro-
variable, y difícilmente se puede atribuir a sus va- bustez ósea y de la región mentoniana y plano sin-
riantes un valor diagnóstico. No obstante, se ha fisario en general separan decididamente a los fósi-
observado que en los pitecántropos es altamente les de Atapuerca de los neandertales y parecen aso-
frecuente su desdoblamiento, con uno o dos aguje- ciarlos con los pitecántropos o, en términos más
ros pequeños satélites: este rasgo, constatado en las generales y neutros, con los Homínidos del Pleis-
mandíbulas de Ternifine, Rabat, Mauer, Montmau- toceno medio, pero sobre todo con las mandíbulas
rin y L'Arago XIII, aparece también en Atapuerca conocidas de esta época en Europa y también con
2; dudamos si se podría interpretar en este sentido las de las cercanías de Rabat (Rabat y Temara). Se
!.-Ms
bngitud
¡.3
•.2
41
40
39 .
38
37 •
36-
35 •
34 -
33
43 44 45 46 u7 48 49 5C 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 6! 62 63 54 65 66 Indice Robustez ( en M. :
FIG. 19. Dispersión de los índices de robustez de los cuerpos mandibulares en el M1 (abscisas) y la longitud de las
senes molares (ordenadas) de Atapuerca y varios fósiles humanos del Pleistoceno medio. Signos como en la fig. 15.
un pequeño orificio bajo la parte anterior de M2 en añade como rasgo coincidente, con el valor que pue-
el lado derecho de Atapuerca 1. da tener, el desdoblamiento del agujero mentonia-
La posición del agujero mentoniano principal no.
es de media a baja en Atapuerca 1, como en L'Ara- No obstante, hay caracteres que permiten dis-
go II, Thomas 1 y Ternifine 1 y 2; más baja en tinguirlos de los pitecántropos africanos y asiáticos.
Atapuerca 2 y 3, pero no tanto como en L'Arago De los primeros sobre todo la menor profundidad
XIII y Ternifine 3. mandibular; el acortamiento notable de la serie mo-
Respecto a la serie dentaria, este foramen se lar, y, si se quiere, el retraso en posición del agu-
ubica bajo el septo entre P4 y Mi, como en L'Arago jero mentoniano, les confieren un aspecto progre-
XIII, excepto en el lado derecho de Atapuerca 1, sivo o de modernidad.
donde se retrasa hasta caer bajo la mitad proximal Ahora bien, precisamente esos rasgos y su anta-
de Mi como en L'Arago I I : en esto se aproxima gonismo aparente motivaban las conocidas dudas
más a los hombres modernos. respecto a la clasificación de las mandíbulas de
20. 508 Emiliano Aguirre, José María Basabe y Trinidad Torres
Mauer y Montmaurin (Howell 1960; 1961), y se como M2: es de una talla muy semejante a las de
han interpretado como una indicación de «trend» esta pieza en Mauer, Olduvai OH 22, Rabat y
progresivo en Marruecos atlántico desde los fósiles Montmaurin, y mayor que en L'Arago II y en la
de Casablanca, pasando por la mandíbula de Rabat, pequeña mandíbula de Pekín. Este rasgo, pues, apa-
hasta la de Temara. Como queda dicho, la aproxi- rece variable en Atapuerca, donde, por el contra-
mación es evidente, máxima y casi total entre Ata- rio, las dimensiones mandibulares, e incluso las de
puerca, Mauer, Montmaurin, Temara y L'Arago II. otros dientes, son muy homogéneas.
Los rasgos dentarios —aun sin haber, ni mu- Otra tendencia clara, en cambio, en los molares
cho menos, terminado su estudio— confirman esta del grupo europeo mencionado y en los de Rabat es
apreciación: la parte inferior conservada de la co- la de tener coronas más estrechas bucolingualmente
rona de un incisivo central superior, y los caninos que las mandíbulas de Ternifine, Pekín y Africa
con corona muy alta, base ancha bucolingualmente, Oriental. El canino inferior de Atapuerca ocupa,
marcado talón y rebordes laterales, pueden inter- por sus dimensiones, una posición semejante; son
pretarse como primitivos. La serie molar, en cam- superiores a los neandertales y próximas a la peque-
bio, sería progresiva por el aspecto morfológico de ña mandíbula de Ghoukoutien y a la menor de Ter-
sus coronas y por la reducción de su tamaño, tanto nifine. Otro tanto puede decirse de los premolares:
en el total de la serie M1-M3 como, sobre todo, en los P4 son casi idénticos a los de Ghoukoutien H 1,
les MMs e incluso en los MM2 de la mandíbula 1. más largos y más estrechos que los de Mauer y L'
No obstante, esa «modernidad» de la dentadura Arago II; el Ps es una pieza muy variable, y en
de Atapuerca no contradice las anteriores evidencias Atapuerca 2 tiene un cierto aspecto caniniforme y
y puede ser en parte aparente, ya que la reducción resulta morfológicamente intermedio entre el ca-
en longitud de la serie molar se manifiesta desde nino y el P4, debido al escaso desarrollo de su cús-
Mauer, Rabat y Temara, y es característica en Mont- pide lingual, entre otros detalles. No pretendemos
maurin y L'Arago II. Por otra parte, las dimensio- sacar conclusión especial, repetimos, de este rasgo
nes de los Mi de Atapuerca se sitúan entre las de en una pieza tan variable, que, por ejemplo, en OH
este grupo de fósiles, y muy próximas a las de la 22 es extremadamente larga y estrecha.
mandíbula H 1 de Ghoukoutien. Los últimos mola- Los profundos surcos de abrasión linguo-bucal,
res son normalmente menores que los MM2 en los que se observan en las bases de las coronas en sus
llamados «pitecántropos» u H. erectus, desde Ter- caras mesial y distai de varios molares inferiores,
nifine y Pekín, y en Lantian estas piezas no llegan a se han observado en otros fósiles humanos y son un
formarse (Woo, J.-K., 1964). Además, series de- problema aún no resuelto.
crecientes se encuentran en Olduvai OH 22, en Te-
mara, en Pekín, y, según las medidas de algún au-
tor (aunque no según otros), en Montmaurin; en
Ternifine 3, los molares primero y segundo son LA POBLACIÓN EUROPEA DEL PLEISTOCENO MEDIO
iguales en longitud. Y EL ORIGEN DE Homo sapiens
Puede, por consiguiente, afirmarse que, desde
una cierta antigüedad en el Pleistoceno medio, se Por todo lo dicho, el hallazgo de Atapuerca pa-
manifiesta en diversas poblaciones, que los taxóno- rece dar consistencia a la opinión de Howell (1960;
mos tienden a clasificar como Homo erectus, una 1961), que consideraba como un grupo aparte a la
gran variabilidad en los MMs junto con su clara población europea del Pleistoceno medio, represen-
tendencia a disminuir de tamaño, y aun a desapa- tada entonces sólo por Mauer y Montmaurin. Esta
recer. Algo más tardía y menos generalizada se ma- población, o raza, parece, por los nuevos hallazgos,
nifiesta asimismo la tendencia a la reducción del M2 identificarse y definirse más aún. Creemos estar
y por tanto a series molares decrecientes. Estos ras- ahora en situación de asimiliarle incluso los hom-
gos, por consiguiente, no son exclusivos o diagnós- bres- representados por las mandíbulas de Rabat y
ticos del hombre moderno. Por otra parte, hay un Temara, y discutir el origen exclusivamente asiático
molar inferior en Atapuerca, AT/B 13, que excede que Howell parecía presumir, pues estos fósiles eu-
en tamaño a todos los otros hasta ahora conocidos ropeos parecen poder situarse al término de una
de este yacimiento, y nos parece poder interpretarlo tendencia filogenètica Ternifine-Casablanca-Rabat-
21. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar 509
Temara tanto o más que al final de la tendencia ma- co, y que de su hibridación surgieran los poblado-
nifestada en los hombres fósiles de China. res europeos de final del Riss y comienzo del Würm.
Ello permite plantear otra hipótesis alternativa, Ciertamente se necesitan más datos para verificar o
y al mismo tiempo implica otra problemática inte- desechar estas hipótesis, pero estas direcciones son
resante. La hipótesis alternativa para el origen de importantes para futuras investigaciones.
la población humana de Europa sería la de una En todo caso, la diferencia diagnóstica entre pi-
naturaleza híbrida, esto es, de antecesores africa- tecántropo y hombre moderno —o entre H. erectus
nos y asiáticos. El primer problema aquí implica- y H. sapiens— se atenúa y parece encontrar nuevas
do es paleogeográfico: esto es, la posibilidad de la evidencias a su favor la opinión de un origen holo-
travesía del Estrecho de Gibraltar, a favor quizás genético de H. sapiens. Merece atención el modelo,
de las regresiones eustáticas, que se planteaba por aplicado a la humanidad del Pleistoceno medio, de
otro lado a causa de las industrias adhelenses con una evolución cuasi-continuada, con segregaciones
alta frecuencia de filos trasversales {«hachereaux», geográficas de demos que se especializan, o razas, y
«cleavers»), como indicó Fuste (1958), y que trata nuevas hibridaciones, no frecuentes pero sí ocasio-
de nuevo ampliamente Alimen sobre la base de nales y efectivas entre esas poblaciones. D<¿ nuevo
nuevas evidencias (1975). constatamos la escasez de fósiles humanos en esa
Otra cuestión, ésta filogenètica y más general, época para establecer una conclusión semejante, pe-
es la relación de la población europea del Pleistoce- ro de aquí también resulta la importancia potencial
no medio con poblaciones humanas fósiles posterio- de Atapuerca en un futuro deseable.
res, especialmente neandertalenses. Aquí volvemos
al problema que ya señalaba Howell (/. c), y que re-
sulta de la falta de cráneos en Mauer y Montmau- RESUMEN
rin (y, añadimos, en el Mohgreb) por un lado, y,
por otro, la falta de mandíbulas asociadas con los 1. No puede establecerse por ahora la estrati-
fósiles craneales del Pleistoceno medio europeo, grafía de Atapuerca y sus fósiles humanos.
Swanscombe y Steinheim (y, añadimos, Vérteszo-
2. La posición de éstos en la filogenia huma-
llos). En efecto, estos cráneos, sobre todo los dos
na se halla en relación con las mandíbulas de Mauer,
primeros, parecen corresponder a la diagnosis ad-
Montmaurin, Temara y L'Arago, por los rasgos ob-
mitida de Homo sapiens, mientras que, como ve-
servados en el hueso mandibular y la dentadura.
mos, las mandíbulas que conocemos de época se-
mejante presentan ambigüedades. De aquí la gran 3. Se constata en general una notable homo-
importancia de L'Arago, de donde se conocen crá- geneidad morfológica y biomètrica en la muestra
neo y mandíbulas, y la necesidad de excavaciones de Atapuerca, con diferencias de talla en algunos
metódicas y extensivas en Atapuerca, donde la es- molares (posiblemente dimorfismo sexual).
peranza de hallarlos no es insensata.
4. Se confirma un valor diagnóstico de la ro-
El cráneo de L'Arago tiene rasgos de H. sapiens,
bustez mandibular, de la ausencia de mentón, del
y concretamente neandertalenses, aunque con aire
planum alveolare y sección sinfisaria en general, así
de gran primitividad, pero también hay diferencias
como de la disposición de las fosas digástricas, en-
entre las mandíbulas 2 y 13, una de las cuales en-
tre otros.
caja más entre las primitivas y próximas a H. erec-
tus, mientras que la otra presenta rasgos que pare- 5. Igualmente se confirman las tendencias evo-
cen definitivamente diagnósticos del hombre moder- lutivas a la reducción de la longitud total de la serie
no. Se replantea también con esto la hipótesis de molar, de los MM3 y aun de los segundos molares,
Howell (/. c.) de la sustitución («replacement»): y, por esto mismo, tendencia a series decrecientes,
podemos precisarla, para nuestro caso, como la po- así como a la menor anchura de los molares y a una
sibilidad de que, en la glaciación Riss, hubiera en menor profundidad del cuerpo mandibular, en las
Europa occidental una población, especializada o poblaciones del Pleistoceno medio en el Mediterrá-
progresiva en ciertos rasgos, conservadora en otros neo occidental euroafricano. Algún valor diagnósti-
y bastante homogénea, que sufriera en esta época la co puede concederse al desdoblamiento del agujero
inmigración de nuevos grupos de un centro genéti- mentoniano.
22. no Emiliano Aguirre, José María Basabe y Trinidad Torres
6. Aparece por lo menos dudoso el valor diag- de clasificar y designar los fósiles humanos con no-
nóstico entre H. erectus y H. sapiens del relieve menclatura binomial linneana, y designarlos más
interno de la región sinfisaria, del perfil ínfero-man- bien con nombres locales y, dado el caso, indicación
dibular, de la convergencia hacia posterior del pla- de nivel estratigráfico.
no alveolar general y el plano basilar, así como de
la reducción de los últimos molares y el esquema
decreciente de la serie molar. RECONOCIMIENTOS
7. Parece aumentar la evidencia en favor de
la practicabilidad del Estrecho de Gibraltar por po- Queremos agradecer la asistencia y apoyo en-
blaciones humanas durante las glaciaciones del Pleis- contrados, para las excavaciones dirigidas por uno
toceno medio, por la comunidad morfológica y bio- de nosotros (T.T.) en que ocurrió el hallazgo, en
mètrica que se aprecia entre las mandíbulas de las Autoridades de la Diputación Provincial de Bur-
Mauer, Montmaurin, Rabat, Temara, Atapuerca y gos y sus Servicios de Arqueología y Espeleología,
L'Arago II. así como en la Inspección Técnica de Excavaciones;
también la comprensión y facilidades con que las
8. Parece también aumentar la evidencia en favorecieron el Dr. J. M. Apellániz y el propieta-
favor de la hipótesis de un origen hologenético de rio de la finca, Sr. Codón; igualmente la ayuda del
H. sapiens en el Pleistoceno medio, y de la hipó- Departamento de Prehistoria de la Universidad Au-
tesis de sustituciones de poblaciones especializadas tónoma de Madrid. En la excavación y recuperación
marginales por sucesivas oleadas migratorias pro- de las piezas intervinieron los arqueólogos Sres.
cedentes de centros genéticos en el interior de los Carlos Puch, Aurora Cobo y Mercedes Gamazo. El
grandes continentes (Asia y Africa). estudio de los fósiles se hizo en la Sección de Pa-
9. Igualmente, y por la misma evidencia, de- leontología de Vertebrados y Humana del Instituto
be mantenerse la duda sobre la pretendida clasifica- Lucas Mallada, CSIC; asistieron en la restauración
ción de las mandíbulas de Mauer, Montmaurin, Ra- de los fósiles D. a Paloma Gutiérrez del Solar y
bat y Temara en el taxón H. erectus, así como sobre Blanca Gómez Alonso, con los dibujos D. Jesús
la unidad taxonómica de esta «especie» e incluso Soto y D. a Rosario Crespo, y las fotografías se de-
del hipodigma del «Atlanthropus». ben a José Manuel Hontoria, de dicha Sección. El
estudio de fósiles humanos de Africa Oriental y
10. El Homínido OH 22 de Olduvai parece
Sudafrica se pudo hacer en 1968 gracias a una Be-
que debe asimilarse taxonómicamente en cierto gra-
ca de la Wenner-Gren Foundation, Inc., Nueva
do al OH 13, a la mandíbula de Baringo y al «te-
York otorgada al primer firmante (E.A.). Debemos
lántropo», aunque en este grupo puede haber una
a H. y M. A. De Lumley, que nos visitaron tenien-
progresión evolutiva semejante a la de los llamados
do ya concluido este manuscrito, la discusión de al-
«pitecántropos» asiáticos y norteafricanos.
gunos conceptos, alguna rectificación en la identifi-
11. Se enriquece el hasta ahora muy pobre cación de dientes sueltos, y correcciones en algunas
elenco de fósiles humanos del Pleistoceno medio medidas de L'Arago II, que estaban equivocadas
europeo. en la bibliografía, y volvimos a tomar juntos, sobre
12. Parece recomendable evitar la pretensión un molde 1.
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1
Debido a la urgencia de la impresión, la redacción y te estudio y en la obtención de los datos objetivos, por lo
forma definitiva de este artículo preliminar no ha podido que el primer firmante se hace responsable de los posibles
ser revisada por todos los autores que intervinieron en es- errores de interpretación.
23. Los Fósiles Humanos de Atapuerca (Burgos): Nota Preliminar 511
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