1. Várices esofágicas
as várices son dilataciones de las venas del esófago o estómago. Se forman como
consecuencia de la hipertensión portal, que a su vez es causada por la cirrosis hepática.
Las várices esofágicas se diagnostican mediante una endoscopía digestiva alta.
Síntomas
Las várices esofágicas no producen dolor ni molestias, excepto cuando sangran. El
sangrado variceal es una complicación grave del daño hepático crónico y puede
manifestarse de las siguientes maneras:
Vómitos con sangre (“hematemesis”).
Deposiciones de color negro, pastosas y de mal olor (“melena”).
Lipotimia o desmayo.
Anemia crónica, en casos de sangrado en pequeñas cantidades por gastropatía de la
hipertensión portal.
Diagnóstico
Las várices esofágicas o gástricas se diagnostican mediante la realización de una
endoscopía. Tanto el tamaño de las várices como ciertos signos endoscópicos predicen el
riesgo de sangrado.
2. Tratamiento
La ligadura endoscópica de várices es un procedimiento que permite instalar bandas elásticas que
obliteran los cordones venosos que se forman en el esófago.
Cuando las várices son pequeñas y nunca han sangrado, no requieren un tratamiento
específico. En estos casos se recomienda repetir la endoscopía cada año. Si las várices
son grandes y no han sangrado nunca, se recomienda un tratamiento preventivo
(“profilaxis primaria”). Lo más usado son medicamentos de tipo beta-bloqueador
(propanolol y nadolol). En casos de sangrado activo, el paciente debe consultar en forma
inmediata al servicio de urgencia. Además de la hospitalización y el aporte de volumen
(suero), hay medicamentos intravenosos que pueden ayudar a controlar la hemorragia,
como la terlipresina, octreotide y somatostatina. Sin embargo, el tratamiento de elección
es endoscópico, mediante la ligadura de las várices del esófago o inyección de
cianocrilato en las várices gástricas. Si las medidas endoscópicas no son efectivas en
controlar el sangrado, se puede recurrir a la instalación de un TIPS, que consiste en la
inserción de una prótesis (“stent”) que comunica la vena porta con la vena
suprahepática. Se instala a través de un catéter insertado en una vena del cuello. Uno de
los riesgos de este procedimiento es el desarrollo de encefalopatía. Una vez que ha
ocurrido un sangrado, la posibilidad de que se repitan en el futuro es alta, por lo que se
debe plantear algún tratamiento para evitar esta complicación (profilaxis secundaria).
Las opciones en esta etapa incluyen el ingreso a un programa de ligadura de várices, con
tratamiento endoscópico cada 3 a 6 semanas hasta lograr la erradicación de las várices.
Habitualmente esto se logra luego de 3 a 4 sesiones. Otra opción es el uso de beta-
bloqueadores como propanolol.