Rafael Alberti explora su amor por la pintura en su libro de poemas "A la pintura". El libro rinde homenaje a famosos pintores como Velázquez y a museos como el Museo del Prado a través de la métrica y el lenguaje poético. Alberti logra capturar la historia y esencia de la pintura a lo largo del poema mediante imágenes ricas y hallazgos literarios que demuestran su habilidad para pintar con palabras.
2. ESTILO POETICO DE ALBERTI REFLEJADO EN
LA POESIA:
“A LA PINTURA”
Con su libro de poemas A la pintura, Rafael Alberti nos legó un
Museo y una Escuela de Bellas Artes en verso.
En el poeta revive el pintor que lleva dentro y que fue su
primera vocación: «Mil novecientos diecisiete. / Mi adolescencia:
la locura / por una caja de pintura, / un lienzo en blanco, un
caballete».
Con esta obra, Alberti vuelve a la pintura como regresa, una
y otra vez, al mar, es decir, en busca de la adolescencia
irremediablemente perdida. El poeta de El Puerto de Santa
María demuestra tanto en este libro como en los que le siguen
esa fuerza creadora y ese amor a la vida que algunos artistas
logran mantener hasta la vejez.
3. El libro está escrito en el exilio, en unos años en los que
Alberti nunca deja de rendir culto a la belleza, sea su voz airada o
no, sean sus versos «políticos» o «no políticos».
Hay un grupo de composiciones en el que me gustaría
centrarme un poco mas, estos son en los que habla del famoso
Museo del Prado. Para estos poemas escoge diversas formas
métricas, que adapta hábilmente según las características de
cada pintor y Alberti las alterna con otras que toman como
argumento objetos y conceptos que tienen que ver con los
medios y recursos de la propia técnica pictórica, como los que
dedica a la retina, a la mano, a la paleta, al pincel, al lienzo, a la
perspectiva, a la composición... Para este grupo elige la fórmula
métrica del soneto y siempre está precedido de una invocación:
«A ti...». También hay un tercer grupo que alterna con los otros
dos: el que dedica a los colores, a los que el poeta deja hablar en
primera persona, y en los que utiliza el verso libre.
4. Alberti sumerge en una explosión de luz y color, en una
sinfonía métrica, poemas y de reproducciones de cuadros. En
este caso la capacidad imaginativa del lector se somete a los
límites del cuadro escogido cuando el poema habla de Zurbarán,
de Velázquez, de Goya, de Van Gogh, de Gutiérrez Solana, de
Picasso... y de todos los que aparecen en la serie de pintores,
todo esto es una sinfonía de cuadros famosos, de colores, de
luces y líneas.
Cuando Alberti, desde el exilio, habla de Museo, ese no es
otro sino el del Prado. En el poema «Velázquez», el más
extenso de los dedicados a los pintores, Alberti recuerda desde
la otra ribera del océano, con la nostalgia del trasterrado, los
cuadros de Velázquez con su fondo de paisajes madrileños:
«Te veo en mis mañanas madrileñas, / cuando decía: Voy al
Prado, voy / a la Casa de Campo, al Manzanares... / Y entraba
en el Museo».
5. Rafael Alberti ha sabido recoger, como muy
pocas veces en la historia de la literatura, la
historia y la esencia de la pintura a lo largo de
un poema denso, variado, arrebatador, y
enriquecido con imágenes y hallazgos literarios
de todo signo. Así, con otro lenguaje distinto
al de las artes figurativas, el artista pinta con el
verso.
6. Rafael Alberti ha sabido recoger, como muy
pocas veces en la historia de la literatura, la
historia y la esencia de la pintura a lo largo de
un poema denso, variado, arrebatador, y
enriquecido con imágenes y hallazgos literarios
de todo signo. Así, con otro lenguaje distinto
al de las artes figurativas, el artista pinta con el
verso.