El documento explora las ideas sobre constelaciones familiares y cuestiona la noción de quién es el "bueno" y quién es el "malo". Explica que a menudo el hermano considerado "malo" está representando la carga de problemas familiares para aliviar a los otros hermanos, y que honrar su destino puede resolver conflictos entre hermanos y en generaciones futuras. También sugiere que alguien considerado "malo" podría estar haciendo balance por una víctima excluida o imitando a un perpetrador, y que
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Ideas Sobre Constelaciones Familiares
1. Ideas sobre Constelaciones Familiares:
El bueno y el malo. ¿Quién es quién?
Hay mandatos sociales. Hay, en teoría, cosas que se deben hacer y otras que
NO se deben hacer. Están los llamados buenos y los llamados malos. Están los
que reciben aplausos y los que son señalados por los demás. Mi pregunta es:
¿Quién tiene la razón? Otra pregunta: ¿Quién es el bueno y quién es el malo?
Gracias al trabajo y al aprendizaje que he tenido la suerte de ver y tener con
Constelaciones Familiares, cada vez me paro menos a pensar en los buenos o
los malos de las historias. Cada vez hay menos juicios ante lo que hace uno o
el otro. Cada vez hay menos señalamientos.
Trato de mirar cada historia con ojos bien abiertos y sin dejarme de
maravillar de lo grande que es el balance y la compensación en cada grupo, y
de cómo se cumple una y otra vez, especialmente, cuando alguien queda
excluido de la familia.
Del lado del “malo”
Cuando me cuentan una historia de alguien “malo”, una persona que se
comporta “mal”, una persona que hace “lo peor”, un ser humano que “se sale
de lo establecido”, mi primer pensamiento es: ¿A qué persona de su familia
estará representando? ¿Con quién estará embrollado? ¿De dónde proviene este
supuesto mal?
En este punto me recuerdo de Carola Castillo, quien en nuestra formación
solía decirnos algo así como que cuando le mostraban al bueno y al malo, ella
se sentaba al lado del malo, pues quizá los supuestos buenos eran más
numerosos y quizá hacía falta alguien que se sentara junto al supuesto malo,
lo mirara y le diera un lugar.
Y es que regularmente, ¿Qué hacemos con los malos? Los excluimos, los
sacamos de nuestra vida, lo execramos de la familia, les dejamos de hablar. Y
allí comienza o sigue el desbalance, dependiendo de la historia.
Por ejemplo, si vemos a dos hermanos: uno de ellos trabaja, estudia, es
responsable, no se mete con nadie. El otro, es alcohólico, enfermo, quizá
roba o es adicto. ¿Quién es el bueno? Respuesta rápida: el que no se mete con
nadie. Quizá el otro sea el excluido, señalado, execrado, porque es el malo.
En la teoría de Constelaciones Familiares, cuando se trata de los hermanos, se
dice que entre ellos, sin importar la cantidad, se reparte (por así decirlo), los
temas de la familia, tanto los buenos como los menos buenos. Sin embargo,
puede pasar que uno de ellos, generalmente el mayor, tome una mayor carga
de los problemas; de esta manera, los otros hermanos quedan con menos
carga, más livianos.
2. Lo anterior, aunque suene extraño, termina siendo un acto de amor, de
lealtad. “Por ti, hermano y por mi familia, tomo esta carga. Te dejo más
liviano a ti, más libre. Lo tomo yo antes de que lo tomes tú”, serían las
palabras del hermano mayor.
Con esta mirada y tomando el caso anterior, vale preguntarse de nuevo:
¿Quién es el bueno y quién es el malo? ¿Quién lo hace mejor y quién lo hace
peor? ¿Quién paga el precio más alto?
Mirar, asentir y honrar
Bajo esta perspectiva y con el ejemplo anterior, hay dos aspectos importantes
a tomar en cuenta.
El primero, que el hermano “bueno”, pueda mirar y reconocer a su hermano
“malo”. Que pueda asentir, aunque sea doloroso, a ese destino. Que pueda
mirar que gracias a esta carga, él está un poco mejor. A veces es difícil,
especialmente, cuando hay miedo, dolor, rabia e incluso puede haber una
pregunta intrínseca: ¿Qué pasa que yo estoy “bien” y mi hermano está
“mal”?.
Puede también darse el siguiente pensamiento: “Yo quiero que mi hermano
esté bien”. Y detrás de esta frase hay un irrespeto al destino del otro. No se
reconoce su carga y se le critica. Es paradójico y es lo que señala la teoría de
Constelaciones Familiares.
La mirada que brinda solución entre estos dos hermanos es que el que está
“bien” pueda mirar y honrar a su “hermano malo”, que pueda asentir a su
destino. “Hermano, ahora puedo mirarte y puedo mirar lo que haces por mí.
Honro tu destino, con amor y dolor. Y haré lo mejor que pueda con mi vida.
Gracias por tomar esta carga por mí y por nuestra familia”, pudieran ser sus
palabras de resolución.
Con esta resolución, no sólo puede cambiar la relación entre estos dos
hermanos, sino también puede evitar las repeticiones en las siguientes
generaciones.
Salir del embrollo
Personalmente, creo que asentir al destino de un ser amado puede ser difícil
e incluso doloroso, especialmente si se trata de un destino con más carga.
¿Cómo asentir al cáncer de un familiar? ¿Cómo decir SI a un accidente de un
ser querido? ¿Cómo honrar el destino de un adicto al que amo?
Lo anterior requiere de fuerza, de valentía, de dignidad. Es un reto a la
arrogancia, a nuestra necesidad de querer cambiar lo que le sucede al otro y
solo mirarlo sin intención.
3. Ahora bien, como decía al principio de este texto, al mirar un caso de
víctimas y perpetradores, trato de observar quién falta y a quién podría estar
representando el cliente o qué puede estar mirando que los demás miembros
de su familia no ven.
Imaginemos el mismo “hermano malo”, el que está enfermo, es adicto o
alcohólico. Éste, podría estar imitando el destino de un perpetrador de su
familia o podría estar haciendo balance por una víctima de su familia que fue
excluida por dolor.
Una solución posible para el sistema está en traer a la constelación a una
víctima y su perpetrador de la familia con la que trabajamos. Sin importar
necesariamente la generación con la que trabajemos, o si tenemos la
información exacta de lo que sucedió en esa familia.
Sólo cuando la víctima y su perpetrador puedan encontrarse, el sistema
tendrá un poco más de paz. Y esta persona, embrollada en su sistema, tendrá
un poco más de libertad para elegir lo que decida desde otro lugar, con menos
carga.
“Ahora puedo mirarlos. Junto en mi corazón y en mi alma a todas las víctimas
y perpetradores de mi sistema. No puedo hacer nada por ustedes, es mucha
carga para mí. Por favor, mírenme con cariño si lo hago diferente a ustedes, si
dejo de ser el perpetrador o la víctima, si soy un poco feliz. Por favor.”
Cada familia es perfecta. Cada quien hace lo mejor que puede con su destino.
A veces la carga es más pesada, a veces más liviana. Y siempre estamos
unidos a los nuestros, más allá de quien sea el bueno o el malo. Todos
cabemos. Todos tenemos un lugar.
Autora del texto: Raiza Ramirez
Psicoterapeuta Gestalt y Terapeuta en Constelaciones Familiares.