Este documento discute la importancia de discernir los "signos de los tiempos" en la historia para descubrir la presencia y obra salvadora de Dios. Alienta a la comunidad a reflexionar sobre este tema para identificar dónde Dios está actuando para llevar a la humanidad a una mayor plenitud y comunión, a pesar de los desafíos del contexto actual. El discernimiento requiere humildad, docilidad al Espíritu Santo y una mirada comunitaria guiada por la Iglesia.
1. LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
SEMANA DE LA CARIDAD - PARROQUIA SAN VICENTE DE PAUL Página 1
LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
Una de las características de nuestra fe es que Dios se hizo cercano a su
Pueblo y tomó nuestra condición humana encarnándose en las entrañas de
María.
San Pablo sitúa este acontecimiento en “la plenitud de los tiempos” (Gal. 4
4). En realidad el tiempo se ha cumplido por el hecho mismo de que Dios,
con la Encarnación, se ha introducido en la historia del hombre. La
eternidad ha entrado en el tiempo: ¿qué “cumplimiento” es mayor que
este? ¿qué otro “cumplimiento” sería posible?
Por eso, el Papa su carta apostólica DIES DOMINI dice:
«En el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental. Dentro de
su dimensión se crea el mundo, en su interior se desarrolla la historia de la
salvación, que tiene su culmen en la “plenitud de los tiempos” de la
Encarnación y su término en el retorno glorioso del
Hijo de Dios al final de los tiempos. En Jesucristo, Verbo encarnado, el
tiempo llega a ser una dimensión de Dios, que en sí mismo es eterno.»
Juan Pablo II planteaba (Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente)
contundentemente que el Hijo Eterno de Dios irrumpió en la historia, y por
eso afirmamos con certeza que la historia no es “historia a secas”, sino
que es historia de salvación. No es un mero acontecer, una cronología de
hechos más o menos fortuitos por los que transita la existencia.
Es mucho más que eso. Es el ámbito en el que se despliega la obra
redentora del Dios Uno y Trino, y en la cual nos permite ir descubriendo y
comprendiendo cada vez con mayor profundidad su amor, su misericordia,
su voluntad y, por supuesto también, la misión que tenemos como Iglesia.
Y ya que creemos que Dios está obrando vivamente en la historia,
estamos llamado a descubrir dicha presencia cotidiana en los hechos que
nos rodean, y de los cuales somos actores y testigos. No es un llamado
optativo para los cristianos, pues es el mismo Jesús quien nos exhorta en
el Evangelio a atender a lo que la Iglesia ha definido como “signos de los
tiempos”. Así nos lo relata San Lucas, en el capítulo 12:
Jesús a la gente les decía:
Cuando ven levantarse una nube sobre el occidente dicen en
seguida: “Va a llover‟, y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur,
dicen: “Va a hacer calor‟, y así sucede.
2. LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
SEMANA DE LA CARIDAD - PARROQUIA SAN VICENTE DE PAUL Página 2
¡Hipócritas! Si saben distinguir el aspecto de la tierra y del cielo,
¿cómo es que no saben distinguir el tiempo presente? ¿Por qué no
disciernen por ustedes mismos lo que es justo?” (Lc 12, 54-57).
¿Somos capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial
de lo accidental? ¿Somos de los cristianos que conocen la solidez de la
doctrina del Señor y la ponen en práctica? ¿O estamos cayendo en el error
de los que dicen conocer los signos de los tiempos pero luego dan cabida
en sus vidas a comportamientos que dicen mucho de una verdadera
pertenencia a la Santa Madre Iglesia? De allí la sabia recomendación de
Cristo: vivir con justicia, saber dar a Dios lo debido y a los hombres.
Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría
justicia humana, encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el
ingrediente del perdón, para obtener la conversión del corazón; si falta la
virtud de la misericordia para saber perdonar a quien nos lo pide, no hay
verdadera justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume,
adaptada a los tiempos, pero en realidad no somos más que una fotocopia
de cristiano.
Por tanto la justicia de nuestro corazón, la justicia divina, la justicia a
modelo de Cristo nos permitirá saber leer los signos de los tiempos, saber
discernir lo esencial de lo accidental, saber saborear las palabras de vida
eterna del Señor y nos evitará aparentar una vida de justos y cumplidores,
de dobles e hipócritas que nos reportaría el peso de una dura paga quizás
ya en esta tierra, tal vez en aquella otra de purgación o, Dios nos libre, en
donde no hay paga que valga.
De este modo, es en la historia de la humanidad, con sus luces y sombras
donde hemos de descubrir la presencia de Dios y su obra salvadora,
discerniendo como Iglesia y bajo la conducción del Espíritu Santo, cuáles
son aquellas manifestaciones que nos hablan de la realización de su
Reino de amor y justicia; Reino proclamado por Jesucristo como un hecho
que ya se vive, pero que llegará a su consumación absoluta en la vida
futura.
Pero esta no es una labor que ha de realizar cada cual por separado, y que
depende del criterio individual identificar dónde sí hay signos de la
presencia salvífica de Dios y dónde no. En su Constitución Pastoral,
Gaudium e Spes, el Concilio Vaticano II nos exhortaba a todos del
siguiente modo:
“Es propio de todo el Pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y
de los teólogos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espíritu
Santo, las múltiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la
3. LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
SEMANA DE LA CARIDAD - PARROQUIA SAN VICENTE DE PAUL Página 3
palabra divina, a fin de que la Verdad revelada pueda ser mejor
percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada”
Y por ello esta reflexión en el marco de la semana de la Caridad de la
parroquia San Vicente de Paul, queremos que sea un ejercicio de
discernimiento comunitario que nos permita identificar dicha acción
salvífica de Dios en nuestra propia historia e identificar los verdaderos
signos de los tiempos de aquellos que no lo son. Por eso es
necesario el ejercicio comunitario, siempre de la mano del Espíritu
Santo, que nos conducirá a la verdad en la medida que con docilidad lo
acojamos en el seno de nuestra comunidad.
Los signos de los tiempos en que queremos centrarnos en esta ocasión
son, sobre todo, aquellas realidades o procesos que hacen que cada
persona vaya alcanzando mayor plenitud en su humanidad, y que
toda la creación tienda al proyecto originario de comunión querido por
Dios.
Sabemos que el contexto histórico, nacional e internacional, puede resultar
desalentador y podría dificultarnos responder el llamado, por tantos
hechos que están lejos de la voluntad de Dios, pero que, sin embargo,
claman su acción liberadora y sanadora por medio de la Iglesia y de
hombres y mujeres de buena voluntad. De hecho, el mismo papa emérito
Benedicto XVI al convocar al Año de la Fe, no deja espacio a la
ingenuidad. Nos dice en el documento Porta Fidei:
“Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural
unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe
y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en
vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que
afecta a muchas personas”.
Benedicto XVI nos invita a asumir con valentía el hecho de que la cultura
contemporánea revela lo siguiente respecto de la fe en Cristo:
- Con frecuencia es negada
- No es unificadora de la cultura
- Sus valores ya no son universalmente aceptados
- Muchas personas viven una crisis de fe.
Con esa misma valentía y lucidez debemos enfrentar nosotros esta tarea
de discernir los actuales signos de los tiempos. Está lleno de ellos. A
vece puede parece que incluso aquellos que quieren jubilar o exonerar a
Dios de lo cotidiano están ganando la batalla, sin embargo, la fe profesada
4. LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
SEMANA DE LA CARIDAD - PARROQUIA SAN VICENTE DE PAUL Página 4
nos asegura que Dios entró en la historia para quedarse, para salvar, para
redimir y liberar.
Por eso los invitamos a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo
para mirar con ojos limpios la historia humana. El Documento de
Aparecida nos da cierta orientación para este ejercicio. Dice así respecto
de los signos de los tiempos:
“Señales evidentes de la presencia del Reino son: la vivencia
personal y comunitaria de las bienaventuranzas, la evangelización de
los pobres, el conocimiento y cumplimiento de la voluntad del Padre,
el martirio por la fe, el acceso de todos a los bienes de la creación, el
perdón mutuo, sincero y fraterno, aceptando y respetando la riqueza de la
pluralidad, y la lucha para no sucumbir a la tentación y no ser esclavos del
mal”
En esta Semana de la Caridad en torno a la figura de San Vicente de Paul
que hizo suyo el mensaje de Jesus y se dejo guíar siempre del Espíritu
Santo, nuestro patrón nos sigue invitando vivir el presente y el futuro como
tiempo del Espíritu. Continuamente nos tenemos que preguntar: ¿qué
hemos de hacer, hermanos? (Hch 2, 37) De San Vicente surgió el consejo
de preguntarse qué es lo que nuestro Señor haría en una circunstancia
determinada y ante un problema concreto para conformar nuestra conducta
al comportamiento de nuestros Señor. El momento que nos ha tocado vivir
es delicado y decisivo. Pero hemos de ser bien conscientes de que éste es
el tiempo de Dios y, en cuanto tal, revela nuevas oportunidades, purifica,
despierta potencialidades, desvela signos de futuro y de resurrección. Se
hace necesario entrar en una constante actitud de discernimiento,
examinándolo todo, para quedarnos con lo bueno (1 Ts 5, 21).
Como actitud de base, hemos de creer en el proyecto de parroquia
vicentina y en la capacidad de cada uno de las comunidades y grupos. Y,
siempre, teniendo muy presente que “quien gobierna el mundo es el Señor,
no nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro servicio en lo que podemos y
hasta que él nos de fuerzas”. Junto a ésta, otra actitud de discernimiento y
elección: Dios habla en la historia. Hoy nos sigue hablando.
Necesitamos estar atentos para descubrir los signos de los tiempos. El
mismo Jesucristo nos recuerda, de una y mil maneras: “Os lo aseguro:
cada vez que lo hicisteis con un hermano mío, de esos más humildes, lo
hicisteis conmigo” (Mt. 25, 35). Y haciéndose presente, en medio de
nosotros, nos repite: “Sabed que yo estoy con vosotros, todos los días,
Hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
Que la Madre del Señor, María, nos acompañe en la tarea de mirar la
historia con los ojos de su Hijoal estilo de Vicente de Paul.