El comercio colonial español se creó para hacer más eficiente la producción y transporte de metales preciosos y productos tropicales entre España y sus colonias, pero fue debilitado por el contrabando, la competencia de otras potencias coloniales y los piratas. El intento de España de establecer un monopolio comercial cerrado fracasó porque no podía abastecer regularmente a las colonias y los colonos recurrían al contrabando, por lo que el oro y la plata terminaban en manos de otras naciones europeas como Inglaterra y Holanda.