Dédalo era un artesano ateniense dotado de gran inteligencia técnica. Fabricó un laberinto en Creta y una vaca de madera hueca para que la reina Pasífae pudiera unirse con un toro. También construyó alas de plumas para él y su hijo Ícaro para escapar del laberinto, pero Ícaro murió cuando el sol derritió la cera y cayó al mar.