1. Padre Agenor Brighenti
Doctor en Ciencias Teológicas y Religiosas por la Universidad de Lovaina – Bélgica
Profesor del Instituto Teológico de Santa Catarina - Brasil
Ex-Vicerrector del Itepal – Celam – Bogotá
Algunas anotaciones personales
2. “La fe esclarece todas las cosas con luz
nueva.
Manifiesta el Plan Divino sobre la vocación
integral del ser humano
Y por esto orienta la mente para soluciones
plenamente humanas”
Concilio Vaticano II - Gaudium et Spes No.11
3. “Entre evangelización y promoción humana – desarrollo, liberación – existen efectivamente lazos
muy fuertes.
Vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no
es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos.
Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del
plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que
combatir y de justicia que hay que restaurar.
Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad:
en efecto, ¿Cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el
verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?
No es posible aceptar “que la obra de evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones
extremamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia, a la liberación, al desarrollo
y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor
hacia el prójimo que sufre o padece necesidad”.
Pues bien, las mismas voces que con celo, inteligencia y valentía abordaron durante el Sínodo
este tema acuciante, adelantaron, con gran complacencia por nuestra parte, los principios
iluminadores para comprender mejor la importancia y el sentido
profundo de la liberación tal y como la ha anunciado y realizado Jesús de Nazaret y
la predica la Iglesia.”
Paulo VI - Evangelii Nuntiandi No.31
4. El asunto de los métodos no es un problema secundario. El método
en cuanto “camino” “odos” no es un simple instrumental, al margen
del producto final del trabajo sobre un objeto en particular. No hay
método neutro, independientemente de los contenidos que son
entregados a través de él. El método hace parte del
contenido. En otras palabras el método también es mensaje, también
es contenido.
En cuanto camino es portador de una
intencionalidad y su teología
diríamos es revelador de una
determinada comunión que
incide directamente en los
contenidos y sobre todo, en el tipo de
acción al cual ellos apuntan.
5. La lógica de los contenidos:
El documento de participación ordena y presenta su contenido en
cinco capítulos, que conforman un todo a partir de ciertas opciones
teológicas previas con relación al mundo, al ser humano, a la Iglesia y a
la concepción de Dios, en especial la Cristología, veamos:
• El ser humano anhela la felicidad.
• La Iglesia en América Latina y el Caribe es fruto de la
acogida de Jesucristo que responde a ese anhelo.
• El encuentro con Jesucristo lleva a ser discípul@ y
misioner@.
• La misión, se da hoy en un mundo en transformación
– en dolores de parto –
• Para “que en El nuestros pueblos tengan vida” la
Iglesia propone “una gran misión
continental”.
6. El raciocinio del documento parece ser
este:
Primero y hoy más que nunca, dada la anemia
espiritual de nuestro tiempo, existe una gran
hambre de sentido, atestiguada firmemente por
“la irrupción de lo religioso”. El sentido está
estrechamente unido al problema de la felicidad,
que en el corazón de la modernidad, se traduce en
consumismo, prestigio, hedonismo. – Cap. I -.
Segundo, la Iglesia en América Latina y el
Caribe, tiene la respuesta a esta
búsqueda de felicidad, recibida hace
500 años, así sea en medio de
contradicciones, que es Jesucristo y su
Evangelio.
El sustrato católico de nuestra cultura
confirma este encuentro con Cristo, propiciado
por muchos misioneros heroícos – Cap. II -.
7. Tercero, tal como ayer, es preciso también tomar
conciencia hoy, que el encuentro con Jesucristo
lleva a ser discípulo y misionero, o sea,
desde la experiencia personal y comunitario, con
Cristo vivo, el encuentro lleva a volverse un misionero
empeñado en que todos hagan esa misma experiencia
capaz de dar felicidad – Cap. III-.
Esa misión en nuestro continente, se da en un mundo marcado por
profundas transformaciones: la globalización excluyente, que
genera excluidos y el pluralismo que engendra relativismo moral,
sobre todo en el orden de los valores – Cap. IV-.
Esas transformaciones, muchas veces, contradicen los
ideales del Evangelio y apartan a los fieles de la
Iglesia. Por eso, se hace necesario la convocación de
todos los católicos para “una gran misión
continental” a fin de que nuestros pueblos tengan
vida en Jesucristo – Cap.V-.
8. Como se puede constatar, la lógica de la argumentación es esta: Se parte
de la sed de sentido; se va hacia Jesucristo, que es la respuesta
de la cual la Iglesia es depositaria; de la experiencia de Jesucristo en la
Iglesia, nace el discipulado y la misión; misión que debe
realizarse en un mundo hostil a la Iglesia, a través de una gran misión
continental.
Es un procedimiento deductivo: La realidad solo aparece en el
capítulo cuarto como punto de llegada de la misión y no como su
punto de partida.
9. Aparentemente el punto de partida, es el ser humano sediento de
felicidad, que aparece en el capítulo primero. El problema es que este ser
humano no tiene rostro concreto, ya que es tomado como
categoría universal. El real punto de partida es la búsqueda de la
felicidad. No es la felicidad algo concreto? Si, siempre y
cuando sus deseos tuviesen referencia concreta, pero también son
concebidos de manera genérica caracterizados como:
Hambre de amor y de justicia, de libertad
y de verdad sed de contemplación, de
belleza y de paz, ambición de plenitud
humana, ansia por la familia y por la
fraternidad. Y es desde aquí que
Jesucristo es visto como respuesta a este
deseo y la propia Iglesia en su ser y
misión.
10. Y dónde está la Iglesia?, aparece en el segundo capítulo, por tanto antes de
la realidad social, que es presentada en el cuarto. Esto lleva, por un lado, a ver el
mundo desde la Iglesia, privándolo de su autonomía y especificidad propias,
objeto de las ciencias de lo social. Y por otro coloca a la Iglesia fuera del
mundo o más propiamente sobre él y no dentro de el y haciendo
parte de él, como lo hace el Concilio Vaticano II – GS 40.
Jesucristo, como respuesta, aparece antes
de la pregunta colocada por la realidad
expuesta en el capítulo cuarto. Es que,
independientemente de la realidad, la
respuesta del discípulo consiste en ser
misionero, esto es, salir fuera de la Iglesia
para traer las personas hacia adentro, ya
que Cristo es la respuesta. Solo
que, en esta ocasión se trata de un
Cristo, como veremos, sin Jesús, a
medida que su respuesta consiste en una
“plenitud de vida” meta-histórica, la
felicidad de las personas de la Trinidad –
No.3-. Como dice el graffiti: Cristo es la
respuesta. Pero cual es la pregunta?
11. El enfoque metodológico y su incidencia en la comprensión de
los contenidos
Esta postura metodológica evidentemente
influye en los contenidos. Medellín, en la
perspectiva del Concilio Vaticano II, había
afirmado que todo compromiso
pastoral brota de un
discernimiento de la realidad
15,36. Para Gaudium et Spes, la
identificación de los “designios de Dios”
sobre la realidad y los consecuentes
compromisos pastorales, brotan de una
lectura de “los signos de los tiempos” No.11.
En otras palabras, en la perspectiva de la
racionalidad moderna y del Concilio es la
realidad la que da lo que se debe pensar
también para la reflexión teológico -
pastoral.
12. Para la teología latino americana, la
realidad no es simplemente el lugar
de aterrizaje de una ortodoxia, sino
fuente creadora de ideas,
dado que la historia, en cuanto
lugar de la revelación de Dios, es un
verdadero lugar teológico. La
acción eclesial o de la misión son
respuestas que para ser eficaces,
dependen de la identificación
previa de las preguntas.
Por esto hay que estar alerta al
encubrimiento de la realidad que
denuncia Pablo – Rom. 1, 18 y25 –
Y Juan – Jn 8,44 -.
13. El método deductivo que recorre todo el documento entrega una visión
esencialista de la verdad sobre la cual no incide la historia. Se
trata de una verdad que no pasa por la veracidad, o sea, por su
comprobación histórica. Como la Iglesia ya la posee, la revelación es
más un depósito a ser guardado y comunicado que un misterio a ser
continuamente buscado y trabajado!!
Es preciso no perder de vista que no es la
Iglesia la que posee la verdad, es la verdad
quien la posee y la supera ampliamente. Si
esto no fuera así la misión consistirá
básicamente en un anunciar un kerigma
pasivo en el que casi ayuda más el catecismo
que la Biblia, pues ésta, fuera de la instancia
del magisterio, está a merced de subjetividades
y sus muchas verdades. En esta perspectiva
misionera, hay un movimiento ad extra pero
en vista de un ad intra, un movimiento
centrípeto, propio de la mentalidad de
cristiandad, en lugar de centrífugo, que
supera el eclesiocentrismo.
14. Siguiendo el método de racionalidad moderna, - un camino inductivo -
cuya recepción el Concilio Vaticano II desea al interior de la teología, en
lugar de ese procedimiento deductivo, el orden de los capítulos sería:
Partir de la realidad social y desde ahí
ver también la realidad antropológica y de la
Iglesia.
Ir a la revelación, cargados de las
preguntas que hace la realidad de modo que la
Palabra de Dios “sea salvación para
nosotros hoy” como lo afirma “Dei Verbum”.
Encontrarse con Jesús de Nazareth y su
Programa de verdadera vida plenitud de la
revelación y primicia del Reino de Dios, del
Dios del Reino en cuanto el Cristo Resucitado.
Finalmente colocarse en actitud de
servicio y de diálogo, con todas las personas
de buena voluntad, a través de una acción
evangelizadora, que contribuya con la
edificación del Reino de Dios, que en su
dimensión histórica, se confunde con la
persona sin indiferencia y la nueva
sociedad samaritana en América Latina y el
Caribe.
15. En rápidas pinceladas, demos una mirada analítica a estos contenidos.
Recordamos que nuestro objetivo es llamar la atención, alertar para sus
límites, silencios y vacíos. Y esto es lo que trataremos de colocar en
evidencia.
Capítulo I: La antropología y la Cristología del documento
La Antropología
El cambio antropológico operado por la modernidad,
en el Concilio Vaticano II, significó ante todo un
diálogo con el hombre ateo, con el no
creyente. En Medellín se pone en evidencia, lo
que en el Vaticano II había quedado inconcluso:
“Una Iglesia de los pobres, para ser la Iglesia de
todos” - Juan XXIII -. Aparece claramente el no-
hombre.
16. El documento de participación coloca como punto de partida – el
“hombre sin sentido” o más concretamente “el hombre
en busca de la felicidad” No.1.
La felicidad es realmente un asunto relevante
para el ser humano actual, solo que es algo
muy diferente la felicidad que se da en un
rico a la que se da en un pobre.
Da la impresión de que el ser humano del
documento es un sujeto rico, cansado y
vacío, consumista, en crisis de sentido, en
crisis existencial No.2. Para los pobres,
mejor para los empobrecidos, la crisis es
de sobrevivencia, no de existencia.
17. Puebla había visto al ser humano latino americano y caribeño con
rostros muy concretos, sobre todo rostros de pobres. 31-39.
El documento de participación habla de un ser humano sin rostro, como
si fuese una categoría, una esencia más allá de la contingencia de una
historia que se realiza en lo cotidiano de la vida. El ser humano del
documento en cuanto no tiene rostro concreto de indio,
negro, mujer, obrero, desempleado, sin tierra, sin techo, joven, niño… y
su deseo de felicidad, en cuanto no busca un objetivo
palpable como pan, casa, educación, trabajo, salud, acogida…
permanece más esencia que existencia.
18. Para los pobres, hasta la experiencia religiosa en cuanto
salvación tiene que pasar por plenitud de vida, incluida la vida
material. De lo contrario, va a afiliarse a movimientos religiosos
autónomos, en particular al neo-pentecostalismo, en que la salvación
se confunde con la prosperidad material, la salud física y psico-
afectiva. No se puede perder de vista que el cambio antropológico
realizado por la modernidad es un esfuerzo importante para superar
el Teocentrismo de la cristiandad, que aconteció sobre todo cuando
Heidegger caracterizó al ser como tiempo, apoyado en Hegel, el
descubridor de la historia. Hasta entonces, la antropología
permanecía metafísica, esencialista, a-histórica.
19. La Cristología
El Cristo del documento es el resucitado, rey vivo, “camino, verdad
y vida”. El Salvador del pueblo excluido es el Jesús sufriente,
cuando no el Jesús crucificado y muerto del viernes santo. No que se
dude del Resucitado, o de que esté vivo, pero si Jesús es solidario
con su dolor, debe estar sufriendo también. Imposible que
todo sea gloria para un Dios que tiene sus hijos aniquilados por la
opresión y la injusticia.
20. El riesgo mayor en la Cristología no es un Jesús sin Cristo sino un
Cristo sin Jesús. Y aquí se encuentra el déficit cristológico del
documento. Se trata de buscar situar la obra salvadora de Jesús, en el
hoy de la realidad latino-americana y del Caribe, de relacionar su mensaje
con las contradicciones que vivimos en nuestro contexto y no de
simplemente afirmar la acción redentora en si.
Siguiendo el dinamismo del
misterio de la encarnación
no se puede dejar de
relacionar Cristo con el
Jesús que prolonga su pasión en la
historia, estampada en tantos rostros
transfigurados.
La perspectiva de Mateo 25, 31-46 ayuda a acoger, vivir y servir a
Jesucristo no como una realidad meramente transhistórica, sino en lo
cotidiano de la vida.
21. El Evangelio contextualizado en nuestra realidad es buena nueva de
un Jesús a favor de la justicia y de la fraternidad, cuya consecuencia de
su solidaridad con los que sufren, hasta el fin, está en la muerte de cruz.
La cruz no es medio, pues el sufrimiento nunca puede ser
justificado por si mismo, sino consecuencia de dar la vida por la
salvación de todos.
Es poco decir y queda muy distante un Cristo que “sacia la
sed de sentido y de felicidad” No.5.
22. Capitulo II: La Eclesiología del Documento
Con Justino de Roma, el documento reconoce la presencia de “semillas del
Verbo” en la vida de los aborígenes precolombino y, con Eusebio de
Cesarea, la etapa precolonial como preparación evangélica No.22. También
reconoce y reitera el pedido de perdón hecho por Juan Pablo II por las
sombras que se dieron durante el proceso de “evangelización” No.27.
Al afirmar que “la propia evangelización es una especie de tribunal de
acusación para los responsables de aquellos abusos” No.26 no deja de
conservar restos de una eclesiología pre- conciliar:
En primer lugar, la eclesiología conciliar se
funda en la neumatología y no en la
cristología. Es claro que la Iglesia fue
querida por Jesús y fundada por él, pero solo
comienza a existir cuando los apóstoles inactivos
se tornaron activos, por la acción del Espíritu en
Pentecostés. La Iglesia no es ni
exterior, ni mucho menos anterior a
la acción del Espíritu.
23. En segundo lugar, la eclesiología del documento se resiente de una
Cristología docetista, por cuanto la Iglesia es concebida como extensión
en la historia del Cristo glorioso. En esta perspectiva, Belarmino concebía
a la Iglesia, en cuanto cuerpo de Cristo como “encarnación continuada”.
Se trata, por tanto, del Cristo glorioso, sin Jesús y de una Iglesia divina,
que no peca y cuando lo hace, esto se reduce a los pecados de los “Hijos
de la Iglesia”, pero no de la Iglesia, que es esencialmente santa por ser
divina…
La eclesiología del Vaticano II asume la
dimensión contingente de la
Iglesia en la precariedad cotidiana
eclesia semper reformanda – UR 5 – GS 40
– o en el decir de los Santos Padres
“Casta meretriz” LG 8 – GS 21 y 43.
24. E l déficit eclesiológico del documento se expresa principalmente en el
eclipse del Reino de Dios que no aparece nunca en el documento,
mejor, aparece una sola vez, más no en relación con la Iglesia y si con
Jesús, citando el prefacio de la solemnidad de la fiesta de Cristo Rey –
No.6 -.
La Iglesia se une directamente a Cristo y prolonga su misión, como si
Jesús se hubiera predicado a sí mismo. Una Iglesia sin Reino de
Dios es una Iglesia fuera y sobre el mundo, centrada en si misma,
propietaria de todos los medios de salvación.
Después del Concilio Vaticano II no
se puede comprender la Iglesia
fuera del Trinomio Iglesia – Reino –
Mundo que son tres realidad que se
interpenetran – LG 5 GS 40. La
Iglesia existe para ser señal,
instrumento, servidora del Reino
de Dios en el mundo.
25. Tampoco se puede dejar aludir al hecho de que el documento, al hacer una
retrospectiva histórica del caminar de la Iglesia para identificar las señales
de esperanza presentes en ella hoy – No. 34 – presenta una vasta relación
de realidades eclesiales pero con silencios, que es necesario superar.
Por ejemplo:
No se hace mención de las anteriores
conferencias del episcopado Latino-americano,
con su rico magisterio, una tradición que
no se puede perder.
No se hace mención de los mártires en
la lucha por la justicia – Misericordia
parte integrante de nuestra fe. Como se ve
claramente en el Evangelio de Mateo y en el de
Lucas: “conviene que se cumpla toda la
justicia”. “Buscad el Reino de Dios y su justicia”
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia”,
“Sed Misericordiosos como mi Padre es
Misericordioso” que han sido millares, y es lo
que la Iglesia de América Latina tiene de
más precioso.
26. En el campo de la pastoral social, no se
menciona el trabajo con la ecología, los obreros, los
campesinos, los niños, los enfermos, las mujeres
marginadas, los ancianos…
Las comunidades eclesiales de base son
citadas como una estructura de participación,
desprovistas de su espíritu y de su novedad
eclesiológica, apenas como mediación para construir
comunidades pequeñas.
La rica contribución de la reflexión bíblico –
teológica es apenas citada de carrera al mencionar
“el contenido evangélico y teológico de la
liberación”. Justamente con nuestros mártires
tenemos igualmente una teología mártir, que a
pesar de sus reconocidos límites, confiere a nuestro
continente una tradición de la Iglesia como
un todo, a medida que tesis, como opción por los
pobres, pecado social, fe y práctica, una sola historia,
liberación como salvación… enriquecen a toda la
teología.
27. Capítulo III: La Misiología del
Documento
En el documento todo conduce para la misión “una
gran misión continental” –No.173 -; lo que es
altamente justificable y necesario en un mundo cada
vez más marcado por la exclusión y por la
secularización. Se quiere llegar al “individuo”, dando
un paso más en relación con las conferencias
anteriores – No.44 -.
Se prefiere hablar de “misión” en lugar de hablar de
“evangelización” y cuando esta es mencionada,
aparece como “nueva evangelización” en gran
medida entendida como proclamación del kerigma, a
secas sin tomar debidamente en cuenta su recepción
e implicaciones históricas.
El termino “misión”, en la cosmovisión tradicional, se mueve en el
contexto de mentalidad eclesiocéntrica de cristiandad, de una salvación en
la esfera estrictamente religiosa y en el interior de la Iglesia.
28. Ya el término “evangelización” en la perspectiva de la Evangelii Nuntiandi, al
relacionarlo con promoción humana – No.31-. supera el carácter de
cristiandad, precisamente al acusar la recepción, en el seno de la eclesiología, de la
categoría “Reino de Dios” de ahí el acento mayor del documento en la
secularización que en la exclusión social.
La misión está preocupada con la salvación, si, pero al
concebirla desde la Iglesia, está más centrada en la
Iglesia que en la salvación, que también puede darse
fuera de la Iglesia, aunque no de Jesucristo, en la
esfera de un Reino que está más allá de la Iglesia.
Da la impresión de una misión que prescinde de
las mediaciones históricas para ese
encuentro con Jesucristo. Ella sería una predicación
acogida en el corazón, sin tomar debidamente en
cuenta una palabra que debe ser acogida y leída en
el interior de una tradición, precedida por la
experiencia de la misma, por el testimonio.
La fe, antes de llegar a Jesucristo, pasa por la Iglesia.
Antes de creer en Dios, creemos en la Iglesia, - como
Iglesia – por cuanto la fe cristiana será siempre “correr
con los otros en aquello que los otros creen”.
29. Esta perspectiva queda clara en el hecho de que la misión, en el
documento va antes de ver la realidad y después de abordar lo referente a la
Iglesia.
Por un lado corre el peligro de ser respuesta a preguntas que nadie hace y,
por esto, de confundirla con incorporarla a la Iglesia, en lugar de llevar a
conectar con el Reino de Dios, que va más allá de la Iglesia y de quien
ella es señal e instrumento, humilde servidora.
La evangelización en la perspectiva de la
Evangelii Nuntiandi, abre la misión
también para la inculturación – No.63
-.
En la misión tradicional cuando mucho
se hace “adaptación”; en la evangelización, se
trabaja con el dinamismo de la inculturación,
que se funda en el misterio de la encarnación
del verlo: asumir para redimir.
Una evangelización que no sea proceso de inculturación, no es dialógica y si
no lo es, será imposición. Y evangelizar es, antes de todo, no ignorar y
mucho menos imponer.
30. Capítulo IV: Visión del Mundo en el
Documento
Después del Concilio Vaticano II, no es
posible comprender a la Iglesia fuera del
trinomio Iglesia – Mundo – Reino pues son
realidades que se interpenetran. La
eclesiología del documento, a más de no
hacer referencia al Reino de Dios, no ve a
la Iglesia dentro del mundo, haciendo
parte de ella, existiendo para él. El
mundo es visto después de la Iglesia,
pues es punto de llegada, lugar de
aterrizaje de una ortodoxia, previamente
definida. No es fuente creadora de ideas
locus theologicus, lugar de las
interpelaciones de Dios – signos de los
tiempos – sino palco de una salvación
meta-histórica.
31. En el documento, dos aspectos marcan la lectura de la realidad del mundo
de hoy:
La transición para una nueva época – 94 – 111.
El fenómeno de la globalización – 112 – 123.
Hay una buena lectura de estos fenómenos,
sin que de ellos se saquen las consecuencias
para la misión. Se ve que ellos no influyen en
la misión. Esta es la que debe incidir sobre
ellos. Lo primero nos lleva a no ver las
cosas de manera clara y cierta, a creer poseer
todas las respuestas. Lo segundo nos
coloca en una actitud de servicio, de
búsqueda y de diálogo en el seno de una
sociedad pluralista, pues los principios
del evangelio, sobre los cuales debe
estar cimentada una sociedad plenamente
humana, necesitan de mediaciones
históricas para volverse realidad concreta.
32. No son tomados suficientemente en cuenta otros dos grandes fenómenos;
el pluralismo y la nueva racionalidad emergente.
La transición y la globalización son fenómenos que tratan de ser vistos
como amenaza a la Iglesia -147- así lo sean, pero no solo esto. Sale de aquí
una postura hostil, apologética, sobre todo frente a la mentalidad laicista y
relativista. Es necesario erradicar el laicismo –No.146 – la globalización
puede ser mejorada – No.114 -. En vez de decir debe ser humanizada.
Para enfrentar este mundo son recordados
los mártires de “final del siglo XIX y
principios del XX” – No.28 – precisamente
aquellos que se enfrentaron con estados
modernos, laicos y racionalistas.
Se ve con preocupación el avance del relativismo ético, que señala una
sociedad post-cristiana. Se ve poco margen para el diálogo, la interacción,
el servicio, la búsqueda, con todas las personas de buena voluntad, de
nuevas respuestas a los nuevos problemas. Da la impresión
de que la Iglesia ya tiene todas las respuestas y que podrá solita,
transformar este mundo, sobre todo si se trata, en gran medida de hacerlo
cristiano.
33. A propósito de esto, no podemos olvidar,
que la gran novedad del Vaticano II fue la
aceptación de la historia, en su radical
ambigüedad, lugar de interpelación de
Dios a través de “los signos de los tiempos”.
El mundo es creación de Dios. El Plan de
redención no acabó el Plan de Creación, sino
“lo recapituló, en un lenguaje paulino. Ef
1,10 Ireneo de Lyon.
La misión, en esta perspectiva, corre el peligro de concebir la salvación
como un “salir del mundo” en lugar de encarnarse en el y
recrearlo desde dentro, siguiendo el misterio de la
encarnación. Así el mundo no tiene autonomía legítima: o él se integra y
es absorbido por la Iglesia, o está perdido, en esta mentalidad típica de
cristiandad, en que lo sagrado no se introduce en lo profano, a no ser que
este deje de existir, dejándose absorber por aquel.
Corremos paralelos y no convergentes con el mundo como lo señalaba el
Cardenal Revollo en la convocatoria del último Sinodo Arquidiocesano de
Bogotá.
34. Capítulo V: La Meta de la Misión Continental
La motivación mayor para una “grande misión
continental” no es el hecho de que un
continente cristiano está estructurado
de un modo no cristiano, generando
exclusión, opresión, hambre, injusticia… en una
palabra muerte, impidiendo que el Reino de
Dios y su salvación acontezcan en la vida
personal y social.
Hay una preocupación por la disminución en el número de católicos
que están pasándose a los movimientos religiosos autónomos de corte
pentecostal – No.155 -. Una preocupación no necesariamente con la
calidad de los cristianos, sino con la visibilidad de la Iglesia Católica. Para
hacer frente a este desafío hay dificultad en ir a las causas
reales, también de tipo estructural de la Iglesia, y, se da la impresión de
que se opta por la disputa del mercado religioso, con los
mismo medios de los competidores.
35. Para el documento, la misión tiende a “que todos tengan vida en Él –
Jesucristo -. La pregunta es qué se entiende por vida? Así
sea correcto afirmar que Jesús es la vida, el concepto depende de situar
correctamente la cristología dentro de la economía de salvación. Hay una
tendencia a no relacionar el “Plan de Redención” con el
“Plan de Creación”, a no relacionar debidamente evangelización y
promoción humana. Como si la salvación solo se diera dentro del Plan de
Redención, no entendida como la “recapitulación” del Plan de Creación,
sino casi como su sustitución.
Además, en esta perspectiva no se
distingue fe “en” Jesús y fe “de” Jesús.
Como si solo hubiese salvación cuando
hay fe “en” Jesús, en cuanto adhesión
explícita, en el interior de la Iglesia y no
cuando hay fe “de” Jesús, esto es,
vivencia de las Bienaventuranzas sin
saberlo. Vida “en El” no se da solo
cuando hay una adhesión explícita a
Jesucristo, sino también cuando se vive
su vida, aún sin saberlo, pues toda acción
en el Espíritu converge hacia Cristo.
36. Por esto, es necesario ampliar el concepto de “vida” del
documento. Salvación debe articularse mejor con historia, nueva
sociedad, promoción humana, realidades terrestres, y, en esa misma
línea conversión personal con conversión estructural, vida espiritual y
vida temporal… Se trata de Vida Plena en justicia, dignidad y paz. Se
trata de calidad de vida como lo quiere el Proyecto de Nuestro Dios.
37. El concepto de misión en el documento,
a margen a pensar que se trata de
incorporar todos en Cristo, lo que
equivale a incorporar todos a la Iglesia
Católica – No.162 -. Sería un salir hacia
fuera para traer hacia dentro. Como el
Reino de Dios tiende a confundirse con
la Iglesia, esta es la instancia de
salvación en Jesucristo, lo que
justificaría colocarla como punto de
llegada de la misión No.163.
Equivaldría a decir que, en la realidad, el
punto de llegada es Jesucristo, pero
como la Iglesia es su cuerpo, no hay
Cristo sin Iglesia, o más en concreto, no
hay salvación en Jesucristo fuera de la
Iglesia.
38. CONCLUSIÓN
La V Conferencia del Episcopado de América Latina y el Caribe debe
colocarse en la tradición de las cuatro anteriores: Río de Janeiro -1955
-, Medellín – 1968 -, Puebla - 1979 -, Santo Domingo – 1992 -.
La primera estuvo marcada por el contexto de neocristiandad, o sea, de
apología frente al mundo moderno y de una reacción de reconquista para la
fe católica, producto del eclesiocentrismo reinante en aquella entonces.
Medellín irá a situar la Iglesia de
América Latina en la perspectiva del
Vaticano II, elaborando una “recepción
creativa”. Lo que significaba hacer del
Concilio más un punto de
partida que un punto de
llegada.
39. Puebla, fue un freno a la reciente originalidad de una tradición
latinoamericana y mucho más lo fue Santo Domingo. Era el reflejo del
gradual proceso que se quiso llamar “involución eclesial”, en el seno de una
modernidad en crisis.
La opción por los pobres y la perspectiva liberadora que se
reivindica del Espíritu del Concilio, tratarán de ser vistos más como
ideologización Marxista que como expresiones concretas e históricas de la
Buena Noticia de Jesús de Nazareth.
El enfoque del documento de
participación en vista de la
Conferencia de Aparecida se inscribe
en el gradual distanciamiento de la
legítima y original tradición
latinoamericana, inaugurada en
Medellín, lo que equivale a decir, en
última instancia, distanciamiento
de las intuiciones y ejes
teológicos centrales del
Concilio Vaticano II.
40. Es preciso recuperar las intuiciones y ejes teológicos centrales del
Vaticano II y con ellos la rica “tradición latino-americana” de ahí la
importancia de este tiempo de preparación para la V Conferencia a
través del proceso de las comunidades eclesiales para el
enriquecimiento de la propuesta del documento de participación.
41. Cinco puntos principales podrían nortear este esfuerzo:
Primero: Colocar la realidad como punto
de partida y no como punto de llegada, para que lo
temporal no pierda su autonomía y especificidad
en especial la peculiaridad latino-americana.
Segundo: Explicitar la relación intrínseca de la
fe con la praxis liberadora, para que la
religión no esté destinada a continuar relegada a la
esfera privada de una espiritualidad intimista.
Tercero: Testimoniar una religión
tranformadora, que implica una Iglesia viva,
profética, ministerial, samaritana, que tiene
en las comunidades de base un nuevo modo de ser
Iglesia, pues son modo privilegiado de articulación, en
medio de la sociedad.
42. Cuarto: Reavivar la opción preferencial
por los pobres, a quienes no ve como
objetos, sino como sujetos de una nueva
sociedad. No se trata de un trabajo prioritario
entre otros tantos, sino una óptica desde donde
se llega a todos en forma profética.
Quinto: Ya que la salvación, siempre se da en la
historia y existe una única historia, es preciso concebir
la liberación no como simple sinónimo de
desarrollo o promoción humana sino como salvación
concebida en la perspectiva de Medellín “paso de
situaciones menos humanas para situaciones más
humanas” pasar de una realidad de
inhumanidad a un sueño de humanidad.