1. He aquí un hombre que nació en una aldea insignificante. Creció en una villa oscura. Trabajó hasta los treinta años en una carpintería. Durante tres años fue un predicador ambulante
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3. Nunca escribió un libro. Nunca tuvo un puesto de importancia. No formó una familia. No fue a la universidad. Nunca puso sus pies en lo que consideraríamos una gran ciudad. Nunca viajó a más de trescientos kilómetros de su ciudad natal. No hizo ninguna de las cosas que generalmente acompañan a los «grandes». No tuvo más credenciales que su propia persona. La opinión popular se puso en su contra
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5. Sus amigos huyeron. Uno de ellos lo traicionó. Fue entregado a sus enemigos. Tuvo que soportar la farsa de un proceso judicial. Lo asesinaron clavándolo en una cruz, entre dos ladrones. Mientras agonizaba, los encargados de su ejecución se disputaron la única cosa que fue de su propiedad: una túnica. Lo sepultaron en una tumba prestada por la compasión de un amigo. Según las «normas sociales», su vida fue un fracaso total.
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7. Han pasado veinte siglos... No es exagerado decir que todos los ejércitos que han marchado, todas las armadas que se han construido, todos los parlamentos que han sesionado y todos los reyes y autoridades que han gobernado —puestos juntos— no han afectado tan poderosamente la existencia del ser humano sobre la tierra como la vida sencilla de Jesús de Nazaret.
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9. Isaias 53 53:3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 53:4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 53:6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.