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Cuentos cortos e historias para ti


       Extractados del libro “Nuevo Método de Lectura” de don
                            Claudio Matte.
      Historias y cuentos que leyeron y escucharon los estudiantes
                        como tú, en el año 1927


Presentación realizada por Carlos Zamorano Dager. Año 2003
Presentación realizada por Carlos Zamorano Dager. Año 2003
Cuentos e historias cortas para ti

•   El ratón agudo                     • Los pajaritos cantores
•   El nido de perdiz                  • La Bandera
•   La sopa                            • El peral
•   La herradura vieja                 • Lo que vale la paciencia
•   No seas miedoso                    • Un buen corazón
•   La honradez premiada               • El burro de cargado
•   El niño rabioso                    • La mentira castigada
•   El hombre con la pierna de palo    • El gallo, el perro y el zorro
•   El ladrón de manzanas              • La vaca, el caballo, la oveja y el perro
•   La salud es un gran tesoro         • Las espigas de trigo
•   Los niños deben ser agradecidos y modestos
El ratón agudo
        Un ratón salió un día de su cueva y, al ver una trampa,
dijo: “Los hombres son muy agudos: con tres palitos y un ladrillo
arman una trampa; en uno de esos palitos ponen un pedazo de
queso, y dicen después: “Esa es una trampa para los ratones.”
¡Cómo si los ratones no fuéramos más agudos! Nosotros sabemos
muy bien que si tocamos el queso cae el ladrillo y nos aplasta, y
por eso no lo mordemos.
         Un rato se quedó el ratón mirando la trampa hasta que al
fin dijo: “Buen olor tiene el queso, y de olerlo sólo no ha de caer
la trampa; vamos, pues, a oler el quesito con cuidado”.
         Poco a poco se fue acercando a la trampa hasta que llegó
al queso. Pero tanto se acercó, que de repente cayó el ladrillo y lo
aplastó.
El nido de perdiz
         Al pasar por una sementera de trigo,
divisaron dos niños un nido de perdiz. Apenas lo
vieron, corrieron hacia él y pillaron la perdiz, que
estaba echada sobre los huevos.
         El mayor de los niños dijo entonces al otro:
“Toma tú los huevos, yo me quedaré con la perdiz;
los huevos valen mucho más que la perdiz,”
-Si es así, contestó el menor, dame a mí la perdiz y
quédate tú con los huevos.
          De palabra en palabra se fueron enojando
hasta que por último se pusieron a pelear. Durante
la pelea, se escapó la perdiz a uno de los niños, y el
otro pisoteó los huevos.
         Al ver que habían perdido la perdiz y los
huevos, los niños se reconciliaron y prometieron no
pelear nunca más.
La sopa
 “Esta sopa es muy mala”, decía una mañana
“Esta sopa es muy mala”, decía una mañana
Juanita aasu mamá; “no se puede comer.”
 Juanita su mamá; “no se puede comer.”
 -”No tengo tiempo ahora de hacer otra”,
-”No tengo tiempo ahora de hacer otra”,
 contestó la mamá, “pero, esta tarde te daré
contestó la mamá, “pero, esta tarde te daré
 una mejor”.
una mejor”.
La madre fue después con Juanita al jardín aa
 La madre fue después con Juanita al jardín
 desenterrar papas. Juanita estuvo ocupada
desenterrar papas. Juanita estuvo ocupada
todo el día en recogerlas yyecharlas en sacos.
 todo el día en recogerlas echarlas en sacos.

          Después que volvieron aala casa,
          Después que volvieron la casa,
trajo la madre la sopa. Juanita la probó yy
 trajo la madre la sopa. Juanita la probó
 dijo:
dijo:
 -¡Qué buena está. Esta es mucho mejor que la
-¡Qué buena está. Esta es mucho mejor que la
 otra!
otra!
Y se comió un plato lleno. La madre se río yy
 Y se comió un plato lleno. La madre se río
 dijo: “Es la misma sopa que encontraste mala
dijo: “Es la misma sopa que encontraste mala
 esta mañana. Ahora te gusta porque el
esta mañana. Ahora te gusta porque el
 trabajo te ha abierto el apetito”
trabajo te ha abierto el apetito”
La herradura vieja
        Un campesino fue un día con su hijo
Tomás a la ciudad. En el camino divisó el
padre una herradura vieja y, al verla, dijo al
niño: “Recoge, Tomás, esa herradura que
está en el suelo y guárdala en tu bolsillo”.
-”No vale la pena de agacharse por tan
poco”, respondió Tomás.

         Sin contestar una palabra, tomó el padre la herradura y la
guardó en su bolsillo. Al llegar a la aldea vecina, la vendió al herrero
por tres centavos y con este dinero compró cerezas.
       Padre e hijo continuaron después su camino. El sol quemaba
mucho. En ninguna parte se divisaba un árbol o una casa donde
acogerse. Tomás casi se moría de sed y a duras penas podía seguir a
su padre.

                                                        Continúa
Este dejó entonces caer, como por
casualidad, una cereza. Tomás la recogió
como si hubiera sido oro y se la echó a la
boca. Algunos pasos más adelante, dejó el
padre caer otra cereza. Tomás la recogió
con la misma avidez. Y así continuó has
que hubo recogido todas las cerezas.
        Cuando se hubo comido la última,
el padre, se volvió hacia él y le dijo:
-Si te hubieras agachado una vez para
recoger la herradura, no habrías tenido
que agacharte cien veces para recoger las
cerezas.
No seas miedoso
          Federico era un niño muy miedoso. Una
noche lo mandó su padre a casa del vecino. La luna
alumbraba mucho. Cuando entró al callejón, Federico
vio parado delante de sí un hombre negro y grande.
           Lleno de susto, saltó el niño a un lado. Pero
el hombre negro también dio un salto y se puso más
pequeño. Federico gritó espantado y se volvió
corriendo a su casa. El hombre corrió también detrás
de él, agrandándose al mismo tiempo como por
encanto.
          A los gritos salió el padre y encontró al niño
tendido en el suelo y medio muerto de susto. Después
de un momento, Federico contó llorando que un
hombre negro lo perseguía.
           Al oír esto, el padre tomó al niño de la mano,
lo llevó delante de la casa y le hizo ver que el hombre
negro sólo había sido su propia sombra. Federico se
puso colorado de vergüenza y prometió no ser más
miedoso.
María encontró un día en el patio de
su casa un huevo. Llena de alegría corrió a
decir a su madre: “Mire, mamá, el huevo que
me he encontrado.
        La madre contestó: “Este huevo no te
pertenece a ti, sino a la vecina. Seguramente
ha volado una de sus gallinas a nuestro patio
y ha puesto allí el huevo. Es necesario que lo
devuelvas”.


Obedeciendo a su madre, María llevó el huevo a la vecina. Esta se
alegró mucho de la honradez de María y de su madre, que era muy
pobre, y dijo: “Para premiar tu honradez, quiero regalarte el huevo; pero
te lo guardaré algunas semanas”. Y diciendo esto, lo puso en el nido de
una gallina que estaba empollando.
Después de algunas semanas, salió del huevo una polluela.
María tuvo un gran susto al recibirla de manos de su vecina y se dedicó
a cuidarla con gran solicitud. Los medios de alimentarla no faltaban,
porque la buena vecina procuraba a María el maíz y el trigo necesarios.
        Con el tiempo la polluela creció, puso huevos y los empolló.
Luego tuvo María doce polluelas más, que también crecieron. Estas
ponían muchos huevos y María vendía cada sábado varias docenas en
el mercado, y con lo que ganaba sustentaba a su madre.
Oscar, un niño de diez años, tenía varios
hermanos. Su madre era muy pobre y tenía mucho que
trabajar para sostener a su familia. Muchas veces, cuando
salía, recomendaba a Oscar que cuidase a sus hermanos
menores. Pero Oscar no lo hacía de buena voluntad,
porque así no podía jugar con otros niños.
          Una de sus hermanitas se llamaba Rosita y tenía
sólo 3 años. Un día dijo la madre a Oscar: “Lleva la niña al
jardín y cuida que no le suceda nada”. Oscar obedeció de
muy mala gana. Después de pasar un rato con su
hermanita en el jardín, se dijo para sí: “No me gusta tener
que cuidar siempre a los niños. Mientras yo estoy aquí, mis
compañeros juegan y se divierten”. Y luego se fue dejando
sola a la niña; pero ésta se puso a llorar y a gritar.

                                  Continúa
Oscar volvió muy enojado y le dio un
empujón. La niñita cayó sobre una piedra y quedó sin
sentido. Oscar, muy asustado, la levantó y la llevó a
su madre. Esta, al ver a la niña sin sentido y muy
pálida, gritó espantada: “La niña está muerta”. Y
entonces todos se pusieron a llorar y a lamentarse.
          Luego, llegó la doctora y dijo: “La niña no
está muerta, pero está muy enferma y es difícil que
viva”. Mientras la madre hacía los remedios
ordenados por la doctora, Oscar se retiró
avergonzado a un rincón del cuarto. El muchacho
lloraba amargamente y sentía el mayor
arrepentimiento..
         Por fin la niñita sanó, Oscar confesó su mala
acción, y dijo a su madre: “He pasado el susto más
grande de mi vida, pues me parecía que mi
hermanita no sanaría. Nunca más volveré a ser
rabioso; nunca más volveré a maltratar a mis
hermanitos.
El hombre de la pierna de
palo
          Pasaba un día por una aldea un
           Pasaba un día por una aldea un
pobre hombre que tenía una pierna de palo.
 pobre hombre que tenía una pierna de palo.
Pedro jugaba en la calle con varios niños
 Pedro jugaba en la calle con varios niños
amigos suyos. Al ver al pobre hombre, Pedro
 amigos suyos. Al ver al pobre hombre, Pedro
corrió detrás yyempezó a burlarse de él yya
 corrió detrás empezó a burlarse de él a
remedarle su manera de andar.
 remedarle su manera de andar.
          El hombre se dio vuelta y, mirando
           El hombre se dio vuelta y, mirando
con tristeza al muchacho, le dijo: “He peleado
 con tristeza al muchacho, le dijo: “He peleado
como soldado por la Patria; en una batalla
 como soldado por la Patria; en una batalla
recibí un balazo, yycomo resultado de esto
 recibí un balazo, como resultado de esto
perdí la pierna; esta pierna de palo no
 perdí la pierna; esta pierna de palo no
merece, pues, tus burlas”.
 merece, pues, tus burlas”.
         Estas palabras conmovieron a
          Estas palabras conmovieron a
todos. Los niños se sacaron la gorra yy
 todos. Los niños se sacaron la gorra
saludaron respetuosamente al hombre.
 saludaron respetuosamente al hombre.
Pedro no se atrevía a levantar los ojos de
 Pedro no se atrevía a levantar los ojos de
vergüenza. Desde aquel día no se volvió a
 vergüenza. Desde aquel día no se volvió a
burlar más de los inválidos.
 burlar más de los inválidos.
El ladrón de Manzanas.
         Antonio era un muchacho muy travieso. Al
pasar una vez por una vez por una quinta, divisó
en el suelo una cantidad de bonitas manzanas.
Creyendo que nadie lo notaría, se entró a la quinta
por un portillo muy estrecho de la tapia, recogió las
manzanas y se rellenó con ellas todos los bolsillos.
Pero luego llegó el dueño con un bastón en la
mano.

           Al verlo, Antonio corrió tan ligero como
pudo hacia la tapia y trató de escaparse por el
portillo. Pero, como tenía los bolsillos rellenos con
manzanas, se quedó atajado y no pudo salir.
Luego lo alcanzó el dueño, lo tomó y sólo lo soltó
después de haberle dado un buen número de
bastonazos y de haberle quitado todas las
manzanas. Antonio tuvo, pues, que pagar muy
cara su maldad.
La salud es un gran tesoro.
         Antonio salió una vez al campo. Después de
mucho caminar, llegó cansado y de mal humor a una
posada; allí se hizo servir un vaso de agua y un pedazo de
pan. Pero estaba descontento porque había hecho su viaje
a pie y porque no tenía dinero para almorzar mejor.

         Poco después paró a la puerta de la posada un
coche. Dentro de él venía un caballero, que se hizo llevar
un buen pedazo de carne y una botella de vino.

          Antonio lo notó de mal humor al caballero y
penso en su interior: “!ojalá pudiera yo hacer lo mismo!”

          El caballero lo notó y le dijo : “¿Estarías tú
dispuesto a cambiar conmigo?” –“Por supuesto”, respondió
Antonio sin vacilar; “bájese Ud, del coche y deme todo lo
que Ud. tiene; yo le daré también todo lo que yo tengo”.
En el acto ordenó el caballero a su
criado que lo levantara de su asiento. Pero ¡qué
horror! Sus pies estaban tullidos; el pobre
caballero no podía tenerse parado; el criado hubo
de sostenerlo hasta que trajeron las muletas, sin
las cuales no podía dar un paso.
          “¿Qué hay?” preguntó entonces al
hombre, “¿estás todavía dispuesto a cambiar
conmigo?” – “!No, por Dios!” contestó Antonio con
espanto. “Yo aprecio mis piernas mucho más que
cien caballos juntos. Más vale comer sólo pan y
estar bueno y sano que comer carne y tener que
hacerse conducir como un niño chico”. Y después
se levantó y se fue.

              “Tienes razón”, le gritó el caballero;
“si tú pudieras darme tus buenas piernas, yo te
daría mi coche, mis caballos, mi plata, todo lo que
tengo. Un hombre pobre y sano es mucho más
feliz que uno rico y tullido”.
Los niños deben ser agradecidos y modestos.
    Los niños deben ser agradecidos y modestos.
           En tiempos de una carestía, un hombre rico hizo ir a su casa a
            En tiempos de una carestía, un hombre rico hizo ir a su casa a
veinte niños de los más pobres de la ciudad yyles dijo : :“En este canasto
 veinte niños de los más pobres de la ciudad les dijo “En este canasto
hay un pan para cada uno de vosotros. Tomadlo yyvolved todos los días a
 hay un pan para cada uno de vosotros. Tomadlo volved todos los días a
la misma hora hasta que mejoren los tiempos.
 la misma hora hasta que mejoren los tiempos.

            Los niños se precipitaron sobre el canasto yyempezaron a
             Los niños se precipitaron sobre el canasto empezaron a
gritar yya pelear, porque cada uno quería tener el pan más grande yymás
 gritar a pelear, porque cada uno quería tener el pan más grande más
bonito; por último, se fueron sin dar siquiera las gracias.
 bonito; por último, se fueron sin dar siquiera las gracias.

           Sólo Francisca, una niñita pobre, pero aseada, se quedó
            Sólo Francisca, una niñita pobre, pero aseada, se quedó
parada modestamente al lado de la puerta, tomó el pan más pequeño del
 parada modestamente al lado de la puerta, tomó el pan más pequeño del
canasto, dio las gracias yyse fue después a la casa.
 canasto, dio las gracias se fue después a la casa.
Al día siguiente los niños se
portaron tan mal como el anterior, y la
pobre Francisca recibió un pan que
apenas era como la mitad de los otros.
Pero cuando llegó a la casa y la madre
partió el pan, cayeron de adentro una
cantidad de monedas de oro.

             La madre se asustó y
dijo :”Lleva el dinero al caballero;
seguramente lo han puesto por
equivocación dentro del pan”.

           Francisca llevó en el acto el
dinero al caballero. Pero éste dijo: “No, no
ha sido por equivocación. He hecho poner
el dinero en el pan más pequeño para
premiarte a ti, mi buena niñita, pues tú eres
modesta y agradecida y te contentas con
poco. Si continúas siendo así, no faltará
nunca quién te ayude”.
Los pajaritos cantores.
  No lejos de una gran ciudad había una aldea que estaba
rodeada de hermosos jardines y huertos. En primavera los
árboles y las plantas se cubrían de flores que esparcían un
agradable olor en la vecindad. En las ramas y en las
cercas cantaban y anidaban toda clase de pajaritos.En
otoño los árboles se cargaban de peras, manzanas,
ciruelas y otras frutas.

 Una vez comenzaron algunos muchachos malos a
robarse los nidos de los pajaritos. Al ver esto, los pajaritos
principiaron a retirarse del lugar, y en poco tiempo
desaparecieron del todo.

  Los jardines se pusieron tristes y feos; en las mañanas
de primavera no se oía ya el alegre canto de los pajaritos.
Los gusanos dañinos, que antes eran destruídos por los
pajaritos, comenzaron a aumentar y a comerse las hojas y
las flores. Los árboles quedaron pelados y no daban frutas.
Los muchachos, que antes las obtenían en abundancia, no
recibían ni siquiera una pera para muestra.
Niños, esta es la bandera de la patria.
       Para nosotros es la más hermosa del mundo.
           Tiene tres colores: azul, blanco y rojo.
 El campo azul tiene una estrella blanca: es la estrella
                        de Chile.
 La bandera representa el país: la tierra en que vivimos
 y todo lo que amamos, los padres, los hermanos, los
           maestros, los amigos, los chilenos.
      Los soldados y los marinos dan la vida por ella.
     Los hombres y las mujeres la miran con respeto.
 Cuando pasa por las calles nos descubrimos ante ella.
  Cuando el viento la mueve en lo alto de los edificios,
sentimos alegría y nos dan deseos de gritar:!Viva Chile!
     Por amor a la bandera, que es la patria, ustedes
         prometen ser buenos, ahora y siempre.
Un día estaba acostado delante de su casa un hombre joven y
robusto y se quejaba a su vecino de su pobreza.
           “!Ay!” decía, “yo me daría por contento si tuviera cien pesos”. “Eso
es muy fácil”, le contestó el vecino, que era un hombre cuerdo, “pero es
necesario hacer algo para obtenerlos”.
          “¿Qué debo hacer?” preguntó el hombre. “Mira” contestó el vecino,
“en el suelo que cubres con tu cuerpo hay más de cien pesos; ve, pues,
modo de sacarlos”.
          El hombre se puso a trabajar cavó un gran hoyo; pero los pesos
no aparecían.
          Al otro día vino el vecino. Al ver el hoyo, casi se murió de risa y dijo
al hombre: “Me has comprendido mal. Te voy a dar un peral.
Este creció con el tiempo,
   Este creció con el tiempo,
produjo hermosas frutas yy
 produjo hermosas frutas
 dio a su dueño más de cien
dio a su dueño más de cien
 pesos.
pesos.
     El hombre acostumbraba
    El hombre acostumbraba
 más tarde sentarse a la
más tarde sentarse a la
sombra del peral yycontar
 sombra del peral contar
esta historia a sus hijos yy
 esta historia a sus hijos
 nietos, diciéndoles: “No
nietos, diciéndoles: “No
 olvidéis, pues, queridos
olvidéis, pues, queridos
 niños que el trabajo tiene
niños que el trabajo tiene
 siempre su recompensa.
siempre su recompensa.
Dos muchachas, Ana eeIsabel, fueron un día
             Dos muchachas, Ana Isabel, fueron un día
aala ciudad llevando cada una en la cabeza un pesado
    la ciudad llevando cada una en la cabeza un pesado
canasto con frutas. Ana se quejaba del peso yy
 canasto con frutas. Ana se quejaba del peso
caminaba de mal humor; pero Isabel iba alegre yy
 caminaba de mal humor; pero Isabel iba alegre
risueña.
 risueña.
             Al verla así, Ana le preguntó: “¿Por qué vas
              Al verla así, Ana le preguntó: “¿Por qué vas
tan contenta? Tu canasto es tan pesado como el mío yy
 tan contenta? Tu canasto es tan pesado como el mío
tú no eres más fuerte que yo”. “Yo tengo”, contestó
 tú no eres más fuerte que yo”. “Yo tengo”, contestó
Isabel, “una yerbecita que aliviana mucho mi carga”.
 Isabel, “una yerbecita que aliviana mucho mi carga”.

            “¡Ay!” dijo Ana, “¡muy valiosa debe ser esa
             “¡Ay!” dijo Ana, “¡muy valiosa debe ser esa
yerba!” ¿Podrías decirme cómo se llama yydónde
  yerba!” ¿Podrías decirme cómo se llama dónde
crece?”. __“¡Cómo no ¡” contestó Isabel, “la yerba se
  crece?”. “¡Cómo no ¡” contestó Isabel, “la yerba se
llama Paciencia yycrece en todas partes, cuando uno
  llama Paciencia crece en todas partes, cuando uno
quiere”.
  quiere”.
Un buen corazón .
          Apoyada sobre un bastón, caminaba un día por las
calles de una aldea una pobre mujer enferma; la gente la
miraba apenas y pasaba sin darle nada.

            Al llegar al fin de la aldea, encontró a un niño vestido
con una chaqueta ordinaria, pero que ocultaba bajo ella un
buen corazón. Al ver a la mujer, el niño se dirigió a ella lleno de
cariño, metió la mano en el bolsillo, sacó una moneda, se la dio
y se alejó corriendo.

          Un caballero que había visto todo llamó al niño, pero
éste miró hacia otra parte, haciéndose desentendido.
   “¿ Por qué ocultas la cara?” le preguntó el caballero. “Tengo
vergüenza”, contestó el niño, “de haber dado tan poco a la
pobre mujer”. _”Cuánto le diste?” – “Sólo un centavo, pues era
todo lo que tenía”.

           El caballero, conmovido por el buen corazón del niño,
dijo a éste: “No debes avergonzarte, mi buen niño porque tú
has dado lo que podías; lo que tú no has podido dar, voy a
darlo yo”. Y diciendo esto llamó a la mujer y le dio una moneda
de plata.
El burro cargado.
          Un burro cargado con un saco de
sal tuvo una vez que pasar un río. Al llegar
al medio, tropezó y cayó agua. Cuando se
levantó, notó que su carga se había puesto
mucho más liviana, pues una gran parte de
la sal se había deshecho en el agua.
“Bueno es saberlo otra vez”, se dijo el
burro para sí, lleno de alegría.

         Al día siguiente tuvo el burro que
conducir un saco de esponjas, que no era
muy pesado. Al pasar de nuevo el río, se
echó intencionalmente en el agua,
creyendo así alivianar su carga. Pero ¡cuán
equivocado estaba! Las esponjas chuparon
tanta agua y se pusieron tan pesadas que
el burro a duras penas pudo levantarse y
continuar su camino.
La mentira castigada.
               La mentira castigada.
            No lejos de un bosque, cuidaba Antonio un
            No lejos de un bosque, cuidaba Antonio un
rebaño de ovejas. Un día, queriendo divertirse a costillas
 rebaño de ovejas. Un día, queriendo divertirse a costillas
ajenas, gritó a toda fuerza: “¡Que viene el lobo! ¡que
 ajenas, gritó a toda fuerza: “¡Que viene el lobo! ¡que
viene el lobo”! En el acto llegaron corriendo yyarmados
 viene el lobo”! En el acto llegaron corriendo armados
de escopetas yypalos un gran número de campesinos
 de escopetas palos un gran número de campesinos
que querían matar al lobo Pero, como no vieron
 que querían matar al lobo Pero, como no vieron
ninguno, se volvieron a sus casas, yyAntonio se rió de
 ninguno, se volvieron a sus casas, Antonio se rió de
ellos a sus anchas.
 ellos a sus anchas.
           Al día siguiente gritó Antonio de nuevo. “¡ El
            Al día siguiente gritó Antonio de nuevo. “¡ El
lobo! ¡el lobo!”. Los campesinos fueron otra vez aunque
 lobo! ¡el lobo!”. Los campesinos fueron otra vez aunque
no en tanto número como el día anterior. Pero, como no
 no en tanto número como el día anterior. Pero, como no
vieron ni siquiera sombra de lobo, menearon la cabeza
 vieron ni siquiera sombra de lobo, menearon la cabeza
regresaron enojados a sus casas.
 regresaron enojados a sus casas.
            Al tercer día vino el lobo de veras, yyAntonio
             Al tercer día vino el lobo de veras, Antonio
gritó lleno de espanto: “¡Socorro! socorro! el lobo! el
 gritó lleno de espanto: “¡Socorro! socorro! el lobo! el
lobo!” Pero nadie le hizo caso porque todos creían que
 lobo!” Pero nadie le hizo caso porque todos creían que
los gritos eran sólo una nueva farsa.
 los gritos eran sólo una nueva farsa.
            El lobo atacó el rebaño yymató varias ovejas,
             El lobo atacó el rebaño mató varias ovejas,
entre ellas un corderito muy bonito que pertenecía al
 entre ellas un corderito muy bonito que pertenecía al
muchacho mismo yyque éste quería mucho.
 muchacho mismo que éste quería mucho.
Los niños y la Luna
         El sol se había puesto y ya
comenzaba a oscurecer, pero no todos los
niños habían vuelto a sus casas. Dos
estaban todavía en el campo y habían
olvidado en medio del juego que los niños
tienen que volver a la casa antes que se
haga de noche. Poco a poco se puso
muy oscuro, los niños se asustaron y
comenzaron a llorar porque la casa estaba
lejos y no podían encontrar el camino.

        De repente apareció una claridad
detrás de los árboles y a poco vieron
levantarse una luz redonda. Era la luna.
Cuando ésta divisó a los niños, les dijo:
“Buenas noches, niños, ¿qué estáis
haciendo tan tarde en el campo”?
Los niños se asustaron al principio;
pero, cuando vieron que la luna se sonreía
bondadosamente, cobraron valor y
contestaron:
“¡Ay!” nos hemos atrasado y ahora no
podemos encontrar el camino de la casa
porque es de noche”. Y se pusieron a llorar
tan amargamente que la luna se
compadeció de ellos y les dijo: “Si conocéis
la casa de vuestros padres os alumbraré
un poco para que encontréis el camino”.
          Cuando llegaron a la puerta de la
casa, se volvieron hacia la luna y le dijeron:
“Te damos las gracias, luna porque nos
has alumbrado el camino de la casa”. La
luna contestó: “ Con gusto lo he hecho;
pero apresuraos a buscar a vuestra madre,
que seguramente está con cuidado a
causa de vuestra tardanza.”
El gallo, el perro y el zorro.
            El gallo, el perro y el zorro.
  Un perro yyun gallo trabaron una vez amistad yysalieron
   Un perro un gallo trabaron una vez amistad salieron
juntos aaviajar. Una noche, no pudiendo encontrar casa en
 juntos viajar. Una noche, no pudiendo encontrar casa en
qué alojar, tuvieron que dormir en el bosque. Luego divisó
 qué alojar, tuvieron que dormir en el bosque. Luego divisó
el perro un árbol hueco, en donde él podía dormir bien.
 el perro un árbol hueco, en donde él podía dormir bien.
“Aquí podemos pasar la noche”, dijo aasu compañero.
 “Aquí podemos pasar la noche”, dijo su compañero.
“Está bien”, respondió el gallo, “pero aamí me gusta dormir
 “Está bien”, respondió el gallo, “pero mí me gusta dormir
arriba”, Y diciendo esto, de un vuelo se paró sobre una
 arriba”, Y diciendo esto, de un vuelo se paró sobre una
rama yyse puso aadormir.
 rama se puso dormir.
  Al amanecer, comenzó el gallo aacantar, porque creía
   Al amanecer, comenzó el gallo cantar, porque creía
que ya era tiempo de continuar el viaje. Pero un zorro que
 que ya era tiempo de continuar el viaje. Pero un zorro que
vivía cerca, oyó el canto yycorrió apresurado en busca del
 vivía cerca, oyó el canto corrió apresurado en busca del
gallo. Viendo el zorro que el gallo estaba tan arriba, se dijo
 gallo. Viendo el zorro que el gallo estaba tan arriba, se dijo
para sí: “Con buenas palabras tengo que hacerlo bajar,
 para sí: “Con buenas palabras tengo que hacerlo bajar,
porque yo no puedo subir tanto”.
 porque yo no puedo subir tanto”.

   El zorro comenzó, pues, aahacer cumplimiento al gallo.
    El zorro comenzó, pues, hacer cumplimiento al gallo.
“Buenos días querido primo”, le decía: “hacía mucho
 “Buenos días querido primo”, le decía: “hacía mucho
tiempo que no te veía. ¿Por qué has escojido este lugar
 tiempo que no te veía. ¿Por qué has escojido este lugar
tan malo para dormir? Según me parece tú no has
 tan malo para dormir? Según me parece tú no has
almorzado todavía. Si quieres venir aami casa, te daré pan
 almorzado todavía. Si quieres venir mi casa, te daré pan
fresco”.
 fresco”.
Pero el gallo conocía
muy bien al pícaro, y
tuvo buen cuidado de no
bajar del árbol. “Puesto
que tú eres mi primo”, le
dijo, “acepto con gusto tu
invitación, pero yo ando
con un compañero que
ha cerrado la puerta de
su cuarto. Hazme el
favor de despertarlo y
después podemos ir
todos juntos”.
El zorro, creyendo que este
compañero era otro gallo, corrió ligero a
la cueva en que estaba acostado el
perro. Este había despertado ya y oído
todo lo que el zorro había dicho para
engañar al gallo. Grande fue su alegría al
ver que luego iba a poder castigar al
malvado. Antes que el zorro pudiera
arrancar, saltó el perro afuera, cogió al
muy pillo por el pescuezo y lo mordió
hasta matarlo. después llamó a su amigo
el gallo y le dijo:
-“Si tú hubieras estado solo,
seguramente te habría muerto este
pícaro. Apresurémonos a salir del
bosque
La vaca, el caballo, la oveja y el perro.
           Una vaca, un caballo y una oveja disputaban un día sobre cuál de ellos es más útil
al hombre. La vaca decía: “Yo produzco la buena leche, la mantequilla y el queso”. El caballo
por su parte, respondía: “Yo tiro el coche del patrón y llevo en mis ancas al jinete, ligero
como el viento”. Y la oveja contestaba a todo esto : “Yo me despojo de mi lana y sufro frío
para vestir a mi Señor”.
           Luego fue a juntárseles el perro, pero ellos lo miraron con desprecio, como si fuera
un animal completamente inútil. Poco después llegó el patrón y se puso a acariciar al perro y
juguetear con él.
Al ver esto, la vaca y sus compañeros se enojaron y el caballo tuvo
hasta el atrevimiento de preguntar: “¿Por qué acaricias al perro? ¿No valemos
nosotros mucho más que ese animal inútil?”

           Pero el patrón siguió acariciando al perro con más ternura aún y
respondió: “Este ha salvado la vida a mi hijo único arrebatándolo valientemente a
la corriente de un río. Mientras viva, pues, he de querer y de acariciar a mi fiel
compañero”.
Las espigas de trigo.
    Un campesino salío un día al campo con su hijo Toribio, para ver
si el trigo estaba ya maduro.
    “Padre” dijo el niño, ¿Por qué se inclinan tanto hacia la tierra
algunas matas de trigo, mientras que otras tienen la cabeza tan
levantada? Estas últimas deben ser muy buenas: las otras, que tanto
se agachan son sin duda malas”.
    El padre cojió un par de espigas, y dijo: “Mira, niño, esta espiga,
que tan modestamente se inclinaba, está llena de los más hermosos
granos, y esta otra, que se ostentaba tan orgullosa, está vacía, y no
vale nada”.
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  • 3. El ratón agudo Un ratón salió un día de su cueva y, al ver una trampa, dijo: “Los hombres son muy agudos: con tres palitos y un ladrillo arman una trampa; en uno de esos palitos ponen un pedazo de queso, y dicen después: “Esa es una trampa para los ratones.” ¡Cómo si los ratones no fuéramos más agudos! Nosotros sabemos muy bien que si tocamos el queso cae el ladrillo y nos aplasta, y por eso no lo mordemos. Un rato se quedó el ratón mirando la trampa hasta que al fin dijo: “Buen olor tiene el queso, y de olerlo sólo no ha de caer la trampa; vamos, pues, a oler el quesito con cuidado”. Poco a poco se fue acercando a la trampa hasta que llegó al queso. Pero tanto se acercó, que de repente cayó el ladrillo y lo aplastó.
  • 4. El nido de perdiz Al pasar por una sementera de trigo, divisaron dos niños un nido de perdiz. Apenas lo vieron, corrieron hacia él y pillaron la perdiz, que estaba echada sobre los huevos. El mayor de los niños dijo entonces al otro: “Toma tú los huevos, yo me quedaré con la perdiz; los huevos valen mucho más que la perdiz,” -Si es así, contestó el menor, dame a mí la perdiz y quédate tú con los huevos. De palabra en palabra se fueron enojando hasta que por último se pusieron a pelear. Durante la pelea, se escapó la perdiz a uno de los niños, y el otro pisoteó los huevos. Al ver que habían perdido la perdiz y los huevos, los niños se reconciliaron y prometieron no pelear nunca más.
  • 5. La sopa “Esta sopa es muy mala”, decía una mañana “Esta sopa es muy mala”, decía una mañana Juanita aasu mamá; “no se puede comer.” Juanita su mamá; “no se puede comer.” -”No tengo tiempo ahora de hacer otra”, -”No tengo tiempo ahora de hacer otra”, contestó la mamá, “pero, esta tarde te daré contestó la mamá, “pero, esta tarde te daré una mejor”. una mejor”. La madre fue después con Juanita al jardín aa La madre fue después con Juanita al jardín desenterrar papas. Juanita estuvo ocupada desenterrar papas. Juanita estuvo ocupada todo el día en recogerlas yyecharlas en sacos. todo el día en recogerlas echarlas en sacos. Después que volvieron aala casa, Después que volvieron la casa, trajo la madre la sopa. Juanita la probó yy trajo la madre la sopa. Juanita la probó dijo: dijo: -¡Qué buena está. Esta es mucho mejor que la -¡Qué buena está. Esta es mucho mejor que la otra! otra! Y se comió un plato lleno. La madre se río yy Y se comió un plato lleno. La madre se río dijo: “Es la misma sopa que encontraste mala dijo: “Es la misma sopa que encontraste mala esta mañana. Ahora te gusta porque el esta mañana. Ahora te gusta porque el trabajo te ha abierto el apetito” trabajo te ha abierto el apetito”
  • 6. La herradura vieja Un campesino fue un día con su hijo Tomás a la ciudad. En el camino divisó el padre una herradura vieja y, al verla, dijo al niño: “Recoge, Tomás, esa herradura que está en el suelo y guárdala en tu bolsillo”. -”No vale la pena de agacharse por tan poco”, respondió Tomás. Sin contestar una palabra, tomó el padre la herradura y la guardó en su bolsillo. Al llegar a la aldea vecina, la vendió al herrero por tres centavos y con este dinero compró cerezas. Padre e hijo continuaron después su camino. El sol quemaba mucho. En ninguna parte se divisaba un árbol o una casa donde acogerse. Tomás casi se moría de sed y a duras penas podía seguir a su padre. Continúa
  • 7. Este dejó entonces caer, como por casualidad, una cereza. Tomás la recogió como si hubiera sido oro y se la echó a la boca. Algunos pasos más adelante, dejó el padre caer otra cereza. Tomás la recogió con la misma avidez. Y así continuó has que hubo recogido todas las cerezas. Cuando se hubo comido la última, el padre, se volvió hacia él y le dijo: -Si te hubieras agachado una vez para recoger la herradura, no habrías tenido que agacharte cien veces para recoger las cerezas.
  • 8. No seas miedoso Federico era un niño muy miedoso. Una noche lo mandó su padre a casa del vecino. La luna alumbraba mucho. Cuando entró al callejón, Federico vio parado delante de sí un hombre negro y grande. Lleno de susto, saltó el niño a un lado. Pero el hombre negro también dio un salto y se puso más pequeño. Federico gritó espantado y se volvió corriendo a su casa. El hombre corrió también detrás de él, agrandándose al mismo tiempo como por encanto. A los gritos salió el padre y encontró al niño tendido en el suelo y medio muerto de susto. Después de un momento, Federico contó llorando que un hombre negro lo perseguía. Al oír esto, el padre tomó al niño de la mano, lo llevó delante de la casa y le hizo ver que el hombre negro sólo había sido su propia sombra. Federico se puso colorado de vergüenza y prometió no ser más miedoso.
  • 9. María encontró un día en el patio de su casa un huevo. Llena de alegría corrió a decir a su madre: “Mire, mamá, el huevo que me he encontrado. La madre contestó: “Este huevo no te pertenece a ti, sino a la vecina. Seguramente ha volado una de sus gallinas a nuestro patio y ha puesto allí el huevo. Es necesario que lo devuelvas”. Obedeciendo a su madre, María llevó el huevo a la vecina. Esta se alegró mucho de la honradez de María y de su madre, que era muy pobre, y dijo: “Para premiar tu honradez, quiero regalarte el huevo; pero te lo guardaré algunas semanas”. Y diciendo esto, lo puso en el nido de una gallina que estaba empollando.
  • 10. Después de algunas semanas, salió del huevo una polluela. María tuvo un gran susto al recibirla de manos de su vecina y se dedicó a cuidarla con gran solicitud. Los medios de alimentarla no faltaban, porque la buena vecina procuraba a María el maíz y el trigo necesarios. Con el tiempo la polluela creció, puso huevos y los empolló. Luego tuvo María doce polluelas más, que también crecieron. Estas ponían muchos huevos y María vendía cada sábado varias docenas en el mercado, y con lo que ganaba sustentaba a su madre.
  • 11. Oscar, un niño de diez años, tenía varios hermanos. Su madre era muy pobre y tenía mucho que trabajar para sostener a su familia. Muchas veces, cuando salía, recomendaba a Oscar que cuidase a sus hermanos menores. Pero Oscar no lo hacía de buena voluntad, porque así no podía jugar con otros niños. Una de sus hermanitas se llamaba Rosita y tenía sólo 3 años. Un día dijo la madre a Oscar: “Lleva la niña al jardín y cuida que no le suceda nada”. Oscar obedeció de muy mala gana. Después de pasar un rato con su hermanita en el jardín, se dijo para sí: “No me gusta tener que cuidar siempre a los niños. Mientras yo estoy aquí, mis compañeros juegan y se divierten”. Y luego se fue dejando sola a la niña; pero ésta se puso a llorar y a gritar. Continúa
  • 12. Oscar volvió muy enojado y le dio un empujón. La niñita cayó sobre una piedra y quedó sin sentido. Oscar, muy asustado, la levantó y la llevó a su madre. Esta, al ver a la niña sin sentido y muy pálida, gritó espantada: “La niña está muerta”. Y entonces todos se pusieron a llorar y a lamentarse. Luego, llegó la doctora y dijo: “La niña no está muerta, pero está muy enferma y es difícil que viva”. Mientras la madre hacía los remedios ordenados por la doctora, Oscar se retiró avergonzado a un rincón del cuarto. El muchacho lloraba amargamente y sentía el mayor arrepentimiento.. Por fin la niñita sanó, Oscar confesó su mala acción, y dijo a su madre: “He pasado el susto más grande de mi vida, pues me parecía que mi hermanita no sanaría. Nunca más volveré a ser rabioso; nunca más volveré a maltratar a mis hermanitos.
  • 13. El hombre de la pierna de palo Pasaba un día por una aldea un Pasaba un día por una aldea un pobre hombre que tenía una pierna de palo. pobre hombre que tenía una pierna de palo. Pedro jugaba en la calle con varios niños Pedro jugaba en la calle con varios niños amigos suyos. Al ver al pobre hombre, Pedro amigos suyos. Al ver al pobre hombre, Pedro corrió detrás yyempezó a burlarse de él yya corrió detrás empezó a burlarse de él a remedarle su manera de andar. remedarle su manera de andar. El hombre se dio vuelta y, mirando El hombre se dio vuelta y, mirando con tristeza al muchacho, le dijo: “He peleado con tristeza al muchacho, le dijo: “He peleado como soldado por la Patria; en una batalla como soldado por la Patria; en una batalla recibí un balazo, yycomo resultado de esto recibí un balazo, como resultado de esto perdí la pierna; esta pierna de palo no perdí la pierna; esta pierna de palo no merece, pues, tus burlas”. merece, pues, tus burlas”. Estas palabras conmovieron a Estas palabras conmovieron a todos. Los niños se sacaron la gorra yy todos. Los niños se sacaron la gorra saludaron respetuosamente al hombre. saludaron respetuosamente al hombre. Pedro no se atrevía a levantar los ojos de Pedro no se atrevía a levantar los ojos de vergüenza. Desde aquel día no se volvió a vergüenza. Desde aquel día no se volvió a burlar más de los inválidos. burlar más de los inválidos.
  • 14. El ladrón de Manzanas. Antonio era un muchacho muy travieso. Al pasar una vez por una vez por una quinta, divisó en el suelo una cantidad de bonitas manzanas. Creyendo que nadie lo notaría, se entró a la quinta por un portillo muy estrecho de la tapia, recogió las manzanas y se rellenó con ellas todos los bolsillos. Pero luego llegó el dueño con un bastón en la mano. Al verlo, Antonio corrió tan ligero como pudo hacia la tapia y trató de escaparse por el portillo. Pero, como tenía los bolsillos rellenos con manzanas, se quedó atajado y no pudo salir. Luego lo alcanzó el dueño, lo tomó y sólo lo soltó después de haberle dado un buen número de bastonazos y de haberle quitado todas las manzanas. Antonio tuvo, pues, que pagar muy cara su maldad.
  • 15. La salud es un gran tesoro. Antonio salió una vez al campo. Después de mucho caminar, llegó cansado y de mal humor a una posada; allí se hizo servir un vaso de agua y un pedazo de pan. Pero estaba descontento porque había hecho su viaje a pie y porque no tenía dinero para almorzar mejor. Poco después paró a la puerta de la posada un coche. Dentro de él venía un caballero, que se hizo llevar un buen pedazo de carne y una botella de vino. Antonio lo notó de mal humor al caballero y penso en su interior: “!ojalá pudiera yo hacer lo mismo!” El caballero lo notó y le dijo : “¿Estarías tú dispuesto a cambiar conmigo?” –“Por supuesto”, respondió Antonio sin vacilar; “bájese Ud, del coche y deme todo lo que Ud. tiene; yo le daré también todo lo que yo tengo”.
  • 16. En el acto ordenó el caballero a su criado que lo levantara de su asiento. Pero ¡qué horror! Sus pies estaban tullidos; el pobre caballero no podía tenerse parado; el criado hubo de sostenerlo hasta que trajeron las muletas, sin las cuales no podía dar un paso. “¿Qué hay?” preguntó entonces al hombre, “¿estás todavía dispuesto a cambiar conmigo?” – “!No, por Dios!” contestó Antonio con espanto. “Yo aprecio mis piernas mucho más que cien caballos juntos. Más vale comer sólo pan y estar bueno y sano que comer carne y tener que hacerse conducir como un niño chico”. Y después se levantó y se fue. “Tienes razón”, le gritó el caballero; “si tú pudieras darme tus buenas piernas, yo te daría mi coche, mis caballos, mi plata, todo lo que tengo. Un hombre pobre y sano es mucho más feliz que uno rico y tullido”.
  • 17. Los niños deben ser agradecidos y modestos. Los niños deben ser agradecidos y modestos. En tiempos de una carestía, un hombre rico hizo ir a su casa a En tiempos de una carestía, un hombre rico hizo ir a su casa a veinte niños de los más pobres de la ciudad yyles dijo : :“En este canasto veinte niños de los más pobres de la ciudad les dijo “En este canasto hay un pan para cada uno de vosotros. Tomadlo yyvolved todos los días a hay un pan para cada uno de vosotros. Tomadlo volved todos los días a la misma hora hasta que mejoren los tiempos. la misma hora hasta que mejoren los tiempos. Los niños se precipitaron sobre el canasto yyempezaron a Los niños se precipitaron sobre el canasto empezaron a gritar yya pelear, porque cada uno quería tener el pan más grande yymás gritar a pelear, porque cada uno quería tener el pan más grande más bonito; por último, se fueron sin dar siquiera las gracias. bonito; por último, se fueron sin dar siquiera las gracias. Sólo Francisca, una niñita pobre, pero aseada, se quedó Sólo Francisca, una niñita pobre, pero aseada, se quedó parada modestamente al lado de la puerta, tomó el pan más pequeño del parada modestamente al lado de la puerta, tomó el pan más pequeño del canasto, dio las gracias yyse fue después a la casa. canasto, dio las gracias se fue después a la casa.
  • 18. Al día siguiente los niños se portaron tan mal como el anterior, y la pobre Francisca recibió un pan que apenas era como la mitad de los otros. Pero cuando llegó a la casa y la madre partió el pan, cayeron de adentro una cantidad de monedas de oro. La madre se asustó y dijo :”Lleva el dinero al caballero; seguramente lo han puesto por equivocación dentro del pan”. Francisca llevó en el acto el dinero al caballero. Pero éste dijo: “No, no ha sido por equivocación. He hecho poner el dinero en el pan más pequeño para premiarte a ti, mi buena niñita, pues tú eres modesta y agradecida y te contentas con poco. Si continúas siendo así, no faltará nunca quién te ayude”.
  • 19. Los pajaritos cantores. No lejos de una gran ciudad había una aldea que estaba rodeada de hermosos jardines y huertos. En primavera los árboles y las plantas se cubrían de flores que esparcían un agradable olor en la vecindad. En las ramas y en las cercas cantaban y anidaban toda clase de pajaritos.En otoño los árboles se cargaban de peras, manzanas, ciruelas y otras frutas. Una vez comenzaron algunos muchachos malos a robarse los nidos de los pajaritos. Al ver esto, los pajaritos principiaron a retirarse del lugar, y en poco tiempo desaparecieron del todo. Los jardines se pusieron tristes y feos; en las mañanas de primavera no se oía ya el alegre canto de los pajaritos. Los gusanos dañinos, que antes eran destruídos por los pajaritos, comenzaron a aumentar y a comerse las hojas y las flores. Los árboles quedaron pelados y no daban frutas. Los muchachos, que antes las obtenían en abundancia, no recibían ni siquiera una pera para muestra.
  • 20. Niños, esta es la bandera de la patria. Para nosotros es la más hermosa del mundo. Tiene tres colores: azul, blanco y rojo. El campo azul tiene una estrella blanca: es la estrella de Chile. La bandera representa el país: la tierra en que vivimos y todo lo que amamos, los padres, los hermanos, los maestros, los amigos, los chilenos. Los soldados y los marinos dan la vida por ella. Los hombres y las mujeres la miran con respeto. Cuando pasa por las calles nos descubrimos ante ella. Cuando el viento la mueve en lo alto de los edificios, sentimos alegría y nos dan deseos de gritar:!Viva Chile! Por amor a la bandera, que es la patria, ustedes prometen ser buenos, ahora y siempre.
  • 21. Un día estaba acostado delante de su casa un hombre joven y robusto y se quejaba a su vecino de su pobreza. “!Ay!” decía, “yo me daría por contento si tuviera cien pesos”. “Eso es muy fácil”, le contestó el vecino, que era un hombre cuerdo, “pero es necesario hacer algo para obtenerlos”. “¿Qué debo hacer?” preguntó el hombre. “Mira” contestó el vecino, “en el suelo que cubres con tu cuerpo hay más de cien pesos; ve, pues, modo de sacarlos”. El hombre se puso a trabajar cavó un gran hoyo; pero los pesos no aparecían. Al otro día vino el vecino. Al ver el hoyo, casi se murió de risa y dijo al hombre: “Me has comprendido mal. Te voy a dar un peral.
  • 22. Este creció con el tiempo, Este creció con el tiempo, produjo hermosas frutas yy produjo hermosas frutas dio a su dueño más de cien dio a su dueño más de cien pesos. pesos. El hombre acostumbraba El hombre acostumbraba más tarde sentarse a la más tarde sentarse a la sombra del peral yycontar sombra del peral contar esta historia a sus hijos yy esta historia a sus hijos nietos, diciéndoles: “No nietos, diciéndoles: “No olvidéis, pues, queridos olvidéis, pues, queridos niños que el trabajo tiene niños que el trabajo tiene siempre su recompensa. siempre su recompensa.
  • 23. Dos muchachas, Ana eeIsabel, fueron un día Dos muchachas, Ana Isabel, fueron un día aala ciudad llevando cada una en la cabeza un pesado la ciudad llevando cada una en la cabeza un pesado canasto con frutas. Ana se quejaba del peso yy canasto con frutas. Ana se quejaba del peso caminaba de mal humor; pero Isabel iba alegre yy caminaba de mal humor; pero Isabel iba alegre risueña. risueña. Al verla así, Ana le preguntó: “¿Por qué vas Al verla así, Ana le preguntó: “¿Por qué vas tan contenta? Tu canasto es tan pesado como el mío yy tan contenta? Tu canasto es tan pesado como el mío tú no eres más fuerte que yo”. “Yo tengo”, contestó tú no eres más fuerte que yo”. “Yo tengo”, contestó Isabel, “una yerbecita que aliviana mucho mi carga”. Isabel, “una yerbecita que aliviana mucho mi carga”. “¡Ay!” dijo Ana, “¡muy valiosa debe ser esa “¡Ay!” dijo Ana, “¡muy valiosa debe ser esa yerba!” ¿Podrías decirme cómo se llama yydónde yerba!” ¿Podrías decirme cómo se llama dónde crece?”. __“¡Cómo no ¡” contestó Isabel, “la yerba se crece?”. “¡Cómo no ¡” contestó Isabel, “la yerba se llama Paciencia yycrece en todas partes, cuando uno llama Paciencia crece en todas partes, cuando uno quiere”. quiere”.
  • 24. Un buen corazón . Apoyada sobre un bastón, caminaba un día por las calles de una aldea una pobre mujer enferma; la gente la miraba apenas y pasaba sin darle nada. Al llegar al fin de la aldea, encontró a un niño vestido con una chaqueta ordinaria, pero que ocultaba bajo ella un buen corazón. Al ver a la mujer, el niño se dirigió a ella lleno de cariño, metió la mano en el bolsillo, sacó una moneda, se la dio y se alejó corriendo. Un caballero que había visto todo llamó al niño, pero éste miró hacia otra parte, haciéndose desentendido. “¿ Por qué ocultas la cara?” le preguntó el caballero. “Tengo vergüenza”, contestó el niño, “de haber dado tan poco a la pobre mujer”. _”Cuánto le diste?” – “Sólo un centavo, pues era todo lo que tenía”. El caballero, conmovido por el buen corazón del niño, dijo a éste: “No debes avergonzarte, mi buen niño porque tú has dado lo que podías; lo que tú no has podido dar, voy a darlo yo”. Y diciendo esto llamó a la mujer y le dio una moneda de plata.
  • 25. El burro cargado. Un burro cargado con un saco de sal tuvo una vez que pasar un río. Al llegar al medio, tropezó y cayó agua. Cuando se levantó, notó que su carga se había puesto mucho más liviana, pues una gran parte de la sal se había deshecho en el agua. “Bueno es saberlo otra vez”, se dijo el burro para sí, lleno de alegría. Al día siguiente tuvo el burro que conducir un saco de esponjas, que no era muy pesado. Al pasar de nuevo el río, se echó intencionalmente en el agua, creyendo así alivianar su carga. Pero ¡cuán equivocado estaba! Las esponjas chuparon tanta agua y se pusieron tan pesadas que el burro a duras penas pudo levantarse y continuar su camino.
  • 26. La mentira castigada. La mentira castigada. No lejos de un bosque, cuidaba Antonio un No lejos de un bosque, cuidaba Antonio un rebaño de ovejas. Un día, queriendo divertirse a costillas rebaño de ovejas. Un día, queriendo divertirse a costillas ajenas, gritó a toda fuerza: “¡Que viene el lobo! ¡que ajenas, gritó a toda fuerza: “¡Que viene el lobo! ¡que viene el lobo”! En el acto llegaron corriendo yyarmados viene el lobo”! En el acto llegaron corriendo armados de escopetas yypalos un gran número de campesinos de escopetas palos un gran número de campesinos que querían matar al lobo Pero, como no vieron que querían matar al lobo Pero, como no vieron ninguno, se volvieron a sus casas, yyAntonio se rió de ninguno, se volvieron a sus casas, Antonio se rió de ellos a sus anchas. ellos a sus anchas. Al día siguiente gritó Antonio de nuevo. “¡ El Al día siguiente gritó Antonio de nuevo. “¡ El lobo! ¡el lobo!”. Los campesinos fueron otra vez aunque lobo! ¡el lobo!”. Los campesinos fueron otra vez aunque no en tanto número como el día anterior. Pero, como no no en tanto número como el día anterior. Pero, como no vieron ni siquiera sombra de lobo, menearon la cabeza vieron ni siquiera sombra de lobo, menearon la cabeza regresaron enojados a sus casas. regresaron enojados a sus casas. Al tercer día vino el lobo de veras, yyAntonio Al tercer día vino el lobo de veras, Antonio gritó lleno de espanto: “¡Socorro! socorro! el lobo! el gritó lleno de espanto: “¡Socorro! socorro! el lobo! el lobo!” Pero nadie le hizo caso porque todos creían que lobo!” Pero nadie le hizo caso porque todos creían que los gritos eran sólo una nueva farsa. los gritos eran sólo una nueva farsa. El lobo atacó el rebaño yymató varias ovejas, El lobo atacó el rebaño mató varias ovejas, entre ellas un corderito muy bonito que pertenecía al entre ellas un corderito muy bonito que pertenecía al muchacho mismo yyque éste quería mucho. muchacho mismo que éste quería mucho.
  • 27. Los niños y la Luna El sol se había puesto y ya comenzaba a oscurecer, pero no todos los niños habían vuelto a sus casas. Dos estaban todavía en el campo y habían olvidado en medio del juego que los niños tienen que volver a la casa antes que se haga de noche. Poco a poco se puso muy oscuro, los niños se asustaron y comenzaron a llorar porque la casa estaba lejos y no podían encontrar el camino. De repente apareció una claridad detrás de los árboles y a poco vieron levantarse una luz redonda. Era la luna. Cuando ésta divisó a los niños, les dijo: “Buenas noches, niños, ¿qué estáis haciendo tan tarde en el campo”?
  • 28. Los niños se asustaron al principio; pero, cuando vieron que la luna se sonreía bondadosamente, cobraron valor y contestaron: “¡Ay!” nos hemos atrasado y ahora no podemos encontrar el camino de la casa porque es de noche”. Y se pusieron a llorar tan amargamente que la luna se compadeció de ellos y les dijo: “Si conocéis la casa de vuestros padres os alumbraré un poco para que encontréis el camino”. Cuando llegaron a la puerta de la casa, se volvieron hacia la luna y le dijeron: “Te damos las gracias, luna porque nos has alumbrado el camino de la casa”. La luna contestó: “ Con gusto lo he hecho; pero apresuraos a buscar a vuestra madre, que seguramente está con cuidado a causa de vuestra tardanza.”
  • 29. El gallo, el perro y el zorro. El gallo, el perro y el zorro. Un perro yyun gallo trabaron una vez amistad yysalieron Un perro un gallo trabaron una vez amistad salieron juntos aaviajar. Una noche, no pudiendo encontrar casa en juntos viajar. Una noche, no pudiendo encontrar casa en qué alojar, tuvieron que dormir en el bosque. Luego divisó qué alojar, tuvieron que dormir en el bosque. Luego divisó el perro un árbol hueco, en donde él podía dormir bien. el perro un árbol hueco, en donde él podía dormir bien. “Aquí podemos pasar la noche”, dijo aasu compañero. “Aquí podemos pasar la noche”, dijo su compañero. “Está bien”, respondió el gallo, “pero aamí me gusta dormir “Está bien”, respondió el gallo, “pero mí me gusta dormir arriba”, Y diciendo esto, de un vuelo se paró sobre una arriba”, Y diciendo esto, de un vuelo se paró sobre una rama yyse puso aadormir. rama se puso dormir. Al amanecer, comenzó el gallo aacantar, porque creía Al amanecer, comenzó el gallo cantar, porque creía que ya era tiempo de continuar el viaje. Pero un zorro que que ya era tiempo de continuar el viaje. Pero un zorro que vivía cerca, oyó el canto yycorrió apresurado en busca del vivía cerca, oyó el canto corrió apresurado en busca del gallo. Viendo el zorro que el gallo estaba tan arriba, se dijo gallo. Viendo el zorro que el gallo estaba tan arriba, se dijo para sí: “Con buenas palabras tengo que hacerlo bajar, para sí: “Con buenas palabras tengo que hacerlo bajar, porque yo no puedo subir tanto”. porque yo no puedo subir tanto”. El zorro comenzó, pues, aahacer cumplimiento al gallo. El zorro comenzó, pues, hacer cumplimiento al gallo. “Buenos días querido primo”, le decía: “hacía mucho “Buenos días querido primo”, le decía: “hacía mucho tiempo que no te veía. ¿Por qué has escojido este lugar tiempo que no te veía. ¿Por qué has escojido este lugar tan malo para dormir? Según me parece tú no has tan malo para dormir? Según me parece tú no has almorzado todavía. Si quieres venir aami casa, te daré pan almorzado todavía. Si quieres venir mi casa, te daré pan fresco”. fresco”.
  • 30. Pero el gallo conocía muy bien al pícaro, y tuvo buen cuidado de no bajar del árbol. “Puesto que tú eres mi primo”, le dijo, “acepto con gusto tu invitación, pero yo ando con un compañero que ha cerrado la puerta de su cuarto. Hazme el favor de despertarlo y después podemos ir todos juntos”.
  • 31. El zorro, creyendo que este compañero era otro gallo, corrió ligero a la cueva en que estaba acostado el perro. Este había despertado ya y oído todo lo que el zorro había dicho para engañar al gallo. Grande fue su alegría al ver que luego iba a poder castigar al malvado. Antes que el zorro pudiera arrancar, saltó el perro afuera, cogió al muy pillo por el pescuezo y lo mordió hasta matarlo. después llamó a su amigo el gallo y le dijo: -“Si tú hubieras estado solo, seguramente te habría muerto este pícaro. Apresurémonos a salir del bosque
  • 32. La vaca, el caballo, la oveja y el perro. Una vaca, un caballo y una oveja disputaban un día sobre cuál de ellos es más útil al hombre. La vaca decía: “Yo produzco la buena leche, la mantequilla y el queso”. El caballo por su parte, respondía: “Yo tiro el coche del patrón y llevo en mis ancas al jinete, ligero como el viento”. Y la oveja contestaba a todo esto : “Yo me despojo de mi lana y sufro frío para vestir a mi Señor”. Luego fue a juntárseles el perro, pero ellos lo miraron con desprecio, como si fuera un animal completamente inútil. Poco después llegó el patrón y se puso a acariciar al perro y juguetear con él.
  • 33. Al ver esto, la vaca y sus compañeros se enojaron y el caballo tuvo hasta el atrevimiento de preguntar: “¿Por qué acaricias al perro? ¿No valemos nosotros mucho más que ese animal inútil?” Pero el patrón siguió acariciando al perro con más ternura aún y respondió: “Este ha salvado la vida a mi hijo único arrebatándolo valientemente a la corriente de un río. Mientras viva, pues, he de querer y de acariciar a mi fiel compañero”.
  • 34. Las espigas de trigo. Un campesino salío un día al campo con su hijo Toribio, para ver si el trigo estaba ya maduro. “Padre” dijo el niño, ¿Por qué se inclinan tanto hacia la tierra algunas matas de trigo, mientras que otras tienen la cabeza tan levantada? Estas últimas deben ser muy buenas: las otras, que tanto se agachan son sin duda malas”. El padre cojió un par de espigas, y dijo: “Mira, niño, esta espiga, que tan modestamente se inclinaba, está llena de los más hermosos granos, y esta otra, que se ostentaba tan orgullosa, está vacía, y no vale nada”.