1. “VIOLENCIA DE GÉNERO: MALTRATO A LA MUJER”
Catalina Arrobo Andrade
26 de Enero, 2012
Me siento muy emocionada y feliz de haber podido venir a Loja, a mi tierra,
invitada por el Liceo de Loja, porque yo también al igual que ustedes chicos/as,
estudié ahí, en el Campus Armenia, junto a esa maravillosa montaña que cobija
nuestros pensamientos y a ese río que permite que fluyan las ideas; por eso, para
mí el Liceo, no es solamente el lugar donde me eduqué, sino donde también
donde aprendí a compartir, a sonreír, a vivir con intensidad mi infancia y mi
adolescencia y es por eso, que hoy estoy aquí (del otro lado, salí de Loja en el año
2003 para estudiar la Universidad, y no se imaginan, la alegría que siento de ahora
poder transmitirles algo de lo que la vida durante este tiempo me ha enseñado),
por eso, voy a exponerles a ustedes una de las experiencias, quizás la más
importante, que estoy teniendo ahora en mi vida como mujer y como profesional
de Psicología Clínica. Se me ha pedido que hable acerca de la violencia de género
e intrafamiliar, de esta situación que sobretodo nos afecta a las mujeres, a las
niñas, a las adolescentes.
Resulta que yo trabajo en la Casa de Refugio Matilde, Fundación especializada en
el trabajo de la violencia intrafamiliar y de género, que funciona en la ciudad de
Quito desde hace 21 años y que lleva el nombre de la precursora de los derechos
de las mujeres, la lojana, Matilde Hidalgo Navarro de Prócel, que exigió su derecho
a la educación laica y al sufragio para las mujeres, siendo la primera Bachiller de
Loja y del País, la primera Licenciada en medicina egresada de la Universidad del
Azuay, constituyéndose así en la primera Médica del Ecuador, doctorada en la
Universidad Central de Quito, la primera sufragista del Ecuador y de Latinoamérica,
la primera Concejala del cantón Machala, la primera Vicepresidenta del Concejo de
Machala, la primera mujer candidata a diputada y primera diputada electa por Loja
en comicios populares. Para nosotras, pionera del feminismo en nuestro país. Su
nombre, su vida y su legado a las mujeres ecuatorianas son fuente de inspiración y
de fortaleza para trabajar por el derecho a una vida libre de violencia, y es que
ciertamente el legado que nos deja Matilde Hidalgo de Prócel, es el que impulsa a
continuar la lucha por los derechos de las mujeres, la igualdad de condiciones
entre hombres y mujeres y la equidad de género, por lo que tenemos que
sentirnos orgullosos/as de ser lojanos y lojanas, de tener una Matilde Hidalgo
Navarro que es un ejemplo de lo que se puede hacer y lograr si nos lo
proponemos!
2. La Casa de Refugio Matilde recibe temporalmente en el servicio de albergue a
mujeres, a sus hijos e hijas, que han sufrido algún tipo de violencia y requieren un
lugar de protección y seguridad donde permanecer temporalmente mientras se
supera la crisis violenta que vivieron, sirviendo de soporte para hacer una pausa en
la violencia y poder continuar, puesto que este lugar se constituye en un espacio
de acogida, de continencia que les permite un momento de tranquilidad y paz para
reflexionar acerca de las situaciones vividas.
Tomar la decisión de salir del hogar no es tan sencillo, pues eso tiene altos costos
emocionales para todo el grupo familiar. “Generalmente son varias causas las que
provocan la salida, luego de varios intentos previos de alejarse de la situación de
violencia.” (Gloria Camacho, Mujeres al borde. Refugiadas colombianas en el
Ecuador, Quito, UNIFEM Primera Edición, Febrero 2005, p. 50). La mayor parte de
las mujeres que han sido víctimas de violencia intrafamiliar han esperado, han
soportado diferentes formas de maltrato físico, psicológico y sexual por años hasta
que cuando algo estalla con más fuerza, es cuando toman la decisión de huir, de
buscar ayuda, de salvaguardar su integridad personal y la de su familia. Justamente
por esto, la Casa de Refugio Matilde se encamina a trabajar con enfoque de
derechos, sobre el fortalecimiento y empoderamiento de las mujeres,
reconociéndolas como sujetos de derechos con autonomía y posibilidad para
decidir situaciones de su vida y para hacer un corte al ciclo de la violencia, para no
volver a ser violentadas.
Pero, ¿qué es la violencia de género?, seguro que ustedes la conocen, la han vivido,
la han visto en amigas, parientes, conocidas, porque a pesar de que las mujeres, los
hombres, las niñas, los niños, todos y todas, nacemos iguales, con los mismos
derechos y con las mismas oportunidades, existen desiguales condiciones que
provocan violencia.
Históricamente las mujeres han venido soportando diferentes formas de violencia
socialmente aceptadas, plenamente justificadas y por lo tanto, naturalizadas. A
esto, se suman las causas estructurales que se han ido instaurando en nuestra
sociedad, y que generan diferencias abismales ocasionando desigualdades entre
hombres y mujeres que perduran durante todo el ciclo de la vida, y que además de
desvalorizar, reprimir y violentar a la mujer, ubican al hombre en una posición de
poder, de superioridad.
Así pues, en los patrones culturales, se demuestran “actitudes o conductas que
perpetúan y generan prácticas que entrañan violencia o coacción basada en
género, puesto que se reproducen en la atribución de funciones estereotipadas a
hombres (niños, jóvenes y adultos), y mujeres (niñas, jóvenes y adultas) en las que
3. se considera a los niños, niñas, adolescentes y mujeres como subordinados.”
(PNEVG, Pág. 13) En este sentido, es preciso tener presente, que las relaciones
violentas, también pueden darse entre padres/madres e hijos/as, maestros/as y
alumnos/as; pues para que alguien ejerza su poder, necesita un otro que esté en
desiguales condiciones, capacidades, experiencias, etc.
De este proceso histórico se desprende la conceptualización de la violencia de
género que tiene su origen en los roles asignados desde lo social y lo cultural a lo
masculino y lo femenino, asociando al primero con conductas agresivas, fuertes,
valientes, y catalogando al segundo, como lo pasivo, lo débil, lo delicado; y es que
precisamente estos factores son los que ubican a las mujeres en condición de
subordinación y discriminación frente a los hombres.
Ahora bien, ¿porqué esta asignación de roles en nuestra sociedad resulta
conflictiva? Como está descrito en el PNEVG (Pág.15), “existen factores de riesgo
que potencian las causas estructurales de la violencia basada en género, asociados
tanto a las víctimas como a los agresores, así en nivel individual, el haber
presenciado violencia a edades tempranas o haber sido víctima de ella, o el usar
drogas o alcohol; en nivel de familia o de pareja, cuando existen comportamientos
autoritarios, o disparidad en el control de los ingresos; en nivel de la comunidad, la
alta tolerancia a la violencia contra las mujeres, niños, niñas y adolescentes o un
grado elevado de impunidad en los delitos sexuales; en nivel social, cuando no se
cambian prácticas sociales discriminatorias contra las mujeres, niños, niñas y
adolescentes y se las normaliza; y finalmente, en nivel de Estado cuando no se
garantizan los derechos humanos de las mujeres, niños, niñas y adolescentes.”
En este sentido, todos y todas somos parte responsable y activa en el ejercicio de
una vida libre de violencia, pues, como se explicó anteriormente, hay factores de
riesgo reales que se convierten en generadores de violencia, de discriminación, de
desigualdad, que son poco visibles o no tomados en cuenta, ya que además, una
mujer que se encuentra dentro del círculo de la violencia, la gran parte de las veces
se asume como culpable justificando los actos violentos como una forma de
“merecido castigo”, por tal o cual actitud o acción en relación con su pareja.
Por esto, resulta importante analizar los conceptos que existen sobre las diferentes
formas de violencia contra las mujeres y las niñas.
La violencia física, tal vez es la más “popular” y conocida en todos los medios,
pues se trata de algo evidente en el cuerpo de una persona que ha recibido golpes,
patadas, empujones, ataque con armas u otros objetos, causando daños físicos (en
algunos casos irreparables), ligados a un sentimiento de dolor y sufrimiento. Datos
estadísticos (PNEVG) demuestran que el 40% de las mujeres entre 15 y 49 años de
4. vida, señalan haber sufrido algún tipo de maltrato en su vida; así pues, se estima
que dos millones cuatrocientos cincuenta y cinco mil trescientas dos mujeres, son
víctimas de alguna forma de violencia física en Ecuador. En algunas ocasiones, esta
forma de violencia, ha llegado a ser tan fuerte, que ha dejado secuelas graves en el
cuerpo de la persona agredida, requiriendo bastante tiempo para su recuperación,
o incluso llegando a la muerte.
Por otra parte, la violencia psicológica, traducida en insultos, amenazas,
chantajes, indiferencia, humillación, se ha convertido en una fuerte agresión que si
bien, como señala Rosario Gómez en su libro Un lugar para pensar en mi, en ti, en
nosotras, esta forma de violencia no deja huellas visibles en el cuerpo, si mina lenta
y progresivamente las capacidades y la autoestima de la mujer, sin que muchas
veces ni ella misma se percate de la situación. El 40% de las mujeres ecuatorianas,
reportan haber sido partícipes pasivas, es decir observadoras de violencia
psicológica cuando eran menores de 15 años, mientras que el 25% reportaron
haber sido violentadas psicológicamente durante el mismo período de edad.
(PNEVG)
Existe otro tipo de violencia, se trata de la violencia sexual, que se manifiesta
cuando existen relaciones sexuales forzadas, acercamientos íntimos o insinuaciones
sexuales no deseados, acciones para comercializar o utilizar la sexualidad de
alguna persona, tanto en el ámbito familiar como en el social. La violencia sexual
incluye el uso de fuerza física para lograr algo, humillación sexual, prostitución
forzada, comercialización de mujeres, prohibición del uso de métodos
anticonceptivos, etc. La violencia sexual se da mayormente entre miembros de la
misma familia, puede ser entre la pareja, abuso del padre o padrastro a los hijos/as,
o también por parte de personas de confianza.
La desigualdad económica en tanto que la mujer tiene un salario inferior al de su
pareja, o bien no trabaja y espera los ingresos de su pareja para solventar
necesidades de la casa, es catalogada como una forma de violencia patrimonial o
económica, puesto que además de producir desigualdad, es la misma sociedad la
que reduce las posibilidades de acceso a un trabajo bien remunerado, impidiendo
que la mujer actúe y tome decisiones, incrementando así los abusos en contra de
la mujer y propiciando violencias basadas en género. Esto también significa
despojar a la mujer de los bienes materiales y recursos económicos logrados con
su trabajo, puede ser tierra, vehículos, electrodomésticos, etc.
Y finalmente, es importante mencionar, que hay otra lugar donde la mujer también
es violentada, y es en el ámbito político, puesto que ahí, muchas mujeres son
discriminadas, desvalorizadas, no reciben un trato similar al de los hombres que
5. incursionan en esta rama, y muchas de las veces, esto impide que avancen en una
carrera política, o que decidan salir de ahí.
Todas las formas de violencia descritas, se producen en nuestra sociedad,
“independientemente de cuál sea el estrato social al que la mujer pertenece, de su
solvencia económica o de su grado de instrucción” (R. Gómez, Pág. 46), lo que
rompe con la idea tradicionalista de que el maltrato a la mujer o a los niños y
niñas, se da exclusivamente en familias de escasos recursos económicos o con
dificultad de acceso a educación; ratificando así, que el origen de la violencia de
género está en la asignación de los roles de lo masculino y lo femenino que
generan relaciones de poder históricamente discriminatorias y violentas.
Es por esto que la violencia intrafamiliar, es considerada como un problema de
salud pública, puesto que afecta al desarrollo personal y social de los grupos
humanos, desestabilizando los núcleos familiares.
Nadie está libre de esta violencia, por eso yo les invito a valorar el trabajo que el
Liceo de Loja está iniciando, con el lanzamiento del AÑO DE LA ARMONÍA Y
BUENA CONVIVENCIA, puesto que este es un punto de partida para que todos y
todas tengamos una vida libre de violencia en el hogar, en la escuela, en las calles,
en la sociedad. Para mí, es importante llegar a ustedes, para que al tomar
conciencia de este problema social comencemos a trabajar contra la violencia, no
nos quedemos de brazos cruzados, no importa si somos pequeños o grandes, no
importa la edad ni los gustos que tengamos. Todos y todas podemos hacer algo
contra la violencia; empezando por conocer nuestros derechos.
Gracias al trabajo de las organizaciones de mujeres en Ecuador, se han ido
logrando algunos avances para que este problema de la violencia vaya cesando; así
pues, se ha creado el Plan Nacional para la erradicación de la violencia de género
hacia niñez, adolescencia y mujeres, así como trabajos para evitar la violencia
sexual en el ámbito educativo, que dan cuenta de grandes esfuerzos en bienestar
de todos y todas, principalmente de las niñas, las adolescentes y las mujeres. Por
eso es fundamental que trabajemos juntos, y que en el Liceo de Loja y en nuestros
hogares, podamos ir incorporando cada vez más un trato igualitario entre hombres
y mujeres, que respetemos los derechos y oportunidades con los que nacemos y
que hagamos un trabajo conjunto para avanzar fortalecidos y fortalecidas hacia la
equidad de género, la igualdad en derechos y la no violencia, para de esta forma
fomentar la creación de relaciones más humanas, en donde todos y todas
tengamos la posibilidad de ir construyendo el camino de la vida y de empezar a
dar pasos grandes en los cambios que queremos lograr.
6. BIBLIOGRAFÍA:
• Gómez Rosario (y otros), Un lugar para pensar en mi, en ti y en
nosotras, Quito, Adoum Ediciones, 1997
• Camacho Gloria, Mujeres al borde. Refugiadas colombianas en el
Ecuador, Quito, UNIFEM Primera Edición, Febrero 2005
• Plan Nacional para la erradicación de la violencia de género hacia
niñez, adolescencia y mujeres. (PNEVG)