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2. Marcadores de fragilidad: 
¿cuáles, cómo y dónde? 
3. Fragilidad y deterioro cognitivo 
4. Fragilidad y nutrición 
5. Fragilidad y caídas 
6. Fragilidad y polifarmacia 
1 
FORMACIÓN CONTINUADA 
Temas disponibles en: 
www.sietediasmedicos.com 
Evaluación y diplomas en: 
www.aulamayo.com 
SEXTA EDICIÓN 
Programa Integral de Formación 
Continuada en Atención Primaria 
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©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados 
Anciano frágil 
Coordinador: J. Ribera Casado 
Catedrático Emérito de Geriatría. 
Universidad Complutense. Madrid 
1. De nuevo el anciano frágil 
T E M A 2 
Marcadores de fragilidad: 
¿cuáles, cómo y dónde? 
J. Mora Fernández 
Médico especialista en Geriatría. Servicio de Geriatría. Hospital Clínico San Carlos. Madrid 
Objetivos del aprendizaje 
◗ ¿Se puede delimitar conceptualmente la fragilidad del 
anciano en el contexto de la práctica clínica diaria en 
atención primaria? 
◗ ¿Qué marcadores de fragilidad son aplicables a la 
población anciana atendida en atención primaria? ¿Necesita 
el médico de atención primaria conocer marcadores de 
fragilidad que no está a su alcance determinar? 
◗ ¿Se puede superponer la valoración geriátrica elemental 
del paciente mayor con la estimación del riesgo de declive 
hacia paciente geriátrico? 
◗ ¿Cuáles son los mínimos que incluir en una valoración del 
síndrome de fragilidad desde el ámbito de atención primaria? 
En los ancianos, el término «fragili-dad 
» se emplea para describir distin-tas 
situaciones de vulnerabilidad rela-cionadas 
con el hecho de envejecer y/o 
con la enfermedad en sí misma. El de-clive 
inherente al envejecimiento, que 
se aleja de un envejecimiento exitoso o 
ideal, se ha explicado por posibles cam-bios 
infl amatorios y/o bioquímicos muy 
concretos, que afectarían más intensa-mente 
a algunos individuos, haciéndo-los 
más sensibles a determinados agen-tes 
estresantes y condicionando una 
especie de «inadaptación» progresiva 
–a veces rápida– al medio. 
Sin embargo, en un ámbito más gene-ral, 
el término «fragilidad» se concibe 
de distinto modo dependiendo de 
quién lo utilice y de cuál sea la fi nali-dad 
de la intervención teórica que so-bre 
cada sujeto van a poner en juego 
los distintos participantes en el cuida-do. 
Así, por ejemplo, desde el punto de 
vista práctico la fragilidad se explica 
mejor mediante una aproximación 
multidimensional al anciano enfermo 
que incluya aspectos físicos, médicos, 
funcionales y psicosociales. Esto per-mite 
identifi car marcadores que se co-rrelacionen 
con una mayor morbilidad 
o mortalidad en el seguimiento. Las 
propias enfermedades crónicas actúan 
como caldo de cultivo para la aparición 
de otras patologías, que, en conjunto, 
condicionan la pérdida funcional, el 
declive físico y, a veces, trastornos psí-quicos 
que marcan el pronóstico vital 
del paciente anciano y su proximidad 
a la muerte. 
Por tanto, sin entrar en la descripción 
de los mecanismos íntimos de la rela-ción 
entre fragilidad y envejecimiento, 
el conocimiento de algunos de los de-terminantes 
de fragilidad hace muy ne-cesario 
un enfoque preventivo en la po-blación 
de edad avanzada.
FORMACIÓN CONTINUADA 
Anciano frágil 
La atención primaria (AP) ha tomado la 
iniciativa en nuestro medio para estable-cer 
la identifi cación correcta de los indi-viduos 
en riesgo, basándose en la expe-riencia 
y las recomendaciones de la Or-ganización 
Mundial de la Salud y otros 
organismos supranacionales. A partir de 
los conocimientos de la valoración geriá-trica 
se han construido escalas de cuan-tifi 
cación del riesgo en ancianos que vi-ven 
en la comunidad, pero tomando 
más en consideración los aspectos clíni-cos, 
y no tanto los de base bioquímica. 
Reunir en una misma evaluación ambos 
tipos de marcadores permitiría una me-jor 
identifi cación de los casos, aunque 
en la práctica plantearía la discusión so-bre 
la población diana, ya que los obje-tivos 
serían muy heterogéneos según la 
comorbilidad. Por ello, más reciente-mente, 
y además de proseguir con mo-delos 
de intervención de base poblacio-nal 
en individuos dados de alta hospita-laria, 
con condicionantes psicofísicos y 
de avanzada edad, se está intentando 
mejorar en la evaluación del riesgo en re-lación 
con otras enfermedades y/o con-diciones 
crónicas, como la demencia, la 
enfermedad de Parkinson, la patología 
cardiovascular y la diabetes mellitus, en-tre 
otras. 
De las defi niciones más comunes de 
fragilidad surgen sus principales ca-racterísticas: 
edad avanzada, depen-dencia 
y comorbilidad. En la tabla 1 se 
ofrece una lista (no exhaustiva) de los 
condicionantes clínicos, biológicos y fí-sicos 
que pueden explicar la fragilidad 
en el conjunto de las poblaciones, 
aunque de ella no puede extraerse una 
defi nición operativa válida para un in-dividuo 
en particular. 
Sin embargo, para no alejarse del verda-dero 
objetivo, desde el punto de vista 
asistencial y de la atención sociofamiliar, 
la fragilidad debería ser entendida no 
tanto por sus causas como por las con-secuencias 
que origina en el entorno; de-ben 
destacarse las evidentes difi cultades 
que presentan estos sujetos en cuanto a 
cuidadores, consumo de recursos socia-les, 
atención en urgencias, ingresos hos-pitalarios 
y necesidad de institucionaliza-ción 
temporal o permanente. 
Tabla 1. Criterios de fragilidad en el anciano* 
En este monográfi co se abordarán de 
modo general los elementos básicos pa-ra 
la defi nición de la fragilidad, centrán-dose 
la descripción en aquellos marca-dores 
cuya utilidad práctica pueda ha-cerlos 
válidos para su uso sistematizado 
en la población anciana en un enfoque 
asistencial real. 
En los monográficos siguientes se 
examinará cómo algunos de estos 
marcadores se han adaptado y vuelto 
más específi cos, para poder explicar 
hechos signifi cativos que marcan la 
evolución de las enfermedades cróni-cas 
más frecuentes en la persona de 
edad avanzada. Sólo a través del co-nocimiento 
íntegro de los factores que 
contribuyen a la morbimortalidad de 
las poblaciones frágiles se podrá de-sarrollar 
2 ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados 
un plan de actuación de ín-dole 
preventiva en el que todos los ac-tores 
del sistema sanitario estén real-mente 
implicados para alcanzar su 
éxito futuro. 
Epidemiología 
Dado el desconocimiento histórico de 
los elementos intrínsecos que defi nen 
el síndrome de fragilidad, obtener ci-fras 
reales de su incidencia en la po-blación 
general plantea una cierta difi - 
cultad. De hecho, si no se perfi lan bien 
los instrumentos de medida, con una 
fi abilidad adecuada, los datos de pre-valencia 
variarán proporcionalmente al 
Clínicos 
Edad Crecimiento exponencial a partir de los 65 años 
Sexo Hombre > mujer 
Patología 
• Hospitalización reciente 
• Enfermedad cerebrovascular aguda 
• Enfermedades crónicas incapacitantes 
• Cáncer 
• Diabetes mellitus 
Dependencia 
• Velocidad de la marcha disminuida 
• Movilidad restringida 
• Incapacidad actividades cotidianas 
Síndromes geriátricos 
• Delirium 
• Caídas 
• Incontinencia 
• Malnutrición 
• Problemas sensoriales 
• Mayor sensibilidad al efecto de los fármacos 
• Úlceras por presión 
Situación mental • Demencia 
• Depresión 
Situación sociofamiliar 
• Pobreza 
• Viudedad 
• Aislamiento social 
• Restricciones físicas 
Físicos 
Peso • Pérdida >4 kg en los últimos 5 años 
• Índice de masa corporal <23,5 kg/m2 
Ejercicio Inactividad habitual 
Ingesta Baja ingesta energética 
Biológicos 
(en estudio) 
Apo-E4 Controvertido 
Osmolaridad plasmática Si >300 mosm/L 
Albúmina sérica <3,8 g/L 
Proteína C reactiva Aumentada 
Interleucina 6 Aumentada 
Colesterol total Disminuido 
* Elaboración propia a partir de diversas fuentes.
sesgo de interpretación. Sin pretender 
ser exhaustivo en la lista de posibles 
escalas que cabe emplear, pueden en-contrarse 
innumerables métodos de 
evaluación y diagnóstico del síndrome, 
prácticamente tantos como grupos in-vestigadores. 
Por tanto, no es de extrañar que hoy 
en día exista tanta controversia en re-lación 
con la prevalencia de la fragili-dad. 
Según varios estudios, alrededor 
de un 5% de los hombres y un 7% de 
las mujeres mayores de 65 años que 
viven en la comunidad cumplirían el 
perfi l de fragilidad. Sin embargo, si se 
aplican criterios estrictos, en determi-nados 
contextos geográfi cos se alcan-zan 
cifras de hasta el 15%, y algunos 
autores llegan a señalar hasta un 53% 
de personas mayores con criterios de 
«prefragilidad». Este hecho alerta so-bre 
la necesidad de aclarar mejor en el 
futuro los parámetros a partir de los 
cuales se define el síndrome, dado 
que podemos estar tanto infradiagnos-ticando 
a quienes se benefi ciarían teó-ricamente 
de programas de preven-ción 
desde su conocimiento por parte 
de AP, como sobrediagnosticando a los 
que están en riesgo de enfermar, con 
el innecesario coste añadido. 
Marcadores de fragilidad 
en el anciano 
Utilidad práctica 
Para hablar de marcadores, se ha de 
comenzar delimitando el término fragi-lidad 
desde el punto de vista práctico. 
Según diversos investigadores, la fragi-lidad 
es el estado previo a la discapa-cidad. 
Por tanto, cualquier interven-ción 
que permita disminuir la tasa de 
conversión de individuos frágiles en in-dividuos 
dependientes podrá defi nirse 
como útil en términos económicos. Por 
supuesto, los distintos grupos de tra-bajo 
que han descrito marcadores de 
discapacidad potencial han ido engro-sando 
la lista desde una evidente sen-cillez 
de los componentes de fragilidad 
hasta el estado actual, en que se em-pieza 
a cuestionar la utilidad de algu-nos 
marcadores muy complejos, en los 
que ya no está claro si lo que revelan 
es riesgo o, en realidad, envejecimien-to 
saludable. Por ello, el reto actual 
consiste en saber elegir bien los mar-cadores 
que pueden resultar útiles en 
la práctica clínica y saber cuáles debe-mos 
desechar. 
Durante mucho tiempo se ha discutido 
cuál tendría que ser la población diana 
en relación con la edad y las condicio-nes 
psicofísicas que determinan el 
riesgo. En 2008, Van Kan et al. defi nie-ron 
mediante un task force de fragili-dad 
un límite de edad a partir del cual 
debería emplearse una herramienta de 
cribado, teniendo en cuenta la presen-cia 
o no de determinadas característi-cas 
físicas y psicosociales. Estos auto-res 
indicaron los 80 años de edad co-mo 
punto de partida para seleccionar 
a ancianos cuya manifestación princi-pal 
en relación con la fragilidad es la 
denominada «fatiga», equivalente al 
«cansancio subjetivo». Sin embargo, la 
adición de determinados elementos en 
personas de menos de 80 años tiene, 
para estos autores, igual signifi cado. 
Así, los que viven solos, presentan 
quejas de tipo cognitivo, han sufrido 
varias caídas, manifiestan pérdida 
ponderal, marcha lenta o alteraciones 
sensoriales han de ser considerados 
asimismo frágiles, con independencia 
de la edad. 
A raíz de esta descripción, se propuso 
una herramienta de evaluación que 
permite sintetizar el riesgo en cinco 
ítems sencillos: cansancio, capacidad 
de subir escaleras (indicador de resis-tencia), 
caminar (cierto número de me-tros), 
comorbilidad (número de enfer-medades) 
y pérdida de peso superior a 
un 5%. Este instrumento se denomina 
FRAIL, que corresponde al acrónimo en 
inglés de Fatigue, Resistance, Ambula-tion, 
Illnesses, Loss of weight. 
Con anterioridad, otros autores habían 
conseguido concretar en distintas es-calas 
algunos de los condicionantes fí-sicos 
y funcionales que anticipan la 
fragilidad. Por ejemplo, Fried et al. dan 
mucha relevancia a la fuerza prensora, 
Rockwood et al. al estado mental y a la 
continencia de esfínteres, y Studenski 
et al. a la valoración nutricional. En 
conjunto, todos los estudios llegan a la 
conclusión de que la fragilidad se 
constituye en síndrome geriátrico, por 
cuanto conduce a un estado propio del 
anciano en el que se agrupan marca-dores 
inconfundibles de deterioro fun-cional 
potencial. 
Paralelamente, se ha estudiado el pa-pel 
que la sarcopenia o deterioro de la 
función muscular de origen no deter-minado 
desempeña en la fragilidad. 
Las intervenciones diseñadas para co-rregir 
este factor estarían dirigidas a 
optimizar los parámetros relacionados 
con el ejercicio y la nutrición, ya que el 
componente intrínseco del individuo 
(genético, estrés oxidativo) tiene me-nos 
opciones de ser modifi cado. En la 
fi gura 1 se muestra la relación existen-te 
entre los distintos elementos que 
podrían intervenir en el proceso que 
conduce a la fragilidad. Observando la 
complejidad de este esquema fi siopa-tológico, 
resulta utópico a día de hoy 
intentar implantar una herramienta 
que permita con un mínimo de fi abili-dad 
determinar el riesgo de deterioro 
funcional futuro en un individuo de 
modo aislado. 
Por tanto, desde una perspectiva clíni-ca, 
el anciano frágil se adscribe a un 
fenotipo ya mencionado por distintos 
autores y en el que el pronóstico vital 
estaría relacionado con la presencia 
de, por este orden, debilidad, lentitud 
de la marcha, baja actividad, cansan-cio 
o agotamiento y pérdida de peso. 
Marcadores de fragilidad 
En un sentido práctico, desde hace al 
menos dos décadas, se viene asistien-do 
a la proliferación de cuestionarios 
de evaluación del riesgo en mayores 
de 65 años que incluyan los subcom-ponentes 
de la fragilidad más relacio-nados 
con un pronóstico desfavorable. 
Entre los más relevantes, ni el cuestio-nario 
de Barber ni el empleo sistemá-tico 
de la Vulnerable Elders Survey de 
13 ítems de Rubenstein para poblacio-nes 
residentes en la comunidad han 
aportado luz sufi ciente sobre la detec-ción 
precoz de personas ancianas de 
riesgo. 
©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados 3
FORMACIÓN CONTINUADA 
Anciano frágil 
En nuestro medio, recientemente se 
han propuesto programas de salud del 
anciano en los que la fragilidad consti-tuye 
un capítulo central para AP. De 
igual modo, existe una especial sensi-bilidad 
para la detección de estos su-jetos 
en la valoración hospitalaria, par-ticularmente 
en los servicios de urgen-cias. 
Intuitivamente, los equipos 
multidisciplinares son capaces de 
identifi car las situaciones críticas en 
las que el anciano puede convertirse 
en paciente geriátrico partiendo de 
una vulnerabilidad previa. Por eso, 
conviene recordar en este punto cuá-les 
son los elementos fundamentales 
de la evaluación geriátrica y su rela-ción 
con la fragilidad. Si se compren-den 
bien las dimensiones de dicha va-loración, 
habremos dado el primer pa-so 
para identifi car correctamente al 
anciano frágil. Todos los elementos 
adicionales que permitan afi nar más 
en relación con la descripción de cua-dros 
específi cos (demencia, caídas, in-movilidad...) 
ayudarán sin duda a 
comprender mejor cada síndrome, pe-ro 
no a cada anciano en particular. Co-mo 
ya se ha señalado antes, estos 
puntos se desarrollarán en los siguien-tes 
monográfi cos. 
Síndromes geriátricos 
La mayor parte de los síndromes geriá-tricos 
fueron enumerados en su mo-mento 
para designar situaciones de 
cambio en el devenir de acontecimien-tos 
propios de los ancianos de riesgo. 
Los más conocidos son la demencia, la 
depresión, las caídas repetidas, la mal-nutrición, 
la incontinencia de esfínte-res 
y los trastornos sensoriales. En la 
medida en que su diagnóstico se retra-sa, 
muchos de estos pacientes pasan 
de tener la condición de frágiles a caer 
en la defi nición de pacientes geriátri-cos. 
Se ha demostrado que la detec-ción 
y el control precoz de estas situa-ciones 
permiten evitar la incapacidad. 
En los monográfi cos siguientes se pro-fundiza 
en la relación que estos sín-dromes 
tienen con la fragilidad y los 
elementos de diagnóstico e interven-ción 
específi cos en cada caso. Proba-blemente 
quede por determinar en 
Hiporexia 
Hormonas (leptina, grelina) 
Malnutrición 
Menor gasto energético 
Menor fuerza y 
velocidad de la marcha 
Envejecimiento muscular 
Genética/inflamación/estrés oxidativo 
Hábitos de vida/enfermedades 
Aterosclerosis FRAGILIDAD 
Deterioro funcional 
Dependencia 
Demencia 
Depresión 
Patología neurológica 
Patología cardiovascular 
Cáncer 
Figura 1. Elementos que relacionan envejecimiento con fragilidad a través de la Sarcopenia 
(elaboración propia a partir de varias referencias) 
qué medida cada uno de los proble-mas 
geriátricos añade riesgo al hecho 
de alcanzar los 80-85 años de edad. 
Actualmente se está estudiando a la 
población de nonagenarios y centena-rios 
para encontrar las razones por las 
que estas personas superan con facili-dad 
el riesgo inherente a la edad, 
pues, sin duda, han escapado de la 
zona de fragilidad. 
Realización de actividades 
de la vida diaria 
La evaluación funcional como refl ejo 
de la capacidad que tiene un sujeto de 
aplicar su capacidad física a la activi-dad 
que realiza en su día a día es un 
punto clave para poder percibir el 
anuncio de un cambio. Las actividades 
de la vida diaria denominadas «instru-mentales 
», habitualmente relaciona-das 
con tareas aprendidas, sean do-mésticas 
o no, suelen ser las primeras 
que se afectan por la presencia de un 
trastorno psíquico. Este patrón es el 
que presentan los pacientes que em-piezan 
a manifestar una demencia o 
que están inmersos en una depresión. 
De igual forma, se observa un declive 
funcional en mayores con factores de 
riesgo cardiovascular asociados a epi-sodios 
cardiacos y/o neurológicos pre-vios. 
Cursan con dificultad para la 
marcha, actitudes de tipo negativo en 
la interrelación personal y défi cit cog-nitivo 
4 ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados 
leve. Estos hechos, descritos en 
la cohorte del Cardiovascular Health 
Study, se relacionan directamente con 
eventos negativos en el seguimiento 
que afectan tanto a la morbilidad física 
como a la mortalidad del grupo. Por 
tanto, se puede concluir que uno de 
los más importantes marcadores de 
fragilidad en el anciano es la presencia 
de factores de riesgo cardiovascular no 
controlados. 
Movilidad 
Por otra parte, se ha demostrado que 
la movilidad en el anciano se relaciona 
directamente con la intensidad de la 
actividad física realizada en las últimas 
décadas de vida. El sedentarismo de la 
sociedad actual y la falta de programas 
específi cos de ejercicio físico en el an-ciano 
conducen a este grupo etario a 
una debilidad muscular progresiva y 
osteoporosis, componentes principales 
de la sarcopenia. La búsqueda de cau-sas 
intrínsecas de sarcopenia en el 
área inmunitaria o propiamente gené-tica 
es, en opinión de algunos autores, 
una forma errónea de interpretar la 
sarcopenia si no se ha prestado aten-ción 
al ejercicio como actitud preven-tiva 
y terapéutica para afrontar el decli- 
Hospitalización 
SARCOPENIA 
Fatiga 
Menos ejercicio 
Desuso
ve físico, las caídas y el síndrome de 
inmovilidad en el anciano. 
No obstante, ya se ha mencionado la 
importancia de algunos cambios hor-monales 
propios del envejecimiento en 
la génesis de la sarcopenia como fenó-meno 
individual. Las investigaciones 
en grupos de ancianos ingresados en 
los que se incluye el estado físico o 
movilidad previa como variable relacio-nada 
con el declive secundario al in-greso 
hospitalario indica la necesidad 
de evaluar este aspecto de modo pre-coz 
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS 
• La persona mayor muestra con frecuencia signos que anuncian la fragilidad 
a partir de un incremento del riesgo de discapacidad. 
• Los mejores marcadores de fragilidad en la población anciana los 
constituyen las escalas de detección de los síndromes geriátricos. 
• El médico de atención primaria desempeña un papel clave en la detección 
del riesgo mediante la prescripción de pautas adecuadas de prevención y 
conductas saludables. 
• Conocer los deseos e inquietudes de aquellos ancianos que aún no han 
enfermado permite evitar su deterioro. 
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en el ámbito de la AP. 
Factores de índole social 
El elemento psicosocial más relevante 
en la fragilidad es el aislamiento social. 
Muchas veces se ha discutido el papel 
que el hecho de vivir solo puede tener 
en el desarrollo de una enfermedad o 
una discapacidad. Los distintos estu-dios 
han descartado con claridad que 
el modo de vida infl uya decisivamente 
en la aparición de ciertos problemas 
relacionados con el envejecimiento. 
Sin embargo, la discriminación, los 
malos tratos y la falta de un cuidador 
válido sí perjudican al anciano en ries-go, 
en cuanto a peor calidad de vida, 
menor grado de atención social y ma-yor 
probabilidad de ser institucionali-zado. 
El fenómeno del aislamiento so-cial, 
típico de nuestras sociedades 
desarrolladas, está provocando la apa-rición 
de numerosos grupos de ancia-nos 
con riesgo de marginación y con 
una salud peor de la que teóricamente 
corresponde al grado de desarrollo de 
su entorno. La investigación social ha 
de ir dirigida no sólo a la búsqueda de 
ancianos con graves enfermedades 
que comprometen la competencia y 
habilidades de sus cuidadores, sino a 
detectar los denominados «síndromes 
de insufi ciencia social». 
El futuro de la fragilidad 
La clave del conocimiento del síndrome 
de fragilidad y de la condición asocia-da 
de sarcopenia está en describir qué 
tipo de estudios de intervención, inclu-yan 
o no medidas terapéuticas, condu-cirán 
a modifi car en el futuro próximo el 
pronóstico de estos sujetos. 
Hasta el momento actual, parece que 
todos los estudios longitudinales en los 
que se han incluido como factores de 
riesgo tanto el escaso ejercicio físico 
como la nula prevención de los facto-res 
de riesgo cardiovascular demues-tran 
diferencias en la supervivencia de 
hasta 10 años y de reducción de la 
morbilidad y la necesidad de institucio-nalización 
de más del 15%. 
La puesta en marcha de programas 
que han incluido la corrección de algu-nos 
de estos hábitos en la vida del an-ciano 
ya ha dado sus primeros frutos. 
En la tabla 2 se enumeran los princi-pales 
ítems en la detección de fragili-dad 
y cuyo estudio en nuestro medio 
resulta más necesario. En la tabla 3 se 
recogen algunas de las recomendacio-nes 
más conocidas en prevención de 
la fragilidad, tanto en el primer nivel 
como en atención especializada. 
Sin duda, la profundización en el co-nocimiento 
de algunas anomalías bio-químicas 
y hormonales implicadas en 
el proceso ha permitido el inicio de al-gunos 
ensayos clínicos con nuevos fár-macos 
que pretenden controlar la evo-lución 
de la sarcopenia y del síndrome 
de fragilidad en la presente década. 
Sin embargo, para obtener resultados 
con una aplicación práctica, debere-mos 
esperar un tiempo. 
Por ello, desde la convicción que ca-racteriza 
a la geriatría, se puede afi r-mar 
que el esfuerzo de todos los acto-res 
implicados en el cuidado del ancia-no, 
y especialmente por parte de los 
equipos de AP, es la única vía que ga-rantiza 
un cambio asistencial sufi cien- 
Tabla 2. Valoración de la 
fragilidad según diversos 
autores 
1. Definición del fenotipo de fragilidad en 
el sujeto 
2. Test de observación directa individual 
3. Aplicación de un índice de fragilidad 
4. Escala de impresión clínica de 
fragilidad física 
5. Determinación de la reserva fisiológica 
mediante marcadores biológicos 
6. Detección de síndromes geriátricos 
Tabla 3. Recomendaciones 
generales para la detección 
y prevención de la fragilidad 
Nivel: atención primaria 
• Aplicación de valoración geriátrica 
al anciano sano 
• Cribado de fragilidad en el paciente 
mayor 
• Puesta en marcha de actividades 
preventivas (ejercicio, nutrición) 
• Control de factores de riesgo 
cardiovascular (dieta) y vacunación 
• Ampliar el acceso a la fisioterapia y la 
terapia ocupacional en el domicilio 
• Correcto manejo de los cuadros de 
pluripatología y polimedicación 
• Evitar la yatrogenia y los efectos 
adversos de fármacos y técnicas 
• Evitar la hospitalización e 
institucionalización innecesarias 
• Identificar el riesgo psicosocial 
Nivel: atención especializada 
• Evaluar el riesgo de deterioro funcional 
• Extender la valoración geriátrica a 
ámbitos médico-quirúrgicos 
• Facilitar el acceso a la valoración 
interdisciplinar 
• Asegurar la continuidad de cuidados 
en el domicilio
FORMACIÓN CONTINUADA 
Anciano frágil 
temente relevante para que la salud y 
los intervalos de vida libre de depen-dencia 
crezcan de forma paralela al 
esfuerzo realizado. En este sentido, ya 
se han dado algunos pasos al relacio-nar 
determinadas condiciones propias 
del anciano con dicho pronóstico. ■ 
Bibliografía 
SEGG. Tratado de Geriatría para Residentes. Ed. So-ciedad 
Española de Geriatría y Gerontología SEGG. 
Madrid, 2006 
Martín Lesende, I. Anciano de riesgo en el medio 
comunitario. Planificación de cuidados en atención 
primaria. Madrid, Informes Portal Mayores, N.o 44 
[Disponible en: http://www.imsersomayores.csic.es/ 
documentos/documentos/martin-anciano-01.pdf 
consultado 23 agosto 2013] 
Baztán JJ, Suárez-García FM, López-Arrieta J, Rodrí-guez- 
Mañas L, Rodríguez-Artalejo F. Effectiveness of 
acute geriatric units on functional decline, living at 
home, and case fatality among older patients admit-ted 
to hospital for acute medical disorders: Meta-analysis. 
Br Med J 2009; 338: b50 
Martín Lesende I, Gorroñogoitia Iturbe A, Gómez Pa-vón 
J, Baztán Cortés JJ, Abizanda Soler P. El anciano 
frágil. Detección y manejo en Atención Primaria. Aten 
Primaria 2010; 42: 388-93 
Martín Lesende I, Baztán Cortés JJ, Gorroñogoitia 
Iturbe A, Abizanda Soler P, Gómez Pavón J. Detec-ción 
6 ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados 
y manejo de la fragilidad en Atención Primaria. 
Actualización. Sociedad Iberoamericana de Infor-mación 
Científica (SIIC salud), 2012. [Disponible 
en http://envejecimiento.csic.es/documentos/do-cumentos/ 
actualizacion-fragilidad-atencion-pri-maria- 
martin.pdf consultado 3 septiembre 2013] 
Martín-Sánchez FJ, Fernández-Alonso C, Gil-Gregorio 
P. Puntos clave en la asistencia al anciano frágil en 
Urgencias. Med Clin (Barc) 2013; 140: 24-9

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  • 1. @ Cada tema está acreditado por el Consell Català de Formació Continuada de les Professions Sanitàries- Comisión de Formación Continuada del Sistema Nacional de Salud con 5,5 créditos SÓLO DISPONIBLES EN 2. Marcadores de fragilidad: ¿cuáles, cómo y dónde? 3. Fragilidad y deterioro cognitivo 4. Fragilidad y nutrición 5. Fragilidad y caídas 6. Fragilidad y polifarmacia 1 FORMACIÓN CONTINUADA Temas disponibles en: www.sietediasmedicos.com Evaluación y diplomas en: www.aulamayo.com SEXTA EDICIÓN Programa Integral de Formación Continuada en Atención Primaria www.sietediasmedicos.com ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados Anciano frágil Coordinador: J. Ribera Casado Catedrático Emérito de Geriatría. Universidad Complutense. Madrid 1. De nuevo el anciano frágil T E M A 2 Marcadores de fragilidad: ¿cuáles, cómo y dónde? J. Mora Fernández Médico especialista en Geriatría. Servicio de Geriatría. Hospital Clínico San Carlos. Madrid Objetivos del aprendizaje ◗ ¿Se puede delimitar conceptualmente la fragilidad del anciano en el contexto de la práctica clínica diaria en atención primaria? ◗ ¿Qué marcadores de fragilidad son aplicables a la población anciana atendida en atención primaria? ¿Necesita el médico de atención primaria conocer marcadores de fragilidad que no está a su alcance determinar? ◗ ¿Se puede superponer la valoración geriátrica elemental del paciente mayor con la estimación del riesgo de declive hacia paciente geriátrico? ◗ ¿Cuáles son los mínimos que incluir en una valoración del síndrome de fragilidad desde el ámbito de atención primaria? En los ancianos, el término «fragili-dad » se emplea para describir distin-tas situaciones de vulnerabilidad rela-cionadas con el hecho de envejecer y/o con la enfermedad en sí misma. El de-clive inherente al envejecimiento, que se aleja de un envejecimiento exitoso o ideal, se ha explicado por posibles cam-bios infl amatorios y/o bioquímicos muy concretos, que afectarían más intensa-mente a algunos individuos, haciéndo-los más sensibles a determinados agen-tes estresantes y condicionando una especie de «inadaptación» progresiva –a veces rápida– al medio. Sin embargo, en un ámbito más gene-ral, el término «fragilidad» se concibe de distinto modo dependiendo de quién lo utilice y de cuál sea la fi nali-dad de la intervención teórica que so-bre cada sujeto van a poner en juego los distintos participantes en el cuida-do. Así, por ejemplo, desde el punto de vista práctico la fragilidad se explica mejor mediante una aproximación multidimensional al anciano enfermo que incluya aspectos físicos, médicos, funcionales y psicosociales. Esto per-mite identifi car marcadores que se co-rrelacionen con una mayor morbilidad o mortalidad en el seguimiento. Las propias enfermedades crónicas actúan como caldo de cultivo para la aparición de otras patologías, que, en conjunto, condicionan la pérdida funcional, el declive físico y, a veces, trastornos psí-quicos que marcan el pronóstico vital del paciente anciano y su proximidad a la muerte. Por tanto, sin entrar en la descripción de los mecanismos íntimos de la rela-ción entre fragilidad y envejecimiento, el conocimiento de algunos de los de-terminantes de fragilidad hace muy ne-cesario un enfoque preventivo en la po-blación de edad avanzada.
  • 2. FORMACIÓN CONTINUADA Anciano frágil La atención primaria (AP) ha tomado la iniciativa en nuestro medio para estable-cer la identifi cación correcta de los indi-viduos en riesgo, basándose en la expe-riencia y las recomendaciones de la Or-ganización Mundial de la Salud y otros organismos supranacionales. A partir de los conocimientos de la valoración geriá-trica se han construido escalas de cuan-tifi cación del riesgo en ancianos que vi-ven en la comunidad, pero tomando más en consideración los aspectos clíni-cos, y no tanto los de base bioquímica. Reunir en una misma evaluación ambos tipos de marcadores permitiría una me-jor identifi cación de los casos, aunque en la práctica plantearía la discusión so-bre la población diana, ya que los obje-tivos serían muy heterogéneos según la comorbilidad. Por ello, más reciente-mente, y además de proseguir con mo-delos de intervención de base poblacio-nal en individuos dados de alta hospita-laria, con condicionantes psicofísicos y de avanzada edad, se está intentando mejorar en la evaluación del riesgo en re-lación con otras enfermedades y/o con-diciones crónicas, como la demencia, la enfermedad de Parkinson, la patología cardiovascular y la diabetes mellitus, en-tre otras. De las defi niciones más comunes de fragilidad surgen sus principales ca-racterísticas: edad avanzada, depen-dencia y comorbilidad. En la tabla 1 se ofrece una lista (no exhaustiva) de los condicionantes clínicos, biológicos y fí-sicos que pueden explicar la fragilidad en el conjunto de las poblaciones, aunque de ella no puede extraerse una defi nición operativa válida para un in-dividuo en particular. Sin embargo, para no alejarse del verda-dero objetivo, desde el punto de vista asistencial y de la atención sociofamiliar, la fragilidad debería ser entendida no tanto por sus causas como por las con-secuencias que origina en el entorno; de-ben destacarse las evidentes difi cultades que presentan estos sujetos en cuanto a cuidadores, consumo de recursos socia-les, atención en urgencias, ingresos hos-pitalarios y necesidad de institucionaliza-ción temporal o permanente. Tabla 1. Criterios de fragilidad en el anciano* En este monográfi co se abordarán de modo general los elementos básicos pa-ra la defi nición de la fragilidad, centrán-dose la descripción en aquellos marca-dores cuya utilidad práctica pueda ha-cerlos válidos para su uso sistematizado en la población anciana en un enfoque asistencial real. En los monográficos siguientes se examinará cómo algunos de estos marcadores se han adaptado y vuelto más específi cos, para poder explicar hechos signifi cativos que marcan la evolución de las enfermedades cróni-cas más frecuentes en la persona de edad avanzada. Sólo a través del co-nocimiento íntegro de los factores que contribuyen a la morbimortalidad de las poblaciones frágiles se podrá de-sarrollar 2 ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados un plan de actuación de ín-dole preventiva en el que todos los ac-tores del sistema sanitario estén real-mente implicados para alcanzar su éxito futuro. Epidemiología Dado el desconocimiento histórico de los elementos intrínsecos que defi nen el síndrome de fragilidad, obtener ci-fras reales de su incidencia en la po-blación general plantea una cierta difi - cultad. De hecho, si no se perfi lan bien los instrumentos de medida, con una fi abilidad adecuada, los datos de pre-valencia variarán proporcionalmente al Clínicos Edad Crecimiento exponencial a partir de los 65 años Sexo Hombre > mujer Patología • Hospitalización reciente • Enfermedad cerebrovascular aguda • Enfermedades crónicas incapacitantes • Cáncer • Diabetes mellitus Dependencia • Velocidad de la marcha disminuida • Movilidad restringida • Incapacidad actividades cotidianas Síndromes geriátricos • Delirium • Caídas • Incontinencia • Malnutrición • Problemas sensoriales • Mayor sensibilidad al efecto de los fármacos • Úlceras por presión Situación mental • Demencia • Depresión Situación sociofamiliar • Pobreza • Viudedad • Aislamiento social • Restricciones físicas Físicos Peso • Pérdida >4 kg en los últimos 5 años • Índice de masa corporal <23,5 kg/m2 Ejercicio Inactividad habitual Ingesta Baja ingesta energética Biológicos (en estudio) Apo-E4 Controvertido Osmolaridad plasmática Si >300 mosm/L Albúmina sérica <3,8 g/L Proteína C reactiva Aumentada Interleucina 6 Aumentada Colesterol total Disminuido * Elaboración propia a partir de diversas fuentes.
  • 3. sesgo de interpretación. Sin pretender ser exhaustivo en la lista de posibles escalas que cabe emplear, pueden en-contrarse innumerables métodos de evaluación y diagnóstico del síndrome, prácticamente tantos como grupos in-vestigadores. Por tanto, no es de extrañar que hoy en día exista tanta controversia en re-lación con la prevalencia de la fragili-dad. Según varios estudios, alrededor de un 5% de los hombres y un 7% de las mujeres mayores de 65 años que viven en la comunidad cumplirían el perfi l de fragilidad. Sin embargo, si se aplican criterios estrictos, en determi-nados contextos geográfi cos se alcan-zan cifras de hasta el 15%, y algunos autores llegan a señalar hasta un 53% de personas mayores con criterios de «prefragilidad». Este hecho alerta so-bre la necesidad de aclarar mejor en el futuro los parámetros a partir de los cuales se define el síndrome, dado que podemos estar tanto infradiagnos-ticando a quienes se benefi ciarían teó-ricamente de programas de preven-ción desde su conocimiento por parte de AP, como sobrediagnosticando a los que están en riesgo de enfermar, con el innecesario coste añadido. Marcadores de fragilidad en el anciano Utilidad práctica Para hablar de marcadores, se ha de comenzar delimitando el término fragi-lidad desde el punto de vista práctico. Según diversos investigadores, la fragi-lidad es el estado previo a la discapa-cidad. Por tanto, cualquier interven-ción que permita disminuir la tasa de conversión de individuos frágiles en in-dividuos dependientes podrá defi nirse como útil en términos económicos. Por supuesto, los distintos grupos de tra-bajo que han descrito marcadores de discapacidad potencial han ido engro-sando la lista desde una evidente sen-cillez de los componentes de fragilidad hasta el estado actual, en que se em-pieza a cuestionar la utilidad de algu-nos marcadores muy complejos, en los que ya no está claro si lo que revelan es riesgo o, en realidad, envejecimien-to saludable. Por ello, el reto actual consiste en saber elegir bien los mar-cadores que pueden resultar útiles en la práctica clínica y saber cuáles debe-mos desechar. Durante mucho tiempo se ha discutido cuál tendría que ser la población diana en relación con la edad y las condicio-nes psicofísicas que determinan el riesgo. En 2008, Van Kan et al. defi nie-ron mediante un task force de fragili-dad un límite de edad a partir del cual debería emplearse una herramienta de cribado, teniendo en cuenta la presen-cia o no de determinadas característi-cas físicas y psicosociales. Estos auto-res indicaron los 80 años de edad co-mo punto de partida para seleccionar a ancianos cuya manifestación princi-pal en relación con la fragilidad es la denominada «fatiga», equivalente al «cansancio subjetivo». Sin embargo, la adición de determinados elementos en personas de menos de 80 años tiene, para estos autores, igual signifi cado. Así, los que viven solos, presentan quejas de tipo cognitivo, han sufrido varias caídas, manifiestan pérdida ponderal, marcha lenta o alteraciones sensoriales han de ser considerados asimismo frágiles, con independencia de la edad. A raíz de esta descripción, se propuso una herramienta de evaluación que permite sintetizar el riesgo en cinco ítems sencillos: cansancio, capacidad de subir escaleras (indicador de resis-tencia), caminar (cierto número de me-tros), comorbilidad (número de enfer-medades) y pérdida de peso superior a un 5%. Este instrumento se denomina FRAIL, que corresponde al acrónimo en inglés de Fatigue, Resistance, Ambula-tion, Illnesses, Loss of weight. Con anterioridad, otros autores habían conseguido concretar en distintas es-calas algunos de los condicionantes fí-sicos y funcionales que anticipan la fragilidad. Por ejemplo, Fried et al. dan mucha relevancia a la fuerza prensora, Rockwood et al. al estado mental y a la continencia de esfínteres, y Studenski et al. a la valoración nutricional. En conjunto, todos los estudios llegan a la conclusión de que la fragilidad se constituye en síndrome geriátrico, por cuanto conduce a un estado propio del anciano en el que se agrupan marca-dores inconfundibles de deterioro fun-cional potencial. Paralelamente, se ha estudiado el pa-pel que la sarcopenia o deterioro de la función muscular de origen no deter-minado desempeña en la fragilidad. Las intervenciones diseñadas para co-rregir este factor estarían dirigidas a optimizar los parámetros relacionados con el ejercicio y la nutrición, ya que el componente intrínseco del individuo (genético, estrés oxidativo) tiene me-nos opciones de ser modifi cado. En la fi gura 1 se muestra la relación existen-te entre los distintos elementos que podrían intervenir en el proceso que conduce a la fragilidad. Observando la complejidad de este esquema fi siopa-tológico, resulta utópico a día de hoy intentar implantar una herramienta que permita con un mínimo de fi abili-dad determinar el riesgo de deterioro funcional futuro en un individuo de modo aislado. Por tanto, desde una perspectiva clíni-ca, el anciano frágil se adscribe a un fenotipo ya mencionado por distintos autores y en el que el pronóstico vital estaría relacionado con la presencia de, por este orden, debilidad, lentitud de la marcha, baja actividad, cansan-cio o agotamiento y pérdida de peso. Marcadores de fragilidad En un sentido práctico, desde hace al menos dos décadas, se viene asistien-do a la proliferación de cuestionarios de evaluación del riesgo en mayores de 65 años que incluyan los subcom-ponentes de la fragilidad más relacio-nados con un pronóstico desfavorable. Entre los más relevantes, ni el cuestio-nario de Barber ni el empleo sistemá-tico de la Vulnerable Elders Survey de 13 ítems de Rubenstein para poblacio-nes residentes en la comunidad han aportado luz sufi ciente sobre la detec-ción precoz de personas ancianas de riesgo. ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados 3
  • 4. FORMACIÓN CONTINUADA Anciano frágil En nuestro medio, recientemente se han propuesto programas de salud del anciano en los que la fragilidad consti-tuye un capítulo central para AP. De igual modo, existe una especial sensi-bilidad para la detección de estos su-jetos en la valoración hospitalaria, par-ticularmente en los servicios de urgen-cias. Intuitivamente, los equipos multidisciplinares son capaces de identifi car las situaciones críticas en las que el anciano puede convertirse en paciente geriátrico partiendo de una vulnerabilidad previa. Por eso, conviene recordar en este punto cuá-les son los elementos fundamentales de la evaluación geriátrica y su rela-ción con la fragilidad. Si se compren-den bien las dimensiones de dicha va-loración, habremos dado el primer pa-so para identifi car correctamente al anciano frágil. Todos los elementos adicionales que permitan afi nar más en relación con la descripción de cua-dros específi cos (demencia, caídas, in-movilidad...) ayudarán sin duda a comprender mejor cada síndrome, pe-ro no a cada anciano en particular. Co-mo ya se ha señalado antes, estos puntos se desarrollarán en los siguien-tes monográfi cos. Síndromes geriátricos La mayor parte de los síndromes geriá-tricos fueron enumerados en su mo-mento para designar situaciones de cambio en el devenir de acontecimien-tos propios de los ancianos de riesgo. Los más conocidos son la demencia, la depresión, las caídas repetidas, la mal-nutrición, la incontinencia de esfínte-res y los trastornos sensoriales. En la medida en que su diagnóstico se retra-sa, muchos de estos pacientes pasan de tener la condición de frágiles a caer en la defi nición de pacientes geriátri-cos. Se ha demostrado que la detec-ción y el control precoz de estas situa-ciones permiten evitar la incapacidad. En los monográfi cos siguientes se pro-fundiza en la relación que estos sín-dromes tienen con la fragilidad y los elementos de diagnóstico e interven-ción específi cos en cada caso. Proba-blemente quede por determinar en Hiporexia Hormonas (leptina, grelina) Malnutrición Menor gasto energético Menor fuerza y velocidad de la marcha Envejecimiento muscular Genética/inflamación/estrés oxidativo Hábitos de vida/enfermedades Aterosclerosis FRAGILIDAD Deterioro funcional Dependencia Demencia Depresión Patología neurológica Patología cardiovascular Cáncer Figura 1. Elementos que relacionan envejecimiento con fragilidad a través de la Sarcopenia (elaboración propia a partir de varias referencias) qué medida cada uno de los proble-mas geriátricos añade riesgo al hecho de alcanzar los 80-85 años de edad. Actualmente se está estudiando a la población de nonagenarios y centena-rios para encontrar las razones por las que estas personas superan con facili-dad el riesgo inherente a la edad, pues, sin duda, han escapado de la zona de fragilidad. Realización de actividades de la vida diaria La evaluación funcional como refl ejo de la capacidad que tiene un sujeto de aplicar su capacidad física a la activi-dad que realiza en su día a día es un punto clave para poder percibir el anuncio de un cambio. Las actividades de la vida diaria denominadas «instru-mentales », habitualmente relaciona-das con tareas aprendidas, sean do-mésticas o no, suelen ser las primeras que se afectan por la presencia de un trastorno psíquico. Este patrón es el que presentan los pacientes que em-piezan a manifestar una demencia o que están inmersos en una depresión. De igual forma, se observa un declive funcional en mayores con factores de riesgo cardiovascular asociados a epi-sodios cardiacos y/o neurológicos pre-vios. Cursan con dificultad para la marcha, actitudes de tipo negativo en la interrelación personal y défi cit cog-nitivo 4 ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados leve. Estos hechos, descritos en la cohorte del Cardiovascular Health Study, se relacionan directamente con eventos negativos en el seguimiento que afectan tanto a la morbilidad física como a la mortalidad del grupo. Por tanto, se puede concluir que uno de los más importantes marcadores de fragilidad en el anciano es la presencia de factores de riesgo cardiovascular no controlados. Movilidad Por otra parte, se ha demostrado que la movilidad en el anciano se relaciona directamente con la intensidad de la actividad física realizada en las últimas décadas de vida. El sedentarismo de la sociedad actual y la falta de programas específi cos de ejercicio físico en el an-ciano conducen a este grupo etario a una debilidad muscular progresiva y osteoporosis, componentes principales de la sarcopenia. La búsqueda de cau-sas intrínsecas de sarcopenia en el área inmunitaria o propiamente gené-tica es, en opinión de algunos autores, una forma errónea de interpretar la sarcopenia si no se ha prestado aten-ción al ejercicio como actitud preven-tiva y terapéutica para afrontar el decli- Hospitalización SARCOPENIA Fatiga Menos ejercicio Desuso
  • 5. ve físico, las caídas y el síndrome de inmovilidad en el anciano. No obstante, ya se ha mencionado la importancia de algunos cambios hor-monales propios del envejecimiento en la génesis de la sarcopenia como fenó-meno individual. Las investigaciones en grupos de ancianos ingresados en los que se incluye el estado físico o movilidad previa como variable relacio-nada con el declive secundario al in-greso hospitalario indica la necesidad de evaluar este aspecto de modo pre-coz RECOMENDACIONES PRÁCTICAS • La persona mayor muestra con frecuencia signos que anuncian la fragilidad a partir de un incremento del riesgo de discapacidad. • Los mejores marcadores de fragilidad en la población anciana los constituyen las escalas de detección de los síndromes geriátricos. • El médico de atención primaria desempeña un papel clave en la detección del riesgo mediante la prescripción de pautas adecuadas de prevención y conductas saludables. • Conocer los deseos e inquietudes de aquellos ancianos que aún no han enfermado permite evitar su deterioro. ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados 5 en el ámbito de la AP. Factores de índole social El elemento psicosocial más relevante en la fragilidad es el aislamiento social. Muchas veces se ha discutido el papel que el hecho de vivir solo puede tener en el desarrollo de una enfermedad o una discapacidad. Los distintos estu-dios han descartado con claridad que el modo de vida infl uya decisivamente en la aparición de ciertos problemas relacionados con el envejecimiento. Sin embargo, la discriminación, los malos tratos y la falta de un cuidador válido sí perjudican al anciano en ries-go, en cuanto a peor calidad de vida, menor grado de atención social y ma-yor probabilidad de ser institucionali-zado. El fenómeno del aislamiento so-cial, típico de nuestras sociedades desarrolladas, está provocando la apa-rición de numerosos grupos de ancia-nos con riesgo de marginación y con una salud peor de la que teóricamente corresponde al grado de desarrollo de su entorno. La investigación social ha de ir dirigida no sólo a la búsqueda de ancianos con graves enfermedades que comprometen la competencia y habilidades de sus cuidadores, sino a detectar los denominados «síndromes de insufi ciencia social». El futuro de la fragilidad La clave del conocimiento del síndrome de fragilidad y de la condición asocia-da de sarcopenia está en describir qué tipo de estudios de intervención, inclu-yan o no medidas terapéuticas, condu-cirán a modifi car en el futuro próximo el pronóstico de estos sujetos. Hasta el momento actual, parece que todos los estudios longitudinales en los que se han incluido como factores de riesgo tanto el escaso ejercicio físico como la nula prevención de los facto-res de riesgo cardiovascular demues-tran diferencias en la supervivencia de hasta 10 años y de reducción de la morbilidad y la necesidad de institucio-nalización de más del 15%. La puesta en marcha de programas que han incluido la corrección de algu-nos de estos hábitos en la vida del an-ciano ya ha dado sus primeros frutos. En la tabla 2 se enumeran los princi-pales ítems en la detección de fragili-dad y cuyo estudio en nuestro medio resulta más necesario. En la tabla 3 se recogen algunas de las recomendacio-nes más conocidas en prevención de la fragilidad, tanto en el primer nivel como en atención especializada. Sin duda, la profundización en el co-nocimiento de algunas anomalías bio-químicas y hormonales implicadas en el proceso ha permitido el inicio de al-gunos ensayos clínicos con nuevos fár-macos que pretenden controlar la evo-lución de la sarcopenia y del síndrome de fragilidad en la presente década. Sin embargo, para obtener resultados con una aplicación práctica, debere-mos esperar un tiempo. Por ello, desde la convicción que ca-racteriza a la geriatría, se puede afi r-mar que el esfuerzo de todos los acto-res implicados en el cuidado del ancia-no, y especialmente por parte de los equipos de AP, es la única vía que ga-rantiza un cambio asistencial sufi cien- Tabla 2. Valoración de la fragilidad según diversos autores 1. Definición del fenotipo de fragilidad en el sujeto 2. Test de observación directa individual 3. Aplicación de un índice de fragilidad 4. Escala de impresión clínica de fragilidad física 5. Determinación de la reserva fisiológica mediante marcadores biológicos 6. Detección de síndromes geriátricos Tabla 3. Recomendaciones generales para la detección y prevención de la fragilidad Nivel: atención primaria • Aplicación de valoración geriátrica al anciano sano • Cribado de fragilidad en el paciente mayor • Puesta en marcha de actividades preventivas (ejercicio, nutrición) • Control de factores de riesgo cardiovascular (dieta) y vacunación • Ampliar el acceso a la fisioterapia y la terapia ocupacional en el domicilio • Correcto manejo de los cuadros de pluripatología y polimedicación • Evitar la yatrogenia y los efectos adversos de fármacos y técnicas • Evitar la hospitalización e institucionalización innecesarias • Identificar el riesgo psicosocial Nivel: atención especializada • Evaluar el riesgo de deterioro funcional • Extender la valoración geriátrica a ámbitos médico-quirúrgicos • Facilitar el acceso a la valoración interdisciplinar • Asegurar la continuidad de cuidados en el domicilio
  • 6. FORMACIÓN CONTINUADA Anciano frágil temente relevante para que la salud y los intervalos de vida libre de depen-dencia crezcan de forma paralela al esfuerzo realizado. En este sentido, ya se han dado algunos pasos al relacio-nar determinadas condiciones propias del anciano con dicho pronóstico. ■ Bibliografía SEGG. Tratado de Geriatría para Residentes. Ed. So-ciedad Española de Geriatría y Gerontología SEGG. Madrid, 2006 Martín Lesende, I. Anciano de riesgo en el medio comunitario. Planificación de cuidados en atención primaria. Madrid, Informes Portal Mayores, N.o 44 [Disponible en: http://www.imsersomayores.csic.es/ documentos/documentos/martin-anciano-01.pdf consultado 23 agosto 2013] Baztán JJ, Suárez-García FM, López-Arrieta J, Rodrí-guez- Mañas L, Rodríguez-Artalejo F. Effectiveness of acute geriatric units on functional decline, living at home, and case fatality among older patients admit-ted to hospital for acute medical disorders: Meta-analysis. Br Med J 2009; 338: b50 Martín Lesende I, Gorroñogoitia Iturbe A, Gómez Pa-vón J, Baztán Cortés JJ, Abizanda Soler P. El anciano frágil. Detección y manejo en Atención Primaria. Aten Primaria 2010; 42: 388-93 Martín Lesende I, Baztán Cortés JJ, Gorroñogoitia Iturbe A, Abizanda Soler P, Gómez Pavón J. Detec-ción 6 ©Ediciones Mayo, S.A., 2014. Todos los derechos reservados y manejo de la fragilidad en Atención Primaria. Actualización. Sociedad Iberoamericana de Infor-mación Científica (SIIC salud), 2012. [Disponible en http://envejecimiento.csic.es/documentos/do-cumentos/ actualizacion-fragilidad-atencion-pri-maria- martin.pdf consultado 3 septiembre 2013] Martín-Sánchez FJ, Fernández-Alonso C, Gil-Gregorio P. Puntos clave en la asistencia al anciano frágil en Urgencias. Med Clin (Barc) 2013; 140: 24-9