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Mixtli Verónica Aguilar Ávila
ISTI
A14-375
3 de Octubre de 2014
Todas las ardillas son mías
Tiempo: el año 2000, donde había las casas con grandes jardines y pasillos.
Público: en especial niños.
Personajes: Frida, Christian, la ardilla, la abuela, la mamá.
En la casa de la abuela, con el hermoso jardín lleno de mariposas y flores de colores,
qué era enorme y tenía un gran pasillo para correr y jugar había una ardilla que
siempre se robaba las flores, en especial unas de color rosita, sabor a dulce.
Esa ardillita actuaba de noche, ya que en el día había dos perros que se la querían
comer y una niña llamada Frida, que junto con su primo Christian la querían capturar
para tenerla todo el día abrazada y pelear por ella, hasta el punto de terminar toda
estirada de sus patitas y romperla por la mitad y de ahí tirarla al abandono.
Frida siempre estaba celosa de Christian que era más pequeño que ella, decía que era
el consentido, cuando a los dos se les trataba por igual, sólo que ella eso no lo veía.
Mas sin en cambio Christian la quería mucho a ella, siempre la hacía parte de sus
planes.
Un día, ellos estaban peleando por un peluche para poder dormir, los dos querían
tenerlo y ninguno tenía el propósito de compartirlo, entonces para que no pelearan, su
abuela se los quitó y lo puso arriba del refrigerador para que nadie pudiera alcanzarlo.
No pudieron dormir en toda la noche porque no había peluche al que pudieran abrazar,
así que mejor se asomaron por la ventana hacía el patio, cuando se dieron cuenta de
que la ardilla estaba cortando las flores nuevas que habían crecido en el patio después
de toda la dedicación que había puesto su abuela en regarlas y cuidarlas. Frida y
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Christian salieron al pasillo para ver si la podían capturar y quién lograra hacerlo,
tendría al fin algo para abrazar y poder quedarse dormido.
Los dos corrían de un lado hacia otro, saltaban arriba de las macetas, y hasta
arrancaban las hojas de las plantas con tal de poder atrapar aquella ardillita que se
veía tan apachurrable y suave. Cuando al fin lograron tomarla cada uno por una de sus
patitas, salió la abuela a ver qué pasaba en el patio, pues el desastre que hicieron al
querer alcanzar a la ardilla la despertó de su sueño, ellos se espantaron al ver qué los
iba a regañar por haberla levantado, y en ese instante la ardillita aprovecho para poder
escapar de ellos.
Después del regaño qué les puso la abuela, Frida decidió irse a casa de sus tíos
porque ya no quería estar con Christian, qué siempre, por querer tener las mismas
cosas que ella, terminaban peleando hasta que los dos se quedaban sin nada. Pero lo
qué no contemplaba es qué ahí nadie nunca se ponía a jugar con ella, no compartían
los juguetes porque era pequeña y los maltrataba y todos tenían cosas muy
importantes qué hacer, qué no le ponía la atención qué ponía su otra abuela en ella.
Frida le dijo a su mamá qué quería un hermanito para qué los dos pudieran jugar y
hacer cosas juntos en casa de sus tíos, pero su mamá ya estaba grande y eso no
podía ser posible, entonces le explicó qué Christian que era hijo de su hermana, lo
debía valorar mucho, qué Dios ya no le podía mandar un hermano, pero Él tiene unos
planes perfectos y por eso le envió un primo hijo de su gemela, para qué los dos se
cuidaran y compartieran todo lo qué los hermanos podían hacer juntos.
Cuando Frida regreso a la casa de la abuela, se dio cuenta de qué ya no había tantas
flores qué cuando había partido, entonces llegó Christian y la recibió con mucha
alegría, le dio un abrazo muy fuerte y le dijo qué lo acompañara al patio para qué viera
algo.
Al salir Christian le mostró algo impresionante a Frida, había muchas ardillas jugando
entre las plantas de la abuela, y eso era gracias a qué la ardillita qué habían atrapado
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aquella vez del desastre logró escapar, la abuela le había contado qué no era justo qué
la separaran de las demás, qué así como Christian se quedó solo cuando Frida se fue,
la ardillita también se quedaría sin su familia y entonces estaría muy triste, y así fue
como más y más ardillas empezaron a visitar el patio de la abuela y entonces, siempre
qué fueran libres y visitarán el patio, las contaban y decían qué podían compartir el
contemplarlas sin hacerles daño, y todas todas, serían sus amigas.