2. AUTOR: Ovidio
Publio Ovidio Nasón, poeta
romano del siglo I a.C y d.C, famoso
sobre todo por sus obras Arte de
amar y Las metamorfosis, obra
en verso en que recoge relatos
mitológicos procedentes sobre todo
del mundo griego y adoptados por la
cultura latina de su época.
3. Primera metamorfosis: Apolo y
Dafne.
Apolo, dios del sol y la música,
fue maldecido por el joven Eros
después de que se burlase de
este por jugar con un arco y
flechas.
“Dime, joven afeminado: ¿qué pretendes
hacer con esa arma más propia de mis
manos que de las tuyas? Yo sé lanzar las
flechas certeras contra las bestias feroces y
los feroces enemigos. [...] Conténtate con
avivar con tus candelas un juego que yo
conozco y no pretendas parangonar tus
victorias con las mías.”
4. El irascible Eros tomó dos flechas, una de
oro y otra de hierro. La de oro incitaba el
amor, la de hierro incitaba el odio. Con la
flecha de hierro disparó a la ninfa Dafne y
con la de oro disparó a Apolo en el corazón.
Apolo se inflamó de pasión por Dafne y en
cambio ella lo aborreció.
La madre Tierra la transformó en laurel, y
con sus hojas Apolo se hizo una corona para
consolarse.
5. Apolo y Dafne en Garcilaso
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!
6. Segunda metamorfosis: Ío
Júpiter se enamora perdidamente de la ninfa Ío. Estos
amores suscitan los celos de su esposa Juno, que
ocasiona la transformación de la ninfa en una ternera. No
contenta con esto y desconfiando todo el tiempo de su
marido, le pone un vigilante sin igual: el gigante Argos.
Este tenía cien ojos, de tal forma que nunca dormía
completamente. La ninfa Ío estaba duramente vigilada,
pero el incansable ayudante de Júpiter, el dios Mercurio
logra dormir al gigante con su música y aprovecha la
circunstancia para matarlo.
Juno, cuando descubre lo ocurrido y como
agradecimiento a Argos, recoge los cien ojos del gigante
y los coloca en las plumas de su ave predilecta el pavo
real y castiga a Ío enviando contra ella un tábano que
hace a la ternera correr por todas las partes de la tierra
hasta que Júpiter confiesa su aventura y la ninfa
entonces vuelve a su estado normal.
De los amores de Júpiter e Ío, nacerá un hijo, Épafo, rey
de Egipto.
7. EL MITO EN EL MUSEO DEL PRADO
“Mercurio y Argos”
Rubens
“Mercurio y
Argos”
Velázquez
8. Tercera metamorfosis: Calisto
En la mitología griega Calisto es una ninfa
del cortejo de la diosa Artemisa, la Diana
romana. Ovidio recoge la leyenda y el
cambio que sufre Calisto.
9. Nuevamente Júpiter y sus amores causan la ira de Juno, que
transforma a la amada en osa. Calisto es seducida por Júpiter
que adopta la forma de la diosa Diana y concibe un hijo con ella.
Para salvarles la vida, Calisto y su hijo Arcas son transformados
en constelaciones: la Osa Mayor y Menor respectivamente.
10. Cuarta metamorfosis: Europa
Europa era una joven fenicia que
residía en Tiro, de la que Zeus se
quedó prendidamente enamorado.
Sabiendo que Europa lo
rechazaría si se declaraba,
decidió transformarse en un
hermoso toro blanco y mezclarse
con el rebaño de su padre. Europa
cayó en el engaño, y al ver a Zeus
como un hermoso toro se acercó y
lo acarició, y viendo que este era
manso decidió subirse en su lomo.
Zeus, aprovechando este acto,
echó a galopar y se la llevo más
allá del mar, donde llegaron al
territorio que hoy en día es
conocido como Europa.
12. Quinta metamorfosis: Acteón
• Artemisa, consagrada a la
castidad, estaba bañándose
desnuda en los bosques
cercanos a la ciudad beocia
de Orcómeno, cuando
Acteón la encontró
casualmente. Se detuvo y se
quedó mirándola, fascinado
por su belleza. Como castigo,
Artemisa lo transformó en un
ciervo por la profanación de
ver su desnudez, y envió a
los propios perros de Acteón
a que lo mataran. Estos lo
hicieron pedazos y devoraron
sus carnes, para después Tiziano, siglo XVI
buscar a su amo por el
bosque.
13. Sexta metamorfosis: Eco y Narciso
La ninfa Eco se enamora de un vanidoso joven
llamado Narciso, hijo de la ninfa Liríope de
Tespia. Preocupada por el bienestar de su hijo,
Liríope decidió consultar al vidente Tiresias
sobre el futuro de su hijo. Tiresias le dijo a la
ninfa que Narciso viviría hasta una edad
avanzada mientras nunca se conociera a sí
mismo.
Un día, mientras Narciso estaba cazando
ciervos, la ninfa Eco siguió sigilosamente al
hermoso joven a través de los bosques,
ansiando dirigirse a él pero siendo incapaz de
hablar primero, ya que la diosa Hera la había
maldecido a sólo poder repetir lo que otros
decían. Cuando finalmente Narciso escuchó sus
pasos detrás de él pregunta: "¿Quién está ahí?"
y Eco respondió: "¿Quién está ahí?", y
continuaron hablando así, pues Eco sólo podía
repetir lo que otros decían, hasta que Eco se
mostró e intentó abrazar a su amado. Sin
embargo, Narciso rechazó a la ninfa y le dijo
vanidosamente que le dejara en paz, y se
marchó dejándola sola. Eco quedó
desconsolada y pasó el resto de su vida en
soledad, consumiéndose por el amor que nunca
conocería, hasta que sólo quedó su voz.
14. NARCISO EN EL ARTE
“Narciso” de Jan. Cossiers “Narciso” de Caravaggio
15. Séptima metamorfosis: Píramo y
Tisbe
Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios
durante el reinado de Semíramis. Habitaban en
viviendas vecinas y se amaban a pesar de la
prohibición de sus padres. Se comunicaban con
miradas y signos hasta descubrir una estrecha
grieta en el muro que separaba las casas en la
que sólo la voz atravesaba tan estrecha vía y los
tiernos mensajes pasaban de un lado a otro por la
hendidura. Así pudieron hablarse, enamorarse y
desearse cada vez más intensamente, hasta una
noche acordaron que a la noche siguiente, cuando
todo quedara en silencio, huirían sin que los vieran
y se encontrarían junto al monumento de Nino, al
amparo de un moral blanco que allí había al lado
de una fuente. Tisbe llegó primero, pero una leona
que regresó de una cacería a beber de la fuente la
atemorizó y huyó al verla, buscando refugio en el
hueco de una roca. En su huída, dejó caer el velo.
La leona jugueteó con el velo, manchándolo de
sangre. Al llegar, Píramo descubrió las huellas y el
velo manchado de sangre, y creyó que la leona
había matado a Tisbe, su amada, y sacó su puñal
y se lo clavó en el pecho.
16. Su sangre tiñó de púrpura los frutos del
árbol, de ahí viene el color de las moras
según Ovidio. De hecho, dentro de la
tradición latina, el término Pyramea arbor
(«árbol de Píramo») se usaba para
designar a la morera. Tisbe, con miedo,
salió cuidadosamente de su escondite.
Cuando llegó al lugar vio que las moras
habían cambiado de color y dudó de si
era o no el sitio convenido. En cuanto vió
a Píramo, su amado, con el puñal en el
pecho y todo cubierto de sangre, le
abrazó y, a su vez, le sacó el puñal del
pecho a Píramo y se suicidó clavándose Góngora, Fábula de Píramo y Tisbe.
el mismo puñal. Los dioses apenados por
“Sus votos, aun así, conmovieron a
la tragedia hicieron que los padres de los los dioses, conmovieron a los
amados permitiesen sepultar los cuerpos padres,
pues el color en el fruto es, cuando
juntos, y desde aquel dia los frutos de la ya ha madurado, negro, y lo que a
morera quedaron teñidos de púrpura. sus piras resta descansa en una
sola urna.”
17. Octava metamorfosis: Aracne
Aracne era la hija de un tintorero que
teñía la lana de púrpura de Tiro. Era
famosa en Hipepa, donde tenía su taller,
por su gran habilidad para el tejido y el
bordado. Las alabanzas que recibía se
le terminaron subiendo a la cabeza y
terminó tan engreída de su destreza
como tejedora que empezó a afirmar
que sus habilidades eran superiores a
las de Atenea. La diosa se enfadó, pero
dio a Aracne una oportunidad de
redimirse. Adoptando la forma de una
anciana, advirtió a Aracne que no
ofendiera a los dioses. La joven se burló
y deseó un concurso de tejido, donde
pudiera demostrar su superioridad.
Atenea se quitó el disfraz y el concurso
comenzó.
Atenea tejió la escena de su victoria
sobre Poseidón, que inspiró a los
ciudadanos de Atenas a bautizar la
ciudad en su honor.
18. Hasta que llegó el momento en que apareció el
joven que logró vencer a Atalanta en la
competencia. Este apuesto joven llamado
Hipómenes decidió probar suerte en la carrera
para obtener la mano de Atalanta, pero tenía una
gran ventaja y es que llevaba con él unas
manzanas de oro que le había regalado Venus,
diosa del amor, y que procedían del jardín de las
Hespérides, y con ellas engañó a Atalanta; cada
vez que la joven le iba a dar alcance, Hipómanes
dejaba caer una de las manzanas, que Atalanta se
detenía a recoger fascinada por su belleza.
Mientras ella se distraía con cada manzana que
caía, el joven pudo vencerla y así obtuvo su mano.
Más tarde, los dos esposos profanaron un
santuario de la diosa Cibeles y esta los castigó
convirtiéndolos en leones que tirarán del carro de
la diosa.
19. Incluso Atenea admitió que la
obra de Aracne era perfecta,
pero se enfadó mucho por la
irrespetuosa elección del motivo.
Perdiendo finalmente los
estribos, destruyó el tapiz y el
telar de Aracne, golpeándolos
con su lanzadera, y también a la
joven en la cabeza. Aracne
advirtió su insensatez y quedó
embargada por la vergüenza.
Huyó y se ahorcó.
La historia sugiere que el origen
del arte de tejer es una imitación
de las arañas y que se
consideraba que fue
perfeccionado primero en Asia
Menor.
20. Novena metamorfosis: Pigmalión
Pigmalión fue un rey de Chipre, buscó
durante muchísimo tiempo a una mujer con
la que casarse. Pero, con una condición:
debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su
búsqueda, decidió no casarse y dedicar su
tiempo a crear esculturas preciosas para
compensar. Una de ellas, Galatea, era tan
bella que Pigmalión se enamoró de ella.
Mediante la intervención de Afrodita,
Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida.
En el mito Las metamorfosis, de Ovidio, se
relata así: Pigmalión se dirigió a la estatua y,
al tocarla, le pareció que estaba caliente, que
el marfil se ablandaba y que, deponiendo su
dureza, cedía a los dedos suavemente,
como la cera del monte Himeto se ablanda a
los rayos del Sol y se deja manejar con los
dedos, tomando varias figuras y haciéndose
más dócil y blanda con el manejo.
21. Al verlo, Pigmalión se llena de
un gran gozo mezclado de
temor, creyendo que se
engañaba. Volvió a tocar la
estatua otra vez y se cercioró de
que era un cuerpo flexible y que
las venas daban sus
pulsaciones al explorarlas con
los dedos.
Al despertar, Pigmalión se
encontró con Afrodita, quien,
conmovida por el deseo del rey,
le dijo "mereces la felicidad, una
felicidad que tú mismo has
plasmado. Aquí tienes a la reina
que has buscado. Ámala y
defiéndela del mal". Y así fue
como Galatea se convirtió en
humana.
22. Décima metamorfosis: Atalanta
Atalanta fue una heroína consagrada a Diana y
reconocida por sus inmejorables habilidades para
la caza. Su padre quería únicamente hijos varones
y por eso, al nacer Atalanta, la abandonó en el
monte Partenio a su suerte. Pudo sobrevivir
gracias a que una osa la cuidó y la amamantó,
hasta que unos cazadores la encontraron y
decidieron criarla. Una vez que se convirtió en una
bella y ágil mujer, Atalanta decidió no casarse y
mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de
la cacería, Diana, a quien emulaba con sus
acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque
cazando y llegó a ser una de las cazadoras más
renombradas de la antigüedad. Su fama se
difundió sobre todo después de participar en la
cacería del jabalí de Calidón. Además de estar
consagrada a Diana, lo que implicaba que debía
mantenerse virgen, le predijo un oráculo que el día
en que se casara, iba a ser convertida en animal.
Por ello, y para evitar cualquier pretendiente,
anunció que su esposo sería sólo aquel que
lograra vencerla en la carrera; por el contrario, si
ella triunfaba, debía matar a su oponente. Aún
cuando Atalanta les daba alguna ventaja al inicio
de la carrera a sus oponentes, ella siempre vencía
y mataba a su contrincante.
23. Undécima metamorfosis: Venus y
Adonis
Mirra dio a luz a un bebé llamado Adonis.
Afrodita pasaba junto al árbol de mirra
cuando vio al bebé y se apiadó de él.
Puso a Adonis en una caja y lo llevó al
Hades para que Perséfone cuidase de él.
Adonis creció hasta ser un joven
increíblemente hermoso, y Afrodita volvió
finalmente por él. Sin embargo,
Perséfone detestaba darlo por perdido y
quería que Adonis permaneciera con ella
en el inframundo. Las dos diosas se
involucraron en tal disputa que obligó a
Zeus a interceder. Éste decretó que
Adonis pasase un tercio del año con
Afrodita, otro tercio con Perséfone y otro
con quien desease. Adonis, por supuesto,
elige a Afrodita. Adonis empieza su año
en la tierra con Afrodita. Una de sus
mayores pasiones es la caza, y aunque
Afrodita no es naturalmente una
cazadora, participa para poder estar con
Adonis.
24. Pasan cada hora que están despiertos juntos, y Afrodita
queda extasiada con él. Sin embargo, su ansiedad
empieza a crecer por sus deberes abandonados, y se ve
obligada a dejarlo por un corto tiempo. Antes de
marcharse, le da un consejo a Adonis: no atacar a un
animal que no demuestre miedo. Adonis acepta el
consejo pero olvidándolo rápidamente.
Se enfrenta sin temor a un enorme jabalí y resulta herido
de muerte. La diosa, rápidamente acude en su ayuda
pero nada puede hacer. El lugar donde yace muerto
Adonis aparece cubierto de flores, las anémonas.