1. Dos principios para cualquier economía
DIETER F. UCHTDORF
Second Counselor in the First Presidency
Liahona, noviembre de 2009
A menudo, es en la prueba de la adversidad donde aprendemos las lecciones más
importantes que moldean nuestro carácter y forjan nuestro destino.
El primer principio: Trabajar
El Señor no espera que trabajemos más duro de lo que podamos. Él no compara nuestro
esfuerzo con el de los demás, ni tampoco nosotros debemos hacerlo. Nuestro Padre Celestial
sólo nos pide que demos lo mejor de nosotros, que trabajemos con toda nuestra capacidad,
sin importar cuán grande o pequeña sea.
El trabajo es un antídoto para la ansiedad, un bálsamo para las penas y un portal hacia las
posibilidades. Sin importar nuestras circunstancias, mis queridos hermanos, esforcémonos lo
mejor que podamos y cultivemos una reputación de excelencia en todo lo que hagamos.
Centremos nuestra mente y nuestro cuerpo en la gloriosa oportunidad de trabajar que se nos
presenta cada día.
Cuando nuestro carromato se atasque en el lodo, es más probable que Dios ayude al hombre
que salga a empujar que al que sólo eleve la voz de súplica, sin importar cuán elocuente sea la
plegaria. El presidente Thomas S. Monson lo dijo así: “No basta tener el deseo de hacer un
esfuerzo y decir que lo intentaremos… La forma de lograr nuestras metas está en el hacer y no
sólo en el pensar. Si constantementepostergamosnuestrasmetas,
nuncalasveremosrealizadas” 4 .
El segundo principio: Aprender
Para los miembros de la Iglesia, la educación no es simplemente una buena idea, sino un
mandamiento. Hemos de aprender “de cosas tanto en el cielo como en la tierra, y debajo de la
tierra; cosas que han sido, que son y que pronto han de acontecer; cosas que existen en el
país, cosas que existen en el extranjero” 6 .
Esfuércense por aumentar su conocimiento de todo lo “virtuoso, o bello, o de buena
reputación, o digno de alabanza” 11 . Busquen conocimiento “tanto por el estudio como por la
fe” 12 . Busquen con un espíritu humilde y un corazón contrito 13 . El aplicar el aspecto espiritual
de la fe a su estudio, incluso de cosas temporales, les permitirá ampliar su capacidad
intelectual porque “si vuestra mira está puesta únicamente en [la] gloria [de Dios], vuestro
cuerpo entero será lleno de luz… [elcual] comprendetodaslascosas” 14 .