1. Proteger la tierra del sol intenso
Las ventajas del acolchado son múltiples y bien conoci-
das, entre otras están las siguientes:
• Protege a la tierra de las intensas radiaciones solares,
evitando que la perjudicial radiación ultravioleta destru-
ya o dañe la flora bacteriana y microbiana de la tierra de
cultivo.
• Evita que el suelo se reseque, ayudando a mantener la
hidratación de la tierra y reduciendo considerablemente
las necesidades de riego.
• La sombra que da el acolchado no sólo mantiene la
humedad sino que, al mismo tiempo, evita la nascencia
de hierbas competidoras de los cultivos (las temidas e
injustamente llamadas "malas hierbas").
• Facilita la aireación gracias a su porosidad y evita el
apelmazado y la compresión de la tierra.
• Procura sombra a la tierra y al "compost en superficie"
y facilita la actividad de toda la flora microbiana, espe-
cialmente la de las bacterias nitrificantes o nitrogenado-
ras. Estas bacterias bajo un acolchado de paja son capaces
de absorber del aire y fijar en una tierra cubierta, hasta 80
kilos de nitrógeno por hectárea y año.
Pero ¡atención!
No siempre el acolchado resulta beneficioso. Ni en
todos los climas, ni en todos los cultivos. En donde mayo-
res son los beneficios del acolchado es en climas cálidos,
secos y muy soleados, dando también excelentes
resultados en los climas templados.
Resulta menos aconsejable en zonas de naturale-
za fría y húmeda, ya que aunque el verano será
caluroso, las primaveras suelen ser frescas y la tie-
rra no llega a calentarse lo suficiente como para
estimular el buen desarrollo y la abundante pro-
ducción de frutos en las solanáceas (tomates,
pimientos, berenjenas...) y en las cucurbitáceas (melones
y sandías).
Para estimular el desarrollo y obtener la máxima pro-
ducción de estas plantas en zonas frías y con veranos cor-
tos, resulta más conveniente dejar la tierra expuesta al
calor del sol.
Una buena opción para mantener protegida la tierra, al
tiempo que se calienta con suma facilidad, es cubrirla (o
cubrir el "compost en superficie") con mantillo viejo, res-
tos de estiércol muy descompuesto o los restos sobrantes
de los semilleros (mezclas de compost, mantillo, turba,
turba de coco... añejos o muy descompuestos). Al ser
negros u obscuros, absorben el máximo de la radiación
solar (calor) y al mismo tiempo ofrecen sombra y prote-
gen a la tierra y al compost superficial, de las dañinas
radiaciones ultravioletas.
Otra opción efectiva (aunque menos "ecológica"),
puede ser usar rafia negra de sombreado, especialmente en
huertos azotados por fuertes vientos o en donde no se dis-
ponga de mantillo viejo u otras alternativas orgánicas de
color oscuro.
Estas recomendaciones son especialmente indicadas
para las solanáceas, porque las cucurbitáceas —tanto las
meloneras como las matas de sandía—, ellas mismas
cubren rápidamente la tierra con su follaje denso de
amplias hojas, protegiendo eficazmente a la tierra o al
compost en superficie. I
Estamos en pleno verano. En climas
secos y cálidos, una buena práctica
en el huerto es el acolchado con paja,
aunque podemos hacerlo también con
otros materiales orgánicos. Se trata
de proteger a la tierra de las horas de
intensa insolación, propiciando la
actividad de los microorganismos
implicados en la fertilidad de la tierra
y sobre todo: ahorrando agua para
los cultivos de verano
. . . . . . . . . . . . Texto: Mariano Bueno
Distintos
momentos de
la preparación
del bancal.
A la izqda.
cubierto
de paja
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Distintos
tipos de
materiales
para
acolchado
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