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LA METODOLOGÍA CUALITATIVA EN EL MARCO DE UN PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
ELABORACIÓN DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN:
(A) JUSTIFICACIÓN Y RELEVANCIA DEL OBJETO DE
ESTUDIO
INTRODUCCIÓN.-
La investigación empírica en las ciencias de la educación, y de las ciencias
sociales en general, ha sido cuestionada -en ocasiones justificadamente- desde
reflexiones más epistemológicas, por una mala práctica investigadora tan
pragmatista que, descuidando un marco teórico sólido en la generación de
hipótesis, acaba convirtiendo el empirismo en amalgamas de datos sin
significación. Parafraseando la aseveración kantiana de que los datos sin
conceptos son ciegos y los conceptos sin datos son vacíos, diremos que la
investigación requiere tanto un sustrato teórico fuerte del que derivar objetivos
e hipótesis como una metodología rigurosa en la comprobación de las mismas.
Marco teórico y método son los dos pilares de la investigación, inevitablemente
co-dependientes y complementarios. La construcción del marco teórico en el
proyecto de investigación es el aspecto fundamental, que aporta los “conceptos”
sin los cuales la investigación será “ciega” por muy riguroso que sea el
desarrollo metodológico de la misma.
Se presenta en este capítulo el proceso de construcción del marco teórico de la
investigación y la generación de hipótesis a partir del mismo. En el capítulo
siguiente, se abordará el diseño metodológico para la comprobación de las
hipótesis planteadas, por lo que ambos capítulos constituyen una unidad
inseparable, si bien la entidad que tiene la construcción del marco teórico del
objeto de estudio, nos ha hecho considerar oportuno esta división para tratar
con amplitud suficiente cada una de ellas. Se presenta el esquema completo de
ambos capítulos, siendo objeto de este capítulo los 4 primeros puntos, siendo el
punto 5 sobre Metodología objeto del capítulo siguiente.
El proyecto que se presenta ha sido seleccionado teniendo en cuenta dos
criterios: la relevancia y transversalidad del tema por un lado, y la acomodación
formal a convocatorias públicas de subvención por otro. Respecto al tema
seleccionado, la violencia de género, es innecesario –por obvio- subrayar su
magnitud y relevancia en cualquier ámbito social al que queramos referirlo;
pero si en alguno hubiera que privilegiar el compromiso con la actuación sobre
el mismo, éste sería sin duda alguna el ámbito educativo y su papel en la
prevención.
En cuanto a la acomodación formal a protocolos de entidades financiadoras, se
eligió la convocatoria del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e
Innovación Tecnológica (I+D+I) 2000-2003, gestionado por el Instituto de la
Mujer, organismo autónomo de la Secretaría General de Políticas de Igualdad
del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España. Las bases de la
convocatoria de este organismo público son similares a otras entidades
financiadoras de carácter también público, por lo que el proyecto que se
propone a modo de ejemplo, es aplicable a cualquier otra convocatoria.
El proyecto seleccionado tiene por título Patrones de masculinidad y feminidad
asociados al ciclo de la violencia de género, y obtuvo Resolución favorable de 22
de diciembre de 2003 para la obtención de las ayudas destinadas a la
realización de investigaciones y estudios sobre las mujeres (publicada en BOE
de 30 de enero de 2004), con un plazo de ejecución de 3 años. El equipo
investigador interuniversitario e interdepartamental –del que forman parte las
autoras de este capitulo- estuvo integrado por profesorado de Psicología y de
Ciencias de la Comunicación (Universidad Pontificia de Salamanca) y
profesorado de Ciencias de la Educación (Universidad de Salamanca).
PALABRAS CLAVE.-
Resumen de la investigación
Estado de la investigación
Relevancia científica
Justificación del proyecto
Beneficios del proyecto
DESARROLLO DEL TEMA
ELABORACIÓN DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN:
(A) JUSTIFICACIÓN Y RELEVANCIA DEL OBJETO DE ESTUDIO
PATRONES DE MASCULINIDAD Y FEMINIDAD
ASOCIADOS AL CICLO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
1. RESUMEN o ABSTRACT
2. ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN EN ESTE
CAMPO
2.1. Introducción
2.2. Estado actual de la investigación sobre el tema
2.2.1. Identidad y violencia de género
2.2.2. Roles y estereotipos de género
2.2.3. Instrumentos de evaluación de los roles de género
2.2.4. La aproximación léxica al estudio de la identidad
personal: estudios taxonómicos
2.3. Relevancia científica del proyecto
2.4. Programa investigador del equipo
3. BENEFICIOS DEL PROYECTO
4. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
5. METODOLOGÍA: OBJETIVOS, HIPÓTESIS Y PLAN DE TRABAJO
5.1. Estrategia metodológica: multimétodo
5.2. Objetivos
5.3. Hipótesis de trabajo, variables y población/muestras
5.3.1. Hipótesis de trabajo
5.3.2. Diseño/Método de investigación
5.3.3. Variables/Dimensiones
5.3.4. Población/Muestras
5.4. El empleo de metodología cuantitativa/cualitativa
5.5. Plan de trabajo (etapas y resultados previsibles)
5.6. Cronograma
1.- RESUMEN O ABSTRACT.-
Se trata de presentar en un párrafo corto, una síntesis de lo
que será la investigación. Evaluadores y evaluadoras del
proyecto deben poder formarse una idea clara del mismo a
través de esta síntesis. El objetivo general de la investigación
debe ser claro y preciso, dejando constancia de que es un
objetivo -o hipótesis si la hubiera- construido a partir del
conocimiento actualizado del objeto de estudio y de
investigaciones previas relevantes. Conviene enfatizar las
aplicaciones prácticas de los hallazgos que se esperan del
estudio, así como los beneficios que se seguirán de la
realización del mismo. Y, por último, debe quedar constancia
de que se usará una metodología adecuada para el objetivo
planteado con referencia a las muestras.
En esta investigación se pretende identificar patrones de rol masculino y
femenino asociados al ciclo de la violencia de género. Este objetivo requiere la
realización de 2 estudios. En el Estudio 1 se diseñará una escala de Rol de
Género, ya que sólo se dispone de traducciones que se han mostrado
inadecuadas en los análisis psicométricos (Delgado & Martín, 2002). Siguiendo
la línea de investigación actual, se utilizará la taxonomía del léxico de
personalidad propia de nuestro país (Iraegui, 1999), utilizando muestras
estratificadas por sexo, edad y nivel cultural. Para este estudio se utilizará
metodología cuantitativa. En el Estudio 2, a partir del instrumento validado, se
estudiarán las diferencias entre muestras de mujeres no maltratas, mujeres
maltratadas que han abandonado la relación violenta, y mujeres maltratadas
que permanecen en la relación violenta. Las muestras serán seleccionadas
igualando variables socioculturales. Esta comparación se realizará mediante
metodología cuantitativa (estudios de resultado) y metodología cualitativa
(estudios de proceso). A partir de los resultados, se analizarán las áreas que
permitan discriminar patrones de género específicos asociados al ciclo de la
violencia de género. Se propondrán áreas de reestructuración cognitiva, a nivel
de intervención, y áreas de prevención a nivel educativo y de comunicación
social.
2.- ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN EN ESTE CAMPO
2.1. Introducción.-
En este epígrafe, debe plantearse el problema objeto de
estudio enfatizando la relevancia del mismo, de modo que la
agencia u organismo al que se solicita financiación, pueda
ponderar la conveniencia de llevarlo a cabo. El proyecto que se
expone a modo de ejemplo, está localizado en el entorno en
que pretende incidir el proyecto (España). La contextualización
del problema será acorde al ámbito en que tendrán incidencia
los resultados que se obtengan, y será congruente con los
fines del organismo u entidad al que se solicita financiación. Se
trata de plantear el problema y justificar razonadamente su
relevancia.
El problema de la violencia de género se ha convertido en un tema crucial en
las sociedades en las que las políticas de igualdad no consiguen eliminar esta
expresión máxima de la dominación sexista por parte de los varones, siendo
para Naciones Unidas el crimen privado más extendido del mundo. El Fondo de
Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) declaró ya en 1995 que
la violencia contra las mujeres está total y directamente en contra de todos los
objetivos del desarrollo. La violencia de género sigue siendo uno de los
problemas pendientes en las sociedades que pretenden avanzar hacia la
igualdad de los sexos. Las inversiones en recursos sociales dirigidas a erradicar
este problema no producen los efectos deseados y las cifras sobre violencia de
género siguen siendo dramáticas en Europa, pudiendo alcanzar hasta un 20%
de mujeres en España (Álvarez, 2001). El informe de la Comisión para la
Igualdad de Hombres y Mujeres del Consejo de Europa, presentado en
Estrasburgo en noviembre de 2002, informó que la primera causa de muerte o
invalidez para las mujeres europeas de 16 a 44 años es la violencia de género
doméstica, cobrando más víctimas que los accidentes de tráfico o el cáncer.
Este informe estima que se denuncian el 80% de los casos y que las agresiones
aumentan para niveles de renta más altos, en contra de creencias ampliamente
extendidas en la población. El informe constata también que es la primera
causa de baja laboral en la mayoría de la población femenina económicamente
activa. El fenómeno de la violencia de género es universal, atravesando
fronteras, culturas, etnias, creencias religiosas, ideologías políticas, clases
sociales... y cualquier categoría de análisis. Se estima que cada 18 segundos
una mujer es maltratada en el mundo y al menos una de cada 5 es víctima de
malos tratos en su propio hogar, según datos de Naciones Unidas.
2.2. Estado actual de la investigación sobre el tema.-
Se trata de sintetizar los planteamientos y hallazgos previos
sobre el objeto de estudio, que justifican la investigación que
se pretende llevar a cabo. En este punto, el proyecto asienta
sus objetivos –e hipótesis si las hubiere- sobre resultados de
investigaciones anteriores, dejando constancia de que se ha
realizado una revisión documental adecuada de los tópicos que
se abordarán. La revisión garantizará que el estudio aporte
conocimientos nuevos, que puedan confirmar o rebatir estudios
anteriores, o proponer enfoques nuevos del mismo. De este
modo, el estudio no será una repetición de algo ya realizado
que los/as autores/as desconocen, o algo sin sentido a la luz
de los conocimientos disponibles sobre el tema. En síntesis, se
trata de plantear el problema a partir de la revisión
documental de estudios previos sobre los tópicos implicados en
el objeto de estudio.
Uno de los múltiples aspectos que presenta el problema de la violencia de
género, es la recuperación de las mujeres inmersas en ella. Entre sus efectos,
emerge la repetición de un patrón típico de comportamiento que ha sido
denominado en la literatura especializada como el ciclo de la violencia (Walker,
1984; 1989; 1991) reformulado por otras autoras desde una perspectiva de
sistema abierto (Cantera, 1999; 2000). Este patrón afecta a un porcentaje
entre el 57% y el 78% de las mujeres maltratadas según estudios clásicos
(Labell, 1979), y al 33% según estudios más recientes realizados en nuestro
país (Sarasúa y Zubizarreta, 2000). La víctima opta por mantener la
convivencia con el maltratador, en una sucesión alternante de episodios
violentos seguidos de episodios de reconciliación, que progresan en una espiral
de violencia cada vez mayor.
El mantenimiento del maltrato en el tiempo es una situación bastante común y
difícil de comprender. Las explicaciones propuestas desde la psicología, no sólo
son parciales sino que han tenido un efecto nocivo al haber contribuido a
generar ideas erróneas sobre el problema (Bosch & Ferrer, 2002). En lo que
coinciden todos los resultados de investigación es que no aparece un perfil
psicológico en las mujeres inmersas en este ciclo (Echeburúa y Corral, 1998), y
las evidencias que desmienten los falsos estereotipos sobre un perfil psicológico
de riesgo en las mujeres maltratadas son contundentes concluyendo que el
principal marcador de riesgo de sufrir malos tratos es “ser mujer” (Walker,
1999; García-Moreno, 2000).
La revisión de Patricia Villavicencio (1993) de los estudios disponibles hasta ese
momento, concluye sin embargo, en un posible factor de riesgo relacionado con
actitudes tradiciones hacia el rol de género femenino. Son actitudes que
aparecen en el patrón que Milagros Rodríguez (1999) denomina “ruptura
evolutiva” para referirse al mantenimiento del vínculo con el agresor tras sufrir
la agresión, y que aparece en mujeres que han internalizado el “estereotipo
femenino”. Este factor en interacción con otros actuaría como barrera que
impide la ruptura de las situaciones de maltrato (Villavicencio, 2001).
A partir de estos resultados, desde la teoría de los roles de género (Eagly,
1987; Eagly y Wood, 1991) parece razonable suponer que el ciclo de la
violencia de género podría estar asociado a la existencia de un patrón
relacional. Si esto fuera así, la ruptura de este patrón podría abordarse desde la
reestructuración cognitiva de las “creencias de género” inadecuadas, que
sostienen la relación violenta. Esto implicaría identificar el constructo
“feminidad” y “masculinidad” en nuestra cultura, y contrastar las áreas
diferenciales que pudieran emerger en la población de mujeres inmersas en el
ciclo de la violencia de género.
Esta hipótesis, presenta algunos puntos de coincidencia con los procesos que
intervienen en la construcción de la identidad de género. La masculinidad, como
representación de los comportamientos que los sujetos consideran adecuados
para la “persona-varón”, no es sólo un “programa de comportamientos
adecuados” para los varones, sino también un modo de definir la propia
identidad. En el mismo sentido, la feminidad se constituye socialmente no sólo
en una representación de comportamientos deseables para mujeres, sino
también en un modo de ser persona, y por tanto, un elemento constitutivo de la
propia identidad. Si, como muestran las investigaciones sobre identidad de
género, la violencia estaría asociada a un modo de entender las relaciones
mujer-varón, el conocimiento del modo en que se construye la masculinidad y
feminidad, aportaría luz sobre las áreas en las que una reestructuración
cognitiva podría modificar esta construcción estereotípica y “disfuncional” de los
roles.
El problema de la investigación sobre género en España, es que ha tenido que
recurrir a instrumentos de evaluación traducidos de otros medios culturales
(EEUU principalmente), con las limitaciones que este procedimiento supone
para las conclusiones que se extraen a partir de instrumentos traducidos
(Martínez-Arias, 1995; Muñiz y Hambleton, 2000). La traducción del Bem Sex-
Role Inventory (BSRI) de Sandra Bem (1973) ha sido el instrumento más
utilizado en la investigación de género tanto en nuestro país, como en el resto
de Europa, por provenir de la teoría bidimensional de género actualmente más
aceptada. Basado en las respuestas de autoinforme sobre un listado de
descriptores de personalidad, el BSRI permite la clasificación de los sujetos en
cuatro tipos: andróginos (alta masculinidad / alta feminidad), masculinos (alta
masculinidad / baja feminidad), femeninos (baja masculinidad / alta feminidad)
e indiferenciados (baja masculinidad / baja feminidad).
La realización de un estudio sobre género, requiere disponer previamente de un
instrumento de evaluación del constructo feminidad y masculinidad, válido y
fiable para la población española a la que se dirige. Esta necesidad, ha sido
constatada en investigaciones recientes que muestran que los constructos
masculinidad y feminidad son constructos dinámicos al referirse a
representaciones socialmente elaboradas por lo que se modifican en función del
contexto sociocultural cambiante. El estudio de Auster y Ohm (2000) en la
sociedad norteamericana muestra que el 50% de los descriptores de género del
BSRI se han modificado. Harris (1994) encontró resultados aún más drásticos
con una metodología diferente, al mostrar que el 90% de los rasgos que definen
el género en el BSRI se habían modificado. El estudio reciente en población
española confirmó la no adecuación de este instrumento a los factores
“masculinidad” y “feminidad” propuestos desde la teoría (Delgado & Martín,
2002).
2.2.1. Identidad y violencia de género.-
El ejercicio de la violencia de género podría sustentarse en una esquematización
rígida y perversa de los roles de género, culturalmente asimilados. Fuerza,
poder y dominio aparecen como valores propios de la identidad masculina en
nuestra cultura. Estos “valores” fundamentan estructuras de desigualdad siendo
la agresión un medio, patriarcalmente legitimado, para alcanzarlos y
defenderlos. Como contrapartida, la identidad femenina ha sido elaborada con
los atributos de debilidad, controlabilidad y necesidad de protección. Estos
valores son transmitidos como pautas de comportamiento deseable y se
insertan en la propia identidad del sujeto, pasando de un control externo de
comportamientos, a un control interno que reproduce la ideología de los
géneros (Unger y Crawford, 1996).
En el ciclo de la violencia de género, formulado inicialmente por Lenore Walker
(1984; 1989; 1991), emerge la asimilación de estas creencias sobre los roles
de género en el agresor y en la víctima. Es un patrón de comportamientos bien
estudiado que se puede sistematizar en las fases siguientes:
1. Negación de la violencia
La mujer maltratada no se reconoce como tal o minimiza la situación.
Asume el sufrimiento al considerar “natural” la irritabilidad de su
compañero, que puede atribuir –en su necesidad de explicación
cognitiva para un comportamiento desconcertante- a factores
externos como la falta de trabajo, u otros problemas. Puede
culpabilizarse a sí misma, por no ser capaz de calmar a su pareja,
justificando los comportamientos violentos como expresión natural de
la virilidad. Esta fase refleja la asimilación de los constructos
“masculinidad” y “feminidad” que reproducen el papel de dominador-
dominado.
2. Inercia y aumento de tensión
Al principio, la tensión es la característica del hombre maltratador. Se
muestra irritable y no reconoce su enfado, por lo que su compañera
no logra comunicarse con él. Esto provoca en ella un sentimiento de
frustración. Aparecen menosprecios al principio sutiles, ira,
indiferencia, sarcasmos, y largos silencios. A la mujer se le repite el
mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta, por lo que
ella empieza a interiorizar que es ella quien hace algo mal, y
comienza a culpabilizarse. Esta tensión va creciendo con explosiones
de rabia cada vez más agresivas.
3. Etapa de la violencia explícita
Estalla la violencia con diversas formas de agresión: psicológica
(amenazas, desprecios, humillaciones), física (golpes, heridas), y
sexual.
4. Etapa de la reconciliación
El agresor muestra arrepentimiento y promete no volver a ser
violento, pudiendo mostrarse cariñoso. La víctima refuerza la negación
de la violencia y cree que él puede cambiar. Esta etapa se ha
denominado de “luna de miel” cuando las muestras de cariño alcanzan
niveles de exceso, intentando “contrarrestar” los episodios de
violencia. En algunos casos, es una etapa de tranquilidad
simplemente. En la medida en que se repite el círculo de violencia,
esta etapa se va haciendo más corta, hasta desaparecer y quedar sólo
en una mezcla de la etapa de tensión y de violencia explícita.
El modo en que este proceso se articula en la mente de la mujer violentada, ha
recibido el nombre de “Síndrome de Estocolmo Doméstico” (Montero, 1999). Se
caracterizaría por la suspensión de todo juicio crítico hacia el agresor y hacia sí
misma, para adaptarse al trauma provocado por la violencia, con el fin de
preservar de este modo la propia identidad psicológica. Esto explicaría el modo
en que las mujeres maltratadas desarrollan ese efecto paradójico por el cual
defienden a sus compañeros, como si fueran verdaderas víctimas de un entorno
violento que les empuja irremediablemente a ser violentos. Suelen identificarse
cuatro fases:
1. En la fase desencadenante, los primeros malos tratos rompen el
espacio de seguridad que debería ser la pareja, donde la mujer ha
depositado su confianza y expectativas. Esto desencadenaría
desorientación, pérdida de referentes, llegando incluso a la depresión.
2. En la denominada fase de reorientación, la mujer busca nuevos
referentes pero sus redes sociales están ya muy mermadas, se
encuentra sola, y generalmente sólo dispone del apoyo de la familia.
3. En la fase de afrontamiento, con su percepción de la realidad ya
desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de
indefensión y resistencia pasiva. El modo de afrontar esta situación es
asumir el modelo mental de su compañero agresor, tratando de
manejar la situación traumática.
4. En la última fase, de adaptación, la mujer proyecta la culpa hacia otros,
hacia el exterior, y el Síndrome de Estocolmo Doméstico se consolida a
través de un proceso de identificación.
La característica esencial de esta relación sería el desequilibrio de poder, a
partir del cual la persona que ocupa la posición inferior (la mujer) adopta
conductas positivas hacia la persona que la intimida y maltrata (el varón), como
un medio de sobrevivencia psicológica.
2.2.2. Roles y estereotipos de género.-
El término “rol” se ha generalizado en el lenguaje psicosocial. Goffman (1959)
lo definió como las regularidades esperadas u observadas en la vida de la
sociedad. El concepto de rol sugiere una referencia a la representación de
guiones previamente escritos. Al igual que los guiones se representan sobre
escenarios, los roles se representan sobre los escenarios sociales, adquiriendo
así una dimensión relacional contextualizada. El rol describe las condiciones
idóneas para alcanzar el estatus de sujeto, de modo que los roles de género
describen las condiciones idóneas para alcanzar el estatus de hombre o mujer.
Esta descripción de condiciones que identifican al sujeto se realiza mediante la
prescripción de comportamientos adecuados e inadecuados en función del
género que se le asigna.
La superposición entre diferencias biológicas y diferencias producidas por
elaboraciones ideológicas de la cultura, como señala Bonilla (1998), hace que
se adscriban al ámbito de los papeles sexuales comportamientos que nada
tienen que ver con el morfismo sexual mismo, sino con el sistema de creencias
mantenidas sobre los sexos. El sexo en realidad, actuaría como un sistema de
categorización social que define posiciones separadas para ambos sexos, y por
tanto, está vinculado íntegramente a los papeles asignados y a las suposiciones
asociadas sobre los rasgos y comportamientos atribuidos a mujeres y hombres
en una sociedad concreta. Estas diferencias no guardan, en realidad, ninguna
relación con características reales de los sexos. Tal es el caso de los
estereotipos que presentan a los hombres como agresivos y emocionalmente
inexpresivos, cuyo deber es asumir el sostén material de la familia, y a las
mujeres como cuidadoras y emocionales, debiendo asumir el cuidado del hogar
y la crianza (Martínez-Benlloch, 1996).
La investigación psicológica ha intentado delimitar, desde diversas teorías, los
mecanismos por los cuales las personas se adecuan a los papeles prescritos y
aprenden comportamientos y patrones de actividades apropiadas e inapropiadas
para su sexo, aceptando o rechazando las funciones, distintas y desiguales, que
en una sociedad androcéntrica, como señala Harding (1996), se asignan según
el sexo. La socialización sexual parece ser el proceso responsable de esta
diferenciación genérica (Bem, 1993; Pastor y Martínez-Benlloch, 1991).
Igualmente interesantes resultan las teorías de enfoque psicosocial, que sin
negar el efecto de la interiorización de mecanismos psicológicos establecidos
dentro de la persona mediante el proceso de socialización, ponen el acento en
la influencia que tiene sobre el comportamiento diferenciado de hombres y
mujeres, los factores sociales como el rango o posición, la función o papel
social, y las creencias o expectativas de género. El sistema social, y no tanto la
persona, ocupa el lugar central en este enfoque. Se presentan las diferencias
como producto de procesos que tienen lugar en la interacción social, por lo que
el contexto pasa a ser un elemento crucial en la comprensión de los diferentes
comportamientos de género (Archer, 1996).
Con esta nueva perspectiva se desplaza el foco de la investigación sobre roles
de género. Se pasa del análisis de las diferencias entre los sexos, al estudio del
modo en que éstos son percibidos: el modo en que las personas construyen la
realidad social (Barberá y Lafuente, 1996; Unger, 1997; Barberá, 1998). Las
investigaciones realizadas bajo esta perspectiva van mostrando cómo las
diferencias pueden ser construidas y mantenidas por interacciones sociales. Se
pone de relieve cómo las creencias sobre las habilidades y actividades
diferenciales de los sexos pueden influir sobre el comportamiento de las
mujeres y hombres, confirmando así las creencias genéricas que las personas
tienen sobre sí mismas. Según Geis (1993), los papeles sociales, la posición y
el poder, son probablemente los factores situacionales más fuertes de las
creencias y conductas de género. Como sugiere Bonilla (1998: 155), desde las
teorías socioestructurales es posible asumir que “muchas de las diferencias
relacionadas con el sexo que son comúnmente atribuidas a la personalidad, en
realidad pueden ser construidas a partir de las exigencias derivadas de los
papeles que desempeñan”.
Los roles de género aparecen estrechamente ligados al concepto “estereotipo de
género”. Con independencia de las particularidades de cada uno de los modelos
explicativos sobre los estereotipos, todos coinciden en considerarlo como un
proceso de construcción psíquica, que engloba muchos y muy diversos
atributos, que tiene un carácter funcional, y con posibilidad de cambio. Sobre
su origen y funcionamiento, la investigación psicológica dispone de un cuerpo
de conocimientos desigual: se conoce más sobre el funcionamiento que sobre el
modo en que se originan.
Existe otro elemento íntimamente unido al estereotipo: su carácter evaluativo.
Aunque en principio, el concepto estereotipo supone valoración neutra, en
realidad está muy cerca del concepto prejuicio cuando se aplica a grupos con
menor poder social. Tal es el caso de los estereotipos de género, en que el
femenino es aplicado a un grupo con menor poder social. No es entonces
exagerado hablar de prejuicio de género, más que de estereotipo. La
investigación muestra que los estereotipos más connotados como prejuicio, han
sido los relativos al género y a los grupos étnicos (Lips, 1993; Unger y
Crawford, 1996).
Psicólogas como Rachel Hare-Mustin y Jeanne Marecek (1994), desde la
perspectiva constructivista, han apelado a presupuestos teóricos y
epistemológicos del construccionismo social, para cuestionar la visión neutra de
los estereotipos de género, propugnada por el cognitivismo. El constructivismo
pone en tela de juicio el paradigma positivista, que se autoatribuye una función
notarial frente a la realidad: la realidad existe por sí misma, y el/la científico/a
la descubre. El construccionismo considera que la realidad no existe, sino que
se construye; por tanto, el/la científico/a no descubre la realidad, sino que la
crea. El mantenimiento de las construcciones sociales no obedece a criterios de
validación empírica, sino a razones de utilidad histórica, poniéndose en
entredicho la clásica delimitación entre hechos y valores.
2.2.3.- Instrumentos de evaluación de los roles de género.-
Si bien existe una variedad de instrumentos tales como el Cuestionario de
Atributos Personales (PAQ) de Spence, Prf-Andro de Berzins, Escala ACL de
Heilbrun, Inventario de Características de Personalidad (CPI) de Baucom, Escala
de Conducta de Roles Sexuales (SRBS) de Orlofsky (Cfr. Paterna y Martínez,
2001), es el Inventario de Roles Sexuales de Sandra Bem (BSRI) el de mayor
difusión en la literatura sobre género.
Este Inventario de Roles Sexuales (BSRI) fue diseñado por Sandra Bem en
1972, partiendo de una lista de aproximadamente 400 rasgos de personalidad,
que fueron presentados a una muestra de 100 estudiantes de psicología de la
Universidad de Stanford. Los sujetos de la muestra recibieron la instrucción de
indicarar el grado en que la sociedad norteamericana consideraba deseables
para un hombre y para una mujer poseer cada uno de los rasgos presentados.
Se les indicó que no se trataba de dar su opinión, o lo justo o injusto que les
pareciera el pensamiento de su sociedad, sino de reflejar el pensamiento de su
entorno social (Bem, 1981: 17). La muestra, de 50 hombres y 50 mujeres
evaluó la deseabilidad que la sociedad norteamericana atribuía a estos rasgos,
para hombres y para mujeres.
A partir de los resultados de la muestra, Bem elaboró los constructos de
género. Consideró pertenecientes al constructo masculinidad aquellos rasgos
que tanto hombres como mujeres, consideraron significativamente más
deseables para los hombres que para las mujeres (p ≤ 0,05). El constructo
feminidad, incluyó los rasgos que –por el contrario- tanto hombres como
mujeres consideraron significativamente más deseables para mujeres que para
hombres. Entre los rasgos que cumplían estas características, fueron
seleccionados 20 de masculinidad y 20 de feminidad para el BSRI, a los que se
añadieron 20 rasgos “neutrales”, igualmente deseables para hombres y para
mujeres (Bem, 1973: 157) con una función de control en el cuestionario.
Desde su creación, el BSRI fue usado por investigadores/as en numerosos
estudios. Algunos/as han estudiado el modo en que las autoevaluaciones de
identidad de género varían en unos y otros contextos; así por ejemplo, se
investigó el modo en que se modificaban en relación con el liderazgo en grupos
unisexuales y mixtos (Gurman y Long, 1992) o en el desempeño de roles de
diverso tipo (Smith, Noll y Bryant, 1999). Los hallazgos de estos estudios,
indican que la autodescripción de la identidad de género mediante el BSRI, es
dinámica y se modifica en función de los contextos en que el sujeto se
autoevalúa.
Otros estudios se han dirigido a contrastar la validez y estructura latente en el
BSRI, usando diferentes técnicas: análisis factorial exploratorio (Ballard-Reisch
& Elton, 1992), análisis factorial confirmatorio (Campbell, Gillaspy y Thompson,
1997), modelos de ecuaciones estructurales (Blanchard-Fields, Suhrer-Roussel
y Hertzog, 1994), y técnica multirasgo-multimétodo (Wong, McCreary y Duffy,
1990). Los resultados, sin embargo, son inconsistentes.
En orden a estudiar la estructura latente del BSRI algunas investigaciones se
orientaron al estudio de la relación entre BSRI y otros rasgos de personalidad
medidos con escalas como el Cuestionario de Atributos Personales (PAQ) o la
Escala de Personalidad de Comrey (CPS), usando Análisis Factorial (Wakefield,
Sasek, Friedman & Bowden, 1976; Wilson & Cook, 1984). Ballard-Reisch y Elton
(1992) estudiaron la validez del BSRI con un método diferente al de Bem.
Determinaron la masculinidad, feminidad o neutralidad de los rasgos, pero
también el carácter positivo, negativo o neutral del rasgo. Consideraron que el
rasgo era masculino si al menos el 75% de la muestra lo consideraba
masculino. Lo mismo para considerarlo femenino o neutral. Con este criterio,
sólo confirmaron 1 rasgo de masculinidad y 1 rasgo de feminidad del BSRI.
Otros estudios que parten del BSRI, piden a los sujetos que evalúen la
deseabilidad de los rasgos de Bem para mujeres (feminidad), hombres
(masculinidad) y neutrales; estos estudios, como el de Harris (1994), con
muestras de hasta 3000 sujetos, confirman 19 rasgos de los 20 pertenecientes
a las escalas originales de Bem. Sin embargo, en este caso, el amplio tamaño
de la muestra puede explicar que pequeñas diferencias resulten significativas al
sobre-aumentar la potencia estadística de la prueba. Por esta razón, algunos
autores proponen valorar la significación práctica a partir del tamaño del efecto
(Auster & Ohm, 2000).
Holt y Ellis (1998) reevaluaron la validez del BSRI usando las instrucciones del
estudio original de Bem. Los sujetos fueron asignados aleatoriamente a la
condición “deseabilidad para varones” o “deseabilidad para mujeres”, y se les
presentaban los 20 rasgos de masculinidad y los 20 rasgos de feminidad del
BSRI. En este estudio, los 20 rasgos de masculinidad fueron revalidados al
recibir puntuaciones significativamente mayores de deseabilidad para varones.
De los 20 rasgos de feminidad, 18 también fueron revalidados al recibir
puntuaciones significativamente mayores de deseabilidad para mujeres. Sólo 2
rasgos de feminidad no fueron revalidados: “leal” y “amante de los niños”. Por
otro lado, Holt & Ellis compararon sus resultados con los obtenidos
originalmente por Bem en 1974. Comprobaron que las diferencias de medias
obtenidas por Bem, eran mayores que las obtenidas en su estudio muestreado
en 1997, lo que les hizo concluir que los estereotipos de género sobre rasgos de
personalidad habían descendido en los 25 años transcurridos desde los estudios
originales de Bem.
El metaanálisis realizado por Twenge (1997) con 64 estudios que utilizaron el
BSRI, mostró que las autoevaluaciones en masculinidad de las mujeres habían
aumentado, decreciendo las diferencias entre hombres y mujeres en
masculinidad. Este cambio, podría deberse al cambio de roles sociales y a la
mayor deseabilidad de los rasgos masculinos, tanto para mujeres como para
hombres.
La reevaluación de los constructos masculinidad y feminidad, fue realizada
recientemente en Estados Unidos por Auster y Ohm (2000) en una réplica del
estudio original de Bem. Su objetivo fue reevaluar en la sociedad
norteamericana la validez del BSRI 25 años después. Los resultados mostraron
cambios significativos en los constructos de género. En la tabla siguiente se
presentan estas modificaciones, obtenidas en las muestras de varones y de
mujeres. Los mayores cambios, como se puede observar, corresponden a las
atribuciones que hacen los varones acerca de la masculinidad: han modificado
el 60% de las atribuciones. Por el contrario, las mujeres mantienen el 100%
acerca de las atribuciones sobre la feminidad.
Tabla 1: Modificaciones en las atribuciones de rasgos de género
Masculinidad (20 rasgos) Feminidad (20 rasgos)
Varones
Confirman 8 rasgos:
1.“actúa como líder”
2.“agresivo”
3.“ambicioso”
4.“dominante”
5.“vigoroso”
6.“habilidad de liderazgo”
7.“independiente”
8.“masculino”
Confirman 18 rasgos
Todos excepto:
1. “amante de los
niños”
2. “complaciente”
Mujeres
Confirman 18 rasgos
Todos excepto:
1.“analítico”
2.“toma decisiones fácilmente”
Confirman los 20 rasgos
Con respecto a los cambios producidos en la deseabilidad de los rasgos en los
últimos 25 años, Auster y Ohm (2000) obtuvieron los siguientes resultados al
comparar sus datos con los obtenidos por Bem (1973):
Tabla 2: Modificaciones en la representación del varón
Representación del varón: comparación 1973-2000
Muestra de varones
(Auto-representación)
Muestra de mujeres
(Hetero-representación)
Aumenta la deseabilidad en 12 de los
20 rasgos masculinos
Disminuye la deseabilidad en 8 de los
20 rasgos masculinos
Aumenta la deseabilidad en 6 de los
20 rasgos femeninos
Disminuye la deseabilidad en 14 de
los 20 rasgos femeninos
Aumenta la deseabilidad en 9 de los
20 rasgos masculinos
Disminuye la deseabilidad en 10 de
los 20 rasgos masculinos
Aumenta la deseabilidad en 5 de los
20 rasgos femeninos
Disminuye la deseabilidad en 14 de
los 20 rasgos femeninos
La representación del varón, se ha modificado de forma similar en el imaginario
de mujeres y varones. En síntesis, disminuye la deseabilidad de un mayor
número de rasgos femeninos en él, mientras que los rasgos masculinos se
polarizan aumentando la deseabilidad en unos y disminuyendo en otros.
Con respecto a la representación de la mujer, como se muestra en la tabla
siguiente, se observa contundente coincidencia entre varones y mujeres en
considerar más deseable su “masculinización”: aumenta la deseabilidad de
prácticamente todos los rasgos masculinos en ellas.
Tabla 3: Modificaciones en la representación de la mujer
Representación de la mujer: comparación 1973-2000
Muestra de mujeres
(Auto-representación)
Muestra de varones
(Hetero-representación)
Aumenta la deseabilidad en 19 de
los 20 rasgos masculinos
Disminuye la deseabilidad en 0 de
los 20 rasgos masculinos
Aumenta la deseabilidad en 9 de los
20 rasgos femeninos
Disminuye la deseabilidad en 11 de
los 20 rasgos femeninos
Aumenta la deseabilidad en 20 de los
20 rasgos masculinos
Disminuye la deseabilidad en 0 de los
20 rasgos masculinos
Aumenta la deseabilidad en 3 de los 20
rasgos femeninos
Disminuye la deseabilidad en 17 de los
20 rasgos femeninos
De estos resultados se concluye un cambio significativo en los constructos
masculinidad y feminidad. Esta constatación sugiere la necesidad de revisar el
instrumento en la población en que fue diseñado y, con mayor fundamento, en
medios en los que se ha adaptado, como el nuestro.
1.2.4. La aproximación léxica al estudio de la identidad personal: estudios
taxonómicos.-
La construcción de la identidad personal se concibe como un proceso dinámico
en el que participan tres elementos:
 Actor: persona que emite una conducta
 Observador: persona que observa e interpreta esa conducta
 Auto-observador: actor interpretando las reacciones que ha provocado
su conducta
A su vez, estas interpretaciones de la conducta requieren de un "contexto" en el
que se desarrolla la acción observada, que se conceptualiza integrando
atributos conductuales, motivacionales y situacionales (Hampson 1982). Es lo
que podríamos llamar una “acción situada” (Bruner, 1990) en la que la
interpretación de una acción o "valor semiótico" de ésta, viene determinado por
el "escenario cultural" en el que ésta se produce y los "estados intencionales"
de los participantes en ella, tanto los agentes de la acción como los
observadores de ésta.
La violencia de género puede entenderse, desde esta perspectiva, no tanto
como un hecho asociado a variables de personalidad internas de los individuos
inmersos en ella, sino como un proceso en el que la propia interacción va
creando, en base a interpretaciones de conducta e intenciones y a los esquemas
cognitivos que sustentan estas interpretaciones, los patrones comunicativos
que generan y sustentan los “roles de la violencia de género”.
En este supuesto proceso comunicativo el lenguaje aparece con una
importancia central, actuando como mediador de las interacciones que se
producen entre las personas, y de las personas consigo mismas. A través del
lenguaje la conducta interpersonal adquiere importancia simbólica. Los
observadores y auto-observadores añaden sentido y significado social a la
conducta observada del actor utilizando el lenguaje descriptivo de personalidad
(adjetivos, nombres etc.) para etiquetar, clasificar o codificar los
comportamientos e intenciones. El lenguaje adquiere así características de
organizador, descriptor y creador de realidades individuales e interpersonales.
En este sentido, el estudio del Lenguaje de la Personalidad supondría una
fuente de acceso al conocimiento, tanto de las diferencias individuales o
principales atributos de la identidad personal, como de los aspectos relacionales
que las personas mostramos en nuestras interacciones y, fundamentalmente,
de los procesos mediante los cuales los humanos estructuramos y
categorizamos nuestra experiencia interpersonal, incluidos los roles sexuales
(Iraegui, 1994).
Una de las vertientes de investigación más productivas derivadas de este
modelo son los estudios orientados hacia la construcción de Taxonomías de
Personalidad. Desarrollamos brevemente a continuación esta línea de
investigación detallando sus implicaciones en este Proyecto.
Desde que el lingüista Edward Sapir, en 1921, advirtiera de que los hablantes
de diversas lenguas tienden a prestar atención a aspectos distintos de la
realidad, incluso a la hora de combinar las palabras para formar frases, las
hipótesis del determinismo lingüístico fueron extendiéndose hasta llegar a la
afirmación general de que nuestras pautas habituales de pensamiento están
determinadas por las palabras, o criterios que dicta nuestra lengua materna.
Interpretaciones más moderadas sobre la influencia de las diferencias
lingüísticas en nuestros procesos cognitivos, se orientarían hacia admitir que
“cada sociedad o comunidad lingüística, decide por sí misma a qué cosas
merece la pena poner nombre” (Miller, 1985: 23), “pero que hay que suponer
un núcleo central de conceptos léxicos tan fundamentales para la vida humana
que todos los lenguajes tienen que poseer palabras para designarlos” (Miller,
1985:38). Dicho de otro modo, pese a las diferencias culturales existirían
“Universales Léxicos” comunes en todas las culturas, cuyo estudio podría
revelar tendencias típicamente humanas de “construir la realidad”.
Paralelamente al interés por el lenguaje en otras áreas de conocimiento, en la
psicología de la personalidad va conformándose la llamada “aproximación
léxica”, que tiene como característica fundamental la utilización de los
lenguajes naturales como “base de datos" para acceder al conocimiento de la
personalidad humana.
El argumento citado anteriormente, de que las sociedades deciden por sí
mismas qué cosas merecen ser nombradas y que por tanto el lenguaje recogerá
esas prioridades, se refleja en el ámbito de la personalidad humana, en
palabras de John, Angleitner y Ostendorf, (1988: 174): “aquellas diferencias
individuales que son más sobresalientes y socialmente relevantes en la vida de
la gente, estarán recogidas en su propio lenguaje; cuanto más importantes
sean las diferencias, más probable es que estén expresadas con una sola
palabra". El modelo, por tanto, asume que los lenguajes naturales son una
fuente válida de acceso al conjunto de las variables individuales que configuran
la personalidad en cada cultura y propone un método de identificación y
estructuración de estas diferencias, atributos de personalidad y formas de
interactuar: el desarrollo de taxonomías, que convierte a la aproximación léxica
en un importante modelo de investigación transcultural.
El desarrollo de estas taxonomías de personalidad sustentadas en la
aproximación léxica se encuentra actualmente en un periodo de expansión,
contándose ya con datos de los siguientes idiomas y culturas: Anglo-americano
(Golberg, 1990), Alemán (Ostendorf, 1990), Ruso (Shmelyov y Pokhil´ko,
1993), Checo (Hrebícková y Ostendorf, 1994), Húngaro (Szirmak y De Raad,
1994); Holandés (Hofstee, Kiers, De Raad, Goldberg, y Ostendorf, 1997),
Italiano (Di Blas y Forzi, 1998), Filipino (Church,. Katigbak y Reyes, 1998),
Coreano (Hahn, Lee y Ashton, 1999), Francés (Boies, Lee, Ashton ,Pascal y
Nicol , 2001) y Estonio (Aavik y Allik, 2002).
La taxonomía Española (Iraegui, 1995; 1998; 1999; Iraegui y Quevedo, 2002;
Quevedo, Iraegui, Anivarro y Ross, 1996) que proponemos como fuente de
datos inicial de este proyecto, aporta en este momento los resultados de un
estudio exhaustivo sobre el lexicón de la personalidad en Español, que en los
estudios anteriormente citados se ha ido depurando hasta delimitar una base de
datos manejable (640 términos-rasgo), que recogerían las variables más
importantes en las que los seres humanos diferimos unos de otros. A su vez,
mediante técnicas psicométricas estas variables han sido agrupadas en grandes
dimensiones o factores de personalidad que han posibilitado su comparación
con los resultados obtenidos en estudios taxonómicos realizados en otros
idiomas y que configuran la línea de investigación conocida como “Los Cinco
Grandes” que recogerían esos “Universales Léxicos” en el ámbito de la
personalidad.
Por otra parte el estudio realizado sobre la deseabilidad de estos términos-rasgo
para hombres y mujeres (Iraegui y Delgado, 2002) supone un buen indicador
de las posibles variables a incluir en la Escala que se propone crear. Por tanto,
la utilidad de partir de la línea de investigación anteriormente descrita, para
este proyecto, reside en tres motivos fundamentales:
a. Permite utilizar el material de investigaciones previas para seleccionar
las variables de personalidad en las que difieren los constructos de
género y construir una escala apropiada desde nuestro idioma para
nuestra cultura.
b. Al ser estas variables derivadas de métodos taxonómicos transculturales
los resultados serán más fácilmente comparables con investigaciones
semejantes realizadas en otros idiomas y culturas.
c. Los estudios taxonómicos, en los cuales las/os autoras/es no seleccionan
las variables sino que éstas emergen de los criterios taxonómicos,
favorecen una posición de acercamiento más rico a la realidad de la
violencia de género.
2.3. Relevancia científica del proyecto.-
En este punto, se enfatiza la relevancia y coherencia del
proyecto dentro de un programa. La relevancia científica puede
enfatizarse aludiendo a las aportaciones del proyecto al estado
de la cuestión revisado en el apartado anterior.
El proyecto Patrones de masculinidad y feminidad asociados al ciclo de la
violencia de género responde a una necesidad detectada en la confluencia de
dos líneas de investigación: la investigación sobre el léxico de la personalidad y
la investigación sobre los procesos de construcción y deconstrucción de género.
Desde ambas líneas, se propone diseñar un instrumento que permita evaluar
los descriptores de personalidad asociados a la identidad de género en español,
con el fin de utilizarlo para identificar patrones de masculinidad y feminidad. El
conocimiento del modo en que las personas construyen la representación de sí
mismas como varones o mujeres, permitirá abordar la deconstrucción de
formas inadecuadas de identidad, en los que podrían asentarse patrones
relaciones descritos en el ciclo de la violencia.
El ciclo de la violencia muestra una permanencia en relaciones violentas
durante períodos de tiempo prolongados. Identificar factores implicados en el
mantenimiento de esta relación violenta, constituyen un reto para profesionales
que encuentran, más allá de los factores económicos y sociales, una barrera
infranqueable para intervenir con éxito en la salida de la situación por parte de
las mujeres. Profesionales de la psicología manifiestan encontrar en un
porcentaje significativo de casos, procesos de dependencia emocional difíciles
de modificar por cuanto afectan posiblemente a la construcción del “sí mismo”
del sujeto. La hipótesis que se plantea en esta investigación es que estos
factores de resistencia podrían estar asociados a la identidad de género,
firmemente adquirida en los procesos de socialización. La “legitimación” de
comportamientos que pueden considerarse “factores de riesgo” de violencia de
género, se produciría en sujetos muy esquematizados que polarizan
dicotómicamente los comportamientos adecuados para varones y mujeres. Si se
confirmara esta hipótesis, se podría plantear un abordaje psicoeducativo
adecuado, dirigido a reestructurar cognitivamente la identidad de género de los
sujetos.
La relevancia científica –y social- de esta investigación sobre patrones de
masculinidad y feminidad, que pueden estar relacionados con comportamientos
de violencia de género, y con su resistencia al cambio, viene dada no sólo por la
consistencia de una línea de investigación ya consolidada, sino por la
importancia social que pueden tener las propuestas de intervención y
prevención en este ámbito.
2.4. Actividad del grupo solicitante.-
Se trata de conectar el proyecto con la trayectoria
investigadora previa del equipo que realizará la investigación,
presentando las principales investigaciones relacionadas con el
tema, y los resultados de las mismas..
Este proyecto se inscribe en un programa de investigación sobre Procesos de
construcción y deconstrucción de género. Con las investigaciones realizadas
hasta el momento, se ha mostrado desde diferentes perspectivas el impacto de
la representación social del constructo feminidad y masculinidad sobre diversos
procesos psicosociales. Se señalan algunos de los principales resultados de las
investigaciones relacionadas con el tema de estudio:
1995  Análisis de sesgo de género en la escala de Neuroticismo del Eysenck
Personality Inventory
Tesis doctoral. Instrumentos de evaluación clásicos en la psicología,
contienen sesgo de género que producen resultados que sustentan
estereotipos de género, desfavorables para las mujeres como su
inestabilidad emocional. Se cuestiona el androcentrismo en la
Psicología.
1998  Habilidades directivas: estudio de sesgo de género en instrumentos de
selección de personal
Los instrumentos de evaluación contienen sesgo de género que
desfavorecen a las mujeres en la exhibición de habilidades directivas.
1999  Análisis de calidad psicométrica del Inventario de Roles Sexuales de
Bem
La necesidad de utilizar instrumentos adecuados lleva a revisar nuestro
propio instrumento de evaluación sobre género: análisis psicométrico
del BSRI y adaptación. Emergen factores diferentes que no confirman
la masculinidad y feminidad postulada por la teoría.
2001 Diseño de una escala de estereotipos de género
A partir de los resultados del análisis del BSRI se diseñó una escala de
atribuciones de género sobre roles sociales para la investigación
siguiente.
2002 Diferencias intergeneracionales de la población de Castilla y León en
atribuciones de género
Con el instrumento anterior se estudió el efecto de los cambios sociales
sobre los estereotipos de género en Castilla y León. Se compararon tres
generaciones, encontrando en las tres los mismos estereotipos: roles
doméstico, familiar y social, se asocian con feminidad en las tres
generaciones; roles político, laboral y económico, se asocian con
masculinidad en las tres generaciones. El aspecto que permanece más
rígido es el rol familiar en el que se encuentra mayor asociación con
feminidad. Se confirman resultados de otras investigaciones: el efecto
del compromiso de rol familiar afecta negativamente a las mujeres en
el desarrollo de su carrera profesional. Aparece como un factor muy
relevante para el fenómeno “techo de cristal”.
2002 Mujer y Trabajo: igualdad de oportunidades en función del género, en el
acceso y ejercicio de la función docente universitaria
Se aporta un análisis de la institución universitaria y, más
concretamente, de su personal docente, desde la perspectiva de
género, circunscribiendo el ámbito de estudio al profesorado
universitario de la Comunidad de Castilla y León.
De modo más específico, se estudia la posible relación entre género y
acceso a puestos docentes universitarios, interesándose de forma
especial por conocer cómo es percibida dicha relación por parte del
profesorado de las Universidades de Castilla y León. Para ello, y en los
aspectos metodológicos, el equipo investigador elaboró como
instrumento de recogida de información un cuestionario, con dos partes
claramente diferenciadas: la primera pretendía recoger información
sobre las características personales y profesionales del profesorado; y
la segunda, sobre sus características familiares y opiniones acerca de
la relación entre género y actividad profesional. Con la intención de
complementar la información recogida a través del cuestionario, se
empleó también el grupo de discusión, como técnica que permitiese
profundizar en algunas de las cuestiones objeto de estudio.
Los resultados de la investigación permitieron contrastar las hipótesis
planteadas inicialmente en el trabajo, y matizar el sentido de unos
presupuestos de partida. En esta línea, y como consecuencia del
análisis de los datos obtenidos, se pudo constatar una menor
discriminación en función del género de lo que en principio parecía
previsible, de acuerdo con lo expuesto en otros estudios sobre la
temática. No obstante, se constató también que la mujer no ha
conseguido todavía una plena igualdad de oportunidades para acceder a
los máximos cargos académicos, de gestión y responsabilidad en el
ámbito universitario, aunque legalmente se reconozca la igualdad del
colectivo masculino y femenino para ocuparlos. La mayoría de docentes
que participó en el estudio considera que es el entorno social y el rol
asumido por la mujer, relacionado con las responsabilidades familiares
y las tareas domésticas, lo que lleva a ésta a la desigualdad de
condiciones cuando tiene que competir con sus colegas universitarios.
2002Análisis exploratorio del discurso de género
Mediante metodología cualitativa con grupos de discusión, se
detectaron discursos diferenciados en varones y mujeres sobre los
roles de género. Para las mujeres, la compatibilidad familia-carrera
profesional ocupa el mayor porcentaje de discurso, y el mayor
problema en su planteamiento de vida. En los varones, no emerge
este tópico como preocupación. A partir de los resultados, se planteó
una tesis doctoral sobre comunicación persuasiva para modificar la
percepción del compromiso de rol parental.
3.- BENEFICIOS DEL PROYECTO.-
En este epígrafe se concreta la utilidad y relevancia del Proyecto de
Investigación (patrones de masculinidad y feminidad asociados al
ciclo de la violencia de género) para los sectores sociales a los que
se dirige, proponiendo actuaciones para la transferencia y difusión
de conocimientos y resultados.
3.1. Beneficios para la investigación psicosocial sobre género.-
Dado que el constructo “género” es cambiante, por cuanto responde a la
elaboración que hace una sociedad de lo que se considera deseable para
varones y mujeres, la creación de un instrumento diseñado y validado en
nuestro país, permitirá disponer de un instrumento de evaluación
adecuado para las investigaciones de género. Se respondería así a una
necesidad que está siendo ya abordada en otros países de Europa.
Cobertura:
• Nacional: para la investigación sobre género en nuestro entorno,
mediante la difusión en foros científicos y revistas especializadas
• Internacional: aportando resultados de nuestro país a los
obtenidos en otros países mediante la difusión en foros y revistas
internacionales y programas interuniversitarios
3.2. Beneficios para la intervención sobre violencia de género.-
Identificar patrones de relación asociados a la identidad de género, en
mujeres inmersas en el “ciclo de la violencia de género”, permitirá
identificar posibles áreas de intervención mediante reestructuración
cognitiva en las víctimas de la violencia.
Cobertura:
 Sectorial: Asociaciones e Instituciones de Asistencia a Víctimas de
Violencia Doméstica. La Asociación ADAVAS-Salamanca ha
mostrado interés en los resultados de este estudio para su
aplicación en el trabajo terapéutico (166 mujeres según memoria
del 2002). Esta acción es extensible a otras asociaciones
federadas.
Identificar las construcciones de género asociadas a personas al ciclo de
la violencia de género, permitirá actuar a nivel preventivo en el ámbito
educativo.
Cobertura:
• Sectorial: Asociaciones de Asistencia a Víctimas de Violencia de
Género en Castilla y León han mostrado interés por los resultados
para su aplicación a los programas de prevención con
adolescentes (se adjunta documento).
• Nacional: la difusión en revistas especializadas y foros educativos
permitirá diseñar programas de prevención aplicables al ámbito
educativo en nuestro país.
Identificar las construcciones de género asociadas al ciclo de la violencia de
género, permitirá diseñar actuaciones focalizadas en las áreas de resistencia
identificadas:
Cobertura:
• Sectorial: asociaciones de mujeres y grupos de autoayuda en
asociaciones de asistencia a víctimas de violencia de género
• Sectorial: profesionales que intervienen en violencia de género,
diseñando actuaciones sobre las áreas de reestructuración que se
propongan
• Sectorial: profesionales de medios de comunicación, para
elaboración de campañas preventivas e informativas en los medios
• Local: programas de actuación en asociaciones de Salamanca (se
adjunta documento)
4.- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.-
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política social. Ensayos sobre metodología sociológica. Buenos Aires:
Amorrurtu Ediciones.
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social y políticas públicas. Madrid: UNED, 35-51.
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Role Inventory: A multitrait-multimethod study. Sex Roles. 22, 249-259.
RESUMEN-SÍNTESIS.-
En este capítulo se proponen los principales elementos a tener en cuenta para
la elaboración de un proyecto de investigación, en el marco de un programa de
financiación competitivo, a través de un organismo público. Se presenta, a
modo de ejemplo, un proyecto realizado en el marco de un organismo español,
y se desarrolla el modo de elaborar la justificación, relevancia científica y
beneficios del proyecto, siendo objeto del capítulo siguiente el desarrollo del
diseño metodológico.
El resumen de la investigación debe plantear con claridad el problema a
estudiar y el objetivo que se pretende conseguir, fundamentando la pertinencia
del mismo en una revisión actualizada de las investigaciones más relevantes
sobre el tema. Se debe explicitar la metodología a utilizar, así como muestras y
acceso a las mismas, y se enfatizarán los beneficios que se seguirán de la
realización de la investigación. Se trata de presentar en un párrafo breve, la
información relevante acerca de la investigación que se pretende realizar, de
modo que cualquier evaluador/a de proyecto pueda tener una idea acerca del
mismo.
La revisión de los antecedentes y estado de la cuestión, debe proporcionar una
síntesis de los hallazgos previos sobre el objeto de estudio que permitan
justificar la necesidad de la nueva investigación que se propone. Esta revisión
es el punto de anclaje de los objetivos de la investigación: es en este
conocimiento del problema a estudiar, donde se generan los objetivos –e
hipótesis si las hubiera- que darán lugar al nuevo estudio que se propone.
Objetivos –e hipótesis- surgirán estrechamente vinculados a la metodología
requerida para poder alcanzarlos. Deberá incluirse la revisión actualizada de los
tópicos implicados en el marco teórico del objeto de estudio.
Por último se concreta la utilidad y relevancia del proyecto para los sectores
sociales que podrían beneficiarse de los resultados, proponiendo actuaciones
para la transferencia del conocimiento que se generará.
LECTURAS RECOMENDADAS.-
Rodenes, M., Chismol, R. y Arango, M. (2000) Un enfoque sistemático para
realizar la tesis doctoral. Psicothema, 12, supl. Nº 2, p. 474-478. (Disponible
en pdf: http://www.psicothema.com/pdf/607.pdf)
MEC (2005) Criterios y procedimientos de evaluación de la investigación
educativa. Madrid: CIDE
Amezcua M. (2000) “El Protocolo de Investigación”. En Antonio Frías Osuna,
Salud Pública y educación para la salud. Barcelona: Masson, 2000:189-199.
García Roldán, JL. (1995) Cómo elaborar un proyecto de investigación. Alicante:
Universidad.
PARA PENSAR Y PROFUNDIZAR.-
1. Elaborar un proyecto de investigación desarrollando los aspectos
tratados en este capítulo
2. Hacer una búsqueda documental de investigaciones realizadas sobre el
mismo problema y comparar el enfoque teórico de las mismas
3. Revisar una investigación sobre un tema de interés y proponer un
enfoque diferente del problema de investigación, justificando el interés
del mismo
GLOSARIO.-
(creo que no procede; pero también se puede hacer un glosario con las
palabras clave)
Resumen de la investigación
Estado de la investigación
Relevancia científica
Justificación del proyecto

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  • 1. LA METODOLOGÍA CUALITATIVA EN EL MARCO DE UN PROYECTO DE INVESTIGACIÓN ELABORACIÓN DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN: (A) JUSTIFICACIÓN Y RELEVANCIA DEL OBJETO DE ESTUDIO
  • 2. INTRODUCCIÓN.- La investigación empírica en las ciencias de la educación, y de las ciencias sociales en general, ha sido cuestionada -en ocasiones justificadamente- desde reflexiones más epistemológicas, por una mala práctica investigadora tan pragmatista que, descuidando un marco teórico sólido en la generación de hipótesis, acaba convirtiendo el empirismo en amalgamas de datos sin significación. Parafraseando la aseveración kantiana de que los datos sin conceptos son ciegos y los conceptos sin datos son vacíos, diremos que la investigación requiere tanto un sustrato teórico fuerte del que derivar objetivos e hipótesis como una metodología rigurosa en la comprobación de las mismas. Marco teórico y método son los dos pilares de la investigación, inevitablemente co-dependientes y complementarios. La construcción del marco teórico en el proyecto de investigación es el aspecto fundamental, que aporta los “conceptos” sin los cuales la investigación será “ciega” por muy riguroso que sea el desarrollo metodológico de la misma. Se presenta en este capítulo el proceso de construcción del marco teórico de la investigación y la generación de hipótesis a partir del mismo. En el capítulo siguiente, se abordará el diseño metodológico para la comprobación de las hipótesis planteadas, por lo que ambos capítulos constituyen una unidad inseparable, si bien la entidad que tiene la construcción del marco teórico del objeto de estudio, nos ha hecho considerar oportuno esta división para tratar con amplitud suficiente cada una de ellas. Se presenta el esquema completo de ambos capítulos, siendo objeto de este capítulo los 4 primeros puntos, siendo el punto 5 sobre Metodología objeto del capítulo siguiente. El proyecto que se presenta ha sido seleccionado teniendo en cuenta dos criterios: la relevancia y transversalidad del tema por un lado, y la acomodación formal a convocatorias públicas de subvención por otro. Respecto al tema seleccionado, la violencia de género, es innecesario –por obvio- subrayar su magnitud y relevancia en cualquier ámbito social al que queramos referirlo; pero si en alguno hubiera que privilegiar el compromiso con la actuación sobre el mismo, éste sería sin duda alguna el ámbito educativo y su papel en la prevención. En cuanto a la acomodación formal a protocolos de entidades financiadoras, se eligió la convocatoria del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica (I+D+I) 2000-2003, gestionado por el Instituto de la Mujer, organismo autónomo de la Secretaría General de Políticas de Igualdad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España. Las bases de la convocatoria de este organismo público son similares a otras entidades financiadoras de carácter también público, por lo que el proyecto que se propone a modo de ejemplo, es aplicable a cualquier otra convocatoria. El proyecto seleccionado tiene por título Patrones de masculinidad y feminidad asociados al ciclo de la violencia de género, y obtuvo Resolución favorable de 22 de diciembre de 2003 para la obtención de las ayudas destinadas a la realización de investigaciones y estudios sobre las mujeres (publicada en BOE de 30 de enero de 2004), con un plazo de ejecución de 3 años. El equipo investigador interuniversitario e interdepartamental –del que forman parte las autoras de este capitulo- estuvo integrado por profesorado de Psicología y de Ciencias de la Comunicación (Universidad Pontificia de Salamanca) y profesorado de Ciencias de la Educación (Universidad de Salamanca).
  • 3. PALABRAS CLAVE.- Resumen de la investigación Estado de la investigación Relevancia científica Justificación del proyecto Beneficios del proyecto DESARROLLO DEL TEMA ELABORACIÓN DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN: (A) JUSTIFICACIÓN Y RELEVANCIA DEL OBJETO DE ESTUDIO PATRONES DE MASCULINIDAD Y FEMINIDAD ASOCIADOS AL CICLO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO 1. RESUMEN o ABSTRACT 2. ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN EN ESTE CAMPO 2.1. Introducción 2.2. Estado actual de la investigación sobre el tema 2.2.1. Identidad y violencia de género 2.2.2. Roles y estereotipos de género 2.2.3. Instrumentos de evaluación de los roles de género 2.2.4. La aproximación léxica al estudio de la identidad personal: estudios taxonómicos 2.3. Relevancia científica del proyecto 2.4. Programa investigador del equipo 3. BENEFICIOS DEL PROYECTO 4. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 5. METODOLOGÍA: OBJETIVOS, HIPÓTESIS Y PLAN DE TRABAJO 5.1. Estrategia metodológica: multimétodo 5.2. Objetivos 5.3. Hipótesis de trabajo, variables y población/muestras 5.3.1. Hipótesis de trabajo 5.3.2. Diseño/Método de investigación 5.3.3. Variables/Dimensiones 5.3.4. Población/Muestras 5.4. El empleo de metodología cuantitativa/cualitativa 5.5. Plan de trabajo (etapas y resultados previsibles) 5.6. Cronograma
  • 4. 1.- RESUMEN O ABSTRACT.- Se trata de presentar en un párrafo corto, una síntesis de lo que será la investigación. Evaluadores y evaluadoras del proyecto deben poder formarse una idea clara del mismo a través de esta síntesis. El objetivo general de la investigación debe ser claro y preciso, dejando constancia de que es un objetivo -o hipótesis si la hubiera- construido a partir del conocimiento actualizado del objeto de estudio y de investigaciones previas relevantes. Conviene enfatizar las aplicaciones prácticas de los hallazgos que se esperan del estudio, así como los beneficios que se seguirán de la realización del mismo. Y, por último, debe quedar constancia de que se usará una metodología adecuada para el objetivo planteado con referencia a las muestras. En esta investigación se pretende identificar patrones de rol masculino y femenino asociados al ciclo de la violencia de género. Este objetivo requiere la realización de 2 estudios. En el Estudio 1 se diseñará una escala de Rol de Género, ya que sólo se dispone de traducciones que se han mostrado inadecuadas en los análisis psicométricos (Delgado & Martín, 2002). Siguiendo la línea de investigación actual, se utilizará la taxonomía del léxico de personalidad propia de nuestro país (Iraegui, 1999), utilizando muestras estratificadas por sexo, edad y nivel cultural. Para este estudio se utilizará metodología cuantitativa. En el Estudio 2, a partir del instrumento validado, se estudiarán las diferencias entre muestras de mujeres no maltratas, mujeres maltratadas que han abandonado la relación violenta, y mujeres maltratadas que permanecen en la relación violenta. Las muestras serán seleccionadas igualando variables socioculturales. Esta comparación se realizará mediante metodología cuantitativa (estudios de resultado) y metodología cualitativa (estudios de proceso). A partir de los resultados, se analizarán las áreas que permitan discriminar patrones de género específicos asociados al ciclo de la violencia de género. Se propondrán áreas de reestructuración cognitiva, a nivel de intervención, y áreas de prevención a nivel educativo y de comunicación social. 2.- ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN EN ESTE CAMPO 2.1. Introducción.- En este epígrafe, debe plantearse el problema objeto de estudio enfatizando la relevancia del mismo, de modo que la agencia u organismo al que se solicita financiación, pueda ponderar la conveniencia de llevarlo a cabo. El proyecto que se expone a modo de ejemplo, está localizado en el entorno en que pretende incidir el proyecto (España). La contextualización del problema será acorde al ámbito en que tendrán incidencia los resultados que se obtengan, y será congruente con los fines del organismo u entidad al que se solicita financiación. Se trata de plantear el problema y justificar razonadamente su relevancia. El problema de la violencia de género se ha convertido en un tema crucial en las sociedades en las que las políticas de igualdad no consiguen eliminar esta expresión máxima de la dominación sexista por parte de los varones, siendo para Naciones Unidas el crimen privado más extendido del mundo. El Fondo de
  • 5. Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) declaró ya en 1995 que la violencia contra las mujeres está total y directamente en contra de todos los objetivos del desarrollo. La violencia de género sigue siendo uno de los problemas pendientes en las sociedades que pretenden avanzar hacia la igualdad de los sexos. Las inversiones en recursos sociales dirigidas a erradicar este problema no producen los efectos deseados y las cifras sobre violencia de género siguen siendo dramáticas en Europa, pudiendo alcanzar hasta un 20% de mujeres en España (Álvarez, 2001). El informe de la Comisión para la Igualdad de Hombres y Mujeres del Consejo de Europa, presentado en Estrasburgo en noviembre de 2002, informó que la primera causa de muerte o invalidez para las mujeres europeas de 16 a 44 años es la violencia de género doméstica, cobrando más víctimas que los accidentes de tráfico o el cáncer. Este informe estima que se denuncian el 80% de los casos y que las agresiones aumentan para niveles de renta más altos, en contra de creencias ampliamente extendidas en la población. El informe constata también que es la primera causa de baja laboral en la mayoría de la población femenina económicamente activa. El fenómeno de la violencia de género es universal, atravesando fronteras, culturas, etnias, creencias religiosas, ideologías políticas, clases sociales... y cualquier categoría de análisis. Se estima que cada 18 segundos una mujer es maltratada en el mundo y al menos una de cada 5 es víctima de malos tratos en su propio hogar, según datos de Naciones Unidas. 2.2. Estado actual de la investigación sobre el tema.- Se trata de sintetizar los planteamientos y hallazgos previos sobre el objeto de estudio, que justifican la investigación que se pretende llevar a cabo. En este punto, el proyecto asienta sus objetivos –e hipótesis si las hubiere- sobre resultados de investigaciones anteriores, dejando constancia de que se ha realizado una revisión documental adecuada de los tópicos que se abordarán. La revisión garantizará que el estudio aporte conocimientos nuevos, que puedan confirmar o rebatir estudios anteriores, o proponer enfoques nuevos del mismo. De este modo, el estudio no será una repetición de algo ya realizado que los/as autores/as desconocen, o algo sin sentido a la luz de los conocimientos disponibles sobre el tema. En síntesis, se trata de plantear el problema a partir de la revisión documental de estudios previos sobre los tópicos implicados en el objeto de estudio. Uno de los múltiples aspectos que presenta el problema de la violencia de género, es la recuperación de las mujeres inmersas en ella. Entre sus efectos, emerge la repetición de un patrón típico de comportamiento que ha sido denominado en la literatura especializada como el ciclo de la violencia (Walker, 1984; 1989; 1991) reformulado por otras autoras desde una perspectiva de sistema abierto (Cantera, 1999; 2000). Este patrón afecta a un porcentaje entre el 57% y el 78% de las mujeres maltratadas según estudios clásicos (Labell, 1979), y al 33% según estudios más recientes realizados en nuestro país (Sarasúa y Zubizarreta, 2000). La víctima opta por mantener la convivencia con el maltratador, en una sucesión alternante de episodios violentos seguidos de episodios de reconciliación, que progresan en una espiral de violencia cada vez mayor. El mantenimiento del maltrato en el tiempo es una situación bastante común y difícil de comprender. Las explicaciones propuestas desde la psicología, no sólo
  • 6. son parciales sino que han tenido un efecto nocivo al haber contribuido a generar ideas erróneas sobre el problema (Bosch & Ferrer, 2002). En lo que coinciden todos los resultados de investigación es que no aparece un perfil psicológico en las mujeres inmersas en este ciclo (Echeburúa y Corral, 1998), y las evidencias que desmienten los falsos estereotipos sobre un perfil psicológico de riesgo en las mujeres maltratadas son contundentes concluyendo que el principal marcador de riesgo de sufrir malos tratos es “ser mujer” (Walker, 1999; García-Moreno, 2000). La revisión de Patricia Villavicencio (1993) de los estudios disponibles hasta ese momento, concluye sin embargo, en un posible factor de riesgo relacionado con actitudes tradiciones hacia el rol de género femenino. Son actitudes que aparecen en el patrón que Milagros Rodríguez (1999) denomina “ruptura evolutiva” para referirse al mantenimiento del vínculo con el agresor tras sufrir la agresión, y que aparece en mujeres que han internalizado el “estereotipo femenino”. Este factor en interacción con otros actuaría como barrera que impide la ruptura de las situaciones de maltrato (Villavicencio, 2001). A partir de estos resultados, desde la teoría de los roles de género (Eagly, 1987; Eagly y Wood, 1991) parece razonable suponer que el ciclo de la violencia de género podría estar asociado a la existencia de un patrón relacional. Si esto fuera así, la ruptura de este patrón podría abordarse desde la reestructuración cognitiva de las “creencias de género” inadecuadas, que sostienen la relación violenta. Esto implicaría identificar el constructo “feminidad” y “masculinidad” en nuestra cultura, y contrastar las áreas diferenciales que pudieran emerger en la población de mujeres inmersas en el ciclo de la violencia de género. Esta hipótesis, presenta algunos puntos de coincidencia con los procesos que intervienen en la construcción de la identidad de género. La masculinidad, como representación de los comportamientos que los sujetos consideran adecuados para la “persona-varón”, no es sólo un “programa de comportamientos adecuados” para los varones, sino también un modo de definir la propia identidad. En el mismo sentido, la feminidad se constituye socialmente no sólo en una representación de comportamientos deseables para mujeres, sino también en un modo de ser persona, y por tanto, un elemento constitutivo de la propia identidad. Si, como muestran las investigaciones sobre identidad de género, la violencia estaría asociada a un modo de entender las relaciones mujer-varón, el conocimiento del modo en que se construye la masculinidad y feminidad, aportaría luz sobre las áreas en las que una reestructuración cognitiva podría modificar esta construcción estereotípica y “disfuncional” de los roles. El problema de la investigación sobre género en España, es que ha tenido que recurrir a instrumentos de evaluación traducidos de otros medios culturales (EEUU principalmente), con las limitaciones que este procedimiento supone para las conclusiones que se extraen a partir de instrumentos traducidos (Martínez-Arias, 1995; Muñiz y Hambleton, 2000). La traducción del Bem Sex- Role Inventory (BSRI) de Sandra Bem (1973) ha sido el instrumento más utilizado en la investigación de género tanto en nuestro país, como en el resto de Europa, por provenir de la teoría bidimensional de género actualmente más aceptada. Basado en las respuestas de autoinforme sobre un listado de descriptores de personalidad, el BSRI permite la clasificación de los sujetos en cuatro tipos: andróginos (alta masculinidad / alta feminidad), masculinos (alta masculinidad / baja feminidad), femeninos (baja masculinidad / alta feminidad) e indiferenciados (baja masculinidad / baja feminidad).
  • 7. La realización de un estudio sobre género, requiere disponer previamente de un instrumento de evaluación del constructo feminidad y masculinidad, válido y fiable para la población española a la que se dirige. Esta necesidad, ha sido constatada en investigaciones recientes que muestran que los constructos masculinidad y feminidad son constructos dinámicos al referirse a representaciones socialmente elaboradas por lo que se modifican en función del contexto sociocultural cambiante. El estudio de Auster y Ohm (2000) en la sociedad norteamericana muestra que el 50% de los descriptores de género del BSRI se han modificado. Harris (1994) encontró resultados aún más drásticos con una metodología diferente, al mostrar que el 90% de los rasgos que definen el género en el BSRI se habían modificado. El estudio reciente en población española confirmó la no adecuación de este instrumento a los factores “masculinidad” y “feminidad” propuestos desde la teoría (Delgado & Martín, 2002). 2.2.1. Identidad y violencia de género.- El ejercicio de la violencia de género podría sustentarse en una esquematización rígida y perversa de los roles de género, culturalmente asimilados. Fuerza, poder y dominio aparecen como valores propios de la identidad masculina en nuestra cultura. Estos “valores” fundamentan estructuras de desigualdad siendo la agresión un medio, patriarcalmente legitimado, para alcanzarlos y defenderlos. Como contrapartida, la identidad femenina ha sido elaborada con los atributos de debilidad, controlabilidad y necesidad de protección. Estos valores son transmitidos como pautas de comportamiento deseable y se insertan en la propia identidad del sujeto, pasando de un control externo de comportamientos, a un control interno que reproduce la ideología de los géneros (Unger y Crawford, 1996). En el ciclo de la violencia de género, formulado inicialmente por Lenore Walker (1984; 1989; 1991), emerge la asimilación de estas creencias sobre los roles de género en el agresor y en la víctima. Es un patrón de comportamientos bien estudiado que se puede sistematizar en las fases siguientes: 1. Negación de la violencia La mujer maltratada no se reconoce como tal o minimiza la situación. Asume el sufrimiento al considerar “natural” la irritabilidad de su compañero, que puede atribuir –en su necesidad de explicación cognitiva para un comportamiento desconcertante- a factores externos como la falta de trabajo, u otros problemas. Puede culpabilizarse a sí misma, por no ser capaz de calmar a su pareja, justificando los comportamientos violentos como expresión natural de la virilidad. Esta fase refleja la asimilación de los constructos “masculinidad” y “feminidad” que reproducen el papel de dominador- dominado. 2. Inercia y aumento de tensión Al principio, la tensión es la característica del hombre maltratador. Se muestra irritable y no reconoce su enfado, por lo que su compañera no logra comunicarse con él. Esto provoca en ella un sentimiento de frustración. Aparecen menosprecios al principio sutiles, ira, indiferencia, sarcasmos, y largos silencios. A la mujer se le repite el mensaje de que su percepción de la realidad es incorrecta, por lo que ella empieza a interiorizar que es ella quien hace algo mal, y comienza a culpabilizarse. Esta tensión va creciendo con explosiones de rabia cada vez más agresivas.
  • 8. 3. Etapa de la violencia explícita Estalla la violencia con diversas formas de agresión: psicológica (amenazas, desprecios, humillaciones), física (golpes, heridas), y sexual. 4. Etapa de la reconciliación El agresor muestra arrepentimiento y promete no volver a ser violento, pudiendo mostrarse cariñoso. La víctima refuerza la negación de la violencia y cree que él puede cambiar. Esta etapa se ha denominado de “luna de miel” cuando las muestras de cariño alcanzan niveles de exceso, intentando “contrarrestar” los episodios de violencia. En algunos casos, es una etapa de tranquilidad simplemente. En la medida en que se repite el círculo de violencia, esta etapa se va haciendo más corta, hasta desaparecer y quedar sólo en una mezcla de la etapa de tensión y de violencia explícita. El modo en que este proceso se articula en la mente de la mujer violentada, ha recibido el nombre de “Síndrome de Estocolmo Doméstico” (Montero, 1999). Se caracterizaría por la suspensión de todo juicio crítico hacia el agresor y hacia sí misma, para adaptarse al trauma provocado por la violencia, con el fin de preservar de este modo la propia identidad psicológica. Esto explicaría el modo en que las mujeres maltratadas desarrollan ese efecto paradójico por el cual defienden a sus compañeros, como si fueran verdaderas víctimas de un entorno violento que les empuja irremediablemente a ser violentos. Suelen identificarse cuatro fases: 1. En la fase desencadenante, los primeros malos tratos rompen el espacio de seguridad que debería ser la pareja, donde la mujer ha depositado su confianza y expectativas. Esto desencadenaría desorientación, pérdida de referentes, llegando incluso a la depresión. 2. En la denominada fase de reorientación, la mujer busca nuevos referentes pero sus redes sociales están ya muy mermadas, se encuentra sola, y generalmente sólo dispone del apoyo de la familia. 3. En la fase de afrontamiento, con su percepción de la realidad ya desvirtuada, se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva. El modo de afrontar esta situación es asumir el modelo mental de su compañero agresor, tratando de manejar la situación traumática. 4. En la última fase, de adaptación, la mujer proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior, y el Síndrome de Estocolmo Doméstico se consolida a través de un proceso de identificación. La característica esencial de esta relación sería el desequilibrio de poder, a partir del cual la persona que ocupa la posición inferior (la mujer) adopta conductas positivas hacia la persona que la intimida y maltrata (el varón), como un medio de sobrevivencia psicológica. 2.2.2. Roles y estereotipos de género.- El término “rol” se ha generalizado en el lenguaje psicosocial. Goffman (1959) lo definió como las regularidades esperadas u observadas en la vida de la sociedad. El concepto de rol sugiere una referencia a la representación de guiones previamente escritos. Al igual que los guiones se representan sobre escenarios, los roles se representan sobre los escenarios sociales, adquiriendo
  • 9. así una dimensión relacional contextualizada. El rol describe las condiciones idóneas para alcanzar el estatus de sujeto, de modo que los roles de género describen las condiciones idóneas para alcanzar el estatus de hombre o mujer. Esta descripción de condiciones que identifican al sujeto se realiza mediante la prescripción de comportamientos adecuados e inadecuados en función del género que se le asigna. La superposición entre diferencias biológicas y diferencias producidas por elaboraciones ideológicas de la cultura, como señala Bonilla (1998), hace que se adscriban al ámbito de los papeles sexuales comportamientos que nada tienen que ver con el morfismo sexual mismo, sino con el sistema de creencias mantenidas sobre los sexos. El sexo en realidad, actuaría como un sistema de categorización social que define posiciones separadas para ambos sexos, y por tanto, está vinculado íntegramente a los papeles asignados y a las suposiciones asociadas sobre los rasgos y comportamientos atribuidos a mujeres y hombres en una sociedad concreta. Estas diferencias no guardan, en realidad, ninguna relación con características reales de los sexos. Tal es el caso de los estereotipos que presentan a los hombres como agresivos y emocionalmente inexpresivos, cuyo deber es asumir el sostén material de la familia, y a las mujeres como cuidadoras y emocionales, debiendo asumir el cuidado del hogar y la crianza (Martínez-Benlloch, 1996). La investigación psicológica ha intentado delimitar, desde diversas teorías, los mecanismos por los cuales las personas se adecuan a los papeles prescritos y aprenden comportamientos y patrones de actividades apropiadas e inapropiadas para su sexo, aceptando o rechazando las funciones, distintas y desiguales, que en una sociedad androcéntrica, como señala Harding (1996), se asignan según el sexo. La socialización sexual parece ser el proceso responsable de esta diferenciación genérica (Bem, 1993; Pastor y Martínez-Benlloch, 1991). Igualmente interesantes resultan las teorías de enfoque psicosocial, que sin negar el efecto de la interiorización de mecanismos psicológicos establecidos dentro de la persona mediante el proceso de socialización, ponen el acento en la influencia que tiene sobre el comportamiento diferenciado de hombres y mujeres, los factores sociales como el rango o posición, la función o papel social, y las creencias o expectativas de género. El sistema social, y no tanto la persona, ocupa el lugar central en este enfoque. Se presentan las diferencias como producto de procesos que tienen lugar en la interacción social, por lo que el contexto pasa a ser un elemento crucial en la comprensión de los diferentes comportamientos de género (Archer, 1996). Con esta nueva perspectiva se desplaza el foco de la investigación sobre roles de género. Se pasa del análisis de las diferencias entre los sexos, al estudio del modo en que éstos son percibidos: el modo en que las personas construyen la realidad social (Barberá y Lafuente, 1996; Unger, 1997; Barberá, 1998). Las investigaciones realizadas bajo esta perspectiva van mostrando cómo las diferencias pueden ser construidas y mantenidas por interacciones sociales. Se pone de relieve cómo las creencias sobre las habilidades y actividades diferenciales de los sexos pueden influir sobre el comportamiento de las mujeres y hombres, confirmando así las creencias genéricas que las personas tienen sobre sí mismas. Según Geis (1993), los papeles sociales, la posición y el poder, son probablemente los factores situacionales más fuertes de las creencias y conductas de género. Como sugiere Bonilla (1998: 155), desde las teorías socioestructurales es posible asumir que “muchas de las diferencias relacionadas con el sexo que son comúnmente atribuidas a la personalidad, en realidad pueden ser construidas a partir de las exigencias derivadas de los papeles que desempeñan”.
  • 10. Los roles de género aparecen estrechamente ligados al concepto “estereotipo de género”. Con independencia de las particularidades de cada uno de los modelos explicativos sobre los estereotipos, todos coinciden en considerarlo como un proceso de construcción psíquica, que engloba muchos y muy diversos atributos, que tiene un carácter funcional, y con posibilidad de cambio. Sobre su origen y funcionamiento, la investigación psicológica dispone de un cuerpo de conocimientos desigual: se conoce más sobre el funcionamiento que sobre el modo en que se originan. Existe otro elemento íntimamente unido al estereotipo: su carácter evaluativo. Aunque en principio, el concepto estereotipo supone valoración neutra, en realidad está muy cerca del concepto prejuicio cuando se aplica a grupos con menor poder social. Tal es el caso de los estereotipos de género, en que el femenino es aplicado a un grupo con menor poder social. No es entonces exagerado hablar de prejuicio de género, más que de estereotipo. La investigación muestra que los estereotipos más connotados como prejuicio, han sido los relativos al género y a los grupos étnicos (Lips, 1993; Unger y Crawford, 1996). Psicólogas como Rachel Hare-Mustin y Jeanne Marecek (1994), desde la perspectiva constructivista, han apelado a presupuestos teóricos y epistemológicos del construccionismo social, para cuestionar la visión neutra de los estereotipos de género, propugnada por el cognitivismo. El constructivismo pone en tela de juicio el paradigma positivista, que se autoatribuye una función notarial frente a la realidad: la realidad existe por sí misma, y el/la científico/a la descubre. El construccionismo considera que la realidad no existe, sino que se construye; por tanto, el/la científico/a no descubre la realidad, sino que la crea. El mantenimiento de las construcciones sociales no obedece a criterios de validación empírica, sino a razones de utilidad histórica, poniéndose en entredicho la clásica delimitación entre hechos y valores. 2.2.3.- Instrumentos de evaluación de los roles de género.- Si bien existe una variedad de instrumentos tales como el Cuestionario de Atributos Personales (PAQ) de Spence, Prf-Andro de Berzins, Escala ACL de Heilbrun, Inventario de Características de Personalidad (CPI) de Baucom, Escala de Conducta de Roles Sexuales (SRBS) de Orlofsky (Cfr. Paterna y Martínez, 2001), es el Inventario de Roles Sexuales de Sandra Bem (BSRI) el de mayor difusión en la literatura sobre género. Este Inventario de Roles Sexuales (BSRI) fue diseñado por Sandra Bem en 1972, partiendo de una lista de aproximadamente 400 rasgos de personalidad, que fueron presentados a una muestra de 100 estudiantes de psicología de la Universidad de Stanford. Los sujetos de la muestra recibieron la instrucción de indicarar el grado en que la sociedad norteamericana consideraba deseables para un hombre y para una mujer poseer cada uno de los rasgos presentados. Se les indicó que no se trataba de dar su opinión, o lo justo o injusto que les pareciera el pensamiento de su sociedad, sino de reflejar el pensamiento de su entorno social (Bem, 1981: 17). La muestra, de 50 hombres y 50 mujeres evaluó la deseabilidad que la sociedad norteamericana atribuía a estos rasgos, para hombres y para mujeres. A partir de los resultados de la muestra, Bem elaboró los constructos de género. Consideró pertenecientes al constructo masculinidad aquellos rasgos que tanto hombres como mujeres, consideraron significativamente más deseables para los hombres que para las mujeres (p ≤ 0,05). El constructo feminidad, incluyó los rasgos que –por el contrario- tanto hombres como
  • 11. mujeres consideraron significativamente más deseables para mujeres que para hombres. Entre los rasgos que cumplían estas características, fueron seleccionados 20 de masculinidad y 20 de feminidad para el BSRI, a los que se añadieron 20 rasgos “neutrales”, igualmente deseables para hombres y para mujeres (Bem, 1973: 157) con una función de control en el cuestionario. Desde su creación, el BSRI fue usado por investigadores/as en numerosos estudios. Algunos/as han estudiado el modo en que las autoevaluaciones de identidad de género varían en unos y otros contextos; así por ejemplo, se investigó el modo en que se modificaban en relación con el liderazgo en grupos unisexuales y mixtos (Gurman y Long, 1992) o en el desempeño de roles de diverso tipo (Smith, Noll y Bryant, 1999). Los hallazgos de estos estudios, indican que la autodescripción de la identidad de género mediante el BSRI, es dinámica y se modifica en función de los contextos en que el sujeto se autoevalúa. Otros estudios se han dirigido a contrastar la validez y estructura latente en el BSRI, usando diferentes técnicas: análisis factorial exploratorio (Ballard-Reisch & Elton, 1992), análisis factorial confirmatorio (Campbell, Gillaspy y Thompson, 1997), modelos de ecuaciones estructurales (Blanchard-Fields, Suhrer-Roussel y Hertzog, 1994), y técnica multirasgo-multimétodo (Wong, McCreary y Duffy, 1990). Los resultados, sin embargo, son inconsistentes. En orden a estudiar la estructura latente del BSRI algunas investigaciones se orientaron al estudio de la relación entre BSRI y otros rasgos de personalidad medidos con escalas como el Cuestionario de Atributos Personales (PAQ) o la Escala de Personalidad de Comrey (CPS), usando Análisis Factorial (Wakefield, Sasek, Friedman & Bowden, 1976; Wilson & Cook, 1984). Ballard-Reisch y Elton (1992) estudiaron la validez del BSRI con un método diferente al de Bem. Determinaron la masculinidad, feminidad o neutralidad de los rasgos, pero también el carácter positivo, negativo o neutral del rasgo. Consideraron que el rasgo era masculino si al menos el 75% de la muestra lo consideraba masculino. Lo mismo para considerarlo femenino o neutral. Con este criterio, sólo confirmaron 1 rasgo de masculinidad y 1 rasgo de feminidad del BSRI. Otros estudios que parten del BSRI, piden a los sujetos que evalúen la deseabilidad de los rasgos de Bem para mujeres (feminidad), hombres (masculinidad) y neutrales; estos estudios, como el de Harris (1994), con muestras de hasta 3000 sujetos, confirman 19 rasgos de los 20 pertenecientes a las escalas originales de Bem. Sin embargo, en este caso, el amplio tamaño de la muestra puede explicar que pequeñas diferencias resulten significativas al sobre-aumentar la potencia estadística de la prueba. Por esta razón, algunos autores proponen valorar la significación práctica a partir del tamaño del efecto (Auster & Ohm, 2000). Holt y Ellis (1998) reevaluaron la validez del BSRI usando las instrucciones del estudio original de Bem. Los sujetos fueron asignados aleatoriamente a la condición “deseabilidad para varones” o “deseabilidad para mujeres”, y se les presentaban los 20 rasgos de masculinidad y los 20 rasgos de feminidad del BSRI. En este estudio, los 20 rasgos de masculinidad fueron revalidados al recibir puntuaciones significativamente mayores de deseabilidad para varones. De los 20 rasgos de feminidad, 18 también fueron revalidados al recibir puntuaciones significativamente mayores de deseabilidad para mujeres. Sólo 2 rasgos de feminidad no fueron revalidados: “leal” y “amante de los niños”. Por otro lado, Holt & Ellis compararon sus resultados con los obtenidos originalmente por Bem en 1974. Comprobaron que las diferencias de medias obtenidas por Bem, eran mayores que las obtenidas en su estudio muestreado en 1997, lo que les hizo concluir que los estereotipos de género sobre rasgos de
  • 12. personalidad habían descendido en los 25 años transcurridos desde los estudios originales de Bem. El metaanálisis realizado por Twenge (1997) con 64 estudios que utilizaron el BSRI, mostró que las autoevaluaciones en masculinidad de las mujeres habían aumentado, decreciendo las diferencias entre hombres y mujeres en masculinidad. Este cambio, podría deberse al cambio de roles sociales y a la mayor deseabilidad de los rasgos masculinos, tanto para mujeres como para hombres. La reevaluación de los constructos masculinidad y feminidad, fue realizada recientemente en Estados Unidos por Auster y Ohm (2000) en una réplica del estudio original de Bem. Su objetivo fue reevaluar en la sociedad norteamericana la validez del BSRI 25 años después. Los resultados mostraron cambios significativos en los constructos de género. En la tabla siguiente se presentan estas modificaciones, obtenidas en las muestras de varones y de mujeres. Los mayores cambios, como se puede observar, corresponden a las atribuciones que hacen los varones acerca de la masculinidad: han modificado el 60% de las atribuciones. Por el contrario, las mujeres mantienen el 100% acerca de las atribuciones sobre la feminidad. Tabla 1: Modificaciones en las atribuciones de rasgos de género Masculinidad (20 rasgos) Feminidad (20 rasgos) Varones Confirman 8 rasgos: 1.“actúa como líder” 2.“agresivo” 3.“ambicioso” 4.“dominante” 5.“vigoroso” 6.“habilidad de liderazgo” 7.“independiente” 8.“masculino” Confirman 18 rasgos Todos excepto: 1. “amante de los niños” 2. “complaciente” Mujeres Confirman 18 rasgos Todos excepto: 1.“analítico” 2.“toma decisiones fácilmente” Confirman los 20 rasgos
  • 13. Con respecto a los cambios producidos en la deseabilidad de los rasgos en los últimos 25 años, Auster y Ohm (2000) obtuvieron los siguientes resultados al comparar sus datos con los obtenidos por Bem (1973): Tabla 2: Modificaciones en la representación del varón Representación del varón: comparación 1973-2000 Muestra de varones (Auto-representación) Muestra de mujeres (Hetero-representación) Aumenta la deseabilidad en 12 de los 20 rasgos masculinos Disminuye la deseabilidad en 8 de los 20 rasgos masculinos Aumenta la deseabilidad en 6 de los 20 rasgos femeninos Disminuye la deseabilidad en 14 de los 20 rasgos femeninos Aumenta la deseabilidad en 9 de los 20 rasgos masculinos Disminuye la deseabilidad en 10 de los 20 rasgos masculinos Aumenta la deseabilidad en 5 de los 20 rasgos femeninos Disminuye la deseabilidad en 14 de los 20 rasgos femeninos La representación del varón, se ha modificado de forma similar en el imaginario de mujeres y varones. En síntesis, disminuye la deseabilidad de un mayor número de rasgos femeninos en él, mientras que los rasgos masculinos se polarizan aumentando la deseabilidad en unos y disminuyendo en otros. Con respecto a la representación de la mujer, como se muestra en la tabla siguiente, se observa contundente coincidencia entre varones y mujeres en considerar más deseable su “masculinización”: aumenta la deseabilidad de prácticamente todos los rasgos masculinos en ellas.
  • 14. Tabla 3: Modificaciones en la representación de la mujer Representación de la mujer: comparación 1973-2000 Muestra de mujeres (Auto-representación) Muestra de varones (Hetero-representación) Aumenta la deseabilidad en 19 de los 20 rasgos masculinos Disminuye la deseabilidad en 0 de los 20 rasgos masculinos Aumenta la deseabilidad en 9 de los 20 rasgos femeninos Disminuye la deseabilidad en 11 de los 20 rasgos femeninos Aumenta la deseabilidad en 20 de los 20 rasgos masculinos Disminuye la deseabilidad en 0 de los 20 rasgos masculinos Aumenta la deseabilidad en 3 de los 20 rasgos femeninos Disminuye la deseabilidad en 17 de los 20 rasgos femeninos De estos resultados se concluye un cambio significativo en los constructos masculinidad y feminidad. Esta constatación sugiere la necesidad de revisar el instrumento en la población en que fue diseñado y, con mayor fundamento, en medios en los que se ha adaptado, como el nuestro. 1.2.4. La aproximación léxica al estudio de la identidad personal: estudios taxonómicos.- La construcción de la identidad personal se concibe como un proceso dinámico en el que participan tres elementos:  Actor: persona que emite una conducta  Observador: persona que observa e interpreta esa conducta  Auto-observador: actor interpretando las reacciones que ha provocado su conducta A su vez, estas interpretaciones de la conducta requieren de un "contexto" en el que se desarrolla la acción observada, que se conceptualiza integrando atributos conductuales, motivacionales y situacionales (Hampson 1982). Es lo que podríamos llamar una “acción situada” (Bruner, 1990) en la que la interpretación de una acción o "valor semiótico" de ésta, viene determinado por el "escenario cultural" en el que ésta se produce y los "estados intencionales" de los participantes en ella, tanto los agentes de la acción como los observadores de ésta. La violencia de género puede entenderse, desde esta perspectiva, no tanto como un hecho asociado a variables de personalidad internas de los individuos inmersos en ella, sino como un proceso en el que la propia interacción va creando, en base a interpretaciones de conducta e intenciones y a los esquemas cognitivos que sustentan estas interpretaciones, los patrones comunicativos que generan y sustentan los “roles de la violencia de género”. En este supuesto proceso comunicativo el lenguaje aparece con una importancia central, actuando como mediador de las interacciones que se producen entre las personas, y de las personas consigo mismas. A través del lenguaje la conducta interpersonal adquiere importancia simbólica. Los observadores y auto-observadores añaden sentido y significado social a la conducta observada del actor utilizando el lenguaje descriptivo de personalidad (adjetivos, nombres etc.) para etiquetar, clasificar o codificar los comportamientos e intenciones. El lenguaje adquiere así características de organizador, descriptor y creador de realidades individuales e interpersonales.
  • 15. En este sentido, el estudio del Lenguaje de la Personalidad supondría una fuente de acceso al conocimiento, tanto de las diferencias individuales o principales atributos de la identidad personal, como de los aspectos relacionales que las personas mostramos en nuestras interacciones y, fundamentalmente, de los procesos mediante los cuales los humanos estructuramos y categorizamos nuestra experiencia interpersonal, incluidos los roles sexuales (Iraegui, 1994). Una de las vertientes de investigación más productivas derivadas de este modelo son los estudios orientados hacia la construcción de Taxonomías de Personalidad. Desarrollamos brevemente a continuación esta línea de investigación detallando sus implicaciones en este Proyecto. Desde que el lingüista Edward Sapir, en 1921, advirtiera de que los hablantes de diversas lenguas tienden a prestar atención a aspectos distintos de la realidad, incluso a la hora de combinar las palabras para formar frases, las hipótesis del determinismo lingüístico fueron extendiéndose hasta llegar a la afirmación general de que nuestras pautas habituales de pensamiento están determinadas por las palabras, o criterios que dicta nuestra lengua materna. Interpretaciones más moderadas sobre la influencia de las diferencias lingüísticas en nuestros procesos cognitivos, se orientarían hacia admitir que “cada sociedad o comunidad lingüística, decide por sí misma a qué cosas merece la pena poner nombre” (Miller, 1985: 23), “pero que hay que suponer un núcleo central de conceptos léxicos tan fundamentales para la vida humana que todos los lenguajes tienen que poseer palabras para designarlos” (Miller, 1985:38). Dicho de otro modo, pese a las diferencias culturales existirían “Universales Léxicos” comunes en todas las culturas, cuyo estudio podría revelar tendencias típicamente humanas de “construir la realidad”. Paralelamente al interés por el lenguaje en otras áreas de conocimiento, en la psicología de la personalidad va conformándose la llamada “aproximación léxica”, que tiene como característica fundamental la utilización de los lenguajes naturales como “base de datos" para acceder al conocimiento de la personalidad humana. El argumento citado anteriormente, de que las sociedades deciden por sí mismas qué cosas merecen ser nombradas y que por tanto el lenguaje recogerá esas prioridades, se refleja en el ámbito de la personalidad humana, en palabras de John, Angleitner y Ostendorf, (1988: 174): “aquellas diferencias individuales que son más sobresalientes y socialmente relevantes en la vida de la gente, estarán recogidas en su propio lenguaje; cuanto más importantes sean las diferencias, más probable es que estén expresadas con una sola palabra". El modelo, por tanto, asume que los lenguajes naturales son una fuente válida de acceso al conjunto de las variables individuales que configuran la personalidad en cada cultura y propone un método de identificación y estructuración de estas diferencias, atributos de personalidad y formas de interactuar: el desarrollo de taxonomías, que convierte a la aproximación léxica en un importante modelo de investigación transcultural. El desarrollo de estas taxonomías de personalidad sustentadas en la aproximación léxica se encuentra actualmente en un periodo de expansión, contándose ya con datos de los siguientes idiomas y culturas: Anglo-americano (Golberg, 1990), Alemán (Ostendorf, 1990), Ruso (Shmelyov y Pokhil´ko, 1993), Checo (Hrebícková y Ostendorf, 1994), Húngaro (Szirmak y De Raad, 1994); Holandés (Hofstee, Kiers, De Raad, Goldberg, y Ostendorf, 1997), Italiano (Di Blas y Forzi, 1998), Filipino (Church,. Katigbak y Reyes, 1998),
  • 16. Coreano (Hahn, Lee y Ashton, 1999), Francés (Boies, Lee, Ashton ,Pascal y Nicol , 2001) y Estonio (Aavik y Allik, 2002). La taxonomía Española (Iraegui, 1995; 1998; 1999; Iraegui y Quevedo, 2002; Quevedo, Iraegui, Anivarro y Ross, 1996) que proponemos como fuente de datos inicial de este proyecto, aporta en este momento los resultados de un estudio exhaustivo sobre el lexicón de la personalidad en Español, que en los estudios anteriormente citados se ha ido depurando hasta delimitar una base de datos manejable (640 términos-rasgo), que recogerían las variables más importantes en las que los seres humanos diferimos unos de otros. A su vez, mediante técnicas psicométricas estas variables han sido agrupadas en grandes dimensiones o factores de personalidad que han posibilitado su comparación con los resultados obtenidos en estudios taxonómicos realizados en otros idiomas y que configuran la línea de investigación conocida como “Los Cinco Grandes” que recogerían esos “Universales Léxicos” en el ámbito de la personalidad. Por otra parte el estudio realizado sobre la deseabilidad de estos términos-rasgo para hombres y mujeres (Iraegui y Delgado, 2002) supone un buen indicador de las posibles variables a incluir en la Escala que se propone crear. Por tanto, la utilidad de partir de la línea de investigación anteriormente descrita, para este proyecto, reside en tres motivos fundamentales: a. Permite utilizar el material de investigaciones previas para seleccionar las variables de personalidad en las que difieren los constructos de género y construir una escala apropiada desde nuestro idioma para nuestra cultura. b. Al ser estas variables derivadas de métodos taxonómicos transculturales los resultados serán más fácilmente comparables con investigaciones semejantes realizadas en otros idiomas y culturas. c. Los estudios taxonómicos, en los cuales las/os autoras/es no seleccionan las variables sino que éstas emergen de los criterios taxonómicos, favorecen una posición de acercamiento más rico a la realidad de la violencia de género. 2.3. Relevancia científica del proyecto.- En este punto, se enfatiza la relevancia y coherencia del proyecto dentro de un programa. La relevancia científica puede enfatizarse aludiendo a las aportaciones del proyecto al estado de la cuestión revisado en el apartado anterior. El proyecto Patrones de masculinidad y feminidad asociados al ciclo de la violencia de género responde a una necesidad detectada en la confluencia de dos líneas de investigación: la investigación sobre el léxico de la personalidad y la investigación sobre los procesos de construcción y deconstrucción de género. Desde ambas líneas, se propone diseñar un instrumento que permita evaluar los descriptores de personalidad asociados a la identidad de género en español, con el fin de utilizarlo para identificar patrones de masculinidad y feminidad. El conocimiento del modo en que las personas construyen la representación de sí mismas como varones o mujeres, permitirá abordar la deconstrucción de formas inadecuadas de identidad, en los que podrían asentarse patrones relaciones descritos en el ciclo de la violencia. El ciclo de la violencia muestra una permanencia en relaciones violentas durante períodos de tiempo prolongados. Identificar factores implicados en el
  • 17. mantenimiento de esta relación violenta, constituyen un reto para profesionales que encuentran, más allá de los factores económicos y sociales, una barrera infranqueable para intervenir con éxito en la salida de la situación por parte de las mujeres. Profesionales de la psicología manifiestan encontrar en un porcentaje significativo de casos, procesos de dependencia emocional difíciles de modificar por cuanto afectan posiblemente a la construcción del “sí mismo” del sujeto. La hipótesis que se plantea en esta investigación es que estos factores de resistencia podrían estar asociados a la identidad de género, firmemente adquirida en los procesos de socialización. La “legitimación” de comportamientos que pueden considerarse “factores de riesgo” de violencia de género, se produciría en sujetos muy esquematizados que polarizan dicotómicamente los comportamientos adecuados para varones y mujeres. Si se confirmara esta hipótesis, se podría plantear un abordaje psicoeducativo adecuado, dirigido a reestructurar cognitivamente la identidad de género de los sujetos. La relevancia científica –y social- de esta investigación sobre patrones de masculinidad y feminidad, que pueden estar relacionados con comportamientos de violencia de género, y con su resistencia al cambio, viene dada no sólo por la consistencia de una línea de investigación ya consolidada, sino por la importancia social que pueden tener las propuestas de intervención y prevención en este ámbito. 2.4. Actividad del grupo solicitante.- Se trata de conectar el proyecto con la trayectoria investigadora previa del equipo que realizará la investigación, presentando las principales investigaciones relacionadas con el tema, y los resultados de las mismas.. Este proyecto se inscribe en un programa de investigación sobre Procesos de construcción y deconstrucción de género. Con las investigaciones realizadas hasta el momento, se ha mostrado desde diferentes perspectivas el impacto de la representación social del constructo feminidad y masculinidad sobre diversos procesos psicosociales. Se señalan algunos de los principales resultados de las investigaciones relacionadas con el tema de estudio: 1995  Análisis de sesgo de género en la escala de Neuroticismo del Eysenck Personality Inventory Tesis doctoral. Instrumentos de evaluación clásicos en la psicología, contienen sesgo de género que producen resultados que sustentan estereotipos de género, desfavorables para las mujeres como su inestabilidad emocional. Se cuestiona el androcentrismo en la Psicología. 1998  Habilidades directivas: estudio de sesgo de género en instrumentos de selección de personal Los instrumentos de evaluación contienen sesgo de género que desfavorecen a las mujeres en la exhibición de habilidades directivas. 1999  Análisis de calidad psicométrica del Inventario de Roles Sexuales de Bem La necesidad de utilizar instrumentos adecuados lleva a revisar nuestro propio instrumento de evaluación sobre género: análisis psicométrico
  • 18. del BSRI y adaptación. Emergen factores diferentes que no confirman la masculinidad y feminidad postulada por la teoría. 2001 Diseño de una escala de estereotipos de género A partir de los resultados del análisis del BSRI se diseñó una escala de atribuciones de género sobre roles sociales para la investigación siguiente. 2002 Diferencias intergeneracionales de la población de Castilla y León en atribuciones de género Con el instrumento anterior se estudió el efecto de los cambios sociales sobre los estereotipos de género en Castilla y León. Se compararon tres generaciones, encontrando en las tres los mismos estereotipos: roles doméstico, familiar y social, se asocian con feminidad en las tres generaciones; roles político, laboral y económico, se asocian con masculinidad en las tres generaciones. El aspecto que permanece más rígido es el rol familiar en el que se encuentra mayor asociación con feminidad. Se confirman resultados de otras investigaciones: el efecto del compromiso de rol familiar afecta negativamente a las mujeres en el desarrollo de su carrera profesional. Aparece como un factor muy relevante para el fenómeno “techo de cristal”. 2002 Mujer y Trabajo: igualdad de oportunidades en función del género, en el acceso y ejercicio de la función docente universitaria Se aporta un análisis de la institución universitaria y, más concretamente, de su personal docente, desde la perspectiva de género, circunscribiendo el ámbito de estudio al profesorado universitario de la Comunidad de Castilla y León. De modo más específico, se estudia la posible relación entre género y acceso a puestos docentes universitarios, interesándose de forma especial por conocer cómo es percibida dicha relación por parte del profesorado de las Universidades de Castilla y León. Para ello, y en los aspectos metodológicos, el equipo investigador elaboró como instrumento de recogida de información un cuestionario, con dos partes claramente diferenciadas: la primera pretendía recoger información sobre las características personales y profesionales del profesorado; y la segunda, sobre sus características familiares y opiniones acerca de la relación entre género y actividad profesional. Con la intención de complementar la información recogida a través del cuestionario, se empleó también el grupo de discusión, como técnica que permitiese profundizar en algunas de las cuestiones objeto de estudio. Los resultados de la investigación permitieron contrastar las hipótesis planteadas inicialmente en el trabajo, y matizar el sentido de unos presupuestos de partida. En esta línea, y como consecuencia del análisis de los datos obtenidos, se pudo constatar una menor discriminación en función del género de lo que en principio parecía previsible, de acuerdo con lo expuesto en otros estudios sobre la temática. No obstante, se constató también que la mujer no ha conseguido todavía una plena igualdad de oportunidades para acceder a los máximos cargos académicos, de gestión y responsabilidad en el ámbito universitario, aunque legalmente se reconozca la igualdad del colectivo masculino y femenino para ocuparlos. La mayoría de docentes
  • 19. que participó en el estudio considera que es el entorno social y el rol asumido por la mujer, relacionado con las responsabilidades familiares y las tareas domésticas, lo que lleva a ésta a la desigualdad de condiciones cuando tiene que competir con sus colegas universitarios. 2002Análisis exploratorio del discurso de género Mediante metodología cualitativa con grupos de discusión, se detectaron discursos diferenciados en varones y mujeres sobre los roles de género. Para las mujeres, la compatibilidad familia-carrera profesional ocupa el mayor porcentaje de discurso, y el mayor problema en su planteamiento de vida. En los varones, no emerge este tópico como preocupación. A partir de los resultados, se planteó una tesis doctoral sobre comunicación persuasiva para modificar la percepción del compromiso de rol parental. 3.- BENEFICIOS DEL PROYECTO.- En este epígrafe se concreta la utilidad y relevancia del Proyecto de Investigación (patrones de masculinidad y feminidad asociados al ciclo de la violencia de género) para los sectores sociales a los que se dirige, proponiendo actuaciones para la transferencia y difusión de conocimientos y resultados. 3.1. Beneficios para la investigación psicosocial sobre género.- Dado que el constructo “género” es cambiante, por cuanto responde a la elaboración que hace una sociedad de lo que se considera deseable para varones y mujeres, la creación de un instrumento diseñado y validado en nuestro país, permitirá disponer de un instrumento de evaluación adecuado para las investigaciones de género. Se respondería así a una necesidad que está siendo ya abordada en otros países de Europa. Cobertura: • Nacional: para la investigación sobre género en nuestro entorno, mediante la difusión en foros científicos y revistas especializadas • Internacional: aportando resultados de nuestro país a los obtenidos en otros países mediante la difusión en foros y revistas internacionales y programas interuniversitarios 3.2. Beneficios para la intervención sobre violencia de género.- Identificar patrones de relación asociados a la identidad de género, en mujeres inmersas en el “ciclo de la violencia de género”, permitirá identificar posibles áreas de intervención mediante reestructuración cognitiva en las víctimas de la violencia. Cobertura:  Sectorial: Asociaciones e Instituciones de Asistencia a Víctimas de Violencia Doméstica. La Asociación ADAVAS-Salamanca ha mostrado interés en los resultados de este estudio para su aplicación en el trabajo terapéutico (166 mujeres según memoria
  • 20. del 2002). Esta acción es extensible a otras asociaciones federadas. Identificar las construcciones de género asociadas a personas al ciclo de la violencia de género, permitirá actuar a nivel preventivo en el ámbito educativo. Cobertura: • Sectorial: Asociaciones de Asistencia a Víctimas de Violencia de Género en Castilla y León han mostrado interés por los resultados para su aplicación a los programas de prevención con adolescentes (se adjunta documento). • Nacional: la difusión en revistas especializadas y foros educativos permitirá diseñar programas de prevención aplicables al ámbito educativo en nuestro país. Identificar las construcciones de género asociadas al ciclo de la violencia de género, permitirá diseñar actuaciones focalizadas en las áreas de resistencia identificadas: Cobertura: • Sectorial: asociaciones de mujeres y grupos de autoayuda en asociaciones de asistencia a víctimas de violencia de género • Sectorial: profesionales que intervienen en violencia de género, diseñando actuaciones sobre las áreas de reestructuración que se propongan • Sectorial: profesionales de medios de comunicación, para elaboración de campañas preventivas e informativas en los medios • Local: programas de actuación en asociaciones de Salamanca (se adjunta documento) 4.- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.- Aavik, T. & Allik, J. (2002): The structure of Estonian personal values: a lexical approach. European Journal of Personality, 16, 221-235. Abdellah FG, Levine E. (1994): Preparing Nurce Research for the 21st Century. Evolution. Methodologies. Challenges. New York: Springer. Alvarez, A. (2001): La violencia contra nosotras. Papeles de Cuestiones Internacionales, 73, 97-104 Archer, J. (1996): Sex differences in social behavior: Are the social role and evolutionary explanations compatible?. American Psychologist, 51, 909-917. Auster, C. J. & Ohm, S. C. (2000): Masculinity and femininity in contemporary American society; A reevaluation using the Bem Sex-Role Inventory. Sex Roles. Vol 43, Nº 7/8 499-528
  • 21. Ballard-Reisch, B. & Elton, M. (1992): Gender orientation and the Bem Sex Role Inventory: A Psychological construct revisited. Sex Roles, 27, 291-306. Barberá, E. (1998): Estereotipos de género: Construcción de las imágenes de las mujeres y los varones. En J. Fernández (Coord.): Género y Sociedad. Madrid: Pirámide. Barberá, E. & Lafuente, M. J. (1996) Procesos de sexuación e implicaciones de género en la etapa adulta. En J. Fernández (Coord.): Varones y mujeres. Desarrollo de la doble realidad del sexo y del género. Madrid: Pirámide. Blanchard- Fields, F.; Suhrer- Rouse, L. & Hertzog, C. (1994): A confirmatory factor analysis of the Bem Sex Roles Inventory: Old questions, new answers. Sex Roles, 30. 423-457 Bem, S. L. (1973): The measurement of psychological androgyny. Journal of Consulting and Clinical Psychology. Vol 42, 155-162. Bem, S. L. (1981): Gender schema theory: A cognitive account of sex typing. Psychologycal Review. 88, 354-364. Bem, S. L. (1993): The lenses of gender: Transforming the debate on sexual inequality. New Haven, CT: Yale University Press. Bericat, E. (1998): La integración de los métodos cuantitativo y cualitativo en la investigación social. Barcelona: Ariel Sociología. Boies, K., Lee, K., Ashton, M.C., Pascal, S. & Nicol, A. (2001): The structure of the French personality lexicon. European Journal of Personality. 15, 277-295. Bonilla, A. (1998) Los roles de género. En J. Fernández (Coord.): Género y sociedad. Madrid: Pirámide Bosch, E & Ferrer, A. (2002): La voz de las invisibles. Madrid: Ediciones Cátedra. Bruner, J. (1990): Actos de Significado. Más allá de la revolución Cognitiva. Madrid: Alianza. Bunendía, L., Colás, P. Y Hernández Pina, F. (1997): Métodos de investigación en psicopedagogía. Madrid: MacGrawHill. Campbell, T.; Gillaspy, J. & Thompson, B. (1997): The factor structure of the Bem Sex-Role Inventory (BSRI): Confirmatory analysis of long and short forms. Educational and Psychological Measurement. 57, 118-124. Campbell, D.T. y Stanley, J.C. (1973): Diseños experimentales y cuasiexperimentales en la investigación social (M. Kitaigogorodzki, trad.). Buenos Aires: Amorrortu. (Obra original publicada en 1966). Cantera, L.M. (1999): Te pego porque te quiero. La violencia en la pareja. Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona. Cantera, L.M. (2000): El ciclo de la violencia doméstica. Una revisión del modelo desde la psicología comunitaria, en J. Fernández, J. Herrero y A. Bravo (Eds): Intervención Social y Comunitaria. La promoción de la salud y la calidad de vida. Madrid: Biblioteca Nueva, p. 37-42
  • 22. Cea D'Ancona, M.A. (1996). Metodología cuantitativa. Estrategias y técnicas de investigación social. Madrid: Síntesis Sociología. Colás, P. (1994): La Metodología Cualitativa en España. Aportaciones científicas a la educación. Revista Bordón, 46 (4), 407- 423. Conde, F. (1996): Las Mujeres y el movimiento de ayuda mutua. En Boletín de Ayuda Mutua y Salud, nº 3. Madrid. Consejeria de Sanidad y Servicios Sociales. Church, T.; Katigbak, M.S. & Reyes, J.A. (1998): Further exploration of Filipino personality structure using the lexical approach: do the big-five or big-seven dimensions emerge?. European Journal of Personality. 12, 249-269. Delgado, C. (1994): El sesgo sexual en la medición psicológica. Un estudio de la escala de Neuroticismo de Eysenk con la metodología TID en población universitaria salvadoreña. Revista de Psicología de El Salvador. 51, 5-26 Delgado, C. (1995a): Análisis del sesgo de género en la Escala de Neuroticismo del Eysenck Personality Inventory. Tesis doctoral no publicada. Delgado, C. (1995b): Sesgo de género en la medición del neuroticismo. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, 69, 51-66 Delgado, C. (1998): El problema del sesgo en los tests. Revisión histórica y cuestiones críticas. Revistas de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica. 80, 21-44 Delgado, C. & Martín, M.F. (2000): Gender effects on management skills. International Journal of Psychology, 35, 72, 11619.02 Delgado, C. & Martín, M.F. (2000): Gender effects on tests applied to personnel selection. International Journal of Psychology, 35, 72, 11619.03 Delgado, C. & Martín, M.F. (2002): Estudio de calidad psicométrica del BSRI. Temas de Psicología, 8, 99-125 Delgado, C. & Martín, Mª F. (2003a): Diferencias generacionales en atribuciones de rol doméstico y familiar. Encuentros en la Psicología Social, 1 (3), p. 249- 254. Delgado, C. & Martín, Mª F. (2003b): Género y atribuciones de rol político y laboral. Encuentros en la Psicología Social, 1 (4), p. 238-242. Delgado, C. & Martín, Mª F. (2003c): Gender stereotypes associated with social roles. Actas del 8th European Congress of Psychology, 312. Viena. Delgado, C. & Martín, Mª F. (2003d): Sex of the role subject and stereotyping. Actas del 8th European Congress of Psychology, 332. Viena. Di Blas, L. & Forzi, M. (1998): An alternative taxonomic study of personality- descriptive adjectives in the Italian language. European Journal of Personality, 12, 75-101. Durkheim E. (1978): Las reglas del método sociológico. Buenos Aires. La Pléyade
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  • 24. Hofstee, W.K.B.; Kiers, H.A.L.; De Raad, B.; Goldberg, L.R. & Ostendorf, F. (1997): A comparison of Big-Five structures of personality traits in Dutch, English, and German. European Journal of Personality. 11, 15-31. Holt, C., & Ellis, J. (1998) Assessing the current validity of the Bem Sex-Role Inventory. Sex Roles. 39, 929-941. Hrebícková, M. & Ostendorf, F. (1994): Towards a comprehensive taxonomy of Czech personality-relevant terms. Póster presentado a la 7ª Conferencia sobre Personalidad de la EAPP, Madrid, España. Iraegui, A. (1994): El lenguaje de la personalidad en Español: hacia una taxonomía de descriptores de personalidad. Memoria de Licenciatura no publicada. Iraegui, A. (1998): "Una aproximación psicolingüística a los procesos de categorización en personalidad" en T. Sánchez Sánchez (ed) Temas de Psicología (VI), 447-461. Salamanca, UPSA. Iraegui, A. (1999): La aproximación psicolingüística al estudio de la personalidad: una propuesta taxonómica. Tesis Doctoral no publicada Iraegui, A. & Delgado, C. (2002): Deseabilidad Social del Léxico de la Personalidad en Español: diferencias en función de las categorías lingüísticas y el género. En Temas de Psicología (IX) 221-237. Salamanca: UPSA. Iraegui, A & Quevedo, P. (2002): Estructura de los adjetivos descriptivos de personalidad en Español: Los Cinco Grandes. IberPsicología,7.1.3 http://fsmorente.filos.ucm.es/publicaciones/iberpsicologia/IberPsmenu.htm John, O.P; Angleitner, A. & Ostendorf, F. (1998): The lexical approach to personality: a historical review of trait taxonomic research. European Journal of Personality. 2, 171-203. Kaufman, (s.f.) M. Las siete P's de la violencia de los hombres. http://www.michaelkaufman.com/articles/pdf/las_siete_ps.pdf. (Jueves, 3 de Julio de 2003) Kerlinger, F. N. (1981): Investigación del comportamiento. Técnicas y metodología. México: Interamericana. King, G.; Keohane, R.O. & Verba, S. (1994): Designing social inquiry: Scientific inference in qualitative research. Princetown, New Yersey: Princetown University Press Krueger, R. (1991): El grupo de discusión. Guía práctica para la investigación aplicada. Madrid. Pirámide. Label, L.S. (1979): Wife abuse: a sociological study of battered women and their mates. Victimology: An International Journal, 4, 258-267 Lips, H.M.(1993): Sex and gender: An introduction. Mountainview, CA: Mayfield. Lorente Acosta, M. (s.f.) Masculinidad y violencia: características diferenciales de la agresión del hombre a la mujer.
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  • 26. Sarrió, M.T.; Barberá, E.; Ramos, A & Candela, C. (2002): El techo de cristal en la promoción profesional de las mujeres. Revista de Psicología Social. 17 (2) 167-182. Shmelyov, A. G. & Pokhil´ko, V.I (1993): A taxonomy- oriented study of Russian personality -trait names. European Journal of Personality, 7, 1-17. Smith, C.; Noll, J. & Bryant, J. (1999): The effect of social context on gender self-concept. Sex Roles. 40, 499-512. Strauss AL. ( 1987): Qualitative análysis for social scientifics. New York: Springer (1994) Szimak, S. & De Raad, B. (1994): Taxonomy and structure of Hungarian personality traits. European Journal of Personality. 8, 95-117. Taylor, S. y Bogdan, R. (1982): Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Paidós. Buenos Aires. Twenge, J. (1997): Changes in masculine and feminine traits over time: A meta-analysis. Sex Roles. 36, 305-325. Unger, R.K. (1997): The three-sided mirror: Feminists looking at psychlogists looking at women. En R. Fuller, P.N. Walsh y P. McGinley (Eds.): A century of psychlogy. Progress, paradigms and prospects for the new millennium. Londres: Routledge. Unger, R.K. & Crawford, M. (1996): Women and Gender: A feminist psychology. Nueva York: McGraw-Hill. Wakefield, J.; Sasek, J.; Friedman, A. & Bowden, J. (1976): Androgyny and other measures of masculinity-femininity. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 44, 766-770. Walker, L. (1984): The battered woman syndrome. Nueva York: Springer Walker, L. (1989): Psychology and violence against women. American Psychologist, 44, 695-702 Walker, L. (1991): Post-traumatic stress disorder in women: diagnosis and treatment of battered women syndrome. Psychotherapy, 28, 21-29. Weber, M. (1982): La objetividad cognoscitiva de la ciencia social y de la política social. Ensayos sobre metodología sociológica. Buenos Aires: Amorrurtu Ediciones. Wilson, F. & Cook, E. (1984): Concurrent validity of four androgyny instruments. Sex Roles. 11, 813-837. Villavicencio, P. (1993): Mujeres maltratadas: conceptualización y evaluación. Clínica y Salud, 4, 215-228. Villavicencio, P. (2001): Barreras que impiden la ruptura de las situaciones de maltrato. En R. Osborne (coord.) La violencia contra las mujeres. Realidad social y políticas públicas. Madrid: UNED, 35-51.
  • 27. Wong, F.; McCreary, D. & Duffy, K. (1990): A further validation of the Bem Sex Role Inventory: A multitrait-multimethod study. Sex Roles. 22, 249-259. RESUMEN-SÍNTESIS.- En este capítulo se proponen los principales elementos a tener en cuenta para la elaboración de un proyecto de investigación, en el marco de un programa de financiación competitivo, a través de un organismo público. Se presenta, a modo de ejemplo, un proyecto realizado en el marco de un organismo español, y se desarrolla el modo de elaborar la justificación, relevancia científica y beneficios del proyecto, siendo objeto del capítulo siguiente el desarrollo del diseño metodológico. El resumen de la investigación debe plantear con claridad el problema a estudiar y el objetivo que se pretende conseguir, fundamentando la pertinencia del mismo en una revisión actualizada de las investigaciones más relevantes sobre el tema. Se debe explicitar la metodología a utilizar, así como muestras y acceso a las mismas, y se enfatizarán los beneficios que se seguirán de la realización de la investigación. Se trata de presentar en un párrafo breve, la información relevante acerca de la investigación que se pretende realizar, de modo que cualquier evaluador/a de proyecto pueda tener una idea acerca del mismo. La revisión de los antecedentes y estado de la cuestión, debe proporcionar una síntesis de los hallazgos previos sobre el objeto de estudio que permitan justificar la necesidad de la nueva investigación que se propone. Esta revisión es el punto de anclaje de los objetivos de la investigación: es en este conocimiento del problema a estudiar, donde se generan los objetivos –e hipótesis si las hubiera- que darán lugar al nuevo estudio que se propone. Objetivos –e hipótesis- surgirán estrechamente vinculados a la metodología requerida para poder alcanzarlos. Deberá incluirse la revisión actualizada de los tópicos implicados en el marco teórico del objeto de estudio. Por último se concreta la utilidad y relevancia del proyecto para los sectores sociales que podrían beneficiarse de los resultados, proponiendo actuaciones para la transferencia del conocimiento que se generará. LECTURAS RECOMENDADAS.- Rodenes, M., Chismol, R. y Arango, M. (2000) Un enfoque sistemático para realizar la tesis doctoral. Psicothema, 12, supl. Nº 2, p. 474-478. (Disponible en pdf: http://www.psicothema.com/pdf/607.pdf) MEC (2005) Criterios y procedimientos de evaluación de la investigación educativa. Madrid: CIDE Amezcua M. (2000) “El Protocolo de Investigación”. En Antonio Frías Osuna, Salud Pública y educación para la salud. Barcelona: Masson, 2000:189-199. García Roldán, JL. (1995) Cómo elaborar un proyecto de investigación. Alicante: Universidad.
  • 28. PARA PENSAR Y PROFUNDIZAR.- 1. Elaborar un proyecto de investigación desarrollando los aspectos tratados en este capítulo 2. Hacer una búsqueda documental de investigaciones realizadas sobre el mismo problema y comparar el enfoque teórico de las mismas 3. Revisar una investigación sobre un tema de interés y proponer un enfoque diferente del problema de investigación, justificando el interés del mismo GLOSARIO.- (creo que no procede; pero también se puede hacer un glosario con las palabras clave) Resumen de la investigación Estado de la investigación Relevancia científica Justificación del proyecto