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JOSÉ BORTOLINI
NTRODUCCION A
AN PABLO
Y A SWS CARTAS
Cómo leer
AUTORES
Alfredo Dos Santos Oliva (ASO) - Carlos Mesters (CM) Emlda
de Paula Pedro (EPP) - Euciides Martins Balancín (EMB) Fehx
Moracho (FM) - Ivo Stomiolo (IS) - José Bortohm (JB) - Luis
Alcxandre Solano Rossi - (LASR) Marc Girard (M<5) - Shigeyuki
Nakanose (SN) - Paulo Augusto de Souza Nogueira (PN) - Pedro
Lima Vasconccllos (PLV) - Rafael Rodrigues da Silva (RRS)
Historia del pueblo de Dios
Euchdes Martins Balancín, la ed
PENTATEUCO
Como leer el libro del Génesis, IS EMB 2a reimpr
Como leer el libro del Éxodo, IS-EMB, 2a reimpr
Como leer el libro del Levitico, IS, la ed
Como leer el libro de los Números, IS, la ed
Como leer el libro del Deuteronomio IS, 2a reimpr
HISTÓRICOS
Como leer el libro de Josué IS la ed
Como leer el libro de Ester, IS, I a ed
Como leer el libro de Judit, IS, la ed
Como leer el libro de Rut, CM, la ed
Como leer los libros de Samuel, IS EMB, 2a ed
Como leer el libro de Tobías IS JB, la ed
Como leer los libros de los Reyes, IS, 2a ed
Como leer los libros de los Macabeos, PLV-RRS la ed
SAPIENCIALES
Como leer el libro de Job, IS, 2a reimpr
Como leer el libro de los Salmos MG, la reimpr
Como leer el libro de los Proverbios, IS, la ed
Como leer el libro del Eclesiastes, IS-EMB, 2a ed
Como leer el libro del Cantar de los Cantares, IS-EMB, la reimpr
PROFETAS
Como leer el libro de Amos, ¡S EMB, 2a ed
Como leer el libro de Joñas, IS EMB, 2a ed
Como leer el libro de Miqueas, IS-EMB 2a ed
Como leer el libro de Habacuc, IS-EMB, la ed
Como leer el libro de Sofomas, IS-EMB, la ed
Como leer el libro de Ageo, MG, la reimpr
EVANGELIOS Y HECHOS
Como leer el evangelio de Mateo, IS, la reimpr
Como leer el evangelio de Marcos, EMB la reimpr
Como leer el evangelio de Lucas, IS, la reimpr
Como leer el evangelio de Juan, JB, I a ed
Como leer los Hechos de los Apostóles, IS, la reimpr
CARTAS Y APOCALIPSIS
Introducción a san Pablo y a sus Cartas, JB, la ed
Como leer la Carta a los Romanos, JB la ed
Como leer la 1* Carta a los Corintios, JB, la ed
Como leer la 2a
Carta a los Corintios, JB, la reimpr
Como leer la Carta a los Calatas, JAB, la reimpr
Como leer la Carta a los Efesios, JAB la ed
Como leer la Carta a los Fihpenses, JB la reimpr
Como leer la Carta a los Colosenses, JB, la ed
Como leer la Ia
Carta a los Tesalonicenses, JB, la retmpr
Como leer la T Carta a los Tesalonicenses, JB, 2a ed
Como leer la Y Carta a Timoteo, JB la ed
Como leer la 2' Carta a Timoteo, JB, la ed
Como leer la Carta a Tito, JB la ed
Como leer la Carta a los Hebreos, PLV, la ed
Como leer la Carta de Santiago IS, la ed
Como leer las Cartas de Pedro PN, la ed
Como leer la Carla de Judas JB la ed
Como leer las Cartas de Juan, 2a ed
Como leer el libro del Apocalipsis, JB, la ed
JOSÉ BORTOLINI
INTRODUCCIÓN
A SAN PABLO
Y A SUS CARTAS
SAN PABLO
Título original
Inlrodufáo a Paulo e suas cartas
Autor
lose ISorlolim
O Paulus Editora
Rúa Francisco Cruz, 229
04117-091 S3o Paulo, SP - Brasil
O SAN PABLO
Carrera 46 No 22A-90
Tel 3682099-Fax 2444383
E-mail editonal@sanpablo com co
htlp /
sanpablo com co
Título traducido
lntroáiecton a san Pablo y a sus Canas
Traducción
Augusto Aunar
Impresor
Sociedad de San Pablo
Calle 170No 8G-31-Bogotá
ISBN
958-607-547-X
la edición, 2007
Queda hecho el deposito legal según
Ley 44 de 1993 y Decreto 460 de 1995
Distribución: Departamento de Ventas
Calle 17ANo 6 9 - 6 7 - A A 080152
leí 4114011 -Fax 4114000
L-mail direccioncomercial@sanpablo com co
BOGOTÁ-COLOMBIA
Presentación
Durante los varios años en los que escribí, en la se-
rie "¿Cómo leer la Biblia?", los 13 opúsculos referentes
a las cartas de san Pablo, he ido madurando en mí la
conciencia de que debería publicar, en el mismo estilo
de esos libritos, una introducción a san Pablo y a sus
cartas. El objetivo es sencillo: ayudar a los lectores de
esa serie y, sobre todo, a las personas interesadas en el
tema, entender las razones que me llevaron a presentar,
en varios lugares, un rostro no siempre tradicional de
ese apóstol.
Esta introducción, por consiguiente, nace al final
del proceso prolongado y después de por lo menos
quince años de intenso contacto con san Pablo. En ese
espacio de tiempo leí literatura paulina, escribí, opiné
sobre libros por traducir o publicados en portugués, di
cursos y conferencias, orienté retiros, de tal modo que
Pablo de Tarso se convirtió en mi amigo y compañero,
en mi familiar; mejor dicho, yo me convertí en amigo
y compañero de él, tal vez en "hijo" suyo.
Este pequeño trabajo es fruto de un inconformismo
que me ha acompañado a lo largo de esos años. Ciertas
lecturas de san Pablo nunca me agradaron (y tal vez
nunca logren hacerle justicia), pues lo presentan como
una persona distinta del pueblo y de las comunidades,
5
incapaz de manifestar sus sentimientos, indiferente ante
el drama de miles de personas, antifeminista, moralista,
etc. Los que ven a san Pablo con esos ojos olvidan sus
viajes, sus cadenas, sufrimientos, peligros y, sobre todo,
su pasión por Jesús y su amor por el pueblo.
Esta introducción, por consiguiente, quiere condu-
cir al lector a ese contacto con san Pablo, antes de leer
sus cartas. O, después de haberlas leído muchas veces,
volver a ellas con una sensibilidad nueva.
A lo largo de esos quince años de un contacto cons-
tante con Pablo, ha pasado mucha literatura entre mis
manos. Pero el estilo y la propuesta de los libritos de
esta serie no contemplan volúmenes grandes ni deba-
tes largos sobre las opiniones. No estamos en un cam-
po académico, y sí en medio de los evangelizadores
y agentes de pastoral, entre los cuales se sentiría bien
el apóstol Pablo. Por eso evito la discusión académica,
necesaria en otros campos y circunstancias.
Conozco a personas que son apasionadas por Pablo.
Conozco a personas que lo admiran. Conozco perso-
nas que lo desprecian y lo rechazan. A ellas, si tienen
el tiempo y la voluntad de leer este texto, dedico mi
trabajo. En fin, quién sabe si resuena para todos el lla-
mamiento que otrora él hiciera a los corintios:
Les hemos hablado con toda franqueza; nuestro co-
razón se ha abierto de par en par. No está cerrado
nuestro corazón para ustedes; los suyos sí que lo es-
tán para nosotros. Correspóndanos de la misma for-
ma; les hablo como a hijos; ábranse también ustedes
(2Co 6,11-13).
6
1.
¿QUIÉN FUE SAN PABLO?
1. Un judío de la diáspora
Según los Hechos de los Apóstoles (Hch 22, 3), Pa-
blo nació en Tarso, en Cilicia (Jerónimo afirma que sus
padres eran de Giscala, en Galilea).Tenemos luego que
preguntarnos qué importancia tiene en la vida de un
judío de aquel tiempo nacer en la diáspora, es decir,
fuera del "territorio sagrado". Parece que la respuesta
es ésta: un judío nacido en la diáspora normalmente
era más abierto que sus hermanos de raza nacidos en la
Tierra Santa. El contacto diario con realidades y cul-
turas era una invitación fuerte a no encerrarse en una
redoma. La misma supervivencia obligaba a esos judíos
a ser potencialmente más abiertos en relación con los
que pensaban y obraban de otra forma.
La diáspora (palabra que viene del griego y que sig-
nifica "dispersión") es un fenómeno antiguo en la vida
del pueblo de Dios. La emigración en masa hacia fuera
del territorio de los judíos comenzó en el sigloVII antes
de Cristo. En pocas palabras, los judíos que vivían en el
exterior, a pesar de que mantenían su identidad religiosa
y cultural, luego se abrieron hacia el mundo, con los
riesgos que eso implicaba. Uno de los resultados de esa
apertura es sin duda la traducción de la Biblia hebrea al
7
griego, traducción conocida como la "de los Setenta',
que circuló entre las comunidades judías que vivían en
el exterior mucho antes del nacimiento de Jesús.Y nóte-
se que esa traducción contiene muchas adaptaciones del
texto hebreo, señal de que ellos no tenían escrúpulos en
"enculturarse". En la tierra de Pablo los judíos usaban
esa traducción, al paso que en el "territorio sagrado" se
usaba el texto hebreo con traducción simultánea al ara-
meo. Ese detalle es suficiente para que comencemos a
ver a Pablo como fruto de un ambiente, de una época y
de una cultura.
Su mismo nombre ayuda a caminar en esa direc-
ción. Él se llamaba Saulo (Saúl, tal vez en homenaje
al primer rey de la historia del pueblo de Dios, pues
ambos eran de la tribu de Benjamín), pero adoptó o
recibió desde la cuna un nombre "enculturado" (Pa-
blo), como solían hacer muchos judíos de la diáspora.
Según san Lucas (Hch 13, 9), el cambio de Saulo por
Pablo se da cuando él comienza el primer viaje, en
vista de su contacto con los paganos. Pero Pablo na-
ció precisamente en ese ambiente de la diáspora y en
contacto con los no-judíos. Por consiguiente es más
probable que, desde su nacimiento, hubiese recibido
el nombre "Saulo-Pablo" y que, por su contacto con
comunidades compuestas en su mayoría por no-judíos,
simplemente haya asumido el nombre Pablo.
No se sabe cuando nació. Debió ser unos años más
joven que Jesús. Hoy se sabe que Jesús debió nacer
alrededor del año 6 antes de Cristo. El nacimiento de
Pablo debió suceder alrededor del año 5 de nuestra
era. Él mismo afirma que fue circuncidado al octavo
8
día, como lo ordena la ley (Lv 12, 3), haciéndose así
miembro del pueblo de Dios. Es un judío legítimo y
fue educado como judío (Flp 3, 5).
2. La educación que recibió
a) El influjo de la gran ciudad
Tarso era una ciudad grande, una especie de fron-
tera entre la cultura semítica (Oriente) y la greco-ro-
mana (Occidente). Culturalmente,Tarso en esa época
rivalizaba con Atenas, pues era famosa porque alber-
gaba escuelas filosóficas como la de los estoicos y la
de los cínicos. Pablo, sin duda, fue influenciado por el
estilo de vida de su ciudad natal, por la cultura y por
el modo de ser de sus ciudadanos. En efecto, cuando
escribió la primera carta, ofreció a los tesalonicenses
un criterio importante dentro de la babel que eran las
grandes ciudades de ese tiempo: "Examínenlo todo y
quédense con lo bueno" (lTs 5, 21).
Está fuera de duda que el estilo de vida y el ambiente
cultural de Tarso le ayudaron a Pablo en su educación.
En esa ciudad de cultura eminentemente griega, se ha-
llaba el sepulcro de Sardanápalo, que era considerado
como el fundador de la ciudad. Sobre su tumba estaba
escrito: "Viajero, come, bebe y goza de la vida; el resto
no tiene ninguna importancia". Más tarde, al escribir a
los corintios, Pablo retoma ese pensamiento y muestra
que, sin la fe en la resurrección, lo mejor que podría-
mos hacer sería seguir el consejo del antiguo fundador:
"Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que
mañana moriremos" (ICo 15, 32b).
9
En Tarso, los devotos de Isis vestían ropas azul-celes-
te para identificarse con la divinidad, sobre todo en las
fiestas. Eso sin duda sirvió de base para que Pablo hablara
de una "vestidura" que identifica al cristiano, como si
fuese una tarjeta de identidad (ver, por ejemplo, Rm 13,
14; 2Co 5, 2; E/4, 20-24; 6,11; Col 3,10-14).
Tarso, como pertenecía al Imperio Romano, tenía sus
mercados de esclavos. Sin duda Pablo habrá visto escenas
de compra de esclavos. Eso sirvió de punto de partida
para que, más tarde, usara esa imagen para hablar de la
importancia de la muerte y la resurrección de Jesús (por
ejemplo, en 1 Co 6,20; 7,21-25). En sus cartas, usa varias
veces la imagen del "rescate/compra" de esclavos para
ilustrar la imagen de Jesús en favor de los cristianos.
El idioma en el que escribe Pablo y en el que se
comunica normalmente es el griego. Algunas décadas
antes, en Tarso, nació un educador célebre, llamado
Atenodoro. Atenodoro fue profesor y amigo del pro-
fesor Augusto (Tarso exportaba educadores). Algunas
frases muestran los contenidos de ese educador que,
sin duda, debe haber influenciado a Pablo. Por ejemplo:
"Para cada criatura, su conciencia es Dios" (ver cómo
eso repercute en el pensamiento de Pablo en Rm 14,
22a: "La convicción que tú tienes, guárdala para ti de-
lante de Dios"), y: "Pórtense con el prójimo como si
Dios los viera a ustedes y hablen con Dios como si los
otros los oyeran a ustedes" (éste es, según ÍTs 2, 3-7, el
modo transparente de ser y de obrar de Pablo ante las
personas y ante Dios).
Las escuelas filosóficas, sobre todo los estoicos y los
cínicos, ejercían una gran fuerza de persuasión en Tar-
10
so. Muchos de los que estudian a Pablo afirman que él
es deudor sobre todo de los estoicos, particularmente
cuando habla de que todo lo puede en aquel que lo
fortalece (Flp 4,13), o en célebre pasaje a los Romanos 8,
35-39, cuando pregunta: "¿Quién nos separará del amor
de Cristo?" (Ver también el texto de 1 Tm 6,7-8, incluso
recordando que hay pasajes semejantes en los sapiencia-
les, sobre todo Pr 30,8-9).
El influjo que el ambiente social de Tarso ejerció
sobre la formación de Pablo es grande. Los deportes,
la vida jurídica (el Derecho Romano), la arquitectura,
el arte, la cultura están presentes en sus escritos como
metáforas de la vida cristiana. Basta pensar, por ejem-
plo, en la "parada militar" de los generales vencedo-
res que sirvió de base para que Pablo describiera su
participación en el triunfo glorioso de Cristo sobre la
muerte (cf. 2Co 2, 14-16).
Otro detalle significativo es que las mujeres en Tarso
no salían a la calle sin el velo persa, como señal de que
estaban bajo la protección de un hombre y que tenían
preservada su dignidad. Una mujer de Tarso, al vestir
su velo elegante, daba a entender que tenía dignidad y
un marido que la amaba y cuidaba de ella. Parece que
Pablo, al escribir más tarde a los corintios y al ordenar
a las mujeres que cubriesen la cabeza para profetizar, co-
mo que quería tener presente ese dato (ICo 11,2-16).
b) La educación en casa
En casa Pablo recibe una formación judía. Afirma
que es de la tribu de Benjamín, que es hebreo e hijo
de hebreos y que fue circuncidado al octavo día (Flp
11
3, 5). Era conocedor del griego y tuvo que haber co-
nocido los Setenta, la traducción griega del Antiguo
Testamento. Más o menos a la edad de cinco años tuvo
que haber aprendido del padre el núcleo esencial de
la Ley (Dt capítulos 5 y 6.Ver especialmente lo que se
dice en 11,19:"...Enséñenselas a sus hijos"). Aprendió
la gran alabanza (Sal 113 a 118) que se cantaba en las
grandes fiestas judías, el sentido de las principales fies-
tas (Pascua, Pentecostés, las Tiendas, etc.) y la alabanza
diaria que los judíos rezaban cada mañana (Sal 146 a
150). En esa edad aprende a leer y a escribir. A partir
de los cinco años Pablo rezaba, mañana y tarde, todos
los días, el "Shemá, Israel" (Dt 5, 1), que el padre le
había enseñado.
Nada se sabe de la madre de Pablo. Pero ciertamen-
te la figura materna influyó en su personalidad. Fre-
cuentemente oímos hablar tan sólo del aspecto severo
de Pablo. Sin embargo, en sus cartas hay pruebas de
mucha ternura y afectos que son típicos de la madre
y señal de que con ella aprendió a ser cariñoso, a en-
tregarse sin medida, como una madre se entrega a sus
hijos,y así lo hacía con sus fieles (Ga 4,19; íTs 2,7-8).
Sabemos, por los Hechos de los Apóstoles, que tuvo
una hermana (Hch 23, 16). La profesión que ejercían
(Hch 18, 3), tuvo que haberla aprendido de su padre.
c) La educación en la escuela sinagogal
Al lado de la sinagoga los judíos normalmente te-
nían una escuela sinagogal. Pablo, como todo niño ju-
dío, comenzó a frecuentarla a los seis años. Ciertamen-
te lo acompañaba el pedagogo, un esclavo encargado
12
de llevar a los niños a la escuela. Más tarde, Pablo usará
la imagen del pedagogo para hablar tanto de los evan-
gelizadores que pasaron después de él por Corinto (cf.
ÍCo 4, 14-17) como para hablar de la Ley (Galotas, y
Romanos). El pedagogo cargaba los útiles del niño (la
tablilla de cera, el punzón para escribir...). En la escuela
los niños se sentaban en el suelo y escribían con un
punzón de hierro en una tablilla de cera apoyada sobre
las rodillas. Los primeros años de escuela se dedicaban
a la Historia de Israel, sus episodios más importantes,
los patriarcas y las matriarcas, los héroes y las heroínas
(cf. Rm 9, 4-5). Allí Pablo tuvo el primer contacto con
las expectativas de la llegada del Mesías.
A los diez años el alumno entraba al "segundo gra-
do", que era la fase de la ley oral. Era necesario entrar
en contacto con la casuística rabínica y farisaica. Tuvo
que haber sido un momento muy difícil para Pablo y
lo que más lo marcó, porque le costó sacrificio des-
hacerse de él en su conversión (la "basura" de la que
habla en Flp 3, 8). Los fariseos consideraban la ley oral
tan importante como la ley escrita, a la misma altura
de los diez mandamientos. Parece que era la época a la
cual se refiere la Carta a los Colosenses, cuando dice:
"No tomes, no gustes, no toques" (Col 2, 21). Una
educación basada en los tabúes, en las prohibiciones y
pecado en la libertad y la gracia.
d) La educación en Jerusalén
Al completar los 15 años, Pablo debió trasladarse a
Jerusalén con el fin de continuar los estudios y llegar
a ser rabino. Era la orientación rabínica la que así lo
13
determinaba. Estudiar en Jerusalén era buscar el grado
académico más elevado en el mundo judío. La prepara-
ción intelectual y académica de Pablo fue excelente.
Además de eso, los preceptos rabínicos prescribían
que a los dieciocho años el joven debía casarse. En
Jerusalén frecuentó la escuela del templo, de los doc-
tores de Ja ley y de Jos fariseos, Ja "escueJa superior"
más importante del mundo judío de aquel tiempo. Fue
alumno de Gamaliel, fariseo, doctor de la ley y miem-
bro del Sanedrín, estimado por todo el pueblo, según
los Hechos de los Apóstoles (Hch 5,34). Paralelamente
al estudio, debía también trabajar, como lo hacían sus
profesores, por más célebres que fueran. Ese detalle es
importante para entender el modo de ser y de obrar de
Pablo, más tarde, cuando trabaja con sus propias manos
para no ser un peso económico para las comunida-
des y para no mezclar el anuncio del Evangelio con el
dinero y el comercio. Con esa actitud él se distancia
radicalmente de los otros evangelizadores cristianos.
Se distancia también de la mentalidad griega, según
la cual los que habían estudiado no debían sudar con
trabajos manuales destinados a los esclavos.
Gamaliel fue discípulo de Hillel, un personaje céle-
bre ya en los tiempos de Jesús. Era de carácter flexible
y conciliador, cuya corriente teológica se oponía al ri-
gor de la ley defendido por ía escuela de Shammaí. La
flexibilidad y el espíritu de conciliación recibidos de
Gamaliel fueron importantes en el modo como Pablo
educa a las comunidades que funda más tarde.
Eljoven Pablo se sentó literalmente a los pies de Ga-
maliel, pues el maestro enseñaba de pie y los alumnos
14
se sentaban en círculo alrededor de él. En esa fase de
la vida, Pablo estudia el Antiguo Testamento en hebreo
con una traducción oral aramea. El profesor hace la
"exégesis" del texto: explica las varias interpretaciones,
los nuevos enfoques, incentivando, con preguntas, a los
alumnos a entrar en el debate. Debía ser una especie de
"lluvia de ideas" con discusiones acaloradas. Pablo es
deudor de ese modo de enseñar, que para nosotros es
bastante difícil de seguir. Basta leer, por ejemplo, Roma-
nos y Gálatas, para sentir cómo está presente esa forma
de razonar que para nosotros es un poco extraña. La
manera como hace ciertas interpretaciones del Antiguo
Testamento también se debe a esa formación académica
recibida en Jerusalén (por ejemplo ICo 9, 9-10).
El "grado curricular" constaba de dos materias: la
Halaká, es decir, las tradiciones y las prescripciones de
la ley en su totalidad (una especie de Derecho Ca-
nónico), y la Hagadá, es decir, las verdades religiosas
que la Biblia ofrece (una especie de teología moral,
dogmática en nuestras escuelas de teología). Aquí Pa-
blo aprendió las diferentes formas de interpretar el An-
tiguo Testamento. Más tarde, aplica estas formas a los
cristianos. A veces hace una lectura tipológica (Adán es
tipo de Cristo, cf. Rm 5, 14); a veces hace una lectu-
ra acomodaticia (la igualdad entre las tribus del Antiguo
Testamento es motivo parajustificar una colecta con el
fin de ayudar a los pobres, cf. 2Co 8,15); a veces se trata
de una lectura alegórica (como la cita de Dt 30, 11-12
enRw 10,6-9).
15
e) La educaciónfarisaica
En nuestro lenguaje, la palabra "fariseo" se asocia
normalmente a "persona falsa y fingida". Sin embargo,
el sentido primario de esa palabra hebrea es "separado".
Los fariseos surgieron unos dos siglos antes de Cristo y,
entre las cosas buenas que nos dejaron, se encuentra la
fe en la resurrección de los muertos. En los evangelios
sinópticos los fariseos, junto con los doctores de la ley,
están entre los mayores adversarios de Jesús.
Los fariseos tenían una conciencia de que eran una
minoría separada. No eran muchos, pero producían
bastante ruido con su modo de ser y de obrar. Algunos
estudios dicen que en el tiempo de Jesús y de Pablo el
grupo de los fariseos no llegaba a las diez mil personas.
Su característica más importante tal vez sea la práctica
escrupulosa de toda la ley escrita y también la oral.
En efecto,juntamente con el texto escrito del Antiguo
Testamento, defendían la denominada Tora oral, es de-
cir, todo lo que se iba transmitiendo oralmente tenía el
peso y la condición de ley, y por eso debía cumplirse.
Los fariseos se distinguen entonces de todos los otros
grupos del tiempo de Jesús por la observancia rigu-
rosa de los detalles mínimos de la ley. En los evange-
lios, Jesús evidentemente critica esa postura, y llama
hipócritas a los fariseos y a los doctores de la ley, es
decir, los trata de disfrazados y fingidos (por ejemplo
el capítulo 23 de Mateo). Pero no es acertado estudiar
el movimiento farisaico tan sólo a partir de las críti-
cas que les hacen los evangelios. El texto de Mateo 23,
por ejemplo, parece que refleja mucho más la situación
de algunas comunidades cristianas en la década de los
16
años 80 de lo que era propiamente el conflicto de Jesús
con ese grupo y el de los doctores de la ley. En efecto,
en el tiempo en que fue escrito el evangelio de Mateo
(después del año 80), los cristianos tenían problemas
serios con los fariseos y los doctores de la ley, los úni-
cos grupos judíos importantes que habían sobrevivido
a la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70.
Pablo era fariseo. Él lo afirma en Filipenses 3, 5. No
sabemos si su padre también lo era, por cuanto reci-
bió formación farisaica, según se dice en Hechos de los
Apóstoles 23, 6 (Lucas no siempre es fiel intérprete de
Pablo; muchas veces se da lo contrario: el Pablo de los
Hechos dice cosas que a Lucas le gustaría que dijera).
Es mejor suponer que haya optado por ser del partido
fariseo a partir de la formación que tuvo en Jerusalén,
sobre todo con Gamaliel. Lucas, el autor de los Hechos
de los Apóstoles, afirma que Gamaliel era fariseo (Hch
5, 34). Más adelante, cuando está preso en Jerusalén,
Pablo afirma que ha sido "educado en esta ciudad, ins-
truido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia
de la ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por
Dios..." (Hch 22, 3). Se sabe que no se debe dar un
valor absoluto a las informaciones de los Hechos res-
pecto a Pablo (de eso hablaremos más adelante). Pero
ese pensamiento de Lucas en los Hechos encuentra
resonancia en Gálatas 1, 14: "Y cómo yo sobrepasaba
en el judaismo a muchos de mis compatriotas contem-
poráneos, superándolos en el celo por las tradiciones
de mis padres".
17
3. Pablo y Jesús
Una pregunta que se formula es que si Pablo estu-
vo presente en Jerusalén cuando murió Jesús (año 30
según algunos, 33 según otros).Y todo lleva a creer
que sí. Sin embargo, no hay ningún texto que hable
de un posible encuentro entre Jesús y Pablo. Sus cartas
son muy pobres con relación a este aspecto. Se pueden
recordar dos pasajes de la Segunda Carta a los Corin-
tios: "Si conocimos a Cristo según la carne, ya no lo
conocemos así" (2Co 5, 16; ver también 2Co 12, 1-6).
El segundo texto citado (2Co 12, 1-6) ciertamente no
habla de un contacto personal de Pablo con Jesús de
Nazaret. Se trata de otra experiencia. En el primer tex-
to, Pablo podría simplemente estar citando a los que se
gloriaban de estar en contacto directo con Jesús antes
de su muerte.
Probablemente Pablo estuvo enJerusalén en los días
de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sin tener
conocimiento ni conciencia de la importancia de ese
hecho para él y para todos los que, más tarde, recibirían
su mensaje.
Vale la pena, en este punto, llamar la atención so-
bre un detalle, sobre el cual volveremos más tarde. Se
trata de la diferencia enorme entre el pequeño espacio
geográfico en el que Jesús se mueve (básicamente la
Palestina) y las regiones inmensas recorridas por Pablo
en su acción evangelizadora, que alcanzó casi la mitad
del Imperio Romano. Según los evangelios sinópticos,
Jesús anunció el reino prácticamente tan sólo en Ga-
lilea y fue a Jerusalén para la Pascua, ocasión en la que
18
fue crucificado, murió y resucitó. Pablo, por el contra-
rio, recorrió una buena parte del Imperio Romano.
Parece que cabe aquí lo que Jesús afirma enjn 14, 12:
"En verdad, en verdad les digo: el que crea en mí, hará
él también las obras que yo hago, y hará mayores aún,
porque yo voy al Padre".
Otro detalle importante es mirar el modo como
cada uno se comunica.Jesús habla arameo y anuncia el
reino en parábolas, creadas a partir de la observación
atenta de la vida sencilla del pueblo del campo y de las
aldeas. Pablo, por el contrario, aunque sabe hablar el
arameo, habla y escribe en griego, pues sus oyentes son
judíos de la diaspora y paganos que hablan el idioma
tradicional de ese tiempo. Pablo también es un obser-
vador fino de lo cotidiano, pero las imágenes usadas en
las cartas vienen sobre todo de la cultura urbana, de
la gran ciudad. Así es como habla del atletismo, de la
construcción civil, de las paradas militares, de las luchas
en los estadios, de la vida de los soldados, etc. Al leer las
cartas de Pablo percibimos el esfuerzo que hizo para
enculturar el mensaje del habitante más célebre de las
aldeas de Galilea: Jesús de Nazaret.
4. Pablo y el sanedrín
El sanedrín o consejo era el tribunal supremo de la
época de Jesús y después de Él (hasta el año 70). Era
presidido por el sumo sacerdote y concentraba básica-
mente todo el poder sobre el pueblo judío. Era, evi-
dentemente, un poder subordinado a los dominadores
19
romanos, que imponían el sumo sacerdocio a los que
eran fieles al sistema de dominación.
El sanedrín es el principal responsable de la muerte
de Jesús. Reunía cerca de setenta miembros, entre los
cuales estaba la élite sacerdotal (los jefes de los sacer-
dotes), la élite laica ("ancianos", latifundistas y dueños
del comercio de Jerusalén), además de los doctores de
la ley (poder judicial), los fariseos. En pocas palabras, la
élite de los poderosos.
Algunos estudios levantan cuestiones con respecto
a la participación de Pablo en ese consejo.Y lo hacen
a partir de la expresión "yo contribuía con mi voto",
que se encuentra en Hechos de los Apóstoles 26, 10. Pa-
blo está contando su pasado y conversión con el rey
Agripa. Dice: "Así lo hice en Jerusalén y, con poderes
recibidos de los sumos sacerdotes, yo mismo encerré
a muchos santos en las cárceles; y cuando se les con-
denaba a muerte, yo contribuía con mi voto". Se sabe
que solamente los miembros del sanedrín podían votar.
Si tomáramos al pie de la letra este pasaje, Pablo había
pertenecido al sanedrín. Pero para responder a esto es
necesario responder a otras preguntas. En primer lugar,
la edad de Pablo. Se exigía, para ser rabino, un míni-
mo de treinta años de edad. La misma regla parece
que valía para se miembro del sanedrín. ¿Tendría Pa-
blo más de treinta años cuando comenzó a perseguir a
los cristianos? Tal vez. Sin embargo, los Hechos de los
Apóstoles afirman que, con ocasión de la lapidación
de Esteban, era todavía "joven" (Hch 7, 58). A pesar
de consentir en la ejecución de Esteban (Hch 8, 1),
Saulo no tenía todavía la edad para hacerlo. Sin embar-
20
go, el autor de los Hechos de los Apóstoles concentra
los acontecimientos, como si todo lo que ahí se dice
hubiera acontecido en el espacio de pocos meses. En
verdad se trata de varios años.
Otro detalle que inquieta está en Hechos de losApósto-
les 23,1-10. Si Pablo efectivamente hubiera pertenecido
al sanedrín, unos veinticinco años antes, ¿cómo no iba a
saber que quien preside el consejo es el sumo sacerdo-
te? Incluso al no conocerlo personalmente, ciertamente
podía intuirlo a causa del lugar central ocupado por
la presidencia y por sus características externas. ¿Sería
pura ironía del autor de los Hechos de los Apóstoles?
Según ese libro, ciertamente había una vinculación en-
tre Pablo y el sanedrín.
5. Pablo y el Imperio Romano
El autor de los Hechos de los Apóstoles no deja du-
das con respecto a Pablo en cuanto al hecho de que él
era ciudadano romano. Dos textos son muy claros: He-
chos de los Apóstoles 16, 37 y 22, 25-29. Sin embargo, si
se tiene presente que Lucas no es un fiel intérprete de
Pablo ni de sus acciones, conviene preguntar si efecti-
vamente Pablo tenía ese título "desde su nacimiento"
(Hch 22, 29), como si lo hubiera recibido de su propio
padre.
Se sabe que Lucas, en los Hechos de los Apósto-
les, trata de mostrar una imagen positiva del Imperio
Romano y de sus autoridades. Según la visión de él,
el Derecho Romano era respetado y seguido en todo
el Imperio. Sin embargo, se sabe que esto no está de
21
acuerdo con la verdad. Lucas muestra a Pablo y al Impe-
rio Romano casi en sintonía perfecta, porque tienen un
objetivo: presentar el cristianismo naciente como algo
simpático a los ojos de los amos del mundo.Y por eso
traza un perfil de Pablo sintonizado con el Imperio, y
muestra las autoridades romanas como quienes respetan
el Derecho ante sus ciudadanos.
El título de ciudadano romano abría muchas puertas
y facilitaba las cosas para el que tuviera que desplazarse
de un lugar a otro, como lo hacía Pablo. E impedía a
veces que el portador de ese título cayera en manos
de las autoridades inescrupulosas, para convertirse en
víctima de abusos y violencias. Parece que eso no su-
cedió con Pablo. En efecto, habla de las persecuciones
y de los peligros increíbles por los cuales pasó (ver,
por ejemplo, 2Co 11, 22-29). La mayor parte de los
conflictos que se enfrentan en ese texto vienen de los
hermanos de raza. Pero es lícito preguntar: ¿El título de
ciudadano romano no habría sido en alguna forma útil
en esos casos de azotes y flagelaciones?
En sus escritos Pablo nunca habla de ese título. Por
otra parte, cuando se refiere al tema "ciudadanía", tras-
lada su pensamiento de la tierra hacia el cielo, como si
despreciara la posesión de ese título: "Nosotros somos
ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salva-
dor al Señor Jesucristo" {Flp 3, 20).
Algunos estudiosos dan crédito a Lucas y buscan en
los textos de Pablo una posible justificación de eso. La
encuentran en la Carta a los Filipenses. Como se sabe,
se trata de la carta del cautiverio. Pablo está en prisión
{Flp 1, 13), pero tiene la certeza de que lo van a soltar
22
y podrá seguir su actividad evangelizadora {Flp 1, 25-
26). ¿De dónde deduce esa certeza, como si, a pesar de
eso, fuera dueño de su propio futuro? La respuesta que
esos estudios dan es que Pablo hasta ese momento no
habría dado a conocer su título de ciudadano romano
(ver, en esta serie, "¿Cómo leer la Carta a los Filipen-
ses?"). El título de ciudadano romano sería, pues, una
especie de triunfo que Pablo reservaría para el final,
como último recurso. Pero también a eso se puede
oponer la pregunta: ¿si él deseaba tanto estar libre y
poder evangelizar, por qué retardaría la presentación de
ese título, prolongando la prisión? Se puede preguntar
también si el recurso al título de ciudadano romano
era el único motivo que tenía Pablo para creer en su
próxima salida de las cadenas.
Por consiguiente, a pesar de que Lucas garantiza con
certeza que Pablo era ciudadano romano desde su naci-
miento, se puede cuestionar seriamente este hecho.Y se
entienden mejor los sufrimientos de Pablo sin ese título
que con él (sobre este tema volveremos en el último
capítulo).
6. Hombre de varias culturas
Para los patrones de ese tiempo, Pablo era un hom-
bre "internacional", conocedor de varias culturas, bien
preparado intelectualmente para la misión que Dios
le reservó desde "antes de nacer" {Ga 1, 15). Misterio-
samente Dios lo fue conduciendo y formando para el
gran objetivo de ser el "doctor de las naciones" {íTm
2, 7). Conocía varios idiomas: arameo, hebreo, griego y
23
tal vez latín. Como era hebreo e hijo de hebreos (Flp
3,5), conoce profundamente la cultura, la fe y las tradi-
ciones de su pueblo. Pero conoce y reconoce también
los valores culturales de los no judíos, con los cuales
convive desde su nacimiento. Se comunica oralmente
y por escrito en el idioma internacional de ese tiempo,
el griego.
Atento al modo de cómo se desarrollaban las re-
laciones en la sociedad de su época, descubre allí una
fuerza extraordinaria para la evangelización. En efecto,
al observar cómo se daban las comunicaciones entre las
ciudades, el buen sistema de correos implantado por el
Imperio Romano, no tiene reparo en copiar las ideas
y transformarlas en instrumento de evangelización. No
debemos olvidar que él fue el primer escritor del Nue-
vo Testamento.
Cuando la predicación del Evangelio era únicamen-
te oral, él se inspiró en las cartas que se escribían enton-
ces para evangelizar con textos escritos. Se convierte así
sin saberlo ni quererlo, en el primer gran escritor del
Nuevo Testamento. Jesús no dejó nada escrito. Pablo sí.
Ya se habló arriba de cómo Pablo entró en contacto
con el mundo cultural griego para iluminar esa cultura
con la luz del Evangelio. Conocía bien a los filósofos
de su época, sus argumentos y sus puntos de vista. Su-
peró el miedo a la confrontación entre las culturas, al
no igualarse a muchos de sus hermanos de raza, para
los cuales los otros eran totalmente extraños, impuros,
perdidos y condenados por Dios. Esa lenta maduración
provocó la apertura al mundo sin miedo, con la volun-
tad de dialogar y encontrarse.
24
Tuvo, ciertamente, dificultades en ese sentido. En la
Carta a los Gálatas dice:"¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién
los fascinó a ustedes, a cuyos ojos fue presentado Jesu-
cristo crucificado?" (Ga 3, 1). En esas palabras algu-
nos estudiosos ven la posibilidad de que Pablo se haya
comunicado visualmente con los gálatas, si se tiene en
cuenta la imposibilidad de hablar claramente a ellos por
desconocer su dialecto. Él se habría comunicado con
dibujos de Jesús crucificado.
Muchos estudiosos sostienen que los himnos de las
cartas de san Pablo (por ejemplo ICo 13; Flp 2, 5-11,
etc.), son textos que existían antes de las cartas. Puede
ser. Pero es oportuno preguntar qué habría hecho Pablo
en las comunidades en las que se detuvo por algún tiem-
po (según Hch 18,11, él permaneció un año y medio en
Corinto con ocasión de la fundación de la comunidad),
lo que habría enseñado, cómo habría celebrado con los
hermanos la fe que profesaban en común, etc. Además
de eso, los himnos que se encuentran en las cartas de
Pablo (tanto en las auténticas como en las deutero-
paulinas) encajan perfectamente en el conjunto de las
cartas, que es lícito preguntar si no fueron escritas por
el mismo Pablo o por lo menos con su colaboración.
¿Tendría él dotes poéticos? Probablemente sí.
7. Condición social de Pablo
Los Hechos de los Apóstoles lo presentan como una
persona de clase media. La ciudadanía romana y la po-
sibilidad de formarse en la escuela de Gamaliel apunta
a una persona que debe haber nacido en una familia
25
que tenía algunos recursos económicos. No se sabe si,
cuando fue a Jerusalén a estudiar, lo hizo con toda la
familia. Los Hechos afirman que más tarde, cuando
estuvo preso en esa ciudad, tenía una hermana y un
sobrino que vivían allí (Hch 23,16).
Según los Hechos de los Apóstoles (Hch 18, 3), Pa-
blo aprendió y ejerció la profesión de fabricante de
tiendas. En Corinto trabajó con el matrimonio Aquila
y Priscila. Los motivos de esa sociedad parecen obvios,
pero se puede sospechar que Pablo, en esa ocasión, no
tuviera recursos suficientes para comprar o rentar un
espacio para sus actividades profesionales. Más tarde, al
escribir a los corintios, afirma que no tiene morada fija
(ICo 4,11).
Sin embargo, una cosa es cierta: Pablo no adopta el
modo de ser de la cultura griega, que consideraba el
trabajo manual como cosa de esclavos. Por el contrario,
siguió el ejemplo de su profesor Gamaliel. En efecto,
también los grandes y célebres maestros de Israel solían
trabajar con las propias manos. En ese punto Pablo y
los Hechos de los Apóstoles están de acuerdo (Hch 18,
1-3; 20, 34; lTs 2, 9; 4, 11; ICo 4, 12). En la cultura
judía, de un modo general, no hay ninguna prevención
contra el trabajador ni contra el trabajo. Incluso los
ricos tenían que trabajar. Son célebres las sentencias
de los libros sapienciales contra el perezoso y el indo-
lente. Esos proverbios, nacidos a lo largo de los siglos,
sedimentan la experiencia secular de Israel en relación
con el trabajo. Pablo no encontró las dificultades para
aprender (tal vez como su padre) la profesión de la cuál
26
sacaría luego el propio sustento. No debió ser flojo
ante las dificultades de la vida del trabajador.
Muy diferente era la visión de esa cuestión en la
cultura griega de esa época. Para las élites, abastecidas
de bienes y culturalmente favorecidas, el único trabajo
que dignificaba al ser humano era el intelectual. Para
muchos, el no tener que trabajar era señal de realiza-
ción personal y de proyección social. Pero ninguno se
preguntaba cómo se mantenían esas élites. Y nosotros
sabemos que, detrás de cualquier privilegio de las éli-
tes, siempre hay un grupo de gente menos favorecida
que, gracias a su trabajo, sostenía a la élite. Imaginemos
la casa de un noble en los tiempos de Pablo. Funcio-
naba gracias a una cuadrilla de servidores domésticos
(y también rurales) que lo daban todo de sí a cambio
de un lugar para dormir y un plato de comida. Imagi-
nemos ahora cómo sería el trabajo misionero de Pablo,
si hubiere usado esos patrones de comportamiento en
sus viajes de evangelización. Ciertamente lo acompa-
ñarían esclavos prontos a sostenerlo en todo. Entonces
¿cómo anunciaría la primacía de la libertad (Ga 5,1) si
era servido por aquellos que, en la práctica, mantenía
como esclavos?
Como se movía en un contexto de cultura griega,
Pablo "perdió" nivel social, al igualarse en su trabajo ma-
nual a los esclavos, que constituían hasta los dos tercios
de la población en ciertas metrópolis del Imperio Ro-
mano. Su nivel social es el de los trabajadores pobres,
aunque pudiera hacer valer sus derechos de apóstol y de
fundador de comunidades (ICo 9,1-18; 2Co 11,7-12).
27
8. Estado civil
Normalmente se afirma que Pablo era soltero. Sin
embargo, vale la pena mirar de cerca esa cuestión. En
primer lugar, es necesario tener presente que, sin duda
alguna, su conversión tuvo lugar después de los treinta
años de edad. Además de eso, se debe recordar un prin-
cipio bastante común entre los judíos de ese tiempo, es
decir, que los jóvenes normalmente se casaban pronto.
Se dijo pronto que esa decisión no debía sobrepasar los
dieciocho años. El Antiguo Testamento desconoce a lo
que corresponde hoy el celibato sacerdotal. ¿Por qué?
La razón es muy sencilla, y valía tanto para los mucha-
chos como para las jovencitas.
El pueblo de Dios del Antiguo Testamento de-
pendía de una raza. Para ser plenamente miembro de
fsraei era necesario tener sangre judía. Ese principio
conduce luego a una conclusión: para que el pueblo
de Dios crezca numéricamente es necesario producir
hijos. Por eso se estimulaba la procreación. El joven
que postergaba su decisión de casarse atraía sobre sí las
sospechas.
Las cartas de Pablo no son decisivas en este punto.
Existe un texto de la Primera Carta a los Corintios de
la cual se podría deducir que Pablo era casado. Al de-
fenderse de los que lo acusan de no ser apóstol, él lla-
ma la atención sobre el modo como Pedro y los otros
apóstoles actúan, es decir, llevan consigo en los viajes a
una mujer (o esposa) cristiana: "¿No tenemos derecho
de llevar con nosotros una mujer cristiana, como los
demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?"
28
(ICo 9,5). Nótese que la expresión griega "mujer cris-
tiana" se puede traducir por esposa cristiana. Con base
en este versículo, algunas personas sostienen que Pablo
podría ser un hombre casado y que habría llevado hasta
la radicalidad de no pensar económicamente sobre las
comunidades por él fundadas.
En esta misma carta, sin embargo, tenemos otra frase
que hace pensar que Pablo era soltero o incluso viudo.
Él afirma: "Digo a los célibes y a las viudas: bien les
está quedarse como yo" (ICo 7, 8). La expresión como
yo da a entender que Pablo no está unido en matrimo-
nio a otra persona. Pero no queda claro si era soltero
o viudo. En todo caso, y por encima de esas hipótesis,
es oportuno recordar que Pablo se comportará como
madre y padre con todos los que, por medio de él, lle-
gan a la fe en Jesucristo (íTs2,7b-12; ICo 4,15; Ga 4,
19; Flm 2, 22; Flm 1,10).
9. Fuentes para conocer a Pablo
La mejor fuente para conocer a Pablo son las cartas
que él escribió, sobre todo las auténticas (de eso se
hablará más adelante). Hay otras fuentes importantes,
como los Hechos de los Apóstoles y todos los estudios
sobre la situación política, social, económica, etc., de
esos lugares y de esa época.
La relación Pablo y Hechos de los Apóstoles es
bastante delicada. Existen estudios que sencillamente
ignoran las informaciones de Lucas y tratan de recons-
truir su vida y acciones sin contar con el libro de los
Hechos de los Apóstoles. ¿Por qué? Ya se dijo antes algo
29
a este respecto. Crece siempre más entre los estudiosos
el convencimiento de que el libro de los Hechos no es
plenamente confiable en las informaciones con respec-
to a Pablo. Lucas no está interesado en los hechos de la
vida de este apóstol. Por el contrario, construye, con la
ayuda de episodios de Pablo, una especie de "Teología
de la historia", y usa los acontecimientos en la forma
como llegaron a sus oídos o en la forma en que él los
interpreta. Además de eso, es importante tener presen-
te que la persona de Pablo no tuvo buena aceptación
por parte de todos los grupos cristianos de la segunda
mitad del primer siglo después de Cristo. El libro de
los Hechos de los Apóstoles, escrito unos quince años
después de la muerte de Pablo, parece que se inserta en
el esfuerzo de personas y grupos por rescatar todo el
trabajo evangelizador de Pablo. En efecto, él aparece, a
partir de la segunda mitad del libro, como el modelo
de evangelizador y como tipo de discípulo capaz de
reproducir, en otros lugares y tiempos, las palabras y las
acciones de Jesús. Ése es, en pocas palabras, el objetivo
de Lucas en relación con Pablo en los Hechos de los
Apóstoles.
Por eso algunos estudiosos de la vida de Pablo pres-
cinden totalmente de las informaciones que Lucas da
en los Hechos de los Apóstoles. Sin embargo, al obrar
así, no se logran completar todos los datos referentes
a Pablo, sobre todo los viajes. ¿Qué hacer, entonces?
Muchos estudiosos siguen un camino de conciliación,
es decir, toman las informaciones de Lucas con cautela,
porque saben que pueden haber sido modificadas por
el autor de los Hechos, que tenía otros proyectos.
30
Los que defienden los Hechos de los Apóstoles como
fuente segura respecto a Pablo citan la posibilidad de
que Lucas haya sido compañero de él a partir del se-
gundo viaje. En efecto, en Hechos de los Apóstoles 16, 10
sucede algo inusitado desde el punto de vista narrativo.
De pronto Lucas deja de narrar los hechos como si fue-
ran algo distante y pasa a relatarlos en primera persona
del plural, como si, a partir de ese momento y lugar,
formara parte del equipo misionero de Pablo: "En cuan-
to tuvo la visión, inmediatamente intentamos pasar a
Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado
para evangelizarlos" (Hch 16,10). De aquí en adelante se
narran los hechos a ratos como si Lucas formara parte
del grupo, a veces como si no perteneciera a él. Algunos
estudiosos afirman que, cuando usa el "nosotros", Lucas
estaría citando un texto que existía anteriormente. En
efecto, al comienzo de su obra afirma que ha investigado
(Le 1,1-4).
Aunque Lucas haya sido compañero de viaje de
Pablo, eso no nos obliga a aceptar sin más ni más los
datos que nos suministran los Hechos de los Apóstoles.
Eso se hace evidente a partir de la confrontación de
las informaciones. En otras palabras, supongamos que
Pablo y Lucas tengan versiones diferentes de un mismo
hecho. Se pregunta entonces: "En ese caso, ¿a quién le
creemos? ¿Quién es fiel a los acontecimientos?". Y la
respuesta parece que es una sola. Cuando tenemos dos
versiones del mismo hecho, es necesario dar crédito a
Pablo y suponer que Lucas tuviera otros motivos para
contar de un modo diferente el mismo hecho. Vamos
a dar dos ejemplos.
31
Comparamos Hechos de los Apóstoles 17, 17 y 18, 5
con ITesalonicenses 3, l-2a. 6a. Lucas afirma: "Mientras
Pablo los esperaba en Atenas, estaba interiormente in-
dignado al ver la ciudad llena de ídolos... Cuando lle-
garon de Macedonia, Silas y Timoteo, Pablo se dedicó
enteramente a la Palabra, dando testimonio ante los
judíos de que el Cristo era Jesús". Sin embargo, Pablo
tiene otra versión: "Por lo cual, no pudiendo soportar
más, decidimos quedarnos solos en Atenas y los envia-
mos a Timoteo... Nos acaba de llegar de ahí Timoteo y
nos ha traído buenas noticias de su fe y su caridad". La
comparación muestra claramente la diferencia. Según
los Hechos de los Apóstoles, Pablo estaba solo en Ate-
nas. Cuando llegan los dos compañeros, Pablo ya está
en Corinto. Según la Primera Carta a los Tesalonicen-
ses, Pablo y Silas se quedan solos en Atenas y Timoteo
va y vuelve solo de Tesalónica. Evidentemente se debe
dar crédito a la versión de Pablo.
El segundo ejemplo parte de 2Corintios 11, 24-25,
donde Pablo afirma: "Cinco veces recibí de los judíos
cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con
varas; una vez apedreado; tres veces naufragué; un día y
una noche pasé en el abismo". Mirando lo que Lucas
dice de Pablo en los Hechos de los Apóstoles, podemos
preguntar: ¿dónde están las referencias a las cinco veces
en que Pablo afirma que fue castigado con los 39 azo-
tes? Lucas ignora completamente los 195 bastonazos
que Pablo recibió. ¿Y dónde hablan los Hechos de las
tres flagelaciones? Lucas se conforma con narrar una
(Hch 16, 22-23), y omite las otras. ¿Por qué? Cierta-
32
mente porque en sus planes, como veremos adelante,
bastaba mostrar una flagelación.
Pablo afirma que ha naufragado tres veces. ¿Dónde
se encuentra eso en los Hechos? En ninguna parte.
Lucas se conforma con narrar el gran naufragio del
cuarto viaje (en el cual tal vez estuvo presente). Pero
no debemos olvidar que, cuando Pablo escribe esas co-
sas, todavía estamos en el tercer viaje.Y, además de eso,
Pablo garantiza que ha pasado 24 horas en Alta Mar.
Nunca lograremos tener noticia de esos graves pro-
blemas que Pablo tuvo que enfrentar. Pero una cosa es
cierta: la vida y la obra de él son mucho más de lo que
sabemos por medio de los Hechos de los Apóstoles (y
también por las cartas, como veremos más adelante).
Los ejemplos podrían continuar. Pero de lo que se
ha dicho se deduce una conclusión clara: Lucas no es
un intérprete fiel de Pablo, en sentido de ofrecer una
visión amplia de todo lo que aconteció en la vida de
este apóstol. A la inversa, puede ser verdad que Pablo
es, para Lucas, la figura ideal para representar el camino
del discípulo en la historia, camino hecho de testimo-
nios en medio de los conflictos. En su evangelio, Lucas
mostró el camino de Jesús; en los Hechos de los Após-
toles muestra, en la persona de Pablo, el camino del
discípulo, que no es diferente del camino del Maestro.
Para presentar eso, Lucas se sirve de algunos (no todos)
los hechos significativos en la vida de Pablo, y los pre-
senta a su modo y según su visión.
33
2.
LA CONVERSIÓN
La conversión de Pablo merece algunas considera-
ciones. Los Hechos de los Apóstoles (8, 1) y las cartas
lo muestran como aquel que persiguió a los cristianos
(Flp 3, 6; ICo 15, 9). Se calcula que el año 35 sea el
más indicado para fijar la fecha de ese acontecimiento
importante. De él los Hechos de los Apóstoles hablan
abundantemente y relatan el mismo episodio en tres
ocasiones diferentes (Hch 9, 1-25; 22, 1-21; 26, 1-23).
En la visión de Lucas, ese hecho es de una importancia
capitaJ.
¿Por qué existen tres relatos de la conversión de
Pablo en los Hechos? La respuesta no parece sencilla,
sobre todo si tenemos en cuenta que los relatos no
son exactamente iguales. De un modo general, las tres
narraciones se complementan y se justifican. La pri-
mera (Hch 9, 1-25) se inserta en el contexto del mar-
tirio de Esteban y de otras conversiones. Encaja entre
la conversión del eunuco etíope (Hch 8, 26-40) y la de
Cornelio (para no decir de Pedro y de los cristianos
de Jerusalén, Hch 10, 1; 11, 18). El segundo relato se
justifica porque el anuncio se hace a los judíos (Hch 22,
1-21) y el tercero es pronunciado ante las autoridades
políticas (judíos y no-judíos, Hch 26, 1-23).
34
En el plan de Lucas los tres relatos de la conversión
de Pablo serían una especie de proclamación universal:
a los cristianos, a los judíos y a los no-judíos. N o ol-
videmos un detalle: Lucas escribe esas cosas unos cin-
cuenta años después de que han sucedido (los Hechos
aparecieron después del año 80),y Pablo ya es contado,
desde hace cerca de quince años, entre los mártires y
los campeones de la fe cristiana. Por consiguiente no
se deben tomar los acontecimientos narrados en los
Hechos como sucesos escuetos, sino como interpreta-
ciones o como relecturas hechas a la luz de la fe.
Hablando rigurosamente no se podía hablar de la
conversión de Pablo en el sentido que el Antiguo Tes-
tamento le da a esa palabra. En efecto, sobre todo en
los profetas, ese término significa "retornar", "volver
atrás". Ahora bien, eso supone que la persona que se
convierte vueJve al estadio anterior, del cual se había
desviado. Eso no se puede aplicar a Pablo, pues era un
fariseo fervoroso. El Nuevo Testamento, por su parte,
tradujo el "retornar" de los profetas como metanoia, es
decir, cambio de mentalidad y de visión. En ese senti-
do se puede hablar de conversión aplicado a Pablo. Él
sigue siendo un monoteísta convencido, pero ve y ex-
perimenta todas las relaciones bajo un ángulo nuevo.
Pablo habla de su conversión, pero no exactamente
en los términos usados por Lucas. Habla de Damasco
sin referirse a lo que pueda haber sucedido cuando se
dirigía allá. Los textos más significativos con respecto a
su conversión se encuentran en Gálatas 1, 21-24 y en
Filipenses 3, 4b-5. Los Hechos hablan de la conversión
de Pablo como un momento histórico e irrepetible en la
35
vida, a partir del cual todo cambió (el episodio del' ca-
mino de Damasco").Y la fantasía y la iconografía pos-
teriores acuñaron incluso la expresión "caer del caballo
como sinónimo de conversión. Vista desde ese ángulo,
la conversión de Pablo evidencia casi exclusivamente la
acción de Dios y se reviste de un cierto carácter sagrado,
y transforma ese hecho en algo prácticamente irrepeti-
ble en la vida de los mortales comunes.
El hecho de que Pablo no se refiere a la propia con-
versión en los términos en que Lucas la presenta, hace
pensar. ¿En realidad fue así? Sin descartar la posibilidad
de que realmente haya acontecido algo importante en
el "camino de Damasco", vamos a intentar ver la con-
versión de Pablo con otros enfoques.
1. Un proceso demorado
En lugar de pensar en la conversión de Pablo como
en un acontecimiento único e irrepetible en la vida,
vamos a tratar de verla como un proceso lento, resul-
tado de una nueva visión y experiencia de Dios, de las
personas, del mundo y de las cosas. En efecto, Pablo no
se convierte, como por ejemplo los cristianos deTesa-
lónica y de Corinto, de los ídolos mudos al Dios vivo
y verdadero (ÍTs 1,9; 2Co 12,2), sino que se convierte
de un modo de ver a Dios, a las personas y a las cosas.
Esa visión antigua era determinada por la formación
farisaica de Pablo. Ella comandaba todas las relaciones:
con Dios, con las personas, el mundo y las cosas. La
quiebra de la columna vertebral de la ideología farisai-
ca parece que es la gran conversión de Pablo.
36
2. Conversión del fariseo irreprensible:
nueva experiencia de Dios
Pablo confiesa que ha sido fariseo (Flp 3, 5).Ya he-
mos hablado de este tema y de la característica más
importante del fariseísmo, es decir, su apego escrupu-
loso a la ley escrita y también a la oral. El título más
ambicionado por un fariseo era la irreprochabilidad.Y
Pablo garantiza que las personas lo conocían así: "En
cuanto a la justicia de la ley, intachable" (Flp 3, 6b). Allí
se entiende por qué esas personas se consideraban "se-
paradas": por causa de la escrupulosa práctica de todos
los detalles de la ley escrita y oral. Esa irreprochabilidad
llenaba a los fariseos de orgullo y los llevaba a des-
preciar al pueblo. Es lo que se puede ver en un texto
del evangelio de Juan en donde los fariseos llaman al
pueblo sencillo "maldito" (Jn 7, 49). ¿Por qué el pue-
blo es maldito en la perspectiva de los fariseos? Por no
conocer la ley. Al no conocerla, tampoco la practica. Al
no practicarla, el pueblo atrasa la venida del Mesías. En
efecto, un fariseo pensaba más o menos así: "Cuando
todos fueran como nosotros, que practican irreprensi-
bles la ley, entonces el Mesías vendrá".
A pesar de toda la buena voluntad, esa lógica farisai-
ca tenía consecuencias terribles en todas las dimensio-
nes, pues ponía a Dios al servicio de los propios gustos,
despreciaba al pueblo pobre y analfabeto y alimentaba
el odio racial. De esas tres cosas subrayamos tan sólo
la primera. En el evangelio de Lucas hay una parábola
del fariseo y del publicano (Le 18, 9-14). Ella ilustra
muy bien lo que estamos profundizando. El fariseo no
37
deja espacio para la gracia y la gratuidad, proclama ante
Dios sus acciones y sus obras de justicia y trata a los
pecadores con "religioso desprecio". El judío irrepren-
sible está lleno de sí, es autosuficiente y no queda más
que esperar que Dios haga su parte, recompensándo-
lo y bendiciéndolo. El fariseo cree que puede, con su
irreprochabilidad, obligar a Dios a ser bueno para con
él. Es lo que espera el personaje arrogante de la pará-
bola de Lucas.
Pablo llegó a ser llamado fariseo irreprochable. Al-
canzó el nivel insuperable de la imperfección. Basta
mantener ese estado, y Dios ciertamente deberá venir
a su encuentro, ser benévolo con él, etc. En la lógica
del fariseo, Dios solamente se mueve después de que
la persona ha alcanzado la irreprensibilidad. Cuando
todos hayan llegado a ese "estacionamiento", entonces
Dios despertará de su santa indiferencia y enviará al
Mesías. La venida del Mesías, por consiguiente, no es
obra del amor de Dios, sino el resultado de la justicia
humana. Entonces la imagen es estática. Basta cumplir
todos los detalles de la ley, ser irreprochable y esperar.
El amor de las personas para con Dios vendría en pri-
mer lugar, traducido en una práctica escrupulosa de
los preceptos. Y el amor de Dios para con el pueblo
vendría en segundo lugar, sería como comandado a
control remoto. Por consiguiente, Dios puede ser ma-
nipulado de acuerdo con mi justicia. Practico el bien y
Dios tiene que ayudarme.
Hay textos en las cartas de Pablo que muestran
cómo fue quebrada esa espina dorsal del fariseísmo.
El primero es éste: "La vida que vivo al presente en la
38
carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y
se entregó así mismo por mí" (Ga 2,20b). Pablo cierta-
mente está hablando en nombre de toda la humanidad.
Ella no merecía que Dios viniera. Pero el amor de Dios
y de Jesús se anticipó, y por amar primero e incondi-
cionalmente, Jesús se entregó por la humanidad. N o es
el amor del ser humano el que viene antes, sino el de
Dios, manifestado en Jesús. El amor humano siempre es
respuesta al amor primero de Dios. Otro texto, que va
en esta dirección, está en Romanos 5, 8: "La prueba de
que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros toda-
vía pecadores, murió por nosotros". Por consiguiente,
no fue la perfección de los fariseos y de la humanidad
la que provocó la venida del Mesías. Por el contrario,
cuando la humanidad menos merecía y esperaba, allí el
amor de Cristo manifestó toda su fuerza.
El texto de Filipenses 3, 7-14 merece ser recordado,
pues habla de "pérdida" y de "ganancia", de "antes" y
"después". Muestra el fixismo de la religión del fariseo
irreprochable que es superado por el dinamismo en
la nueva realidad creada en Cristo. Pablo ya no es un
hombre "estacionado" que espera que Jesús pase, sino
que es un atleta que corre para ver si alcanza a aquel
que lo alcanzó primero en su amor gratuito. Como fa-
riseo, pensaba obligar a Dios a hacer algo. Como cris-
tiano, se siente obligado a correr para alcanzar a Cristo
que lo precede. El amor de Pablo, ahora, es respuesta,
es el amor que responde al amor primero.
Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una
pérdida a causa de Cristo.Y más aún:juzgo que todo
es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de
39
Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las co-
sas y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser
hallado en El no con la justicia mía, la que viene de
la ley, sino la que viene por la fe en Cristo, la justicia
que viene de Dios, apoyada en la fe, conocerlo a El,
el poder de su resurrección y la comunión en sus
padecimientos hasta hacerme semejante a El en su
muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre
los muertos. No que lo tenga ya conseguido o que
sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si
consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcan-
zado por Cristo Jesús.Yo, hermanos, no creo haberlo
alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que
dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, co-
rriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que
Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús (Flp 3,
7-14).
Resumiendo este aspecto, podemos afirmar que la
experiencia de Jesucristo, "que me amó y se entregó
por mí... cuando todavía éramos pecadores", fue fun-
damental para la conversión de Pablo. Dios no ha cam-
biado. Siguió siendo el mismo Dios en el cual él, sus
padres, Gamaliel y todo el pueblo judío siempre creye-
ron. Lo que cambió fue la visión de Pablo con respecto
a Dios, marcada por la experiencia única de Jesucristo,
que ama y da la vida por pura gracia.
Vista bajo este aspecto, la conversión de Pablo tiene
sabor a proceso lento, de maduración constante. Eso no
sucede de un día para otro, a no ser que haya habido una
intervención maravillosa y espectacular de su gracia.
40
3. Conversión de fariseo irreprensible:
visión nueva de las personas
Para un judío de ese tiempo, sobre todo para un
fariseo, la cuestión de la raza era extremadamente im-
portante. Se sabe que los judíos dividían el mundo
en dos grupos desiguales: ellos por un lado y, por el
otro, todos los demás, los paganos o gentiles, llamados
también a veces "griegos". A pesar de los intentos de
aproximación, como el trabajo hecho entre los paganos
que simpatizaban con la religión de los judíos, el muro
de separación quedaba en pie (ver en oposición, E/2,
11-22). Se sabe que los judíos tradicionales cultivaban
un desprecio histórico para los no-circuncidados, lla-
mados muchas veces "perros" (en la cultura judía, el
cachorro ocupaba uno de los primeros lugares en la
clasificación de los animales impuros). Los no-judíos
que se sentían ofendidos con eso, también respondían
a la ofensa con un gran desprecio, escupían en el suelo
al pasar junto a un judío.
Evidentemente no siempre las cosas eran tan radi-
cales. Pero no hay que olvidar que, en el episodio ex-
traño y complicado del endemoniado geraseno (Me 5,
1-20), hay referencias fuertes a la dominación romana,
como la del demonio que se llama "Legión" (o más
bien destacamento entrenado del ejército romano) y
la mención de los "cerdos", nombre despreciativo que
los judíos daban a los romanos (el cerdo era, sin duda,
el animal más impuro para los judíos).
La discriminación por causa de raza era, pues, m u y
fuerte. Aunque influyen los esfuerzos de algunos p r o -
41
fetas del Antiguo Testamento, la separación entre judíos
y no-judíos era cosa evidente Y el mismo Dios iba a
terminar enmarcando en los límites de una raza
Además de eso, los judíos de ese tiempo, pero sobre
todo los fariseos, distinguían siempre y nítidamente
entre lo puro y lo impuro (cf Me 7,1-23) La ley de lo
puro y lo impuro ponía límites claros y definidos en
relaciones con los paganos Y Pablo había sido fariseo,
tenía conciencia y conocimiento de todas esas cosas y,
ciertamente, vivió en primera persona la tensión que
derivaba de la discriminación racial
En realidad, si Pablo como cristiano hubiera con-
servado sus principios farisaicos, no habría podido salir
de casa, tal era el peligro que lo amenazaba constante-
mente de contaminación con los no-judíos impuros
U n detalle puede ayudar a poner esto en claro En
Mateo 9, 10-13, Jesús come con los cobradores de im-
puestos y pecadores, y es criticado por los fariseos Los
fariseos cuestionaban esto y sostenían que solamente
podían sentarse a la mesa con personas comprobada-
mente "puras" y conformes con las reglas de pureza
legal ¿Por qué?
Parece que la razón era muy sencilla si
una persona "impura" se sienta a la mesa, todo lo que
ella toca (cosas y alimentos) se vuelve ritualmente im-
puro Ponerse a la mesa con un pagano, por consiguien-
te, con certeza absoluta producía contaminación
El contacto de Pablo con realidades diferentes le
abrió lo ojos y quebró la espina dorsal de la discrimi-
nación por causa de la raza Descubrió que Dios no es
el Dios de una sola raza, sino el creador de toda la hu-
manidad (y Salvador de todos en Jesucristo) Percibió
42
que el bien estaba presente incluso en aquellos en los
cuales sentía indiferencia, desprecio u odio
U n detalle de su vida puede ayudar a poner esto
en claro Cuando se detuvo entre los gálatas (tal vez
durante el segundo viaje misionero), pudo sentir cómo
los no-judíos eran capaces de gestos increíbles de soli-
daridad Él mismo lo confiesa
Bien saben que una enfermedad me dio ocasión para
evangelizarlos por primera vez, no obstante la prueba
que suponía para ustedes mi cuerpo, no me mostraron
desprecio ni repulsa, sino que me recibieron como a
un ángel de Dios como a Cristo Jesús ¿Dónde es-
tán ahora los parabienes que les daba' Pues yo mismo
puedo atestiguarles que se hubieran arrancado los ojos,
de haber sido posible, para dármelos (Ga 4,13-15)
Recordemos tan sólo un detalle los gálatas no eran
judíos, sino paganos A pesar de eso acogieron a Pablo
con mucho cariño Cuidaron de él en la enfermedad y
estaban dispuestos a perder los propios ojos para que Pa-
blo recuperara la salud (Tal vez él había tenido alguna
enfermedad en los ojos) Para un fariseo eso sonaba co-
mo una ofensa ¿Cómo aceptar órganos de un cuerpo
"impuro" (los ojos de un pagano)7
Sin embargo, Pablo
ve en eso un gesto grandioso de esa solidaridad que
vence todos los prejuicios que nacen de la raza y la cultu-
ra Los gálatas estaban dispuestos a perder la visión para
que Pablo pudiera ver Y eso venía de personas que un
fariseo normalmente despreciaba o incluso odiaba
Con Pablo, entonces, tuvo que haber sucedido lo
que de algún modo parecido aconteció en el encuentro
43
de Jesús con el jefe militar de Cafarnaún, un pagano lle-
no de sensibilidad y respeto por el otro {Le 7,1-10). El
relato de Lucas, más rico en detalles que el de Mateo 8,
5-13, muestra la sensibilidad del pagano en relación con
la religión de losjudíos.Tal vez pensando queJesús fuera
un judío tradicional, el centurión no quería someterlo
al suplicio de volverse impuro entrando en la casa de un
pagano.Y da muestras de una fe sin igual, haciendo que
Jesús exclame: "Les digo que ni en Israel he encontrado
una fe tan grande" {Le 7, 9b).
El contacto de Pablo con otras razas y culturas derro-
tó su yo arrogante de fariseo autosuficiente y lo abrió
para declaraciones importantes, como la de Gálatas 3,
28, en la que proclama que en Cristo han sido abolidas
las diferencias derivadas de la raza (cf. ICo 12,13). Este
tema se convirtió en motor para toda la acción evange-
lizadora de Pablo. Sus viajes misioneros no habrían sido
realizados si no hubiera quebrantado esa visión clasista
y discriminadora del fariseísmo. Los otros, por consi-
guiente, no son enemigos, sino hermanos.
En ese sentido es bueno recordar que, en el primer
relato de su conversión {Hch 9,1-25) Jesús se identifica
fácilmente con aquellas personas que Saulo odia, persi-
gue y mata. Jesús no le dice: "¿Por qué usted persigue
a los cristianos?", o algo parecido, sino que la pregunta
es mas incisiva: "¿Por qué me persigues?" {Hch 9,4). El,
en realidad, estaba persiguiendo a los cristianos, pero
Jesús se identifica fácilmente con ellos: perseguirlos a
ellos es perseguir a Jesús.
Como fariseo, Pablo odiaba a los cristianos y cier-
tamente despreciaba a los no-judíos. Pero aquellos a
44
quienes odiaba le mostraron el camino de la vida. Lo
mismo puede valer para nosotros. Debemos tener mu-
cho cuidado con el desprecio, la indiferencia o inclu-
so el odio hacia las minorías, aquellos sectores socia-
les que a veces consideramos perdidos. Jesús nos está
provocando y convocando a partir de ellos: "¿Por qué
usted me persigue?". En ese episodio también, Ananías,
jefe de los perseguidos, odiados y buscados para ser
apresados, castigados y llevados a la muerte, a Saulo lo
llama "hermano" {Hch 9,17; ver también Rm 12, 20 y
Mt 5,44-48). Si los hechos sucedieron exactamente así,
ese título que se da al perseguidor debe haber sido un
océano de agua en el fuego auto-suficiente de ese per-
seguidor. Aquel a quien persigo y quiero ver muerto
me llama "hermano". Más tarde, Pablo usará abundan-
temente esa palabra en sus cartas para caracterizar las
nuevas relaciones entre los miembros de la comunidad
cristiana.
4. Conversión del fariseo irreprensible:
nueva visión de las cosas
Ya vimos que los fariseos hacían una clara distin-
ción entre lo puro y lo impuro. Desde el punto de
vista racial, impuros eran todos los paganos (ver, por
ejemplo, el prejuicio racial de Pedro en Hch 10, 9-17).
Esa distinción existía también en relación con las co-
sas, sobre todo en lo que se refiere a los alimentos. La
cuestión es antigua y está ligada al libro del Levítico
(capítulos 11 a 16). También en ese aspecto si Pablo
hubiera conservado sus principios farisaicos de lo puro
45
y lo impuro durante sus viajes, probablemente se hu-
biera muerto de hambre. En efecto, todos los alimentos
debían pasar por ese "filtro": los puros se debían con-
sumir, al paso que los impuros debían ser rechazados.
Cualquier alimento puro que fuera preparado por una
persona impura, evidentemente se volvía impuro.
Parece que existe en Colosenses 2, 20-23, una cita
del principio farisaico con respecto a las cosas que de-
bían ser consumidas:
Una vez que han muerto con Cristo a los elementos
del mundo, ¿por qué sujetarze, como si aún vivieran
en el mundo, a preceptos como "no tomes","no gus-
tes","no toques", cosas todas destinadas a perecer con
el uso y debidas a preceptos y doctrinas puramente
humanos? Tales cosas tienen una apariencia de sabi-
duría por su piedad afectada, sus mortificaciones y su
rigor con el cuerpo; pero sin valor alguno contra la
insolencia de la carne (Col 2,20-23).
El principio parece claro: "No tomes, no gustes, no
toques". Las cosas, sobre todo los alimentos, son siem-
pre potencialmente peligrosos. Crean siempre una es-
pecie de tabú, una obsesión por los alimentos puros
y eso puede llevar incluso a la paranoia. Pablo fariseo
corrió ese riesgo.Y antes que escribieran los evangelios,
sus cartas ya muestran la ruptura total con esa visión
negativa y pesimista de las cosas. Además del texto ci-
tado arriba (se discute si la Carta a los Colosenses es
de Pablo o no), existen otros pasajes en sus cartas que
confirman la quiebra de la espina dorsal de la ideolo-
gía farisaica en relación con las cosas. He aquí algunos:
46
"Examínenlo todo y quédense con lo bueno" (ÍTs 5,
21). Aunque se refiera directamente a los alimentos,
esa frase muestra cómo Pablo mostró otro principio
orientador para los cristianos. El texto de Colosenses
creaba un tabú, subrayado tres veces por el "no". El
nuevo principio que da Pablo parece que está dentro
de la persona que se relaciona, en la línea de lo que Je-
sús dice en Marcos 7, 14-15. Otro texto importante se
encuentra en Romanos 14, 14a (que repercute en otra
carta deuteropaulina, Tt 1, 15a): "Para los limpios todo
es limpio; mas para los contaminados e incrédulos nada
hay limpio". En la visión de Pablo convertido, todas las
cosas son buenas. Recupera, por consiguiente, lo que
se dijo en el primer capítulo del Génesis, es decir, que
Dios hizo buenas todas las cosas (compárese con ÍTm
4,3-5).
Pablo ciertamente fue adquiriendo esas conviccio-
nes muy pronto, en la confrontación con otras realida-
des y culturas. El mundo y las cosas que en él existen
no son más. Por el contrario. El mundo se convierte
en un conjunto de obras donde se construye el cuerpo
de Cristo (compárese con Efl, 9-10); es, por consi-
guiente, un lugar de evangelización. No se debe tener
miedo. Tenerle miedo es no tener fe ni confianza en
Dios. Igualmente sucede con las cosas: todas buenas y
puras (Rm 14, 20), y los alimentos deben ser tomados
agradeciendo a Aquel que los dio para todos (ÍCo 10,
31; ÍTm 4, 3-5).
47
5. La comunidad de Antioquía de Siria
No siempre se da el debido valor al influjo de esa
comunidad en la "conversión permanente" de Pablo ni
de las consecuencias que de ahí surgieron. Según los He-
chos de los Apóstoles, Pablo realizó en esa comunidad
una especie de "ejercicio" misionero antes de empezar
los viajes al encuentro del mundo y de sus realidades
desafiantes. Pablo hará de esa ciudad (entre las principales
del Imperio Romano) y de la comunidad que hay en
ella, su punto de partida y de llegada para sus viajes, com-
partiendo con sus miembros las alegrías y esperanzas.
El perfil de la comunidad cristiana de Antioquía de
Siria es muy interesante y se separa luego de Jerusalen.
Más aún, esa comunidad es una especie de propuesta
alternativa al encierro reaccionario de algunos grupos
de Jerusalen. En las cartas, Pablo habla tan sólo una vez
de Antioquía de Siria (Ga 2, 11), pero es suficiente para
mostrar la tensión entre dos modos de ver las cosas y
de evangelizar. Dejemos, por consiguiente, que Hechos
de los Apóstoles 11, 19-26 y 13, 1-3 nos orienten en esta
reflexión.
El nacimiento de esa comunidad se dio después de
la persecución de los cristianos en Jerusalen, provocada
por la muerte de Esteban. Parece que Esteban repre-
sentaba el grupo de los seguidores de Jesús de origen
"griego", es decir, no-judío. Al morir su líder, ellos se
dispersan hacia fuera del "territorio sagrado", y se van
para Fenicia, la isla de Chipre y la ciudad de Antio-
quía de Siria. Intentan primero anunciar la palabra a
los judíos, pero luego se dirigen a los paganos, que eran
48
personas que, en general, tenían las mismas raíces y la
misma cultura. En efecto, Lucas subraya que la iniciativa
de predicar a Jesucristo a los griegos parte de personas
que han nacido en Cirene (África) y Chipre. Hay, según
esa indicación, personas de dos continentes, el africano
y el asiático (según los criterios de ese tiempo).
La Iglesia deJerusalen se entera de este hecho y envía
una especie de "visitador", que es Bernabé. Los Hechos
de los Apóstoles no se pronuncian sobre las intenciones
de la comunidad de Jerusalen al enviar a Bernabé a la
comunidad de Antioquía de Siria, pero por lo menos
podemos sospechar que hay desconfianza. Es la primera
comunidad que ha surgido en el extranjero y por inicia-
tiva de no-judíos que dieron su adhesión a Jesús. Berna-
bé debe haber quedado visiblemente impresionado con
lo que vio (más tarde, con la llegada de Pedro, cambia
su actitud, cf. Ga 2, 13). Los Hechos de los Apóstoles lo
elogiaban y dicen que era una persona buena, llena del
Espíritu Santo y de fe.
En esa ocasión, Pablo está en su ciudad,Tarso, y Ber-
nabé lo sabe.Va a buscarlo y lo lleva a Antioquía de Si-
ria, donde viven y trabajan con esa comunidad durante
un año. Ese año de vivencia y de trabajo evangelizador
en la gran ciudad debe haber sido extremadamente fe-
cundo para Pablo y Bernabé. Los dos eran judíos, pero
comenzaron a expresar la propia fe en una comunidad
"internacional" hacia la cual convergían experiencias,
vivencias y elementos culturales diferentes. Eso debe
haber sido de una importancia capital para la fermen-
tación de lo nuevo, a diferencia de lo que acontecía en
Jerusalen, donde los seguidores de Jesús todavía están
49
ligados al templo, a la circuncisión y a la ley, a los ritos
judíos y también a las prescripciones referentes a lo
puro y a lo impuro. En ese sentido la comunidad de
Antioquía de Siria se convirtió en una "alternativa" en
relación con Jerusalén. En ella se respira un aire nue-
vo, al paso que en Jerusalén no. Nunca será demasiado
insistir en las peculiaridades de esa comunidad en la
gran ciudad pagana, fermentadora de lo nuevo y de lo
alternativo.Y Pablo está allí, aprendiendo, trabajando y
compartiendo...
Los Hechos de los Apóstoles afirman que en esa
ciudad y en esa comunidad surge el primer (y defi-
nitivo) intento de identificar a los seguidores de Jesús.
Ellos pasan a llamarse "cristianos". Esa nueva identidad
muestra que los seguidores de Jesús no son un apéndi-
ce del judaismo. Nacieron de él, sí, pero ahora tienen
identidad propia: son cristianos. Ese paso gigantesco se
dio en una comunidad "internacional", en la cual unas
personas de realidades y culturas diferentes encuentran
para sí un denominador común, generador de identi-
dad: son cristianos. Parece que la conversión perma-
nente de Pablo tiene mucho que ver con esa realidad.
¿Sería él el gran animador de todo eso, o estaría en la
comunidad más como aprendiz? No se sabe. Parece
que tiene tanto qué aprender como qué enseñar o, tal
vez haya aprendido más de lo que enseñó.
Esa comunidad multicultural y multirracial (Hch 13,
1) produjo efectos impensables. Si no fuese por ella,
el cristianismo, dejado únicamente a las iniciativas de
la comunidad de Jerusalén, tal vez hubiera muerto o
hubiera permanecido como apéndice del judaismo.
50
Gracias a ella, sin embargo, y a su visión del mundo
como lugar donde construir el cuerpo de Cristo, el
cristianismo no tiene ya fronteras geográficas, ni cultu-
rales ni raciales.
Los Hechos de los Apóstoles dicen que en la comu-
nidad de Antioquía de Siria había "profetas y maestros"
(Hch 13, 1). Precisamente mediante uno de esos "pro-
fetas" el Espíritu Santo habla "sepárenme a Bernabé y a
Saulo para la obra a la que los he llamado" (Hch 13,2b).
Esa llamada del Espíritu no es una cosa mágica, pues
Él siempre obra en la historia mediante las personas.
En Antioquía de Siria nace la misión. Y Pablo esta-
rá comprometido en primera persona y permanecerá
para siempre ligado a esa comunidad.
6. Tratando de fijar fechas para los
acontecimientos
No es fácil fijar fechas para los acontecimientos de
la vida de Pablo.Todos los esfuerzos producen siempre
resultados aproximados. De todos modos, vamos a in-
tentar fijar algunas fechas.
Alrededor del año 5: nacimiento en Tarso.
Alrededor del año 11: comienza a frecuentar la escue-
la sinagogal.
Alrededor del año 20: se traslada a Jerusalén, para for-
marse como rabino bajo los cuidados de Gama-
liel.
Alrededor del año 35: la "conversión".
51
Hasta el año 37, aproximadamente: Arabia, Damasco
y viaje rápido ajerusalén (Ga 1,17-18).
Hasta el año 44 y 45: algunos años en Tarso, su tierra.
Año 45 aproximadamente: estadía en Antioquía de
Siria.
Años 46 a 48: primer viaje.
Año 49: en Jerusalén (Hch 15,1-35).
Años 49 a 52: segundo viaje.
Años 53 a 57/58: tercer viaje.
Años 59 a 62: cuarto viaje.
Año 68: muerte, en Roma.
La fecha de la "conversión" se basa en el hecho de
que el denominado "Concilio de Jerusalén" (Hch 15,1-
35), había sucedido en el año 49. En Calatas 2,1 Pablo
afirma que participó en ese evento y que eso sucedió
14 años después de su "conversión", por consiguiente,
alrededor del año 35. Las dificultades en cuanto a la
exactitud de las fechas son muchas, pues no siempre,
cuando se habla de años, se trata de años completos.
En ciertos casos seis meses se cuentan como un año.
No debe pasar desapercibido el tiempo largo en que
Pablo permaneció en Tarso (seis a siete años). ¿Qué
habrá hecho? ¿Sería en esa época cuando fundó la co-
munidad de Galacia? (Cf. Ga 4, 13). ¿Por qué Lucas,
en los Hechos de los Apóstoles, no menciona la estadía
de Pablo en esa región? Por otra parte, el autor de los
Hechos de los Apóstoles da poco valor a Galacia, sin
que sepamos las razones que lo llevaron a eso.
52
3.
EVANGELIZADOS. ITINERANTE: VIAJES Y
FUNDACIÓN DE COMUNIDADES
"Hizo viajes frecuentes" (2Co 11,26). Eso es lo que
Pablo afirma alrededor del año 55, cuando escribe a
los corintios, cerca de los diez años después de haberse
convertido en misionero itinerante y fundador de co-
munidades. Pero, según san Lucas, los viajes de Pablo
todavía no terminaban. Serían necesarios todavía cerca
de siete años para que los Hechos de los Apóstoles den
por terminada la narración de esos viajes. Sin embargo,
el final de los Hechos no es necesariamente el final de
los viajes de ese evangelizador, pues desde Roma te-
nía la intención de ir a España.Y, según las "pastorales"
(cartas a Timoteo y Tito), debe haber vuelto a Asia.
Cuando afirmó que había hecho muchos viajes tal vez
tenía ante sí un camino igual al ya recorrido. Es inútil,
por consiguiente, saber con exactitud cuántos fueron
los viajes de Pablo a lo largo de más de veinte años,
desde que comenzó hasta la muerte, alrededor del año
68. Una pérdida aún mayor de tiempo es querer con-
tabilizar el kilometraje de sus viajes, por más piadoso
que eso pueda parecer.
Pablo no viaja ni trabaja solo. Ciertamente sus viajes
eran planeados y preparados con esmero. Sin embargo
no siempre los planes daban certeza y muchas veces
había que cambiarlos (2Co 1,15-2,1).
53
Por mar iba en barco Bastaba tener dinero, coraje y
encontrar el barco que viajara en la dirección deseada
Por tierra iba a pie, siguiendo las grandes carreteras
que el Imperio Romano había construido para unir
las grandes ciudades Estaba más seguro, pero no total-
mente Tal vez ese hecho le había inspirado su estrategia
misionera, es decir, llegar a los grandes centros urbanos,
fundar allí un núcleo cristiano, darle una formación
básica y un poco de organización, confiando que ese
núcleo, por su parte, se propagaría por vanas ciudades,
en las periferias y en las pequeñas ciudades de los alre-
dedores Pablo se irrita con los corintios cuando éstos,
por riñas internas, retrasan ese proceso de evangeliza-
clon en forma de trampa (cf 2Co 10,15-16)
Las grandes carreteras del Imperio Romano habían
sido destruidas con fines militares (desplazamiento del
ejército romano que ocupaba esas regiones), comercia-
les (transporte de los bienes producidos) y de comu-
nicación (correos) El Imperio Romano disponía de
un sistema de comunicación interesante Para hacer
llegar rápidamente las noticias, cada treinta kilómetros,
había sitios para el cambio de caballos y de personas
Pablo y sus compañeros sabían eso y aprovechaban esa
estructura para viajar Es decir, normalmente viajaban
30 kilómetros por día, pernoctando en estos sitios de
cambio de correos Sin embargo, las cosas no eran tan
sencillas Había peligros y gastos enormes De los pe-
ligros Pablo habla bastante en un trozo de 2Conntws
l l , 2 6 b - 2 8
Sufrí peligros de ríos, peligros de salteadores, peli-
gros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peli-
54
gros en ciudad, peligros en despoblado, peligros por
mar, peligros entre falsos hermanos, trabajo y fatiga,
noches sin dormir, muchas veces hambre y sed, mu-
chos días sin comer, frío y desnudez Y aparte de
otras cosas, mi responsabilidad diaria la preocupa-
ción por todas las Iglesias
En esa serie de peligros a lo largo de los viajes algu-
nos detalles llaman la atención Además de los peligros
en los ríos y en el mar, de los cuales Lucas nada habla
en los Hechos de los Apóstoles, es oportuno recordar
las noches sin dormir (¿por cuál motivo'), el hambre,
la sed y los ayunos forzados (¿estarían sin dinero para
comprar comida7
), con frío y sin hospedaje (¿habrían
sido asaltados en el viaje7
) En los pasos peligrosos de
esas carreteras se ocultaban ladrones que despojaban de
todo a los viajeros, hasta de la ropa para cubrir el cuer-
po ¿Habrá sucedido eso con Pablo y sus compañeros7
Pablo asegura que, por donde anduvo (ríos, ciudades,
desierto, mar) encontró peligros Esos venían de varios
grupos ladrones, judíos y paganos
¿Con qué recursos viajaba Pablo7
Los Hechos de
los Apóstoles y las cartas de Pablo concuerdan en que
el dinero para los gastos venía tanto del trabajo perso-
nal como de la colaboración de las comunidades En
Hechos de los Apóstoles 18,3 se dice que él era fabricante
de tiendas, en Hechos de los Apóstoles 20, 34-35 hay un
texto importante "Ustedes saben que estas manos pro-
veyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros
En todo les he enseñado que es así, trabajando, como
se debe socorrer a los débiles y que hay que tener pre-
sentes las palabras del Señor Jesús, que dijo 'Mayor fe-
55
licidad hay en dar que en recibir'". Esta afirmación
concuerda con varios textos de Pablo, entre los cuales
están ITesalinicenses 2,9 y ICorintios 4,11-12, que aña-
den los detalles del hambre, la sed, los malos tratos y la
dirección desconocida.
Viaja también con la ayuda de las comunidades. Al
escribir a los corintios y al hacer planes, piensa pasar
con ellos el invierno y recibir ayuda para proseguir su
viaje (ICo 16, 6). Luego pide a la comunidad que su-
ministre lo necesario para que Timoteo pueda prose-
guir su viaje (ICo 16, 11). Cuando entre los corintios,
Pablo pasó necesidad, las comunidades de Macedonia
(tal vez de Filipos) lo socorrieron (2Co 11,9). Al escri-
bir a los romanos, planea ir a España y prepara el ánimo
a los cristianos de esa ciudad para que le ayuden en ese
nuevo frente de evangelización (2Co 15, 24). Parece
que Febe, diaconisa de la comunidad de Cencreas, fue-
ra la portadora de la Carta a los Romanos y también
la organizadora de ese viaje a la Península Ibérica. En
efecto, Pablo dice: "Recíbanla en el Señor de una ma-
nera digna de los santos y asístanla en cualquier cosa
que necesite de ustedes, pues ella ha sido protectora de
muchos, incluso de mí mismo" (Rm 16, 2).
Esos datos no se pueden olvidar cuando pretende-
mos estudiar los viajes de Pablo. Al hacerlo, sin em-
bargo, debemos servirnos de las informaciones de los
Hechos de los Apóstoles. Lucas relata cuatro viajes de
Pablo. Pero, como se dijo anteriormente, es necesario
tomar con cautela sus datos a este respecto, pues él no
pretende ofrecer todos los detalles de los viajes. Estando
así las cosas, vamos a ver cómo los Hechos presentan
56
a Pablo itinerante y fundador de comunidades. Parece
que Lucas, al hacer eso, escogió algunos episodios in-
teresantes y omite otros. Es posible descubrir algunos
temas o hechos comunes en los cuatro viajes. Subra-
yamos cuatro: es una realidad nueva provocada por el
anuncio del Evangelio (normalmente un caso de magia
o superstición), un pronunciamiento de Pablo (discur-
so), un milagro, una tribulación. Además de eso, se tiene
la impresión de que cada viaje tiene una característica,
que desarrollaremos a continuación.
1. Primer viaje (años 46-48): Hch 13 y 14
El primer viaje comienza y termina en Antioquía
de Siria. Se hace por mar y por tierra. Juan (Marcos)
acompaña a Bernabé y a Pablo. Al principio parece que
Bernabé es el jefe del equipo evangelizador (es citado
antes de Pablo), pero después Pablo dirige las acciones
(pasa a ser citado antes de Bernabé).
Como vimos, en la comunidad de Antioquía de Si-
ria había cristianos nacidos en Chipre (Hch 11,20). Pa-
rece que el influjo de esas personas, además del hecho
que el mismo Bernabé es natural de esa isla (Hch 4, 36),
haya determinado el rumbo a seguir. Algunos hechos
importantes parece que subrayan una de las preocu-
paciones de Lucas, por ejemplo el episodio del mago
Elimas en la isla de Chipre. Con ese hecho, se quiere
mostrar que la Palabra de Dios va venciendo la magia
y, más adelante, también las idolatrías (Hch 14, 1-18).
Es el Evangelio que penetra en las culturas. Este tema
reaparecerá, con otro ropaje, en los otros viajes.
57
Juan (Marcos) se separa del grupo y vuelve a Jerusa-
lén (Hch 13, 13b). Será, al comienzo del segundo viaje,
el motivo más importante para que Pablo y Bernabé
sigan caminos propios.
Lucas muestra a Pablo que pronuncia un discurso en
la sinagoga de Antioquía de Pisidia. Es una muestra de
cómo él ve a Pablo que anuncia a Jesús a los judíos. (En
el segundo viaje, lo mostrará cuando habla de Jesús a
los intelectuales de Atenas; en el tercero, será presentado
cuando enseña por largo tiempo en la escuela de Tira-
no, además del discurso de despedida a los cristianos
de Éfeso; en el cuarto hay varios pronunciamientos de
Pablo). La predicación de Pablo en esa ciudad parece
una síntesis de su anuncio fundamental.Y el centro de
ese anuncio es la persona de Jesús, eje de la historia del
pueblo de Dios. El comienzo del discurso apunta hacia
Jesús, que ocupa el centro. Pablo abrevia los hechos para
concentrarse en Jesús. La finalidad del discurso es un
llamamiento a aceptar esa gran novedad. Lucas muestra
que Pablo está bien entrenado con los textos bíblicos y
demuestra, con el Antiguo Testamento, que Jesucristo es
la realización de las promesas de Dios y de las expecta-
tivas del pueblo.
Una característica del primer viaje (que reaparecerá
también en otros) es el rechazo del Evangelio por parte
de los judíos y la aceptación por parte de los paganos.
Los judíos reaccionan con violencia a la predicación
de Pablo, y lo persiguen de ciudad en ciudad; los pa-
ganos reaccionan con alegría y adhesión, y comien-
za a formar las comunidades cristianas. Iconio, Listra,
Derbe completa la ida del primer viaje y son centros
59
urbanos de donde partirá el testimonio cristiano. Lucas
quiere incluir aquí un milagro de Pablo en Listra (Hch
14, 8-10), y conservará esa característica también para
los otros (un milagro en cada viaje). Con la narración
de ese milagro ciertamente el autor pretende defender
el principio de que en Pablo se prolongan las palabras,
las acciones y también los sufrimientos de Jesús.
El tema del sufrimiento, la persecución o la tribula-
ción también es una constante en el montaje que Lu-
cas hizo en los viajes de Pablo. En el primero relata una
apedramiento en Listra (Hch 14, 19-20). (Nótese que
Timoteo es de esa ciudad. A partir del segundo viaje
será el colaborador más fiel de Pablo). En cada viaje se
relatará un hecho parecido.
Hch 14,21 marca el regreso del primer viaje. Es un
trabajo de afianzamiento de las comunidades. Nace la
conciencia de que las tribulaciones forman parte de la
misión y de que es necesario pasar por ellas para entrar
en el reino. Se muestra un mínimo de organización
de las comunidades recién fundadas. Son dirigidas por
ancianos que Pablo y Bernabé confían en el Señor.
La llegada a Antioquía de Siria, punto de partida,
está marcada por la "rendición de cuentas": Pablo y
Bernabé cuentan la gran novedad soñada por esa co-
munidad que decidirá abrirse sin miedo al mundo: Dios
había abierto a los paganos la puerta de lafe. Ésta es la gran
característica del primer viaje. El mundo que separaba
a la humanidad en dos grupos ha desaparecido. El Dios
de los cristianos es el Dios de todos.
60
2. Segundo viaje (años 49-52): Hch 15, 36-18,
23a
El segundo viaje también inicia y termina en Antio-
quía de Siria y se realiza después del encuentro de los
líderes cristianos en Jerusalén (Hch 15). Ese encuentro
tuvo que ser tenso y difícil. Los Hechos dan la impre-
sión de que todo pasó serenamente, pero los estudiosos
detectan, con la ayuda de la Carta a los Gálatas, tensio-
nes profundas entre grupos. Parece que el texto de He-
chos de los Apóstoles 15 es el resumen de dos encuentros
diferentes alrededor de las mismas cuestiones. De todos
modos, Lucas muestra que el sueño de los cristianos de
Antioquía de Siria, de abrirse sin miedo al mundo, fue
afortunado. Estando así las cosas, retoma los viajes de
Pablo. El segundo, además de representar esos elemen-
tos comunes al primero, tiene su característica propia,
como veremos.
Aún no ha comenzado el viaje y ya tenemos una
crisis. El personaje parece que es Juan Marcos, que ha-
bía abandonado el equipo en el primer viaje (cf. Hch
13, 13b). Puede ser que haya habido otras razones no
confesadas, como el probable descontento de Pablo
ante la hipocresía de Bernabé, narrada en Gálatas 2,13
(suponiendo que ese hecho haya sucedido antes del se-
gundo viaje). Parece que Bernabé trae el propio pasado
de hombre lúcido y valiente y Pablo no quiere consigo
una persona incapaz de llevar adelante las conquistas
de las comunidades de Antioquía de Siria.
Los dos entonces se separan. Bernabé sigue el cami-
no del primer viaje, yendo a su tierra, Chipre, con Juan
61
Marcos. La apertura al mundo de parte de los cristianos
de Antioquía de Siria prosigue con Pablo, que se hace
acompañar por Silas-Silvano. Lucas deja constancia de
que Pablo partió "encomendado por los hermanos a
la gracia de Dios" (Hch 15, 40b). Él, y no Bernabé,
continúa ligado a la comunidad y da seguimiento a los
proyectos que ella poseía. Con eso Bernabé desaparece
del campo de interés del autor de los Hechos de los
Apóstoles.
Lucas resume en pocas palabras los primeros pa-
sos del nuevo equipo. Simplemente afirma que Pablo
y Silas "recorrieron Siria y Cílicia consolidando las
Iglesias" (Hch 15, 41). Por consiguiente, el itinerario
es diferente.Y no hay que olvidar que, antes de formar
parte de la comunidad de Antioquía de Siria, Pablo
había permanecido varios años en Tarso de Cílicia. De
las comunidades de esa región no se sabe nada.
La comunidad de Derbe recibe la segunda visita de
Pablo y las de Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia lo
acogen por tercera vez. Pero Lucas ignora esos hechos.
Se concentra en la persona de Timoteo, que formará
parte del equipo.Timoteo era de Listra, donde Pablo ha-
bía sido apedreado en el primer viaje (Hch 14, 19-20).
Lucas omite también la fundación de las comunida-
des gálatas. Simplemente afirma que "Pablo y Timoteo
atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu
Santo les había pedido predicar la Palabra en Asia" (Hch
16, 6). La mayoría de los estudiosos afirman que fue en
esa ocasión, por causa de una enfermedad, cuando Pa-
blo evangelizó Galacia (cf. Ga 4, 13-14). Otros, como
vimos, piensan que esas comunidades fueron fundadas
63
en el período en el que Pablo estuvo en Tarso, antes de
que Bernabé fuera a buscarlo.
¿Por qué los Hechos de los Apóstoles omiten esos
acontecimientos? A estas alturas la respuesta parece cla-
ra. Sin embargo es importante poner de relieve que
Lucas tiene prisa de mostrar la gran característica del
segundo viaje: El Evangelio entra a Europa. Un macedo-
nio (es decir, un europeo) se aparece a Pablo en una
visión y pide ayuda. Lucas no tiene en cuenta todos
los acontecimientos anteriores para concentrarse en
ese momento solemne: la Palabra de Dios entra en un
nuevo continente y deja el Asia para penetrar en Eu-
ropa. Los siglos siguientes mostraron que ese proyecto
era realmente una iniciativa del Espíritu. En efecto, fue
por causa de ese paso por lo que el cristianismo sobre-
vivió y se desarrolló. Lucas no tiene reparo en afirmar
que el Espíritu Santo conduce esa misión, al impedir
que Pablo y Timoteo anuncien la Palabra en Asia (Hch
16, 6-7).Tróade, ciudad de Asia, queda a poca distancia
de Neápolis y Filipos, las dos primeras ciudades euro-
peas que acogieron a Pablo.
Como hemos dicho en Hch 16,10 tenemos el cam-
bio en la forma de narrar los hechos. Se pasa a relatar
los acontecimientos a partir de la primera persona del
plural ("intentamos", "estábamos persuadidos", etc.).
Para muchos, a partir de ese momento Lucas comien-
za a formar parte del equipo evangelizador que entra
a Europa.
En Filipos nace la primera comunidad cristiana eu-
ropea, y nace precisamente en la casa de una mujer
asiática, Lidia, comerciante de púrpura, natural de Tia-
64
tira. El momento es extremadamente significativo. No
se sabe si en Filipos había o no una sinagoga. Lo cierto
es que Pablo y su equipo, el día sábado, van a la orilla
de un río, donde las personas se reúnen para hacer ora-
ción. Y allí encuentran un grupo de mujeres. Nótese
la diferencia. En la sinagoga, para que hubiera culto, se
requerían por lo menos diez hombres.
Las mujeres no se tenían en cuenta. Aquí se dice
que había tan sólo unas mujeres reunidas (Hch 16,13),
y a partir de una de ellas nace la primera Iglesia do-
méstica europea, en la casa de una mujer. Lidia es paga-
na y simpatizante del judaismo ("creía en Dios"). Este
detalle tendrá un significado profundo en la acción de
Pablo de aquí en adelante, sobre todo en lo que se re-
fiere a su relación con las mujeres en las comunidades.
El cambio de la sinagoga por la casa es decisivo para
el papel de la mujer. En la sinagoga ella no era tenida
en cuenta y no valía nada; en la casa ella es la dueña, la
anfitriona, la que coordina. En ese sentido, es oportu-
no leer atentamente la carta a los Filipenses y tener en
cuenta que en esas comunidades hay dos mujeres con
cargo directivo, Evodia y Síntique (Flp 4, 2).
En un mismo episodio (Hch 16, 16-24), Lucas con-
centra un dato cultural iluminado por el Evangelio (un
caso de posesión,compárese con Hch 13, 8-12),un mila-
gro de Pablo (exorcismo, compárese con Hch 14,8-10) y
la consiguiente tribulación (azotes con varas, compárese
con Hch 14, 19-20). No se debe despreciar el factor
económico de ese episodio. Pablo se comporta como
Jesús, que pone al ser humano por encima de cualquier
65
interés económico, pues la libertad humana no tienen
precio (compárese ese episodio con Le 8, 26-39).
Pablo y Silas fueron encarcelados. Parece que es la
primera vez que Pablo afronta las cadenas, pero a lo lar-
go de su vida debe haber contabilizado más de cuatro
años de detención. No se habla de los otros dos com-
pañeros de misión,Timoteo y Lucas. ¿Dónde estarían?
La respuesta puede estar en la estrategia misionera de
Pablo que, a partir de un centro urbano importante,
hacía que se difundiera la Palabra en otros centros me-
nores. Tal vez sus compañeros estaban dedicados a eso.
El episodio de la liberación de Pablo y Silas se des-
cribe en un modo fantástico. Es imposible leerlo al pie
de la letra sin caer en contradicciones. Por ejemplo:
si el terremoto fue tan fuerte hasta el punto de sacu-
dir los cimientos, abrir las puertas y soltar las cadenas
de todos, ¿cómo se explica que la prisión no se haya
convertido en un montón de ruinas y los presos no se
hayan muerto aplastados? Si las puertas se abrieron y
las cadenas se soltaron, ¿cómo explicar que los otros
presos se habían quedado quietos en sus sitios? Si el
carcelero llevó a Pablo y a Silas de la prisión a la casa de
él, ¿cómo se explica que en la mañana siguiente, cuan-
do los magistrados envían a la prisión a los oficiales
de la justicia para soltarlos, ellos estaban de nuevo en
cadenas? El mensaje de este episodio debe, por consi-
guiente, sobrepasar los simples datos materiales.
Hay otro detalle importante: en la casa del carcelero
(pagano, como Lidia) nace una nueva comunidad cris-
tiana. Es la segunda Iglesia doméstica europea.
66
Más tarde, al escribir ITesalonicenses 2, 1-2, Pablo
recuerda los momentos de tribulación pasados en Fi-
lipos.
No se sabe cuánto tiempo estuvieron en esa ciu-
dad. Lo cierto es que, después de esos incidentes, se
dirigieron a Tesalónica por la vía Egnatia, pasando por
Anfípolis y Apolonia, ciudades menores. En los planes
de Pablo, esas ciudades debían ser evangelizadas por los
filipenses y tesalonicenses, y parece que muy pronto
eso fue realidad (cf. ÍTs 1, 7-8, ver lo opuesto en 2Co
10, 13-16).
EnTesalónica (Hch 17,1-9),Pablo debió permanecer
cerca de un mes. Más tarde, al escribir a esa comunidad,
manifiesta el deseo de volver para matar la nostalgia y
para completar lo que no había sido posible en térmi-
nos de un anuncio básico (cf. ÍTs 3, 6.10).
Según los Hechos de los Apóstoles, en Tesalónica
había una sinagoga y la comunidad fundada por Pa-
blo era mixta (judíos y griegos). Llama la atención la
presencia de mujeres de la alta sociedad (Hch 17, 4).
Unos cinco años más tarde, al escribir a los corintios
para motivarlos a participar en el trabajo comunitario
internacional de solidaridad para con los pobres de Je-
rusalén, Pablo afirma que las comunidades de Macedo-
nia (por tanto también Tesalónica), eran extremamente
pobres (2Co 8, 2). Por consiguiente, ¿quién tiene la
razón en cuanto a la situación económica de JVlacedo-
nia? Puede ser que las cosas, al comienzo, hayan sido
como describe Lucas, pero no se puede desmentir lo
que Pablo dice de ellas alrededor del año 55. Nótese
que en ITesalonicenses 4, 12-5, 14 él insiste en la ne-
67
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Introduccion a san pablo y sus cartas

  • 1. JOSÉ BORTOLINI NTRODUCCION A AN PABLO Y A SWS CARTAS
  • 2. Cómo leer AUTORES Alfredo Dos Santos Oliva (ASO) - Carlos Mesters (CM) Emlda de Paula Pedro (EPP) - Euciides Martins Balancín (EMB) Fehx Moracho (FM) - Ivo Stomiolo (IS) - José Bortohm (JB) - Luis Alcxandre Solano Rossi - (LASR) Marc Girard (M<5) - Shigeyuki Nakanose (SN) - Paulo Augusto de Souza Nogueira (PN) - Pedro Lima Vasconccllos (PLV) - Rafael Rodrigues da Silva (RRS) Historia del pueblo de Dios Euchdes Martins Balancín, la ed PENTATEUCO Como leer el libro del Génesis, IS EMB 2a reimpr Como leer el libro del Éxodo, IS-EMB, 2a reimpr Como leer el libro del Levitico, IS, la ed Como leer el libro de los Números, IS, la ed Como leer el libro del Deuteronomio IS, 2a reimpr HISTÓRICOS Como leer el libro de Josué IS la ed Como leer el libro de Ester, IS, I a ed Como leer el libro de Judit, IS, la ed Como leer el libro de Rut, CM, la ed Como leer los libros de Samuel, IS EMB, 2a ed Como leer el libro de Tobías IS JB, la ed Como leer los libros de los Reyes, IS, 2a ed Como leer los libros de los Macabeos, PLV-RRS la ed SAPIENCIALES Como leer el libro de Job, IS, 2a reimpr Como leer el libro de los Salmos MG, la reimpr Como leer el libro de los Proverbios, IS, la ed Como leer el libro del Eclesiastes, IS-EMB, 2a ed Como leer el libro del Cantar de los Cantares, IS-EMB, la reimpr PROFETAS Como leer el libro de Amos, ¡S EMB, 2a ed Como leer el libro de Joñas, IS EMB, 2a ed Como leer el libro de Miqueas, IS-EMB 2a ed Como leer el libro de Habacuc, IS-EMB, la ed Como leer el libro de Sofomas, IS-EMB, la ed Como leer el libro de Ageo, MG, la reimpr EVANGELIOS Y HECHOS Como leer el evangelio de Mateo, IS, la reimpr Como leer el evangelio de Marcos, EMB la reimpr Como leer el evangelio de Lucas, IS, la reimpr Como leer el evangelio de Juan, JB, I a ed Como leer los Hechos de los Apostóles, IS, la reimpr CARTAS Y APOCALIPSIS Introducción a san Pablo y a sus Cartas, JB, la ed Como leer la Carta a los Romanos, JB la ed Como leer la 1* Carta a los Corintios, JB, la ed Como leer la 2a Carta a los Corintios, JB, la reimpr Como leer la Carta a los Calatas, JAB, la reimpr Como leer la Carta a los Efesios, JAB la ed Como leer la Carta a los Fihpenses, JB la reimpr Como leer la Carta a los Colosenses, JB, la ed Como leer la Ia Carta a los Tesalonicenses, JB, la retmpr Como leer la T Carta a los Tesalonicenses, JB, 2a ed Como leer la Y Carta a Timoteo, JB la ed Como leer la 2' Carta a Timoteo, JB, la ed Como leer la Carta a Tito, JB la ed Como leer la Carta a los Hebreos, PLV, la ed Como leer la Carta de Santiago IS, la ed Como leer las Cartas de Pedro PN, la ed Como leer la Carla de Judas JB la ed Como leer las Cartas de Juan, 2a ed Como leer el libro del Apocalipsis, JB, la ed JOSÉ BORTOLINI INTRODUCCIÓN A SAN PABLO Y A SUS CARTAS SAN PABLO
  • 3. Título original Inlrodufáo a Paulo e suas cartas Autor lose ISorlolim O Paulus Editora Rúa Francisco Cruz, 229 04117-091 S3o Paulo, SP - Brasil O SAN PABLO Carrera 46 No 22A-90 Tel 3682099-Fax 2444383 E-mail editonal@sanpablo com co htlp / sanpablo com co Título traducido lntroáiecton a san Pablo y a sus Canas Traducción Augusto Aunar Impresor Sociedad de San Pablo Calle 170No 8G-31-Bogotá ISBN 958-607-547-X la edición, 2007 Queda hecho el deposito legal según Ley 44 de 1993 y Decreto 460 de 1995 Distribución: Departamento de Ventas Calle 17ANo 6 9 - 6 7 - A A 080152 leí 4114011 -Fax 4114000 L-mail direccioncomercial@sanpablo com co BOGOTÁ-COLOMBIA Presentación Durante los varios años en los que escribí, en la se- rie "¿Cómo leer la Biblia?", los 13 opúsculos referentes a las cartas de san Pablo, he ido madurando en mí la conciencia de que debería publicar, en el mismo estilo de esos libritos, una introducción a san Pablo y a sus cartas. El objetivo es sencillo: ayudar a los lectores de esa serie y, sobre todo, a las personas interesadas en el tema, entender las razones que me llevaron a presentar, en varios lugares, un rostro no siempre tradicional de ese apóstol. Esta introducción, por consiguiente, nace al final del proceso prolongado y después de por lo menos quince años de intenso contacto con san Pablo. En ese espacio de tiempo leí literatura paulina, escribí, opiné sobre libros por traducir o publicados en portugués, di cursos y conferencias, orienté retiros, de tal modo que Pablo de Tarso se convirtió en mi amigo y compañero, en mi familiar; mejor dicho, yo me convertí en amigo y compañero de él, tal vez en "hijo" suyo. Este pequeño trabajo es fruto de un inconformismo que me ha acompañado a lo largo de esos años. Ciertas lecturas de san Pablo nunca me agradaron (y tal vez nunca logren hacerle justicia), pues lo presentan como una persona distinta del pueblo y de las comunidades, 5
  • 4. incapaz de manifestar sus sentimientos, indiferente ante el drama de miles de personas, antifeminista, moralista, etc. Los que ven a san Pablo con esos ojos olvidan sus viajes, sus cadenas, sufrimientos, peligros y, sobre todo, su pasión por Jesús y su amor por el pueblo. Esta introducción, por consiguiente, quiere condu- cir al lector a ese contacto con san Pablo, antes de leer sus cartas. O, después de haberlas leído muchas veces, volver a ellas con una sensibilidad nueva. A lo largo de esos quince años de un contacto cons- tante con Pablo, ha pasado mucha literatura entre mis manos. Pero el estilo y la propuesta de los libritos de esta serie no contemplan volúmenes grandes ni deba- tes largos sobre las opiniones. No estamos en un cam- po académico, y sí en medio de los evangelizadores y agentes de pastoral, entre los cuales se sentiría bien el apóstol Pablo. Por eso evito la discusión académica, necesaria en otros campos y circunstancias. Conozco a personas que son apasionadas por Pablo. Conozco a personas que lo admiran. Conozco perso- nas que lo desprecian y lo rechazan. A ellas, si tienen el tiempo y la voluntad de leer este texto, dedico mi trabajo. En fin, quién sabe si resuena para todos el lla- mamiento que otrora él hiciera a los corintios: Les hemos hablado con toda franqueza; nuestro co- razón se ha abierto de par en par. No está cerrado nuestro corazón para ustedes; los suyos sí que lo es- tán para nosotros. Correspóndanos de la misma for- ma; les hablo como a hijos; ábranse también ustedes (2Co 6,11-13). 6 1. ¿QUIÉN FUE SAN PABLO? 1. Un judío de la diáspora Según los Hechos de los Apóstoles (Hch 22, 3), Pa- blo nació en Tarso, en Cilicia (Jerónimo afirma que sus padres eran de Giscala, en Galilea).Tenemos luego que preguntarnos qué importancia tiene en la vida de un judío de aquel tiempo nacer en la diáspora, es decir, fuera del "territorio sagrado". Parece que la respuesta es ésta: un judío nacido en la diáspora normalmente era más abierto que sus hermanos de raza nacidos en la Tierra Santa. El contacto diario con realidades y cul- turas era una invitación fuerte a no encerrarse en una redoma. La misma supervivencia obligaba a esos judíos a ser potencialmente más abiertos en relación con los que pensaban y obraban de otra forma. La diáspora (palabra que viene del griego y que sig- nifica "dispersión") es un fenómeno antiguo en la vida del pueblo de Dios. La emigración en masa hacia fuera del territorio de los judíos comenzó en el sigloVII antes de Cristo. En pocas palabras, los judíos que vivían en el exterior, a pesar de que mantenían su identidad religiosa y cultural, luego se abrieron hacia el mundo, con los riesgos que eso implicaba. Uno de los resultados de esa apertura es sin duda la traducción de la Biblia hebrea al 7
  • 5. griego, traducción conocida como la "de los Setenta', que circuló entre las comunidades judías que vivían en el exterior mucho antes del nacimiento de Jesús.Y nóte- se que esa traducción contiene muchas adaptaciones del texto hebreo, señal de que ellos no tenían escrúpulos en "enculturarse". En la tierra de Pablo los judíos usaban esa traducción, al paso que en el "territorio sagrado" se usaba el texto hebreo con traducción simultánea al ara- meo. Ese detalle es suficiente para que comencemos a ver a Pablo como fruto de un ambiente, de una época y de una cultura. Su mismo nombre ayuda a caminar en esa direc- ción. Él se llamaba Saulo (Saúl, tal vez en homenaje al primer rey de la historia del pueblo de Dios, pues ambos eran de la tribu de Benjamín), pero adoptó o recibió desde la cuna un nombre "enculturado" (Pa- blo), como solían hacer muchos judíos de la diáspora. Según san Lucas (Hch 13, 9), el cambio de Saulo por Pablo se da cuando él comienza el primer viaje, en vista de su contacto con los paganos. Pero Pablo na- ció precisamente en ese ambiente de la diáspora y en contacto con los no-judíos. Por consiguiente es más probable que, desde su nacimiento, hubiese recibido el nombre "Saulo-Pablo" y que, por su contacto con comunidades compuestas en su mayoría por no-judíos, simplemente haya asumido el nombre Pablo. No se sabe cuando nació. Debió ser unos años más joven que Jesús. Hoy se sabe que Jesús debió nacer alrededor del año 6 antes de Cristo. El nacimiento de Pablo debió suceder alrededor del año 5 de nuestra era. Él mismo afirma que fue circuncidado al octavo 8 día, como lo ordena la ley (Lv 12, 3), haciéndose así miembro del pueblo de Dios. Es un judío legítimo y fue educado como judío (Flp 3, 5). 2. La educación que recibió a) El influjo de la gran ciudad Tarso era una ciudad grande, una especie de fron- tera entre la cultura semítica (Oriente) y la greco-ro- mana (Occidente). Culturalmente,Tarso en esa época rivalizaba con Atenas, pues era famosa porque alber- gaba escuelas filosóficas como la de los estoicos y la de los cínicos. Pablo, sin duda, fue influenciado por el estilo de vida de su ciudad natal, por la cultura y por el modo de ser de sus ciudadanos. En efecto, cuando escribió la primera carta, ofreció a los tesalonicenses un criterio importante dentro de la babel que eran las grandes ciudades de ese tiempo: "Examínenlo todo y quédense con lo bueno" (lTs 5, 21). Está fuera de duda que el estilo de vida y el ambiente cultural de Tarso le ayudaron a Pablo en su educación. En esa ciudad de cultura eminentemente griega, se ha- llaba el sepulcro de Sardanápalo, que era considerado como el fundador de la ciudad. Sobre su tumba estaba escrito: "Viajero, come, bebe y goza de la vida; el resto no tiene ninguna importancia". Más tarde, al escribir a los corintios, Pablo retoma ese pensamiento y muestra que, sin la fe en la resurrección, lo mejor que podría- mos hacer sería seguir el consejo del antiguo fundador: "Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos" (ICo 15, 32b). 9
  • 6. En Tarso, los devotos de Isis vestían ropas azul-celes- te para identificarse con la divinidad, sobre todo en las fiestas. Eso sin duda sirvió de base para que Pablo hablara de una "vestidura" que identifica al cristiano, como si fuese una tarjeta de identidad (ver, por ejemplo, Rm 13, 14; 2Co 5, 2; E/4, 20-24; 6,11; Col 3,10-14). Tarso, como pertenecía al Imperio Romano, tenía sus mercados de esclavos. Sin duda Pablo habrá visto escenas de compra de esclavos. Eso sirvió de punto de partida para que, más tarde, usara esa imagen para hablar de la importancia de la muerte y la resurrección de Jesús (por ejemplo, en 1 Co 6,20; 7,21-25). En sus cartas, usa varias veces la imagen del "rescate/compra" de esclavos para ilustrar la imagen de Jesús en favor de los cristianos. El idioma en el que escribe Pablo y en el que se comunica normalmente es el griego. Algunas décadas antes, en Tarso, nació un educador célebre, llamado Atenodoro. Atenodoro fue profesor y amigo del pro- fesor Augusto (Tarso exportaba educadores). Algunas frases muestran los contenidos de ese educador que, sin duda, debe haber influenciado a Pablo. Por ejemplo: "Para cada criatura, su conciencia es Dios" (ver cómo eso repercute en el pensamiento de Pablo en Rm 14, 22a: "La convicción que tú tienes, guárdala para ti de- lante de Dios"), y: "Pórtense con el prójimo como si Dios los viera a ustedes y hablen con Dios como si los otros los oyeran a ustedes" (éste es, según ÍTs 2, 3-7, el modo transparente de ser y de obrar de Pablo ante las personas y ante Dios). Las escuelas filosóficas, sobre todo los estoicos y los cínicos, ejercían una gran fuerza de persuasión en Tar- 10 so. Muchos de los que estudian a Pablo afirman que él es deudor sobre todo de los estoicos, particularmente cuando habla de que todo lo puede en aquel que lo fortalece (Flp 4,13), o en célebre pasaje a los Romanos 8, 35-39, cuando pregunta: "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" (Ver también el texto de 1 Tm 6,7-8, incluso recordando que hay pasajes semejantes en los sapiencia- les, sobre todo Pr 30,8-9). El influjo que el ambiente social de Tarso ejerció sobre la formación de Pablo es grande. Los deportes, la vida jurídica (el Derecho Romano), la arquitectura, el arte, la cultura están presentes en sus escritos como metáforas de la vida cristiana. Basta pensar, por ejem- plo, en la "parada militar" de los generales vencedo- res que sirvió de base para que Pablo describiera su participación en el triunfo glorioso de Cristo sobre la muerte (cf. 2Co 2, 14-16). Otro detalle significativo es que las mujeres en Tarso no salían a la calle sin el velo persa, como señal de que estaban bajo la protección de un hombre y que tenían preservada su dignidad. Una mujer de Tarso, al vestir su velo elegante, daba a entender que tenía dignidad y un marido que la amaba y cuidaba de ella. Parece que Pablo, al escribir más tarde a los corintios y al ordenar a las mujeres que cubriesen la cabeza para profetizar, co- mo que quería tener presente ese dato (ICo 11,2-16). b) La educación en casa En casa Pablo recibe una formación judía. Afirma que es de la tribu de Benjamín, que es hebreo e hijo de hebreos y que fue circuncidado al octavo día (Flp 11
  • 7. 3, 5). Era conocedor del griego y tuvo que haber co- nocido los Setenta, la traducción griega del Antiguo Testamento. Más o menos a la edad de cinco años tuvo que haber aprendido del padre el núcleo esencial de la Ley (Dt capítulos 5 y 6.Ver especialmente lo que se dice en 11,19:"...Enséñenselas a sus hijos"). Aprendió la gran alabanza (Sal 113 a 118) que se cantaba en las grandes fiestas judías, el sentido de las principales fies- tas (Pascua, Pentecostés, las Tiendas, etc.) y la alabanza diaria que los judíos rezaban cada mañana (Sal 146 a 150). En esa edad aprende a leer y a escribir. A partir de los cinco años Pablo rezaba, mañana y tarde, todos los días, el "Shemá, Israel" (Dt 5, 1), que el padre le había enseñado. Nada se sabe de la madre de Pablo. Pero ciertamen- te la figura materna influyó en su personalidad. Fre- cuentemente oímos hablar tan sólo del aspecto severo de Pablo. Sin embargo, en sus cartas hay pruebas de mucha ternura y afectos que son típicos de la madre y señal de que con ella aprendió a ser cariñoso, a en- tregarse sin medida, como una madre se entrega a sus hijos,y así lo hacía con sus fieles (Ga 4,19; íTs 2,7-8). Sabemos, por los Hechos de los Apóstoles, que tuvo una hermana (Hch 23, 16). La profesión que ejercían (Hch 18, 3), tuvo que haberla aprendido de su padre. c) La educación en la escuela sinagogal Al lado de la sinagoga los judíos normalmente te- nían una escuela sinagogal. Pablo, como todo niño ju- dío, comenzó a frecuentarla a los seis años. Ciertamen- te lo acompañaba el pedagogo, un esclavo encargado 12 de llevar a los niños a la escuela. Más tarde, Pablo usará la imagen del pedagogo para hablar tanto de los evan- gelizadores que pasaron después de él por Corinto (cf. ÍCo 4, 14-17) como para hablar de la Ley (Galotas, y Romanos). El pedagogo cargaba los útiles del niño (la tablilla de cera, el punzón para escribir...). En la escuela los niños se sentaban en el suelo y escribían con un punzón de hierro en una tablilla de cera apoyada sobre las rodillas. Los primeros años de escuela se dedicaban a la Historia de Israel, sus episodios más importantes, los patriarcas y las matriarcas, los héroes y las heroínas (cf. Rm 9, 4-5). Allí Pablo tuvo el primer contacto con las expectativas de la llegada del Mesías. A los diez años el alumno entraba al "segundo gra- do", que era la fase de la ley oral. Era necesario entrar en contacto con la casuística rabínica y farisaica. Tuvo que haber sido un momento muy difícil para Pablo y lo que más lo marcó, porque le costó sacrificio des- hacerse de él en su conversión (la "basura" de la que habla en Flp 3, 8). Los fariseos consideraban la ley oral tan importante como la ley escrita, a la misma altura de los diez mandamientos. Parece que era la época a la cual se refiere la Carta a los Colosenses, cuando dice: "No tomes, no gustes, no toques" (Col 2, 21). Una educación basada en los tabúes, en las prohibiciones y pecado en la libertad y la gracia. d) La educación en Jerusalén Al completar los 15 años, Pablo debió trasladarse a Jerusalén con el fin de continuar los estudios y llegar a ser rabino. Era la orientación rabínica la que así lo 13
  • 8. determinaba. Estudiar en Jerusalén era buscar el grado académico más elevado en el mundo judío. La prepara- ción intelectual y académica de Pablo fue excelente. Además de eso, los preceptos rabínicos prescribían que a los dieciocho años el joven debía casarse. En Jerusalén frecuentó la escuela del templo, de los doc- tores de Ja ley y de Jos fariseos, Ja "escueJa superior" más importante del mundo judío de aquel tiempo. Fue alumno de Gamaliel, fariseo, doctor de la ley y miem- bro del Sanedrín, estimado por todo el pueblo, según los Hechos de los Apóstoles (Hch 5,34). Paralelamente al estudio, debía también trabajar, como lo hacían sus profesores, por más célebres que fueran. Ese detalle es importante para entender el modo de ser y de obrar de Pablo, más tarde, cuando trabaja con sus propias manos para no ser un peso económico para las comunida- des y para no mezclar el anuncio del Evangelio con el dinero y el comercio. Con esa actitud él se distancia radicalmente de los otros evangelizadores cristianos. Se distancia también de la mentalidad griega, según la cual los que habían estudiado no debían sudar con trabajos manuales destinados a los esclavos. Gamaliel fue discípulo de Hillel, un personaje céle- bre ya en los tiempos de Jesús. Era de carácter flexible y conciliador, cuya corriente teológica se oponía al ri- gor de la ley defendido por ía escuela de Shammaí. La flexibilidad y el espíritu de conciliación recibidos de Gamaliel fueron importantes en el modo como Pablo educa a las comunidades que funda más tarde. Eljoven Pablo se sentó literalmente a los pies de Ga- maliel, pues el maestro enseñaba de pie y los alumnos 14 se sentaban en círculo alrededor de él. En esa fase de la vida, Pablo estudia el Antiguo Testamento en hebreo con una traducción oral aramea. El profesor hace la "exégesis" del texto: explica las varias interpretaciones, los nuevos enfoques, incentivando, con preguntas, a los alumnos a entrar en el debate. Debía ser una especie de "lluvia de ideas" con discusiones acaloradas. Pablo es deudor de ese modo de enseñar, que para nosotros es bastante difícil de seguir. Basta leer, por ejemplo, Roma- nos y Gálatas, para sentir cómo está presente esa forma de razonar que para nosotros es un poco extraña. La manera como hace ciertas interpretaciones del Antiguo Testamento también se debe a esa formación académica recibida en Jerusalén (por ejemplo ICo 9, 9-10). El "grado curricular" constaba de dos materias: la Halaká, es decir, las tradiciones y las prescripciones de la ley en su totalidad (una especie de Derecho Ca- nónico), y la Hagadá, es decir, las verdades religiosas que la Biblia ofrece (una especie de teología moral, dogmática en nuestras escuelas de teología). Aquí Pa- blo aprendió las diferentes formas de interpretar el An- tiguo Testamento. Más tarde, aplica estas formas a los cristianos. A veces hace una lectura tipológica (Adán es tipo de Cristo, cf. Rm 5, 14); a veces hace una lectu- ra acomodaticia (la igualdad entre las tribus del Antiguo Testamento es motivo parajustificar una colecta con el fin de ayudar a los pobres, cf. 2Co 8,15); a veces se trata de una lectura alegórica (como la cita de Dt 30, 11-12 enRw 10,6-9). 15
  • 9. e) La educaciónfarisaica En nuestro lenguaje, la palabra "fariseo" se asocia normalmente a "persona falsa y fingida". Sin embargo, el sentido primario de esa palabra hebrea es "separado". Los fariseos surgieron unos dos siglos antes de Cristo y, entre las cosas buenas que nos dejaron, se encuentra la fe en la resurrección de los muertos. En los evangelios sinópticos los fariseos, junto con los doctores de la ley, están entre los mayores adversarios de Jesús. Los fariseos tenían una conciencia de que eran una minoría separada. No eran muchos, pero producían bastante ruido con su modo de ser y de obrar. Algunos estudios dicen que en el tiempo de Jesús y de Pablo el grupo de los fariseos no llegaba a las diez mil personas. Su característica más importante tal vez sea la práctica escrupulosa de toda la ley escrita y también la oral. En efecto,juntamente con el texto escrito del Antiguo Testamento, defendían la denominada Tora oral, es de- cir, todo lo que se iba transmitiendo oralmente tenía el peso y la condición de ley, y por eso debía cumplirse. Los fariseos se distinguen entonces de todos los otros grupos del tiempo de Jesús por la observancia rigu- rosa de los detalles mínimos de la ley. En los evange- lios, Jesús evidentemente critica esa postura, y llama hipócritas a los fariseos y a los doctores de la ley, es decir, los trata de disfrazados y fingidos (por ejemplo el capítulo 23 de Mateo). Pero no es acertado estudiar el movimiento farisaico tan sólo a partir de las críti- cas que les hacen los evangelios. El texto de Mateo 23, por ejemplo, parece que refleja mucho más la situación de algunas comunidades cristianas en la década de los 16 años 80 de lo que era propiamente el conflicto de Jesús con ese grupo y el de los doctores de la ley. En efecto, en el tiempo en que fue escrito el evangelio de Mateo (después del año 80), los cristianos tenían problemas serios con los fariseos y los doctores de la ley, los úni- cos grupos judíos importantes que habían sobrevivido a la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70. Pablo era fariseo. Él lo afirma en Filipenses 3, 5. No sabemos si su padre también lo era, por cuanto reci- bió formación farisaica, según se dice en Hechos de los Apóstoles 23, 6 (Lucas no siempre es fiel intérprete de Pablo; muchas veces se da lo contrario: el Pablo de los Hechos dice cosas que a Lucas le gustaría que dijera). Es mejor suponer que haya optado por ser del partido fariseo a partir de la formación que tuvo en Jerusalén, sobre todo con Gamaliel. Lucas, el autor de los Hechos de los Apóstoles, afirma que Gamaliel era fariseo (Hch 5, 34). Más adelante, cuando está preso en Jerusalén, Pablo afirma que ha sido "educado en esta ciudad, ins- truido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios..." (Hch 22, 3). Se sabe que no se debe dar un valor absoluto a las informaciones de los Hechos res- pecto a Pablo (de eso hablaremos más adelante). Pero ese pensamiento de Lucas en los Hechos encuentra resonancia en Gálatas 1, 14: "Y cómo yo sobrepasaba en el judaismo a muchos de mis compatriotas contem- poráneos, superándolos en el celo por las tradiciones de mis padres". 17
  • 10. 3. Pablo y Jesús Una pregunta que se formula es que si Pablo estu- vo presente en Jerusalén cuando murió Jesús (año 30 según algunos, 33 según otros).Y todo lleva a creer que sí. Sin embargo, no hay ningún texto que hable de un posible encuentro entre Jesús y Pablo. Sus cartas son muy pobres con relación a este aspecto. Se pueden recordar dos pasajes de la Segunda Carta a los Corin- tios: "Si conocimos a Cristo según la carne, ya no lo conocemos así" (2Co 5, 16; ver también 2Co 12, 1-6). El segundo texto citado (2Co 12, 1-6) ciertamente no habla de un contacto personal de Pablo con Jesús de Nazaret. Se trata de otra experiencia. En el primer tex- to, Pablo podría simplemente estar citando a los que se gloriaban de estar en contacto directo con Jesús antes de su muerte. Probablemente Pablo estuvo enJerusalén en los días de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, sin tener conocimiento ni conciencia de la importancia de ese hecho para él y para todos los que, más tarde, recibirían su mensaje. Vale la pena, en este punto, llamar la atención so- bre un detalle, sobre el cual volveremos más tarde. Se trata de la diferencia enorme entre el pequeño espacio geográfico en el que Jesús se mueve (básicamente la Palestina) y las regiones inmensas recorridas por Pablo en su acción evangelizadora, que alcanzó casi la mitad del Imperio Romano. Según los evangelios sinópticos, Jesús anunció el reino prácticamente tan sólo en Ga- lilea y fue a Jerusalén para la Pascua, ocasión en la que 18 fue crucificado, murió y resucitó. Pablo, por el contra- rio, recorrió una buena parte del Imperio Romano. Parece que cabe aquí lo que Jesús afirma enjn 14, 12: "En verdad, en verdad les digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre". Otro detalle importante es mirar el modo como cada uno se comunica.Jesús habla arameo y anuncia el reino en parábolas, creadas a partir de la observación atenta de la vida sencilla del pueblo del campo y de las aldeas. Pablo, por el contrario, aunque sabe hablar el arameo, habla y escribe en griego, pues sus oyentes son judíos de la diaspora y paganos que hablan el idioma tradicional de ese tiempo. Pablo también es un obser- vador fino de lo cotidiano, pero las imágenes usadas en las cartas vienen sobre todo de la cultura urbana, de la gran ciudad. Así es como habla del atletismo, de la construcción civil, de las paradas militares, de las luchas en los estadios, de la vida de los soldados, etc. Al leer las cartas de Pablo percibimos el esfuerzo que hizo para enculturar el mensaje del habitante más célebre de las aldeas de Galilea: Jesús de Nazaret. 4. Pablo y el sanedrín El sanedrín o consejo era el tribunal supremo de la época de Jesús y después de Él (hasta el año 70). Era presidido por el sumo sacerdote y concentraba básica- mente todo el poder sobre el pueblo judío. Era, evi- dentemente, un poder subordinado a los dominadores 19
  • 11. romanos, que imponían el sumo sacerdocio a los que eran fieles al sistema de dominación. El sanedrín es el principal responsable de la muerte de Jesús. Reunía cerca de setenta miembros, entre los cuales estaba la élite sacerdotal (los jefes de los sacer- dotes), la élite laica ("ancianos", latifundistas y dueños del comercio de Jerusalén), además de los doctores de la ley (poder judicial), los fariseos. En pocas palabras, la élite de los poderosos. Algunos estudios levantan cuestiones con respecto a la participación de Pablo en ese consejo.Y lo hacen a partir de la expresión "yo contribuía con mi voto", que se encuentra en Hechos de los Apóstoles 26, 10. Pa- blo está contando su pasado y conversión con el rey Agripa. Dice: "Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos sacerdotes, yo mismo encerré a muchos santos en las cárceles; y cuando se les con- denaba a muerte, yo contribuía con mi voto". Se sabe que solamente los miembros del sanedrín podían votar. Si tomáramos al pie de la letra este pasaje, Pablo había pertenecido al sanedrín. Pero para responder a esto es necesario responder a otras preguntas. En primer lugar, la edad de Pablo. Se exigía, para ser rabino, un míni- mo de treinta años de edad. La misma regla parece que valía para se miembro del sanedrín. ¿Tendría Pa- blo más de treinta años cuando comenzó a perseguir a los cristianos? Tal vez. Sin embargo, los Hechos de los Apóstoles afirman que, con ocasión de la lapidación de Esteban, era todavía "joven" (Hch 7, 58). A pesar de consentir en la ejecución de Esteban (Hch 8, 1), Saulo no tenía todavía la edad para hacerlo. Sin embar- 20 go, el autor de los Hechos de los Apóstoles concentra los acontecimientos, como si todo lo que ahí se dice hubiera acontecido en el espacio de pocos meses. En verdad se trata de varios años. Otro detalle que inquieta está en Hechos de losApósto- les 23,1-10. Si Pablo efectivamente hubiera pertenecido al sanedrín, unos veinticinco años antes, ¿cómo no iba a saber que quien preside el consejo es el sumo sacerdo- te? Incluso al no conocerlo personalmente, ciertamente podía intuirlo a causa del lugar central ocupado por la presidencia y por sus características externas. ¿Sería pura ironía del autor de los Hechos de los Apóstoles? Según ese libro, ciertamente había una vinculación en- tre Pablo y el sanedrín. 5. Pablo y el Imperio Romano El autor de los Hechos de los Apóstoles no deja du- das con respecto a Pablo en cuanto al hecho de que él era ciudadano romano. Dos textos son muy claros: He- chos de los Apóstoles 16, 37 y 22, 25-29. Sin embargo, si se tiene presente que Lucas no es un fiel intérprete de Pablo ni de sus acciones, conviene preguntar si efecti- vamente Pablo tenía ese título "desde su nacimiento" (Hch 22, 29), como si lo hubiera recibido de su propio padre. Se sabe que Lucas, en los Hechos de los Apósto- les, trata de mostrar una imagen positiva del Imperio Romano y de sus autoridades. Según la visión de él, el Derecho Romano era respetado y seguido en todo el Imperio. Sin embargo, se sabe que esto no está de 21
  • 12. acuerdo con la verdad. Lucas muestra a Pablo y al Impe- rio Romano casi en sintonía perfecta, porque tienen un objetivo: presentar el cristianismo naciente como algo simpático a los ojos de los amos del mundo.Y por eso traza un perfil de Pablo sintonizado con el Imperio, y muestra las autoridades romanas como quienes respetan el Derecho ante sus ciudadanos. El título de ciudadano romano abría muchas puertas y facilitaba las cosas para el que tuviera que desplazarse de un lugar a otro, como lo hacía Pablo. E impedía a veces que el portador de ese título cayera en manos de las autoridades inescrupulosas, para convertirse en víctima de abusos y violencias. Parece que eso no su- cedió con Pablo. En efecto, habla de las persecuciones y de los peligros increíbles por los cuales pasó (ver, por ejemplo, 2Co 11, 22-29). La mayor parte de los conflictos que se enfrentan en ese texto vienen de los hermanos de raza. Pero es lícito preguntar: ¿El título de ciudadano romano no habría sido en alguna forma útil en esos casos de azotes y flagelaciones? En sus escritos Pablo nunca habla de ese título. Por otra parte, cuando se refiere al tema "ciudadanía", tras- lada su pensamiento de la tierra hacia el cielo, como si despreciara la posesión de ese título: "Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salva- dor al Señor Jesucristo" {Flp 3, 20). Algunos estudiosos dan crédito a Lucas y buscan en los textos de Pablo una posible justificación de eso. La encuentran en la Carta a los Filipenses. Como se sabe, se trata de la carta del cautiverio. Pablo está en prisión {Flp 1, 13), pero tiene la certeza de que lo van a soltar 22 y podrá seguir su actividad evangelizadora {Flp 1, 25- 26). ¿De dónde deduce esa certeza, como si, a pesar de eso, fuera dueño de su propio futuro? La respuesta que esos estudios dan es que Pablo hasta ese momento no habría dado a conocer su título de ciudadano romano (ver, en esta serie, "¿Cómo leer la Carta a los Filipen- ses?"). El título de ciudadano romano sería, pues, una especie de triunfo que Pablo reservaría para el final, como último recurso. Pero también a eso se puede oponer la pregunta: ¿si él deseaba tanto estar libre y poder evangelizar, por qué retardaría la presentación de ese título, prolongando la prisión? Se puede preguntar también si el recurso al título de ciudadano romano era el único motivo que tenía Pablo para creer en su próxima salida de las cadenas. Por consiguiente, a pesar de que Lucas garantiza con certeza que Pablo era ciudadano romano desde su naci- miento, se puede cuestionar seriamente este hecho.Y se entienden mejor los sufrimientos de Pablo sin ese título que con él (sobre este tema volveremos en el último capítulo). 6. Hombre de varias culturas Para los patrones de ese tiempo, Pablo era un hom- bre "internacional", conocedor de varias culturas, bien preparado intelectualmente para la misión que Dios le reservó desde "antes de nacer" {Ga 1, 15). Misterio- samente Dios lo fue conduciendo y formando para el gran objetivo de ser el "doctor de las naciones" {íTm 2, 7). Conocía varios idiomas: arameo, hebreo, griego y 23
  • 13. tal vez latín. Como era hebreo e hijo de hebreos (Flp 3,5), conoce profundamente la cultura, la fe y las tradi- ciones de su pueblo. Pero conoce y reconoce también los valores culturales de los no judíos, con los cuales convive desde su nacimiento. Se comunica oralmente y por escrito en el idioma internacional de ese tiempo, el griego. Atento al modo de cómo se desarrollaban las re- laciones en la sociedad de su época, descubre allí una fuerza extraordinaria para la evangelización. En efecto, al observar cómo se daban las comunicaciones entre las ciudades, el buen sistema de correos implantado por el Imperio Romano, no tiene reparo en copiar las ideas y transformarlas en instrumento de evangelización. No debemos olvidar que él fue el primer escritor del Nue- vo Testamento. Cuando la predicación del Evangelio era únicamen- te oral, él se inspiró en las cartas que se escribían enton- ces para evangelizar con textos escritos. Se convierte así sin saberlo ni quererlo, en el primer gran escritor del Nuevo Testamento. Jesús no dejó nada escrito. Pablo sí. Ya se habló arriba de cómo Pablo entró en contacto con el mundo cultural griego para iluminar esa cultura con la luz del Evangelio. Conocía bien a los filósofos de su época, sus argumentos y sus puntos de vista. Su- peró el miedo a la confrontación entre las culturas, al no igualarse a muchos de sus hermanos de raza, para los cuales los otros eran totalmente extraños, impuros, perdidos y condenados por Dios. Esa lenta maduración provocó la apertura al mundo sin miedo, con la volun- tad de dialogar y encontrarse. 24 Tuvo, ciertamente, dificultades en ese sentido. En la Carta a los Gálatas dice:"¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién los fascinó a ustedes, a cuyos ojos fue presentado Jesu- cristo crucificado?" (Ga 3, 1). En esas palabras algu- nos estudiosos ven la posibilidad de que Pablo se haya comunicado visualmente con los gálatas, si se tiene en cuenta la imposibilidad de hablar claramente a ellos por desconocer su dialecto. Él se habría comunicado con dibujos de Jesús crucificado. Muchos estudiosos sostienen que los himnos de las cartas de san Pablo (por ejemplo ICo 13; Flp 2, 5-11, etc.), son textos que existían antes de las cartas. Puede ser. Pero es oportuno preguntar qué habría hecho Pablo en las comunidades en las que se detuvo por algún tiem- po (según Hch 18,11, él permaneció un año y medio en Corinto con ocasión de la fundación de la comunidad), lo que habría enseñado, cómo habría celebrado con los hermanos la fe que profesaban en común, etc. Además de eso, los himnos que se encuentran en las cartas de Pablo (tanto en las auténticas como en las deutero- paulinas) encajan perfectamente en el conjunto de las cartas, que es lícito preguntar si no fueron escritas por el mismo Pablo o por lo menos con su colaboración. ¿Tendría él dotes poéticos? Probablemente sí. 7. Condición social de Pablo Los Hechos de los Apóstoles lo presentan como una persona de clase media. La ciudadanía romana y la po- sibilidad de formarse en la escuela de Gamaliel apunta a una persona que debe haber nacido en una familia 25
  • 14. que tenía algunos recursos económicos. No se sabe si, cuando fue a Jerusalén a estudiar, lo hizo con toda la familia. Los Hechos afirman que más tarde, cuando estuvo preso en esa ciudad, tenía una hermana y un sobrino que vivían allí (Hch 23,16). Según los Hechos de los Apóstoles (Hch 18, 3), Pa- blo aprendió y ejerció la profesión de fabricante de tiendas. En Corinto trabajó con el matrimonio Aquila y Priscila. Los motivos de esa sociedad parecen obvios, pero se puede sospechar que Pablo, en esa ocasión, no tuviera recursos suficientes para comprar o rentar un espacio para sus actividades profesionales. Más tarde, al escribir a los corintios, afirma que no tiene morada fija (ICo 4,11). Sin embargo, una cosa es cierta: Pablo no adopta el modo de ser de la cultura griega, que consideraba el trabajo manual como cosa de esclavos. Por el contrario, siguió el ejemplo de su profesor Gamaliel. En efecto, también los grandes y célebres maestros de Israel solían trabajar con las propias manos. En ese punto Pablo y los Hechos de los Apóstoles están de acuerdo (Hch 18, 1-3; 20, 34; lTs 2, 9; 4, 11; ICo 4, 12). En la cultura judía, de un modo general, no hay ninguna prevención contra el trabajador ni contra el trabajo. Incluso los ricos tenían que trabajar. Son célebres las sentencias de los libros sapienciales contra el perezoso y el indo- lente. Esos proverbios, nacidos a lo largo de los siglos, sedimentan la experiencia secular de Israel en relación con el trabajo. Pablo no encontró las dificultades para aprender (tal vez como su padre) la profesión de la cuál 26 sacaría luego el propio sustento. No debió ser flojo ante las dificultades de la vida del trabajador. Muy diferente era la visión de esa cuestión en la cultura griega de esa época. Para las élites, abastecidas de bienes y culturalmente favorecidas, el único trabajo que dignificaba al ser humano era el intelectual. Para muchos, el no tener que trabajar era señal de realiza- ción personal y de proyección social. Pero ninguno se preguntaba cómo se mantenían esas élites. Y nosotros sabemos que, detrás de cualquier privilegio de las éli- tes, siempre hay un grupo de gente menos favorecida que, gracias a su trabajo, sostenía a la élite. Imaginemos la casa de un noble en los tiempos de Pablo. Funcio- naba gracias a una cuadrilla de servidores domésticos (y también rurales) que lo daban todo de sí a cambio de un lugar para dormir y un plato de comida. Imagi- nemos ahora cómo sería el trabajo misionero de Pablo, si hubiere usado esos patrones de comportamiento en sus viajes de evangelización. Ciertamente lo acompa- ñarían esclavos prontos a sostenerlo en todo. Entonces ¿cómo anunciaría la primacía de la libertad (Ga 5,1) si era servido por aquellos que, en la práctica, mantenía como esclavos? Como se movía en un contexto de cultura griega, Pablo "perdió" nivel social, al igualarse en su trabajo ma- nual a los esclavos, que constituían hasta los dos tercios de la población en ciertas metrópolis del Imperio Ro- mano. Su nivel social es el de los trabajadores pobres, aunque pudiera hacer valer sus derechos de apóstol y de fundador de comunidades (ICo 9,1-18; 2Co 11,7-12). 27
  • 15. 8. Estado civil Normalmente se afirma que Pablo era soltero. Sin embargo, vale la pena mirar de cerca esa cuestión. En primer lugar, es necesario tener presente que, sin duda alguna, su conversión tuvo lugar después de los treinta años de edad. Además de eso, se debe recordar un prin- cipio bastante común entre los judíos de ese tiempo, es decir, que los jóvenes normalmente se casaban pronto. Se dijo pronto que esa decisión no debía sobrepasar los dieciocho años. El Antiguo Testamento desconoce a lo que corresponde hoy el celibato sacerdotal. ¿Por qué? La razón es muy sencilla, y valía tanto para los mucha- chos como para las jovencitas. El pueblo de Dios del Antiguo Testamento de- pendía de una raza. Para ser plenamente miembro de fsraei era necesario tener sangre judía. Ese principio conduce luego a una conclusión: para que el pueblo de Dios crezca numéricamente es necesario producir hijos. Por eso se estimulaba la procreación. El joven que postergaba su decisión de casarse atraía sobre sí las sospechas. Las cartas de Pablo no son decisivas en este punto. Existe un texto de la Primera Carta a los Corintios de la cual se podría deducir que Pablo era casado. Al de- fenderse de los que lo acusan de no ser apóstol, él lla- ma la atención sobre el modo como Pedro y los otros apóstoles actúan, es decir, llevan consigo en los viajes a una mujer (o esposa) cristiana: "¿No tenemos derecho de llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas?" 28 (ICo 9,5). Nótese que la expresión griega "mujer cris- tiana" se puede traducir por esposa cristiana. Con base en este versículo, algunas personas sostienen que Pablo podría ser un hombre casado y que habría llevado hasta la radicalidad de no pensar económicamente sobre las comunidades por él fundadas. En esta misma carta, sin embargo, tenemos otra frase que hace pensar que Pablo era soltero o incluso viudo. Él afirma: "Digo a los célibes y a las viudas: bien les está quedarse como yo" (ICo 7, 8). La expresión como yo da a entender que Pablo no está unido en matrimo- nio a otra persona. Pero no queda claro si era soltero o viudo. En todo caso, y por encima de esas hipótesis, es oportuno recordar que Pablo se comportará como madre y padre con todos los que, por medio de él, lle- gan a la fe en Jesucristo (íTs2,7b-12; ICo 4,15; Ga 4, 19; Flm 2, 22; Flm 1,10). 9. Fuentes para conocer a Pablo La mejor fuente para conocer a Pablo son las cartas que él escribió, sobre todo las auténticas (de eso se hablará más adelante). Hay otras fuentes importantes, como los Hechos de los Apóstoles y todos los estudios sobre la situación política, social, económica, etc., de esos lugares y de esa época. La relación Pablo y Hechos de los Apóstoles es bastante delicada. Existen estudios que sencillamente ignoran las informaciones de Lucas y tratan de recons- truir su vida y acciones sin contar con el libro de los Hechos de los Apóstoles. ¿Por qué? Ya se dijo antes algo 29
  • 16. a este respecto. Crece siempre más entre los estudiosos el convencimiento de que el libro de los Hechos no es plenamente confiable en las informaciones con respec- to a Pablo. Lucas no está interesado en los hechos de la vida de este apóstol. Por el contrario, construye, con la ayuda de episodios de Pablo, una especie de "Teología de la historia", y usa los acontecimientos en la forma como llegaron a sus oídos o en la forma en que él los interpreta. Además de eso, es importante tener presen- te que la persona de Pablo no tuvo buena aceptación por parte de todos los grupos cristianos de la segunda mitad del primer siglo después de Cristo. El libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito unos quince años después de la muerte de Pablo, parece que se inserta en el esfuerzo de personas y grupos por rescatar todo el trabajo evangelizador de Pablo. En efecto, él aparece, a partir de la segunda mitad del libro, como el modelo de evangelizador y como tipo de discípulo capaz de reproducir, en otros lugares y tiempos, las palabras y las acciones de Jesús. Ése es, en pocas palabras, el objetivo de Lucas en relación con Pablo en los Hechos de los Apóstoles. Por eso algunos estudiosos de la vida de Pablo pres- cinden totalmente de las informaciones que Lucas da en los Hechos de los Apóstoles. Sin embargo, al obrar así, no se logran completar todos los datos referentes a Pablo, sobre todo los viajes. ¿Qué hacer, entonces? Muchos estudiosos siguen un camino de conciliación, es decir, toman las informaciones de Lucas con cautela, porque saben que pueden haber sido modificadas por el autor de los Hechos, que tenía otros proyectos. 30 Los que defienden los Hechos de los Apóstoles como fuente segura respecto a Pablo citan la posibilidad de que Lucas haya sido compañero de él a partir del se- gundo viaje. En efecto, en Hechos de los Apóstoles 16, 10 sucede algo inusitado desde el punto de vista narrativo. De pronto Lucas deja de narrar los hechos como si fue- ran algo distante y pasa a relatarlos en primera persona del plural, como si, a partir de ese momento y lugar, formara parte del equipo misionero de Pablo: "En cuan- to tuvo la visión, inmediatamente intentamos pasar a Macedonia, persuadidos de que Dios nos había llamado para evangelizarlos" (Hch 16,10). De aquí en adelante se narran los hechos a ratos como si Lucas formara parte del grupo, a veces como si no perteneciera a él. Algunos estudiosos afirman que, cuando usa el "nosotros", Lucas estaría citando un texto que existía anteriormente. En efecto, al comienzo de su obra afirma que ha investigado (Le 1,1-4). Aunque Lucas haya sido compañero de viaje de Pablo, eso no nos obliga a aceptar sin más ni más los datos que nos suministran los Hechos de los Apóstoles. Eso se hace evidente a partir de la confrontación de las informaciones. En otras palabras, supongamos que Pablo y Lucas tengan versiones diferentes de un mismo hecho. Se pregunta entonces: "En ese caso, ¿a quién le creemos? ¿Quién es fiel a los acontecimientos?". Y la respuesta parece que es una sola. Cuando tenemos dos versiones del mismo hecho, es necesario dar crédito a Pablo y suponer que Lucas tuviera otros motivos para contar de un modo diferente el mismo hecho. Vamos a dar dos ejemplos. 31
  • 17. Comparamos Hechos de los Apóstoles 17, 17 y 18, 5 con ITesalonicenses 3, l-2a. 6a. Lucas afirma: "Mientras Pablo los esperaba en Atenas, estaba interiormente in- dignado al ver la ciudad llena de ídolos... Cuando lle- garon de Macedonia, Silas y Timoteo, Pablo se dedicó enteramente a la Palabra, dando testimonio ante los judíos de que el Cristo era Jesús". Sin embargo, Pablo tiene otra versión: "Por lo cual, no pudiendo soportar más, decidimos quedarnos solos en Atenas y los envia- mos a Timoteo... Nos acaba de llegar de ahí Timoteo y nos ha traído buenas noticias de su fe y su caridad". La comparación muestra claramente la diferencia. Según los Hechos de los Apóstoles, Pablo estaba solo en Ate- nas. Cuando llegan los dos compañeros, Pablo ya está en Corinto. Según la Primera Carta a los Tesalonicen- ses, Pablo y Silas se quedan solos en Atenas y Timoteo va y vuelve solo de Tesalónica. Evidentemente se debe dar crédito a la versión de Pablo. El segundo ejemplo parte de 2Corintios 11, 24-25, donde Pablo afirma: "Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé en el abismo". Mirando lo que Lucas dice de Pablo en los Hechos de los Apóstoles, podemos preguntar: ¿dónde están las referencias a las cinco veces en que Pablo afirma que fue castigado con los 39 azo- tes? Lucas ignora completamente los 195 bastonazos que Pablo recibió. ¿Y dónde hablan los Hechos de las tres flagelaciones? Lucas se conforma con narrar una (Hch 16, 22-23), y omite las otras. ¿Por qué? Cierta- 32 mente porque en sus planes, como veremos adelante, bastaba mostrar una flagelación. Pablo afirma que ha naufragado tres veces. ¿Dónde se encuentra eso en los Hechos? En ninguna parte. Lucas se conforma con narrar el gran naufragio del cuarto viaje (en el cual tal vez estuvo presente). Pero no debemos olvidar que, cuando Pablo escribe esas co- sas, todavía estamos en el tercer viaje.Y, además de eso, Pablo garantiza que ha pasado 24 horas en Alta Mar. Nunca lograremos tener noticia de esos graves pro- blemas que Pablo tuvo que enfrentar. Pero una cosa es cierta: la vida y la obra de él son mucho más de lo que sabemos por medio de los Hechos de los Apóstoles (y también por las cartas, como veremos más adelante). Los ejemplos podrían continuar. Pero de lo que se ha dicho se deduce una conclusión clara: Lucas no es un intérprete fiel de Pablo, en sentido de ofrecer una visión amplia de todo lo que aconteció en la vida de este apóstol. A la inversa, puede ser verdad que Pablo es, para Lucas, la figura ideal para representar el camino del discípulo en la historia, camino hecho de testimo- nios en medio de los conflictos. En su evangelio, Lucas mostró el camino de Jesús; en los Hechos de los Após- toles muestra, en la persona de Pablo, el camino del discípulo, que no es diferente del camino del Maestro. Para presentar eso, Lucas se sirve de algunos (no todos) los hechos significativos en la vida de Pablo, y los pre- senta a su modo y según su visión. 33
  • 18. 2. LA CONVERSIÓN La conversión de Pablo merece algunas considera- ciones. Los Hechos de los Apóstoles (8, 1) y las cartas lo muestran como aquel que persiguió a los cristianos (Flp 3, 6; ICo 15, 9). Se calcula que el año 35 sea el más indicado para fijar la fecha de ese acontecimiento importante. De él los Hechos de los Apóstoles hablan abundantemente y relatan el mismo episodio en tres ocasiones diferentes (Hch 9, 1-25; 22, 1-21; 26, 1-23). En la visión de Lucas, ese hecho es de una importancia capitaJ. ¿Por qué existen tres relatos de la conversión de Pablo en los Hechos? La respuesta no parece sencilla, sobre todo si tenemos en cuenta que los relatos no son exactamente iguales. De un modo general, las tres narraciones se complementan y se justifican. La pri- mera (Hch 9, 1-25) se inserta en el contexto del mar- tirio de Esteban y de otras conversiones. Encaja entre la conversión del eunuco etíope (Hch 8, 26-40) y la de Cornelio (para no decir de Pedro y de los cristianos de Jerusalén, Hch 10, 1; 11, 18). El segundo relato se justifica porque el anuncio se hace a los judíos (Hch 22, 1-21) y el tercero es pronunciado ante las autoridades políticas (judíos y no-judíos, Hch 26, 1-23). 34 En el plan de Lucas los tres relatos de la conversión de Pablo serían una especie de proclamación universal: a los cristianos, a los judíos y a los no-judíos. N o ol- videmos un detalle: Lucas escribe esas cosas unos cin- cuenta años después de que han sucedido (los Hechos aparecieron después del año 80),y Pablo ya es contado, desde hace cerca de quince años, entre los mártires y los campeones de la fe cristiana. Por consiguiente no se deben tomar los acontecimientos narrados en los Hechos como sucesos escuetos, sino como interpreta- ciones o como relecturas hechas a la luz de la fe. Hablando rigurosamente no se podía hablar de la conversión de Pablo en el sentido que el Antiguo Tes- tamento le da a esa palabra. En efecto, sobre todo en los profetas, ese término significa "retornar", "volver atrás". Ahora bien, eso supone que la persona que se convierte vueJve al estadio anterior, del cual se había desviado. Eso no se puede aplicar a Pablo, pues era un fariseo fervoroso. El Nuevo Testamento, por su parte, tradujo el "retornar" de los profetas como metanoia, es decir, cambio de mentalidad y de visión. En ese senti- do se puede hablar de conversión aplicado a Pablo. Él sigue siendo un monoteísta convencido, pero ve y ex- perimenta todas las relaciones bajo un ángulo nuevo. Pablo habla de su conversión, pero no exactamente en los términos usados por Lucas. Habla de Damasco sin referirse a lo que pueda haber sucedido cuando se dirigía allá. Los textos más significativos con respecto a su conversión se encuentran en Gálatas 1, 21-24 y en Filipenses 3, 4b-5. Los Hechos hablan de la conversión de Pablo como un momento histórico e irrepetible en la 35
  • 19. vida, a partir del cual todo cambió (el episodio del' ca- mino de Damasco").Y la fantasía y la iconografía pos- teriores acuñaron incluso la expresión "caer del caballo como sinónimo de conversión. Vista desde ese ángulo, la conversión de Pablo evidencia casi exclusivamente la acción de Dios y se reviste de un cierto carácter sagrado, y transforma ese hecho en algo prácticamente irrepeti- ble en la vida de los mortales comunes. El hecho de que Pablo no se refiere a la propia con- versión en los términos en que Lucas la presenta, hace pensar. ¿En realidad fue así? Sin descartar la posibilidad de que realmente haya acontecido algo importante en el "camino de Damasco", vamos a intentar ver la con- versión de Pablo con otros enfoques. 1. Un proceso demorado En lugar de pensar en la conversión de Pablo como en un acontecimiento único e irrepetible en la vida, vamos a tratar de verla como un proceso lento, resul- tado de una nueva visión y experiencia de Dios, de las personas, del mundo y de las cosas. En efecto, Pablo no se convierte, como por ejemplo los cristianos deTesa- lónica y de Corinto, de los ídolos mudos al Dios vivo y verdadero (ÍTs 1,9; 2Co 12,2), sino que se convierte de un modo de ver a Dios, a las personas y a las cosas. Esa visión antigua era determinada por la formación farisaica de Pablo. Ella comandaba todas las relaciones: con Dios, con las personas, el mundo y las cosas. La quiebra de la columna vertebral de la ideología farisai- ca parece que es la gran conversión de Pablo. 36 2. Conversión del fariseo irreprensible: nueva experiencia de Dios Pablo confiesa que ha sido fariseo (Flp 3, 5).Ya he- mos hablado de este tema y de la característica más importante del fariseísmo, es decir, su apego escrupu- loso a la ley escrita y también a la oral. El título más ambicionado por un fariseo era la irreprochabilidad.Y Pablo garantiza que las personas lo conocían así: "En cuanto a la justicia de la ley, intachable" (Flp 3, 6b). Allí se entiende por qué esas personas se consideraban "se- paradas": por causa de la escrupulosa práctica de todos los detalles de la ley escrita y oral. Esa irreprochabilidad llenaba a los fariseos de orgullo y los llevaba a des- preciar al pueblo. Es lo que se puede ver en un texto del evangelio de Juan en donde los fariseos llaman al pueblo sencillo "maldito" (Jn 7, 49). ¿Por qué el pue- blo es maldito en la perspectiva de los fariseos? Por no conocer la ley. Al no conocerla, tampoco la practica. Al no practicarla, el pueblo atrasa la venida del Mesías. En efecto, un fariseo pensaba más o menos así: "Cuando todos fueran como nosotros, que practican irreprensi- bles la ley, entonces el Mesías vendrá". A pesar de toda la buena voluntad, esa lógica farisai- ca tenía consecuencias terribles en todas las dimensio- nes, pues ponía a Dios al servicio de los propios gustos, despreciaba al pueblo pobre y analfabeto y alimentaba el odio racial. De esas tres cosas subrayamos tan sólo la primera. En el evangelio de Lucas hay una parábola del fariseo y del publicano (Le 18, 9-14). Ella ilustra muy bien lo que estamos profundizando. El fariseo no 37
  • 20. deja espacio para la gracia y la gratuidad, proclama ante Dios sus acciones y sus obras de justicia y trata a los pecadores con "religioso desprecio". El judío irrepren- sible está lleno de sí, es autosuficiente y no queda más que esperar que Dios haga su parte, recompensándo- lo y bendiciéndolo. El fariseo cree que puede, con su irreprochabilidad, obligar a Dios a ser bueno para con él. Es lo que espera el personaje arrogante de la pará- bola de Lucas. Pablo llegó a ser llamado fariseo irreprochable. Al- canzó el nivel insuperable de la imperfección. Basta mantener ese estado, y Dios ciertamente deberá venir a su encuentro, ser benévolo con él, etc. En la lógica del fariseo, Dios solamente se mueve después de que la persona ha alcanzado la irreprensibilidad. Cuando todos hayan llegado a ese "estacionamiento", entonces Dios despertará de su santa indiferencia y enviará al Mesías. La venida del Mesías, por consiguiente, no es obra del amor de Dios, sino el resultado de la justicia humana. Entonces la imagen es estática. Basta cumplir todos los detalles de la ley, ser irreprochable y esperar. El amor de las personas para con Dios vendría en pri- mer lugar, traducido en una práctica escrupulosa de los preceptos. Y el amor de Dios para con el pueblo vendría en segundo lugar, sería como comandado a control remoto. Por consiguiente, Dios puede ser ma- nipulado de acuerdo con mi justicia. Practico el bien y Dios tiene que ayudarme. Hay textos en las cartas de Pablo que muestran cómo fue quebrada esa espina dorsal del fariseísmo. El primero es éste: "La vida que vivo al presente en la 38 carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó así mismo por mí" (Ga 2,20b). Pablo cierta- mente está hablando en nombre de toda la humanidad. Ella no merecía que Dios viniera. Pero el amor de Dios y de Jesús se anticipó, y por amar primero e incondi- cionalmente, Jesús se entregó por la humanidad. N o es el amor del ser humano el que viene antes, sino el de Dios, manifestado en Jesús. El amor humano siempre es respuesta al amor primero de Dios. Otro texto, que va en esta dirección, está en Romanos 5, 8: "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros toda- vía pecadores, murió por nosotros". Por consiguiente, no fue la perfección de los fariseos y de la humanidad la que provocó la venida del Mesías. Por el contrario, cuando la humanidad menos merecía y esperaba, allí el amor de Cristo manifestó toda su fuerza. El texto de Filipenses 3, 7-14 merece ser recordado, pues habla de "pérdida" y de "ganancia", de "antes" y "después". Muestra el fixismo de la religión del fariseo irreprochable que es superado por el dinamismo en la nueva realidad creada en Cristo. Pablo ya no es un hombre "estacionado" que espera que Jesús pase, sino que es un atleta que corre para ver si alcanza a aquel que lo alcanzó primero en su amor gratuito. Como fa- riseo, pensaba obligar a Dios a hacer algo. Como cris- tiano, se siente obligado a correr para alcanzar a Cristo que lo precede. El amor de Pablo, ahora, es respuesta, es el amor que responde al amor primero. Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo.Y más aún:juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de 39
  • 21. Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las co- sas y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en El no con la justicia mía, la que viene de la ley, sino la que viene por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, conocerlo a El, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a El en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcan- zado por Cristo Jesús.Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, co- rriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús (Flp 3, 7-14). Resumiendo este aspecto, podemos afirmar que la experiencia de Jesucristo, "que me amó y se entregó por mí... cuando todavía éramos pecadores", fue fun- damental para la conversión de Pablo. Dios no ha cam- biado. Siguió siendo el mismo Dios en el cual él, sus padres, Gamaliel y todo el pueblo judío siempre creye- ron. Lo que cambió fue la visión de Pablo con respecto a Dios, marcada por la experiencia única de Jesucristo, que ama y da la vida por pura gracia. Vista bajo este aspecto, la conversión de Pablo tiene sabor a proceso lento, de maduración constante. Eso no sucede de un día para otro, a no ser que haya habido una intervención maravillosa y espectacular de su gracia. 40 3. Conversión de fariseo irreprensible: visión nueva de las personas Para un judío de ese tiempo, sobre todo para un fariseo, la cuestión de la raza era extremadamente im- portante. Se sabe que los judíos dividían el mundo en dos grupos desiguales: ellos por un lado y, por el otro, todos los demás, los paganos o gentiles, llamados también a veces "griegos". A pesar de los intentos de aproximación, como el trabajo hecho entre los paganos que simpatizaban con la religión de los judíos, el muro de separación quedaba en pie (ver en oposición, E/2, 11-22). Se sabe que los judíos tradicionales cultivaban un desprecio histórico para los no-circuncidados, lla- mados muchas veces "perros" (en la cultura judía, el cachorro ocupaba uno de los primeros lugares en la clasificación de los animales impuros). Los no-judíos que se sentían ofendidos con eso, también respondían a la ofensa con un gran desprecio, escupían en el suelo al pasar junto a un judío. Evidentemente no siempre las cosas eran tan radi- cales. Pero no hay que olvidar que, en el episodio ex- traño y complicado del endemoniado geraseno (Me 5, 1-20), hay referencias fuertes a la dominación romana, como la del demonio que se llama "Legión" (o más bien destacamento entrenado del ejército romano) y la mención de los "cerdos", nombre despreciativo que los judíos daban a los romanos (el cerdo era, sin duda, el animal más impuro para los judíos). La discriminación por causa de raza era, pues, m u y fuerte. Aunque influyen los esfuerzos de algunos p r o - 41
  • 22. fetas del Antiguo Testamento, la separación entre judíos y no-judíos era cosa evidente Y el mismo Dios iba a terminar enmarcando en los límites de una raza Además de eso, los judíos de ese tiempo, pero sobre todo los fariseos, distinguían siempre y nítidamente entre lo puro y lo impuro (cf Me 7,1-23) La ley de lo puro y lo impuro ponía límites claros y definidos en relaciones con los paganos Y Pablo había sido fariseo, tenía conciencia y conocimiento de todas esas cosas y, ciertamente, vivió en primera persona la tensión que derivaba de la discriminación racial En realidad, si Pablo como cristiano hubiera con- servado sus principios farisaicos, no habría podido salir de casa, tal era el peligro que lo amenazaba constante- mente de contaminación con los no-judíos impuros U n detalle puede ayudar a poner esto en claro En Mateo 9, 10-13, Jesús come con los cobradores de im- puestos y pecadores, y es criticado por los fariseos Los fariseos cuestionaban esto y sostenían que solamente podían sentarse a la mesa con personas comprobada- mente "puras" y conformes con las reglas de pureza legal ¿Por qué? Parece que la razón era muy sencilla si una persona "impura" se sienta a la mesa, todo lo que ella toca (cosas y alimentos) se vuelve ritualmente im- puro Ponerse a la mesa con un pagano, por consiguien- te, con certeza absoluta producía contaminación El contacto de Pablo con realidades diferentes le abrió lo ojos y quebró la espina dorsal de la discrimi- nación por causa de la raza Descubrió que Dios no es el Dios de una sola raza, sino el creador de toda la hu- manidad (y Salvador de todos en Jesucristo) Percibió 42 que el bien estaba presente incluso en aquellos en los cuales sentía indiferencia, desprecio u odio U n detalle de su vida puede ayudar a poner esto en claro Cuando se detuvo entre los gálatas (tal vez durante el segundo viaje misionero), pudo sentir cómo los no-judíos eran capaces de gestos increíbles de soli- daridad Él mismo lo confiesa Bien saben que una enfermedad me dio ocasión para evangelizarlos por primera vez, no obstante la prueba que suponía para ustedes mi cuerpo, no me mostraron desprecio ni repulsa, sino que me recibieron como a un ángel de Dios como a Cristo Jesús ¿Dónde es- tán ahora los parabienes que les daba' Pues yo mismo puedo atestiguarles que se hubieran arrancado los ojos, de haber sido posible, para dármelos (Ga 4,13-15) Recordemos tan sólo un detalle los gálatas no eran judíos, sino paganos A pesar de eso acogieron a Pablo con mucho cariño Cuidaron de él en la enfermedad y estaban dispuestos a perder los propios ojos para que Pa- blo recuperara la salud (Tal vez él había tenido alguna enfermedad en los ojos) Para un fariseo eso sonaba co- mo una ofensa ¿Cómo aceptar órganos de un cuerpo "impuro" (los ojos de un pagano)7 Sin embargo, Pablo ve en eso un gesto grandioso de esa solidaridad que vence todos los prejuicios que nacen de la raza y la cultu- ra Los gálatas estaban dispuestos a perder la visión para que Pablo pudiera ver Y eso venía de personas que un fariseo normalmente despreciaba o incluso odiaba Con Pablo, entonces, tuvo que haber sucedido lo que de algún modo parecido aconteció en el encuentro 43
  • 23. de Jesús con el jefe militar de Cafarnaún, un pagano lle- no de sensibilidad y respeto por el otro {Le 7,1-10). El relato de Lucas, más rico en detalles que el de Mateo 8, 5-13, muestra la sensibilidad del pagano en relación con la religión de losjudíos.Tal vez pensando queJesús fuera un judío tradicional, el centurión no quería someterlo al suplicio de volverse impuro entrando en la casa de un pagano.Y da muestras de una fe sin igual, haciendo que Jesús exclame: "Les digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande" {Le 7, 9b). El contacto de Pablo con otras razas y culturas derro- tó su yo arrogante de fariseo autosuficiente y lo abrió para declaraciones importantes, como la de Gálatas 3, 28, en la que proclama que en Cristo han sido abolidas las diferencias derivadas de la raza (cf. ICo 12,13). Este tema se convirtió en motor para toda la acción evange- lizadora de Pablo. Sus viajes misioneros no habrían sido realizados si no hubiera quebrantado esa visión clasista y discriminadora del fariseísmo. Los otros, por consi- guiente, no son enemigos, sino hermanos. En ese sentido es bueno recordar que, en el primer relato de su conversión {Hch 9,1-25) Jesús se identifica fácilmente con aquellas personas que Saulo odia, persi- gue y mata. Jesús no le dice: "¿Por qué usted persigue a los cristianos?", o algo parecido, sino que la pregunta es mas incisiva: "¿Por qué me persigues?" {Hch 9,4). El, en realidad, estaba persiguiendo a los cristianos, pero Jesús se identifica fácilmente con ellos: perseguirlos a ellos es perseguir a Jesús. Como fariseo, Pablo odiaba a los cristianos y cier- tamente despreciaba a los no-judíos. Pero aquellos a 44 quienes odiaba le mostraron el camino de la vida. Lo mismo puede valer para nosotros. Debemos tener mu- cho cuidado con el desprecio, la indiferencia o inclu- so el odio hacia las minorías, aquellos sectores socia- les que a veces consideramos perdidos. Jesús nos está provocando y convocando a partir de ellos: "¿Por qué usted me persigue?". En ese episodio también, Ananías, jefe de los perseguidos, odiados y buscados para ser apresados, castigados y llevados a la muerte, a Saulo lo llama "hermano" {Hch 9,17; ver también Rm 12, 20 y Mt 5,44-48). Si los hechos sucedieron exactamente así, ese título que se da al perseguidor debe haber sido un océano de agua en el fuego auto-suficiente de ese per- seguidor. Aquel a quien persigo y quiero ver muerto me llama "hermano". Más tarde, Pablo usará abundan- temente esa palabra en sus cartas para caracterizar las nuevas relaciones entre los miembros de la comunidad cristiana. 4. Conversión del fariseo irreprensible: nueva visión de las cosas Ya vimos que los fariseos hacían una clara distin- ción entre lo puro y lo impuro. Desde el punto de vista racial, impuros eran todos los paganos (ver, por ejemplo, el prejuicio racial de Pedro en Hch 10, 9-17). Esa distinción existía también en relación con las co- sas, sobre todo en lo que se refiere a los alimentos. La cuestión es antigua y está ligada al libro del Levítico (capítulos 11 a 16). También en ese aspecto si Pablo hubiera conservado sus principios farisaicos de lo puro 45
  • 24. y lo impuro durante sus viajes, probablemente se hu- biera muerto de hambre. En efecto, todos los alimentos debían pasar por ese "filtro": los puros se debían con- sumir, al paso que los impuros debían ser rechazados. Cualquier alimento puro que fuera preparado por una persona impura, evidentemente se volvía impuro. Parece que existe en Colosenses 2, 20-23, una cita del principio farisaico con respecto a las cosas que de- bían ser consumidas: Una vez que han muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué sujetarze, como si aún vivieran en el mundo, a preceptos como "no tomes","no gus- tes","no toques", cosas todas destinadas a perecer con el uso y debidas a preceptos y doctrinas puramente humanos? Tales cosas tienen una apariencia de sabi- duría por su piedad afectada, sus mortificaciones y su rigor con el cuerpo; pero sin valor alguno contra la insolencia de la carne (Col 2,20-23). El principio parece claro: "No tomes, no gustes, no toques". Las cosas, sobre todo los alimentos, son siem- pre potencialmente peligrosos. Crean siempre una es- pecie de tabú, una obsesión por los alimentos puros y eso puede llevar incluso a la paranoia. Pablo fariseo corrió ese riesgo.Y antes que escribieran los evangelios, sus cartas ya muestran la ruptura total con esa visión negativa y pesimista de las cosas. Además del texto ci- tado arriba (se discute si la Carta a los Colosenses es de Pablo o no), existen otros pasajes en sus cartas que confirman la quiebra de la espina dorsal de la ideolo- gía farisaica en relación con las cosas. He aquí algunos: 46 "Examínenlo todo y quédense con lo bueno" (ÍTs 5, 21). Aunque se refiera directamente a los alimentos, esa frase muestra cómo Pablo mostró otro principio orientador para los cristianos. El texto de Colosenses creaba un tabú, subrayado tres veces por el "no". El nuevo principio que da Pablo parece que está dentro de la persona que se relaciona, en la línea de lo que Je- sús dice en Marcos 7, 14-15. Otro texto importante se encuentra en Romanos 14, 14a (que repercute en otra carta deuteropaulina, Tt 1, 15a): "Para los limpios todo es limpio; mas para los contaminados e incrédulos nada hay limpio". En la visión de Pablo convertido, todas las cosas son buenas. Recupera, por consiguiente, lo que se dijo en el primer capítulo del Génesis, es decir, que Dios hizo buenas todas las cosas (compárese con ÍTm 4,3-5). Pablo ciertamente fue adquiriendo esas conviccio- nes muy pronto, en la confrontación con otras realida- des y culturas. El mundo y las cosas que en él existen no son más. Por el contrario. El mundo se convierte en un conjunto de obras donde se construye el cuerpo de Cristo (compárese con Efl, 9-10); es, por consi- guiente, un lugar de evangelización. No se debe tener miedo. Tenerle miedo es no tener fe ni confianza en Dios. Igualmente sucede con las cosas: todas buenas y puras (Rm 14, 20), y los alimentos deben ser tomados agradeciendo a Aquel que los dio para todos (ÍCo 10, 31; ÍTm 4, 3-5). 47
  • 25. 5. La comunidad de Antioquía de Siria No siempre se da el debido valor al influjo de esa comunidad en la "conversión permanente" de Pablo ni de las consecuencias que de ahí surgieron. Según los He- chos de los Apóstoles, Pablo realizó en esa comunidad una especie de "ejercicio" misionero antes de empezar los viajes al encuentro del mundo y de sus realidades desafiantes. Pablo hará de esa ciudad (entre las principales del Imperio Romano) y de la comunidad que hay en ella, su punto de partida y de llegada para sus viajes, com- partiendo con sus miembros las alegrías y esperanzas. El perfil de la comunidad cristiana de Antioquía de Siria es muy interesante y se separa luego de Jerusalen. Más aún, esa comunidad es una especie de propuesta alternativa al encierro reaccionario de algunos grupos de Jerusalen. En las cartas, Pablo habla tan sólo una vez de Antioquía de Siria (Ga 2, 11), pero es suficiente para mostrar la tensión entre dos modos de ver las cosas y de evangelizar. Dejemos, por consiguiente, que Hechos de los Apóstoles 11, 19-26 y 13, 1-3 nos orienten en esta reflexión. El nacimiento de esa comunidad se dio después de la persecución de los cristianos en Jerusalen, provocada por la muerte de Esteban. Parece que Esteban repre- sentaba el grupo de los seguidores de Jesús de origen "griego", es decir, no-judío. Al morir su líder, ellos se dispersan hacia fuera del "territorio sagrado", y se van para Fenicia, la isla de Chipre y la ciudad de Antio- quía de Siria. Intentan primero anunciar la palabra a los judíos, pero luego se dirigen a los paganos, que eran 48 personas que, en general, tenían las mismas raíces y la misma cultura. En efecto, Lucas subraya que la iniciativa de predicar a Jesucristo a los griegos parte de personas que han nacido en Cirene (África) y Chipre. Hay, según esa indicación, personas de dos continentes, el africano y el asiático (según los criterios de ese tiempo). La Iglesia deJerusalen se entera de este hecho y envía una especie de "visitador", que es Bernabé. Los Hechos de los Apóstoles no se pronuncian sobre las intenciones de la comunidad de Jerusalen al enviar a Bernabé a la comunidad de Antioquía de Siria, pero por lo menos podemos sospechar que hay desconfianza. Es la primera comunidad que ha surgido en el extranjero y por inicia- tiva de no-judíos que dieron su adhesión a Jesús. Berna- bé debe haber quedado visiblemente impresionado con lo que vio (más tarde, con la llegada de Pedro, cambia su actitud, cf. Ga 2, 13). Los Hechos de los Apóstoles lo elogiaban y dicen que era una persona buena, llena del Espíritu Santo y de fe. En esa ocasión, Pablo está en su ciudad,Tarso, y Ber- nabé lo sabe.Va a buscarlo y lo lleva a Antioquía de Si- ria, donde viven y trabajan con esa comunidad durante un año. Ese año de vivencia y de trabajo evangelizador en la gran ciudad debe haber sido extremadamente fe- cundo para Pablo y Bernabé. Los dos eran judíos, pero comenzaron a expresar la propia fe en una comunidad "internacional" hacia la cual convergían experiencias, vivencias y elementos culturales diferentes. Eso debe haber sido de una importancia capital para la fermen- tación de lo nuevo, a diferencia de lo que acontecía en Jerusalen, donde los seguidores de Jesús todavía están 49
  • 26. ligados al templo, a la circuncisión y a la ley, a los ritos judíos y también a las prescripciones referentes a lo puro y a lo impuro. En ese sentido la comunidad de Antioquía de Siria se convirtió en una "alternativa" en relación con Jerusalén. En ella se respira un aire nue- vo, al paso que en Jerusalén no. Nunca será demasiado insistir en las peculiaridades de esa comunidad en la gran ciudad pagana, fermentadora de lo nuevo y de lo alternativo.Y Pablo está allí, aprendiendo, trabajando y compartiendo... Los Hechos de los Apóstoles afirman que en esa ciudad y en esa comunidad surge el primer (y defi- nitivo) intento de identificar a los seguidores de Jesús. Ellos pasan a llamarse "cristianos". Esa nueva identidad muestra que los seguidores de Jesús no son un apéndi- ce del judaismo. Nacieron de él, sí, pero ahora tienen identidad propia: son cristianos. Ese paso gigantesco se dio en una comunidad "internacional", en la cual unas personas de realidades y culturas diferentes encuentran para sí un denominador común, generador de identi- dad: son cristianos. Parece que la conversión perma- nente de Pablo tiene mucho que ver con esa realidad. ¿Sería él el gran animador de todo eso, o estaría en la comunidad más como aprendiz? No se sabe. Parece que tiene tanto qué aprender como qué enseñar o, tal vez haya aprendido más de lo que enseñó. Esa comunidad multicultural y multirracial (Hch 13, 1) produjo efectos impensables. Si no fuese por ella, el cristianismo, dejado únicamente a las iniciativas de la comunidad de Jerusalén, tal vez hubiera muerto o hubiera permanecido como apéndice del judaismo. 50 Gracias a ella, sin embargo, y a su visión del mundo como lugar donde construir el cuerpo de Cristo, el cristianismo no tiene ya fronteras geográficas, ni cultu- rales ni raciales. Los Hechos de los Apóstoles dicen que en la comu- nidad de Antioquía de Siria había "profetas y maestros" (Hch 13, 1). Precisamente mediante uno de esos "pro- fetas" el Espíritu Santo habla "sepárenme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado" (Hch 13,2b). Esa llamada del Espíritu no es una cosa mágica, pues Él siempre obra en la historia mediante las personas. En Antioquía de Siria nace la misión. Y Pablo esta- rá comprometido en primera persona y permanecerá para siempre ligado a esa comunidad. 6. Tratando de fijar fechas para los acontecimientos No es fácil fijar fechas para los acontecimientos de la vida de Pablo.Todos los esfuerzos producen siempre resultados aproximados. De todos modos, vamos a in- tentar fijar algunas fechas. Alrededor del año 5: nacimiento en Tarso. Alrededor del año 11: comienza a frecuentar la escue- la sinagogal. Alrededor del año 20: se traslada a Jerusalén, para for- marse como rabino bajo los cuidados de Gama- liel. Alrededor del año 35: la "conversión". 51
  • 27. Hasta el año 37, aproximadamente: Arabia, Damasco y viaje rápido ajerusalén (Ga 1,17-18). Hasta el año 44 y 45: algunos años en Tarso, su tierra. Año 45 aproximadamente: estadía en Antioquía de Siria. Años 46 a 48: primer viaje. Año 49: en Jerusalén (Hch 15,1-35). Años 49 a 52: segundo viaje. Años 53 a 57/58: tercer viaje. Años 59 a 62: cuarto viaje. Año 68: muerte, en Roma. La fecha de la "conversión" se basa en el hecho de que el denominado "Concilio de Jerusalén" (Hch 15,1- 35), había sucedido en el año 49. En Calatas 2,1 Pablo afirma que participó en ese evento y que eso sucedió 14 años después de su "conversión", por consiguiente, alrededor del año 35. Las dificultades en cuanto a la exactitud de las fechas son muchas, pues no siempre, cuando se habla de años, se trata de años completos. En ciertos casos seis meses se cuentan como un año. No debe pasar desapercibido el tiempo largo en que Pablo permaneció en Tarso (seis a siete años). ¿Qué habrá hecho? ¿Sería en esa época cuando fundó la co- munidad de Galacia? (Cf. Ga 4, 13). ¿Por qué Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, no menciona la estadía de Pablo en esa región? Por otra parte, el autor de los Hechos de los Apóstoles da poco valor a Galacia, sin que sepamos las razones que lo llevaron a eso. 52 3. EVANGELIZADOS. ITINERANTE: VIAJES Y FUNDACIÓN DE COMUNIDADES "Hizo viajes frecuentes" (2Co 11,26). Eso es lo que Pablo afirma alrededor del año 55, cuando escribe a los corintios, cerca de los diez años después de haberse convertido en misionero itinerante y fundador de co- munidades. Pero, según san Lucas, los viajes de Pablo todavía no terminaban. Serían necesarios todavía cerca de siete años para que los Hechos de los Apóstoles den por terminada la narración de esos viajes. Sin embargo, el final de los Hechos no es necesariamente el final de los viajes de ese evangelizador, pues desde Roma te- nía la intención de ir a España.Y, según las "pastorales" (cartas a Timoteo y Tito), debe haber vuelto a Asia. Cuando afirmó que había hecho muchos viajes tal vez tenía ante sí un camino igual al ya recorrido. Es inútil, por consiguiente, saber con exactitud cuántos fueron los viajes de Pablo a lo largo de más de veinte años, desde que comenzó hasta la muerte, alrededor del año 68. Una pérdida aún mayor de tiempo es querer con- tabilizar el kilometraje de sus viajes, por más piadoso que eso pueda parecer. Pablo no viaja ni trabaja solo. Ciertamente sus viajes eran planeados y preparados con esmero. Sin embargo no siempre los planes daban certeza y muchas veces había que cambiarlos (2Co 1,15-2,1). 53
  • 28. Por mar iba en barco Bastaba tener dinero, coraje y encontrar el barco que viajara en la dirección deseada Por tierra iba a pie, siguiendo las grandes carreteras que el Imperio Romano había construido para unir las grandes ciudades Estaba más seguro, pero no total- mente Tal vez ese hecho le había inspirado su estrategia misionera, es decir, llegar a los grandes centros urbanos, fundar allí un núcleo cristiano, darle una formación básica y un poco de organización, confiando que ese núcleo, por su parte, se propagaría por vanas ciudades, en las periferias y en las pequeñas ciudades de los alre- dedores Pablo se irrita con los corintios cuando éstos, por riñas internas, retrasan ese proceso de evangeliza- clon en forma de trampa (cf 2Co 10,15-16) Las grandes carreteras del Imperio Romano habían sido destruidas con fines militares (desplazamiento del ejército romano que ocupaba esas regiones), comercia- les (transporte de los bienes producidos) y de comu- nicación (correos) El Imperio Romano disponía de un sistema de comunicación interesante Para hacer llegar rápidamente las noticias, cada treinta kilómetros, había sitios para el cambio de caballos y de personas Pablo y sus compañeros sabían eso y aprovechaban esa estructura para viajar Es decir, normalmente viajaban 30 kilómetros por día, pernoctando en estos sitios de cambio de correos Sin embargo, las cosas no eran tan sencillas Había peligros y gastos enormes De los pe- ligros Pablo habla bastante en un trozo de 2Conntws l l , 2 6 b - 2 8 Sufrí peligros de ríos, peligros de salteadores, peli- gros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peli- 54 gros en ciudad, peligros en despoblado, peligros por mar, peligros entre falsos hermanos, trabajo y fatiga, noches sin dormir, muchas veces hambre y sed, mu- chos días sin comer, frío y desnudez Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria la preocupa- ción por todas las Iglesias En esa serie de peligros a lo largo de los viajes algu- nos detalles llaman la atención Además de los peligros en los ríos y en el mar, de los cuales Lucas nada habla en los Hechos de los Apóstoles, es oportuno recordar las noches sin dormir (¿por cuál motivo'), el hambre, la sed y los ayunos forzados (¿estarían sin dinero para comprar comida7 ), con frío y sin hospedaje (¿habrían sido asaltados en el viaje7 ) En los pasos peligrosos de esas carreteras se ocultaban ladrones que despojaban de todo a los viajeros, hasta de la ropa para cubrir el cuer- po ¿Habrá sucedido eso con Pablo y sus compañeros7 Pablo asegura que, por donde anduvo (ríos, ciudades, desierto, mar) encontró peligros Esos venían de varios grupos ladrones, judíos y paganos ¿Con qué recursos viajaba Pablo7 Los Hechos de los Apóstoles y las cartas de Pablo concuerdan en que el dinero para los gastos venía tanto del trabajo perso- nal como de la colaboración de las comunidades En Hechos de los Apóstoles 18,3 se dice que él era fabricante de tiendas, en Hechos de los Apóstoles 20, 34-35 hay un texto importante "Ustedes saben que estas manos pro- veyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros En todo les he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener pre- sentes las palabras del Señor Jesús, que dijo 'Mayor fe- 55
  • 29. licidad hay en dar que en recibir'". Esta afirmación concuerda con varios textos de Pablo, entre los cuales están ITesalinicenses 2,9 y ICorintios 4,11-12, que aña- den los detalles del hambre, la sed, los malos tratos y la dirección desconocida. Viaja también con la ayuda de las comunidades. Al escribir a los corintios y al hacer planes, piensa pasar con ellos el invierno y recibir ayuda para proseguir su viaje (ICo 16, 6). Luego pide a la comunidad que su- ministre lo necesario para que Timoteo pueda prose- guir su viaje (ICo 16, 11). Cuando entre los corintios, Pablo pasó necesidad, las comunidades de Macedonia (tal vez de Filipos) lo socorrieron (2Co 11,9). Al escri- bir a los romanos, planea ir a España y prepara el ánimo a los cristianos de esa ciudad para que le ayuden en ese nuevo frente de evangelización (2Co 15, 24). Parece que Febe, diaconisa de la comunidad de Cencreas, fue- ra la portadora de la Carta a los Romanos y también la organizadora de ese viaje a la Península Ibérica. En efecto, Pablo dice: "Recíbanla en el Señor de una ma- nera digna de los santos y asístanla en cualquier cosa que necesite de ustedes, pues ella ha sido protectora de muchos, incluso de mí mismo" (Rm 16, 2). Esos datos no se pueden olvidar cuando pretende- mos estudiar los viajes de Pablo. Al hacerlo, sin em- bargo, debemos servirnos de las informaciones de los Hechos de los Apóstoles. Lucas relata cuatro viajes de Pablo. Pero, como se dijo anteriormente, es necesario tomar con cautela sus datos a este respecto, pues él no pretende ofrecer todos los detalles de los viajes. Estando así las cosas, vamos a ver cómo los Hechos presentan 56 a Pablo itinerante y fundador de comunidades. Parece que Lucas, al hacer eso, escogió algunos episodios in- teresantes y omite otros. Es posible descubrir algunos temas o hechos comunes en los cuatro viajes. Subra- yamos cuatro: es una realidad nueva provocada por el anuncio del Evangelio (normalmente un caso de magia o superstición), un pronunciamiento de Pablo (discur- so), un milagro, una tribulación. Además de eso, se tiene la impresión de que cada viaje tiene una característica, que desarrollaremos a continuación. 1. Primer viaje (años 46-48): Hch 13 y 14 El primer viaje comienza y termina en Antioquía de Siria. Se hace por mar y por tierra. Juan (Marcos) acompaña a Bernabé y a Pablo. Al principio parece que Bernabé es el jefe del equipo evangelizador (es citado antes de Pablo), pero después Pablo dirige las acciones (pasa a ser citado antes de Bernabé). Como vimos, en la comunidad de Antioquía de Si- ria había cristianos nacidos en Chipre (Hch 11,20). Pa- rece que el influjo de esas personas, además del hecho que el mismo Bernabé es natural de esa isla (Hch 4, 36), haya determinado el rumbo a seguir. Algunos hechos importantes parece que subrayan una de las preocu- paciones de Lucas, por ejemplo el episodio del mago Elimas en la isla de Chipre. Con ese hecho, se quiere mostrar que la Palabra de Dios va venciendo la magia y, más adelante, también las idolatrías (Hch 14, 1-18). Es el Evangelio que penetra en las culturas. Este tema reaparecerá, con otro ropaje, en los otros viajes. 57
  • 30. Juan (Marcos) se separa del grupo y vuelve a Jerusa- lén (Hch 13, 13b). Será, al comienzo del segundo viaje, el motivo más importante para que Pablo y Bernabé sigan caminos propios. Lucas muestra a Pablo que pronuncia un discurso en la sinagoga de Antioquía de Pisidia. Es una muestra de cómo él ve a Pablo que anuncia a Jesús a los judíos. (En el segundo viaje, lo mostrará cuando habla de Jesús a los intelectuales de Atenas; en el tercero, será presentado cuando enseña por largo tiempo en la escuela de Tira- no, además del discurso de despedida a los cristianos de Éfeso; en el cuarto hay varios pronunciamientos de Pablo). La predicación de Pablo en esa ciudad parece una síntesis de su anuncio fundamental.Y el centro de ese anuncio es la persona de Jesús, eje de la historia del pueblo de Dios. El comienzo del discurso apunta hacia Jesús, que ocupa el centro. Pablo abrevia los hechos para concentrarse en Jesús. La finalidad del discurso es un llamamiento a aceptar esa gran novedad. Lucas muestra que Pablo está bien entrenado con los textos bíblicos y demuestra, con el Antiguo Testamento, que Jesucristo es la realización de las promesas de Dios y de las expecta- tivas del pueblo. Una característica del primer viaje (que reaparecerá también en otros) es el rechazo del Evangelio por parte de los judíos y la aceptación por parte de los paganos. Los judíos reaccionan con violencia a la predicación de Pablo, y lo persiguen de ciudad en ciudad; los pa- ganos reaccionan con alegría y adhesión, y comien- za a formar las comunidades cristianas. Iconio, Listra, Derbe completa la ida del primer viaje y son centros 59
  • 31. urbanos de donde partirá el testimonio cristiano. Lucas quiere incluir aquí un milagro de Pablo en Listra (Hch 14, 8-10), y conservará esa característica también para los otros (un milagro en cada viaje). Con la narración de ese milagro ciertamente el autor pretende defender el principio de que en Pablo se prolongan las palabras, las acciones y también los sufrimientos de Jesús. El tema del sufrimiento, la persecución o la tribula- ción también es una constante en el montaje que Lu- cas hizo en los viajes de Pablo. En el primero relata una apedramiento en Listra (Hch 14, 19-20). (Nótese que Timoteo es de esa ciudad. A partir del segundo viaje será el colaborador más fiel de Pablo). En cada viaje se relatará un hecho parecido. Hch 14,21 marca el regreso del primer viaje. Es un trabajo de afianzamiento de las comunidades. Nace la conciencia de que las tribulaciones forman parte de la misión y de que es necesario pasar por ellas para entrar en el reino. Se muestra un mínimo de organización de las comunidades recién fundadas. Son dirigidas por ancianos que Pablo y Bernabé confían en el Señor. La llegada a Antioquía de Siria, punto de partida, está marcada por la "rendición de cuentas": Pablo y Bernabé cuentan la gran novedad soñada por esa co- munidad que decidirá abrirse sin miedo al mundo: Dios había abierto a los paganos la puerta de lafe. Ésta es la gran característica del primer viaje. El mundo que separaba a la humanidad en dos grupos ha desaparecido. El Dios de los cristianos es el Dios de todos. 60 2. Segundo viaje (años 49-52): Hch 15, 36-18, 23a El segundo viaje también inicia y termina en Antio- quía de Siria y se realiza después del encuentro de los líderes cristianos en Jerusalén (Hch 15). Ese encuentro tuvo que ser tenso y difícil. Los Hechos dan la impre- sión de que todo pasó serenamente, pero los estudiosos detectan, con la ayuda de la Carta a los Gálatas, tensio- nes profundas entre grupos. Parece que el texto de He- chos de los Apóstoles 15 es el resumen de dos encuentros diferentes alrededor de las mismas cuestiones. De todos modos, Lucas muestra que el sueño de los cristianos de Antioquía de Siria, de abrirse sin miedo al mundo, fue afortunado. Estando así las cosas, retoma los viajes de Pablo. El segundo, además de representar esos elemen- tos comunes al primero, tiene su característica propia, como veremos. Aún no ha comenzado el viaje y ya tenemos una crisis. El personaje parece que es Juan Marcos, que ha- bía abandonado el equipo en el primer viaje (cf. Hch 13, 13b). Puede ser que haya habido otras razones no confesadas, como el probable descontento de Pablo ante la hipocresía de Bernabé, narrada en Gálatas 2,13 (suponiendo que ese hecho haya sucedido antes del se- gundo viaje). Parece que Bernabé trae el propio pasado de hombre lúcido y valiente y Pablo no quiere consigo una persona incapaz de llevar adelante las conquistas de las comunidades de Antioquía de Siria. Los dos entonces se separan. Bernabé sigue el cami- no del primer viaje, yendo a su tierra, Chipre, con Juan 61
  • 32. Marcos. La apertura al mundo de parte de los cristianos de Antioquía de Siria prosigue con Pablo, que se hace acompañar por Silas-Silvano. Lucas deja constancia de que Pablo partió "encomendado por los hermanos a la gracia de Dios" (Hch 15, 40b). Él, y no Bernabé, continúa ligado a la comunidad y da seguimiento a los proyectos que ella poseía. Con eso Bernabé desaparece del campo de interés del autor de los Hechos de los Apóstoles. Lucas resume en pocas palabras los primeros pa- sos del nuevo equipo. Simplemente afirma que Pablo y Silas "recorrieron Siria y Cílicia consolidando las Iglesias" (Hch 15, 41). Por consiguiente, el itinerario es diferente.Y no hay que olvidar que, antes de formar parte de la comunidad de Antioquía de Siria, Pablo había permanecido varios años en Tarso de Cílicia. De las comunidades de esa región no se sabe nada. La comunidad de Derbe recibe la segunda visita de Pablo y las de Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia lo acogen por tercera vez. Pero Lucas ignora esos hechos. Se concentra en la persona de Timoteo, que formará parte del equipo.Timoteo era de Listra, donde Pablo ha- bía sido apedreado en el primer viaje (Hch 14, 19-20). Lucas omite también la fundación de las comunida- des gálatas. Simplemente afirma que "Pablo y Timoteo atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había pedido predicar la Palabra en Asia" (Hch 16, 6). La mayoría de los estudiosos afirman que fue en esa ocasión, por causa de una enfermedad, cuando Pa- blo evangelizó Galacia (cf. Ga 4, 13-14). Otros, como vimos, piensan que esas comunidades fueron fundadas 63
  • 33. en el período en el que Pablo estuvo en Tarso, antes de que Bernabé fuera a buscarlo. ¿Por qué los Hechos de los Apóstoles omiten esos acontecimientos? A estas alturas la respuesta parece cla- ra. Sin embargo es importante poner de relieve que Lucas tiene prisa de mostrar la gran característica del segundo viaje: El Evangelio entra a Europa. Un macedo- nio (es decir, un europeo) se aparece a Pablo en una visión y pide ayuda. Lucas no tiene en cuenta todos los acontecimientos anteriores para concentrarse en ese momento solemne: la Palabra de Dios entra en un nuevo continente y deja el Asia para penetrar en Eu- ropa. Los siglos siguientes mostraron que ese proyecto era realmente una iniciativa del Espíritu. En efecto, fue por causa de ese paso por lo que el cristianismo sobre- vivió y se desarrolló. Lucas no tiene reparo en afirmar que el Espíritu Santo conduce esa misión, al impedir que Pablo y Timoteo anuncien la Palabra en Asia (Hch 16, 6-7).Tróade, ciudad de Asia, queda a poca distancia de Neápolis y Filipos, las dos primeras ciudades euro- peas que acogieron a Pablo. Como hemos dicho en Hch 16,10 tenemos el cam- bio en la forma de narrar los hechos. Se pasa a relatar los acontecimientos a partir de la primera persona del plural ("intentamos", "estábamos persuadidos", etc.). Para muchos, a partir de ese momento Lucas comien- za a formar parte del equipo evangelizador que entra a Europa. En Filipos nace la primera comunidad cristiana eu- ropea, y nace precisamente en la casa de una mujer asiática, Lidia, comerciante de púrpura, natural de Tia- 64 tira. El momento es extremadamente significativo. No se sabe si en Filipos había o no una sinagoga. Lo cierto es que Pablo y su equipo, el día sábado, van a la orilla de un río, donde las personas se reúnen para hacer ora- ción. Y allí encuentran un grupo de mujeres. Nótese la diferencia. En la sinagoga, para que hubiera culto, se requerían por lo menos diez hombres. Las mujeres no se tenían en cuenta. Aquí se dice que había tan sólo unas mujeres reunidas (Hch 16,13), y a partir de una de ellas nace la primera Iglesia do- méstica europea, en la casa de una mujer. Lidia es paga- na y simpatizante del judaismo ("creía en Dios"). Este detalle tendrá un significado profundo en la acción de Pablo de aquí en adelante, sobre todo en lo que se re- fiere a su relación con las mujeres en las comunidades. El cambio de la sinagoga por la casa es decisivo para el papel de la mujer. En la sinagoga ella no era tenida en cuenta y no valía nada; en la casa ella es la dueña, la anfitriona, la que coordina. En ese sentido, es oportu- no leer atentamente la carta a los Filipenses y tener en cuenta que en esas comunidades hay dos mujeres con cargo directivo, Evodia y Síntique (Flp 4, 2). En un mismo episodio (Hch 16, 16-24), Lucas con- centra un dato cultural iluminado por el Evangelio (un caso de posesión,compárese con Hch 13, 8-12),un mila- gro de Pablo (exorcismo, compárese con Hch 14,8-10) y la consiguiente tribulación (azotes con varas, compárese con Hch 14, 19-20). No se debe despreciar el factor económico de ese episodio. Pablo se comporta como Jesús, que pone al ser humano por encima de cualquier 65
  • 34. interés económico, pues la libertad humana no tienen precio (compárese ese episodio con Le 8, 26-39). Pablo y Silas fueron encarcelados. Parece que es la primera vez que Pablo afronta las cadenas, pero a lo lar- go de su vida debe haber contabilizado más de cuatro años de detención. No se habla de los otros dos com- pañeros de misión,Timoteo y Lucas. ¿Dónde estarían? La respuesta puede estar en la estrategia misionera de Pablo que, a partir de un centro urbano importante, hacía que se difundiera la Palabra en otros centros me- nores. Tal vez sus compañeros estaban dedicados a eso. El episodio de la liberación de Pablo y Silas se des- cribe en un modo fantástico. Es imposible leerlo al pie de la letra sin caer en contradicciones. Por ejemplo: si el terremoto fue tan fuerte hasta el punto de sacu- dir los cimientos, abrir las puertas y soltar las cadenas de todos, ¿cómo se explica que la prisión no se haya convertido en un montón de ruinas y los presos no se hayan muerto aplastados? Si las puertas se abrieron y las cadenas se soltaron, ¿cómo explicar que los otros presos se habían quedado quietos en sus sitios? Si el carcelero llevó a Pablo y a Silas de la prisión a la casa de él, ¿cómo se explica que en la mañana siguiente, cuan- do los magistrados envían a la prisión a los oficiales de la justicia para soltarlos, ellos estaban de nuevo en cadenas? El mensaje de este episodio debe, por consi- guiente, sobrepasar los simples datos materiales. Hay otro detalle importante: en la casa del carcelero (pagano, como Lidia) nace una nueva comunidad cris- tiana. Es la segunda Iglesia doméstica europea. 66 Más tarde, al escribir ITesalonicenses 2, 1-2, Pablo recuerda los momentos de tribulación pasados en Fi- lipos. No se sabe cuánto tiempo estuvieron en esa ciu- dad. Lo cierto es que, después de esos incidentes, se dirigieron a Tesalónica por la vía Egnatia, pasando por Anfípolis y Apolonia, ciudades menores. En los planes de Pablo, esas ciudades debían ser evangelizadas por los filipenses y tesalonicenses, y parece que muy pronto eso fue realidad (cf. ÍTs 1, 7-8, ver lo opuesto en 2Co 10, 13-16). EnTesalónica (Hch 17,1-9),Pablo debió permanecer cerca de un mes. Más tarde, al escribir a esa comunidad, manifiesta el deseo de volver para matar la nostalgia y para completar lo que no había sido posible en térmi- nos de un anuncio básico (cf. ÍTs 3, 6.10). Según los Hechos de los Apóstoles, en Tesalónica había una sinagoga y la comunidad fundada por Pa- blo era mixta (judíos y griegos). Llama la atención la presencia de mujeres de la alta sociedad (Hch 17, 4). Unos cinco años más tarde, al escribir a los corintios para motivarlos a participar en el trabajo comunitario internacional de solidaridad para con los pobres de Je- rusalén, Pablo afirma que las comunidades de Macedo- nia (por tanto también Tesalónica), eran extremamente pobres (2Co 8, 2). Por consiguiente, ¿quién tiene la razón en cuanto a la situación económica de JVlacedo- nia? Puede ser que las cosas, al comienzo, hayan sido como describe Lucas, pero no se puede desmentir lo que Pablo dice de ellas alrededor del año 55. Nótese que en ITesalonicenses 4, 12-5, 14 él insiste en la ne- 67