La integración de España en la Unión Europea se debió a factores políticos como la democratización tras la muerte de Franco y factores económicos como la crisis de 1975. Esta integró condujo al afianzamiento de la democracia, el fin del aislamiento económico y la creación de un estado de bienestar. Actualmente, España ocupa una posición intermedia en la UE y afronta retos como la competencia de precios bajos de nuevos socios y la reducción de fondos, aunque también se amplían mercados.