1. Médicos Sin Fronteras es una organización médica internacional, independiente de ayuda humanitaria. Aporta su ayuda a las poblaciones en situación precaria, a las víctimas de catástrofes de origen natural o humano y de conflictos armados , sin discriminación de raza, sexo, religión, filosofía o política
21. Vivir con miedo en Saiza: Fotos Stephan Vanfleteren Será que se me olvidó algo?
22. La violencia es sin dudas el problema de salud pública más urgente del país.
23. Se necesitan mayores esfuerzos para extender la ayuda humanitaria y médica a aquellos que son desplazados como consecuencia del conflicto Colombiano
24. Los programas dirigidos a la asistencia de desplazados y a las comunidades que regresan a sus tierras, NO llegan a identificar lo complicado de los retos que enfrentan los más vulnerables
25. Es necesario prestar más atención a las dificultades que que enfrentan las comunidades que regresan a sus tierras, y una mayor inversión, dirigida a sus necesidades sociales y de salud durante este período inestable y traumático.
26. La capacidad de servicios de salud en áreas rurales y urbanas para aquellos afectados por el conflicto son insuficientes para enfrentar las necesidades que esta población sufre.
28. Se debe reconocer y dar más prioridad a la salud mental, de esta manera se podrá proveer ayuda psicológica y psiquiátrica básica a las víctimas del conflicto Colombiano
MSF está desde 1985 en Colombia desde la catástrofe de Armero. Existen 4 secciones trabajando actualmente en el país MSF España (Nariño, Cundinamarca, Caquetá y Bogotá DC), MSF Francia (Tolima y Huila) MSF Bélgica (Chocó) MSF Holanda (Córdoba, Sucre y Norte de Santander) en 40 lugares de éstos tres departamentos. MSFH desarrolla proyectos de atención Primaria en Salud con servicios gratuitos en medicina, psicología, odontología, trabajo social y agua y saneamiento básico. En promedio atendemos 20.000 personas al año. Entre otros de los objetivos de la organización está el de dar Testimonio público en relación al sufrimiento de poblaciones en peligro. Came - acceso a la salud.
Este informe pretende ofrecer una visión general de la violencia como un serio problema de salud pública. Resalta las consecuencias directas de la violencia sobre la gente. Tales consecuencias deben ser objeto de mayor atención y prioridad por parte del gobierno colombiano y de otras entidades involucradas en políticas públicas. (Como la academia) Este informe está estructurado como un viaje a través de tres etapas del ciclo de la violencia y el desplazamiento forzado (antes:zonas rurales aislada, durante:barrios marginales en zonas urbanas, despés:el retorno).
“ Cuando la violencia llegó nos tocó dejar todo e irnos a la ciudad. Nunca nos imaginamos que el desplazamiento iba a ser un viaje sin retorno, sin punto de llegada. Nos movemos, pero no avanzamos. Mirándolo en perspectiva, hemos estado en tres “lugares” durante este viaje — la violencia allá en el campo antes de salir, la miseria de los barrios de invasión cuando nos desplazamos, y el imsomnio — ahora que hemos regresado a lo que fue nuestro hogar. Uno nunca deja de ser “desplazado”. Es una marca, una forma de vida”.
Codhes 3.7 millones Conferencia Episcopal 2.4millones Acción Social 1.7 millones
Cuando los colombianos se refieren al desplazamiento no usan el verbo “estar”. “ Estar desplazado” implica un estado transitorio que puede revertirse, algo que eventualmente terminará. Conscientemente o no, los colombianos usan la frase “ser desplazado”, lo cual sugiere el desplazamiento como algo permanente, como una parte constitutiva de la identidad de alguien. Mucho más que una curiosidad semántica, esta forma particular de hablar parece reflejar la realidad del desplazamiento en Colombia como una condición duradera que deja cicatrices en la gente por el resto de su vida. El drama del desplazamiento es una realidad cotidiana para aproximadamente tres millones que colombianos que han sido forzados a huir de la violencia de un conflicto que ha arrasado sus pueblos por más de cuatro décadas.
Sin embargo, el impacto de la violencia no puede reducirse a una simple suma de cadáveres. Detrás de cada persona asesinada queda una familia. Niños sin padres; padres sin hijos; esposas sin marido; familias sin ingresos o sin vivienda. Por cada persona que muere como resultado de la violencia, muchos más luchan por superarla, a menudo soportando el peso de un conjunto de problemas físicos y mentales como consecuencia de ella.
Además de la muerte y el trauma, la violencia tiene un impacto indirecto pero devastador en la salud de millones de personas confinadas por los distintos grupos armados en las zonas de conflicto, o desplazadas forzosamente por masacres o amenazas. Tanto el confinamiento como el desplazamiento generan empobrecimiento y limitan el acceso a los más básicos servicios de salud. Esto acrecienta la vulnerabilidad de la gente frente a una amplia gama de enfermedades que, de otra forma, podrían ser prevenidas o tratadas.
Sincelejo tiene 100.000 desplazados en su casco urbano y 250.000 habitantes residentes. En promedio en los tres proyectos de MSFH se realizan 4000 consultas de psicología al año. El 50% de las consultas de Psicología se relacionan con violencia, de éstas el 41% se relacionan con actos de violencia perpetrados por los grupos armados involucrados en el conflicto, 37% han sido testigos directos del asesinato de un miembro de su familia, 10% han perdido contacto con familiares cercanos como resultado del desplazamiento.
La atención en salud se limita máximo a 6 meses para la población desplazada, pero una vez son integrados al SGSSS no hay acceso a la atención en salud mental. Algunas de las enfermedades mentales más prevalentes son recidivantes como la depresión y la ansiedad. La exposición a los factores de riesgo psicosociales superan el momento concreto del desplazamiento.
No hay claridad en la diferencia entre enfermedad mental, salud mental y problema psicosocial, ya que los programas de atención se centran en el desarrollo de actividades comunitarias orientadas a fortalecer la participación social y se deja de lado la salud y la enfermedad mental
La mayor carga para la población retornada es sin dudas el “peso psicológico” del temor y la ansiedad generados por el regreso a las comunidades de origen y el resurgimiento de la amenaza de la violencia. En las consultas en comunidades retornadas se detectó una incidencia de trastornos mentales más alta que entre la gente que vive en las zonas rurales y no ha sido desplazada. Las patologías mentales son incluso mayores en este tipo de comunidades que entre los desplazados que viven en zonas urbanas. En las áreas rurales de retorno de los desplazados los problemas en salud mental empeoran y se notan más en el área de la enfermedad como el trastorno de ansiedad.
El lenguaje de los niños reproduce los actos de violencia de los que han sido testigos o de los cuales han oído con tanta frecuencia. Te voy a cortar la garganta y arrancarte los ojos o Te voy a cortar en pedacitos y te voy a arrojar al río . Los niños están aprendiendo a identificarse a sí mismos dentro del conflicto, en el cual tanto el miedo como la admiración generan una única certeza: que para sobrevivir en esta vida uno tiene que ser uno de “los duros”.
“ Desde 1999 ha habido 17 masacres sólo en esta vereda, cada una de ellas con 15 o más muertos. En el cementerio hemos enterrado por lo menos 500 personas desde 1999. Si eso representara una décima parte de los muertos, estaríamos felices. La mayoría están desaparecidos. Hay lugares en los cuales hay gente enterrada sin una cruz o algo que identifique el lugar. En otros sitios hay dos o tres personas enterradas bajo la misma cruz. Necesitaríamos un cementerio de varios pisos para enterrar todos nuestros muertos.” — Un miembro de la comunidad. Departamento de Norte de Santander
La mayor parte de la gente que huye trata de instalarse primero en pueblos de las áreas rurales o municipios de mediano tamaño. Ante la falta de oportunidades o la repetición de las amenazas, muchos acaban trasladándose a ciudades grandes. En forma lenta pero continua, los suburbios marginales han ido creciendo en las periferias de casi todas las ciudades del país. Los colombianos los llaman barrios de invasión, lo que, de algún modo, enfatiza la idea de que sus habitantes son intrusos al margen de la ley, y no necesariamente bienvenidos. Fuera de la vista y lejos de las preocupaciones del resto de los colombianos, aquellos que huyen de la violencia luchan por reconstruir sus vidas en los “barrios de invasión”.
“ Regresar a casa, volver a tierra de uno, es otra forma de desplazamiento. Cuando salí de mi pueblo, tenía una finquita, tenía mis campos de maíz, yuca y otras cosas. Tenía mis animales, mi familia, mi hogar, mi vida. Pero ahora que volví no encontré nada, todo se ha perdido. Odio decir que soy desplazado pero es la verdad... Soy desplazado de nuevo. ¿Y sabe qué? Esto es peor que antes. Antes por lo menos podía soñar con el retorno, eso me daba esperanza, me impulsaba hacia adelante. Ahora hasta eso se ha ido...” — Miembro de una comunidad retornada