Sanidad Interior y Liberacion libro de ayuda espiritual y emocional
San Pio X
1. SAN PIO X
“Omnia instaurare in Christo"
Nació en 1835 con el nombre de Giuseppe (José) Sarto, hijo de un humilde cartero, en
la ciudad de Riese, en el Veneto. Fue el segundo de diez hijos de la pobre familia.
Asistió a la escuela elemental de Riese y, gracias a las instancias del cura párroco, pasó
a la escuela superior de Castelfranco, a una distancia de ocho kilómetros, que el chico
recorría a pié dos veces al día.
Más tarde, en virtud de una beca que se obtuvo para él, pudo asistir al seminario de
Padua.
Giuseppe Sarto, ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1858 en la Catedral de
Castelfranco
Por dispensa especial, se le ordenó sacerdote a la edad de veintitrés años y, desde aquel
momento, se entregó completamente al ministerio pastoral; al cabo de dieciséis años,
2. ascendió a canónigo en Treviso, donde prosiguió con mayor ahínco su dura y generosa
tarea sacerdotal.
Padre Giuseppe Sarto, Obispo de Mantua (1884-1893, consagrado el 20 de noviembre
de 1884
En 1884, fue consagrado obispo de Mántua, diócesis que se hallaba en bajas
condiciones morales, debido a su clero negligente hasta el extremo de haber provocado
un cisma en dos poblaciones.
Fue tan limpio y brillante el triunfo que obtuvo el obispo en el desempeño de aquel
cargo plagado de dificultades que, en 1892, el Papa León XIII consagró a Mons. Sarto
como cardenal sacerdote de San Bernardo de los Baños y, casi inmediatamente, lo elevó
a la sede metropolitana de Venecia, que comprende el título honorífico de patriarca.
3. Giuseppe Sarto Cardenal Patriarca de Venecia (1893-1903)
Ahí se transformó en un verdadero apóstol para toda la región del Veneto y puso de
manifiesto el valor de su sencillez y su rectitud, en una sede que se ufanaba de su
magnificencia y de su pompa.
A la muerte de León XIII, en 1903, era creencia general que habría de sucederle en la
cátedra de San Pedro el cardenal Rampolla del Tíndaro; las tres primeras votaciones del
cónclave indicaron que la opinión general estaba en lo cierto; pero entonces, el cardenal
Puzyna, arzobispo de Cracovia, comunicó a la asamblea de electores que el emperador
Francisco José de Austria imponía el veto formal contra la elección de Rampolla. El
anuncio causó una profunda conmoción; los cardenales protestaron con energía por la
intervención del emperador y las cosas llegaron al punto de efervescencia, cuando
Rampolla, con mucha dignidad, retiró su candidatura. (Actualmente se afirma que
Rampolla no habría sido elegido de ningún modo).
Al cabo de otras cuatro votaciones, resultó elegido el cardenal Giuseppe Sarto.
Pío X, Sumo Pontífice entre 1903 y 1914.
Así llegó a la cátedra de Pedro un hombre de humilde cuna, sin relevantes dotes
intelectuales, sin experiencia en las diplomacias eclesiásticas, pero con un corazón tan
grande que no le cabía en el pecho, y tan bueno que parecía irradiar gracias: "un hombre
de Dios que conocía los infortunios del mundo y las penurias de la existencia y, en la
grandeza de su corazón, solo quería arreglarlo todo y consolar a todos".
Uno de los primeros actos del nuevo Papa fue el de recurrir a la constitución
"Commissum nobis", a fin de terminar, de una vez por todas, con cualquier supuesto
derecho de cualquier poder civil para interferir en una elección papal, por el veto u otro
procedimiento.
Más adelante, dio un paso cauteloso pero definitivo hacia la reconciliación entre la
Iglesia y el Estado, en Italia, al levantar prácticamente el "Non Expedit".
4. Su manera de hacer frente a la muy crítica situación que no tardó en presentarse en
Francia fue directa y tan efectiva como cualquiera de los medios diplomáticos en uso.
En 1905, luego de numerosos incidentes, el gobierno francés denunció el concordato de
1801, decretó la separación de la Iglesia y el Estado y emprendió una campaña agresiva
contra la Iglesia. El gobierno propuso crear una organización para que se preocupara de
las propiedades eclesiásticas, bajo el nombre de "associations cultuelles", a la que
muchos de los prominentes personajes católicos de Francia deseaban someterse por vías
de ensayo; pero, tras una serie de consultas con los obispos franceses, el Papa Pío X
emitió un par de declaraciones enérgicas y dignas, por las que condenaba la ley de
separación y calificaba la "asociación" de anticanónica. A los que se quejaban de que
había sacrificado todas las posesiones de la Iglesia en Francia, les respondió: "Aquellos
se preocupaban demasiado por los bienes materiales y muy poco por los espirituales".
La separación ofreció la ventaja de que, a partir de entonces, la Santa Sede pudo
nombrar directamente a los obispos franceses, sin la nominación previa de los poderes
civiles.
El obispo de Nevers, Mons.Gauthey dijo del Papa: "Pío X, nos emancipó de la
esclavitud al costo del sacrificio de nuestras propiedades. Que Dios le bendiga por
siempre, por no haber titubeado en imponernos ese sacrificio". La severa actitud del
Papa causó tantos trastornos y dificultades al gobierno francés que, veinte años más
tarde, se avino a concertar un nuevo acuerdo, dentro de los cánones, para la
administración de las propiedades de la Iglesia.
Contra el Modernismo
El nombre de Pío X se vincula generalmente y con toda razón, al movimiento que purgó
a la Iglesia de ese "resumen de todas las herejías", al que alguno tuvo la ocurrencia de
llamar "Modernismo". Un decreto del Santo Oficio fechado en 1907, condenó a ciertos
escritores y ciertas ideas; muy pronto le siguió la carta encíclica "Pascendi dominici
gregis", en la que se indicaban peligrosas tendencias de alcance imprevisible, se
señalaban y condenaban las manifestaciones del modernismo en todos los campos. Pero
también se adoptaron medidas enérgicas y, a pesar de que hubo furiosas oposiciones, el
modernismo en la Iglesia fue desenmascarado. Ya había conquistado bastante terreno
entre los católicos y, sin embargo, no fueron pocos quienes opinaron que la condena del
Papa había sido excesiva y obscurantista.
Cinco años después, en 1910, la encíclica del Papa sobre San Carlos Borromeo fue mal
interpretada y se ofendieron los protestantes en Alemania. Pío X publicó la explicación
oficial del párrafo mal interpretado en el Osservatore Romano y ahí mismo recomendó a
los obispos alemanes que no hiciesen más comentarios ni publicidad en torno a la
encíclica, en el púlpito o en la prensa.
“Renovarlo todo en Cristo”: Eucaristía y Palabra
En su primera encíclica Pío X anunciaba que su meta primordial era la de "renovarlo
todo en Cristo" y, sin duda que con ese propósito en mente, redactó y aprobó sus
decretos sobre el sacramento de la Eucaristía. Por ellos, recomendaba y encomiaba la
comunión diaria, si fuese posible; que los niños se acercaran a recibirla al llegar a la
edad de la razón, y que se facilitara el suministro de la comunión a los enfermos. (En la
Edad Media y, posteriormente en la época del jansenismo, los fieles católicos
comulgaban rarísima vez. La comunión diaria o muy frecuente se consideraba como
algo extraordinario y aun indebido.)
5. Este gran pontífice recomendó la comunión frecuente y rebajó la edad a la que se podía
recibir a Jesús Hostia. Bastaba que el niño supiera distinguir el pan natural del pan
eucarístico para poder comulgar y beneficiarse así de las innumerables gracias de las
que, de otro modo, se vería privado. Hasta entonces se había estado alejando a las
criaturas de Aquel que había dicho: “Dejad que los niños vengan a Mí”.
Y esto era tanto más grave cuanto que muchas veces, esperando “el día más bello de la
vida” se perdía la inocencia por el camino. San Pío X quiso dejar bien claro que, si bien
había que tener suma reverencia a la Eucaristía, ésta no era un fin en sí mismo, sino un
medio –divino y sublime ciertamente, pero medio– para nuestra santificación. Por lo
tanto, había que recurrir a él desde la edad más tierna y a menudo, porque siempre
estamos necesitados de mantener y aumentar la gracia
También el Papa se preocupó por la Palabra, puesto que instaba a la diaria lectura de la
Biblia, aunque en este caso las recomendaciones del Papa no fueron tan ampliamente
aceptadas.
El hoy Siervo de Dios Cardenal Rafael Merry del Val, no solo fue su fiel Secretario de
Estado, sino también su fiel discípulo. Heredero de ese carisma de Humildad profunda
de saberse todo de Cristo, para que en El todo pueda restaurarse. Sus “Letanías de la
Humildad”, han ayudado a muchos cristianos a ser cada día más fieles al Señor
6. San Pio X y el Siervo de Dios Cardenal Rafael Merry del Val
Desde 1903, y con el objeto de aumentar el fervor en el culto divino, emitió motu
proprio una serie de instrucciones sobre la música sacra, destinadas a terminar con los
abusos al respecto y a restablecer el uso del canto llano en la Iglesia. Dio alientos a los
trabajos de la comisión para la codificación de las leyes canónicas y fue él quien llevó a
cabo la completa reorganización de los tribunales, oficinas y congregaciones de la Santa
Sede. También estableció Pío X una comisión correctora y revisora del texto Vulgata de
la Biblia (este trabajo les fue encomendado a los monjes benedictinos) y, en 1909,
fundó el Instituto Bíblico para el estudio de las Escrituras y lo dejó a cargo de la
Compañía de Jesús.
A favor de los Pobres
Siempre consagró sus preocupaciones y actividades a los débiles y los oprimidos. Con
inusitada energía, denunció los malos tratos a que eran sometidos los indígenas en las
plantaciones de caucho del Perú. Creó y organizó una comisión de ayuda a los
damnificados, tras el desastroso terremoto de Messina y, por cuenta propia, acogió a
numerosos refugiados en el hospicio de Santa Marta, junto a San Pedro.
Sus caridades, en todas las partes del mundo donde se necesitaban socorros, eran tan
abundantes y frecuentes, que las gentes de Roma y de toda Italia se preguntaban de
dónde saldría tanto dinero.
La sencillez de sus hábitos personales y la santidad de su carácter se ponían de
manifiesto en su costumbre de visitar cada domingo, alguno de los patios, rinconadas o
plazuelas del Vaticano, para predicar, explicar y comentar el Evangelio de aquel día, a
todo el que acudiera a escucharle. Era evidente que Pío X se sentía desconcertado y tal
vez un poco escandalizado, ante la pompa y la magnificencia del ceremonial en la corte
pontificia. Cuando era patriarca de Venecia, prescindió de una buena parte de la
servidumbre y no toleró que nadie, fuera de sus hermanas, le preparase la comida; como
Pontífice, eliminó la costumbre de conferir títulos de nobleza a sus familiares. "Por
disposición de Dios, solía decir, mis hermanas son hermanas del Papa. Eso debe
bastarles".
En una ocasión, antes de cierta ceremonia, exclamó ante un viejo amigo suyo: "¡Mira
cómo me han vestido!" y se echó a llorar. A otro de sus amigos, le confesó: "No cabe
duda de que es una penitencia verse obligado a aceptar todas estas prácticas. ¡Me
condujeron entre soldados, como a Jesús cuando le apresaron en Getsemaní!".
7. Estas anécdotas describen la grandeza de corazón y la sencillez de la bondad de Pío X.
A un joven inglés, protestante convertido al catolicismo y que deseaba ser monje, pero
sentía el escrúpulo de haber estudiado muy poco, le dijo el Papa: "Para alabar a Dios
bien, no se necesita ser sabio".
Un escritor de Mántua publicó un libro de carácter sensacionalista en el que lanzaba
infames acusaciones contra Pío X; éste no quiso emprender ninguna acción legal, pero,
en cuanto supo que el calumniador se hallaba en bancarrota, el Papa le envió ayuda:
"Un hombre tan desdichado, comentó, necesita oraciones más que castigos".
Aún durante su vida, Dios utilizó al Papa Pío X como instrumento de sus milagros y,
hasta en esos casos sobrenaturales, se puso de manifiesto su perfecta modestia y
sencillez. Durante una audiencia pública, uno de los asistentes mostró su brazo
paralizado al tiempo que decía: "¡Cúrame, Santo Padre!" El Papa se acercó sonriente,
tocó el brazo tumefacto y dijo amablemente: "Si, sí". Y, el hombre quedó curado.
En otra audiencia privada, una niña de once años que estaba paralítica, pidió lo mismo.
"¡Quiera Dios concederte lo que deseas!", dijo el Pontífice. La niña se levantó y anduvo
por sí misma.
Una monja que sufría de una tuberculosis muy avanzada, le pidió la salud. "Sí", fue todo
lo que repuso Pío X, mientras ponía las manos sobre la cabeza de la religiosa. Aquella
tarde, el médico declaró que estaba completamente sana.
Primera Guerra Mundial
El 24 de junio de 1914, la Santa Sede firmó un concordato con Servia; cuatro días más
tarde, el archiduque Francisco de Austria y su esposa fueron asesinados en Sarajevo; a
la medianoche del 4 de agosto, Alemania, Francia, Austria, Rusia, Gran Bretaña, Servia
y Bélgica estaban en guerra.
Era el undécimo aniversario de la elección del Papa. Pío X no solo había vaticinado
aquella guerra europea, como otros muchos, sino que profetizó que estallaría
definitivamente para el verano de 1914.
Aquel conflicto fue para el Papa un golpe fatal. "Esta será la última aflicción que me
mande el Señor. Con gusto daría mi vida para salvar a mis pobres hijos de esta terrible
calamidad".
Pocos días más tarde sufrió una bronquitis; al día siguiente, 20 de agosto, murió.
8. EL Papa Pio X ha Regresado a la Casa del Padre, 20 de agosto de 1914
Fue, en verdad, víctima de la Guerra.
"Nací pobre, he vivido en la pobreza y quiero morir pobre", dijo en su testamento.
Demostró la verdad de aquellas palabras: su pobreza era tanta que hasta la prensa
anticlerical quedó admirada.
Después del funeral en la basílica de San Pedro, Mons. Cascioli, escribió lo siguiente:
"No tengo la menor duda de que este rincón de la cripta se convertirá, muy pronto, en
un santuario, un centro de peregrinación . . . Dios glorificará ante el mundo a este Papa
cuya triple corona fue la pobreza, la humildad y la bondad".
Y así fue por cierto. El Pontificado de Pío X no fue tranquilo y el Papa mostró
resolución en su política. Hubo muchos que le criticaron, lo mismo dentro que fuera de
la Iglesia. Pero, al morir, todas las voces fueron una; desde todas partes, desde todas las
clases surgió un llamado para que se reconociera la santidad de Pío X, el que fuera
Giuseppe Sarto, hijo del cartero.
En 1923, los cardenales de la curia decretaron que se había abierto su causa, firmada por
veintiocho prelados.
En 1954, el Papa Pío XII canonizó solemnemente a su predecesor ante una enorme
multitud que llenaba la Plaza de San Pedro, en Roma.
9. Canonización del Papa Pío X en 1954
Fue el primer Papa al que se canonizaba desde Pío V, en 1672.
Después de San Pío X, hubo dos Santos Padres que fueron también Patriarcas de
Venecia:
El Beato JUAN XXIII
(1958-1963)
Ángelo Giuseppe Roncalli
(1881-1963)
Y
10. El Siervo de Dios JUAN PABLO I
(1978)
Albino Luciani
(1912-1978)
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