2. ¿QUÉ ES UN PUEBLO INDIO?
Los pueblos indios son
conjuntos socioculturales
constituidos por
individuos
autoidentificados como
miembros de tales
conjuntos, los cuales son
diferentes de otros
sectores de la sociedad
nacional en la que se
encuentran insertos.
3. INDÍGENA O INDIO
En cuanto a las
categorías “indígena” e
“indio”, habría que decir
que la primera se aplica
a grupos humanos con
las características que
más abajo señalamos,
pero que viven en
cualquier parte del
mundo. Indio, en cambio,
se reserva únicamente
para aquellos indígenas
que habitan en América.
Pueblos indígenas
y pueblos indios, como
denominaciones
aceptadas, se han
establecido
internacionalmente a
partir de la
autoidentificación
(conciencia de su
identidad) como criterio
fundamental para
determinar a qué grupos
se aplica.
4. RECURRAMOS ENTONCES A LO QUE DICEN LOS
PROPIOS INDÍGENAS AL RESERVARSE EL
DERECHO DE DEFINIR QUIÉN ES PERSONA
INDÍGENA.
El Consejo Mundial de Pueblos Indígenas dice al respecto: “Bajo
ninguna circunstancia debemos permitir que unas definiciones
artificiales... nos digan quienes somos”. Por tanto propone: Pueblos
indígenas son los grupos de poblaciones como los nuestros que,
desde tiempo inmemorial, habitamos las tierras que vivimos,
conscientes de poseer una personalidad propia, con tradiciones
sociales y medios de expresión vinculados al país heredado de
nuestros antepasados, con un idioma propio y con características
esenciales y únicas que nos dotan de la firme convicción de
pertenecer a un pueblo, con nuestra propia identidad, y que así nos
deben considerar los demás (Proemio, Declaración del Consejo
Mundial de los Pueblos Indígenas. Citado por J. E. R. Ordóñez
Cifuentes, 1995 B: 56).
5. Ya el Cuarto Tribunal Russell declaró en su momento:
“Los pueblos indios de América deben ser reconocidos de acuerdo
con su propia concepción de sí mismos, en vez de ser definidos
con arreglo a la percepción de los sistemas de valores de
sociedades dominantes foráneas” (Proemio, Declaración del
Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas. Citado por J. E. R.
Ordóñez Cifuentes, 1995 B: 57).
Es conveniente señalar que se trata de definiciones con carácter jurídico,
menester para su inclusión en convenios y tratados internacionales. Sin
embargo, no pueden perderse de vista los aspectos históricos y sociológicos
que los fundamentan. La categoría “indio” denota, como afirma Guillermo
Bonfíl Batalla (1972), una relación colonial. Surge a partir de la dominación
española y persiste bajo el denominado “colonialismo interno”.
6. Actualmente hay en América Latina entre 40 y 50 millones de personas con adscripción étnica.
Pero no se trata de meros agregados de individuos sino de verdaderos entes colectivos o
comunidades que poseen características propias en lo referente a ciertas relaciones
económicas, organización social, hábitos culturales, así como en torno a la lengua y otros
rasgos.
Las relaciones políticas que establecen internamente y con otros segmentos de la sociedad
nacional son también particulares. La identidad étnica que los cohesiona, la reconocemos en
tanto que los miembros de los respectivos grupos asumen los indicados patrones
socioculturales propios, norman su vida social de acuerdo con ellos y establecen así la frontera
respecto a los otros. Hasta hace poco, a los pueblos indios se les daba escasa atención.
Para la mayoría de los políticos constituían una población invisible o un paisaje habitual. Los
estudios especializados son aún insuficientes, pues todavía se sabe poco sobre las
características y desarrollo de las etnias indígenas. O bien ocurre que los estudios se hacen con
un estrecho enfoque comunitario, sin tomar en cuenta el marco global (nacional) en que se
desenvuelven como si existieran aislados de otros grupos socioculturales que componen el
Estado-nación. A veces se alega el escaso número de indígenas.
7. Y, efectivamente, la importancia numérica de los pueblos indios en Latinoamérica
es ciertamente variable. Sin embargo, en una docena de países son un factor
vigoroso de la configuración nacional y la dinámica social contemporánea. No
obstante, el criterio exclusivamente demográfico puede resultar francamente
engañoso. Aún en los casos en que su número relativo es bajo, la incidencia
nacional de los indígenas puede ser muy apreciable. Como causas pueden
señalarse algunos elementos generales:
1. La ubicación: en regiones estratégicas (recursos naturales, importancia
geopolítica).
2. Papel de las raíces autóctonas: fuente primaria de atributos culturales
(“grandeza del pasado” e identidad nacional).
3. Papel activo y a veces protagónico de los pueblos indios en procesos
políticos que amenazan sistemas de dominación.
4. Las tensiones que engendran su presencia discriminada y oprimida que choca
con los postulados de igualdad social y de democracia política (Díaz Polanco,
1995: 14).
10. Los pueblos indios se encuentran insertos en estructuras
nacionales y participan en procesos que involucran a otros
sectores o categorías sociales (clases, capas, partidos, entre
otras ). Su resistencia a los distintos tipos de indigenismo les ha
permitido subsistir.
Las identidades étnicas han resultado más fuertes de lo previsto.
A pesar de los brutales esfuerzos planeados durante cinco siglos
por parte de las políticas indigenistas los pueblos indios siguen
siendo una porción importante de la población de numerosos
países.
No sólo sigue en aumento en términos absolutos, sino que en
algunos espacios nacionales parece aumentar aun en términos
relativos. Pero además del criterio cuantitativo deberían tomarse
en cuenta criterios cualitativos para entender mejor su
importancia. Loa pueblos indios no sólo han sobrevivido a los
indigenismos, sino que en la actualidad plantean desafíos
11. PANORAMA HISTÓRICO DEL INDIGENISMO
“El conjunto de ideas y actividades
concretas que realizan los estados
latinoamericanos en relación con las
poblaciones indígenas llevan el nombre
genérico de indigenismo” (Stavenhagen,
1988: 105), según la apretada definición
del sociólogo mexicano Rodolfo
Stavenhagen.
12. El sujeto sine qua non del indigenismo es el “indio”, término que nace de la
equivocación geográfica que sufrió Cristóbal Colón cuando a la vista de los primeros
habitantes que encontró en Guanahaní los llamó indios plenamente convencido de que
había llegado a la antesala de las soñadas Indias Orientales, convicción que en parte
legitima, o por lo menos explica tal denominación para todos los naturales de América
y que, como sello imborrable, persistió para sus descendientes; este error fue el
principio de otros que en definitiva marcaron hasta nuestros días el difícil camino de
aquellos naturales.
El indio fue presentado al resto del mundo a través de un concepto léxico genérico, y
como categoría social en condiciones definidas y concretas predeterminadas por los
europeos, lo que dice Bonfil Batalla enmascaró su especificidad histórica y lo convirtió
“dentro del nuevo orden colonial en un ser plural y uniforme” (Alcides, 1983: 18).
13. Lamentable inexactitud que
obstaculizó por tres siglos y
más, el desenvolvimiento
normal de los hombres
autóctonos de América, ya que
al englobarlos en un término
único quedaron ocultas, por
encima, las diferencias
esenciales: niveles culturales,
lengua, objetivos vitales,
religiosidad, mitos, historia...
todo Io que constituía la
manera de ser de cada uno de
los grupos prehispánicos. La
palabra indio no explicaba al
antiguo y ahora dominado
habitante de América, sólo lo
nominaba a partir de la
unificada imperialidad hispana
como categoría social
14. Hacia fines de la Colonia se usó también y
con mayor frecuencia el vocablo indígena,
quizá para suavizar la memoria de la carga
ideológica opresora que llevaba la voz de
indio. Indígena es más justa en su significado
etimológico: nativo de un país, del
latín indígena, “el que es de allí”, originario del
país de que se trata, autóctono. “Esto quiere
decir que toda persona nacida en
determinado lugar, es indígena de dicho
lugar” (Alcides, 1983: 37).
En tal sentido se llegaría a la
consideración de que todos:
mestizos, criollos, demás
castas y los originarios
contemporáneos de las
naciones latinoamericanas,
del resto del mundo somos
indígenas, y no es así, ya que
dicha palabra se aplica sólo a
las etnias herederas de las
culturas prehispánicas.
Indio e indígena vienen, pues, a
ser sinónimos, y toda acción
práctica que se establece o se
ha establecido con los indígenas
se califica como indigenismo,
expresión que por sí misma no
define, de acuerdo con su
origen, evolución y fijación un
concepto preciso, comprensible
para todos, de lo que es y no
puede dejar de ser.
15. El indigenismo toma cuerpo y
figura al paso del tiempo, se va
perfilan do como una preocupación
por los indios al lado de las
complejas y varia das
tareas socioeconómicas, políticas,
culturales, morales, de salud, entre
otras , que conforman el quehacer
de la gente e instituciones de un
estado, es pues lícito hablar de
indigenismo desde los primeros
momentos de la administración
española.
La política indigenista de la Corona
está en las Leyes de Indias, en
documentos oficiales, cédulas,
ordenanzas, bandas, breves―, en
los libros de insignes humanistas
16. El indigenismo colonial fue una permanente
actitud ideológica, institucional, práctica a
veces, y teórica las más, con modalidades
diversas: paternalismo cristiano con la dinastía
austriaca, despotismo ilustrado Borbón,
igualitarismo ―sólo quedó escrito― en las
Cortes de Cádiz (Caso, 1973: 72 y 55) y una
postura entre confusión y olvido a lo largo del
siglo XIX; los nuevos países latinoamericanos
en la búsqueda de su nueva identidad, la de
ciudadanos libres y soberanos, hicieron de la
política de gobierno su principal actividad.
Los indígenas quedaron rezagados, la
preocupación indigenista perdió pie ante la
avalancha de golpes de Estado,
intervencionismo extranjero, dictaduras,
bandolerismo y otras calamidades.
17. En el siglo XX el indio fue ya motivo de serios,
organizados y modernos programas de los
gobiernos y la iniciativa privada; reaparece
entonces el indigenismo como todo un quehacer
no sólo importante, sino obligado, que requiere un
esfuerzo multi e interdisciplinario, para resolver la
situación del indio “en torno a sus problemas
como individuos o como colectividad tanto en lo
que toca a su vida intelectual como a la anímica,
material, social, etcétera” (Ballesteros, 1961: 8).
18. El problema indígena varia de un país a otro en relación directa de la importancia, extensión territorial,
variedad de etnias y número de individuos de las culturas de origen prehispánico y dentro de los mismos
renglones, de la supervivencia de éstas.
Al respecto, Alan During señala en su estudio publicado bajo auspicios de la ONU, “Supporting
Indigenous People”, que los tres sitios del mundo con mayor problemática existencial indígena son la
India, Burma y México (Brown, 1993).
Agreguemos en seguida la región andina con Perú,
Ecuador y Bolivia. Esto no ha sido obstáculo para que
toda Latinoamérica se involucre en el asunto, aunque en
algunos países las pequeñas etnias sobrevivientes no
representan sino una mínima parte de la problemática
nacional, pero en un acto solidario con los vecinos
próximos se confirma que por pequeño que sea, cualquier
núcleo humano olvidado por la historia debe ser
incorporado a ésta y protegido.
19. Así fue que en 1910 se fundó en Brasil la primera
institución contemporánea de corte indigenista: Serviçio
de Proteçao aos Indios. Hacia el fin del porfiriato en
México, A. Belmar, magistrado de la Suprema Corte,
pensó y redactó la primera organización científica
indigenista, la Sociedad Indiana Mexicana, que
proponía: estudio de razas, costumbres y lenguas de
los indios, estímulos a la educación, celebración de
congresos anuales, publicación de boletines, trabajos
arqueológicos y algo más trascendente y muy difícil:
crear en los mexicanos un ambiente comprensivo para
los indígenas. La política dictatorial del momento hizo
fracasar el plan.
20. En 1918, cuando la Revolución Mexicana ya había posibilitado la presencia del indio en los
escenarios de la lucha nacional, y la Segunda Guerra Mundial dejaba en todo el globo la urgencia
de unidad y paz, se celebró en Buenos Aires, Argentina, la Primera Convención Internacional de
Maestros. A ésta siguió una serie de reuniones americanistas en varias partes del continente que
de algún modo prepararon el campo para enfrentarse de lleno a la urgente pero inconmensurable
tarea de atender de manera oficial, científica y humanitaria, los problemas indígenas, que
empezaban a vincularse con sentimientos y causas nacionales. La idea de un gran congreso
indigenista cuajó en el de Pátzcuaro, Michoacán, en México, celebrado del 18 al 24 de abril de
1940.
Los principios fundamentales a los que entonces se llegó enfatizaban que “el problema de los
grupos indígenas de América es de interés público, de carácter continental y relacionado con los
propósitos de solidaridad entre los pueblos y gobiernos del Nuevo Mundo”, además, se debía
lograr la “igualdad de derechos y oportunidades para todos los grupos de población americana”
(Brown, 1993: 222), y no perder de vista los valores de las culturas autóctonas. Se acordó
concretar los cuidados indigenistas en la fundación del Instituto Indigenista Interamericano, de
institutos nacionales, y en congresos periódicos. Se unieron a estos intereses Estados Unidos,
Canadá, Francia, España, la UNESCO; y se crearon institutos nacionales en México, Perú, Bolivia,
Nicaragua, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Chile, Ecuador, etcétera.
21. El de México es relevante por
el alcance universal de sus
aportaciones (cursos, libros,
conferencias, anuarios) y de
sus avances (desarrollo de
las ciencias antropológicas,
comunicación permanente
con los grupos indios), lo que
ha dado en cambios
drásticos en las relaciones
con ellos, y originado la
necesidad de otras
revisiones del problema que
aún no se resuelve del todo
tal vez por la fuerza que
recobró el indigenismo a
partir de la pretendida
celebración del V Centenario
del descubrimiento de
22. INDÍGENAS EDUCACIÓN
El papel de las diferentes poblaciones,
culturas y lenguas que deben compartir
un mismo territorio o deben participar en
un solo proyecto de nación siempre fue
conflictivo; las diferencias siempre se
consideran valorativamente, otorgando a
los indígenas una categoría inferior a la
de otros mexicanos; y al hablar de
diferencias hablamos de desigualdad
económica, política y social.
El sometimiento, la explotación, la
exclusión de las esferas de decisión –
educativas, políticas- hacen de la
diferencia, históricamente, una
debilidad. Toda política indigenista –o
educativa- se ha encaminado desde un
principio a hacer menores las distancias
entre las culturas para así zanjar la
brecha, pero tal acercamiento implica
siempre la renuncia del indio a su cultura
para adoptar la dominante.
23. El concepto de “la educación indígena” nace a partir del
encuentro entre indios y españoles y cuando aparece el
deseo de transformar a los habitantes originarios del país
en algo diferente o cuando se les define desde categorías
ajenas a sus culturas.
La educación indígena siempre se ha referido a aquello
que se considera que los indígenas deben saber, y no a la
instrucción o enseñanza que los indios mismos imparten o
impartieron. Desde siempre, hablar de educación indígena
supone una apreciación externa de sus culturas.
24. Las distancias del
principio fueron
abismales: se dudaba
incluso de la humanidad
de los antiguos
habitantes de las tierras
recién descubiertas.
Poco a poco se
intenta igualar las
distintas culturas
subsumiéndolas en la
cultura general y las
culturas indígenas se
asumen, en el mejor
de los casos, como
patrimonio genérico y
antecedente histórico
de todos los
habitantes de la
nación.
25. El primer intento
educativo de los
conquistadores está
marcado por el celo
evangelizador de los
frailes mendicantes. Su
misión religiosa es la
conversión; desde
entonces se establece
una relación de
dominación y cualquier
reconocimiento de
virtudes o cualidades es
usado en provecho de la
Iglesia o la Corona.
Conocer sólo es
necesario para erradicar
las antiguas creencias;
la evangelización
obedece a razones
teológicas, a un llamado
divino. Desde entonces
se instaura una idea que
perdura hasta nuestros
días: los indios
educados
necesariamente
actuarán como agentes
de la cultura recién
adquirida.
La población
escolarizada
durante este
lapso fue mínima
–hijos de la
antigua nobleza
india- y la
tolerancia de las
lenguas nativas
inevitable. La
conversión fue
previa a la
castellanización.
26. Para entender la educación indígena en el siglo XVIII
es importante tomar en cuenta la estructura y
funciones de los “pueblos de indios” de la Nueva
España. En la cédula real de 1691, el rey ordenó
pagar a los maestros de escuela “de los bienes de
comunidad de pueblos de los indios” y así reconoció
que los pueblos representaban una forma de
gobierno local y una fuente de divisas que se podría
usar para las escuelas.
"Es necesario enseñarlos primero
a ser hombres y después cristianos"
José de Acosta
27. Apenas vuelto a
España CRISTÓBAL
COLÓN, después de haber
encontrado las tierras de
“las Indias “, el
papa ALEJANDRO VI se
dirigió al rey FERNANDO y a
la reina ISABEL en un
documento conocido como la
“donación papal”.
En mayo de 1493, el pontífice señaló la
manera en la cual España y Portugal se
iban a repartir los terrenos descubiertos.
Reconoció que los monarcas españoles
habían financiado el viaje de Colón con el
“santo y loable propósito [de] sujetar las
dichas islas y tierras firmes y los
habitadores y naturales de ellas, reducirlos
a la fe católica.”
Luego, el Papa ordenó: “Os
requerimos [que] queráis y
debáis con ánimo pronto y
celo de verdadera fe, inducir
los pueblos que vivan en
tales islas y tierras a que
reciban la religión cristiana.”
28. La concesión que obligó a España a evangelizar
a los naturales del Nuevo Mundo fue conocida
como los “justos títulos.” La enseñanza a los
nativos de la religión y de buenas costumbres
era la condición que justificaba la concesión a la
monarquía española de los territorios
occidentales. Así, la educación indígena estaba
ligada al derecho de España de dominar las
nuevas tierras, porque debido a esta tarea
evangelizadora ostentaban los “justos títulos” a
las posesiones americanas. La educación
indígena durante los siglos XVI y XVII
De esta manera, de buena o de mala
gana, la corona asignó dinero y
hombres a la educación de los
indígenas durante los trescientos años
de la época colonial. Su principal ayuda
durante el siglo XVI fue la iglesia
católica, cuyos frailes, los franciscanos,
dominicos y agustinos, dirigían las
parroquias de los indios, llamadas
“doctrinas”, y se encargaban de la
evangelización y de la enseñanza.
Sostenidos principalmente por el
gobierno español, las órdenes
religiosas inventaron métodos
novedosos para transmitir los
conocimientos religiosos--- pinturas,
catecismos con dibujos en vez de
palabras, danza, teatro y música
(métodos audiovisuales), además de
enseñar las artes y oficios y fundar
colegios de internados para indígenas
durante el siglo XVI: los franciscanos
en Tlateloco, los jesuitas en Pátzcuaro,
Tepozotlán y el colegio de San
Gregorio en la ciudad de México
29. En 1585 el III Concilio Mexicano legisló
sobre dos puntos relacionados con la
educación indígena. Prohibió la ordenación
de los indios como sacerdotes y mandó que
los párrocos usaran la lengua indígena de
cada región para la evangelización.
31. El segundo mandato del Concilio por el cual los clérigos debieran aprender la lengua
de los neófitos y al mismo tiempo procurar enseñarles el castellano no concordaba con
la opinión del Consejo de Indias en España. Ahí las autoridades peninsulares
criticaban que la conservación de los idiomas americanos propiciaba la idolatría y la
superstición; además, la habilidad de hablar una lengua indígena por los sacerdotes
“mestizos y criollos” perjudicaba, según el Consejo, el nombramiento a las doctrinas
del Nuevo Mundo de clérigos ibéricos mejor calificados.
En 1693 el rey encargó el fomento de las escuelas a las autoridades civiles locales (los
alcaldes mayores) porque ellos eran los supervisores de las cajas de comunidad de los
pueblos de indios, de donde se pagaba a los profesores. Estas cédulas se dirigían
principalmente a los obispos de México, Puebla, Oaxaca, Michoacán y Guadalajara
quienes respondieron que habían empezado a llevar a cabo la fundación de escuelas.
32. Otro estímulo para la educación indígena que se realizó en este periodo
fue la cédula real de 1697, repetida en 1725, que revocó la prohibición
para la ordenación sacerdotal de los indios. Se declaró que los indígenas
podrían recibir las órdenes sagradas y deberían ser tratados “según y
como los demás vasallos en mis dilatados dominios de la Europa, con
quienes han de ser iguales en todo.”
Los tres colegios internos para indígenas en Parras, Coahuila, en 1622;
en San Luis de la Paz en 1640, añadido la escuela establecida en 1594;
y el Colegio de San Javier, Puebla, en 1751, probablemente sirvieron con
los cuatro del siglo XVI, para la preparación de los alumnos nativos para
ocupar puestos “eclesiásticos, políticos y civiles,” además de los
seminarios diocesanos, fundados al final del XVII, que tenían becas para
los seminaristas indios
33. ESCUELAS EN LOS PUEBLOS DE INDIOS DE
NUEVA ESPAÑA, CA. 1803
Los reglamentos de bienes de comunidad y las
cuentas financieras anuales de cada pueblo en la
intendencia de México presentan datos sobre los
467 escuelas. En primer lugar, la Iglesia financió
solamente 14 de estas 467 escuelas, esto es 3%.
Los padres indígenas sostenían 114 (24%); las
cajas de comunidad contribuían parte del salario
en 205 localidades (44%) y en 134 (29%) pueblos
de indios el salario completo del maestro fue
otorgado por las cajas comunales.
34. Escuelas de indios y forma de financiamiento, intendencia de
México,1808
Nueve de las 43 subdelegaciones de la intendencia de México se
destacaban por tener escuelas con excelentes salarios (96 pesos o
más al año pagados por las cajas de comunidad): Tetela del Río,
Otumba, Lerma, Tacuba, Coyoacín, las parcialidades de Santiago
Tlatelolco y de San Juan Tenochitlan en la ciudad de México,
Querétaro, Apan y Chalco.
En las demás intendencias varios pueblos de indios también
pagaban buenos sueldos a sus maestros y en algunos lugares
sostenían escuelas para niñas indígenas. Los lugares donde se
otorgaban los salarios más altos eran:
Tenancingo, intendencia de México, 500 pesos al año
Yanhuitlán, intendencia de Oaxaca, 300 pesos al año
Pátzcuaro, intendencia de Michoacán, 300 pesos al año
Malpaís, intendencia de Durango, 250 pesos al año
San Andrés Tuxtla, intendencia de Veracruz, 250 pesos al año
Tlaltenango, intendencia de Zacatecas, 200 pesos al año
Tacámbaro, intendencia de Michoacán, 200 pesos al año
Malinalco, Yautepec, Asuchitlan y Poliutla, intendencia de México, 200
pesos al año.
35. Luego les concedió los territorios a cien leguas
hacia el occidente de las Azores y el Cabo
Verde, al mismo tiempo que les mandó “en
virtud de santa obediencia... procuráis enviar a
dichas tierras firmes e islas, hombres buenos,
temerosos de Dios, doctos, sabios y expertos,
para que instruyan a los susodichos naturales
y moradores en la fe católica y les enseñen
buenas costumbres.
36. Las escuelas para niñas indígenas, llamadas “amigas” o
“migas”, eran menos que las de varones. Sin embargo,
al final del siglo XVIII, había escuelas para muchachas
en las intendencias de México, Veracruz, Puebla y
Durango, y posiblemente en otras regiones.
La educación indígena no consistía solamente en la
enseñanza de la doctrina cristiana, sino que también
incluía el castellano, la lectura, la escritura, el canto y a
veces tocar algún instrumento musical y la aritmética.
37. SE PUEDE DESTACAR DIEZ PUNTOS EN
RELACIÓN CON LA EDUCACIÓN INDÍGENA:
1.La educación en los pueblos de indios en el siglo
XVIII era diferente a la del siglo XVI. Los maestros
eran hombres laicos y no frailes; el financiamiento no
era de la Iglesia, sino de los padres de familia y de
las cajas de comunidad; y además de la doctrina
cristiana, se enseñaba a leer y escribir y el
castellano.
2. Desde las cédulas de finales del siglo XVII ( de 1686,
1688, 1691 y 1697) se encargaba el financiamiento
de las escuelas a las cajas de comunidad y se
permitía la ordenación de los indígenas al
sacerdocio.
38. 3.Basado en estas cédulas, la corona primero impulsó la
fundación de escuelas en los pueblos por medio de los
obispos, pero a partir de 1773 se encargó la tarea al
gobierno civil, esto es, a los contadores de Propios,
Arbitrios y Bienes de Comunidad, bajo la supervisión de
los virreyes.
4. El nombre de la institución educativa cambió: se llamaba
escuela de doctrina cristiana, luego escuela de lengua
castellana, y después de 1786, según el artículo 34 de la
Ordenanza de Intendentes, se decían simplemente,
“escuela” que significaba “escuela de primeras letras”, el
mismo término para las ciudades y villas de españoles y
para los pueblos de indios.
5. Para fines del siglo XVIII en casi todo el virreinato, la
Iglesia no tenía ingerencia en las escuelas en los pueblos
de indios.
39. 6. A menudo la enseñanza se impartía en castellano
y también en la lengua indígena, y los maestros eran
españoles, mestizos, mulatos e indígenas. Los
indígenas preferían a los preceptores bilingües.
7. La resistencia de las familias indias a las escuelas
era básicamente económica: se oponían pagar de su
bolsillo, especialmente cuando había fondos
suficientes en las cajas de comunidad, y se resentía
la ausencia de sus hijos como ayudantes en la
agricultura.
8. La fiscalización del gobierno de las finanzas
municipales de los pueblos introdujo varios cambios:
el gasto mayor en los pueblos era para el maestro de
escuela, y las fiestas religiosas bajaban al segundo
lugar. Se redujeron los gastos autorizados para así
tener dinero sobrante que se utilizaba en forma de
donativos y préstamos para las guerras de la
monarquía.
40. PROHIBICIONES
La prohibición tajante de usar lenguas nativas
en asuntos oficiales data del siglo XVII; la
permanencia de tantas lenguas hasta nuestros
días es señal del fracaso de dicha política; el
reconocimiento legal de nuestro país como
una entidad multicultural y multilingüe, apenas
en 2003, representa un cambio radical en la
política que promovía la desaparición de los
idiomas autóctonos –así sea meramente
formal.
41. FUENTES:
Alcides Reissner, Raúl. El indio en los diccionarios, exégesis
léxica de un estereotipo, Instituto Nacional Indigenista, col. INI,
núm. 67, México, 1983.
Ballesteros Gaibrois, Manuel y Julia Ullóa Suárez. Indigenismo
americano,Cultura Hispánica, Madrid, 1961. Brown, Lester
R. State of the World 1993, Organización de las Naciones
Unidas, W.W. Norton and Company, New York, 1993. Caso,
Alfonso. Indigenismo, Editorial Cultura, México, 1958. Caso,
Alfonso.
http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virt
ual/diccionario/indigenismo.htm
http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_22.htm