11. Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo,
tenemos que saberlo descubrir, sobre todo, en el rostro de
aquellos con los que él mismo ha querido identificarse:
12. “He tenido hambre y me habéis dado de comer, he tenido sed
y me habéis dado de beber; fui forastero y me habéis
hospedado; desnudo y me habéis vestido, enfermo y me habéis
visitado, encarcelado y habéis venido a verme” (Mt 25,35-36).
13. La “vocación de amor”
permite superar una existencia
pasiva, aburrida e irrelevante;
porque Dios, nos asocia a su
plan de amor por la
humanidad y nos introduce de
manera única e irrepetible en
esa historia de amor que él teje
con cada persona, con su
pueblo y con la totalidad de los
seres humanos.